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Abulia. por YaoiNoAkuma

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Notas del fanfic:

Yu-Gi-Oh! Y sus personajes son propiedad de Kazuki Takahashi blah, blah, blah… Si fuesen míos, la temporada 0 hubiera permanecido y sería yaoi... Uno muy enfermizo.

Surgido en un momento de ocio en las instalaciones de la escuela.

Notas del capitulo:

Algo corto, como siempre.

Yami… Aunque es Atem, es familiar de los Ishtar. Malik es mayor que él (y sí, se acuesta con su hermano). Estudian el último semestre de preparatorio (según el sistema de educación de mi país, o al menos como yo lo cursé).

Abulia.

Se sentó con el ceño fruncido y los brazos cruzados frente a su pecho. Su semblante no inspiraba nada bueno, sus ojos carmesíes cargados en angustia y sus labios apretados por el enojo. Las personas pasaban un tanto alejadas de su mesa, mirándole con miedo y preocupación ¿qué le pasaba a un joven de tan agradable apariencia para poner una mueca tan terrorífica? Fuese lo que fuera era un asunto ajeno a ellos y no tenían porqué interesarse.

Después de unos minutos suspiró, su rostro se relajó y se dejó escurrir con pereza en la silla acolchonada de madera barnizada. Su mirada siguió enfocada en un lugar concreto, específicamente en una persona. Le vio moverse de su posición, apresurado y temeroso de saberse descubierto tomó el libro sobre el escritorio frente a sí, abriéndolo en una página cualquiera. Abandonó un momento la lectura y por encima del libro le miró. Al parecer no había notado su presencia, y hasta cierto punto le alegraba eso.

Se quedó embelesado por el joven, observó minuciosamente cada detalle de su cuerpo, las manos pequeñas con dedos delgados de uñas ligeramente largas; su torso esbelto, la ropa sutilmente holgada; sus hombros pequeños, algo magros; su cuello, blanco y con una ligera manzana de Adán; su rostro ovalado, de facciones infantiles que se acentuaban por sus ojos grandes, como de un niño. Se detuvo en sus labios, se le antojaron suaves y, a pesar de lucir delgados, carnosos-

-¿Qué eres? ¿Un perro? –Su concentración se vio interrumpida por la voz de un chico a sus espaldas. Se viró para mirarle; un chico de tez canela –como la suya-, de ojos violáceos fríos, cabello rubio cenizo peinado ridículamente en pinchos distribuidos por toda la cabeza –aunque no era quién para decir eso, su cabello estaba en la misma situación-. –Parece que has visto un trozo de carne, hasta babeabas. –Le apuntó a la barbilla; asustado pasó su mano por su mentón, encontrando absolutamente nada. –Era broma. –Sonrió con sorna. Tomó una silla cercana y se sentó a su lado derecho. -¿No te cansas de hacer lo mismo cada día? –Sinceramente no, pero eso no había necesidad de responderlo.

-No creo que sea de tu incumbencia. De todos modos, ¿a qué has venido? –Le miró cansado, y fingió estar leyendo. Su compañero bufó decepcionado.

-Ishizu me ha pedido que te lleve a casa, tienes deberes por terminar. –Pensó protestar, pero la palabra quedó en su boca. –De la casa, no de la escuela. –Aclaró. Hizo una mueca de desacuerdo. –Pero, puedo cubrirte por una pequeña cuota. –Le miró entrecerrando los ojos, siempre encontraba alguna manera de sacarle provecho. -¿Y bien?

Suspiró, -¿Cuánto esta vez? –Dijo resignado.

-Me temo que no es cuánto sino qué. –Le miró confundido. –Deja toda esta abulia y díselo. –Apuntó al joven en el mostrador con el pulgar.

Lo mataba, si la sangre en sus venas no estuviera relacionada no dudaría en matarlo… Aunque le asustaba quién pudiera matar a quién… Eran primos, pero era bien sabido que los hombres de la familia Ishtar tenían problemas psicológicos, por no decir que estaban algo trastocados. Y Malik era quien más sufría de la enfermedad congénita.

-Estás loco. –Vio cómo su sonrisa socarrona se ensanchó.

-¿Eres perseguido en la escuela por las chicas de cada grado y no puedes conseguirte al trabajador de una biblioteca…? Que bien podría hacerse pasar como un estudiante de nuestra escuela, ¿seguro que es mayor? –Le dijo mientras miraba al chico en el mostrador.

-Basta, dile a Ishizu que ya voy. Necesito sacar unos libros para una investigación. –Se levantó y se dirigió a los estantes, en la sección de estadísticas. Sin embargo su primo hizo caso omiso y le siguió entre los estantes.

-Venga, ¿qué puede ser mejor que no lavar los trastos de todo el día? –La idea le venía atractiva… Pero no, no iba a cambiar eso por el hecho de hablarle al chico que parecía su hermano. No por miedo sino moral. –Es más, te cubriré por toda una semana. –Tentó a la suerte con aquello, tal vez el pez picaba.

-Te he dicho que no. Lo haces parecer una apuesta, no voy a hacerlo objeto de una. –Le dio un par de libros, empujándolos contra su pecho, haciéndole tambalearse.

Frunció el entrecejo no muy convencido. –Oye, ¿no te parece algo extraño? Sería como tener relaciones sexuales contigo mismo, pero en edición de bolsillo. –Se burló.

-¿No te has mordido la lengua? –Dijo entre dientes, comenzaba a perder la paciencia.

Calló al mayor con eso. El par de jóvenes estudiantes permaneció en silencio los siguientes quince minutos.

Ya en el mostrador las miradas por parte de su primo comenzaron a picar la poca paciencia que le quedaba. Logró ignorarlo una vez estuvo cerca del chico tras el mueble de madera. De ojos amatistas, sonrisa aniñada y de cabello exótico al igual que el suyo: tricolor, mechones rubios en el frente, y pinchos bicolores en toda la cabeza, negros con puntas magenta. Y los susurros molestos de Malik se volvieron sonidos de fondo, sordos… Mudos una vez que el chico de orbes amatistas le preguntó si había encontrado los libros que buscaba, asintiendo con la cabeza; vio sus labios moverse y su voz inundar sus oídos como un tsunami, alto y frío pero raramente acogedor, tibio. Sintió cómo sus mejillas comenzaban a arder, su preocupó de que fuera notorio el sonrojo mas pronto le restó importancia cuando el chico le sonrió ampliamente, inocente, deseándole una buena tarde.

-Eres una nena. –Escupió con una mueca de asco divertida una vez estuvieron fuera del establecimiento. –Hubieras visto tu cara. –Sonrió burlón.

Arrugó el entrecejo por el comentario. –Eso es asunto mío. –Dijo sin más para emprender camino a casa.

-¡Oye, oye, espera! –Le gritó sosteniéndolo del hombro derecho. El menor le volteó a ver por encima del hombro. -¿Eso es todo? –El tricolor se encogió de hombros. Un tic nervioso apareció en el ojo derecho del de mirada violeta, sostuvo al tricolor por ambos hombros y le acomodó frente a la puerta de acceso. –Tú te devuelves y le dices. –Sentenció, advirtiendo un posible empujón.

-¿Por qué tanto interés en hacerme decirle? –No era típico en él. Siendo un sádico de primera, irónico y cruel era extraño que le tomara importancia a los asuntos ajenos a su persona.

-Simple, serás mi nuevo juguete. –Ya decía que era extraño.

Y sin previo aviso lo empujó. Sagradas sean las coincidencias. La puerta se abrió, mostrando al joven trabajador de la biblioteca, tal vez era cambio de turno. El tiempo pasó tan lento… El joven rubio huyó de la escena, ocultándose detrás de un poste cercano. El joven de ojos carmesíes cayó sobre el de ojos amatistas, quedando éste último sentado con el primero sobre su regazo.

Nervioso se petrificó. ¿Estaba sobre él?

No puede ser.

Se incorporó un poco, se apoyó sobre sus manos dejando sus brazos rectos. Amatista contra rubí. Percibió un peculiar color rojizo en las mejillas ajenas, no podía creer que era mayor. Era como un niño, y ahora lo notó más, su cuerpo era más delgado de lo que imaginó, pequeño en estatura, y adorable con ese peinado singular…

-Sal conmigo. –Escapó de sus labios. El de menor estatura enrojeció más.

Juró que escuchó las risas de Malik desde el poste a cuatro metros de distancia.

Se percató entonces de lo que dijo, las manos empezaron a sudarle pero los nervios desaparecieron tras escuchar un ‘’ quedo.

Miró los ojos frente a sí, nerviosos y ansiosos.

Se sonrieron cómplices.

Notas finales:

Bien. Cosa nena, muy gay.

Me encontraba revisando las notas viejas en mi celular, para ver qué me servía y qué no; y casualmente me encontré una palabra que anoté, para expandir mi vocabulario. Sí, la que le da título a este fanfic.

Me ha salido más nena de lo que creí, algo me está pasando. Me considero pésima para el romance, ese que es de color rosa. Me agrada más lo turbio… lo lunático y enfermizo. Pero ustedes son quienes tienen la última palabra.

Sí, Yuugi es mayor, tal vez por un año o dos; pero no es seme… O quizá sí, no lo sé.

Les había comentado que a mi parecer Yuugi tiene el control de la relación, sentimentalmente: por lo tanto a mis ojos Yami (Atem en este caso) es un tanto torpe, y por lo tanto algo indeciso y tal vez –tal vez, reitero- sin tacto… Creo que eso es lo que quise decir.

No tengo idea de si tendrá continuación o no, no lo hice pensando en ello. No se si les dije, me gusta escribir el momento preciso, no me gusta rebuscar en lo pasado ni figurar el futuro. Cuando lo hago pierdo el hilo en algún punto de la historia.

Como sea, gracias por leer otra aberración mía.


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