That Im nothing for you
Rodo los ojos por enésimas vez. Miento, en realidad ya ni siquiera llevaba la cuenta de cuantas veces había hecho el gesto para no bufar o soltar algún comentario irónico. Las vocecitas chillonas y suspiros profundos retumbaban en sus oídos y gracias a la gran acústica del salón juraría los escuchaba más escandalosos de lo que en realidad eran.
-Creo que es algo muy lindo—comento el chico varios puestos más allá, pero el silencio en el aula era tal que solo con una voz suave como esa se podía alcanzar cada rincón del salón.
Los suspiros volvieron a aparecer y las chicas parecían tener los ojos hechos de corazones cremosos y palpitantes.
Soltó aire de forma pesada alborotando un poco su flequillo. Estaba aburrido y no entendía por qué debía compartir su tiempo libre en el mismo espacio que ese niño. Ya que a pesar de llevarse solo por dos años el pelinegro lo veía como a un niño de primaria –jardín- al cual los cuentos con dragones, princesas y torres tan altas como la luna le alborotaban las hormonas.
Y a las chicas parecía derretirles hasta la piel.
Cerró su libro grueso de golpe y toda la atención de la biblioteca se concentro en él. Las noonas voltearon a verle, al igual que ese niño. Se levanto de la silla impulsándola hacia atrás, sin siquiera dignarse a correrla, creando un chirrido sordo e incomodo entre tanto silencio.
Llamo la atención de todos.
Su flequillo tapaba parte de su ojo y arreglo un poco el cuello de su chaqueta paseando la vista por la vitrina de féminas que quedaron abducidas por su perfecto parecido. Se removió un poco el cabello a modo intencional y tomo el libro pesado con una mano por el lomo. Metió su otra mano al bolsillo del pantalón y dando una última mirada a la mercancía se encamino seguro hacia el mesón.
Su camino entre las mesas le obligo a pasar a un lado de su enemigo.
A tres pasos de él y gracias a su cabello pudo observarle descaradamente y muy de cerca. Solo él notó el cruce de sus miradas y el odio puro que se mimetizaba entre ese contacto de iris. La expresión de ese rostro fino era seria y casi reprochable. Sus ojos parecían querer destruirlo y sus labios unidos, a pesar de ser gruesos, casi desaparecieron por el cómo los apretaba.
Sonrió con autosuficiencia y lo dejo pasar.
Se acerco al mostrador con su carnet de estudiante y le prestaron el libro el plazo necesario. Mientras alcanzaba el dinero de su billetera hizo el ademan por girar su cabeza, pero simplemente llevo los ojos a un extremo de sus cuencas y sonrió, mordiendo ligeramente su labio.
-Hola—saludo una chica con una sonrisa, colándose a su lado.
-Hola—saludo de vuelta con la sonrisa más encantadora y amable que jamás ha poseído.
-¿Guía para el uso clínico de la sangre?—interrogo la chica para crear un tema de conversación, leyendo el título del libro que le acababan de devolver al pelinegro.
-Así es—le aseguro girando hacia ella con los ojos entrecerrados.—¿Qué llevas tú?—inquirió con falsa curiosidad y en cuanto ella bajo la vista, aprovecho para escanearla rápidamente. Era linda y con muy buen físico.
Su sonrisa se ensanchó y ella creyó que era por el título de su libro así que se sonrojo.
-Es Orgullo y prejuicio, de Jane Austen—susurro la chica pasándoselo a la encargada—Taemin, me lo ha recomendado—agrego con una risita extinguiendo toda chispa de simpatía hacia ella.
-¡Oh! No lo conozco—comento alzando los hombros. Sin dejar en claro si se refería al libro o al chico—Bueno, debo irme. Adiós—sin esperar una respuesta se encamino hacia la salida.
Su cejo fruncido, y sus ojos detonantes de fuego y gasolina iban alertando a todos a su paso. El resto salía de su camino, hasta que alguien no lo vio ir en esa dirección.
-Ten cuidado—le reprendió un chico con voz ligera y se giro, agravando su expresión.
Ahí estaba, el principal objeto de sus pesadillas.
-Hyung, podrías terminar votando a alguien—se sobo el hombro un poco y evito el contacto visual.
-No es de tu incumbencia, Taemin-ah—agravo su voz, más amenazante.
-A mi no me molesta—aclaro, restando importancia al golpe. Le encaro—pero puedes terminar lastimando a una chica. Ten cuidado.
Lo vio marcharse y sus manos en sus bolsillos llegaron a hormiguear de lo fuerte que las apretaba. Si las miradas pudieran hacer reales las fantasías, sería el mejor milagro para Minho en ese instante.
Al llegar a su casa y tirarse sobre su cama, se golpeo la frente con fuerza y restregó su mano en su rostro. ¡Demonios! Había perdido una oportunidad importante de tener sexo sólo por haber escuchado el nombre de su peor, peor y más macabra pesadilla.
Estúpido niño.
Se acomodo boca abajo y se dejo caer en el sueño. Maldiciendo en todo sentido al tierno de Lee Taemin.
Solo transcurrían tres horas cuando ya sus ganas de irse podían con él. Rayaba con el lápiz las hojas y hacia líneas sin sentido o patrón por todo el cuaderno. Se acababa de comer su ultima uña y sus ojos no se despegaban de su reloj pulsera.
En cuanto el timbre sonó escapo de los primeros y con la mirada perdida busco entre las cabezas que se movían por los pasillos una cabellera castaña. Al encontrarla, acomodo su bolso hacia atrás para que no le molestara y al pasar al lado de su víctima tomo su muñeca y se alejo de la multitud. No escucho ninguna protesta en todo el camino y al llegar a un área más aislada no pudo consigo mismo y devoro los labios que tuvo a su alcance, enterrando sus dedos en el muro y presionando el pequeño cuerpo contra la pared.
Comía con desesperación. Si no lo hacía estaba seguro que moriría en dos minutos.
-Hyung.
Minho gruño y cerró los ojos con más fuerza, despegando sus labios de golpe de los ajenos. Se volvió hacia el intruso y lo intimido con su mirada. No estaba de humor, menos para verlo a él.
-Taemin—dijo la chica ocultando su rostro sutilmente entre los ropajes de Choi.
-Kwon noona—le llamo con tristeza en su voz y desvió la mirada al piso. Sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas.
-Lo siento, Taemin—se disculpo la chica cubriendo sus labios con su mano y apartando al menor frente a ella con impaciencia.—Pero yo….—
-Está bien noona. No te preocupes—Sonrió el más pequeño de los tres y la chica se sintió morir ahí mismo. Se alejo de Minho y paso por el lado de Taemin, quiso tocar su mejilla pero la vergüenza fue más y salió corriendo de ahí.
Minho golpeo la pared con rabia y gruño como animal herido. Su sangre hervía y todos los vellos de su cuerpo se han erizado.
Lee le miraba sin expresión, solo con los ojos vacios y sin un significado claro. Minho encontró su mirada y la entrelazó a esa distancia tan grande como lo es un metro. El aire se había extinguido al igual que las palabras. La conciencia del más alto punzaba en su cerebro y apretaba los dientes para no cometer una estupidez, pero por la mierda… era tan difícil así.
Sobre todo si él hacia frente a sus ojos fieros.
El cuerpo delgado respiro algunas veces y se paseo las manos por el pelo, hasta el cuello. Sin perder el contacto visual, tan profundo y lleno de códigos de guerra indescifrables para ambos.
-Taeminnie—escucho su nombre a su espalda.
No se volteo de inmediato. Permaneció ahí, cómplice de esa burbuja en clave que quemaba toda cordura. Sus pechos subían y bajan a un ritmo desigual pero con la misma intensidad.
-Las chicas te están buscando, Oppa—hablo Sulli colgándose a su brazo y tirando de él.
-Lo siento, me distraje—se excuso sonriendo cálidamente y recibiendo el mismo afecto de vuelta. Acaricio el cabello largo de la chica y caminaron hacia el patio principal de la universidad.
No se miraron de nuevo.
No se detuvo en la expresión frenética de Minho. Quien le vio desaparecer con su compañera de clase y luchaba por recuperar el control de su cuerpo y dejar de arañar la pared gracias a la importancia.
El olor a dulce en el aire le intoxico y recargo su espalda en la pared alzando la vista hacia el cielo nublado.
Ni siquiera noto cuando sus manos se cerraron alrededor de su nariz para hacer durar ese aroma infantil a su alrededor un poco más.