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Más allá de la sangre por Mai_Kusakabe

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Notas del fanfic:

Hola a todos :D

Esta historia es algo que empecé a escribir hace cosa de un mes, inspirándome en un precioso fanart que encontré en Tumblr dibujado por Pero:

http://perooooo.tumblr.com/image/34961853147

La historia es un regalo de navidad para todos mis maravillosos lectores de Vidas ^-^. En un principio iba a ser un one-shot de unas dos o tres mil palabras, pero empezó a crecer y a crecer y terminó convirtiéndose en un monstruoso fanfic casi tan largo como lo será Vidas, así que decidí dividirlo en partes.

Actualizaciones diarias.

No os digo cuántas partes hay, solo que vais a tener regalo para tooooodas las navidades, así que espero que lo disfrutéis :D

La historia avanza lenta, pero la pareja principal será Kid x Law, así como algunas secundarias que voy a callarme por el momento ^-^

Disclaimer: Por mucho que me gustaría ser la propietaria de One Piece, el mundo es lo bastante afortunado para que ese no sea el caso, así que me conformo con ser una fan obsesiva con una colección monstruosa de figuras.

¡Y dentro parte uno!

Parte I

El orfanato público de Sabaody era el lugar donde iban a parar todos aquellos niños que habían perdido a sus padres y no tenían a nadie más que pudiera hacerse cargo de ellos. La institución tenía fondos de sobra, siendo que toda la gente con dinero de la ciudad, para demostrar su filantropía y preocupación por los demás de forma que se hiciesen buena publicidad hacía donativos periódicos al orfanato.

Los cuidadores se encargaban de que los niños estuviesen bien alimentados, fuesen limpios y con la ropa en buen estado y cumpliesen las normas para el buen funcionamiento del lugar. Más allá, todos los niños aprendían pronto que podían hacer lo que les diese la gana siempre que no dieran mala imagen al orfanato o, si era algo que lo haría, que no los pillaran.

Los niños con edad de ir al colegio desayunaban a las siete y media, en vacaciones y aquellos niños demasiado pequeños para ir a clase lo hacían a las nueve, se comía a la una, excepto los niños que se quedaban a comer en el colegio, y se cenaba a las siete. Los niños mayores de seis años podían estar en la calle hasta las seis y media, los de menor edad debían ir acompañados por algún niño más mayor y se encargaba a uno de estos niños más mayores, normalmente uno que no fuese mucho más mayor por cuestión de horarios, que acompañase al menor de y al colegio.

Los monitores comprobaban que estas normas se cumpliesen, y el niño que se saltase alguna era severamente castigado, pero, más allá de esto, los únicos niños con los que se hablaba para ver si tenían algún problema era con aquellos que sacaban muy malas notas o se metían en peleas. Después de todo, un mal estudiante o un niño problemático era malo para la imagen del centro.

--

A sus tres años de edad cumplidos más de medio año atrás, a Trafalgar Law le daban igual los juegos como el escondite, las canicas o los tazos que tanto fascinaban a los niños de su clase. Era un chico solitario y serio que pasaba sus días encerrado en la pequeña biblioteca con que contaba el orfanato, devorando cualquier libro que caía en sus manos.

Excepto ese día.

Era un lunes por la tarde a mediados del curso escolar, y una vez hacía sus deberes a Law le gustaba encerrarse en la biblioteca a leer hasta la hora de cenar, pero hoy algún gracioso había decidido gastar una broma y poner un candado en la puerta de la biblioteca, impidiendo así el paso. Por eso el niño iba hecho una furia por los pasillos, dando largas zancadas para sus cortas piernas en dirección al patio, dispuesto a encontrar a alguien lo suficientemente imbécil como para gastarse la poca paga que les daban en aquella tontería: ¿quinientos belis a la semana y se los gastaban en un candado? Había que ser tonto.

Por desgracia, en el patio no encontró a nadie.

Debía habérselo esperado, todos aquellos críos aprovechaban cualquier oportunidad para salir a hacer el idiota por la ciudad, dejando a Law sin posibilidades de hacer sufrir al desgraciado que le había arruinado la tarde.

Suspirando resignado, el niño se dispuso a volver a su habitación y ver si tenía por ahí algún libro que leer, pero un estruendoso llanto lo detuvo en el sitio.

Claro, los de la guardería.

La guardería era donde los niños pequeños vivían en el orfanato hasta que, al cumplir los tres años, los pasaban a compartir habitación con niños más mayores. Pero a partir de que cumplieran un año se los dejaba salir al patio de día, siendo que en la puerta que daba a la calle había un guardia y no podían salir, para que se fuesen acostumbrando a sus otros compañeros.

Curioso, Law fue a donde estaba la caja de arena, donde solían poner a los niños de la guardería, para ver lo que había pasado. La última vez que se había fijado, un par de meses atrás, solo había tres niños de la guardería, pero esta vez había cuatro, y fue este cuarto el que llamó la atención de Law: era un niño pálido que acabaría de cumplir el año, con una cabellera pelirroja despeinada en todas direcciones, y, lo más curioso, sin cejas sobre sus alegres ojos, de un curioso color rojizo. Estos ojos se reían junto al resto del niño, que avanzaba alegremente por la caja de arena imitando a una apisonadora destruyendo las construcciones de sus compañeros, todos ellos habiendo estallado ya en llanto para aquel entonces.

El propio Law se echó a reír ante la escena, atrayendo la atención del pelirrojo, que se quedó sentado un momento sobre los restos de un castillo de arena, mirándolo con asombrosa claridad para un niño tan pequeño. El moreno dejó de reírse cuando el pequeño abandonó la caja de arena y, avanzando a gatas por la gravilla del suelo, se acercó a él. Cuando hubo llegado frente a Law, se sentó en el suelo y lo agarró del camal del pantalón.

Eustass Kid, se leía en la etiqueta que llevaba cosida al babero.

-¿Qué?- Preguntó Law, al ver que el niño volvía a tirar y se quedaba mirándolo.

Kid volvió a tirar, y Law decidió agacharse frente a él, haciendo que el pelirrojo soltase su pantalón en el proceso.

-¿Qué quieres, enano?

Kid apoyó sus manitas en las rodillas de Law y trató de levantarse, tambaleándose y cayendo sobre las piernas del otro niño. Sin darse por vencido, balbuceó algo, gesticulando alocadamente con los brazos.

-¿Quieres venir conmigo?- Law se aventuró a deducir.

El pelirrojo asintió enérgicamente y volvió a tratar de levantarse, esta vez cayendo de culo al suelo. Law le sonrió burlón.

-No me digas que no sabes andar.

Esta vez, entre el balbuceo del niño, a Law le pareció entender algo que sonaba sospechosamente similar a “idiota”. Sonriendo de nuevo, aunque esta vez de forma menos burlona, Trafalgar Law se puso en pie y, inclinándose un poco hacia abajo, le extendió las manos a Eustass Kid.

-Anda, ven. Te enseñaré.

Kid miró un momento con desconfianza las dos manos antes de poner las suyas más pequeñas sobre ellas y, esta vez sí, con ayuda de Law, consiguió mantenerse en pie sin problemas. Law dio un pequeño paso para atrás y Kid, despacio, lo siguió.

-Bien, eso es.- Animó Law, volviendo a retroceder.

--

Ese día, a la hora de cenar, Law entró en el comedor llevando de la mano a un niño pelirrojo que, aunque ligeramente inseguro, conseguía dar sus propios pasos. Law les sacó el dedo a un grupo de niños que, cuchicheando, se reían y los señalaban, y se rió al ver que Kid, además de imitarlo, les sacaba la lengua.

-Aprendes deprisa.- Le dijo al niño, llevándolo a la barra donde estaba la comida para que ellos se sirvieran.

Law ya llegaba a ver bien la comida, pero a Kid la cabeza apenas le llegaba a la altura del banco por donde pasaban sus propias bandejas para ponerse la comida, así que, con cuidado y un poco de esfuerzo, el moreno lo levantó en brazos para que mirara.

-Elige, ¿qué quieres comer?

Kid se quedó un momento mirando lo que allí había y acabó señalando las hamburguesas y las patatas fritas. Law volvió a dejar al niño en el suelo y se dirigió a la encargada del comedor al otro lado de la barra, que los miraba con una sonrisa un tanto embobada en la cara.

-Dos hamburguesas y patatas fritas.- Pidió.

-Claro.- Dijo la mujer, cogiendo dos platos del montón y comenzando a llenarlos.- Veo que has hecho un amigo, Law.- Comentó, sonriéndole. A todos los monitores parecía gustarles Law, porque era un niño listo y trabajador al que nunca habían pillado en una pelea, no porque no se peleara, sino porque sabía escabullirse bien.

-Se llama Kid.- Respondió Law, no sabiendo qué más decir a aquel comentario.

-Mucho gusto, Kid.- Le dijo la mujer al niño, mirándolo por encima de la barra cuando se inclinó para dejar los platos y dos vasos con agua en la bandeja frente a Law.

El pelirrojo levantó la cabeza y, chupándose un dedo pulgar, asintió.

Ambos niños se dirigieron a una mesa vacía en una esquina del comedor y se sentaron, Kid prácticamente teniendo que escalar para subirse a la silla de plástico.

-Hay sillas de bebés, si quieres.- Dijo Law, riéndose cuando el niño lo fulminó con la mirada y le sacó el dedo. Si de algo se había dado cuenta enseguida era de que Kid entendía perfectamente lo que se le decía y, a juzgar por sus reacciones, iba a ser una persona muy orgullosa.

A Law le caía bien.

Law comenzó a comer y, al ver la masacre que Kid estaba haciendo en la hamburguesa con el cuchillo, recordó algo que había leído una vez y se lo quitó de las manos.

-Aún eres muy pequeño para cortar con cuchillo.- Kid lo miró mal y Law se apresuró a añadir.- Tranquilo, casi todos estos idiotas alrededor tuyo no aprendieron hasta los tres o cuatro años.

Cogiendo el tenedor del pelirrojo en su otra mano, Law comenzó a cortar la hamburguesa del niño en trozos que se pudiera comer solo. Una vez terminó, dejó el cuchillo sobre la mesa y le tendió el tenedor, ayudándolo a sostenerlo bien con la mano.

-El resto ya puedes hacerlo solo.

Continuará

Notas finales:

Son una monada, ¿verdad? ^-^

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