Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Pigmalión y Galatea. por Misa Tsukamoto

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola, vine con otro fic, esta vez un one-shot BangLo dedicado a mi hermosa baby A c: espero les guste ^^ ♥ 

Por cierto...promoción~ c: Una fanbase de México dedicada a B.A.P~

http://www.facebook.com/B.A.PmX 

 

Notas del capitulo:

Espero les guste~ 

Pigmalión y Galatea, son un mito de la antigua Grecia; la leyenda cuenta que Pigmalión era un Rey que buscaba el amor, pero no lo hallaba en ninguna parte, ninguna mujer podía llegar a deslumbrarle tanto como para enamorarle; y tras años de búsqueda se rindió. Había abandonado toda esperanza de encontrar a esa quien, como se diría, sería su media naranja.

Cansado de estar solo se dedico a sus trabajos, esculpiendo estatuas hermosas y bien talladas, trabajaba incansablemente, hasta que creó a Galatea; una escultura de mujer, ante sus ojos, era la mujer más perfecta que hubiera conocido, lastima que fuera de piedra, lastima que no tuviera vida, y lastima que jamás lo podría ver a él con los ojos que él la veía a ella…

Durante las noches se quedaba a contemplar su perfección, y de día le prestaba los más dedicados cuidados que podía ofrecerle. Afrodita, diosa del amor y la belleza se apiadó de ese pobre ser que se había enamorado de un objeto inanimado. Bajó una noche desde el cielo del Olimpo hasta la tierra de los mortales, y mediante un sueño le cumplió el deseo de darle vida a Galatea. Y aunque Pigmalión le costó creer que su hermosa amada era ahora un ser humano, de más está decir que juntos vivieron felices y enamorados.

Afrodita… si tan sólo ella pudiera oír éste corazón y calmar el dolor de un amor imposible como en aquella historia, si realmente ella pudiera darle vida humana a algo que no fue creado por las manos de un Dios…

Yongguk cerró el libro de mitología Griega con aquella idea en su mente, aquella historia era la que más había capturado su atención después de haber leído varias leyendas. Desde que llegaron al planeta tierra, Yongguk, el guerrero asesino de MatoB124AP244, se había interesado en investigar mucho sobre el planeta, y más sus historias antiguas y pasadas; así como lo era la leyenda de Pigmalión y Galatea.

Por su vida lejos del planeta dudaba si fuera real o si tan sólo era algún invento de alguien con mucha imaginación; pero a él y a su corazón le gustaba creer que aquello era real.

La razón para ello, era su amor; sí Yongguk estaba enamorado, de un amor imposible así como Pigmalión, de un amor que él mismo había creado, así como Pigmalión, de un ser que no tenía vida real, así como Pigmalión. Se había enamorado del robot que el mismo con sus propias manos había creado, se había enamorado de aquel a quien había nombrado Zelo.

Zelo era un robot creado por Yongguk cuando él y el comandante Himchan tuvieron problemas en el planeta Tierra; se había pasado días enteros dándole forma, personalidad, y perfeccionándolo hasta el más mínimo detalle, y tanta dedicación le llevó a tener un sentimiento especial…un sentimiento paternal.

Yongguk estaba feliz con su obra maestra, había conseguido los resultados que esperaba, incluso más de ello, Zelo era totalmente servicial a él y acataba todas sus ordenes, divertido, entusiasta, deslumbrante, perfecto. Atraía mucho más público, muchos más fans que pudieran dar más energía de la que necesitaban para salvar su planeta.

Pero no todo en aquel robot estaba bien, y no todo en Yongguk era felicidad, se sentía orgulloso sí, pero con el tiempo, el observarlo, el estar junto a él, enseñarle sus costumbres, compartir risas, tristezas, enojos y demasiadas cosas juntos, había llevado al líder de B.A.P a una profunda angustia que le comía por dentro. No sabía a que se debía aquello, jamás se había sentido así por dentro, y culpó a los terrícolas por esos sentimientos tan absurdos.

Sin darse cuenta en que momento comenzó a entender esas historias de amor que se reflejaban en las películas de guerra que tanto le encantaban ver, se le oprimía el pecho cada vez que el protagonista estaba junto a su amada, comprendió ese sentimiento de soledad que se reflejaba de aquellos que se iban a la guerra, y entendió la felicidad que provocaba una carta de esa persona amada desde la distancia en los momentos difíciles. Era una sorpresa para él que cada sentimiento de amor expresado, él pudiera comprenderlo…y siempre que alguien hablaba de amor, la imagen de su robot venía a su mente.

Aquel sentimiento paternal o de científico loco después de haber creado a Frankenstein, se fue desvirtuando, a medida que el robot estaba junto a él, rozaba su piel, le abraza, o le depositaba un beso en la mejilla; ante aquellas acciones Yongguk se sentía débil, impotente ante lo que su cuerpo experimentaba, corazón acelerado, manos sudadas, cierto nerviosismo asemejado a un revoloteo dentro de su estomago, y principalmente aquello que llaman piel de gallina. Y ya no podía negarlo más, estaba totalmente enamorado de aquel robot, pero, eso era, un robot, no tenía vida realmente, ¿cómo él podría amarle?

La angustia crecía, Zelo jamás se alejaba de su lado, y su corazón se rompía cada vez que recordaba, que ese niño no tenía sentimientos, porque ni siquiera podía saber que era aquello…a tanta tecnología no había llegado. Era como una estatua, como Galatea, distante, con mirada fría y perdida, seca y sin lágrimas, cuerpo gélido y fuerte, inocente, y con escaso tiempo de vida, que a penas duraba un día, para a la noche, volver a cargar su batería. Se consolaba con la idea de que por lo menos, él podía hablar, moverse y reírse, su sonrisa era hermosa, ya sea que fuera acompañada con mirada pícara o ingenua, su sonrisa deslumbraba; en cambio Galatea no…una y otra vez releía la historia, Afrodita, ¿se apiadaría de él?

-hyung ¿por qué leemos ésta historia otra vez? –nuevamente el líder había reabierto el libro, y el robot a su lado, deseaba que lo cerrara de una vez; pues estar en una cama, en un día lluvioso, sólo leyendo esa historia una y otra vez, le era aburrido. -¿no quieres que veamos alguna película de guerra? –su sonrisa adornó su bello rostro, Yongguk le miró perdiéndose en aquella visión delante de él.

-no tengo ganas ahora Zelo –susurró mirándole a los ojos, el robot pudo ver la tristeza en ellos, y afligió las facciones de su rostro, Yongguk suspiró y volvió su vista al libro.

-¿por qué te gusta tanto esa historia? Es aburrida –hizo un puchero recostando la espalda en la almohada mientras pateaba la sábana, Yongguk miró de reojo como el menor comenzaba a ver la pared como si encontrara algo interesante en ella.

El líder cerró el libro sin despegar la vista sobre Zelo, le observó serio, por varios segundos en silencio hasta que el menor volteó a verlo, se sorprendió un poco aquel robot al ver a su dueño observándole de aquella forma, pero decidió sostenerle la mirada, observándole por igual. El mayor sentía su corazón galopear con fuerza en su pecho y sus ojos se desviaban a aquellos labios que él mismo había tallado, hoy en día se maldecía por haberle creado tan lindo, si no hubiera sido así, ahora no pasaría por esto.

Estuvo varios momentos sin hacer o decir algo, se mantenía preso de aquella hermosa visión que le obsequiaba el robot de blanca piel y cabello rubio con mechones azul claro.

No pudo resistirse mucho, sus instintos le llevaron a acercarse más, había pasado tanto tiempo desde que mantenía sus sentimientos en secretos después de descubrirlos, que deseaba dar rienda suelta a lo que en su interior surgía y rogaba por salir. Se acercó más, chocando su respiración en la sólida piel del menor, sintió como rebotaba el aire, más no emergía nada del cuerpo ajeno, el corazón se le oprimió, pero continuó, cerró sus ojos para no ver aquellos abiertos ojos que no parecían tener intenciones de cerrarse ante las sensaciones del acercamiento, guió sus labios hasta los fríos ajenos y un escalofrío le recorrió la piel.

Eran gélidos, sin vida, pero que con el contacto constante podían entibiarse un poco, Yongguk se estremeció separándose al momento que los ojos se le llenaron de lágrimas, y una de ellas se liberaba rodando por su mejilla izquierda; deslizó su rostro sin ganas de siquiera levantarse, verlo a los ojos le provocaría más dolor, apoyó su cabeza en el pequeño pecho debajo de él y cerró sus ojos dejando escapar más lagrimas al momento que suspiraba.

-hyung ¿qué-qué haces? -Zelo estaba confundido, no entendía, su dueño jamás actuaba así, era lógico que en cierto modo se asustara, pero aun así, se sentía, alegre…en paz, pues aunque le preocupara el estado del mayor, la verdad es que Yongguk estaba abrazándole, y eso era algo que debía agradecer a sea cual sea el mal que recorría el interior de su hyung.

Yongguk le sintió hablar, mas dentro no retumbó su voz, sabía perfectamente como era que se emitía aquel sonido, él lo había colocado dentro del robot, él lo había creado, sabía cada parte interna de ese pequeño, todos sus cables, tuercas, baterías, todo…pero no había un corazón, con rabia e impotencia oía el silencio que emitía, pues aunque tuviera su oído pegado al pecho ajeno, no sentía un latido, no sentía el bombeo de un corazón rebosante de vida, de hecho no se sentía nada, y si por casualidad, entre tanto silencio se sentía algo, aquello era ruido de maquinaria. Apretó sus dientes maldiciéndose, rogando porque aquella diosa de gran belleza le viera esta vez.

-Afrodita… -susurró entre sus labios escasamente abiertos. Zelo le miró con sorpresa hacía abajo, observando su cabello castaño.

Y lentamente la mano del robot se deslizó a su cabeza, acariciándole el pelo lentamente, se preguntaba una y otra vez el porqué de Yongguk rogar tanto a aquella diosa de la historia antigua, y cuando sus ojos observaron la mano sobre la cabeza se sintió mal, él no tenía tacto, no podía sentir aquello que decían de la suavidad de un cabello ajeno, deseaba tanto poder sentir a Yongguk de una manera más humana, más real, pero ni aunque apoyara su palma entera en su cabello lograba sentirlo; y fue cuando deseó que aquella diosa lo convirtiera en un ser real, así como convirtió aquella estatua; sin siquiera notarlo, ese mito se había convertido en su historia favorita ahora, pues deseaba con toda su alma, que Afrodita se apiadara de él.

Y sin saberlo ambos anhelaban lo mismo, tener un final como el de Pigmalión y Galatea.

Al notar aquello, Zelo se sintió algo desolado, con un gran vació en su interior, era extraño ya que era un robot, pero allí estaba esa sensación carcomiéndole por dentro; curioso, sostuvo a Yongguk obligándole a levantarse un poco; el mayor se sorprendió pero se volvió a erguir en la cama, sentándose en ella, el maknae imitó las acciones anteriores, llegó hasta los carnosos labios ajenos y deposito un beso, un beso que se robó el alma de Yongguk, y ciertamente no tenía ganas de separarse, quería besar más profundamente a ese pequeño, pero el maknae se alejó, deslizó su nariz por el cuello, provocándole escalofríos deliciosos a medida que sus ojos se cerraban; y siguió bajando, pasó por su clavícula rozándola con sus labios, y terminó por recostar su cabeza en el pecho ajeno, tal cual Yongguk había hecho anteriormente.

El corazón se aceleró de un momento a otro, pareciendo querer escapar de él, Zelo lo sintió en sus pequeños oídos, sus aparatos auditivos podía captar perfectamente la frecuencia que se producía dentro del cuerpo ajeno; y su tristeza aumentó, él no tenía aquello, quería poder sentir en su pecho algo así, pues era tan mágico, que el interior de su hyung  tuviera cierto ritmo tranquilizador, que le provocaba cerrar los ojos y dormir, estar en paz; una calma que él jamás había sentido; una melodía que adormecía.

El mayor se abrazó al pequeño cuerpo sobre él, transmitiéndole todo el calor que pudiera, y mientras sus labios volvían a pronunciar el nombre de la diosa, sus ojos se cerraron en el silencio de aquella habitación, durmiéndose de inmediato.

-¡hyung! ¡hyung! –una sacudida le fue despertando poco a poco, sus ojos se abrieron con pesar, encontrándose a si mismo en la sala, miró a su alrededor, y con dificultad pudo divisar a Zelo mirándole con preocupación.

Se sentó en el sofá mientras llevaba una mano a su cabeza, rascándose levemente, mientras se preguntaba cómo de dormirse en la cama había aparecido allí. Miró a Zelo, le miraba algo extraño, como si no comprendiera algo.

-¿estas bien? Hace rato que estas murmurando Afrodita… -Zelo se agachó quedando frente a él, hasta poder verle el rostro. El mayor aun parecía adormilado.

-¿murmurar?... ¿qué, qué hora son? ¿Dónde estoy? ¿Y los demás? –apretaba sus ojos con su dedo incide y pulgar intentando que a su memoria vinieran recuerdos.

-son las tres de la tarde, tenemos que ir a grabar el performance de No Mercy, por eso venía a llamarte y me asuste cuando te vi hablando dormido –le miró preocupado, su hyung parecía no estar bien.

Yongguk le miró fijamente, el maknae correspondió aquella mirada con una propia, ambos se observaron en silencio, y lentamente la mano del mayor se deslizó a la mejilla ajena, provocando un sonrojo notable y cierto nerviosismo que el menor no logró ocultar; el corazón de Yongguk se aceleró más, y su pecho tembló ligeramente mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, la piel bajo su tacto era caliente y suave.

-mes escuchó… -susurró –cumplió mi deseo –sus ojos brillaban con intensidad ante Zelo mientras llevaba su otra mano a la otra mejilla del menor, le sostenía con algo de fuerza, el maknae cada vez comprendía menos.

-hyung ¿e-estás bien? –tragó saliva nervioso, sintiendo su cuerpo temblar ante el tacto del mayor.

Yongguk se levantó aun maravillado por su sorpresa, con una amplia sonrisa que adornaba su rostro; Zelo se levantó junto con el, y se avergonzó mucho más cuando vio que el mayor parecía inspeccionarlo con sus manos y sus ojos, tocándole, y revisándole como si fuera un policía a un delincuente. Sin descuido las manos del mayor fueron hasta un lugar fuertemente deseado, introduciéndose debajo de la remera que llevaba el menor, erizándole la piel al instante en que las yemas de sus dedos rozaban su cuerpo, y se apoyaron en su pecho transmitiéndole calor.

Las palmas de Yongguk pudieron notar el fuerte y rápido palpitar del corazón del maknae, rió y sin poder creerlo aun elevó su vista; Zelo tenía sus ojos brillosos, su rostro completamente rojo y sus labios entreabiertos dejando pasar un poco de aire ya que el respirar por nariz se le dificultaba ante la sorpresa y pena que aquello le dio al encontrarse totalmente desprevenido.

-¿hy-hyung? –preguntó con algo de temor, Yongguk fue borrando su sonrisa al darse cuenta de la idiotez que estaba cometiendo.

Sacó las manos de debajo de la remera, bajó su cabeza avergonzado también, sus mejillas se sonrojaban fuertemente, mientras llevaba su mano a su boca, apoyando su nariz en el dedo índice, totalmente apenado. Recién ahora conseguía tener noción, él no era un extraterrestre, eso tan sólo fue una fantasía del programa “Ta-Dah It’s B.A.P” y Zelo no era su robot; la verdad es que él tan sólo era un ser humano, que al igual que el pequeño joven de 17 años llamado Junhong y apodado Zelo, luchaba por sus sueños, transmitiendo su música al mundo.

Todo había sido un sueño…más bien, una pesadilla.

-pe-perdón, yo no… -intentó disculparse, su acción había sido completamente indebida, pero apenas sus labios se abrieron, con sorpresa en sus ojos observó como el maknae se aventaba hasta él y le besaba en ellos.

Aquel tacto de sus labios era muy distinto al del sueño, no era frío, era tibio, calido, húmedo, efectivamente era humano, era real, tenía vida; y no pudo desaprovechar esa oportunidad que se le dio, correspondió el beso del menor, rodeando su cintura con sus brazos uniéndolo más a su cuerpo, podía sentir el calor corporal, la costosa respiración ajena, que sensación más divina. Zelo se dejó llevar, abrazo más su cuello, sonreía en el beso, algo torpe y tímido intentaba seguirle el ritmo al mayor, que disfrutaba de sus labios como si fuera un fruto deseado.

Lentamente el movimiento de sus bocas disminuía, y cuando el mayor mordió levemente el labio inferior del menor el beso se dio por finalizado, se miraron a los ojos conectándose entre ellos, como en las historias de amor, como en las descripciones de los libros.

-pensé que jamás me corresponderías hyung –susurró el menor pegando su frente a la ajena, ambos respirando agitadamente aun.

Zelo había estado enamorado de Yongguk desde el día en que le conoció, pero el temor de no saber que sentiría él, le impidió confesarse todo este tiempo…hasta hoy que de las caricias del mayor, tomó impulso para demostrarle sus sentimientos con acciones; y de más está decir que Yongguk correspondía aquellos sentimientos, pues siempre deseó al menor, y aquel sueño que había tenido se lo confirmaba nuevamente, pero esta vez se sentía diferente, Zelo le quería, y ahora no habían temores ni excusas para estar separados, ambos eran humanos, ambos eran reales, ambos se amaban, y por ahí dicen que si alguien desea algo en conjunto con la persona que ama, ese deseo se convierte en realidad.

Quizás, Afrodita, después de todo, sí les escuchó, como a Pigmalión y Galatea. 

Notas finales:

Gracias por leer espero les haya gustado el one-shot ^^ 

otra vez hago promoción lol ♥ (ya saben que soy loca por las promociones u.u, bueno en realidad no lol pero...los que me conocen saben~) 

http://www.facebook.com/B.A.PmX

 

banglo

(Gracias a Bea-chan por la imagen ♥ c: ) 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).