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Nuestra Pequeña Rutina por lakyday

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Notas del fanfic:

 El fanfic es de mi autoría, sin embargo, ni los personajes ni la historia original me pertenecen. Tantei Gakuen Q pertenece a Amagi Seimaru y Satou Fumija.

Yo me baso en las historias y personalidades de los personajes para crear otra opción, ofreciendo una historia yaoi sin ganancia alguna, puesto que lo hago sólo por diversión.

Espero los lectores tabién lo disfruten :) ah! la advertencia dice Lemon, y lo habrá conforme sea la ocasión 9.9

detalle, cuando pongo "n/a:" me refiero a notas del autor/a, o sea, comentarios mío que me son inevitables agregar -,-

Notas del capitulo:

Aqui empieza la historia :) El capitulo lleva ese nombre porque es inevitable caer cuesta abajo cuando se esta en el punto preciso y eso es lo que les pasará a los chicos, caerán en la cuenta de que sus sentimientos son más que una amistad.

Esta es el primer fafic que hago de esta pareja. Me gusta mucho el manga de tantei gakuen q y a esta pareja le tengo especial cariño nwn porque Ryu es tan lindo y Kyu es tan infantil

 

Sin más que agregar sólo pido que me den una oportunidad y lean, aqui está el capitulo:

Capítulo 1: “Cayendo cuesta abajo”.

 

La señora Renjou subía las escaleras, con una sonrisa, rumbo al cuarto de su hijo para avisar a Kyu y a Ryu que la cena estaba lista. Los chicos venían recién llegando de la DDS, era ya noche y debían de estar hambrientos. Frente a la puerta de la habitación levantó su mano derecha a la vez que la empuñaba para tocar, pero escuchó algo que hizo que su puño se detuviera a medio camino.

 

-Ryu, quiero que lo hagamos...

-¿estás seguro, Kyu?

-sip.

 

La sonrisa que llevaba la mujer se había desvanecido.

 

-¿de verdad?

-ahá.

-debo advertirte que dolerá un poco al principio.

- no importa, estoy preparado.

 

No, no, seguro no era lo que imaginaba je-je nnU -pensó la madre del detective.

 

-bien, aquí voy.

-¡ah, Ryu! –se oyó un gemido.

 

La puerta se abrió de golpe, haciendo ruido al chocar contra la pared y dejando ver a un chico, de pelo negro con visos verdes, sentado en el borde de la cama y otro, de cabello azulino, arrodillado en el suelo frente a él, con un algodón empapado en la mano derecha y un botiquín a su lado. Ambos quitaron la vista de la rodilla del dueño de la habitación, para depositarla interrogante en la mujer al otro lado de la puerta, cuya expresión varió de perturbada a absoluta sorpresa.

 

-¿pasa algo, mamá? –preguntó extrañado el chico.

 

La interpelada soltó unas cuantas carcajadas para luego recomponerse y contestar:

-no, nada, nada. Sólo vengo a decirles que la cena está lista... ¿Hijo, qué te pasó? –preguntó preocupada al notar el raspón que el joven tenía en una de sus rodillas.

- ¿ah? ¿ésto? Cuando venía hacia aquí me tropecé y caí. Le pedí a Ryu que me curara.

-ah... está bien. No demoren en bajar.

 

Dicho esto se dio media vuelta, cerró la puerta, y volvió a la cocina riéndose de sí misma y de sus malos pensamientos.

 

- ¿qué le pasaría a tu madre, Kyu? Por la forma en que abrió la puerta y la expresión perturbada que tenía, pareciese que pensaba encontrar algo inusual aquí dentro.

- sí, a mí me dio la misma impresión. Haber...-fijó la vista en el suelo, se cruzó de brazos y entornó los ojos en clara señal de que estaba pensando, pues llevado por su instinto detectivesco trataba de descubrir la razón del extraño comportamiento de su madre- dado que vino hasta aquí para decirnos que la cena está lista, su reacción fue provocada por algo posterior a subir las escaleras y anterior a entrar en mi habitación... mmm ¿habrá sido algo que oyó?

 

Los dos se pusieron a pensar en la conversación que habían tenido. Entonces un rubor comenzó a teñir las mejillas de ambos al encontrar la respuesta.

 

-¿habrá pensado que nosotros...?

- no, no lo creo –le interrumpió bruscamente el chico peliazul, no porque en realidad pensara que su amigo estaba equivocado, sino porque no quería escuchar algo tan vergonzoso saliendo de sus labios.

 

 Luego Ryu continuó con su tarea de curandero, serio como siempre.

 

- ¿kyu?

- dime.

-¿por qué no le dijiste a tu madre lo que en verdad pasó?

- no lo sé- rió nervioso.

 

 

................................ Raconto .........................

 

Los cinco integrantes de la sección Q caminaban por el pasillo de la vieja mansión, luego de finalizar la jornada. Kinta molestaba a kazuma y sus flácidos músculos, Ryu iba absorto en sus pensamientos, Kyu  picaba al mayor diciendo que el pequeño era sólo un niño de primaria, los viejos se preocupaban de esas cosas, mientras Megu trataba de armarse de valor para llamar su atención.

-kyu-kun –llamó la pelirrosa haciendo que el de mirada dorada se fijara en ella- ¿puedo hablarte un minuto?

-claro, Megu-chan.

Ambos se separaron del resto y entraron a uno de los salones.

- ¿ocurre algo malo? –preguntó ante la expresión cohibida de su compañera.

-no, nada malo, yo sólo... quería decirte algo.

-adelante, te escucho –le animó con una sonrisa al ver cuán ruborizada estaba la chica.

-bueno yo... digo tú...

Era adorable la expresión de su cuerpo en conjunto. Sus mejillas rosadas, haciendo juego con su cabello, su mirada escurridiza y su voz temblorosa, la hacían ver totalmente tierna.

- quiero decirte que tú... me... gustas.

Aquella confesión dejó al chico de pelo verde sin palabras. Le tomó por sorpresa, pues había notado y pensado que Megu más bien gustaba de Ryu. Al parecer se había equivocado.

- eso... es todo –concluyó la adolescente al no obtener respuesta- entonces... adiós.

Salió corriendo avergonzada y  con los ojos llorosos al no recibir respuesta alguna de Kyu. Entonces éste, al reaccionar y decidir por fin qué decir, fue tras ella. La divisó en el bosque, fuera de la mansión y apresuró su carrera para alcanzarla, sin embargo, iba tan preocupado de no perderla de vista que tropezó con una raíz en el camino y cayó al suelo. La pelirrosa, al escuchar tras de sí un gemido lastimero, se detuvo y fue a ver cómo estaba.

- ¿estás bien, kyu-kun?

- sí, no te preocupes –dijo con una sonrisa, poniéndose de pie, ahora era otro asunto el más importante- Megu-chan, no me dejaste responder a lo que me dijiste.

- n-no es necesario, yo sólo quería que lo supieras...

- y yo quiero que sepas que tú también me gustas.

La chica abrió sus ojos en señal de sorpresa y se ruborizó aún más. El de ojos dorados tomó una de las manos de la chica con las suyas y prosiguió:

- Megu ¿quieres ser mi novia?

- ¡kyu-kun!- exclamó sorprendida.

- ¿qué me dices?

-claro que sí –respondió abalanzándose sobre él para abrazarlo.

Cuando deshicieron el abrazo, Kyu la tomó por la cintura y ella cruzó sus brazos por detrás del cuello del joven, entonces fueron acercando sus rostros hasta juntar sus labios. El beso fue tímido, dulce y cálido, propio de un romance de adolescencia.

Una vez fuera de la academia, el celular de la pelirrosa sonó dentro de su mochila y ella soltó la mano de Kyu para cogerlo y contestar. Luego de colgar se disculpó con su reciente novio, pues debía ir a la universidad de su hermana a ayudarla con algunos libros que debía llevar a la casa. En seguida, una vez habiéndose despedido, el chico se reunió con Ryu que lo estaba esperando para ir a casa y en el camino le contó lo que había sucedido.

 ................................Fin del Raconto.........................

 

La deliciosa cena transcurrió como siempre. Kyu y su madre hablando de muchas cosas sin mayor conexión la una con la otra, mientras Ryu los escuchaba internamente maravillado por la fluidez y carisma con que su amigo se expresaba, cosa que él no lograba y que además nunca había presenciado en su solitaria existencia. Sin embargo, el de ojos dorados no mencionó nada sobre su reciente noviazgo, cosa que llamó la atención del peliazul, quien sabía la confianza que madre e hijo se depositaban.

Al concluir la cena, Ryu tomó los platos de la mesa y los llevó a la cocina donde estaba la señora Renjou, quien al verlo se los quitó de inmediato diciendo:

- muchas gracias, Ryu-kun, pero no te molestes. Yo retiro todo. Eres un amor de chico ¿sabes?

 

Mientras le decía lo último, la mujer le puso su mano en la mejilla y la acarició, luego siguió en lo suyo como si nada. El de mirada gris sólo se quedó ahí plantado ante el gesto, totalmente expuesto, hasta que Kyu, al verlo, se le acercó por detrás y le susurró en broma:

-vaya, Ryu, cualquiera que viera tu cara diría que estás enamorado de mi madre –luego puso una sonrisa inocente.

 

Ryu lo miró con el ceño fruncido y subió a la habitación.

Después de haber preparado las cosas para el día siguiente, haber tomado una ducha (por separado eso sí ¬w¬) y ponerse el pijama, los dos estaban acostados, Kyu en su cama y Ryu en el futón, con la habitación en penumbras. El aspirante a detective se daba vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, entonces decidió resolver el problema que le mantenía despierto.

 

- Ryu –susurró acercándose al borde del mueble para verlo hacia abajo.

- ¿qué pasa? –le respondió el otro chico, también en voz baja, divisándolo apenas en la semioscuridad.

- lo siento. Perdón. No estés enojado conmigo.

 

Continuaron hablando en susurros.

 

- ¿de qué hablas?   

- es que... apenas has hablado desde que terminamos de cenar y bueno... yo pensé que te habías molestado por la broma que hice...

- descuida, no estoy molesto.

- ¿entonces?

- es... otro asunto el que me tiene pensando.

- ¿qué es?

Silencio.

- ¿qué pasa por tu cabeza, Ryu?

- no sé si pueda hablar sobre eso-dijo con una voz apagada que preocupó a su compañero.

- sabes que puedes confiar en mí... anda, puedes decírmelo... -no quería ser odioso, pero le importaba mucho todo lo que pasara con su amigo.

Silencio.

- de verdad... me interesa saberlo, Ryu.

 

Esta apelación provocó que el peliazul se animara a hablar, pues le agradaba tener a alguien a  quien sus asuntos le importasen de verdad.

 

- lo que pasa es que... –kyu ponía toda su atención en él, mientras trataba de verlo en la semioscuridad- he estado pensando en mi infancia... y... no recuerdo, o más bien no existió, situación en la que... alguien haya... tenido un gesto como el de tu madre... hacia mí... por eso... me sorprendí.

- ¿quieres decir que nunca te han acariciado? ¿ni siquiera cuando pequeño?

- ... ... ... no...

 

Lo que Ryu acababa de decir era impresionante y muy triste. Le era difícil entender cómo nunca su amigo había recibido gestos de cariño en su vida, era algo impensable, increíble, horrible. Ryu Amakusa, el chico más inteligente y más atractivo que había conocido jamás, de quien su familia debiera estar orgullosa y por quien cualquier persona caería locamente enamorada, nunca había recibido cariño.

 

- ¿nunca… jamás?

- no... mis padres murieron cuando yo era un bebé y mi abuelo obtuvo mi custodia, pero debido a su trabajo no lo veo casi nunca, así que siempre he estado en cuidado de personas extrañas. Además... siempre me han tratado como una persona diferente, no me dejaban tener amigos y limitaban mi contacto con las personas al mínimo, en efecto, siempre he tenido profesores particulares, así que la DDS es la primera escuela a la que asisto.

Silencio.

- es patético que me impacte algo así ¿no? -dijo refiriéndose a la caricia que había recibido.

- ¡claro que no! No es tu culpa haber sido criado de esa forma tan severa.

 

El azulino sonrió de medio lado.

 

- gracias por escucharme... buenas noches, amigo.

- un momento...-se detuvo, lo que iba a decir era extraño y quizás Ryu no lo tomara bien, pero tenía que intentarlo- Ryu, yo... ¿puedo yo... hacerte cariño?

Silencio.

 

En esos segundos en que su amigo no contestó, rezó para que no se molestara. Su petición era un poco descabellada, sin embargo, luego de escuchar todo lo que le dijo, sentía la necesidad de demostrarle al chico de ojos grises su cariño, de llenar ese vacío en su vida, de hacerle entender que él no era la causa de tanta indiferencia sino la víctima. Y más allá de eso, el pensar que sería la primera persona que tendría la dicha de acariciar a tan bello ser, le llenaba de emoción y le daba el valor suficiente de arriesgarse proponerlo.

 

- bueno...-murmuró de forma casi inaudible.

 

Kyu sintió un calor en las mejillas y sonrió en la penumbra. Luego bajó de su cama y se sentó, con las piernas cruzadas, en el futón al costado de las piernas de su amigo, pero quedando de frente. Por su parte, el peliazul se incorporó de forma que también quedó sentado en el futón. Era una situación un tanto incómoda y extraña, sin embargo, eso no les impidió detenerse, pues cada uno sentía que algo poderoso  tiraba de ellos, potenciándose con el inconsciente deseo  que albergaban de tocar la cálida piel del otro.

Una vez el joven de la mirada dorada se hubo armado de valor, levanto su mano derecha y la dirigió al rostro en penumbras de su compañero, que aguardaba en silencio. En el mismo instante en que el moreno tocó con la yema de sus dedos la piel de su amigo, ambas respiraciones se congelaron y ambos corazones se desbocaron, latiendo como si estuvieran en una carrera. El chico de visos verdes  comenzó su tarea y alargó más su extremidad para tomar por la mejilla el rostro del peliazul, haciendo contacto con toda su palma y con lo cual un calor empezó a invadir sus jóvenes cuerpos. En seguida repitió el gesto con la otra mano para luego removerlas, provocando un roce en la piel de Amakusa. Después inició un recorrido por la fisonomía de su compañero, delineando sus facciones con la yema de sus dedos, recorriendo su frente, sus cejas, su nariz, sus mejillas, su mentón y estuvo tentado a hacer lo mismo con sus labios, pero un violento escalofrío lo recorrió de tan solo imaginarlo, por lo que decidió dejarlos de lado ante la extraña sensación.

Un débil suspiro se escuchó en la habitación cuando aquellas manos descendieron hasta el cuello, quedando apoyadas finalmente en los hombros. Esas manos detenidas les permitieron a ambos volver a percibir su entorno y escucharon como sus respiraciones se habían vuelto lentas y acompasadas. De pronto, un susurro removió delicadamente el silencio:

 

-Kyu...

-¿mmh?

- ... ¿p-puedo...?

 

La voz insegura de Ryu fue cortada por su amigo, quien tomó con las suyas las manos del peliazul y las llevó a su rostro. Entonces el príncipe de meiosei  repitió cada uno de los gestos que el chico de visos hubiera tenido con él, mientras éste último aceptaba complacido las caricias. Al final, Ryu inesperadamente abrazó al otro chico y le susurró un “gracias”, a lo cual Kyu se manifestó respondiendo el abrazo y apoyando su frente en el hombro de su compañero.

Notas finales:

continuará...

 

espero haber usado bien los sufijos de los nombres :s

¿Y? ¿QUE TAL?  COMENTEN, PLEASE, LO AGRADECERÍA MUCHO :D

 


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