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Somos más que juguetes por Yukio x Rin-Cest

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Capítulo 2

 

Woody se encontraba mirando a la nada, sentado en la repisa más alta de la habitación de Andy. Todos los juguetes notaron que tanto Buzz como Woody estaban bastante pensativos últimamente, sin embargo, el guardián espacial lograba disimularlo muy bien.

El vaquero estaba tan distraído pensando en lo que había pasado que casi olvida el hecho de que Andy partiría pronto a la universidad. Fue gracias a Rex, quien estaba discutiendo abajo junto con otros juguetes, que recordó lo que era importante en ese momento.

— ¡No es verdad!­—había dicho el herbívoro— Andy no nos tiraría, ¡él no es así!

—Por favor—replicó el Sr. Cara de Papa­— Andy nos dejará como si fuéramos basura—aseguró, pero su expresión se tornó llena de tristeza.

—El ático—dijo de pronto Slinky— Probablemente ahí es donde vamos a quedar…

—Esa opción… —comenzó a decir Cara de Papa

—Es la más aceptable—interrumpió Woody, bajando de la repisa.

Los juguetes lo miraron con sorpresa.

—Piénselo chicos, si Andy nos guarda en el ático solo será cuestión de tiempo para que nos encuentre, ¡Imagínenlo!... Andy tarde o temprano se casará, y nosotros podremos jugar con sus hijos.

—Pero, ¿cuánto tiempo tendremos que esperar?—preguntó preocupada Jessie.

—Lo que tengamos que esperar—contestó Buzz, uniéndose a la conversación— Ese es nuestro deber—agregó mientras miraba con complicidad a Woody.

Este último sonrió sin notarlo.

—Exactamente, nosotros estamos para Andy—miró uno a uno a los juguetes— Y estaremos para él, ¿están de acuerdo?

Los juguetes asintieron enérgicamente, fue entonces cuando escucharon los pasos de gente acercándose a la habitación. En cuestión de segundos todos los juguetes habían ocultado su presencia, provocando así que todo quedara, nuevamente, intacto y en completo silencio.

—Andy—se escuchó la voz de la madre del nombrado— Estoy preparando una caja para donar juguetes, ¿tienes cosas que ya no necesites en tu habitación?

—Sí, dame unos minutos—pidió el chico desde más lejos

En el primer piso de la casa se podía observar a Andy parado frente a la puerta, mientras que en el umbral se encontraba un joven de su misma edad, un poco más alto, de cabellos color caramelo teñidos en su mayoría de un tono azul turquesa, que contrastaban con sus ojos color negro.

— ¿Estás seguro de que no quieres pasar? —preguntó Andy algo divertido, el otro chico le sonrió con galantería

—Lo estoy, Andy. Te lo he dicho, no le agrado a tu madre, así que mejor no causarle molestias…

El castaño se sintió algo decepcionado ante la respuesta, y el oji-negro lo notó.

—Pero siempre podemos salir a otro lado, ya sabes, a mí me da igual el lugar—admitió mientras miraba a otra dirección— Mientras estés a gusto, claro.

—Siempre estoy a gusto contigo, Tobías… —respondió de inmediato Andy, y se sonrojo al instante por ello

Además del hecho de que, por primera vez, le había llamado por su nombre

—Empezaba a creer que lo habías olvidado—se burló el mayor, mientras regresaba la vista hacia el castaño, sonrió ligeramente mientras que Andy se avergonzaba más

Ambos jóvenes se habían conocido durante el examen de ingreso a la universidad, y se encontraron nuevamente en un pequeño bar que el oji-negro frecuentaba. Tobías era el vocalista de una banda de rock, sin embargo, debido a esto, el resto de la banda le había sugerido que tomara un “nombre artístico o apodo”, siendo este Sam Lawrence.

El sonido del teléfono de este último los saco de su pequeña burbuja. Había recibido un mensaje importante. Andy le miró preocupado por la expresión que puso al leerlo.

—Es de mi hermano, Alex… —declaró sin ver al castaño, parecía asombrado, pero de esto pasó al enojo rápido, miró a Andy— Disculpa, pero debo irme ahora mismo...

—Tobi tu…

El castaño no sabía bien qué decir, pero la mirada algo asombrada de Tobías lo hizo pensar en cómo le había llamado. Se sonrojo bastante. ¿Cuándo le había dado él el permiso de llamarle así?

—Estoy bien, An… —miró su reloj— Regresaré mañana temprano, así que podremos salir a desayunar, ¿te parece?

—C-claro­—contestó automático el chico, el mayor sonrió

—Bien, ahora debo irme —se giró dispuesto a marcharse, dio un paso pero antes de avanzar más dijo— Y no te preocupes, solo me sorprendió… Eres la primera persona que me llama Tobi.

No dijo nada más, simplemente salió corriendo.

Andy adivinó que no era nada “de lo cual no preocuparse” lo que iría a hacer. Sabía que tenía una mala relación con su familia, no sabía el porqué. Lo que sabía es que Tobi tenía dos hermanos, una chica, mayor que él, y un chico, dos años menor que ellos, quien era la luz de sus ojos.

Tobi era realmente del tipo de chicos que se llaman “hermanos sobreprotectores”, o quizás Andy le daba demasiadas vueltas al asunto. Miró de lejos como Tobías doblaba una esquina corriendo antes de desaparecer de su vista.

Y por lo que había dicho, seguramente iría a su casa. Vivía a algunas horas de la ciudad, ¿será que había pasado algo tan malo?

“Realmente será difícil no preocuparse” pensó el castaño antes de entrar a su casa.

Mientras esto sucedía en el primer piso, en la habitación del segundo el nerviosismo se apoderaba lentamente de cada uno de los muñecos con vida.

—Nos donará—repetían a murmullos unos a otros, asustados

Nadie sabía qué había fuera de las paredes de esa casa, y quienes lo sabían no deseaban por nada regresar a ello. No era nada fácil mantener la calma en un ambiente así de tenso, por lo que para Woody fue difícil tranquilizar a los demás.

Al poco tiempo de que escucharan la desagradable noticia la puerta fue abierta lentamente. El vaquero miró con cuidado por un pequeño espacio, notando así la figura de la rubia madre de Andy.

—Quizás debería llevar el baúl completo—le escucharon decir, a nadie le gustó la idea, fue entonces que Andy llegó

—Mamá, ¿qué haces aquí?—fue lo primero que preguntó el joven chico

—Donaremos cosas, te lo había mencionado—contestó ella— ¿Será toda la caja?—preguntó mientras señalaba con la cabeza el baúl de juguetes, Andy se apresuró a negar aquello

—Claro que no—respondió indignado— No me desharé de mis juguetes, mamá—le aclaró, la mujer suspiró

—Eres un niño grande, Andy—le reprochó saliendo de la habitación

El mencionado suspiró a su vez cuando se encontró solo. Dejó pasar unos segundos en silencio, antes de acercarse al baúl. Se sentó frente este, mirando el diseño del oeste y sonrió sincero.

—Jamás podría deshacerme de ellos…—susurró

Abrió el baúl, sacando de a dos en dos a los juguetes. Todos tenían recuerdos valiosos para él, pero había un par que era más valioso de lo que alguna vez pensó. En sus manos se hallaban un vaquero de cabello castaño, y un astronauta de ojos azules como el cielo.

—Todos ustedes son importantes para mí—musitó mientras miraba a Buzz y Woody respectivamente, luego miró al resto— Y siempre lo serán.

Andy incluso podría jurar que aquellos ojos de plástico que cada juguete tenía, brillaron de alegría sin saber que los propios estaban igual. Sentía que dijera lo que dijera, los juguetes lo escuchaban y comprendían.

Abrazó a los muñecos con cariño, provocando que estos sintieran de nuevo aquel calor del cariño de su pequeño Andy.

—Gracias por todo, chicos—les dijo con sinceridad

Si los juguetes pudiesen hablar, seguramente le habrían contestado algo como:

“Estaremos para ti siempre, campeón”

O al menos, eso es lo que Andy pensó.

No estaba lejos de la realidad. Woody necesitó toda su voluntad para no responderle cuando le escuchó decir eso, al igual que Buzz, quien deseaba decir lo mismo.

“Nosotros siempre estaremos para ti” pensó en respuesta Woody, mientras que con discreción regresaba ligeramente el abrazo del chico. “Siempre”


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