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Encierro. por YaoiNoAkuma

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Notas del fanfic:

En reposición por el lemon falto en Pubertad.

Para la campaña inexistente (creo yo) “Por un Yuugi más seme” XD.

Encierro.

Se removió un poco. Las sensaciones en su cuerpo quemaban… agradablemente. Su respiración se aceleraba. Sus ojos se perdían en los ajenos amatistas. Las impúdicas manos de su compañero recorrían con ansia su cuerpo. Subían y bajaban por su abdomen, perfilando sus costillas, su cintura, sus caderas… Lo detuvo en su vientre, a duras penas. Se encontraba extasiado por los estímulos. Su pecho se movía en un vaivén que al menor se le antojaba sensual; cosa que él no sabía. Vio el deseo en sus ojos mientras lamía lentamente su labio superior, la piel en su cuello se erizó. Sus manos pasaron de su cadera a su rostro y comenzó a acercarse… Sus respiraciones chocaban, se mezclaban. Se ahogó en su mirada y se dejó besar. Su lengua dentro de su boca, tocando cada rincón, acariciando su paladar, enredándose con su lengua…

¿Cómo había terminado así?

 

De alguna manera habían terminado juntos, en una habitación, encerrados por cortesía de Jonouchi Katsuya. Hasta cierto punto le desagradó la situación pero no podía culpar al rubio por sus buenas intenciones –que realmente le daban mala espina-. Se encontraban en el gimnasio de la escuela, dentro del armario de materiales… por suerte las clases ya habían terminado, lo que significaba que ya estaba oscuro.

Después de varios intentos por desatrancar la puerta se apoyó en ésta y se dejó caer. El menor estaba sentado en uno de los cojines para gimnasia. Le miró nervioso, sus ojos iban y venían por todo el cuarto, comprendió su actitud, hasta ahora no habían estado juntos, no al menos de esa manera, sin nadie que los molestase. Después de todo estaban saliendo.

Fue el menor quien se declaró. Y no le pudo negar el gusto, el sentimiento era recíproco, sí; pero resistirse a alguien con su apariencia sería un pecado. Lo curioso era la similitud entre ellos, sólo que el menor era la versión cute de su persona –o eso había dicho Anzu-, siendo más bajo y de ojos más grandes que los suyos.

Sin pensarlo dos veces se levantó de su sitio y se movió a con el de estatura más baja. Sentándose a su lado y sujetando su mano apoyada en el mullido objeto.

No hubo necesidad de palabras, manos juntas, cuerpos ansiosos, miradas cómplices…

…Y un beso, un casto roce lo desencadenó todo.

El menor logró derribarle, en algún punto la caricia se volvió más profunda, más sensual. El más bajo estaba dentro de su cavidad bucal ansioso… hambriento. Le robó el aire en sus pulmones en fracciones de segundo, durante las cuales peleó por tener de vuelta tan preciado gas vital logrando absolutamente nada más que estimularse pues el constante roce con el músculo intruso le cosquilleaba, le electrizaba. Durante la peculiar batalla se había alzado levemente del cojín, formando un ángulo agudo entre su espalda y el lecho. El menor le hizo levantarse más perdiendo la fuerza después de unos diez grados más. Se dejó caer entonces contra el colchón, respiraba agitadamente recuperando el aire perdido. Sus piernas colgaban del borde de la cama a partir de las corvas, y en contraste con él el amatista posicionó su pierna derecha a su costado izquierdo, rozando su cadera, y su pierna izquierda estirada apoyándose en el suelo, las manos del menor le aprisionaban situándose a los lados de sus costillas.

La intensa mirada cargada en pasión le abochornaba, le era difícil sostenerla. Hacía pequeños movimientos, incómodo. Se sentía desnudo ante impresionante mirada, a pesar de aún traer todas sus prendas.

El menor comenzó a meter su mano derecha debajo de su entallada musculosa negra, sintió escalofríos cuando comenzó a recorrer su marcado –pero decente- abdomen. Él no era de ejercitarse pero su cuerpo estaba en una buena condición… No sabía si era de presumir que quien ahora le tocaba se lo había dicho. Sus recuerdos se vieron interrumpidos cuando los gráciles dedos de su compañero rozaron su pezón izquierdo, no pudo evitar jadear al tacto. Se maldijo por ello, podía jurar que los ojos amatista centellearon por un instante. Soltó un gemido más agudo entonces, sin darse cuenta el más bajo había metido su mano izquierda debajo de la playera y se detuvo en su pezón derecho, estaba descuidado. Apretó la quijada negándose a emitir sonido por el masaje que a sus tetillas estimulaba ahora. Pronto se arrepentiría de ello.

El menor se acercó a su rostro, descansando su pómulo derecho en el izquierdo suyo -Déjame… Quiero oírte. –Las fuerzas le abandonaron, sus músculos se relajaron y soltó un suspiro. Aquellas palabras tan ligeras como plumas acariciaron su oído obscenamente, se atrevía a decir, provocando impulsos eléctricos en su cuello que bajaron por su espina dorsal y llegaron hasta las yemas de sus dedos. Ese epicúreo susurro le había enloquecido.

¿Cómo alguien tan lindo podía tener semejante faceta?

 

El beso le ahogó en un mundo de sensaciones, las cuales se intensificaron al sentir roces en su bragadura izquierda. Sus piernas temblaron y su espalda se arqueó, un gemido ahogado en el beso fue provocado al sentir los dedos del menor rozar su entrada por encima del látex. Quiso juntar las piernas, por instinto, no quería que le tocara más… por más mentira que fuere eso; pero el menor no le permitía hacerlo, estaba situado entre sus piernas. Entreabrió un poco los ojos, sumergido en éxtasis no podía hacer mucho.

Los ojos amatista buscaron los carmines, sus pómulos se tiñeron al ver parte de la facción en el mayor. Subió entonces la mano por las partes más sensibles de su cuerpo, paseándose con cuidado, queriendo grabar una imagen en sus dedos o imprimir los toques de su mano en el miembro del mayor. Tembló y el beso se rompió. El de mirada carmín se contrajo tras espolear su sexo. Sus gemidos se volvieron una armonía musical que le asfixiaba… Y le exasperaba.

Subió la mano para después volver a bajarla, pero esta vez debajo de las prendas inferiores para rozar de nueva cuenta la entrada del mayor. Un ronco gemido marcó el final de su paciencia.

Y en un instante que no grabó en su mente se encontró desnudo. Olvidó qué sucedía… hasta que sintió como algo se abría paso entre sus piernas. Se encorvó bruscamente, escapando de su boca un alarido quebrado. Se calmó un poco cuando percibió la inmovilidad… No, no era eso. Recuperó un poco la conciencia y se percató de que el menor estaba abrazado a su abdomen. No sabía cómo sentirse… pero sabía cómo necesitaba sentirse el de mirada amatista. Acarició sus característicos cabellos, de tres colores y peinados en diferentes mechones, dándole forma de pinchos; iguales a los suyos. Sintió al menor despegarse de su torso, le miró y le besó. El movimiento hizo que el menor llegara más profundo dentro del mayor, lo cual le provocó cierto dolor… pero le revolvió en un delirio que no supo describir. Había tocado un punto aún más sensible que sus partes íntimas. Y su compañero lo notó.

Comenzó a moverse en un lento vaivén, provocando uno que otro quejido por parte del carmesí. Instaló entonces su mano izquierda en su instigado miembro, avivándolo más. Hasta cierto punto le asustaba cómo era capaz de eso. ¿Cuánto tiempo habría estado pensando en hacer eso?

El menor le acompañó en la sinfonía de suspiros consecuencia de las placenteras caricias.

Y se perdieron en un bosque, buscando y siguiendo las huellas eróticas del otro.

No supo cuánto duró. No supo qué pasó.

Sólo sabía que le dolía la espalda, le raspaba la garganta y que mañana había práctica de gimnasia.

FIN.

Notas finales:

Bien. Sean felices.

No pude continuar Pubertad por haberlo sacado de mis prioridades, una vez hago eso ya no les presto atención. No me preocupo por moverles más (¿?).

Como sea, aquí tienen lemon (o algo parecido), sí, Yuugi es seme. Hasta que terminé de escribirlo noté que no puse sus nombres (¿eso es un problema?). No me gusta poner diálogos en esas escenas, me parece que pierde el aire de sensualidad, o tal vez sea porque no me gusta cómo me quedan los diálogos.

No hay mucha historia detrás. Piensen lo que gusten, me agrada dejarles eso a los lectores.

Es mi segundo lemon después de un rato (Anhelo es el primero) así que no me escupan por si acaso tiene pésima calidad. Compréndanme *snif* hace tiempo desde que escribí lemon (y no, no están por la internet así que no intentes encontrarlos). Pero bueno… Agradézcanle a Goldfrapp (a quien escuchaba hace años atrás) por haberme ayudado con su calmada y sensual voz (Adoro la voz de esa mujer).

Y eso.

Sean felices~


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