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No fue tan malo ir por Hikaridesu

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Notas del fanfic:

Es solo un lemon sin sentido que escribi hace tiempo en clases -para practicar- y lo tenía guardado.

     — ¿Es realmente necesario que vaya? —le preguntó Kikwang a su papá.

     —Sí ­—dijo sin dar paso a discusión.

     —Hace tiempo que no ves a tu abuela, hijo —habló de manera más amable su madre— y está muy enferma, podría ser la última vez que la veas.

     —Estás exagerando mamá. No quiero ir a meterme a una casa antigua y hedionda a polilla por todo un fin de semana —se quejó el chico.

     — ¡Vas y punto! Tienes que estar donde tu familia está. —dijo su padre con voz firme.

     Dicho esto le dio leves empujones para que se suba de una vez al auto, donde su hermana lo esperaba desde hace media hora. Tiempo que había empleado en discutir con su papá.

     Era un día espléndidamente soleado, corría una brisa veraniega que lograba apenas refrescar el acalorado rostro del chico, quien se lamentaba enormemente por tener que hacer ese viaje familiar en vez de quedarse en la ciudad con sus amigos y salir a divertirse sin la restricción de sus padres. Lo hubiera pasado muy bien si tan solo sus padres lo hubieran dejado quedarse solo, ¡Ya tenía 19 años, no podían seguir controlándolo!, pero habían amenazado con cancelarle todas las tarjetas y dejarlo prácticamente desamparado durante esos tres días, así que no le había quedado otra opción.

     Una vez emprendieron el camino, pasada la media hora, la carretera se volvió monótona y aburrida, así que Kikwang se quedó dormido mientras escuchaba música. Se despertó no mucho rato después, cuando a  la salida de un servi-centro un chico alto hizo parar el auto pidiendo un aventón a quién-sabe-donde. El moreno lo escaneó rápidamente mientras el auto paraba y el chico se subía, para sentarse al costado derecho del auto, junto a la hermana de Kikwang: Eunjung. El chico era alto, pelo castaño y tenía cara de tailandés, se veía de unos 21 años, traía consigo una gran mochila que acomodó en el maletero con ayuda del señor Lee.

     Cuando aquel muchacho estuvo acomodado y el auto se puso en marcha, él habló:

     —Muchas gracias por detenerse, he estado esperando que algún auto se apiade de mí… —soltó una pequeña risa ante su exageración—, por alrededor de dos horas.

     — ¿Cómo te llamas, chico? —preguntó el padre de Kiki con su habitual tono serio.

     —Son Dongwoon, mucho gusto.

     Kikwang estaba encantado con la voz de aquel chico, era suave y masculina a la vez, además era muy guapo e inspiraba un aire de madurez.

     — ¿Cuántos años tienes, muchacho? ­—interrogó el señor Lee.

     —18, señor.

     — ¡Vaya!, eres más joven que Kikwang, pero te ves más maduro —dijo con un tono de decepción casi imperceptible—, además tienes acento coreano, pero tienes cara de tailandés.

     —Sí, lo sé —miró de reojo al sonrojado Kikwang, el que se había avergonzado por como su padre había hablado de él—, siempre me dicen lo mismo, pero le aseguro que soy cien por ciento coreano.

     El interrogatorio siguió un rato más, abarcando el tema del por qué estaba solo en la carretera con esa enorme mochila, el respondió que iba a Busán a ver a su novia, y coincidentemente era el mismo lugar al que iba la familia Lee. Tenía planeado pasar el fin de semana con ella y luego volver a Seúl. Para ese entonces el castaño estaba provocando un enorme deseo en Kikwang, quién lo miraba de manera lasciva a través del espejo retrovisor.

     Kiki quería impregnarse del aroma penetrante que desprendía Dongwoon, quería ser poseído por ese glorioso cuerpo, y se estaba dando cuenta de que si no aprovechaba esa oportunidad tal vez nunca volvería a tener otra igual.

     —Papá ¿puedes parar por favor? ­—se encontraban en plena carretera y lo único que adornaba el paisaje era bosque a ambos lados del cemento— quiero mear.

     —Kikwang, por favor no seas ordinario —reprochó su madre.

     —Bueno, necesito ir a liberar mis fluidos corporales —dijo en un tono sarcásticamente condescendiente.

     El auto se detuvo y él bajo por el lado que daba a la calle, rodeó el automóvil y se internó en el bosque, no sin antes pasar por donde estaba Dongwoon y dedicarle una mirada lasciva mientras se mordía sensualmente el labio. El castaño captó el mensaje y sinceramente él también se moría de ganas de empotrar al moreno contra un árbol y follárselo hasta morir, o hasta que el árbol se caiga, lo que ocurriera primero.

     Al poco rato Dongwoon estaba en el bosque buscando a Kikwang; lo encontró recostado en un árbol con los brazos cruzados y un pie apoyado en el tronco. Lo estaba esperando.

     —No te demoraste nada —le dijo paseando su lengua por sus labios.

     —Me fue más fácil de lo que creí —le contestó en un tono cómplice— fue tu madre la que me pidió que viniera para que su querido hijo no se pierda —terminó la frase con una risa que resonó en el frondoso bosque.

     Dongwoon se acercó más a Kikwang hasta dejar sus cuerpos casi pegados y lo inspeccionó con la mirada mientras Kiki no quitaba su vista de los perfectos labios del más alto, los labios que se moría por devorar. Posó sus manos sobre los hombros del castaño y poco a poco fue acercando su rostro hasta que lo tuvo a unos centímetros y se detuvo, esperando que fuera Dongwoon  quien terminara de acortar la distancia, este sonrió y no se hizo esperar más, arremetiendo contra los perfectos y abultados labios del más bajo, metiendo su lengua en la primera instancia, saboreando con ansias cada rincón de esa delirante y húmeda boca.

     Kikwang no se quedaba atrás, aún unidos en el mismo beso, dio un brinco y enredó sus piernas en las caderas del alto, ahora lo besaba desde otro ángulo, llegando con su lengua  a lugares que antes no había alcanzado, sintiendo cada vez más, lo que ese simple beso —que de simple no tenía nada— lograba provocarle, pero necesitaba más, más contacto físico, más sensaciones, más placer.

     Se separó por un momento de la boca del alto y en un gemido le dijo: “Tócame”. Logrando calentar aún más a Dongwoon, quién de por sí ya estaba bastante excitado.

     —Deberíamos apurarnos —gimió ronco al sentir el trasero de Kikwang frotarse en su miembro—, tu madre se preocupará… y vendrá a buscarte, no queremos que eso pase, ¿o sí?

     Kiki no respondió y siguió con la tarea que había dejado pendiente; que era lamer y morder el cuello de Dongwoon.

     —No dejes marcas, recuerda que voy a ver a mi novia —avisó el menor. A Kikwang le irritó que le recordara eso en un momento así, por lo que succionó la piel  del alto, dejando una pequeña marca, fácil de ocultar— ¡Ah maldito! —reclamó Dongwoon, y en un solo movimiento bajo los pantalones de Kiki, que ya estaban desabrochados, y también sus bóxer— Pagarás las consecuencias —avisó antes de comenzar a masturbar el miembro del mayor, mientras que con la otra manos metía y sacaba dos dedos de su caliente entrada.

     Kikwang gemía a la vez que intentaba con, todas sus fuerzas, sujetarse al torso del menor. Tenía su espalda apoyada en el tronco, lo que le daba un poco de soporte y comodidad, pero no la suficiente.

     —Voy a partirte este culito hermoso que tienes.

     —Solo hazlo —alegó Kikwang, arañando por sobre la ropa la espalda de Dongwoon—, no es como que seas el primero.

     —Como tú digas —y haciendo malabares en el aire se abrió los pantalones, liberando por fin su hinchado y punzante miembro.

     — ¡Ngh! —gimió de dolor al sentir ese descomunal pene adentrarse en su interior— me vas a partir.

     —Ese es el plan, precioso. —se concentró en lamerle el lóbulo de la oreja y a morderlo de vez en cuando.

     — ¿No te vas a mover? Aún no me das placer —dijo Kiki arrogantemente.

     Dongwoon solo sonrió  y comenzó a mover sus caderas salvajemente, sin importarle los gritos de dolor de Kikwang. Sacaba completamente su miembro y volvía a meterlo rápidamente en una estocada certera, que en un determinado momento dio de lleno contra la próstata del mayor.

     Ante el gran gemido ronco que dio Kikwang, Dongwoon dijo:

     —Y ahora ¿Te estoy dando placer? —dio nuevamente contra ese punto y causo otro gemido en Kikwang, esta vez aún más cargado de placer.

     — ¡Ah! Más rápido… ¡No! Espera —exclamó como si hubiera tenido una idea— sale.

     — ¿Qué?

     —Que salgas… ahora.

     Dongwoon acató la orden y sacó su miembro del interior del mayor. No entendía qué es lo que quería hacer, pero cuando lo vio arrodillarse frente a él estuvo más que contento con lo que se avecinaba, eso sin duda superaba todas sus expectativas. Kikwang tomó el miembro que tenía en frente y sin pensar más se lo metió por completo en la boca, chupando y mordiendo levemente ese pedazo de carne, que antes le había dado tanto placer.

     El más alto sentía sus piernas flaquear ante lo que estaba ocurriendo, y en un vago intento por no caer al suelo, se aferraba al árbol que tenía enfrente.

     Cuando Kiki sintió que el menor estaba a punto de correrse —gracias a los bruscos estremecimientos— paró toda actividad y se puso de pie. Al ver la cara de disconformidad de Dongwoon rió levemente. Se giró y posó ambas manos en el árbol, al  tiempo que sacaba su cadera hacia atrás, dejando su entrada a disposición del menor.

     —No me dejaste correrme —reprochó Dongwoon.

     —Córrete en mi interior —le sugirió sensualmente.

     Dongwoon sonrió de medio lado y tomó las caderas que se presentaban de manera tan apetecible ante sus ojos. En un solo movimiento volvió a estar en el interior de aquella apretada entrada —a la que de seguro se podía hacer adicto—, dando de lleno contra la próstata de Kikwang en la primera estocada. Se inclinó sobre la espalda morena y con su boca se encargó de dejar marcas por toda la extensión de esta, quería dejar en claro que ese cuerpo le pertenecía, aunque no fuera cierto. Y en un arranque de celos, por las posibles relaciones del mayor, comenzó a penetrarlo más fuerte y más brusco que las veces anteriores, quería dejarlo completamente marcado, para que jamás lo pudiera olvidar, quería que ese moreno sonriente fuera completamente de él, e intentaba demostrarlo con esas salvajes estocadas que hacían al más bajo delirar de placer. Pero ambos bien sabían que el sexo no era eterno, y cuando Dongwoon comenzó a sentir ese característico cosquilleo en su parte baja comenzó a masturbar frenéticamente el miembro de Kikwang, para finalmente llegar ambos al tan ansiado orgasmo, ahogando como pudieron sus roncos gemidos y alaridos de placer, para no ser escuchados desde el auto.

     — ¿Siempre eres tan salvaje? —preguntó Kiki, una vez el menor estuvo fuera de él y ambos comenzaban a ordenar sus apariencias.

     —Me mentiste —dijo Dongwoon pasando por alto la pregunta anterior—, sí eres virgen —y fue el profundo sonrojo del otro el que se lo confirmó— estabas demasiado estrecho, como para haber tenido relaciones antes, aunque no lo creas, eso se nota.

     — ¡Cállate! Eso ya no importa ahora —pasó a su lado retomando el camino de regreso al auto.

     —A mi me importa —Kikwang abrió los ojos desmesuradamente, pero sin dejar que Dongwoon se diera cuenta de su asombro—, me alegra haber sido tu primero.

     —A mí no, fuiste muy brusco —dijo, haciendo un puchero que el menor no vio, sobándose su trasero e intentando caminar lo más normal posible.

     —Lo siento, me dejé llevar… —lo tomó de la muñeca para hacerlo girarse y cuando lo tuvo a unos centímetros de él, lo besó vorazmente, pues sabía que sería la última vez.

     —Ya no importa, igual la pasé bien —le sonrió sinceramente y luego lo tomó de la mano— volvamos, creo que ya me van a matar.

 

     Cuando llegaron al auto Kiki recibió la reprimenda por parte de ambos padres, Dongwoon dio las falsas explicaciones del por qué de la tardanza y luego reemprendieron la marcha a Busan. Ni el señor ni la señora Lee se percataron de que Kiki no se podía sentar bien, y aunque Eunjung se dio cuenta, se quedó callada, a cambio de que su hermano le contara con lujo de detalles qué había pasado.

     En el momento de separar sus caminos  Dongwoon y Kikwang se miraron largamente, pero ninguno de los dos dijo nada. Los señores Lee se despidieron muy amablemente de Woonnie, el chico les había caído muy bien y les hubiera encantado que el viaje fuera más largo, solo para pasar más tiempo conversando.

 

     El fin de semana en la casa de su abuela fue de lo más aburrido, solo podía intentar no morirse del aburrimiento al recordar todos esos besos y caricias por parte de ese alto castaño que lo había dejado tan embobado, pero inmediatamente se recordaba que eso no volvería a suceder. Y así se la pasó la mayor parte del tiempo.

     El día que por fin se fueron su casa, Kikwang iba dormido escuchando música, y no se percató el auto se había detenido. Para cuando abrió los ojos se encontró con que había una persona extra en el auto.

     —Mira hijo, nos encontramos a Woonnie pidiendo un aventón a Seúl —comentó su madre, feliz. Kikwang sonrió con un poco de ironía y amargura, pues sabía que lo que había pasado no se volvería a repetir.

     Y se dio cuenta que estaba equivocado cuando, acompañado de una sonrisa y un cálido roce, Dongwoon le entregó un papel doblado en el que había escrito “terminé con mi novia”. Kikwang luego de leerlo se volteó a mirarlo con un brillo de esperanza en los ojos, y a través de los ojos del menor pudo saber que pensaba lo mismo. No lo dejaría irse nunca más.

~Fin~

Notas finales:

Muchas gracias por leer y sus opiniones no me harían mal xD ♥ 

 

Estaba pensando en escribir de Dae Guk Nam Ah ><, pero no sé.


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