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¿QUE TE PASO AYASE? por DRAGIOLA

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Notas del fanfic:

Okane Ga nai no me pertenece, sino a Hitoyo Shinozaki.

La historia que leeran a continuacion es para mera entretencion y sin fines de lucro.

Notas del capitulo:

Despues de haber subido una historia hace como una semana  atras se me ocurrio otra historia, el porque, ni yo misma lo se , pero lo que si se es que hay que aprovechar los momentos de inspiracion y ponerse a escribir. 

 

 

¿Qué te paso Ayase?



No sabia cuando cambio, solo sabia que un dia Ayase ya no estaba triste y aceptaba de buena gana todo lo que él le pedía.

En ocasiones lo notaba somnoliento y cansado pero no le extraño con su extensa agenda, definitivamente debía obligarlo a dejar la Universidad o ese sucio trabajo con Someya, o mejor aun, ambos.

Recordaba vagamente como en una oportunidad Kuba le había insinuado algo pero también como le hizo callar al instante, porque para el su comportamiento no tenia nada de raro, sino todo lo contrario, solo significaba que el castaño por fin había entendido que le amaba y por ello al fin le correspondía.

Comenzaron a tener sexo con mas regularidad de lo que jamás pensó y ya no era el solamente quien la requería.

Se sentía extasiado cada vez que él le provocaba, como le buscaba, como le preguntaba si realmente lo deseaba y como se empalaba gustoso en su duro falo suplicante de atención.

Adoraba el tenerlo recostado sobre su pecho al terminar el coito y como sus respiraciones se acompasaban en una genuina y armoniosa melodía. Le agradaba sentir los latidos de su corazón sobre el suyo porque esos eran los momentos en los cuales mas vivo se sentía.

Su vida se convirtió en un paraíso, un sueño del cual no deseaba despertar pero que lamentablemente como solía ocurrirle terminaría de una forma brutal.

Le había encontrado desmayado y a petición suya no llamo al medico como había querido desde un principio. Culpo al exceso de trabajo, a los estudios y hasta las agotadoras horas de amarle, sintió como su corazón se apretujo al escuchar aquella palabra en vez de simplemente sexo y le creyó.

Tenía una energía que jamás imagino, no solo en la cama, sino en todos los aspectos ajenos a estos. Por fin había logrado que aceptara salir del departamento sin amenazas, ni mucho menos obligado por las circunstancias. Bailaban hasta el amanecer el las discos en las cuales no solo él era centro de atención por su atractiva apariencia, sino también su bello muchacho con sus exóticos movimientos que lo convertían en el manjar mas apetecible de aquella pista. Los celos lo corroían cuando otros le miraban, obligándoles a ver a quien pertenecía sin sentirse rechazado por este al robarle un beso, hasta en ocasiones llegándole a encender a tal punto para tomarlo en un sucio baño como en el mismísimo callejón fuera de aquellos antros.

Definitivamente su Ayase había cambiado, lo sabia, mas no le importaba, prefería ignorarlo, porque le amaba.

Noto como temblaba e ingenuamente pensó que se trataba de una gripe, sintió el golpe en su mano cuando intento cerciorarse de su temperatura, vio su pequeña y hermosa nariz un poco resentida por el romadizo, como su piel antes nívea había perdido su color y como había perdido la paciencia por las cosas mas simples.

Ignoro todo, todo porque al fin y al cabo él lo amaba y nada más importaba.

Su sangre mancho por completo la cabecera de la cama, su cabello se había tornado de un rojizo escandaloso que extrañamente en otros le causaría satisfacción pero no el, no en su Ayase, no en quien amaba.

No tardo ni veinte minutos en llevarlo a un hospital, ni tres en que lo atendieran con urgencia para escuchar la estupidez mas grande de su vida “Sobre dosis” , lo cual le valió al medico un buen golpe que por poco lo deja inconsciente y que no llego a mas por el simple hecho de que le necesitaba para salvar a su amado.

Con temor le comunicaron el diagnostico final del paciente que habían recibido, el muy cobarde que había acusado a su amor de ser un sucio drogadicto no se atrevió a darle la cara y en cambio había enviado a una enfermera a hacer su trabajo sucio con la esperanza de salvarse de su castigo, sin saber que a Kanou Someya todo el mundo le pagaba, tarde o temprano.

Se veía tan pálido, tan indefenso que le recordó el momento en que sus vidas por fin se unieron en un acto magnánimo de su parte. Le beso la frente fría por el sudor y juro que jamás volvería a verle en ese estado.

Dio vuelta el departamento convertido en un verdadero demente, tanto que al terminar parecía que un tornado hubiese pasado por ahí destruyéndolo casi todo en su totalidad. Encontró por fin lo que encontraba y algo mas que había ignorado hacia meses envuelto en un velo de felicidad ficticia que en esos momentos caía abruptamente riéndose de la forma mas cruel en su cara.

La maleta apenas y tenia unos cuantos yenes y en su lugar solo quedaban unas bolsas rellenas de pequeñas piedritas que el conocía muy bien.

Golpeo su cabeza una y otra vez en la pared, sintiendo por primera vez aquel nudo en la garganta del que tantas veces escuchara sin encontrarle mayor sentido y peor aun notando como sus ojos no solo escocían si no que se desbordaban en algo que su padre solo llamaría cosa de poco hombres, pero eso ya no importaba, porque su razón de vivir casi había muerto y todo por su culpa, por ignorar las señales, por olvidar sus acuerdos, por dejar atrás sus deudas y por no darse cuenta con esto que un corazón noble como el de su Ayase no cambiaba tan abruptamente como él lo hizo.

Lo mantuvo internado por una semana, no pudo dejarlo en aquel hospital mas que eso, porque él era su vida y sin el moriría.

Se encontraba todo el tiempo nervioso, irritable, sin apetito, molesto, sobre todo con el, tanto que ya ni le permitía tocarle. Le dolió, no podía negarlo, porque después de tenerlo voluntariamente entre sus brazos a verse rechazado con mucho mas fervor a cuando recién iniciaron aquella extraña relación, era algo que nunca pensó volver a vivir y dolía, dolía porque a diferencia de en el pasado sabia que no necesitaba ser tomado a la fuerza para hacerle entender que él era todo lo que necesitaba, sino todo lo contrario.

El periodo mas duro paso a duras penas entre lagrimas, rabietas y golpes, para dejar solo la desazón del desconcierto pero también la única resolución que cabía en su corazón y era que él amaba a ese muchacho como nunca amaría a nadie.

Las cosas fueron tomando nuevamente su curso predeterminado, viéndole retomar sus estudios donde los había dejado y aunque prefería que se quedara en casa para su seguridad, tuvo que recordarse que eso era lo mejor para su salud, aun si a él no le era grato, porque después de todo lo mas importante era el.

Someya insistía constantemente en que le permitiera regresar al trabajo pero aun no estaba seguro si eso seria lo mas adecuado para su salud pero como siempre pasaba basto con que aquellos ojos azules le miraran suplicantes para que aceptara cualquier cosa que pidiera.

Si, todo volvia hacer como antes, todo…

Se encargaba de revisar cada centímetro de su piel mientras lo besaba, recorría cada parte de su cuerpo con su lengua, le poseía con la mayor ternura para no desagradarle y aun asi no lograba entender como demonios le había engañado. Había roto la pared en donde se sostenía, podía ver su rostro aterrado mas no por eso consiente de lo que ocurría, le rompía el corazón verlo asi y no entendía como podía burlarse de esa forma de su amor.

Destrozo hasta los últimos resquicios de su pasado en aquel lugar que este reconociera como su hogar, encontrando al fin en una pequeña tetera de te lo que buscaba, sabia bien que los drogadictos se las arreglaban para que sus familiares no se dieran cuenta de sus recaídas y también como ocultaban los rastros que estas dejaban por eso jamás se imagino estar en las mismas circunstancias que aquellos viciosos que por obtener un poco de droga eran capaces de vender hasta sus madres a cambio de ellas y por primera vez agradeció darle dinero suficiente a su Ayase para sus gastos, porque si alguien ajeno a él le había tan solo llegado a tocar un solo cabello el…el…

No fue muy difícil llegar con quienes le habían vendido la droga, sabia que nada sacaría con eliminarlos porque su amante conseguiría la forma de conseguir su tan ansiada ambrosia por otros lares, ya lo había visto muchas veces con los adictos que solían caer en sus garras, asi que hizo lo mejor y mas conveniente en esos casos, primero dándole la tunda de su vida al tipo que se había atrevido a ensuciar el cuerpo de quien le pertenecía y luego advirtiéndole que no solo a él, sino a todo aquel que se atreviese venderle algo a su propiedad pagarían con algo mucho peor a la muerte.

Su ángel ha vuelto ha cambiar y su desprecio no tiene nombre, le ignora olímpicamente aparentando estar a solas, hace comentarios hiriente en contra de su persona que no le implicarían mayor remordimiento si no se tratara de él. Le ha quitado hasta la palabra y en un intento en vano por oírle hablar lo ha atacado como en el pasado dejando claro que solo gemidos lograra sacarle en medio de un escupitajo directo a su cara.

Comienza a desenvolverse en su trabajo con mayor brutalidad llegando hasta alarmar a sus guarda espaldas, ellos no entiende que necesita sacarse aquella rabia e impotencia que le significa ver a su amado como lo ve cada dia y se pregunta donde a quedado este, que paso con el, que sucedió para que cambiara de aquella forma tan radical y quisiera poder tener una escusa, encontrar un culpable ajeno al reflejo de su imagen pero no puede, porque sabe bien que ha sido el quien se ha encargado de destruir a un alma pura que tuvo como único pecado el ayudar al mismo diablo.

Someya le recita una frase muy cliché y desagradable, puede ver en las facciones de Kuba como esta de acuerdo con esto y desearía lanzarlo por la ventana, porque él es suyo y de nadie mas.

Mantenerlo encerrado en su departamento no ha sido mas que un solución errónea, porque aun asi se las arreglo para remplazar las asquerosas sustancias que consumía por otra, pasándosela alcoholizado gran parte del dia con tal de olvidarse de su horrenda vida y sin importarle siquiera ser tomado por su dueño a quien por increíble que pareciese no le satisfacía en lo mas mínimo tenerlo de esa forma.

Las palabras de Someya comenzaban a resonar constantemente en su cabeza, sobre todo al verle tan acabado, se preguntaba si aquello duraría para siempre, si alguna vez dejaría de sentir ese dolor en el pecho y si su amado se daría cuenta de todo el sufrimiento que su comportamiento causaba y entonces solo podía hacerle una pregunta una y otra vez ¿Qué te paso Ayase? ¿Qué ten paso? Pero la respuesta a esa pregunta que nunca llegaba era tan clara como el hecho de que el jamás cambiaria aun por ese gran amor que le profesaba aquel muchacho.

“Si amas a alguien libéralo, si realmente era tuyo volverá y sino lo hace es porque jamás te perteneció”

Él amaba a Ayase como jamás creyó llegar a hacerlo por ningún otro ser humano.

Él era suyo no solo porque tuviera una deuda, sino porque había sido el primero en tenerle, pero aun con todo eso en el fondo sabia perfectamente que si lo dejaba libre jamás volvería a verlo y eso no lo soportaría.


El ambiente era cálido, su apariencia había mejorado bastante desde la ultima vez que le vio, se veía alegre y hasta lo recibía con una cálida sonrisa de esas sinceras que añoraba desde que le perdiera en una falsa aura de felicidad. Platicaron a gusto por largo tiempo dándose cuenta que había vuelto a hacer el de antes.

Le beso con ternura deseando que le aceptara en cuerpo y alma pero sabiendo de ante mano estar lejos de ello.

Se despidió abrazándolo con fuerza, extrañándole antes de tiempo, sabiendo que no podría verle hasta dentro de una semana a pedido del programa medico en el cual se regia su estadía en aquel centro de rehabilitación. Era gracioso como el, Kanou Somuku había terminado cediendo ante lo inevitable como le decían sus allegados a recuperar a su amado Ayase antes de que fuera demasiado tarde. No había sido una decisión fácil de tomar, menos cuando pensaba estar haciendo lo correcto al dejarle encerrado sin ningún vicio a su alcance y encontrándose en el mismo lugar al descubrir como su amado conseguía remplazarlos con cualquier cosa a su alcance hasta las mas locas e inverosímiles con tal de sentirse bien, había sido difícil pero al final, ni él podía seguir cerrando sus ojos ante aquello.

Ni siquiera se había dado cuenta cuando lo había dejado en aquel lugar, creyó que lucharía, que gritaría, que le insultaría simplemente con aquellos grandes y hermosos ojos suyos, pero nada, simplemente estaba inconsciente otra vez.

Se vio obligado a no verle por todo un mes, en una penitencia insoportable que solo era superada por la clara convicción de tenerle de vuelta sano y salvo. El mes paso y al verlo por primera vez los progresos no terminaban de convencerlo, menos cuando le pedían solo visitarlo una vez a la semana, pero por increíble que creyeran todos cumplió con su palabra y lo dejo en aquel lugar hasta que terminara de recuperar por completo.

Había hecho lo correcto, era lo que siempre escuchaba en medio de un orgullo ajeno que no necesita sentir pero que de todas formas lo hacia obligado por las circunstancias, entonces no pudo evitar odiar a quienes le convencieron, tomar por el cuello al medico que se suponía curaría a su amor, golpearlo hasta dejarlo medio muerto tanto a el como a quien se le cruzara en el camino mientras gritaba su nombre hecho un verdadero energúmeno.

Todo lo hizo por el, todo su vida desde que le conociera había sido planificada por él, el continuar con el negocio de su padre, el postergar su tan ansiada venganza, el ser el mejor de todos, el no dejar que nada le lastimara, todo, entonces porque le había arrebatado lo único que realmente lo hacia vivir, porque le había traicionado de aquella forma, porque le abandono sin siquiera pensar en su bien estar.

Beso sus fríos labios acariciando su ya no tan sedoso cabello, tocando con delicadeza su frágil cuerpo, posando su oído sobre aquel pecho en el cual le gustaba pasearse con lujuria pero que en esa ocacion ni siquiera se le había ocurrido. Quiso escuchar los latidos de su corazón, quiso al menos sentir una pequeña pulsación que le diera una mínima esperanza con respecto aquel cuerpo que ya no era cálido como lo recordaba. Pero nada, lo había perdido, ya no estaba y solo un cascaron quedaba en remplazado de quien había amado.

 

 

Le miro por ultima vez preguntándose nuevamente lo mismo desde que toda esa pesadilla habia comenzado, ¿Qué te paso Ayase, que te paso amor mio?, aun sabiendo la respuesta….

 

 

 

 

“YO”






 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fin.


 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya  gustado esta historia tano como a mi, como siempre gracias por leer y mucho mas por comentar.

 

 

 

 


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