EN UN PRINCPIO UCHIHA
En un principio, en un gran apartamento que contaba con varias habitaciones y un gran jardín Vivian dos hermanos: Madara Uchiha el mayor e Izuna Uchiha el menor, ambos mejores hermanos hasta que se iban a los puños por alguna pequeña discusión y ambos de pensamientos distintos; el mayor tenia ideas radicales, el menor solo suspiraba y señalaba lo malo de aquellas ideas, a Madara se le tachaba de cruel e inmaduro y a Izuna de pensador mujeriego. Ambos policías, ambos sumergidos en sus vidas pero en busca de algo que les hiciera felices.
Un día cualquiera de la semana por la noche, mientras cenaban algo calentado a prisa en el microondas. Se miraban sin vacilación a la espera de algo pero pasado los minutos y al sentirse idiotas volvieron a bajar la mirada.
Toc, toc, toc
Ambos se volvieron a mirar
To, toc, toc
Con prisa infantil los hermanos fueron abrir la puerta, creando una competición de tal hecho siendo el ganador Madara tras empujar a su hermano a último minuto, grande fue su sorpresa al no ver a nadie cuando abrió la puerta.
— ¿Qué rayos? No hay nadie
— ¿eres imbécil? Baja tu mirada
Madara bajo su mirada ante el idiota que la había llamado imbécil, su desconcierto fue mayor al ver a un niño con una maleta. Un pequeño de cabello castaño y ojos oscuros, con esas facciones que reflejaban cierto aire familiar, si mucho tendría siete años le miraba enojado.
—pues imbécil será tu padre niño
—Madara no seas tan descortés
Le reprendió Izuna, mientras sonreía al niño quien a pesar de tener el ceño fruncido le dio una escueta y fugas sonrisa.
—pues tendrás razón, tal vez si no hubiera sido un imbécil no estaría muerto
Dijo aquel niño para luego extender un sobre y patear a Madara en la espinilla mientras entraba aquel apartamento diciendo:
—pero igual no te permitiré que lo llames de aquel modo, primo~
Ante la cara de sorpresa de ambos hermanos sin contar el dolor y rabia del mayor, el niño suspiro con cansancio sentándose en el sillón
—lean la carta
“al ser el representante legal de los difuntos señores…siendo ustedes los únicos parientes…Fugaku Uchiha de seis años pasa bajo su protección…si no aceptan su responsabilidad los demando…”
—no puede hacer tal cosa
Dijo Madara con ganas de rasgar aquella carta.
—jum aquí dice que no lo dudara.
Respondió Izuna señalándole a su hermano la carta
“si puedo y no dudare en hacerles una gran demanda, no me provoquen”
Ambos hermanos se miraron a los ojos y luego en un vistazo fugas vieron al pequeño que cabeceaba por el sueño en el sofá, llevaba un traje completamente negro signo de que hace poco había asistido a un funeral y luego puesto en un viaje agotador para llegar donde ellos.
—Madara, es aquel bebé… ¿seremos buenos tutores?
—voy a llamar a mi abogado para mañana ese niñato estará lejos de aquí.
Dijo Madara iracundo recibiendo una mirada de reproche de su hermano menor
— ¿tutores nosotros dos? cuando ni siquiera nos agradan los niños y mucho menos sabemos como cuidar uno, estará mejor lejos.
Ambos hermanos miraron aquel niño que dormía hecho una bolita en su sofá.
Dos años después en aquel gran apartamento Vivian dos adultos, un niño y dos nekos. Siendo el mas pequeño quien estaba adornando el árbol de navidad, el niño abría con cuidado la caja de adornos mientras detrás de el tenia a sus dos gatos, quienes con curiosidad tocaban aquellas esferas brillantes o mordían a los ángeles de adorno.
—Itachi deja eso quieto, Sasuke por favor no muerdas las alitas del ángel.
Decía el niño mientras cogía a los mininos y los ponía lejos de los adornos para luego volver y verlos jugando otra vez
—chicos están aun paso de que los deje sin regalos.
Dijo Fugaku a sus gatos, quienes todos melosos se pasaron por las piernas de su amo y ronronearon. En ese preciso momento Madara hizo acto de presencia con sus brazos extendidos en busca de un gran abrazo de oso.
— ¡ku-chan!
— ¡ni te acerques!
Amenazo el menor, quien al ver que eso no detenía a Madara no tuvo opción que salir corriendo con su veloz hermano mayor detrás de el, quien le alcanzo en las escaleras y le quito el poco aire con un meloso y asfixiante abrazo.
—te extrañé, esperaba con ansias locas verte aparecer en la veterinaria pero fuiste cruel y viniste directo a casa, quería tanto tomarme un chocolate caliente contigo.
Poco faltaba para que Madara rodara en el piso junto con un Fugaku que pataleaba
— ¡déjame! ¡Estas muy frio!
El mayor sonrió travieso y libero un poco a su ku-chan quien arremetió con sus pequeños puños (aun que cada día iban tomando mas fuerza) en su pecho.
— ¿¡no puedes saludar como alguien normal!?
—nop, estoy realmente feliz por pasar otra navidad juntos y no puedo evitar manifestarlo.
De la cocina salió Izuna con su delantal y una cuchara para ver el desorden que se había formado.
—chicos por favor, no hagamos de decorar el árbol otra batalla campal.
— ¡izu-chan ven a mis brazos!
Con sorprendente agilidad para admiración de Fugaku y dolor de Madara, Izuna le planto un puño en la cabeza al mayor haciendo que esta cayera al suelo quejándose.
—ya que llegaste ayuda a Fugaku a adornar el árbol y evitar…
Un fuerte estruendo de cristal roto se escucho por todo la casa y los Uchiha dirigieron la mirada a dos nekos, quienes tenían sus patitas en el aire y miraban aquella porcelana rota en mil pedazos con la que jugaban hace unos segundos.
— ¡de esta no se salvan! ¡Esa porcelana era de la tatarabuela!
Grito Izuna persiguiendo a los gatos, quienes si se miraban muy cerca parecían felices.
— ¡Izuna la sopa!
Grito Fugaku al ver salir humo negro de la cocina y queriendo evitar quedarse sin mascotas.
—¡kyaaa!
Corrió Izuna a la cocina olvidando su pasada persecución.
—me deben una de sus vidas chicos.
Dijo Fugaku a sus mascotas, que cansados de su ejercicio nocturno se acurrucaron en el sillón mientras meneaban sus colas y ronroneaban. No muy lejos Madara dejaba su abrigo y bufanda en el perchero reparando en sus congeladas manos y se recordó por enésima vez que necesitaba unos guantes.
— ¿si me vas ayudar a decorar el árbol Mada-chan?
Madara observo su casa adornada de luces navideñas, fotos donde se mostraban celebraciones de cumpleaños y paseos familiares, una silla de mas en la mesa y por sobre todas las cosas observo con cariño a su ku-chan.
— ¿Por qué me miras así?
Dijo Fugaku mirándolo asustado. Ante ese gesto Madara solo pudo sonreír.
—lamentó haber sido tan malo cuando viniste a vivir con nosotros, yo estaba asustado y…
Antes de que un torrente de palabras saliera de la boca del mayor, Fugaku le dio un abrazo abarcando con sus pequeñas manos solo su pecho.
—yo lamento haberte llamando imbécil y luego pegarte un puntapié pero siendo los geniales hermanos que somos dejaremos eso en el pasado.
—chicos la cena se quemo un poco pero…
Izuna al ver a eso dos abrazados sonrió, no fue fácil, cada uno tenía un humor particular en mayoría orgullosos pero en el fondo eran una familia con todo y esos animalejos que dormían en el sillón.
—Abrazo también para nuestra mama gallina—dijo Madara frotando su cabeza con la de su querido izu-chan
—Si abrazo para nuestro gran cocinero—dijo fugaku abrazándole el muslo
—agradezcan que es navidad y me puedo tomar sus palabras de burla como halagos
Los tres Uchihas rieron y compartieron aquel abrazo familiar.
EN LA PRIMERA NAVIDAD
En la primera navidad de Minato con su familia, No había muchas decoraciones, unas cuantas luces en la ventana de la cocina y un diminuto árbol en la mesa al lado de la puerta. La casa estaba un poco desordenada debido a que estaban próximos a mudarse, ya que con la llegada de los tres bebés un apartamento con solos dos habitaciones no era el adecuado para la nueva familia.
Minato observaba desde su cama como dormían su hermanitos abrazados en la otra cama. Solo hace un mes atrás jira-chan y oro-chan habían vuelto tarde en la noche con tres pequeños envueltos en unas sabanas.
La más pequeña era una niña de ojos ámbar, con un lacio y bonito cabello azul, era calmada y reía ante las cosas brillantes. Le seguía un niño flaco de apariencia delicada con un abundante cabello rojo; tenia tanto que le tapaba los ojitos y ante cualquier cosa desconocida lloraba y por ultimo estaba el mas mayorcito de piel blanca y llamativo cabello naranja, con unos ojos marrones que miraban curiosos, acompañado por cierta manía de tocar todo y si en le proceso se rompía algo el solo sonreía.
Muchos les daban pocas esperanzas por la deteriora salud que presentaban los niños, debido a que fueron encontrados en deplorables condiciones en la parte trasera de un camión con otro grupo de niños rumbo a un destino desconocido pero que todos daban como desolador. Siendo los más pequeños, fueron los más afectados pero eso no detuvo jira-chan y a oro-chan quienes los adoptaron. También dijeron que Minato no lo tomaría bien y que lo mas aconsejable era mantenerlo alejado de los bebés por un tiempo, descociendo el anheló del niño por tener hermanitos con quienes jugar pero afortunadamente sus queridos padres lo conocían y depositaron la confianza en Minato de ser un gran hermano mayor.
Para Minato no fue fácil, los peques ponían a prueba su paciencia pero todo era cosa de acostumbrarse y saber pasar tiempo con ellos. Con Yahiko veía caricaturas mientras ambos compartían un delicioso ramen, a Nagato le enseñaba trucos de magia y por ultimo y no menos importante asistía a las fiestas de té de Konan.
Minato dio otro vistazo a la cama de sus hermanos y salió del cuarto rumbo al cuarto de sus padres donde se asomo un poco para ver a Jiraiya terminar de vestirse y a oro-chan empacando una ropa en una maleta.
—estaré de vuelta para principios de enero, el dinero para el segundo pago de la casa estará para después de navidad y mandare algo extra para comprar la ropa de los peques y…
Jiraiya fue interrumpido por casto beso y suave abrazo, ambos adultos hablaron en voz baja mientras seguían en aquel abrazo. A Minato siempre le había gustado ver como sus padres se abrazaban, esperaba algún día tener ese alguien especial que le diera esa clase de abrazos, también esperaba pero con mas ansias algún día tener un gatito.
— ¿pasa algo Minato?—pregunto Orochimaru viendo las puntas del cabello rubio sobresalir por la puerta
El mencionado se paro en la puerta y con la cabeza gacha mientras retorcía sus manitos
— ¿en serio jira-chan te tienes que ir?
Todo era por el trabajo de Jiraiya, sabia que de ese trabajo dependían y que Jiraiya tenía que irse a trabajar por largos periodos de tiempo pero guardaba la esperanza de poder pasar la navidad con toda su familia alrededor. Jiraiya le tomo en brazos y ambos se miraron.
—se que es aburrido que no este para pasar esta navidad con ustedes, pero si no lo hago no podremos mudarnos.
—puedo esperar a tener mi propio cuarto por otro tiempo.
Aun paso de caer ante los ojos azules y cristalinos de Minato, Jiraiya busco apoyo en su pareja quien cargo a Minato.
— ¿pensé que ya habíamos hablado de esto jovencito? y que lo habías comprendido.
Minato por toda respuesta hizo pucheros mientras jugaba con sus dedos.
—si pero…
—no te preocupes por el tonto de Jiraiya, se la pasara genial conduciendo día y noche. En cuanto a nosotros decoraremos la nueva casa a nuestro antojo y el día de noche buena comeremos ponqué y al otro día abriremos los regalos, estaremos tan entretenidos que no extrañaremos a Jiraiya.
Minato se tapo la boca con sus manitos para evitar reírse por la cara que puso Jiraiya al oír como Orochimaru le extrañaría.
—oro-chan~ eres muy malo con tu querido esposo
—no estamos casados en primer lugar y ahora ambos despídanse sin lagrimas y luego Minato vete adormir.
Jiraiya y Minato se abrazaron para luego Jiraiya llevarlo cargado hasta su cama.
—cuida de tus hermanitos y de oro-chan, cuando vuelva te traeré muchos dulces.
—solo promete que no te iras para la próxima navidad.
—lo prometo ahora duerme.
Al irse Jiraiya, Minato se volvió a levantar y observo por la rendija de la puerta de su cuarto como oro-chan abrazaba fuertemente a Jiraiya.
—te amo idiota, vuelve pronto
Alcanzó a oír el pequeño antes de irse adormir.
Ahora en la primera navidad de Naruto, este observaba con curiosidad como su amo y sus hermanitos estaban parados delante de la puerta mirándola fijamente, tal vez tenia que ver con eso que llamaban navidad. con pereza se estiro y salto al regazo de oro-sama para buscar algo de mimos que no tardaron llegar.
— ¡cariño, retoños míos he llegado!
Naruto pego un pequeño salto de sorpresa, al ver la puerta abriéndose estrepitosamente y por ella entrando Jiraiya para luego ver a su amo y hermanitos correr con alegría a los brazos de su padre. Orochimaru lo tomo en brazos y se acerco a los demás donde también fueron fundidos en aquel abrazo.
—nos asustaste por un momento tonto.
—sabes que me encanta hacer entradas dramáticas oro-chan.
Jiraiya intento robarle un beso a Orochimaru quien reacciono interponiendo a Naruto
—no me gusta lo dramático
nya~ la navidad es confusa
Pensó Naruto mientras era acariciado entre risas.