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Make Love: Navidad en Tokio por Serenity_Moon001

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Notas del fanfic:


Nota de la Autora: Esta novela la escribí en 2010 para Coleccion Homoerótica, ya han pasado 2 años y medio desde que se publicó y por ese motivo, he decidido compartirlo con ustedes por medio de amor yaoi y en mi blog personal. Espero que les guste.

He cambiado el diseño completo del PDF, espero les guste la nueva portada y claro, la historia de Kazuma y Daisuke. Para ver la version PDF, entren a este enlace:

http://serenitymoon01-almasperdidas.blogspot.mx/2012/10/make-love-navidad-en-tokio.html

Espero sus comentarios =)

 

Notas del capitulo:

Espero sus comentarios. Tambien espero que esta corta pero bonita historia de Kazuma les agrade. Espero pronto actualizar ALMAS SILENCIOSAS. =) Disfruten de Make Love.

 

Por cierto, esta historia fue inspiracion dada gracias a la cancion del grupo coreano BigBang con este nombre MAKE LOVE

MAKE LOVE
NAVIDAD EN TOKIO



Serenity Moon01


 

1

 

Tarde, se había quedado dormido y tendría que correr a la empresa, una vez más. Una situación que se estaba convirtiendo en una rutina diaria. Su trabajo había disminuido pero se había vuelto confuso, por esa razón el tiempo que solía dormir, ahora disminuía considerablemente al indagar la razón de sus frecuentes errores dentro de sus proyectos.

En una carrera interminable, logró alcanzar el bus, terrible. Molesto y sudoroso, pensaba que de nada servía bañarse para terminar con la peste nuevamente en su cuerpo y ropa.

«Todo es tu culpa». Claro, había llegado para voltear su mundo de cabeza, algo insoportable y desesperante para los hombres con su misma personalidad y estilo de vida. Ese chico había llegado con una presunción insoportable, además de que, de un momento a otro, los clientes lo preferían en lugar de Kazuma Kisho.

—Yo soy mejor, tengo más experiencia. —bajó del bus dirigiéndose hacia la empresa, que se alzaba esplendorosa—. ¿Cómo pudo desbancar a Kazuma Kisho? —Se revolvió sus largos y rubios cabellos, los cuales resplandecían desordenados y empapados.

Se encaminó por la escalera hasta el tercer piso y fue al pasar por los salones de conferencias que le vio, tranquilo y alegre, dando a conocer una presentación de una publicidad que había sido designada a su persona, que por alguna razón, la suya no había agradado al cliente. Entonces recordó el momento en que le conoció y la forma en que su vida empezó a cambiar en poco tiempo.

«Maldición», pensó con impotencia, apretando los puños y frunciendo el entrecejo.

 

Un mes antes

 

La conferencia para la presentación de una importante publicidad que se efectuaba en ese instante, era exhibida por un rubio cuya presencia era agradable e imponente. Su desempeño y desenvoltura durante ese tiempo llamaba la atención de los clientes, la manera de expresar sus ideas se hacía fluida, comunicando también con el cuerpo lo que transmitían sus palabras.

Agradecidos y convencidos, le dieron la aceptación para comenzar con el proyecto. Una sonrisa agradecida floreció en sus labios, despidiendo a sus clientes con una suave inclinación de su cuerpo.

—Gracias por aprobar el proyecto. —pronunció pues tenía conocimiento que era una costumbre que agradaba a sus clientes.

—Es excelente en esto, esa es la razón por la que tiene nuestra confianza. —mencionó el jefe de departamento de una importante empresa en Japón. Haciendo una inclinación, se retiró del lugar al momento que un hombre de hebras castañas hacía presencia acompañado de una sonrisa llena de satisfacción por el éxito de su amigo.

—Eres increíble. Siempre convenciendo a esos viejos lobos de mar. —un fuerte abrazo fue el que recibió, correspondiendo en el proceso aquel gesto —felicidades Kazuma —dijo efusivamente.

—Pero de qué hablas Atsushi. También fuiste parte de esto —Acusó alegre, mostrando su cariño hacia la persona que tenía delante —Gracias por estar siempre a mi lado. No sé qué haría sin ti —efusivo como siempre y solo con los cercanos a él, mostró una dulce sonrisa que fue correspondida por una risa por parte del castaño.

—Estarías perdido amigo —se burlo Atsushi recibiendo un ligero aventón por parte de Kazuma que dirigió sus pasos hacia su oficina.

—Qué gracioso —habló con sarcasmo para después soltar una suave risa.

—Kazuma, es viernes. ¿Por qué no vamos a beber? —esperaba poder convencerlo de salir, realmente, el rubio necesitaba mucha distracción.

—Atsushi, sabes que no me gusta ir a esos clubes que frecuentas —a pesar de su negativa, su castaño amigo mostraba esa cara de niño perdido que usaba cuando quería convencerlo para uno de sus planes de diversión. Estrategia que siempre funcionaba —Bien, vamos después del trabajo — con un suspiro saliendo de sus labios volvió al trabajo dejando a Atsushi con una expresión traviesa en sus labios.

«Vas a volver a la vida esta noche Kazuma Kisho. De eso me encargo personalmente». Dando vuelta, se puso a trabajar en lo pendiente.

 

2

 

—Bienvenido a la empresa joven Kenji —fueron las palabras que nacieron de los labios del jefe de personal, Tatsumi Kishimoto. Un hombre de 47 años, pelinegro y de castaña mirada.

—Gracias por aceptarme. ¿Cuándo puedo empezar? —El joven pelinegro de mirada azul risueña agradeció a Tatsumi su ingreso a la empresa.

—Tienes capacidad e ideas frescas para estar aquí, no tienes que agradecer nada. El lunes puedes empezar a trabajar. Entonces te mostraré con las personas del departamento —mencionó volviendo a su trabajo.

—Me retiro. Con permiso —haciendo una reverencia, salió de la oficina camino a la salida de aquella importante organización «Bienvenido al mundo laboral, Daisuke Kenji», pensó con alegría. Después de las palabras de sus amigos, había decidido poner a prueba su capacidad laboral en Diseño Gráfico trabajando en un lugar con importante reconocimiento dentro de la rama. Era momento de conseguir grandes objetivos.

Daisuke Kenji, después de terminar la universidad, había encontrado trabajos como agente libre. Disfrutando de su pasión por el deporte extremo como su mayor entretenimiento. Ahora se decidía por entrar a una importante compañía publicitaria para comprobar que su talento podía generar beneficios dentro de ella.

Al salir del lugar, rebusco entre sus ropas hasta encontrar su celular, busco el número de su mejor amigo y marcó: —Eiji. ¿Te parece si vamos a algún club esta noche? —Preguntó al momento que tomaba el bus para dirigirse a casa.

 

 

 

3

 

—Terminó, así que, merezco un buen fin de semana — suspiró al comprobar que era momento de retirarse. No obstante, los planes que empezaba a maquilar para esa noche fueron interrumpidos por la invitación hecha con anterioridad de Atsushi — Rayos. Se me olvidaba.

Se levantó al momento que recogía con premura sus cosas. Esperaba poder escabullirse del castaño antes de que se presentara frente a él —.No estás pensando en escapar ¿verdad?—, demasiado tarde «Rayos,» repeló mentalmente. Su amigo sabía no darse por vencido cuando se trataba de entretenimiento.

—Claro que no. Solo me apresuraba para poder irnos rápido — sonrió esforzado, odiando que fuera tan perceptible a sus movimientos — Vamos, que quiero dejar atrás el estrés de hoy— salió de la oficina seguido de un carismático Atsushi.

Al llegar al estacionamiento, Atsushi y Kazuma subieron al automóvil del primero saliendo a las transitadas calles de Tokio —Por cierto, se me olvidó decirte —el rubio volteó a verlo al instante mirando con curiosidad a Atsushi —acaban de contratar a un nuevo empleado, trabajará en nuestro departamento. El lunes se presenta a trabajar —Observó de reojo a Kazuma que mostraba su descontento por la noticia.

—Le había dicho al jefe que podía con esto solo, pero parece que mi trabajo no es suficiente para él —mencionó al estar inconforme con la contratación de un nuevo empleado.

—Puede ser que quieran evitarte más estrés —sabía que Kazuma no estaría de acuerdo, no obstante, su amigo estaba sumergido en una soledad nada buena para una persona tan agradable como él.

—Da igual. No sirve de nada discutir el asunto. A partir del lunes, tendremos un nuevo compañero de trabajo —dijo con resignación al momento que admiraba el paisaje.

 

4

 

El gran ambiente que se vivía en aquel club nocturno se combinaba con la felicidad que se notaba por parte de Daisuke Kenji. El poder lograr un lugar de trabajo en una de las mejores empresas de Japón, provocó la felicidad de su mejor amigo.

—Felicidades Daisuke —el efusivo abrazo que recibió por parte de Eiji Hikita, fue placentero.

—Gracias Eiji —abrazó aquel pequeño cuerpo, que a pesar de medir 1.75, no se comparaba a su metro ochenta —Pero vamos a divertirnos, a olvidar todo por este fin de semana —alejo un poco a su pelirrojo amigo para poder observarle el rostro.

—Tienes razón, será mejor ponernos a bailar por un rato —el cuerpo sensual de Eiji comenzó a realizar sensuales movimientos entre los brazos de Daisuke, los cuales se ciñeron alrededor de su cintura firmemente.

—Tomaremos unos tragos para después explorar viejas aventuras —observó, al tiempo que mordía su labio inferior con sensualidad, cómo ese cuerpo que tenía delante empezaba a provocar sensaciones dentro de su cuerpo, el cual empezaba a arder de pasión y deseo.

—Entonces que esperamos —Sonrió al momento que arrastraba a Daisuke al centro de la pista. Ambos comenzaron a moverse uno contra otro, disfrutando de la música.

 

5

 

—Que escándalo. Atsushi, ¿cómo te gustan estos lugares? —frunció el entrecejo al observar el ambiente de baile, música y sexo que se encontraba enfrente de él. A su manera de pensar, esto era una pérdida de tiempo, si bien pudo haber estado en su casa leyendo una buena novela, tenía que haber aparecido Atsushi con la genialidad de ir a distraerse del trabajo.

—Diversión amigo. Necesitas distraerte de esa rutina tan marcada que tienes —volteó a ambos lados, al encontrar una mesa vacía, tomó el brazo de Kazuma y empezó su camino hacia el lugar elegido.

— ¿Estás diciendo que soy aburrido?

Iban esquivando a la gente que, bailaba o platicaba, pero que estorbaban a su paso. Apenas acababa de entrar y el dolor de cabeza que le provocaba el club, era demasiado grande como para ignorarlo.

—Lo que quiero decir, es que estos años te has perdido en una vida dedicada solo al trabajo y te has olvidado de atenderte —mencionó Atsushi preocupado una vez tomaron asiento. Observó como Kazuma rodaba su grisácea mirada molesto con sus palabras.

—Me dedico al trabajo como cualquier persona que tiene responsabilidades —se quitó la chamarra llamando al mesero, «o como se le llame en este lugar», pensaba frustrado. Al llegar el joven, pidieron una botella de tequila.

—Pero también tienen una vida, y tú Kisho Kazuma, no la tienes —recalcó para que entendiera su preocupación, pero Kazuma como siempre, le ignoraba. «Por favor kami-sama, que este amigo cabeza dura comprenda sobre el esfuerzo y el amor», molesto por aquel comportamiento tan infantil del hombre que tenía delante.

Guardaron silencio cuando el joven trajo su pedido junto con un par de vasos y enseguida sirvió del contenido para ambos —Que tengan una buena noche. Con permiso—. Ambos asintieron en agradecimiento bebiendo de inmediato el contenido del vaso.

—Para eso no tenías que traerme a este lugar. Pudimos ir a una cantina, ahora tengo un terrible dolor de cabeza por este escándalo —quería olvidarse de su malestar de inmediato. La única solución que tenía a su alcance, era tomar de aquella botella de tequila. Lo sirvió en su vaso hasta el límite y en tres tragos, bebió todo el contenido.

Suspiró. No tenía caso que siguiera insistiendo sobre un tema que Kazuma ignoraba o evitaba, cualquiera que fuera el caso. Habían venido a divertirse y eso iban a hacer— Ven, vamos a bailar un rato —se levantó tomando del brazo al rubio llevándolo al centro de la pista.

—Espera Atsushi, no sé bailar — mencionó sorprendido, observó a su alrededor. Sinceramente, no sabía qué hacer.

—Aprenderás en el proceso —Atsushi lo sostuvo de las caderas para empezar a moverlo — cierra los ojos y deja que tu cuerpo se mueva con la música —le susurró sobre el oído sintiendo a Kazuma temblar entre sus brazos.

—Pero, solo no sé hacerlo —susurró, sentía a su amigo pegado a él, sin darse cuenta que ambos estaban en un baile sensual. Ambos se rozaban constantemente uno junto al otro.

Las copas de tequila que tomó anteriormente empezaban a hacer estragos en su cuerpo después de un tiempo transcurrido. Kazuma sabía que su comportamiento cambiaba cuando se encontraba borracho pues en muchas ocasiones, cuando bebía con Atsushi, acababa en su cama.

Atsushi no era inocente en esto, trataba de cambiar a Kazuma, aún si tenía que llevarlo a su casa para poder, de esta forma, modificar en algo a su amigo. Que entendiera de razones del porqué nadie más se atrevía a entablar una plática con él.

El tiempo pasaba entre el alcohol, el baile y la música. Fue en ese momento en que Kazuma comenzó a librarse de su rutinario yo. Su cuerpo se movía solo, sensual y sexy, al ritmo de aquella melodía que le hechizaba. Sin enterarse de que llamaba la atención a su alrededor, el rubio resurgió al Kazuma Kisho de secundaria, aquel que sin inhibiciones se mostraba ante el mundo con aquella sonrisa sensual, de movimientos elegantes y gatunos que encendía el deseo en cualquiera que se acercara. El verdadero Kazuma Kisho salió a divertirse ese viernes.

—Voy al baño. Creo que no me siento bien —mencionó a Atsushi quien asintió. Comenzó a esquivar gente preguntando por el baño— disculpen, me podrían decir donde se encuentra el sanitario —agradeció después de recibir la indicación de aquel pelirrojo siguiendo su camino, un poco atropellado por el tequila.

 

6

 

—Daisuke, ese hombre no está bien —observó Eiji con preocupación —será mejor que vayas a ver si necesita algo.

 —Ahora vuelvo —asintió de acuerdo. Siguió los pasos del rubio que apenas y podía caminar, hasta que llegó a su lado sosteniéndolo de la cintura— oye amigo, ¿te encuentras bien?—, preguntó al sentirlo temblar entre sus brazos.

—No. Tengo el estomago revuelto—. Justo cuando entraron al baño, Kazuma empezó a tener arcadas. Daisuke se apresuró a un retrete sosteniendo al rubio por el pecho y la cadera. Mientras tanto, Kisho vaciaba su estómago, su cabeza empezaba a dar vueltas después de lo sucedido— que vergüenza. Siento haberle molestado —se disculpó con las mejillas sonrojadas por el esfuerzo. Se dirigió al lavamanos y abriendo el grifo, empezó a lavarse el rostro y enjuagarse la boca.

—Será mejor que vayas a casa. ¿Vienes acompañado? —mencionó al verle desmejorado. El rubio era alto aunque no tanto como él, posiblemente mediría 1.76m. Al abrazarlo pudo sentir que era de complexión delgada pero bien distribuido en sus atributos. Realmente era guapo.

—Sí, está allá fuera —suspiró. Lo último que faltaba. Acababa de dar tremendo espectáculo de una borrachera provocada por su querido Atsushi.

Al salir del sanitario, empezaron a buscar a sus respectivos acompañantes, y en cuanto dieron con ellos, Kazuma decidió que el lunes sería el último día para Atsushi —Creo que estoy solo —frunció el entrecejo acompañado de un largo suspiro. Su amigo no podía dejar sus manías para preocuparse por él cuando se emborrachaba, pero esta vez le haría pagar.

Una suave risa inundó a Daisuke al observar que Eiji Hikita no perdía el tiempo para enredarse con alguien cada vez que salían— También yo. Vamos, te llevaré a tu casa —se encaminó a la mesa donde había dejado sus pertenencias para acompañar después al rubio por las suyas.

Salieron del lugar dejando un simple mensaje en el teléfono y tomaron un automóvil con dirección a la casa de Kazuma. En el transcurso del viaje, Daisuke sintió un peso extra sobre su hombro y algo rozando suavemente sobre su cuello, sonrió al observar lo que era. Su rubio acompañante se había quedado dormido. Su rostro ovalado, su nariz respingada, aquellas largas pestañas risadas y sus delgados pero sensuales labios. En verdad era un hermoso hombre.

—Hemos llegado —con un agradecimiento, Daisuke pagó la tarifa y se dispuso a sacar a un Kazuma dormido sosteniendo su cuerpo entre sus brazos «que ligero es» y se dirigió hacia la entrada del edificio —Hemos llegado. ¿Dónde vives?

Se revolvió al escuchar el llamado, su cuerpo había sufrido un enorme cansancio con la cantidad de alcohol que había ingerido que no quería levantarse— apartamento 301 —murmuró adormilado.

Daisuke sonrió al observar la manera en que se acomodaba el rubio y procedió a subir hasta dicho lugar. Al llegar no le quedó más opción que despertarlo puesto que no sabía el lugar en donde había guardado las llaves del apartamento —Creo que es momento de despertar —en un susurro suave y amable fue que terminó por hacerle reaccionar.

El rubio abrió su grisácea mirada avergonzándose en el proceso. Daisuke sonrió de nuevo al observar su reacción mientras que Kazuma sacaba las llaves y abría la puerta —Gracias por todo. Y disculpa el haberme dormido y hacerte venir —dijo mientras recogía sus pertenencias de las manos de Daisuke.

—No te preocupes. Será mejor que me vaya. Adiós —marchándose, en su mente se quedó la presencia del rubio, esperaba volver a verlo, aunque en condiciones más favorables para poder platicar con él.

—Adiós —se despidió recargando su cuerpo en el marco de la puerta, observándole marchar « ¿cómo sucedió? ¿Cómo es que me trajo este chico hasta mi casa? » Y con la mente llena de dudas sobre esa noche, se adentró a su apartamento.

 

7

 

El fin de semana había sido un martirio para Kazuma Kisho, pues había pasado de una terrible resaca a un resentimiento contra Atsushi por haberlo abandonado por sus perversiones. Ahora, tres días después, se encontraba pensativo debido a los nuevos clientes que habían solicitado los servicios de la empresa, en especial, el suyo. Fue entonces que la puerta se abrió lentamente, dejando ver, al castaño más tramposo y molesto de ese momento para él.

—Kazuma, buenos días. Espero que te hayas divertido el viernes — con un regocijo reflejado en sus labios, se acercó para tomar asiento frente al escritorio de su amigo que con furia reflejada en su grisácea mirada, le observaba.

—No me hables Atsushi —sentenció volviendo a sus labores.

— ¿Pero por qué? —la pregunta era elaborada en un gesto de inocencia que ni él mismo se creía puesto que enseguida comenzó a reír del gesto que su amigo acababa de poner al fruncir el entrecejo.

— ¿Cómo es posible que me dejaras solo? Me encontraba muy mal —protestó, la vergüenza pasada el viernes, era para haberle hablado enseguida a Atsushi, más no lo hizo puesto que enseguida se quedó dormido en uno de sus confortables sillones.

— ¡Ah! Hablas sobre eso —dijo con naturalidad al tiempo que movía su mano derecha para restarle importancia al hecho.

—Sí, exacto, hablo de eso —ese hombre lo comenzaba a sacar de quicio puesto no era la primera pelea que tenía con él sobre el mismo tema, pero como siempre, su querido amigo se hacía el loco.

—No te molestes tanto, es que te vi bien acompañado y preferí no molestar —la perversión mostrada en su tono de voz hizo que finalmente Kazuma dejara sus labores para otro momento —Por cierto. ¿Cómo te fue con ese chico? —cerró su mirada al escuchar el estruendoso golpe que Kazuma había provocado al azotar sus puños sobre el escritorio más antes que éste dijera algo, el toque en la puerta de la oficina se hizo presente. Al voltear, pudieron observar frente a ellos al jefe del área de personal, Tatsumi Kishimoto con una gran sonrisa.

—Kisho, Matsumoto. Quiero presentarles a un nuevo compañero suyo —mencionó al momento que volteaba hacia la puerta haciendo un gesto de entrada—Adelante—. En ese momento, el rostro de incredulidad que apareció en el rostro de Kazuma solo fue notado por el pelinegro que acababa de entrar, situación que había logrado controlar enseguida — Les presento a Daisuke Kenji.

—Es un gusto conocerlos —Daisuke se inclinó respetuoso al momento de la presentación sin apartar la mirada de Kazuma.

—El placer es nuestro. Matsumoto Atsushi —, en su mente solo se presentaba el momento en que se burlaría del rubio ante tal situación, pero como era Atsushi, lo demostró con la típica sonrisa hacia su jefe.

—Bienvenido a la empresa Kenji. Kisho Kazuma —se presentó tratando de ignorar los sentimientos que arremetían fuertemente dentro de él. Aquella vergüenza ante Daisuke por el hecho de haberlo llevado a su casa en el estado en que se encontraba y por supuesto, el enfado por aquellas molestas miradas burlonas de su querido compañero de trabajo porque de amigo, no tenía nada, según su percepción.

—Que placer es conocer a personajes talentosos en el mundo publicitario —elogió enseguida el pelinegro. Le agradaba conocer finalmente al hombre que producía tan importantes campañas publicitarias, más no imaginó conocerlo en estado de ebriedad como aquel viernes.

—A partir de este momento es miembro de tu equipo de trabajo —pronunció Tatsumi al momento que Kazuma asentía —Me retiro Kisho, hazme el favor de mostrarle la empresa, su lugar de trabajo y sus obligaciones contigo— solo entonces procedió a retirarse dejando a Daisuke en compañía de los dos empleados más eficientes de la empresa.

—Que tenga un buen día —despidieron al unísono los tres con una inclinación de por medio.

—También me voy Kazuma, tengo trabajo pendiente —Atsushi se apresuró a salir después de pronunciar aquellas palabras llenas de maldad en su voz.

«Me la vas a pagar maldito traidor», pensó al momento Kazuma todavía con aquel mal genio.

—Así que serás mi jefe. Qué coincidencia —dijo una vez se encontró a solas con Kazuma «pero que suerte tengo en estos días», pensó con una sonrisa en los labios y un sentimiento de alegría albergado dentro de él.

—Por ahora no me hable de forma tan personal, se encuentra dentro de una empresa y sí, soy su jefe —le molestaba que personas como Atsushi y Kenji se atrevieran a hablarle de esa forma dentro de un lugar de trabajo, por esa situación, se había atrevido a corregir lo que para él, era una falta de respeto hacia su jefe.

—Ok boss —pronunció burlón al momento de dirigirse hacia la puerta. «Maldición», fueron los pensamientos de Kazuma al momento de seguirlo para poder mostrarle el lugar y sus sitio de trabajo.

 

Dos semanas después

 

Los días habían transcurrido desde la llegada de Daisuke, tiempo en el que Kazuma tuvo que lidiar con la presencia de un sujeto que lo había visto en su faceta más vergonzosa de su vida, «una pesadilla, eso tiene que ser lo que estoy viviendo», se encontraba realmente frustrado. Daisuke Kenji, lo único que hacía, era acosarlo dentro y fuera de la empresa, momentos insoportables. Lo peor era aquella frescura que tenía hacia la vida y la entrega de trabajos realmente buenos en tan corto tiempo.

Aunque lo más molesto en ese tiempo, era la cercanía de las campañas publicitarias dedicadas al temporal navideño. Sin duda, un dolor de cabeza y doble trabajo para su persona. Por esta razón era aquella presentación a una empresa refresquera. Kazuma Kisho se encontraba en la exposición de su campaña a aquellos importantes representantes cuya expresión no convencía al jefe de la empresa, Katsumi Sato.

—Eso es suficiente Kazuma, buena presentación pero quiero presenciar ahora lo que Daisuke Kenji tenga que exhibirnos —mencionó señalando al pelinegro para que procediera, recibiendo una afirmación de su parte. El rubio tuvo que guardar comentarios al respecto y escuchar en silencio lo que Kenji diría en su exposición.

Transcurría el tiempo, minutos en los que Kazuma no sólo se sorprendía del realismo del proyecto presentado, al contrario, era el encontrar los rostros satisfechos tanto de su jefe como de aquellas personas. « ¿Qué está pasando aquí, realmente mi trabajo, no les satisface ya? ». Pensaba apretando los puños por debajo de la rectangular mesa.

—Excelente presentación Kenji —menciono Katsumi acompañado de distintivos aplausos de los clientes —llevaremos a cabo tu proyecto para esta campaña. Felicidades —mencionó tras observar aquellos rostros de satisfacción y la afirmación unánime de los presentes.

—Muchas Gracias señor —Daisuke se encontraba con una sonrisa inigualable, el haber conseguido su primer proyecto dentro de aquella empresa que tenía al hombre más exitoso en los últimos cuatro años dentro del rubro le hacía alegraba.

—Disculpe señor Sato —se decidió a pronunciar Kazuma recibiendo el asentimiento de Katsumi Sato, — ¿En qué falló mi proyecto? ¿Por qué no fue aceptado? Le suplico que me diga, por favor —. Se sentía derrotado. Tanto empeño y tantos proyectos finalizados con éxito para que un novato, de un día a otro, echara todo a perder en un instante.

—Kisho creo que tienes que aceptar que esta vez tu proyecto no fue bueno. Pero eres mi mejor empleado —dirigió sus pasos hacia el rubio, al momento de tenerle enfrente, su vista se volvió paternal—tienes que aprender de la magia que envuelve esta temporada. No es el simple hecho del nombre, la navidad como tal, es una convivencia familiar, el amor de tus padres, de los hijos, de la pareja. Kazuma, tienes que aprender a amar y a saber perder cuando tus proyectos no dan el resultado esperado. Espero que comprendas mis palabras—solo entonces procedió a salir del salón acompañando a la gente que le esperaba detrás de esa puerta.

«No entiendo. ¿A qué viene todo este discurso tan patético y sin sentido?». Enojado e impotente, se vio en la necesidad de buscar la soledad de su oficina por lo que dirigió sus pasos a ese lugar.

 

 

 

8

 

Habían pasado unas horas de su derrota —como él le llamaba— y aún no conseguía saber la razón por la cual su proyecto había sido rechazado.

— ¡Maldición! ¿Por qué tiene que pasarme esto? —Precisamente cuando más estrés personal sentía. Por más que revisara el trabajo no lograba encontrar el punto de fallo en él.

Atsushi, quien se había dirigido a su propia oficina para sacar todos sus sentimientos a solas, sin conseguirlo claro, decidió a ir al encuentro de su amigo, sabía lo frustrado que se encontraba por aquella inminente derrota con Daisuke Kenji, así que decidió ir a su encuentro para tratar de apaciguarlo —Kazuma, tranquilízate por favor.

Solo escuchar la palabra tranquilidad le sacaba de quicio en ese momento, por lo que, sin pensar en sus acciones, se levantó de su cómoda silla azotando sus manos en el escritorio— ¡Cómo quieres que me tranquilice Atsushi! ¡Puse todo de mi parte para el proyecto navideño de este año y tiene que llegar un novato a desboronar mi esfuerzo!  —gritó con evidente enfado y desesperación.

—Comprendo tus sentimientos, estoy igual que tú pero no solucionamos las cosas con tal comportamiento —Atsushi trataba de mantenerse sereno para poder soportar el carácter difícil de Kazuma.

—Es que no entiendo qué quieren de este trabajo —volvió a sentarse apoyando la frente entre sus manos al tiempo que cerraba fuertemente la vista.

—Dime una cosa Kazuma —decidió pronunciar— ¿Cómo festejas la navidad?

— ¿A qué viene esa clase de preguntas ahora Atsushi? —extrañado, alzó la mirada cuestionando al castaño por una pregunta tan extraña.

—Solo responde, por favor —mencionó con tranquilidad recibiendo el asentimiento del rubio.

—Bien. Después del trabajo, me voy a casa, preparo una cena adecuada para una persona, veo alguna película navideña, bebo algunas copas de champagne junto al árbol y cuando son las doce, me voy a dormir —relató con un poco de tranquilidad, la cual había sido producida por tal cuestionamiento.

—Exacto. Esa es tu rutina, ¿no es cierto? —la afirmación de Kazuma había generado un sentimiento de tristeza dentro de su corazón —Estas completamente solo; tu familia se encuentra en Kyoto por lo que no puedes pasar la navidad con ellos. Amigos realmente, solo me tienes a mí, pero mi familia vive en Tokyo así que paso la navidad con ellos —claro, ahora entendía la razón de su mal trabajo en estas fechas. La verdadera razón por la cual no podía realizar trabajos eficientes era que había olvidado lo que significaba Navidad y Año Viejo.

— ¿No te sientes solo Kazuma? —Le cuestionó con aquel apretujón que su corazón recibió al saber de la soledad de su querido amigo— Vives la navidad en soledad. No entiendo cómo pudiste hacer tantos proyectos navideños en estos últimos años cuando se te ha olvidado la magia de estas fechas.

— ¿También vas a darme un discurso? No entiendo qué quieren de mí. Trabajo hasta el cansancio pero siempre fastidian con lo mismo, tanto tú como el jefe y Tatsumi por igual—, le era insoportable que le hablaran de lo mismo, por lo que únicamente atinó a dar vuelta a su silla dando por terminado el tema.

Suspiró con cansancio —Será mejor que me vaya a trabajar. Piénsalo Kazuma. Con permiso —procedió a salir con la tristeza albergada en su mirada.

No obstante, pudo observar la situación que se aproximaba pues la presencia de Daisuke Kenji en las afueras de la oficina no albergaba un buen augurio. Pensó en quedarse pero decidió finalmente en ignorarlo, tal vez, una discusión con aquel pelinegro le vendría bastante bien a su amigo.

Daisuke observó la tensión salir de aquel lugar, seguramente había existido una discusión entre aquellos dos, no obstante, decidió entrar ante la presencia de un Kazuma Kisho abrumado — Disculpe boss —trató de mencionar con naturalidad a pesar de la incomodidad que lo envolvió.

«Lo que me faltaba»— ¿Qué quieres Kenji? —con cansancio haciendo presencia en su voz, se volvió para observar a su, ahora, rival profesional.

—Sé que no le agradó que me hayan elegido para realizar el proyecto —era bastante obvio, pensaba el rubio. Daisuke continuó sin observar el fastidio en la mirada del hombre —no obstante, quisiera que también participara en él —lanzó el punto determinante de la paciencia de Kazuma.

—Te eligieron a ti para esto, Kenji, no cuentes conmigo, tengo mucho trabajo —quería evitarlo, le era imposible, ahora y siempre, trabajar con aquellos que consideraba sus rivales.

—Ya lo sabía, pero usted tiene más experiencia que yo, por favor, bríndeme su asesoría —insistió con ansiedad, no le agradaba el gesto de derrota que observaba en sus compañeros de trabajo, razón por la cual acostumbraba a realizarles la misma petición.

— ¡Te dije que no puedo! —su paciencia finalizó con aquellas palabras, « ¿asesorar a la persona que derrotó todo mi trabajo? No me hagas reír Daisuke », su mirada fiera observaba la reacción del pelinegro, haber si con esas palabras finalmente se borraba de su presencia.

—No lo entiendo. Tampoco es malo perder algunas veces, al contrario, nos ayuda a mejorar —la actitud de Kazuma no le hacía sentir satisfacción por su primer proyecto dentro de la empresa, más bien, le hacía sentir como un perdedor.

— ¿Y tú qué sabes? Parece que no entiendes lo importante que es el trabajo para una persona como yo, así que hazme el favor de hacer tus cosas y dejarme en paz —suficiente tenía con los demás para que ahora viniera también ese pelinegro a darle lecciones de vida.

—Ok. Me retiro, pero tiene que saber que su actitud me ha decepcionado —tenía la necesidad de un refugio y a su mente solo acudió su mejor amigo, Eiji Hikita. Necesitaba desahogar aquellos mortificantes sentimientos que le provocaba Kazuma Kisho.

Observándole salir con la cabeza baja y la mirada contrariada, una contracción en el corazón de Kazuma se hizo presente « Y a ti que puede decepcionarte mi actitud si apenas me acabas de conocer » pensó sacudiendo la cabeza de un lado hacia otro. Lo mejor era salir de aquel lugar para encontrar refugio en su hogar.

 

Tiempo Actual

 

Un mes después, Kazuma había pasado de la frustración a la desesperación total. No solo estaba perdiendo la paciencia, también estaba perdiendo su trabajo día con día, llegaba tarde al trabajo por irse a dormir a altas horas de la noche, no obstante, lo que más le importaba, era que también estaba perdiendo a Atsushi, a su mejor amigo.

— ¿Por qué tuviste que aparecer en mi vida? Daisuke Kenji —susurró en el silencioso espacio de su oficina —No entiendo. ¡Maldición, no comprendo qué quieren de mí! —lanzó toda hoja del escritorio sin comprender, un mes y seguía sin averiguar la razón por la que sus trabajos eran rechazados por los clientes.

En ese instante la puerta fue abierta por Daisuke que alcanzó a escuchar el grito furioso del rubio —Tal vez, solo le haga falta conocer una navidad acompañado de alguien —susurró con tranquilidad. Había atravesado la puerta después de tocar cuatro veces seguidas, por lo que preocupado por la falta de respuesta, decidió obedecer a su falta de educación y entrar a aquella fría oficina.

— ¿Me puedes decir qué haces aquí? —le molestaba que después de aquel infierno que había provocado, se atreviera a buscarlo. Todo el tiempo, desde aquella vez que le conoció, Daisuke Kenji le importunaba con cada oportunidad que se le presentaba.

—Disculpe la interrupción pero quiero ayudarlo a comprender la razón por la que está fallando en estas campañas navideñas —se sentía en la necesidad de ofrecerle su apoyo, después de todo, por su mente pasaba una culpabilidad por los rechazos que recibía tras exponer sus proyectos.

—No necesito la ayuda de nadie y menos la tuya —pronunció con coraje aunque sin llegar a gritarle, aunque la verdad, poco le faltaba para hacerlo.

—Solo respóndame algo, por favor. ¿Ha puesto su árbol de navidad? —con la naturalidad que le caracterizaba, se adentró unos pasos acercándose al escritorio, lugar donde apoyó sus manos manteniendo firme su azulina mirada frente a la opuesta.

« ¿A qué viene su pregunta? » —No, todavía no —le había desconcertado, en un instante, el cambio de tema le resultaba extraño. Observaba a Daisuke moverse con sencillez, preguntar con simplicidad a un rival « ¿qué es lo que quieres de mí, Daisuke Kenji? », pensaba.

— ¿Le apetece acompañarme a comprar el mío? Yo tampoco lo he puesto, quizás le sirve para que consiga el suyo —acotó con una suave sonrisa y una cálida mirada. Daisuke esperaba poder contar con la aceptación del rubio, de manera que pudiera hacerse conocer ante él como una persona diferente a la que sabía, era la percepción Kisho.

Kazuma no hallaba palabras para rechazarlo, su invitación le había dejado la mente en blanco por lo que terminó cediendo ante el pelinegro —De acuerdo, es viernes, podemos ir saliendo del trabajo.

—Muchas gracias, me retiro. Le espero en la entrada —con una sonrisa en los labios envuelta en una alegría que llegaba a lo más profundo de su ser, Daisuke salió de la oficina para continuar con su trabajo.

« ¿Qué fue todo esto? Y a todo, ¿por qué acepté su invitación? ». Pensaba al tiempo que, confundido, revolvía su rubia melena.

 

9

 

A partir de su primer trabajo, los problemas constantes con Kazuma Kisho se habían incrementado, por consecuencia y a pesar de sus buenos proyectos, Daisuke Kenji no sentía bienestar alguno por la forma en que éstas situaciones se estaban ocasionando. Un mes después, fastidiado y con decisión, decidió abrirle los ojos al rubio, y era por eso que ahora se encontraba esperando por él.

Al observarle saliendo, una sonrisa de satisfacción pintó su rostro —Me alegra que no haya escapado —una vez Kazuma estuvo a su lado, comenzó a dirigir sus pasos al estacionamiento escuchando atento.

—No soy esa clase de persona —caminó ignorando la expresión de burla que había puesto, era claro, Daisuke Kenji era igual a su querido amigo Atsushi. La diferencia radicaba en la sencillez con la que el pelinegro se comportaba y en su porte juvenil y deportivo que reflejaba su apariencia física —A todo esto, ¿Cómo vamos a llevarlos? ¿No tienes coche verdad? —entonces las complicaciones de llevar aquellos árboles a adquirir, le obsequiaron una vía de escape, pensamiento que se diluyó tras las palabras del pelinegro.

—Me ha prestado mi amigo el suyo. No hay problema vehicular de por medio —en ese momento, Daisuke agradecía la terquedad de Eiji para que llevara el automóvil con él, puesto que el gesto de esperanza visto en la mirada de su acompañante convirtiéndose rápidamente en una infantil molestia, provocó una sonrisa divertida en sus labios.

—Kenji, no entiendo qué quieres de mí —suspiró rendido ante la inminente salida con Daisuke.

—Solo quiero que me acompañes, solo eso —mencionó cruzando sus brazos tras su cabeza con actitud relajada bajando las escaleras al estacionamiento. Al llegar al auto, sacó las llaves desactivando la alarma en el proceso.

—Puedes ir con mejor compañía. La verdad no tengo ánimos para comprar un árbol este año —se sinceró entrando al interior del vehículo.

—Pero quiero que tú me acompañes —sentenció dando finalmente por terminada la discusión. Solo entonces, en un acogedor silencio, procedió a partir rumbo al centro comercial en búsqueda de dichos árboles.

Kazuma no imaginó pasarlo bien en compañía de su afamado rival laboral, no obstante, la alegría del niño en el interior de Daisuke al escoger los árboles navideños lo hicieron sonreír sinceramente como desde hace tiempo no lo hacía. Del mismo modo, sin dejar pasar el momento, decidieron recorrer los locales en busca de adornos para ellos. Al observarle coger unos u otros objetos, el rubio se contagió de su emotividad, creciendo dentro de él, un sentimiento extraño pero cálido que le hacía sentir a gozo en ese instante.

Subieron los árboles en la parte superior del auto y las bolsas en el portaequipaje. Sonriente, Daisuke se dirigió al hogar del otro.

Había sido una tarde-noche muy agradable con él. En el día a día, Kazuma Kisho era un empleado modelo para cualquiera aunque en el último mes, la terquedad y el mal humor se hubieran apoderado de él, no obstante, con aquella salida, Kazuma había cautivado a un joven y agradable chico. Realmente quería que Kazuma le mostrara su verdadero yo, sentía la necesidad de cuidarlo y amarlo, su corazón le indicaba que era lo correcto.

—Hemos llegado —volteó a mirar al Kisho una vez llegaron a su hogar.

—Vamos Daisuke, tenemos que subir el árbol y las bolsas —saliendo del automóvil, Kazuma se dispuso a recoger su portafolio del interior.

Ambos empezaron a desanudar uno de los pinos una vez que sacaron las bolsas pertenecientes a Kazuma. Daisuke había decidido, ante la terquedad del otro, a llevar el árbol mientras que Kazuma llevaba las bolsas.

—Gracias por este día, necesitaba quitarme este estrés que me ha estado persiguiendo en las últimas semanas —mencionó en la puerta una vez concluido el recorrido.

Sonrió ante el gesto que observó en él, sabía la dificultad que le resultaba agradecer ante una persona que consideraba su rival —para nada, sólo quería que te relajaras para que vieras claramente tu error en esos trabajos fallidos —fueron sus palabras queriendo quitar importancia ante este hecho claramente provocado por él mismo.

Lo observó durante unos instantes, su mirada un poco ansiosa ante esta situación, indicando claramente que era el momento de irse del lugar —me retiro. Nos vemos el lunes —se despidió dirigiendo sus pasos hacia la puerta.

Se iba, finalmente lo dejaba solo después de haber pasado unas horas con su compañía. No obstante, una inquietud le embargó desde lo más profundo de su cuerpo. Observó las bolsas sobre el sillón de piel negro, a un lado, el hermoso árbol navideño que había escogido para él. Solo entonces decidió dejar de lado su terquedad y mostrar, aunque fuera un poco, su agradecimiento hacía él.

—Daisuke. ¿Me ayudas a adornar mi árbol? —lo detuvo una vez el pelinegro tomó la perilla de la puerta. Lo observó ansioso por su respuesta, esperanzado a que se quedara, sin siquiera saberlo.

Abrió su azulina mirada sorprendido, no había esperado que le detuviera, menos que pidiera su ayuda para adornar el pino. Una pequeña luz de esperanza floreció en su ser al tiempo que una sonrisa pintaba en sus labios— claro que sí —se acercó a su lado para empezar a sacar lo necesario para la decoración del lugar y del dichoso árbol.

Pasaron horas, entre risas e indicaciones, tanto de uno como de otro, para poder decorar el departamento. Kazuma sentía la paz que le había faltado desde hace que llegó de Kyoto, la cercanía de Daisuke le era agradable, más la obstinación de su mente, negaba cualquier tipo de sentimiento hacia el chico, su terquedad se sustentaba solo en devolver el favor hecho por el pelinegro a su persona.

—Hemos terminado —observó ameno por el trabajo hecho en su departamento manteniendo las manos recargadas en su cadera.

—Creo que ha llegado la hora de irme, todavía tengo que poner el mío —se volvió hacía Kazuma toda vez que hubo observado el trabajo terminado. Con este ambiente, su inicial impresión ante el departamento del rubio, cambió al sentir la calidez del lugar.

—Si, tienes razón. Disculpa, creo que te he quitado tiempo —sentía la necesidad de disculparse aunque no por ello arrepentido por haberle pedido su ayuda, no obstante, la actitud relajada de su invitado, le hizo sentir más tranquilo.

— No, para nada. Ha sido un placer estar contigo el día de hoy —respondió al instante de ver el arrepentimiento impregnado en su mirada. Sonrió para hacerlo sentir más tranquilo pero, lo que realmente quería, era quedarse un poco más a su lado —por cierto, se me olvidaba. ¿Aceptarías una invitación para comer conmigo mañana?

—No abuses de mí Daisuke Kenji —arremetió con una bailante sonrisa en su rostro, alegre por la invitación —Claro que sí, acepto —vencido por la mirada del pelinegro, un niño en cuerpo de un joven bastante atractivo.

—Nos vemos mañana a las tres, vengo a buscarte. Buenas noches —se despidió contento por un nuevo triunfo ante el terco Kazuma Kisho que escondía al verdadero yo del rubio.

Lo observó salir con gracia plagada en su cuerpo, el pelinegro lograba sacar a una persona totalmente desconocida para él. Hacía bastante tiempo, desde que llegó a Tokio, que no sentía la necesidad de tener a una persona, no como tenía a Atsushi que era su mejor amigo, sino a alguien que supiera comprenderlo sin necesidad de hacer las tonterías que hacía el castaño para poder llamar su atención.

«Eres un misterio para mi, Daisuke Kenji», pensó para finalmente irse a recostar después de una laboriosa y complicada semana laboral.

 

10

 

La puerta sonando era la clara señal que había llegado, terminó de subir el cierre del azulado pantalón, se enfundó en la chaqueta negra ocultando en el proceso, aquella camisa blanca de mangas largas y cuello de tortuga. Checando por última vez su aspecto, tomó su celular y cartera guardándolas en las bolsas de la chaqueta.

—Buenas tardes —mencionó al abrir la puerta y observar al pelinegro. Solo lo había visto en una ocasión con ropa de calle y se encontraba borracho por lo que ahora, analizando a Daisuke, el rubio observó el gran cuerpo atlético del pelinegro enfundado en ropa casual. No podía mentir en esa ocasión y por primera ocasión en semanas, su mente y su corazón estuvieron de acuerdo, Kenji se veía guapo vestido de esa manera— ¿Nos vamos? —despertó de su ensoñación para observar la pervertida mirada del otro.

—Te ves guapo con ropa casual —acotó Daisuke recorriendo con su mirada el cuerpo entero de su acompañante. La primera vez que le vio en ese club, había sido con el traje, como siempre, pero en esta ocasión, podía observar perfectamente las curvas que poseía el rubio, un hombre que bien podría pasar por modelo.

—Deja de decir boberías, me veo igual que siempre —salió del departamento empujando en su camino a Daisuke que simplemente sonrió ante la huída de Kazuma.

—Como digas —levantó ambas manos en señal de rendición aunque esa acción no cambiara sus palabras, el rubio tenía un cuerpo hermoso y sexy.

Llegaron a un discreto y hogareño restaurante, lugar donde se acomodaron en una mesa de dos personas pegada a un gran ventanal que daba la vista a la circulación. Al llegar, el mesero les ofreció el menú y dos vasos de agua en cada lugar. Una vez pedido su orden, empezaron una plática de conocimiento, sus gustos y actividades fuera de la empresa.

Entre sus preguntas, Kazuma tenía una gran duda instalada en su mente —Dime Daisuke, ¿cómo es que estudiaste esta carrera? —preguntó lleno de curiosidad tanto en sus palabras como en su mirada.

— ¿Quieres saber qué me motivó para llegar aquí? —observó la afirmación del otro sintiéndose en la necesidad de comentarle que anteriormente lo había conocido más no pudo saber su nombre hasta apenas un mes —Antes de comenzar la carrera, todavía no tenía en mente mi vocación por lo que visité la universidad de Tokyo. Ese día había una conferencia de proyectos de la carrera con los próximos graduados por lo que decidí entrar a observar tras la invitación del asesor vocacional. Mencionó que probablemente viendo las exposiciones podría motivarme —guardó silencio una vez probado un bocado del platillo que había pedido.

Observarle atento a sus palabras, era increíble, suponía que el interés del rubio se debía a la rivalidad que recientemente habían adquirido dentro de la empresa, más no por este motivo dejó su historia —No se equivocó. Fue ese día, en una de las exposiciones donde me cautivó la exposición, la manera de desenvolverse y el proyecto presentado. Después de dos años de indecisión, pude encontrar mi vocación. Esa persona, la que admiré desde ese momento, fuiste tú, Kazuma Kisho — mencionado esto, se puso a observar la reacción de su acompañante.

—Si ya me conocías desde antes, ¿Por qué no me dijiste nada? —cuestionó sorprendido y molesto a la vez. No entendía, lo conocía desde hacía tres años y no pudo advertirle sobre esta situación desde el primer día en que se conocieron.

—Has cambiado, a eso se debe que no te reconociera físicamente ese día en el club o cuando te llevé a casa en las dos ocasiones, solo me acordé de ti por haberte llevado en tan mal estado, pero después de pensarlo mucho durante la noche, recordé que fuiste la persona que admiré tanto desde ese momento —. Se sinceró, la situación de encontrarlo y no sentir el apoyo de su jefe y de la persona que más admiraba en cuestión laboral, le provocó sentimientos encontrados.

—No sabía que me admirabas tanto, pero Daisuke —se interrumpió, no encontraba las palabras para decirle que reconocía su talento y por eso mismo su enfado en que le ganara aquellos proyectos tan importantes — Tienes mucha capacidad, ahora entiendo tu ficha de trabajo. Pones gran empeño en cada cosa que haces, por esa razón terminaste la carrera en dos años —sonrió tratando de animar aquel rostro entristecido —Disculpa mi mal comportamiento —se rindió ante él, no había otra manera de solucionar el gran error cometido hasta ahora, Daisuke nunca quiso derrotarlo, solo buscaba en él, un apremio a su esfuerzo y porque no, un amigo en el cual confiar.

Sonrió al escuchar sus palabras, no esperaba escuchar una disculpa de su parte pero el saber que podría solucionar todo, le ponía muy contento —No te preocupes, eso quedó en el pasado. Comenzaremos de nuevo —fueron sus palabras.

Ambos sonrieron, era momento de cambiar las situaciones presentadas hasta el momento. Escribir una nueva historia, una en la que aquella rivalidad que sentía Kazuma, se hiciera a un lado para poder iniciar una amistad entre los dos.

 

Diciembre 20

 

Había llegado temprano ese día, parecía que la presión en su interior se había esfumado toda vez que conoció profundamente a Daisuke Kenji. Después de convivir con él durante esas dos semanas, la liberación y la tensión por la llegada del pelinegro se habían esfumado por completo. El chico era alguien especial, tenía que admitirlo, durante las salidas que habían realizado, había reído, disfrutado como nunca.

—Puedo notar que tuviste un excelente fin de semana —escuchó una vez abrieron la puerta. Claro, tenía que ser el castaño que tanto lo había molestado esas semanas por su buen humor.

—Buenos días a ti también Atsushi —ignoró aquel comentario que venía haciéndose un saludo acostumbrado en él. Se encontraba realizando unos apuntes sobre el proyecto que debía presentar cuando Atsushi recargó todo su cuerpo en el escritorio.

—Vamos amigo, cuenta tus aventuras. ¿Qué libro encontraste que te puso con ese buen humor? —mencionó con maldad. Últimamente se encontraba feliz, sabía de sus constantes salidas porque, o no contestaba a sus llamadas o rechazaba sus invitaciones. Suponía que debía de ser con Kenji pues ahora los miraba salir juntos de la oficina. Aunque cabía la posibilidad que él mismo no se diera cuenta de lo brillante que se veía cuando se encontraba cerca del pelinegro.

— Con permiso. Jefe, necesito hablar con usted— Atsushi volteó al escuchar la voz de Daisuke al tiempo que observaba la reacción de su amigo. Sonrió al observarlo, su mirada brillaba una vez entró, era claro, Kazuma no estaba enterado de sus sentimientos por el chico.

Al momento de escuchar su voz, su reacción fue levantar la cabeza para darle la bienvenida con una inclinación desde su asiento —Déjanos solos Atsushi —mencionó sin despegar la vista de Daisuke, trató de ser discreto ante la presencia del castaño pues no estaba enterado de su amistad con el pelinegro.

—Nos vemos en la comida Kazuma —salió tratando de dar privacidad, no obstante, cuestionaría en la comida a Kazuma Kisho para saber qué tipo de relación llevaban en ese momento. Aunque en el fondo, Atsushi se sentía algo abandonado pues Daisuke le había quitado la atención de su amigo desde su llegada.

A Daisuke no le agradó la mirada que le había obsequiado Atsushi. Parecía como advertirle sobre su protección sobre el rubio, aunque sentía algo de lógica, parecían hermanos pues uno siempre sobreprotegía al otro. No le dio más importancia a ese hecho y tomó asiento en una de aquellas cómodas sillas reclinables de Kazuma — Parece que mi invitación acaba de irse — sonrió hacia un rubio atento a sus acciones.

— ¿Tenías planeado ir a comer conmigo? —, Comentó con gracia y un ligero toque de burla al tiempo que observaba la rápida afirmación de Kenji— Eres caso perdido Daisuke —prosiguió con su trabajo, estaba seguro que de no terminar en ese momento, tendría que quedarse sin alimentos por esa tarde.

—Me preocupo por mis intereses, solamente eso —minimizando el comentario, Daisuke se reclinó para observar las ideas que Kazuma apuntaba en su acostumbrada liberta de anotaciones.

—No creo que te convenga tener interés por mí — continuó escribiendo sus notas  sintiendo la calidez y tranquilidad que le embargaba cada vez que le tenía cerca durante ese corto tiempo de amistad, porque para él, Daisuke Kenji era un amigo como Atsushi.

—Pero no se diluirá de un momento a otro, ¿Vas a acompañarme a cenar? —acotó Daisuke acercando su rostro con la lentitud de un gato en busca de su presa.

— Que insistente eres —reaccionó Kazuma con un movimiento un poco brusco de su cabeza pues era la primera vez que le veía acercarse de esa manera a su persona — Ok, voy contigo, pero aléjate de mí — mencionó volteando el rostro con vergüenza reflejada en su rostro sonrojado.

Sonrió ante su acción mordiendo su labio inferior — Nos vemos en la noche — susurró en su oído provocando un escalofrío imperceptible en el rubio que observó la retirada de un Daisuke alegre.

 

Diciembre 23

 

La Nochebuena y navidad se efectuarían al día siguiente, más Kazuma Kisho seguía dedicado a sus proyectos sin tomar importancia de la fecha. Ese día, en compañía de Daisuke, se encontraba trabajando en una sala de conferencias dando por terminada una exposición para la próxima campaña del siguiente año.

—Se aproxima Nochebuena Kazuma, ¿Dónde piensas pasar las festividades? —juntaba las hojas metiéndolas en una carpeta.

—En mi casa, como cada año desde que estoy en Tokio —mencionó Kazuma cogiendo sus pertenencias para dirigirse a su oficina. No obstante, el caer de una carpeta le hizo voltear.

— ¿Piensas pasar las festividades a solas? —Daisuke se hallaba sorprendido y al mismo tiempo desconcertado por el comunicado de rubio y su muda afirmación a su pregunta —No puedo creer que después de todo el tiempo que hemos convivido estos últimos días todavía pienses de esa forma —cuestionó observando a Kazuma recoger aquello que había resbalado de sus manos.

— Tienes a tus amigos y a tu familia viviendo en esta ciudad —se interrumpió pensando que lo mejor era terminar con toda este discurso — ¿Sabes qué? Mejor déjame hacer mi vida en paz y dedícate a lo tuyo, he tenido paciencia pero simplemente no puedo contigo, eres igual a Atsushi, metiéndose con mis acciones cada vez que quieren —mencionó al momento de dejar la carpeta sobre la mesa. Frunció el entrecejo sintiendo que toda esta situación no iba a terminar nunca, Atsushi le había preguntado lo mismo en la mañana y ahora venía Daisuke con el tema.

—Tu problema es que tienes miedo de mostrar tus sentimientos a los demás —era suficiente tener que soportar aquellos constantes rechazos hacía su persona pero más que nada, el rechazo que Kazuma realizaba contra su familia, alejándoles de él.

— ¿Y qué si lo hago? —encaró con dureza tanto en su voz como en su mirada. Una frialdad que erizó el corazón del pelinegro.

—Eres incapaz de observar la preocupación que provocas a aquellas personas que nos importas — Daisuke entristeció al saber que no cambiaría de opinión, es que no entendía aquella terquedad que se hacía presente en él. Su corazón dolía mientras que su vista empezaba a escocer ─No te vamos a dejar, nunca lo haríamos —su voz empezaba a mostrar los rasgos de su tristeza ante aquella discusión.

—Por favor, déjame solo —se volteó recargando sus manos dejando la cabeza inclinada, sus rebeldes cabellos ocultó su mirada apretada.

—Kazuma —murmuró con la voz quebrada y finalmente, lágrimas que rodando sobre sus sonrojadas mejillas.

— ¡Lárgate ya! —gritó con furia.

—Está bien, pero el 24 solo podrás recordar una sola cosa y entonces comprenderás lo que hemos tratado de decirte —sentenció cerrando la puerta tras su salida llevando consigo una decepción que no pudo evitar arrastrar.

— Qué… —no alcanzó a decir nada, Daisuke se había ido, una vez más, Atsushi y ahora él, volvía a estar solo, como siempre lo había estado, « ¡Estúpido Daisuke! », golpeó con sus puños la mesa queriendo sacar de esta forma, la sensación de impotencia y soledad de su corazón.

 

Diciembre 24

 

El despertador llevaba sonando más de una hora sin resultado alguno, su mano había golpeado infinidad de ocasiones el objeto hasta que terminó destrozado en el lado contrario de la cama.

Entreabrió su vista con molestia, ese día quería pasarla enredado en la suavidad de sus mantas, no obstante, la luz del día, aquella que se colaba entre las cortinas, no estaba de acuerdo con su idea.

Con pesadez deslizó su cuerpo fuera de la cama, su mano revolvió aún más su rubia melena mientras que la otra se dedicaba a tallar sus ojos. Protestando, se dirigió al baño llevando consigo su toalla.

Abrió el grifo de agua caliente para después deshacerse de los bóxers que traía y entonces cubrir su cuerpo con aquel líquido vital. Enjabonado cabello y cuerpo, procedió a quitarse los restos de espuma. Terminado su baño, vistió su cuerpo con un pantalón casual negro, enfundó su torso con una camisa blanca y sus pies con unas zapatillas negras.

Solo entonces se dio cuenta de la soledad que habitaba en el lugar. Observó su alrededor, cada parte de su hogar adornado con los objetos que había comprado y colocado con ayuda de Daisuke. Aún así, se encontraba solo, sin nadie que viera aquella decoración.

Sacudiendo la cabeza ante los pensamientos traicioneros que llegaban, el resto del día comenzó a mover muebles de la sala, la habitación, la oficina, el comedor. No obstante, la soledad y la tristeza empezaron a cubrir su corazón apoderándose de un dolor interior que ocupó a su mente con las constantes salidas que había tenido con Daisuke.

El escalofrío se ocupó de que su cuerpo resintiera la misma soledad que había vivido el primer año que había vivido cuando llegó de Kyoto. Las constantes llamadas a su familia en navidad, en año nuevo. La alegría que no pudo compartir cuando se graduó de la universidad. Todo aquello que le otorgaba intranquilidad y le evitaba la paz que había estado teniendo desde hace tiempo sin recordar aquellos momentos vividos.

Deslizando su cuerpo en su sillón, encogió sus piernas para abrazarlas con fuerza. Observaba el gran ventanal a lado, la oscuridad del cielo y las personas corriendo para poder llegar a su destino y convivir un día tan especial con sus seres queridos.

Empezó a llorar, lo quería a su lado, le necesitaba junto a él. Nunca pensó sentir algo tan fuerte por una persona como lo hacía con Daisuke Kenji, más aquello se fue dando, primero al conocerle en aquel club nocturno, la amabilidad de llevarle para evitar que algo le pasase. Segundo, el poder trabajar a su lado y saber el potencial que llevaba dentro, la rivalidad había nacido dentro de él, sentimiento que se diluyó cuando se enteró, por sus propios labios, de la admiración hacia su persona.

No pudo evitarlo, rememoró los días de compra, las comidas y las cenas. Sus risas, la perfección de sus labios con aquella alegría que le hacía sentir en paz consigo mismo. No pudo quitar de su mente las lágrimas del día anterior, la tristeza de su rostro. La preocupación en su voz y la decepción al momento de abandonarlo.

—No puedo más, le necesito —gimoteó tomando el teléfono inalámbrico entre sus manos. Sin embargo, al marcar el número celular del pelinegro, la contestadora respondía, señal inequívoca que le estaba negando la comunicación —Dai, por favor, ven conmigo, sabes dónde encontrarme, quiero estar a tu lado, te necesito aquí —estalló, se rindió al llanto y a la soledad de su corazón. Necesitaba su presencia, necesitaba el calor que le brindaba, quería estar junto a Daisuke Kenji.

Las horas pasaron hasta dar las once de la noche, el llanto había provocado un excesivo cansancio dentro de su cuerpo por lo que terminó durmiendo, encogido y con las mejillas humedecidas con el agua salada que caía de sus hinchada mirada.

El timbre sonaba por quinta vez cuando le escuchó, abrió la mirada enrojecida con lentitud queriendo identificar el sonido y cuando lo hizo, se apresuró a llegar a la puerta. Al abrirla le vio, con jeans azules y playera blanca cubierta por su chaqueta oscura. La ardiente sensación de su garganta y de sus grisáceos ojos apareció nuevamente, más la emoción por tenerlo enfrente, observándole con aquella tristeza y alegría conjunta en mirada y labios.

—Dai, por favor perdóname —se abalanzó hacia él en un abrazo necesitado, entre lágrimas y arrepentimiento, enterrándose en su cuello, sintiendo por primera vez, con palabras, lo que sentía por él.

—Tranquilo, ya estoy aquí bebé —emocionado por sus palabras, ese día había estado ocupado con sus primos menores, aquellos traviesos lo habían mantenido ocupado por lo que no escuchó a su abandonado celular. Cuando lo escuchó hace media hora, no pudo evitar la alegría y preocupación que nació en su alma, y corrió, se apresuró a llegar para ahora tenerle entre brazos, lloroso y amoroso.

Caminaron al interior del departamento llegando al sillón, lugar donde pudo sentarse con dificultad con el rubio entre sus piernas. Kazuma no paraba de llorar y para tranquilizarle, hizo lo único que se le vino a la mente. Tomó su cabeza entre manos, separándolo un poco, le observó con los ojos cerrados, con aquellas lágrimas y no aguantó, tomó sus temblorosos labios entre los suyos sintiendo la textura suave de ellos y el permiso concedido para adentrarse en aquella cavidad.

La sensación que recorrió a su cuerpo era indescriptible, Daisuke le besaba con amor, con ternura y sobre todo, con precaución y cuidado. Alegre, decidió finalmente enredar sus brazos en aquel largo cuello intensificando aquella acción.

Le sentía, se estaba entregando, cedía ante él, le provocaba al sentarse entre sus piernas. Le apretó contra su torso, el deseo crecía en el ambiente, lo sentía. Introduciendo las manos en la ropa de Kazuma, le abandonó para poder continuar con su cuello.

 Le recostó sobre el sillón, al lado del árbol navideño que alegre prendía las luces entre la oscuridad que había cubierto el día entero al departamento. Le desabotonó las prendas dejando su torso al descubierto, aquel hombre era como un modelo, delgado y estético. Al sacarle la ropa pudo comprobar las bien formadas piernas, su plano vientre, su erección.

 —Eres hermoso Kazuma —susurró al oído de un estremecido y mudo Kisho. Le sintió recorrerle, enredar su lengua en sus rosados y erectos pezones, la succión a éstos, sus manos sobre sus encogidas piernas. El temblor de su cuerpo pero la tranquilidad de su alma al sentir a su amor cerca, porque finalmente entendió que amaba a ese hombre.

Los gemidos de Kazuma le animaban a seguir, a bajar a su vientre, a saborear aquel miembro que pedía atención. Le envolvió con precaución, solo la punta en un principio. Le recorrió con la lengua de la base a la cabeza de su erección, mientras que sus manos endurecían todavía más sus pezones. Igualmente le sentía, sus manos enredadas en sus cabellos, el sonido de su voz pidiendo más, su cuerpo retorciéndose entre sus brazos.

Toda acción paró haciéndole entreabrir la mirada cristalizada por la pasión y el deseo, observó cómo, poco a poco, empezó a descubrir su perfecto torso, su vientre plano y atlético al igual que sus largas piernas, su piel sudorosa igual que la suya. Sonrió ante lo que venía, lo sabía perfectamente por lo que simplemente asintió.

Le introdujo un dedo una vez lo ensalivó, sintió las paredes de su recto encogerse y su cuerpo retorcerse. Se mantuvo así durante unos minutos, moviéndolo con cuidado. Solo cuando le sintió disfrutar, introdujo un segundo dedo, abriéndolos y bombeando.

Cuando le creyó preparado y le escuchó gemir fuertemente, sacó ambos dedos para poder penetrarlo, lento y cuidadoso. Le besó con amor, haciéndole sentir sus sentimientos al momento de introducirse en él, lento y cuidadoso, como siempre lo había sido con él.

—Te amo Kazuma —susurró al momento de estar completamente dentro.

Con los ojos cerrados, Kazuma escuchó aquella oración y sonrió. Necesitaba sentirle entregado por lo que moviendo las caderas, inició un baile de amor, unidos y compenetrados, ambos cuerpos se llenaron entre sí. El roce de su piel, sus brazos enredados y sus piernas envolviendo la cadera del otro. El placer llevó al límite a sus almas, sus corazones acelerados y el sonido de sus voces realizando una música de amor ese 24 y 25 de diciembre.

Cansados, con la luz del árbol navideño resplandeciendo sobre sus cuerpos, cayeron exhaustos, la respiración acelerada y un abrazo que demostraba que no dejaría a escapar Daisuke de ahora en adelante.

—Gracias, por ti comprendí que había olvidado algo muy importante —se sinceró acomodándose entre los brazos de Daisuke.

— ¿Qué es lo que habías olvidado? —susurró sonriente, apretando ese hermoso cuerpo que se acomodaba contra él para evitar el frío y su ausencia.

—Amar a alguien, querer estar en navidad con la persona más importante para mí y ahora la tengo a mi lado —finalmente entendió a Atsushi, a su familia que constantemente le había dicho años atrás sobre la importancia de ese día, a Daisuke que persistente le hizo sentir la magia del amor.

—Desde que volví a verte, te volviste lo más importante en mi vida. No te dejaré ir, te volviste mi mundo Kazuma, quiero que seamos siempre tú y yo, eres lo único que necesitaré en este mundo —le besó, con amor, con esperanza al que el día de mañana le tendría con él, feliz porque a partir de ese día le vería dormir y despertar con una sonrisa en sus delgados labios.

—Te amo Daisuke, Feliz Navidad —susurró adormilado, el sueño le vencía pero pudo pronunciar aquellas palabras que su mente retenía. Ese día se convertiría en el más especial de su vida, porque en el día de navidad, el amor finalmente había cubierto su corazón.

 

 

 

Fin

Notas finales:

Espero que les gustara, espero sus comentarios y les sigo pidiendo paciencia con Almas Silenciosas, esta en espera de inspiracion con los capitulos 10 y 11. =( Pero espero que pronto los pueda subir con el 9 incluido.

 

Por lo tanto, espero sus comentarios con respecto a Make Love


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