Psithurism por hexotic

La casa de campo estaba deshabitada casi todo el año. La madera de la puerta principal estaba vieja y rechinada con el suave soplar del viento, la casa era enorme pero sencilla, era el lugar de relajación de la familia Kim.

Cada día pasaba el cuidador y regaba el jardín delantero, le daba una barrida a la parte principal y de vez en cuando pintaba la cerca. El río que pasaba a unos cuantos metros era cristalino y tenía bellos peces que eran un buen bocadillo.

El único hijo no había visitado la casa desde que su madre falleció y de ahí ya eran más de cuatro años. El cuidador seguía percibiendo su salario y no vivía nada mal; toda su familia había servido a aquella casa y siempre les habían tratado bien, incluso, rechazaba muchos otros trabajos solo por trabajar en aquella casa. Era su forma de agradecer todas las atenciones que se habían tenido ambas familias y no quería ser grosero. 

Su rutina era bastante sencilla; entraba a las habitaciones para asegurarse que todo siguiese en su lugar, limpiaba los marcos de las pinturas o fotos familiares mientra hervía agua para hacer su café matutino. Lavaba el baño principal los lunes así que hoy tocaba recoger las naranjas que crecían en el huerto de la casa.

Joonmyun, -el cuidador-, siempre tenía una sonrisa en su cara, no importaba que hiciera por que siempre estaba contento y feliz, le encantaba ser servicial con los demás aunque no le dieran mucho a cambio y cuando le pagaban por su ayuda lo agradecía tanto que la demás gente le decía que parecía un mismísimo ángel. 



Mientras estaba en la cocina, preparándose su amado café con canela, el teléfono sonó, encontrándose en la otra línea con el hijo y ahora heredero de aquella y demás casas. Le marcó para decirle que en poco llegaría a la casa y ojalá y pudiera hacer un rico almuerzo para dos personas.



La noticia fue como un cuchillazo en el pecho para Joonmyun.



¿El joven vendría con alguna acompañante?



Toda su vida había vivido enamorado del señorito Jongdae. 





Solo se llevaban un año, pero Joonmyun siempre trató al señorito como su hermano. Jugaban juntos, se bañaban juntos, corrían comían y dormían siempre juntos. Eran los mejores amigos durante las vacaciones y aveces el más joven le telefoneaba desde París o Inglaterra para contarle sus aventuras acompañado de un suspiro y un ojalá un día puedas venir conmigo.



El más joven aveces era bastante gracioso y le gustaba hacerle bromas a su hyung, pero este le quería tanto que lo dejaba pasar y nunca se enojaba con él. 

El pequeño heredero había enseñado al más grande a usar una computadora, le regaló un celular y le mandaba mensajes cuando salía de la ciudad o cuando compraba algo nuevo y no podía esperar más para mostrárselo a su mejor amigo Joonmyun.



Pero ahora todo era diferente.



Desde hace cuatro años solo recibía llamadas en año nuevo y nada más. La voz de Chen -como Joonmyun le llamaba de cariño- había cambiado pero conservaba su carisma. 





Sabía que ea egoísta en querer a aquel niño de mundo solo para él, pero no podía evitarlo, era su único amigo en toda la región y casa noche pedía que le dejaran verlo una vez más antes de quedarse solo toda su vida. 





Ahora no era tiempo para ponerse a llorar, así que el cuidado de la hermosa casa empezó a preparar una comida deliciosa. No tenía idea de quién era la otra persona pero no iba a quedar mal. Fue al mercado más cercano para comprar vegetales frescos e incluso visitó Yi Fan, el lechero para que le diera un poco de aquel delicioso líquido, despues compró un poco de carne y algunas hierbas del invernadero más cercano.



Cuando llegó a la casa no lo pensó más y puso manos a la obra, cocino, cantó y se divirtió mientras lo hacía, pensaba en que Jongdae le felicitaría por tan delicioso manjar y eso le daba una satisfacción tremenda para que lo hiciera bien.





Llegada la hora del almuerzo, el sonido de un coche alertó al joven cuidador, quién ya ponía la vajilla sobre la mesa y abría las cortinas para que los cálidos rayos del sol penetraran la casa y la sacarán de las sombras.



El crujir de la puerta avisaba que Chen estaba entrando, dejó sus zapatos en el estante más cercano y caminó hacía el comedor. El delicioso aroma que desprendía el desayuno hizo que le gruñera el estómago y cuando vio de nuevo a su amigo de la infancia, su corazón se detuvo un poco para contemplar lo hermoso que se había puesto; su cara se enrojeció de un suave carmesí y su melodiosa voz se quebró por los nervios, sin poder saludar apropiadamente.

Joonmyun le indico que se sentara y con extrañeza vio que venía solo; por uno segundos dio un suspiro de alivio pero se acabó su felicidad con el golpetear de la puerta. 



Se acomodó el cabello y se disculpo para ir a abrir. Estaba preparado para que le rompieran el corazón y tal vez ver a una hermosa chica que pronto se casaría con el señorito, pero no quería ser grosero y tampoco quería dejar a una damisela esperando. Con mucho valor, abrió la puerta para encontrarse a un repartidor con una caja enorme en brazos. Le dijo que era para él y con extrañeza la tomó, viendo que la caja era pesada.



Una vez en el piso, destapó la caja con cuidado, retiró la cinta y algunos sellos postales hasta encontrarse con un gran sobre verde, lo abrió con cuidado para encontrar una nota muy pequeña donde decía:





Los he guardado por tanto tiempo, pero sé que te gustarán. No puedo decirte en cuantos lugares he estado pero siempre he pensado en ti.

-Jongdae.



Pequeñas lagrimas invadían sus ojos mientras observaba al más joven acercarse y tomar su mano.



—No quiero traerte cosas por siempre, quiero que tu me acompañes a conocer este mundo.