Causas...Todas ellas...Malas traiciones...Cortes profundos...Tan certeros y tan agudamente horribles, asi es...Mi inútil vida, no hay solución para los problemas de un maldito...Eternidad...Danzas, risas, juegos...Todo aquello que los humanos normales anhelan y disfrutan.
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Sintiendo los espasmos fuertes en mi cuerpo, recargado en mi cama. Casi a morir.
Con el dolor inmenso, me había quedado inmerso en mis pensamientos, tratando de recordar aquellos buenos momentos, aquellos en los que fui feliz. Los campos y praderas por los que solía correr, solo tenía una esperanza.
Bueno si es que ocurrió o si fue un sueño. Si acaso hubiera sido feliz en mi vida.
Mi única y propia salvación, era mi supuesta fuerza de voluntad.
Trate de levantarme, más, al intentarlo, caí de bruces al piso, golpeándome la cara y provocando que un pequeño hilo de sangre saliera de la comisura de mis labios.
Esta supuesta enfermedad no era sino el resultado de mi codicia y avaricia por obtener la victoria en contra de un ser contra el que, simplemente, no podía ganar. Kira.
Cuando creí que la tempestad carcomería mi cuerpo, una figura negra y sigilosa se acercó a mí. Corriendo cual bestia despavorida y desesperada. Me vi a mi mismo asustado, ¿que era esa cosa?
De repente pude visualizar al ente que se acercaba a mi era uno de esos monstruos a los que llaman shinigamis aquel que se acercó a mi comía una manzana de dos mordidas...con ojos saltados y rojos, de piel grisácea y dientes afilados. Creo que su nombre era Ryuk.
-así que tu eres el famoso "L", el mejor detective del mundo- decía aquel con una sonrisa ensanchada en su rostro
-¿y si lo soy que? - pregunte con agresividad
-nada...solo pensé que querrías saber que los shinigamis existimos, y que has sido derrotado por el asesino serial al que tuviste cerca todo este tiempo y no lograste capturar a pesar de tus sospechas...ahora, estas aquí entre la vida y la muerte, me causa gracia- dijo el dios de la muerte con risa suprimida
Chasqué la lengua y pensé en voz alta-pues ahora que moriré, la verdad no me importa nada...-dije con un llegue de tristeza
-jmmm....los humanos son tan interesantes...~~-dijo y se fue en el acto, yo pensé que mi vida acabaría ahí, pero de pronto sentí que mas me esperaría, solo que ahora quería dormir, tal vez cuando despertara pensaría en algo...si es que despertaba.
A la mañana siguiente, una luz artificial que traspasaba mis parpados ilumino mi rostro, era demasiado molesto, no podía acostumbrarme. Abrí los ojos y con molestia logre ver mi sitio de cautiverio, era una habitación oscura de paredes grises y piso de cemento, sucio, como si de una correccional se tratara. Trate de incorporarme y al lograrlo di unos cuantos pasos hacia la puerta que se encontraba frente a mi, la abrí, sorprendentemente no tenía seguro, así que fue fácil lograr salir de esa habitación. Vi gente lúcida, como si de muertos estuviéramos hablando, con la piel tan blanca de palidez que se podía ver a través de ellos, por así decirlo, caminaban a paso lento, tanto que me aburría de solo mirarlos.
Emprendí una larga caminata hacia otro cuarto, no sabía exactamente donde estaba, pero, pronto lo averiguaría. Vi una puerta que tenía un signo grabado en ella, parecía un círculo con una estrella volteada, me pareció reconocerlo como el pentagrama satánico. Esa habitación no me daba un buen presentimiento, pero la curiosidad mato al gato, como dicen algunos, así que entré ahí rodando la perilla con mano firme y me encontré con ese dios de la muerte que felizmente comía manzanas como lo había visto antes.
-¿pero que haces aquí, L?- dijo atragantándose con una manzana entera y con tranquilidad.
-buscando una salida o por lo menos información de que es este lugar…-
-mmmm… ¿no sabías que estas dentro de las paredes de tu conciencia?, este lugar tan raro, horrible y sucio no podía ser mas que la mente corrompida de pecados de muerte que cometiste cuando condenaste a todas esas personas culpables que investigaste…-dijo sonriendo visiblemente feliz
-¿mi…conciencia?