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Liveliness por ksjoonah

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Notas del capitulo:

Perdonen los errores, pero es el primer fic que me animo a subir ;)

 

IMPORTANTE!! Tuve que unir capitulo 1 y 2 porque no me dejaba subirlos por separado.

Capitulo 1

 

Me desperté al escuchar el sonido de las gotas al chocar contra los cristales de mi ventana. Había empezado a llover atronadoramente y no pude volver a conciliar el sueño. De todas maneras, sufría de insomnio, por lo que habitualmente no me acostaba hasta las cuatro de la madrugada. Pero esta vez, fue peor que nunca. Sentía el cuerpo desfallecer y los párpados me pesaban una tonelada.

Después de un gran esfuerzo, logré salir de la cama que resultaba ser una gran  compañera en los momentos de angustia.

Mi madre no había despertado aún, por lo que agradecí sobremanera, ya que ésta cada mañana se volvía insufrible al punto de desquiciar a cualquiera.

Una vez completamente despabilado, en un intento de hacer el menor ruido posible, fui al baño a asearme. Pero mi acción tuvo un fallo, ya que olvidé que una madera del suelo estaba rota, y terminé trastabillando.

Inevitablemente mi madre se despertó  -Suho… ¿Eres tu? ¿Te encuentras bien?- dijo aún medio dormida, al tiempo que bostezaba entre sus palabras.

-¡Maldita sea!- proferí en un susurro -Si, mamá estoy bien. No te preocupes- dije en un grito ahogado intentando disimular la molestia. Ya era una tortura tener que dialogar a primera hora del día y peor si se trataba de una madre como la mía.

Hemos estado los dos solos, desde que mi padre nos dejó cuando yo apenas cumplí cuatro años. Ya diecisiete años han pasado y no lo he extrañado ni un poco, ese sujeto definitivamente era un perverso. Nunca tuve la intención de querer verlo nuevamente, pero si me lo hubiese cruzado alguna vez supongo que lo habría matado -Sin duda lo habría hecho- los retorcidos pensamientos que surgieron en mi cabeza me daban asco, me hacían pensar que estaba realmente maldito. Ese hombre, del que ni siquiera tengo memoria, destruyó nuestras vidas de forma muy cruel. Además de haber engañado a mi madre con otra mujer, se llevó todo nuestro dinero dejándonos en la calle sin un céntimo. Nuestra vida ha sido muy miserable, pagando sus deudas y en un fracasado intento de vivir dignamente.

Cuando por fin me quité de la cabeza a ese tipo que acosaba mi mente todas las mañanas, salí del baño y me dispuse a revolver mis cajones en busca de algo decente que ponerme. No encontré nada que me agradase, así que agarré lo primero que estuvo en mis manos. La ropa que uso es muy sencilla, no pasa de una simple camiseta con un estampado de algún grupo de rock de los 70’s y unos jeans sueltos. Mi cabello es bastante lacio, pero pasa desapercibido, ya que continuamente lo llevo revuelto. Suelo no preocuparme mucho por mi aspecto, porque siempre me han etiquetado de ‘rebelde atractivo’ y que he nacido bien dotado. De cualquier modo, nunca me ha interesado lo que se dijese de mí, me gusta estar solo y me fastidia que se metan en mi vida. A excepción de un solo amigo que he tenido que significa mucho para mí. Se llama Kyung Soo. Él es una persona muy honesta y despreocupada.

Cuando éramos pequeños, fuimos al mismo jardín de infantes. Él sin siquiera conocerme, se acercó a mi y me dio su mano para que la estrechase, mientras me dedicaba una cálida sonrisa.

-¡Seamos amigos! ¿Estás de acuerdo?- dijo al sonreír, mostrando sus dientes tras unos hoyuelos cada vez más pronunciados -Me llamo Do Kyung Soo, pero las personas cercanas, me llaman D.O- finalizó con una presentación formal.

-Gusto en conocerte. Me llaman Suho- contesté inconscientemente sin haberme dado cuenta que su inocencia y desinterés por estar conmigo, me habían derretido. Fue cuestión de poco tiempo para que nos hayamos vuelto grandes amigos. Y así paso que nos volvimos inseparables. Pero fueron pocos años los que compartimos, ya que él tuvo que mudarse a otra ciudad porque su padre en su carrera médica, había sido trasladado a un nuevo hospital que era muy renombrado, el cual se encontraba muy lejos de aquí. Terminamos manteniendo una amistad a larga distancia, sólo hablábamos por teléfono o chat.

La última vez que hablamos, me dijo que se había enamorado de un médico del hospital. Yo no podía creerlo y me habían cegado los celos, por lo que inconsciente y descaradamente, cerré el chat. Luego, empecé a proferir insultos al aire.

-¡Como demonios pudo enamorarse tan rápido y de alguien mayor que él! ¡Y aún peor, de un hombre!- no cabía en mi mente la idea de que mi mejor amigo tenga alguien que le guste y que se trate de un hombre. Intenté reflexionar acerca de mi actitud y me dí cuenta que no era eso lo que realmente me molestaba. La verdad, el miedo que tenía es que lo apartasen de mí y que él se olvidase de mi existencia.

Una vez ya hube recapacitado, lo llamé. El teléfono no había sonado más de una vez, porque D.O. contestó muy rápido. No me dio tiempo a pedir disculpas, porque él lo había hecho antes que yo.

-¡Perdón! ¿Hubo algo que dije que te haya molestado?- se habían escuchado sollozos a través de tubo, al instante que el no paraba de disculparse.

-No tienes que pedirme disculpas, ¿Por qué lo haces?- terminé reaccionando bastante mal. Me preocupo mucho por él y odio que sienta que la culpa es suya. –El equivocado soy yo. Lo siento.

-Pero…-

-Ya está bien. Fue un error mío- lo interrumpí antes de que terminase para evitar problemas. Últimamente, no veníamos hablando muy seguido y lo extrañaba mucho -Bueno… Cuéntame un poco de esa persona- no sabía como denominarlo.

-¿De quién estás hablando?- preguntó D.O. con un tono bastante curioso.

-Ese…- pretendía que él  lo descifrara porque a mi me daba mucha vergüenza -…el que te gusta. Hablame de él- dije después de mucho esfuerzo. Quería conocer a ese hombre y saber si era digno de mi Kyung Soo.    

 

Capitulo 2

 

Después de hablar con Kyung Soo, me había quedado bastante curioso acerca de esa persona. Ese amor que sentía por un desconocido al que apenas había visto, realmente no podía comprenderlo en lo más mínimo. Sólo sabía que era un sunbae que había conocido en la facultad de medicina en la que él estudiaba. Pero ni el mismo D.O, conocía su nombre asi que como podría encontrarlo y ponerlo a prueba. No iba a ser nada fácil. Sin embargo, no dejaría que esto se me escapara de las manos. Ni loco permitiría que nadie lastimase a mi amigo.

Estos sentimientos realmente me disgustaban, -¿Sería que Kyung Soo significaba más que un simple amigo para mí?- las suposiciones que se producían en mi cabeza me daban arcadas, por lo que fui corriendo al baño y me senté junto al inodoro. Pero no vomité, porque esas sensaciones fueron puramente generadas por mi mente.

Decidí aclarar las ideas en mi mente. Ese tema podría reflexionarlo en otro momento.

Recordé que se me hacía tarde para ir al trabajo, así que salí del baño y fui a prepararme el desayuno. Una vez que había terminado de cocinar, miré el reloj de pulsera que llevaba en mi muñeca izquierda. Este marcaba las ocho y media, por lo que me atraconé una de las tostadas que reposaban en mi plato.

Mi madre que me observaba detenidamente, se acercó para darme mi portafolio.

-Los hábitos nunca cambian- dijo mientras me entregaba mi material de trabajo.

-OK, ya sé, ya sé- contesté luego de exhalar un suspiro de irritación. Yo sabía que mi forma de comer era apresurada, pero no tenía porque ponerlo en evidencia todas las benditas mañanas -Debo irme ahora mismo. Después hablamos- agregué luego de darle un beso en la mejilla.

Cuando estaba apunto de salir de casa, mi madre me frenó.

-¡Espera Suho!- exclamó rápidamente, antes de que cerrara la puerta de calle.

-¡¿Y ahora qué?!- grité ya totalmente frustrado. No iba a llegar tarde, sino tardísimo.

-¿Te sucede algo?- preguntó ella con un gesto de preocupación.

-¿A qué te refieres?- contesté también con una pregunta.

-No sé- ahora me estaba dando ansiedad -Te veo muy pálido. ¿Te sientes bien?- agregó por fin, después de unos segundos interminables.

-¡Ay mamá! ¿De qué hablas?- ya esto había superado mis limites. Todos los días me preguntaba lo mismo. Ya era una rutina insoportable -Estoy bien, igual que siempre- dije al tiempo que cerraba la puerta. No pensaba darle más charla.

 

Una vez que llegué al trabajo, tuve que idear alguna excusa que decirle a mi jefe por llegar tarde. Otro sujeto odioso en mi vida, pero no quería darle muchas vueltas al asunto, así que me dirigí decididamente hacia su oficina. Éste se encontraba estudiando metódicamente unos casos que nos habían dejado el día anterior.

Cuando se percató de mi presencia, giró su silla de escritorio, quedando de espaldas a mí. Sinceramente no me importaba que me mirase, pero no toleraba su soberbia, por lo que me planté a su lado y giré su asiento.

-Yo sé que no tengo un pretexto por haber llegado a esta hora- dije al fin, y me detuve unos segundos para ver si reaccionaba. Sin embargo, éste no lo hizo. -Si usted lo pide, me disculparé- terminé agachando la cabeza. Solía ser muy orgulloso, pero dependía de este trabajo. Por este motivo, no podía darme el gusto de liberar mi ira contenida.

-Es lo mínimo que deberías hacer- dijo con un tono muy descarado -Si no fuese porque eres un gran secretario ya te hubiese echado, ¿entendiste?- al menos él era consciente de mi esfuerzo y capacidad.

-No se preocupe, no volverá a repetirse- acabé y me dispuse a salir de ese sitio infernal.

-El que debería preocuparse es usted- dijo por última vez junto con su risilla repugnante. Sus últimas palabras, fueron el complemento que faltaba para colmar mi paciencia. Esto produjo que el cuerpo se me tensara y, que mis puños al cerrarse tan fuertemente hicieran que mis uñas se claven y lastimen mi piel.

Gracias a un empleado que apareció justo a tiempo, y si no fuera porque me encontraba de espaldas a él, lo hubiese asesinado despiadadamente.

De una vez por todas salí de ahí y me dirigí a mi sector de trabajo el cual se encontraba a unos pocos metros de la oficina en la que me encontraba. Esto resultaba muy útil para mi jefe, que se aprovechaba de mí exigiéndome hacer mandados de aquí para allá.

Cuando estaba por sentarme, sentí una fuerte punzada en el pecho, exactamente en donde se encuentra el corazón. -¿Qué me esta…sucediendo?- dije en un susurro entrecortado, mientras con la mano derecha me agarraba justo en ese sitio, intentando extraer el dolor que me estaba produciendo. En cambio, la izquierda intentaba sujetarse fuertemente al escritorio para no perder el equilibrio, lo que resultó inútil porque caí al suelo. Sin darme cuenta, empecé a perder la noción del lugar en el que yacía y de un momento a otro, me hundí en una profunda inconsciencia.

 

Al despertar de lo que parecían días y no horas, me percaté de que me encontraba dentro de una habitación de hospital.

-¿Qué estoy haciendo aquí?- me pregunté a mi mismo al tiempo que intentaba recordar que había sucedido antes de desmayarme, pero todo estaba muy difuso. Por más de que tratase de dilucidarlo, me era imposible. Mi cabeza, en ese instante, estaba completamente en blanco y el querer resolverlo me estaba causando mucha molestia.

Al poco tiempo, se abrió la puerta y apareció mi madre con un gesto de consternación en el rostro.

-Mama, ¿Por qué estoy en un hospital?- pregunté antes de que ella notase que me había despertado -¿Y qué son todos estos cables que salen de mi cuerpo?- ante el interrogatorio y la ansiedad que mi madre sintió por mi parte, cambió radicalmente la expresión en su rostro.

-Quédate tranquilo hijo- dijo suavemente intentando calmarme -Pronto vendrá el médico a decirnos que no pasa nada y que podremos irnos…- sus palabras no me engañaron ya que su voz se había quebrado antes de que terminara la frase- pronto ya verás.

Había algo que me inquietaba aún más, que el modo en el que hablaba. Me detuve a inspeccionar su rostro, que parecía contemplar las divisiones de los zócalos del suelo y por fin me dí cuenta. Era la expresión que hacía cuando me ocultaba algo.

-¿Hay algo de lo que no me he enterado?- pregunté demandante. Sabía que no sería fácil sacárselo, pero debía al menos intentarlo.

-No sé de que me hablas- dijo con gesto despreocupado, pero con cierto tartamudeo en la voz.

-Si que lo sabes- declaré, pero antes de que pudiese decir algo más, alguien tocó la puerta. -De la que te has salvado- pensé mientras ella se alejaba de mi cama para dejar pasar al inoportuno. Éste llevaba una bata, por lo que supuse se trataba de un médico.

Se acercó a mi madre y le dijo:

-Tendremos que trasladarlo- dijo secamente sin ningún miramiento.

-Eh… ¿Podríamos hablar fuera?- preguntó ella, un tanto molesta y fulminándolo con la mirada. Él no llegó a contestar, ya que mi madre lo estaba sacando de la habitación a empujones.

 

Ya no tenía que meditar más nada, por fin lo había comprendido. No necesitaba que mi madre me lo dijese. Si me lo escondía era porque iba más allá. Esta recaída, no era tan insignificante como un pico de estrés, sino que se trataba de algo que estaba acabando con mi vida poco a poco. Entonces, fue en ese momento que recordé que había sucedido antes de perder el conocimiento. Ese agudo dolor en el pecho.

Había una sola cosa que deseaba saber -¿Cuánto tiempo me queda? ¿Años? ¿Meses? , o tal vez...- fue lo último que pensé antes de entrar en un estado de shock.

 

Salí de mi pesadilla, al instante en que mi madre entró en mis aposentos. Sólo aguardaba que me diese las malas noticias. Pero éstas no llegaron, ya que mi madre se inventó la excusa de que debíamos trasladarnos de ciudad para hacerme estudios intensivos por no saber que tenía. Pero a mi no se me escapaba nada. De todas formas, no quería hostigarla demasiado asi que me hice el ignorante.   

 

Al anochecer, cuando ésta finalmente me dejó para que descansara, no pude controlarlo más. Lo que había comenzado siendo un sollozo, se convirtió en un llanto sin remedio. Nunca me había sentido tan desdichado en mi vida, por lo que fue una larga noche en la que no pude pegar ojo.

Notas finales:

Espero hayan disfrutado el comienzo :)


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