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Crónicas de un Sueño Perdido por HinakoLaian

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Notas del fanfic:

Siguemé en:

https://twitter.com/HinakoLaian

 

Y para hacer preguntas del fanfic en:

http://ask.fm/hinakolaian 

Notas del capitulo:

 Este es el primer capitulo, es algo intermediario, como una introducción para que se puedan apreciar las cosas. Espero que os guste y comenteís

 

Siguemé en:

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Y para hacer preguntas del fanfic en:

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Siempre he sido de las personas tímidas que creen en los cuentos de hadas, de esas que siempre están pensando en cosas irreales, en cosas que jamás pasarán, pero que de esta forma puede ser feliz sin importarle que sea lo que el resto del mundo piensa de él. Quizás por eso siempre me gustaron las cosas que mi querida abuela me contaba de pequeño. Según ella nuestra familia se caracteriza por la fantasía. Cada familia tiene unos secretos y el nuestro es algo más… extraño o diferente de lo cual puede ser el resto, aunque de momento solo mi abuela materna crea en él… 


Recuerdo como me lo contaba, cada tarde cuando pasaba las vacaciones en su casa, corría a su lado, todos los días para escuchar las mismas historias sin cansarme de ellas jamás para dejarme llevar a un mundo de fantasía una y otra vez, con la esperanza de que eso también me pudiera suceder a mí. Si se pregunta cuál es el secreto, quizás queden sorprendidos o decepcionados, pero es algo que me ha llenado desde siempre, que me ha ilusionado… pero si me hubieran dicho que me llegaría a dañar de esta forma hubiera preferido no conocerlo jamás y ser simplemente uno más del montón, una persona más sin sueños imposibles, una persona la cual solo cree en la realidad y deja atrás todo lo que tiene que ver con la dulce infancia.


Sueños, todo en mi vida de infante giraba alrededor de ellos. Aún así nunca se sido capaz de soñar, o al menos de acordarme de que es lo que soñé o mejor dicho… solo era capaz de soñar despierto con aquellas historias que mi abuela relataba. ¿Por qué insisto tanto en hablar de sueños? Eso es sencillo: El secreto de la familia, no era otro más que… si estabas destinado a encontrar a la persona de la cual has de enamorarte, la persona al cual te quitará el aliento pro el simple hecho de existir... nunca, jamás… la verás en la vida real. Así que para definir en una sola palabra tanto el secreto como las emociones que el mismo me trasmite sería: ``Sueños´´. 


Cada una de las antiguas historias familiares empiezan de la misma forma: ``Aquella primera noche soñé…´´ Estas palabras, estas que pensé que siempre estaban cargadas de amor, de cariño, de ilusión, aquellas con las cuales yo soñaba despierto mientras que escuchaba una y otra vez las dulces historias relatadas por mi abuela… esas son las que me han traído tanto dolor, tanta amargura… si en aquellos días me hubieran contado lo que pasaría… la verdad sobre estas historias… el autentico relato, yo… yo jamás hubiera rogado… por un sueño cálido, por un sueño distinto pero igual cada noche… 


Como toda historia tiene un principio arraigado en tiempos antiguos, cuando aún la gente tenía esperanza y no se dejaba llevar por este mar embravecido de la sociedad que nos arrastra sin poder evitarlo cambiando hasta la más mínima esperanzada de futuro del niño… en una cruel realidad del adulto. Como ya se dijo mi familia fue dotada (Pues no puedo decir que esto sea una maldición o una bendición) y aún así no es momento de hablarlo, no es momento de decir detalles, que aunque importantes no merecen ser nombrados.


Acaba de cumplir los diecisiete, un cumpleaños muy importante para mí, así como para toda mi familia. Mis amigos me habían preparado una gran fiesta, pues encima aquel año mi cumpleaños caía en sábado, aunque claramente yo no sabría nada de lo que ellos me estaban preparando… ni familia ni amigos. La primera noticia de que ya había dejado los quince atrás fue un mensaje a las seis y diez de la mañana de mi mejor amigo felicitándome.

No me dio tiempo a responderle, ni a decidir seguir durmiendo como me hubiera gustado, ya que pensaba responderle en la mañana cuando me despertase… pero este tenía otras ideas pensadas para mi, otros planes… Enseguida comenzó a escucharse a todo volumen la canción de Versailles, Serenade, una canción que siempre, desde que la escuché ha hecho que me emocione… además de que habla de los sueños. Aquello hizo que saltase de mi cama… y allí tuve mi primer regalo de cumpleaños: Un enorme chichón al darme contra el suelo. Al escuchar la música a tanto volumen sin saber de dónde venía y con el sueño que tenía, acabé asustado y levantándome rápido… solo que tengo el problema de mucha gente, cuando duermo me muevo y me destapo… lo que quiere decir que la ropa de cama cae al suelo, y por consecuente si no tienes cuidado te resbalas y caes… motivo de mi ‘’Adorno espontaneo de cumpleaños’’. Una vez que estaba totalmente despierto, la música no dejaba de sonar pero al menso yo sí que quería saber porque esa canción y a estas horas… me dirigía donde parecía que sonaba, aunque era raro puesto que parecía venir de la calle, sin más tomé una chaqueta y aún en pijama bajé las escaleras hasta el primer piso, iba a salir cuando vi en el espejo de la entrada de la casa como el chichón el cual me había hecho era algo más grave de lo que creía… entre mis castaños cabellos caía un delgado hilo de sangre roja, por lo cual me paré a elevar el cabello y así poder apreciar que me había hecho una pequeña raja, en aquel momento no le di importancia… y tras limpiármelo salí a la calle, dirigiéndome a la parte de atrás de la casa: Al jardín.


-¡Felicidades media pieza!-


-¿Elías? ¿Se puede saber que haces a las seis de la mañana aquí con música?-


-Seis y diez media pieza… y es fácil, ¡Hoy cumples los diecisiete! ¡Ya no eres un pringado!-


No me dejó decir nada más, puesto que enseguida se lanzó contra mí, haciendo que por la inercia los dos cayéramos al suelo sin remedio, o mejor dicho al césped de mí jardín lo cual amortiguó algo el golpe. Enseguida comenzó a hacerme cosquillas. Elías siempre era así, un tanto demasiado impulsivo, hacía las cosas porque le apetecía y le parecía buena idea o divertido, sin pensar en las consecuencias que aquello podría traer… y si lo unías a que tenía un físico envidiable… no era de extrañar que hubiera estado algo así como medio enamorado de él, lo único malo es que Elías, mi rubio amigo de ojos grises... es heterosexual enamorado de las mujeres y llamándolas ‘’deidades’’ mientras que yo soy homosexual… y no me atrevo del todo a salir del armario… apenas lo sabe Elías y mi abuela. Al poco conseguí deshacerme de mi amigo puesto que, ya gracias a las cosquillas, me faltaba el aire. 


-Va… vale… ¿Se puede saber cuándo dejarás de llamarmemedia pieza y por qué ya no soy un pringado?-

-Oh… mi pequeño niño inocente… es muy simple-


Vi como giró la cabeza, era algo que no entendía, hasta que vi, como mis padres, mi abuela y tres más de nuestros amigos estaban allí mirando la escena. La música había parado de sonar, verdaderamente era demasiado triste como para sonar en mi cumpleaños, pero por alguna razón siempre tuve predilección por aquella canción desde el momento en el cual la escuché. Todos se acercaron hacía en donde estábamos sonriendo, y aunque Elías se levantó yo aún me quedé en el suelo sin enterarme de nada… anquen ojalá me hubiera levantado para poder taparle la bocaza a mi querido amigo.

-¿Saben que nuestro querido Allen aún es virgencito? Y no será porque no ha tenido oportuni…-

El que cayó ahora sobre Elías fui yo, al revés de antes… este tenía una boca demasiado grande y siempre estaba diciendo cosas que me hacían avergonzar delante de todos… y anquen era muy joven para esto, muchos de mi edad ya estaban hartos de hacerlo… y si seguía dejándolo que hablase estaba seguro de que diría otra vez más de la cuenta. Mi padre vino y me levantó de encima de Elías, dejando que este se desternillara de la risa… pues cuando empezaba nunca se sabía cuándo podría parar. 
Comencé a recibir las felicitaciones por parte de todo el mundo, al menos los que estaban allí, por lo cual me enteré gracias a mi madre que los vecinos le habían dejado hacer aquella pequeña broma o aquella rara felicitación aún para ser tan sumamente temprano como lo era ahora. Todos entramos en mi casa y nos dirigimos a la cocina una vez que Elías pudo reponerse de las risas, vi entonces que mi madre me había preparado un gran y enorme desayuno para todos.

-María, Tom… gracias por haber venido… aunque no sabía nada de esto-

-No tenía pensado perderme el cómo te levantabas… de echo estaba seguro de que sería más divertido… aunque verte en pijama y con la chaqueta de traje… no tiene precio-

-Tom… vamos no seas así con Allen… es normal que estuviera desorientado por esto, os habéis pasado un poco, menos mal que no ha venido el resto de la gente…-

-Todos están de viaje, los únicos pringados que quedamos aquí somos nosotros… pero puedo coger el coche de mi viejo y nos vamos esta noche lejos… ¿Qué tal dos pueblos más allá? Escoger el punto cardinal que más os guste… discotecas, alcohol… chicas… chicos… así nuestra media pieza quizás pierda la virginidad…-

-¡Dios, Que susto Elías! Además no creo que Allen quiera tener sexo con un desconocido… parece mentira que seas su amigo, yo te habría golpeado-

-Tom…. Tu novia es una aguafiestas que lo sepas…-

Ante aquello solo pudimos echarnos a reír gracias a que nos conocíamos bien… aunque guardásemos entre todos nuestros secretos. No recuerdo haber levantado nunca tan temprano como el día de mi decimoséptimo cumpleaños, ni haber tenido una celebración desde tan temprano. El desayuno fue algo normal, aunque yo estaba en mi mundo y algo preocupado por mi abuela, pues aunque esta estaba ahora aquí con nosotros por este día… parecía tan o más ausente que yo, como si estuviera verdaderamente preocupada por algo, y esto de forma lógica no me hacía estar a mi del todo tranquilo.

Tras el desayuno decidimos quedar para la noche, y así yo podría pasar el día con mi familia, aprovechando que mi abuela había venido exclusivamente para ello, la otra parte buena además de los regalos que aún no me lo habían dado era que yo no tendría que limpiar la casa hoy, como era costumbre todos los sábados, al ser hijo único era lo que tocaba…. Prometía ser un buen día.

Al igual que mi abuela, salí de la cocina dejando a mis padres que se encargaron de recoger el desayuno, María, Tom y Elías ya se habían ido a sus casas. La encontré en aquella mecedora de madera antigua que tanto le gustaba cuando venía a mi casa, pero no tenía aquella expresión de tranquilidad absoluta, aquella expresión que te decía que todo iría bien… ahora parecía muy preocupada, tanto como yo había notado durante el desayuno. Como cuando era pequeño, me senté delante de ella tomando una de sus mansos en las mías.

-¿Qué pasa abuela?-

-Cielo, siento que me veas así en tu cumpleaños, pero parece que la historia se repite y no me gusta-

-¿La historia? ¿A qué te refieres?-

No entendía nada de lo que mi abuela decía, y sus palabras no eran claras, por si mis palabras no hubieran sido lo suficientemente elocuentes ante mi confusión en mi rostro se dibujó la misma desconfianza y el hecho de estar desconcertado que estas habían tenido. Con un suave gesto mi abuela tocó mi mejilla, sonriendo y haciendo más profundas las marcas de la edad.

-Allan… hoy es un día muy importante y no solo porque sea tu cumpleaños, sino porque hoy… precisamente hoy has dado pie a la leyenda de nuestra familia, con tu madre no pasó, pero contigo si, mira-

Me levantó el flequillo dejando ver aquel morado y la sangre ya seca en mi frente, como hacen siempre las abuelas, sacó uno de sus pañuelos de papel, uno blanco con bordes a hilo, hecho todo esto a mano, y con su saliva limpió aquella sangre reseca.

-Cuando yo cumplí los diecisiete, me hice la misma herida que tú te has hecho, y como tú y yo mi madre así sucesivamente otras generaciones pasadas… esta herida que parece que no es nada será lo que desemboque en algo grande… pero la tuya ha sangrado, estoy muy preocupada por ti cariño-

-¿Quieres decir que yo también veré a la persona que amo, a la persona que amaré en sueños y así podré conocerla?-

Asintió aún de forma triste recostándose en aquella butaca vieja, que si no mal recordaba era de su propia casa. Seguía sin entender nada ¿Acaso no era bueno que conociera a la persona al cual amaría de aquella forma tan especial? Eso solo podía decir que yo sería feliz, tanto como ella lo había sido con mi abuelo.

-¿Abuela? ¿Por qué no me respondes?-

-Porque no tiene sentido hacerlo pequeño, aunque quiera hacerlo el destino ha decidido que tu futuro sea diferente a como yo habría querido que fuera para ti, así que sin más… no puedo hacer nada, solo rezar para que lo que se sea mentira, y par que tu descubras por ti mismo cual es la verdad…-

Sabía que no diría nada más, pero no acababa de entender que decía, la emoción de ser un niño regresaba a dominar por completo mi cuerpo, quería saber ya quien era, o mejor dicho, quien sería la persona de la cual me enamoraría y me haría feliz, como poder encontrarlo en la vida real… pero no sabía cuándo podría verlo, el comienzo de los sueños variaba de una persona otra. Me quedé durante varias horas en la mañana, casi hasta más de media mañana, sentadoa su lado tomando su mano recordando las historias que ella me contaba. Pero al final aburrido pro todo me levanté despidiéndome de ella.

-Allan-

-¿Si abuela?-

-Toma… es un regalo que necesitarás…-

En mis manos me dio un anillo, era algo ostentoso, quizás un poco más grande de lo que quería o me gustaba, pero bastante hermoso. Estaba hecho como a mi medida, de plata vieja, de esa que no es muy brillante, pero a la misma vez es muy elegante. En el centro entrelazado con finos hilos de la misma plata que nacían en el anillo, estaba una piedra morada si no creía mal era una amatista brillante, era una piedra clara de color oscuro. Quedé maravillado y enseguida me la coloqué en el dedo índice de la mano derecha.

-Gracias… es precioso abuela, pero se ve muy caro-

-No sé si lo sea, es de tu bisabuelo, el se lo regaló a su hija pues ella como tu… y como otros tantos de nuestros antepasados ha sido regalado con el don de los sueños. Has de cuidarlo y pase lo que pase no te lo quites, o al menos no lo pierdas… es lo único que te pido-

Asentí mientras que me iba a mi cuarto, deseaba poder quedarme a dormir, cerrar los ojos y ver que me deparaba el futuro, pero aún no era el momento… y ojalá nunca lo hubiera sido.



A la hora acordada, Elías se pasó por mi casa con el coche. Aunque yo tuviera diecisiete, mi mejor amigo era casi dos años mayor que yo por lo cual se sacó el carnet a la primera y ahora hacía de taxista para todos, al menos nuestros padres lo veían como alguien responsable y nos dejaban ir desde el primer momento. Me despedí de mis padres y salí para subirme al coche, aquella noche tampoco me arreglé demasiado, apenas unos pantalones vaqueros azules y una simple camiseta negra de manga corta sin adornos, al ir con prisas se me olvidó tomar la chaqueta y por primera vez mi madre no me la recordó.

-He traído condones de sabores… ya sabes por si ves alguno que te guste…-

-Elías… enserio, no voy a hacer nada esta noche-

-No puedes seguir siendo una media pieza siempre Allen… has de perder la virginidad con alguien, o al menos liarte… unos besos no hacen mal a nadie-

-Soy Gay… no me importa decirlo, pero aquí todos me conocen y muchos no lo aceptarían-

-Por eso quería irme, pero está bien… solo porque es tu cumpleaños, anda… vallamos a por María y Tom, mira que irse el resto para tu cumpleaños-

Para Elías el hecho de tener amigos, la amistad era como un mandamiento sagrado y la primera de sus nombras era que los cumpleaños deberían de ser una fiesta que pasar todos juntos, así que cuando alguien faltaba… se enfadaba de forma asombrosa y eso era algo que absolutamente todos lo sabíamos. En unos minutos estábamos en casa de María, la cual nos informó que Tom estaba enfermo, así que se quedaría con él esa noche, por lo visto tenía un virus estomacal… 

-Será mejor dejar la fiesta para otro día Elías…-

-Ni hablar, hoy vamos a una discoteca aunque sea solo, además si vamos los dos podrás meterte en una de ambiente-

-¡No! Iré a donde quieras, pero no me metas en una de esas… no estoy preparado…-

-Aburrido, media pieza aburrida-

Con una sonora carcajada que resonó en todo el coche como si pusiera la música al máximo volumen en su viejo ford focus, a la vez que se dirigía por la carretera al pueblo vecino, no hacía mucho que se había abierto una discoteca por allí… la cual ya se conocía, y quería enseñarme. Estuvimos todo el camino callados cada uno pensando en sus cosas, al menos hasta que se fijó en mi anillo.

-¿Y eso que tienes en el dedo? Parece un fósil-

-¡Eh! Es de mi abuela, pertenece a la familia-

-Entonces es de tía… aunque sea gordo-

-No es así… A ver, esto perteneció a mi bisabuelo, pero al haber tenido solo chicas en la familia no ha podido dárselo a un varón… pero ahora si… ¡Y no lo digas!-

-¿Qué no diga el que? ¿Qué tampoco eres un tío?-

Lo golpee con cuidado porque seguía conduciendo y no quería tener un accidente, Elías siempre era así, nunca lo decía de mala forma y me respetaba pro mis gustos, pero le encantaba meterse conmigo en todos los sentidos, daba igual en lo que fuera… de hecho aún hoy creo que es su deporte favorito y que de hacerlo olímpico él ganaría una medalla de oro… diaria. 

Tras llegar y aparcar cerca de la discoteca entremos, teníamos suerte de ser hoy jueves pues la entrada no tenías que pagarla y las copas estaban a mitad de precio, promoción de apertura o algo así me dijo mi amigo que era, por lo que sin más entremos.
El lugar era verdaderamente grande, como mi casa unas tres veces, aunque verdaderamente mi casa no es que fuera grande… al ver el ambiente se notaba que era mixto, había tanto homosexuales, como heterosexuales, en estos sitios esas cosas no se ocultaban y la gente solo quería un lugar para divertirse y pasárselo bien. Había una barra de metal oscuro, casi negro, que bordeaba todo un lado de la pista de baila, en la cual había varios taburetes del mismo metal. La pista por su parte esta alumbrada con varias luces de neón de esas largas, así como de vez en cuando humo de agua salía de los cuatro puntos cardinales del local inundando todo lo que había por su paso. Yo estaba maravillado, pues solo había ido a pequeños antros en mi pueblo, que para nada podrían compararse a este, pues en aquellos no podías ni bailar. Antes de que me diera cuenta, Elías ya había venido con dos cervezas, y al grito de: ‘’ ¡Quedan menos pajas!’’ brindó conmigo y ambos bebimos la cerveza al trago para enseguida irnos a bailar. 

Al contrario de mi amigo yo nunca he sido de beber, así que se me subió enseguida a la cabeza, comenzando a mezclarme con el ambiente del lugar, más de una vez estuve a punto de dejarme arrastrar por aquellas personas, de hecho si no mal recuerdo casi a la hora de irnos ya estaba bailando muy pegado con un tipo. Aquí es cuando te das cuenta de quien es un buen amigo, pues Elías enseguida me tomó del brazo para que nos fuéramos. Al mirar el reloj del móvil vi que eran casi las dos de la mañana y que salimos a las diez de la noche.

-Eres un aguafiestas… ahora me lo estaba pasando bien…-

-Y hubieras acabado acostándote con ese tipo o al menos chupándosela en los lavabos… y mañana me hubieras matado, aún hay muchas chicas por conocer para que me mates…-

-Salido…-

-Media pieza-

No pudimos más que volver a reír, al contrario de lo que Elías pensar, aquel fue un buen cumpleaños, pues cubría todas mis necesidades, mi familia, mis amigos… no necesitaba nada más, pero el hecho de estar algo tocado pro una simple cerveza no me dejaba pensar con claridad.

-Oye Elías… me debes un regalo de cumpleaños, todos me han dado algo… mis padres el móvil nuevo porque el viejo me lo rompiste…-

-No te querías tirar a la piscina… no sabía que lo tenías encima, aí que no es mi culpa…-

Proseguí sin hacerle mucho caso al accidente del porque mi viejo pero buen móvil se había ahogado una semana atrás.

-Mi abuela el anillo, y Tom y María las deportivas que quería… pero tu nada, no es justo-

-Te he llevado de fiesta, no te quejes…-

-Me hubieras traído de todas formas, eso no vale, además me llevabas queriendo traer desde que las clases acabaron-

-Vale, vale… piensa en algo mientras que regresamos.

Y eso fue lo que hice durante todo el trayecto, intentar pensar en algo, por lo menso quería ponerlo en un compromiso a ver que hacía… así que se me ocurrió lo mejor que podía pedirle… Nada más llegar a mi casa, paró el coche, pero no lo aparcó ni nada.

-Venga bájate ya-

-No me has dado mi regalo y ya sé que quiero-

-Pues no te calles y dilo-

Me acerqué a su oído entre risas y lo susurré, tras lo cual me separé parar mirar su cara de tipo serio, esa que ponía cuando no sabía si las cosas que le decía eran de verdad o no, la misma que me puso cuando le confesé que no me atraían las chicas, así que lo miré como aquel día, serio y convencido… Lo que vino a continuación no me lo esperé, me tomó de la nunca y me atrajo hacía si de forma brusca, pero se paró antes de llegar a hacer nada.

-Que conste que es porque tú me lo has pedido…-

Y entonces… me besó, no fue un gran beso de película, pero comenzó uniendo de forma lenta sus labios, para luego moverlos sobre los míos, buscando que le correspondiera, cosa que no tardó en llegar. Cerré mis ojos y comencé a mover mis labios con los suyos, siguiendo el ritmo que estos me marcaban… hasta que se separó.

-No pienso volver a hacerlo, así que ahora no pidas uno con lengua, y no te enamores de mí-

-Tranquilo, no me van los rubios, y era una broma, no creí que lo fueras a hacer-

Como única respuesta solo obtuve un encogimiento de hombros, a la misma vez que abría la puerta y me despedía con la mano sin decir nada, para ver como arrancaba y se iba sin más… yo entré en mi casa ya sin el efecto de la borrachera, gracias a lo cual no hice ningún ruido. No pensé que estaría tan casado y con tantas ganas de irme a dormir, así que aquella noche ni me quité la ropa, ni destapé la cama… nada más llegar me tiré en ella y cerré los ojos... para poder descansar. Aunque aquella noche no podría…

No tardé más de unos cinco minutos en quedarme dormido, pero entonces comenzó todo… noté como mi cuerpo caía por las profundidades de la nada, solo recuerdo que caía, que seguía cayendo que no paraba de caer, recuerdo el miedo recorrer mi piel, como el pánico era lo único que podía sentir, como todo mi ser se helaba sin dejar nada de calor en mí, como quería gritar y no podía… era la peor de las pesadillas, porque era demasiado real, algo me impedía abrir los ojos o mover cualquier parte de mí, como si me tuvieran atrapado unos brazos invisibles, los cuales a su vez tapan mi mirada ... pero después la nada del vacío y la inseguridad recuerdo notar una falsa tranquilidad, como si hubiera dejado de caer y ahora estuviera tumbado en un claro de algún bosque… porque ¿Por qué lo olía? Si, estaba oliendo un bosque, el césped, los árboles… la tierra mojada del día anterior… con miedo abrí mis ojos para ver en donde estaba, intentando convencerme de que era un sueño….
Entonces fue cuando vi unos oscuros ojos negros que me miraban desde el otro lado del tranquilo prado…


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