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PERSONA por KyoYuy

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Notas del fanfic:

Este fic está escrito por dos personas. Mi hermana (la que ha originado la existencia de esto) y una servidora que solo intenta estar a su nivel. Pero necesita de vuestra participación en todo momento, se que es muy pero que muy arriesgado por que el 98% de los lectores no comentan, aun así quisimos hacerlo de esta manera para que os sintieseis participes de los destinos de los chicos ^w^ 
Aviso: En este fic aparecerán escenas duras, complejas y situaciones desagradables. Por ello recomendamos que si tienes una mente sensible te abstengas de leerlo pero si aun así quieres intentarlo y darle un poco al coco, bienvenido seas. 
Cualquier coincidencia con nombres, situaciones u organizaciones existentes es mera casualidad, todo lo que leeréis aquí es producto de nuestra imaginación y no nos hacemos responsables de lo que os pueda producir.

Notas del capitulo:

Este es un capítulo introductorio.
Es decir; es la presentación de personajes y del programa.
Pronto actualizaremos con el cap 1 que es en donde empieza la acción.
Os dejamos el vídeo teaser; os recomiendo que lo veías dos veces; una, antes de leer y dos, después, para que intentéis cuadrar cada personaje con su parte.

 

 

Gala inicial del reality show : PERSONA
Hora: 22:00
Lugar: Estudios de grabación de SM
Fecha: 08/04/2012


“Bienvenidos a “PERSONA” el nuevo reality de SM TV. Soy Kyu, y desde hoy me acompañaréis en las vivencias que estos doce chicos experimentarán en el “Recinto”.
Antes de todo quiero que sepáis que SM TV no se hace responsable de nada de lo que suceda en la escena. Los “Sujetos” están expuestos en este show por medio de un experimento para entender todavía más las rarezas del ser humano.
Nos gustaría advertiros que pueden llegar a haber escenas duras, e incluso desagradables, así que os recomendamos que si sois sensibles, estáis acompañados por un menor o vosotros mismos lo sois; cambiad de canal.
Si no es el caso os invitamos a que toméis asiento, os pongáis cómodos y pronto conoceréis a los 12 “Sujetos”.
Antes de nada os mostraremos una breve exposición sobre los estudios llevados a cabo con lo que se demuestra que nuestras bases legales son completamente factibles y aceptadas por el gobierno.”


Tras el primer plano del presentador, la cámara se va alejando permitiendo al espectador tener una vista casi completa de la gente que abarrota el plató en esta primera emisión de uno de los programas más esperados de todos los tiempos.
Desde el puesto de mando, el regidor ordena que se prepare todo para retransmitir el vídeo, que han grabado con antelación, donde se han montado y editado las partes necesarias para explicarlo todo de la manera más clara y al mismo tiempo más atrayente para el público.
Eleva sus dedos y en tres, dos, uno; el vídeo comienza a emitirse en todas las televisiones que les han sintonizado.
Ante los ojos de los televidentes aparece un hombre vestido como si fuese un médico; lleva un batín blanco y un estetoscopio colgado en el cuello; tiene el pelo color miel y una sonrisa tremendamente amable que deja ver casi por completo su brillante y perfecta dentadura blanca, mientras que sus ojos se curvan en una manera tierna, empequeñeciéndose, dándole así un aspecto infantil.
No hay ningún hilo musical y al poco de entrar en pantalla, tras una breve pausa, comienza a hablar.
“El ser humano es un ser realmente asombroso, digno de admiración. ¿Por qué? Se preguntarán. Pues todo ello se debe a su mente, la psique. Ese intrincado circuito de cables neuronales que nos controlan.
Somos capaces de matarnos los unos a los otros, de llorar, de reír, de luchar hasta caer rendidos, de confiar, de desconfiar, de tener celos, envidia y sentir admiración. En resumen: somos, como algunos dicen, una caja de sorpresas.
Pero es cierto que muchas personas han encontrado esa estructura que descifra nuestro comportamiento.
¿Habéis pensado por un momento que si yo no estuviese así vestido, tal vez no creeríais mis palabras tan fácilmente como lo hacéis ahora? Es posible que por el hecho de estar saliendo ahora en vuestras pantallas , ya aceptéis que mis palabras tienen, por lo menos, algo de ciertas.
Pero, ¿y mi sonrisa? Con una sonrisa tierna y agradable dejamos que un extraño penetre en nuestras vidas y le damos confianza. ¿Por qué una imagen vale más que mil palabras?
Conocida expresión que mucho usamos; aunque otros se agarran al dicho de que "la verdad está en el interior"; y creedme, señores y señoras; ambas afirmaciones están en lo cierto.
La sociedad nos ha forjado de una manera; nos empuja a ser como "debemos" ser; porque es lo que es bueno y el ser humano persigue, desde el comienzo de la historia, la bondad como supremacía de la perfección.
Pero ¿realmente somos como nos dejamos ver? Todos hemos tenido pequeños secretos, pequeños pensamientos, deseos o impulsos que hemos refrenado porque no son buenos. En el fondo, todos tenemos un pequeño yo oculto, un "ser real", alguien que no debemos ser.
¿Pero qué empuja a alguien a matar, qué hace que una persona que lo tiene todo malgaste su vida, qué es lo que motiva al más fuerte a acabar con él más débil, por qué deseamos a otras personas, por qué no podemos controlarnos; por qué no cumplimos la ley?
Todas estas preguntas y muchas más serán resueltas en esta investigación que ponemos a vuestro alcance solo para vuestro disfrute, el ser humano al desnudo.
Hemos seleccionado a 12 personas con perfiles de comportamiento totalmente diferentes los unos respecto de los otros, personas que han quebrantado las normas, que se salen fuera del cómo se debe ser y simplemente son, seres repudiados e incomprendidos, seres como tú o como yo.
Hemos forzado sus cuerpos, con su consentimiento, y los hemos estudiado.
Ahora ha llegado el momento de soltarlos y que se conozcan, tendrán que convivir unos con otros, viviendo e intentado resolver situaciones corrientes y no tan corrientes, enfrentándose a sus problemas personales y a los de los demás.
Pondremos a prueba la resistencia humana hasta sus límites para ver hasta dónde llega el control del ser humano; dónde se separa el alma del animal, dónde acaba la razón y se da paso al instinto.
Una lucha en donde la última palabra la tienes tú.”




Investigación y encierro de los Sujetos.
Hora: Sin determinar
Lugar: En alguna zona de Seúl.
Fecha inicial del encierro: 23/12/2011

 

Sujeto 1 : Sehun

Todavía no entiendo cómo he llegado aquí, pero no me gusta.
He perdido la cuenta de los días que llevo encerrado en esta habitación, pero cada minuto que pasa se vuelve más y más insoportable. Intento no volverme loco leyendo el periódico diario que me deja ese “alguien” todas las supuestas mañanas por el agujero de debajo de la puerta. Sí, podría calcular los días gracias a la fecha de éste, pero no está. Se han apresurado a borrarla de todas las noticias, anuncios o incluso esquelas que aparecen en el matinal.
Me entretengo de vez en cuando gracias a esa música tranquila y relajante que en ocasiones puedo escuchar. En un principio solo oía, me sentaba en la cama y oía, pero ahora, ahora que llevo aquí encerrado tanto tiempo incluso bailo, me relajo y dejo que esa música me haga compañía; o por lo menos que logre hacerme sentir acompañado.
Enfrente de la cama, tras una fina pared de cristal se encuentra el cuarto de baño, mi aseo personal es algo limitado, me lavo una vez cada dos o tres días. No suelo ensuciarme mucho, ya que la habitación es pequeña y no tiene un ápice de suciedad. A veces, sólo a veces, cuando me apetece, suelo entrar en el cuarto de baño y colocarme frente al espejo, para asegurarme de que sigo siendo yo.
La cama es pequeña, pero admito que es cómoda, me encojo en ella por las supuestas noches y cierro los ojos; si hay suerte, sueño con la libertad, con volver a estar junto a mis padres. Con esos días en los que tenía que ocuparme de la tienda; los odiaba, pero ahora los echo tanto de menos…
Hay veces que cuando me despierto estoy aseado, me han cortado el pelo de esa manera lineal en la que acostumbran a hacerlo y, por lo que intuyo, me han hecho alguna prueba. Siempre me levanto mareado, incluso a veces dolorido, pero rápidamente, después del desayuno que me deja ese “alguien”, mis energías vuelven a ser las mismas. Un bocado y en mi boca se mezclan cantidad de sabores, a veces añoro las comidas de mamá, pero cuando pasas horas y horas encerrado en un sitio como este cualquier comida es deliciosa. En cuanto termino el plato, podría apostar que en mi cara se dibuja una sonrisa de felicidad.

En ocasiones me apoyo en la pared y cierro los ojos, suelo pensar en si seré el único que está en esta situación, o si hay alguien más como yo. Sonrío imaginando que tras la pared en la que estoy apoyado alguien puede notarme, y añorarme tanto como podría hacerlo yo, y sólo a veces, cierro los ojos sintiendo ese calor humano imaginario.

Sujeto 2: KyungSoo

Pared contra pared y ni una sola ventana.
Siento que las horas se vuelven días, y los días, puede que años.
No sé cuánto tiempo llevo aquí, y creo que hace tiempo que ha dejado de importarme.
No hay sonido más insoportable que el de la ausencia de sonido.
Y eso me molesta, pero no hago nada.
Las marcas en mis brazos escocían al principio, pero, al igual que mis ánimos, la sensación se ha ido apagando.
Puedo ver el cuarto de baño tumbado desde la cama, y me digo que por lo menos el haber pensado en colocar uno es un detalle.
Camino de un lado a otro de la habitación, miro al techo, me abanico en una esquina y a veces siento que todo es demasiado enorme y en otras ocasiones que todo se vuelve muy pequeño.
Los motivos por los cuales estoy aquí encerrado recorren mi mente como flechas en un campo de tiro.
Quizás no he sido lo suficientemente hábil, quizás el mundo se ha cansado realmente de mi existencia y al final ha decidido encerrarme para evitar que siga haciendo daño.
Pero no hay respuesta.
Tomo la comida que me dan, como, me limpio, duermo y sigo con vida.
Se aseguran de que estoy en mis plenas condiciones físicas; no me falta comida, ni artículos de higiene; tampoco he tenido que quejarme porque las prendas de cama estén sucias y tampoco por mi ropa.
Llevo el pelo aseado y perfectamente cortado, tal cual lo tenía cuando entré.
Pero no lo entiendo.
La desesperación me devora y siento que estoy soñando; quizás al final he muerto y el lugar donde me encuentro es el infierno; si es así... me lo merezco.
Alargo la mano hacia la pared y cierro los ojos.
Siento algo... o quizás sólo es mi imaginación.
A veces, sólo a veces, cuando añoro el aire tocando mi cara, cuando extraño la sensación de la lluvia sobre mi pelo, cuando me imagino que una vez mi pies tocaron un suelo diferente a este, construido con ladrillo y cemento; sólo a veces, siento que quizás, como yo, haya más personas en este infierno al otro lado del muro y entonces es cuando siento compasión por ellos y dejo resbalar un:
- Lo siento.

Sujeto 3: Luhan

Hace frío, mucho frío; mi cuerpo tiembla a pesar de que en este lugar es imposible que note ni un ápice la temperatura natural. Desde que comencé a marearme, a sentir escalofríos y a añorar la calidez de mi casa, me di cuenta de que esto sería una mala idea.
Me cuesta respirar, mis labios están secos y noto como si la sangre que fluye por mis venas fuese arena. Estar en esta habitación solo, sin nada ni nadie, haría que me volviese loco; miro hacia los lados con la esperanza de poder encontrar alguna puerta o rendija por la que poder salir, pero nada: solo pared, pared, pared y una fuerte puerta de metal que vuelve a aquel cuarto un búnker aislado. Trago saliva y me muerdo el labio, me acurruco de nuevo en la cama abrazándome las piernas contra el pecho y me mezo, intentando calmar ese frío que produce que mi cuerpo solo tiemble.
No sé cuántos días llevo ya aquí, pero debí escuchar a mi padre; debí hacerle caso… ¡No! No puedo pensar así, si no, él ganará la batalla. Sonrío para mí, ya que nadie más puede verme, o quizás no? Seguramente alguien estará observándome a través de una cámara escondida en cualquier rincón de la habitación.
Me levanto y camino como puedo hacia esa habitación tras la pared de cristal que es el lavabo, me coloco enfrente del espejo y puedo contemplar mi rostro. El pelo alborotado de los tirones que de vez en cuando me procuro para darme cuenta de que sigo aquí, de que soy yo y estoy completamente cuerdo, los ojos rojos, vidriosos y con ganas de vida, con ansias por salir de allí; la nariz y labios secos, cuarteados, incluso podría decirse que tengo algunas zonas rojizas; no me explico por qué; pero ya no queda nada de aquel chico inmaculado que entró hace semanas en esta habitación. Apoyo las manos en la pila y respiro hondo, grito, grito muy alto y fuerte, y de un solo golpe arrastro todos los botes hacia el suelo, respiro fuerte conteniendo la rabia interior, y miro hacia abajo, blanco; todo blanco, como la habitación….
Abro la ducha desesperado por ocultar y aliviar este frío interior, esta locura latente de mi alma, y entro dejando que la cálida agua me envuelva, me resbalo por la pared y me vuelvo a autoabrazar, lloro, sí lloro porque realmente estoy acabado, estoy temiendo lo peor y nada me indica lo contrario. No quiero sentirme solo, cierro los ojos y deseo con todas mis fuerzas que esto termine; para que pueda volver a ser yo mismo, para que pueda volver a vivir….

Sujeto 4: Junmyeon

¿Blanco?... no... no es blanco...no lo es... no hay nada blanco, ni el techo, ni las paredes, ni el suelo, ni las baldosas del cuarto de baño lo son. Me inquieta... me inquieta demasiado y siento que todo se acelera y que pronto estallará.

Me siento sobre la cama y me agarro con fuerza la cabeza, como si un destornillador hurgase en mis conductos internos, como si una mano extraña jugase con los hilos de mi mente que me mantienen cuerdo; así es como me siento.

No hay ningún dedo señalándome, pero odio ese espejo.

¿Lo he dicho?

Sí... No... ¿Sí?

No lo recuerdo. Y ese zumbido de nuevo, y esa nauseabunda sensación de que ya viene; las vueltas en el estómago, el desequilibrio en mi cabeza. Ya viene, ya está cerca y entonces.

Lo veo sonreír en el espejo y sé que ya ha llegado.

Un grito ensordecedor rebota por las paredes; lo odio, lo odio demasiado, lo odio más que a nada en el mundo, porque es lo peor que he encontrado en mi camino.

Sé que hará daño, siempre lo hace; no puedo aguantarlo, no puedo con él porque él siempre, siempre es más fuerte; cierro los ojos y entonces me rindo.

Cuando los abro, la habitación está patas arriba, el baño nuevamente vuelve a aparecer roto, ha vuelto a intentar sacar las cañerías del sitio y el agua sale disparada por todos lados; el suelo está empapado; yo estoy empapado.

Lo que antes habían sido mis sábanas y mi colchón están destrozados y esparcidos por la estancia, y de lo que en algún momento fue una mesa y una silla, sólo quedan trozos inexactos imposibles de reconstruir.

Veo sangre por el piso, sangre en mis manos, sangre en mi rostro; lo detesto.

Observo el lugar donde supongo que debería de haber una ventana y me dejo caer nuevamente de rodillas derrotado.

¡¡¡¡Quiero irme, quiero irme, que alguien me saque de aquí!!!!

Ya no grito, es inútil; lo sé muy bien, llevo demasiado tiempo aquí dentro como para haberme dado por vencido; pero la frustración siempre me domina y no puedo evitar acabar dormido derrotado por mis lágrimas.

A lo que supongo que será la mañana siguiente me despierto como nuevo, no si sé si es un nuevo cuarto o si lo han arreglado y dispuesto todo como para que parezca el mismo, pero como nuevo.

No han sangre, no hay muebles destrozados y nuevamente, no hay blanco; y esa sonrisa en el espejo espera su momento para volver.

Sujeto 5: Kai

Respiro despacio, cierro los ojos e imagino que la suave brisa mece mis cabellos. Me lamo los labios, tengo sed pero todavía no ha llegado el “visitante” con las provisiones. Levanto mis manos hacia el techo y las contemplo; respiro hondo y me giro hacia la pared; la miro, suspiro, la vuelvo a mirar, parpadeo, me rasco el trasero y toso.
Aburrimiento, es lo que llevo viviendo todo estos días en los que me han encerrado en esta habitación, porque si esto es la cárcel no entiendo cómo puedo estar solo; vestir como quiera, y cómo es que todavía conserve mi pelo.
Me levanto y respiro hondo, me estiro un poco más, cualquiera a estas alturas estaría loco, pero yo no. Algo dentro de mí me dice que esto no es para siempre, que no estoy aquí por un castigo, ni por haber hecho lo que hice. No sé, quizás alguien me haya secuestrado y se deleite mirándome, o puede que esté dentro de un juego de un maníaco, pero algo me dice que, de aquí, saldré con vida.

Estiro mi cuerpo y alzo los brazos tanto como mi columna me lo permite, luego bajo, toco mis pies y repito la acción un par de veces, puede que más, ahora no me apetece contar. Ahora giro hacia los lados mi cintura y corro en el sitio, puede que a los ojos de cualquiera parezca vago pero no hay que perder la práctica; todos los días me obligo a ejercitarme un poco, intento que mi velocidad no se pierda, que mi habilidad incrementada con los años no se olvide. Un par de saltos y algún que otro movimiento con las manos. Paro. Ya es suficiente, me vuelvo a sentar y miro hacia el frente, me veo reflejado en el cristal que hace de pared del cuarto de baño, sonrío para mí: a pesar de haber perdido peso sigo igual de irresistible que siempre.

Me echo el pelo hacia atrás y me guiño el ojo, si no fuera yo, estaría perdido, pero qué le voy a hacer, he nacido con esto. Me levanto y apoyo mi cara en el cristal, está frío, pero por alguna extraña razón me alivia por dentro el sentir cómo mi reflejo me roza la cara. Puede que sea una estupidez, pero esa pequeña acción, ese simple gesto, hace que no me sienta solo.

Sujeto 6: Minseok

Dicen que no hay mal que por bien no venga y eso es lo que realmente espero con todo mi corazón.

Observo cómo las paredes no cambian a mi lado, como pasan las horas, los días y ....Digamos que pasa el tiempo y nada cambia, salvo yo mismo.

Fue mi decisión el estar aquí y no lo lamento.

Camino por la habitación de un lado al otro, hago garabatos en los papeles que me dejan y también con ellos, hago pequeños aviones de papel que hago volar por encima de mi cabeza, cierro los ojos y me imagino el viento rozándome la cara y si tengo un buen día, solo si se da ese caso, casi puedo sentir en verdad esa brisa acariciando mis mejillas, y se me escapa una sonrisa.

A veces acaricio las paredes y le hablo a mi familia, manteniendo la esperanza de que, de alguna manera, ellos puedan saber que estoy bien, y ella... ella pueda estar bien.

Me doy una ducha, lo hago casi por costumbre al levantarme, aunque realmente no creo que pueda ensuciarme mucho estando encerrado en este sitio. A veces la TV se enciende con viejas reposiciones de programas ya aburridos, siempre los mismos, siempre las mismas caras una y otra vez, pero es agradable encontrarse con rostros diferentes al mío.

No les hablo a esas personas, mi mente todavía se mantiene bajo control, pero en ocasiones me gustaría poder tener a alguien cerca para abrazar, o puede que tan solo para poder asegurarme de que aún sigo realmente con vida.

No me torturan, tengo agua corriente, caliente y confortable cada día, mi comida puntal tres veces al día, y en ocasiones bastante abundante. Las prendas de mi cama siempre están limpias y suaves, las paredes pulcras y perfectas, y mi aspecto es higiénico y no padezco ninguna clase del malnutrición, ni maltrato físico; así que después de todo, no es algo tan malo.

Pero añoro la luz del sol, una voz humana que no provenga de un aparato, el tacto de una mano sobre mi piel y la calidez de sentirse real y vivo.

El reloj de la pared da vueltas y vueltas, tantas que han mareado a mi percepción de la realidad; me acaricio las mejillas y me descubro a mí mismo llorando, a pesar de que no puedo dejar de sonreír; solo espero que por Dios, ella esté bien.

Me levanto del suelo donde me había dejado caer para contemplar el techo y camino hacia el hueco de la puerta; lo golpeo pero nadie contesta. Tampoco es que lo haga con mucha fuerza. Vuelvo a golpear, y aunque sé que no hay nadie al otro lado, creo sentir algunos pasos cercanos.

-Por favor- digo, y suena casi como una súplica- Por favor, solo quiero saber si ella....- trago saliva, casi me da miedo hasta preguntarlo- ¿Ella está bien?

En el mismo momento en el que dejo que la pregunta salga por mis labios ya me siento arrepentido de ello; en el fondo no quiero saberlo, la posibilidad de que la operación no hubiese salido bien me aterra. Pero nadie contesta, y de nuevo, como si no hubiese hecho nada, me dejo caer sobre la cama mirando el techo dejando que el tiempo y la monotonía me desconcierten de nuevo, hasta quedar dormido.

Sujeto 7: Tao


Uno.

Y dejo que mi pierna se eleve tan alto que cualquiera que pudiese verme se sorprendería.

Dos.

Un puñetazo ligero adorna mi imagen; acompasado con mis suspiros.

Tres.

Al suelo y 20 flexiones.


Cuando ya he terminado, mi respiración y yo estamos solos de nuevo en esta maldita habitación. Me miro reflejado en el espejo y sé perfectamente por qué estoy en este maldito lugar, miro mis manos y de nuevo vuelven a mí las imágenes de aquella noche.
Me llevo las manos a la cabeza y me revuelvo el pelo intentando así que todo eso se esfume de nuevo de mi memoria; grito y golpeo la pared provocándome otra vez ese dolor chispeante que me atraviesa los nervios hasta el cuello.
Otro golpe, y otro, y vuelta a empezar.

Me detengo, miro hacia el suelo y trago saliva, la sangre adorna las frías baldosas de la estancia, se mezcla con ese color blanco y dibuja pequeñas figuras sin sentido. Me agarro la mano, apretando para detener la hemorragia y camino hacia el baño. 

Agua, el agua deja que todo fluya, que se vaya, está fría, helada, pero es agradable, me gusta sentir el frío, es una sensación que me recuerda que estoy vivo. Cuando cierro la llave observo las gotas de sangre que forman el camino desde la pared hasta donde estoy, y sonrío. Sé que puede sonar estúpido pero es una imagen preciosa, blanco y rojo, el contraste de claro y oscuro; me agacho y paso un dedo por algunas de esas gotas, escribiendo poco a poco una palabra, que espero que los de las cámaras puedan leer.

“TIEMPO”

Sujeto 8: Chanyeol

Con los ojos abiertos, siempre abiertos, observando sin cesar, sin dejar de mirar al cielo esperando, esperando sin parar como si de algún lado, como si en algún momento fuesen a volver; porque tienen que hacerlo, tienen que volver a por mí.

Me tumbo sobre el suelo y dibujo con las yemas de mis dedos las líneas que las baldosas han ido perdiendo con el tiempo; me giro y cuento las manchas de humedad en el techo; me tumbo del lado derecho y las arrugas del papel de la pared se vuelven interesantes y a la izquierda las vibraciones minúsculas del otro lado hacen que pequeños trocitos del materíal que forma los laterales se suelten.

Sonrío emocionado, porque incluso aquí en este pequeño lugar las cosas siguen siendo igual de sorprendentes.

La gente normalmente pasa por alto todo lo que tiene a su alrededor. Pero cuando son niños no lo hacen. No logro entender por qué la gente, al crecer, deja de fijarse en las pequeñas cosas, cuando en verdad no son tan pequeñas. Creo que en realidad simplemente las olvidan, dejan aparcada esa necesidad de descubrir y empujan a su corazón a reprimir el deseo de vivir para cambiarlo por el de sobrevivir.

Tengo frío.

No es que realmente lo tenga, pero sé que debo de tenerlo con la tripa sobre el suelo sin ninguna tela que lo cubra. Me levanto y me estiro haciendo que los huesos de mi espalda crujan y nuevamente me saludo a mi mismo con una sonrisa en el espejo.

- Buenos días - me digo, y me respondo con educación mentalmente.

Camino hasta el pequeño cajón que hay en la mesita que está sujetando la radio en frente de la cama; jamás enciendo esa radio pero sí que abro mucho ese cajón.

Cojo el encendedor que hay dentro y, sin abrirlo, camino hacia una de las esquinas del pequeño cuarto y lo enciendo. Contemplo su llama, brillante, potente, viva y caliente. Baila con las caricias de mi aliento y sin dejar de sonreír paso mi mano entre la misma, pero aun así sigo teniendo frío.

No es la primera vez que lo hago, pero el frío sigue dentro de mi, como si no pudiese sentir nada de ese calor. Y entonces envidio al fuego y quisiera convertirme en esa pequeña llama alargándome hasta el cielo, esparciéndome por el espacio llegando al lugar donde debería de estar, surcando las estrellas en busca de mi hogar.

Un ruido seco y el encendedor se apaga; quisiera estar furioso pero no puedo, lo contemplo sin poder borrar esa sonrisa estúpida de mis labios. Supongo que en el fondo es todavía peor el no sentirse culpable cuando todo el mundo lo espera.

Y a veces, en el fondo, desearía que todos me viesen con los ojos con los que ven los niños, intentando ver más allá de esta rata fría, sin sentimientos, encerrada en una jaula.

Lanzo el encendedor lejos de mí y lo observo, luego me levanto, y con miedo, casi como pidiéndole perdón, lo vuelvo a guardar con cuidado en su cajón, esperando que al día siguiente vuelva a estar como nuevo.

No me pregunto el por qué, porque lo sé, no me pregunto el cómo, porque no me importa, no me pregunto el dónde porque no es importante, y menos el quién, porque jamás ha sido necesario el conocerlo, sólo me pregunto el cuándo, porque siempre ha habido un principio y un fin de todo.

Y una vez más, casi derrotado, quisiera poder cerrar los ojos para dormir y no tener que ver esa horrible sonrisa de idiota que me contempla desde el espejo y me dice " no eres normal".

Sujeto 9: Baekhyun

Abro los ojos y miro como las aspas de ese ventilador giran y giran. Es tan aburrido estar aquí dentro, y mucho más cuando no fuiste tú el que eligió este destino. Me giro boca abajo y miro la almohada, blanca, como todo. Entonces, sólo entonces, me paro a pensar en qué estará pasando ahí fuera. Me levanto de la cama y camino descalzo por la habitación, intento imaginarme una ventana, y me asomo a ella, desde la misma puedo ver la calle.
No. Es estúpido, ¿quién puede creerse eso? Me apoyo en la pared y me dejo resbalar por ella, agarro los pies con mis manos y jugueteo con los dedos mientras miro hacia la televisión, deseando que vuelvan a emitir ese programa. Es divertido, ya casi me lo sé de memoria, pero es agradable escuchar la voz de alguien que no seas tú.
Pero no es la hora, no es la hora de darme ese placer. Me tumbo en el suelo boca arriba, volviendo a contemplar las aspas de ese enorme aparato, cierro los ojos y escucho el zumbido, me imagino en la calle, no, mejor: en mi calle, sentado con mis amigos en aquel banco que siempre ocupábamos y sonrío. No sé si los que nos miran pensarán que ya me he vuelto loco después de estos 100, 200 días de encierro, pero si es así, me da igual.
Me divierto imaginando que alguno de esos locos que me observan cree que esto servirá de algo. Sigo sin verle valor alguno a encerrarme en una especie de cárcel tuneada, no sé, es algo que no tiene mucho sentido ¿no? ¿Qué me va a enseñar estar en una habitación sin comunicarme? Me paso la lengua por los labios y me levanto, le muestro mi dedo con un gesto rudo a la cámara y me encierro en el baño.

“Que os den”

Sujeto 10: Wu Yifan

Me siento estúpido.

Realmente no sé si esto es mejor que la cárcel; pero bueno, supongo que por lo menos no tengo que aguantar a nadie molestándome. Aun así, a mí sí que me molesta no poder tener mi ordenador cerca. Supongo que me he acostumbrado a usarlo todos los días; aunque no siempre fue así.

La gente suele poner etiquetas a los demás; y creo que si me viesen por la calle, sólo por mi estatura llamaría la atención, quizás por nada más. Jamás fui una persona a la cual habría que prestarle mucha atención; no sacaba notas increíbles en clase, ni destacaba en el deporte, jamás he sido un rompecorazones, y menos aún uno de esos chicos que siempre se mete en líos. Tampoco es que me ignorasen todos, más bien es que no me gustaba llamar la atención, la verdad ¿por qué iba a tener que hacerlo?

No me gusta llamar la atención, eso queda claro,supongo que quienes lo hacen se convierten finalmente en cabezas de turco para otras personas. Pero aunque no quisiera hacerlo, finalmente tuve que destacar en algo. No lo pude evitar y tuve que hacerlo.

Puede que ante los ojos de todo el mundo real sea simplemente uno más, pero tras las teclas, soy uno de esos que lleva la etiqueta de hacker; sí, un delincuente en la red. Pero, bien dicho, no soy nada más que un experto en ordenadores que aprovecha el don que dios le ha dado.

Podría levantarme de la cama pero sería aburrido, los días pasan, o eso supongo, porque no creo que lleve sólo unas horas aquí dentro. Como, me lavo y duermo, a veces me muevo, doy alguna que otra vuelta de aquí para allá; enciendo el televisor y me entretengo; hago rayas sobre los papeles que me ponen sobre la mesilla, y enciendo y apago el pequeño transistor; pero lo que más hago aquí dentro es aburrirme.

No salgo, nunca salgo, pero a pesar de ello sé que hay alguien que entra; las sábanas aparecen limpias y cambiadas, el cuarto aseado y ordenado, y siempre hay comida en perfecto estado esperando a que me la coma; pero a pesar de ello, todo es un coñazo.

Sé que acabaré por salir de aquí, tarde o temprano, y sé que de nuevo tendré mi ordenador cerca, y entonces nada habrá cambiado. Todo seguirá igual.

Y así es como soy, común, aburrido, simple e indefenso, tal cual pueden observarme día tras día desde las cámaras que han colocado en este cuarto, pero jamás podrán observar cómo soy por dentro; porque en el fondo siempre he llevado ventaja, porque soy mucho más listo que ellos, porque no es el primero en mover el que gana la partida sino el que mejor mueve sus fichas y lo sé, yo siempre he sido el mejor sobre los tableros.

Me estiro sobre la cama y me tapo con las mantas, mientras susurro un "buenas noches " a mis captores sólo yo sé que mi sonrisa se alarga con satisfacción bajo las mantas.

No puedo evitar ser demasiado bueno.

Sujeto 11: Jongdae

Aprieto un poco más, sólo un poco más y se oye el chasquido. La barra de la cama ya se rompió, sonrío y comienzo a hacer garabatos en ella, como si escribiera algo secreto, un diario o algo que nadie más que yo puede entender.
Siempre es así, siempre es algo que sólo yo entiendo, algo que sólo yo tengo. No puedo compartirlo con nadie, y cuando ese alguien aparece, no me entiende. La habitación es pequeña, pero suficiente para mí, total, qué importa si estoy solo ¿no?
Soledad, he vivido acompañado de ella desde que recuerdo. ¿Padres? Sí, claro, no he nacido de la nada, pero es como si fueran nada. Viven para ellos y sólo por ellos. ¿Qué más da que su hijo apruebe con las mejores notas? ¿Qué importancia tiene que su único hijo sea el primero en canto, o incluso que sea denunciado? No pasa nada.
Pero en realidad no me importa, porque antes, antes de entrar en este maldito lugar, no me sentía solo. Porque los tenía a ellos; Lee Soon Kyu, mi preciosa Soon Kyu, ella sí que me hacía compañía…
Hasta que me traicionó, nunca entendí sus motivos, no le hice daño, no la engañé; pero rápidamente se sintió molesta y me traicionó.
Observar en un delito… Un delito condenado por la ley, y lo he pagado, con el peor precio. Mi existencia.

Sujeto 12: Yi Xing

Abro los ojos.

Y la humedad del techo parece burlarse de mí. Encerrado. Eso es lo que dice, siento que quisiera romper con todo lo que me rodea, pero no lo hago.

Me levanto de la cama sentándome sobre ella, apoyando los codos sobre las rodillas dobladas y colocando sobre las manos la cabeza, pensativo.

No hay más ruido que el de mi propia respiración y eso no me gusta; no me gusta nada.

Elevo mi cabeza nuevamente hacia el techo y respiro, cerrando los ojos; siento que el cuarto se hace mucho más pequeño de lo que es; pero sé que eso no puede estar sucediendo. Agarro las mantas a ambos lados y las aprieto, me siento inútil y después de todo, siento que eso es lo que he sido siempre.

Bajo la cabeza y dejo que caiga casi con pesadez en dirección al suelo. Un sonido brusco tras la nuca, es posible que me haya hecho daño, me da igual.

Me levanto arrastrando los pies hasta el cuarto de baño y enciendo la ducha, me quito la ropa y me dejo envolver por el agua. Siento cómo las gotas templadas recorren mi cuerpo desnudo como si miles de hormigas hubiesen decidido comenzar una carrera por él.

No debo hacerlo, me digo, porque me conozco; no debo hacerlo, me repito, y los ojos, que pretenden permanecer desinteresados finalmente no pueden evitarlo y dirigen su visión directamente a la cámara que me vigila.

Quizás pretendo parecer amenazante, pero en el fondo no creo que se me vea así; nunca he sido una persona con una presencia demasiado hiriente para los demás, o por lo menos así me había considerado hasta ese momento.

No puedo evitarlo, me domina, es más fuerte que yo, y finalmente caigo bajo su poder y me dejo resbalar por la pared empapada de la ducha; el vapor sale de mis labios como si fuesen pequeñas bocanadas de humo sincronizadas de alguna extraña manera, y mis ojos se cierran con fuerza.

Los gemidos adornan la estancia, quizás haciéndola algo más acogedora, qué diablos, yo qué sé. Dejo que el tango entre mi mano y mi miembro se lleve a cabo como cada día; y aunque muchos no lo entiendan, realmente jamás he sentido una danza más apasionada en otro lugar.

Me muerdo el labio y echo la cabeza hacia atrás dejando que el agua me bañe por completo adentrándose por la nariz, molestándome y dejándome casi sin respiración, pero aún así no paro, no lo hago.

Más y más rápido, más y más profundo, sintiendo que todo se vuelve enorme y pequeño al mismo tiempo, dejando que la melodía fluya más adentro, tan profundo del alma que ya no veo un cuarto, que ya no siento hambre, que ya no sé ni cómo me llamo y no puedo dejarlo, no puedo parar, y entonces sucede, y todo estalla.

El hechizo se rompe y me encuentro a mí mismo, sentado en el plato de la ducha, con las mamparas llenas de vaho, el cuerpo empapado, la respiración agitada, la mente confusa y la mano sucia, y finalmente me doy cuenta de lo que soy. Y me odio.

Me levanto sujetándome con la otra mano y me lavo ambas con algo de jabón, me coloco el pelo mojado hacia atrás y cierro el grifo; me pongo una toalla a la cintura y salgo de la sección que corresponde al baño.

Voy hacia la cama y enciendo la radio, donde esa melodía vuelve a sonar, siempre la misma, siempre a todas horas; me tumbo sobre las sábanas y me pregunto si será así hasta que me muera.

Lanzo una mirada nuevamente a las cámaras y aunque no quiero hacerlo, sonrío. Supongo que es mucho más sencillo hacerles creer que estoy loco, que soy ese depravado que esperan que sea. Me doy la vuelta, mirando hacia la pared y la acaricio casi con miedo, como si fuese una persona, como si tras este muro hubiese alguien, porque después de todo, muy en el fondo, no me gusta estar solo.

Notas finales:

Intentaremos ir subiendo un capi por semana.
Muchas gracias a todos los que leéis y más aun a los que comentáis.
GRACIAS GRACIAS Y MIL GRACIAS!


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