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Welcome home. por YaoiNoAkuma

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Notas del fanfic:

Bien… No he podido continuar “Dragones sin cielo”. Mi madre me ha dado más trabajo del que pensé.

Pero bueno… me ha cargado la bruja (¿?) y ahora me encuentro ahogada en papeles llenos de mucosidad y mantas que me dificultan la respiración (y la movilidad). Sí, la gripe me ha dejado tirada en cama… Y la mente me ha quedado en blanco. Pero he estado escuchando música y ustedes sabes que es la mejor aliada para la falta de imaginación.

Y pues aquí está este one-shot. Ignoro cuán largo está… E incluso si carece de coherencia. Venga, me duele el cerebro y mi cuerpo apenas se mueve.

Te recomiendo escuchar la canción en la que está basado el fanfic: Welcome home por Radical Face.

Notas del capitulo:

Otra cosita que olvidaba... Ignoro las edades.

Perdón por eso. Es un escrito que no ha esperado a especificaciones. Simple y sencillamente porque no creo que las necesite.

Lo he clasificado como chan y shota para que se den una idea... es decir, no sé si Yuugi tiene 12 años u 8... lo pueden tomar como deseen. El tiempo está a su disposición.

Welcome home.

-¡Eres un maldito enfermo! –El dorso de su mano izquierda chocó con fuerza contra su mejilla izquierda, haciéndole caer. Se apoyó sobre su antebrazo derecho y tocó la parte recién herida con su palma izquierda. Sus molares se contraían los unos con otros en un intento por ahogar el quejido. -¡¿Qué demonios intentabas hacer?! –Y realmente el golpe no dolía tanto como las palabras de su progenitor, que inyectaban veneno lentamente con una aguja que llegaba a lo más profundo de su cerebro. -¡Es tu hermano! –Una sustancia que le helaba los huesos.

-Cariño… -La trémula voz de su madre apenas llegaba a sus agobiados oídos. Tan queda. –Ya… ya déjale. –Y el corazón le dolió. Porque ella lo sabía, ella lo supo todo este tiempo… y ahora intentaba ayudarle. La amaba. No se perdonaría si por su culpa ella sufría.

Y la carga en su corazón aumentó.

Ahí estaba. Con sus grandes ojos amatistas mirándole aterrados, parado a medio camino de las escaleras. Su cuerpo tembloroso y su rostro descompuesto.

-Vete. –Pudo escuchar la dentadura de su padre chirriar. La ira y el desprecio apenas le dejaban controlarse.

Se levantó con lentitud. El cuerpo le pesaba, y la inocente mirada del niño le hacía más difícil el cumplir la orden del mayor. Se irguió, su espalda encorvada y sus piernas levemente flexionadas. Le dirigió una mirada a su padre, los severos ojos del mayor le enojaron pero no debía dejar que el niño viera más.

Salió sin decir nada.

Los siguientes días los pasó en casa de su abuelo. No le dio explicaciones porque no las creyó necesarias, su madre debió haberle contado ya. Permaneció encerrado en la habitación de huéspedes, sólo dejaba el cuarto para bajar a comer o para darse una ducha. Durante días se flageló… No estaba bien.

Estaba enamorado de su hermano.

Un día sin previo aviso llegó su padre. No hubo palabras… las miradas fueron suficientes.

-Lárgate de aquí. –Sintió cómo su corazón dejaba de bombear sangre, el oxígeno le faltó y no pudo avanzar más. Se detuvo en el umbral de la puerta principal. Un nudo en la garganta amenazaba con hacerle llorar.

Porque no podía dejarlo. No a él.

-¿Es que no me has oído? Fuera de mi casa. –Tragó con dificultad, intentó no mostrarse débil. Entró finalmente en la casa y fue directamente a la habitación que compartía con su hermano menor. Quería verlo. Pero probablemente no estaría ahí.

Cuando estuvo frente a la puerta escuchó a lo lejos a su madre. -¿No está Yuugi ahí? –Tenía esperanzas de escuchar una afirmación. –No, le he mandando desde temprano con Jonouchi. –Y la caja de Pandora se vació.

No había más.

Sin pensarlo entró. No dudó ni un segundo en acatar los deseos de su padre. Sacó un par de maletas y comenzó a llenarlas de sus recuerdos, de su vida. Cuando hubo acabado no pudo evitar vacilar. Sus ojos se clavaron en la cama de su hermano. Percibió el sutil aroma del cabello del menor. Su autocontrol se cayó a pedazos; dejó las maletas y se dejó caer en el lecho. Se dejó inundar en el exquisito aroma que impregnaba las sábanas y las almohadas. Aspiró el casto bálsamo hasta ahogarse, saciarse de él tanto que su cerebro no reconocería perfume alguno por el espectro que dejaría asfixiadas sus terminaciones nerviosas.

Y lloró.

Gemidos mudos. Le perturbaba la idea de dejarlo. Le aterraba.

Bajó una vez se calmó.

-¿No crees que es demasiado? –Ahí estaba ella otra vez. Con sus dulces palabras…

-¡¿Demasiado?! ¡Quién sabe lo que le habrá hecho ya a Yuugi! –Le provocó una pequeña molestia. Al parecer el veneno aún no dejaba su organismo. –No me digas que… ¡¿Lo sabías?! –Había dejado el último escalón. -¡¿Acaso lo apoyas?! ¡¿Tienes idea de lo que pudo haber pasado?! –Depositó las maletas en el suelo y miró la escena. -¡No es posible! –No. No era su culpa…

De un momento a otro se puso entre sus padres. Recibiendo el golpe que iba dirigido a su progenitora. Y estaba de nuevo en el suelo. La boca se le llenó rápidamente de un líquido de sabor metálico. Pasó el dorso de su mano izquierda sobre sus labios. Carmín. Dejaría una marca más fea que la anterior. Levantó la mirada, sus ojos rojos sofocados en emociones que nunca creyó sentir.

-Te dije que te fueras, degenerado. –El brazo del mayor se alzó de nuevo. Se levantó, si el golpe le llegaba de nuevo lo soportaría…

Le sostuvo de la muñeca. Sus nudillos emblanquecieron por la fuerza. –Es mi culpa. A ella no la toques. –De nuevo se enfrentó a los ojos de su padre. –Me iré de aquí. No volveré, no te dirigiré la palabra… ni a ti, ni a mi madre, ni a Yuugi. –La garganta seca. –Solamente no te atrevas a tocarla a ella o a Yuugi. –No estaba seguro si realmente se podía permitir amenazarle…

-¿Yami? –La infantil voz de su hermano le interrumpió. ¿Cuánto había visto?

-Bien. –Soltó al mayor de su agarre. –Ahora vete.

No hubo más.

Pasó frente a Yuugi y tomó sus maletas. Se dirigió a la puerta.

-¿A dónde vas? –Mordió su labio inferior para evitar sollozar.

-Es lo mejor que puedo hacer por nosotros. –No le miró, no podía.

Durante años no se acercó a la casa… Pero no lo soportó más. Olvidó cuánto tiempo pasó, sin embargo las cicatrices en su alma permanecían frescas y ardieron más cuando estuvo dentro de su viejo hogar.

No esperó que hubiera alguien. Su padre y su madre habían fallecido en un accidente automovilístico. Yuugi estaba internado en un hospital psiquiátrico y según recordaba aún faltaba para que saliera de la rehabilitación.

La desconocía, a pesar de las constantes cartas de su madre, ese lugar que alguna vez fue su casa le era extraño. Pasó por la sala, acarició la tela de los sillones y los recuerdos comenzaron a colmarle la cabeza. Con dolor, con alegría… con pena. Fue a la cocina y vio con pesadez el comedor, la figura fugaz de su madre frente a la tarja sonriéndole amenamente… Un nudo se le formó en la garganta. Salió de ahí para subir al segundo piso. Su cuerpo adquirió un peso descomunal al avanzar por las escaleras… Pero su capricho era más fuerte.

El aroma volvió a golpearle como hacía años atrás. Le sumió en un fuerte abrazo que le sacó el aire. Quemaba. Sólo había una cama, cubierta en peluches, con una colcha azul. Una débil capa de polvo encima de cada objeto… Ya había pasado tiempo.

Agarró un peculiar mono de felpa, una especie de almohada rosada… Es un algodón de azúcar. Rió ante el recuerdo de su hermano insistiéndole sobre lo que ese peluche era. Recargó la espalda contra la base de la cama, sus piernas flexionadas a la altura de su pecho, el muñeco fuertemente agarrado contra su abdomen y su frente contra sus rodillas. Lloró en silencio.

No supo cuánto tiempo duró así, quizá se durmió, tal vez pasaron minutos o quizá días… Poco le importó cuando su borrosa vista se levantó al escuchar ruidos en la habitación. Porque no podía creer lo que sus cansados y enrojecidos ojos estaban enfocando.

Debía ser un sueño.

Eso debía ser.

-…Yami… -La voz era sutilmente diferente. Con un tono ínfimamente más grave, pero el timbre permanecía… Esa voz dulce, esa connotación candorosa y tímida aún le caracterizaba.

Pensó que tal vez los recuerdos se distorsionaron y ahora su frágil mente le jugaba sucio. Le miró tan fijamente como pudo, no podía parar de llorar. Las lágrimas caían con prisa por sus mejillas, humedeciéndolas. Y sin saber muy bien la razón, sonrió. Una sonrisa dolida, casi imperceptible.

-Yami… -Su nombre en su voz le deleitó.

Le provocó un placentero escalofrío. –Perdóname. –Ignoraba si era real, pero no podía seguir callando. –Todo lo que pasaste… Mamá me lo contó. Perdóname por haberte dejado. Sólo yo debí cargar con la cruz, no quise forzar mis sentimientos en ti… no quise que llevaras el reflejo de ellos. –Se le dificultó respirar. Tomó un tiempo para calmarse y continuar. –Nunca supe si sentías lo mismo… Y te obligué a mirarme como yo te miraba a ti. Sabiendo que estaba mal… Sabiendo que nos lastima-

-No tenías que irte. –Su magra mano sobre su cabeza, enredándose entre sus cabellos tricolores. En su voz escuchó su sonrisa, cálida y honesta. –Bienvenido. –Terminó de quebrarse.

Porque lo que sentía era real, su temperatura corporal contra la suya. Un gesto cuidadoso.

Estaba cansado.

Le dolía el corazón y la mente…

-Nunca importó lo que papá dijo. Ni las terapias, ni las medicinas… Siempre estuviste ahí. –Le sintió hincarse, su mirada ahora estaba clavada en la alfombra. –Te amé tanto que la rehabilitación fracasó hace meses… Y aún lo hago. –Su rostro fue levantado por las manos del menor. Y se perdió en los sentimientos puros de su hermano… -Todas tus pesadillas, tus heridas… las guardaré. Tu mente y tu alma, los curaré. Tu corazón, lo encontraré. Dámelo todo, hermano. –Sus rubíes se inundaron en lágrimas de nueva cuenta.

-Yuugi… -La voz le tembló. Se sintió tan completo…

Y le besó.

Sintió que la vida no le bastaría para amarlo… Pero cada que respirara le diría cuánto lo hacía.

Hasta el último aliento.

Notas finales:

…Enfermar saca mi verdadero yo.

¡Gah! No soy de escribir “te amo” en mis fanfics… a menos que sea con alguna connotación sarcástica. Pero bueno… Blah, lo que sea.

Espero les haya gustado. Yo me retiro a hacer la meme. Ojalá no tarde mucho en regresar con DsC (dragones sin cielo).

Sean felices~

P.D.: No enfermen de gripe.


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