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$Playboy Night$ por Strawberryloveless

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Notas del fanfic:

Hola, la idea original de esta historia surgió de una fiesta a la que asisti en donde precisamente conoci a una chica playboy. A partir de eso, se me ocurrió todo lo demás. Espero que les guste. Disfruten la lectura <3

Notas del capitulo:

Selene asiste a la mejor fiesta del año en compañia de su novio Alexander, las cosas se tornan molestas hasta que conoce a Dagna, una de las edecanes playboy que hara mas divertida su noche.

$PLAYBOY NIGHT$

 

1. PLAYBOY PARTY

Selene sin duda es un nombre muy poco común. Mis padres decidieron llamarme así, ya que ambos son amantes de la historia, la religión y las cosas paranormales. Los dos estudiaron en la misma universidad y fueron compañeros de clase durante muchos años, hasta que inesperadamente se hicieron novios y sin estar en sus planes, nací yo. Debido a esto Anabel, mi madre, se vio forzada a dejar la escuela temporalmente, mientras que mi padre continúo estudiando hasta convertirse en maestro de Teología en una de las escuelas de mayor prestigio de la ciudad. Por otro lado, cuando tuve edad suficiente para comenzar con mis estudios básicos, mi madre retomó los suyos, logrando concluir su carrera en Historia Universal. Cabe destacar que ella también es profesora.

Selene es uno de los personajes históricos favoritos de mis padres, ya que dicho nombre pertenece a la diosa de la Luna en la mitología griega. Mi abuela suele decir que la sangre de esta poderosa deidad corre por nuestras venas pero que lo hace principalmente en la mía, ya que el día de mi nacimiento por primera vez en años, hubo un eclipse lunar que según nuestros antepasados, anuncia la llegada de la sucesora divina, que en este caso seria yo. Aunque para la mayoría de nuestros familiares el relato de mi abuela suena absurdo, a oídos de mis padres resultó tan fascinante que decidieron nombrarme así por esa razón. Sin embargo, a mi parecer solo soy una chica común, que asiste a una escuela regular, alguien que tiene una familia y amigos completamente normales. No me considero y jamás me he considerado algo especial. 

Tengo diecinueve años y medio, este invierno cumpliré los veinte y aunque faltan tan solo un par de meses para el gran día, no suelo ser el tipo de persona que se emociona o se ilusiona por celebrar días así, porque en realidad no sucede nada si lo festejo o no. Sin embargo, para mi familia parece ser de mucha importancia cada cumpleaños de mi vida, en ocasiones siento que están esperando algo de mi, algo que seguramente no seré capaz de dar. Siempre he sido detalladamente cuidada por todos los de mi alrededor y mi familia procura que la gente se lleve una buena impresión de mí a primera vista. Desconozco la razón de este comportamiento, pero al menos desde que tengo uso de razón, mi vida siempre ha sido así, para nada emocionante. 

Hace dos meses que estoy saliendo con un chico, su nombre es Alexander. Lo conozco desde la preparatoria y desafortunadamente fue elegido por mis padres como mi novio. Debo aclarar que no estuve de acuerdo, pero no pude ponerme en contra de ellos debido a que comenzaban a preocuparse por el hecho de no verme interesada en hombres, o mejor dicho, en noviazgos adolescentes, así que preferí darles el gusto y aceptarlo con tal de no tener problemas con ellos, pero… ¡nuestra relación es tan aburrida! 

Alexander es el tipo de chico que solo hace las cosas para llamar la atención de los demás. Es extremadamente egocéntrico. Presume sus “músculos” usando playeras de mangas cortas, pero está más flaco que un poste de luz. Fuma y se embriaga hasta quedar inconsciente, maneja como loco y siempre quiere tener problemas con los demás chicos para probar su fuerza. Es egoísta, maleducado, grosero, burlón y prefiere hacer solo las cosas que a él le complacen y bueno, en cuanto a mí, ni siquiera me mira, soy como un trofeo para él. 

Recuerdo que en los últimos días de clases durante la preparatoria, hubo muchas declaraciones. Es típico que cuando finaliza un ciclo escolar, los chicos y las chicas se arman de valor para declararse unos a otros y yo no fui para nada ignorada. Cuatro chicos de mi clase, entre ellos Alexander, confesaron que siempre habían tenido sentimientos hacia mí, sin embargo rechacé a todos y cada uno de ellos, incluido él. No me llamaba la atención tener ese “tipo” de relación con alguien, al menos no por el momento. No supe cómo sucedió pero la noticia de que había rechazado al chico mas guapo y popular del colegio se propagó rápidamente por la escuela y terminó llegando a oídos de mis padres, quienes días después me armaron un escándalo diciendo: 

“Estamos preocupados por ti. No es normal que una chica de tu edad no sienta ni la más mínima atracción por alguien.”

Y es así, hasta el momento no ha existido persona alguna que me interese más allá de una simple amistad. Al final, Alexander fue muy insistente y logró convencer a mis padres de que era un buen tipo, pero al ver que yo no tenia la disposición de ceder, ellos tres tomaron la decisión sin siquiera pedir mi opinión y fue así como se volvió mi novio oficial. Debo admitir que una de las razones por las que creo que mis padres aceptaron a un tipo como él, es el hecho de que tiene dinero.

Esta noche iremos a una fiesta. Se había anunciado que sería la más grande y con mayor inversión de todo el año puesto que habrá invitados pertenecientes a familias poderosas, ricas y privilegiadas. Alexander como de costumbre consiguió nuestros boletos de entrada desde días anteriores, por lo que nuestros lugares están mas que asegurados. Ha quedado conmigo a las nueve de la noche y aunque parece que se tratará de un gran festejo, debo mencionar que no estoy para nada emocionada.

Escucho sonar el timbre de mi casa, tras el cual un grito de mi madre anuncia que mi novio espera en la puerta. Antes de salir me miro una vez más al espejo. Llevo una falda oscura y corta, una blusa de tirantes negra con brillantes lentejuelas rojas y para finalizar, un par de tacones altos del mismo color anterior. Tomo un bolso negro para guardar mi celular, algunas mentas y mi labial diario. Ahora si, estoy lista. 

Sin muchas ganas de salir, me despido de mis padres con una sonrisa fingida. Giro la perilla de la puerta y me topo con aquel vanidoso rostro. Él saluda y casi de inmediato se despide “educadamente” de ellos para después, plantarme un beso desagradable sobre los labios. No digo nada. Subo al auto y sin decir más, arrancamos rumbo a la muy aclamada fiesta: “PLAYBOY PARTY”

Habíamos llegado media hora antes para poder entrar sin problemas al evento, pero para nuestra desgracia el lugar está atascado de gente. Bajamos del auto y caminamos hacia la abrumadora multitud. Temía que entre tanta gente fuera a terminar alejándome y perdiéndome, por lo que intenté fallidamente tomar la mano o el brazo de Alexander como guía, pero su cuerpo está ocupado cargando su preciado alcohol, por lo que sin decir palabra alguna, continuo caminando detrás suyo, empujando a la gente y pidiendo permiso para pasar, hasta que por fin llegamos a la entrada del abrumante lugar. 

De pie, en la sección de invitados VIP esperamos pacientes. Alexander habla con un par de amigos a quienes se ha topado por casualidad y a quienes por cierto, ni siquiera se ha tomado la molestia de presentarme. Ignoro el hecho y decido mirar a nuestro alrededor. Me toma segundos notar como una enorme limosina color rosado se aproxima lentamente hasta las puertas. Los repentinos gritos me sobresaltan y no logro entender a qué se debe tanto alboroto.

— Bienvenidos a la mejor fiesta del año, ¡Playboy Party! — Grita un hombre por el micrófono — Ahora ¡demos la bienvenida a nuestras chicas Playboy! — dicho esto, la multitud grita aún más fuerte que antes. 

Miro en dirección al enorme y largo automóvil, notando como varias chicas comienzan a salir del interior. Todas llevan el mismo atuendo: tacones negros y exageradamente altos, un corsé blanco bastante provocador, orejas de conejo blancas, un cuello elegante con un moño negro y una cola esponjosa. 

Debo reconocer que todas son bastante guapas, pero la que está justo en medio de ellas es sin duda, el centro de atención. Además de ser la más alta del grupo, tiene un cuerpo difícil de no mirar y una cara preciosa adornada con una espectacular sonrisa. Todas caminan en linea recta, una detrás de otra con dirección a la entrada del lugar, justo hacia donde Alexander y yo nos encontramos esperando. 

Chiflidos, piropos, cumplidos y gritos se escuchan por todas partes. Miro con atención a cada una de las playboy que pasan frente a mis ojos, creo que ahora entiendo porque muchos hombres ansiaban la llegada de esta fiesta. Ignoro mis pensamientos y centro mi atención en la más alta del grupo, a quien veo recibir con ambas manos unas tijeras extremadamente grandes color dorado.

— Y ahora — el mismo hombre habla por el micrófono — ¿Están listos para divertirse? —  La multitud responde positiva y enérgica a la pregunta — No los escucho, ¿están listos para divertirse?

— ¡Siiiiiii! — gritan eufóricos todos alrededor.

— Adelante — el hombre del micrófono autoriza que la chica corte el listón rojo de la entrada. La joven inmediatamente troza en dos el lazo — ¡Bienvenidos a la mejor fiesta del año, Playboy Party! — Y tras el anuncio, el gentío se desordena por completo.

— Selene ven aquí — siento un brusco jaloneo en el brazo, es Alexander.

— ¿Qué quieres? — pregunto zafándome de su violento agarre.

— Estamos por entrar, no quiero que te pierdas — responde distraído mirando en otra dirección. Prefiero quedarme muda.

La fila se hizo larga pero gracias a los amigos de mi novio y a que estamos en zona preferencial, logramos ser de los primeros en pisar el sitio. Antes de entrar, todos debíamos seguir la siguiente dinámica: entregar el boleto para a cambio, recibir un sello en el cuello con el nombre de la fiesta que nos daría acceso ilimitado durante toda la noche. Acto seguido, debíamos beber un “shot” de tequila que las chicas playboy ofrecían a cada invitado como símbolo de bienvenida al evento. Curiosamente para mi fortuna, la chica que nos recibió a nosotros fue la rubia, es decir, la más atractiva de todas. Ella nos mira con una amplia sonrisa de oreja a oreja, para después ofrecernos el amargo licor.

— ¿Qué pasa si no quiero beberla? — pregunto desanimada, pues el tequila nunca ha sido mi fuerte.

— ¡Aggh! Eres una aguada ¡bébetelo y ya! — se queja Alexander, quien de un trago acaba con la pequeña cantidad de líquido.

— Es un trago de bienvenida, puedes dejarlo si no lo quieres — miro a la chica playboy y ella vuelve a hablar — Aunque, lo ideal sería que lo bebieras, de lo contrario me dejarás una sobrando — ella hace una cara bastante simpática, provocándome risas. La chica corresponde mostrando su dentadura perfectamente blanca. Es más bonita de cerca.

— ¡Eres muy lenta! Alcanzaré a los demás — se queja desesperado Alexander quien sin pensarlo dos veces entra al lugar casi corriendo. La chica playboy y yo lo miramos alejarse.

— ¿Novio? — pregunta con una mueca de desaprobación. Yo le vuelvo a sonreír, asintiendo con la cabeza.

 — Mi desgracia en carne y hueso — ella deja escapar una media sonrisa y yo decido tomarme el shot de una buena vez.

— Bienvenida al Playboy Party conejita ¡diviértete! — está tratando de animarme.

— Espero poder hacerlo — Y sin ánimos de seguir platicando, me adentro en busca de mi querido y fastidioso novio.

Pasan ya de las 11:20 p.m. y Alexander está más que ebrio. No hemos bailado en toda la noche ya que como de costumbre, él solo se dedica a tomar y pese a su fatídico estado, continúa trayendo más y más tragos de la barra. Prende un cigarro cada 5 minutos y chulea a las chicas playboy repetidas veces, quienes están bailando sobre una plataforma en el centro de la pista que es lo suficientemente visible desde cualquier punto del lugar. Sigo sin poder creer cómo un tipo como Alexander logró salirse con la suya y convencer a mis padres de que es un “buen chico”. Lo peor es que yo tengo que soportar el peso de sus decisiones con tal de tranquilizarlos y hacerlos creer que mi etapa de amor adolescente, por fin ha llegado. 

Tengo claro que el problema no es Alexander o los demás chicos, el problema soy yo y mis extraños deseos de encontrar el verdadero amor. Me refiero a que, el día que decida tener una relación será por mero gusto, porque sentiré esa conexión especial, ese algo que hasta el momento nadie me ha hecho sentir. Sé que no se tratará de una relación pasajera o superficial, será algo verdaderamente mágico y duradero, algo que rebasará los limites de lo natural. Un amor generoso, comprensivo, pasional, lleno de confianza y deseos por proteger y cuidar el uno del otro. Creo firmemente en que cuando la vida me presente a la persona correcta no me lo dirá, simplemente lo sentiré muy profundo en el corazón.

— ¡Hey! Vuelve a la tierra — un chasquido frente a mis narices me hace reaccionar — Deja de viajar a otros mundos mientras estas conmigo — Alexander siempre provoca que ponga los ojos en blanco.

Miro alrededor. El centro de la pista está lleno de chicos y chicas que bailan frenéticamente al ritmo de la música. El grupo de las playboy sobre la plataforma ponen el ambiente e incluso invitan a algunas personas a bailar junto a ellas. El lugar se ha comenzado a tornar caluroso y con un olor a cigarro y alcohol aniquilante. Las luces y el humo le dan ese toque nocturno inigualable. 

Llevo sentada dos horas bebiendo con Alexander, pero a diferencia de él, yo no estoy ebria, o al menos no todavía. No supe en qué momento pasó que lo perdí de vista. No sé a dónde se ha ido. De un momento a otro desapareció de nuestra mesa. Bebo de un trago una copa más, relajándome. No debería alarmarme, seguramente ha ido al baño o a buscar a sus amigos, siempre hace lo mismo.

Admiro el lugar. Tiene capacidad suficiente para 300 personas o incluso más. Es ya media noche y la cabeza comienza a darme vueltas pero ¿por qué? Después de todo no he bebido la gran cosa. Miro la botella de la que empecé a tomar desde que mi novio desapareció y me sorprendo a mí misma, cuando me doy cuenta de que he terminado con medio vodka yo sola. Eso explica porque las cosas han empezado a verse dobles. Repentinamente escucho un alboroto, hay un tipo gritando. Miro en dirección a dónde comienza a hacerse más y más escándalo. Es Alexander, al parecer se está peleando con otro chico. Suspiro profundamente ignorándolo por completo, después de todo no es la primera vez que sucede. 

Prefiero centrar mi atención sobre las chicas de la plataforma, quienes con sonrisas encantadoras y cuerpos fenomenales, agitan caderas y brazos al ritmo de la música, alentando a la multitud para seguir bailando. Noto accidentalmente que la chica de antes, la rubia más alta de todas, mira en mi dirección. Para cerciorarme de que es a mí a quien ve y no a alguien más, hago un gesto con la mano, saludándola. Ella inmediatamente sonríe, correspondiendo de igual manera. Luego de eso desvía la mirada y yo siento ganas de vomitar. 

Incluso más mareada que antes, me levanto con esfuerzo extra de la mesa, procurando mantener el equilibrio sobre mis altos zapatos de tacón. Camino a paso lento, en busca del cuarto de baño, pero no lo encuentro, así que opto por preguntar a varias personas de alrededor. Para mí desgracia o están bastante ebrios para dar indicaciones, o yo ya estoy lo suficientemente borracha para entenderles. Decido seguir buscando por mi cuenta hasta que topo con pared. ¡Dios! Necesito orinar, he bebido demasiado y mi vejiga está a punto de estallar. Resignada, me recargo sobre la pared, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos un instante. En ese momento escucho la misma voz de hacia una horas.

— ¿Estas bien? ¿Buscas el baño? — abro lentamente los ojos y ahí esta ella, la chica playboy.

— Hola — parpadeo varias veces y forzó la vista para verla mejor entre el humo y la oscuridad — Si — mi voz suena débil.

— Yo también ¿lo buscamos juntas? — sugiere y yo asiento urgentemente.

Con lo mareada que estoy me es difícil poder caminar en línea recta. Imagino que ella notó mi inestabilidad ya que me rodeó de la cintura con su brazo derecho, dándome soporte para poder subir las escaleras.

— Veo que te estás divirtiendo — dice tratando de ocultar una sonrisa.

— No mucho en realidad.

— Parece lo contrario — intento sonreír pero mi cara esta demasiado tiesa para hacerlo.

Escucho a la chica playboy pedir indicaciones a una de sus compañeras. La joven castaña nos mira y casi de inmediato nos conduce hasta el baño de damas. Una vez adentro, veo que me mira con atención mientras la mayor trata de mantenerme en pie. 

— ¿Ella está bien? — pregunta con cierta preocupación y seriedad la desconocida.

— Solo está mareada — responde la rubia mirándome de arriba abajo.

— Entiendo. Estaré abajo, si necesitas algo solo llámame, ¿está bien?

— Sí, no te preocupes — Escucho la puerta del baño cerrarse y el sonido de la música disminuye al instante.

Con ayuda de la chica playboy, camino hasta uno de los cubículos del baño. Entro con dificultad y logro cerrar la puerta luego de un par de intentos fallidos.

— No vayas a quedarte dormida allí adentro o de lo contrario tendré que entrar por ti ¿de acuerdo? — me advierte preocupada desde el otro lado de la puerta.

— De acuerdo — respondo en un susurro que no se si ella logra escuchar. 

— Hay demasiado ruido afuera — sus pasos se alejan desde el cubículo hasta la puerta de entrada. La madera rechina y el sonido de la música aumenta nuevamente — ¡Se están peleando! — Me grita la playboy desde afuera — ¡Creo que es… tu novio! ¡Si, es él de nuevo! ¿Siempre es tan problemático?

— ¡Siempre! — respondo elevando un poco más la voz, mientras aprieto el botón sobre el tanque de agua para que el baño se limpie.

— ¡Hay un pequeño problema! — vuelve a gritar y escucho que el ruido de afuera aumenta — ¡Lo están sacando de la fiesta!

— En realidad ¡no me importa! — abro la puerta del baño. Ella sonríe cuando me ve salir y regresa adentro, acercándose a mí.

— Tú no estas enamorada de él ¿verdad? — es astuta y demasiado directa. Permanezco en silencio mientras me acompaña hacia los lava manos.

— No, nunca podría querer a una persona como él — suspiro. Tomo una pequeña cantidad de jabón y enjuago mis manos lentamente, aun me gira todo. El agua cesa y yo sacudo las muñecas.

— Siéntate aquí — la chica me coloca con cuidado sobre los lavabos de cerámica beige para después, acercarse por un trozo de papel y secar mis manos.

Me quedo quieta observando cada uno de sus movimientos ¿porque es tan amable? Ella es parte del evento y siendo unas desconocidas, es extraño que se tome el tiempo para cuidar de mi. Solo espero no causarle problemas por esto. 

— ¿Sabes? estas mareada y con esos tacones terminarás por caerte en cualquier momento, ¿de qué numero calzas? — aunque su pregunta me parece rara, le respondo.

— Del 3 y medio — murmuro cerrando los ojos y por un momento, todo parece comenzar a calmarse dentro de mí. Ella se queda en silencio un par de segundos. Abro los ojos y la noto pensativa. 

— Bien. Te daré unos míos — anuncia con seguridad mientras saca el móvil. 

Marca un par de teclas y minutos más tarde, la misma chica de antes entra por la puerta de madera. Le hace entrega de una bolsa color negro y sin decir palabra alguna, desaparece por segunda ocasión. La observo intrigada y noto que sus manos sacan del interior un par de zapatos bajos. Al instante siento las manos de la chica sobre mis piernas y un cosquilleo repentino se apodera de mi cuerpo mientras el aire fresco se cuela entre los dedos de mis pies desnudos. El roce de sus manos contra mi piel cuando me coloca el calzado me hace reír. Ella eleva la mirada y esboza una sonrisa.

— Te quedan mejor que a mí. Si no te molesta me quedaré con los tuyos, supongo que de todas maneras no tienes donde guardarlos justo ahora.

— Sí, está bien. Gracias — Ella asiente con la cabeza y la veo guardar mis altos tacones dentro de la bolsa negra.

— ¿Te sientes mejor? — tras la pregunta, se acerca demasiado a mí, lo suficiente como para que su abrumador perfume me haga sudar de nervios. 

La miro a detalle, sus enormes y bien maquillados ojos miel, su nariz respingada, labios delgados y rosados, piel blanca, cabello rubio, lacio y una figura esbelta, con un encanto de sonrisa y esa voz ronca pero que no pierde su lado femenino. Es una mujer que podría embobar a cualquiera. 

— Sí, mucho mejor — me pongo inmediatamente de pie, alejándome con timidez. 

— Me alegro — ella sonríe y se acerca al espejo de nuestro costado — Me siento incómoda con este traje de conejita.

— ¿Y porque decidiste usarlo? — ella me mira a través del espejo y responde hablando con tranquilidad.

— Una de las chicas enfermó y no encontramos suplente a tiempo. Me vi forzada a sustituirla. 

— Entiendo — murmuro mirándola de arriba abajo — Luces bien.

— No como el resto de mis compañeras.

— En mi opinión, eres la que más resalta de todas las playboy — ella me mira con esos redondos ojos miel, parece sorprendida. Probablemente en mis cinco sentidos no habría dicho algo como eso, pero cuando estoy ebria resulto ser un poco mas valiente de lo habitual.

— Si tú lo dices, te creeré — parece que mi comentario la animó un poco más de lo esperado. 

Antes de salir, ella sugiere un retoque de chicas, por lo que con ayuda mutua, ambas acomodamos nuestras cabelleras y maquillajes. Una vez que los mareos terminan y me siento mejor, por fin salimos del baño. Es la 1:00 a.m. cuando mi celular suena por cuarta vez, sin embargo es la primera vez que lo escucho. Contesto con rapidez cuando la melodía se repite nuevamente. Hablo por unos minutos y cuelgo.

— Me tengo que ir — informo a la chica playboy quien rápidamente cambia la expresión de su rostro.

— ¿Por qué? Aún es temprano — dice con seriedad tratando de retenerme. 

— Mi novio quiere que vaya con él a otra parte — suspiro y ella frunce el ceño.

— No te vayas y menos con él —  insiste y percibo que más que una sugerencia, me está dando una orden — Él te ha tratado mal y justo ahora esta ebrio, mejor quédate conmigo y divirtámonos ¿sí? — me resulta bastante extraño que siendo unas desconocidas ella me trate con tanta confianza — Olvídate de él. Ven conmigo — me tiende una mano.

Me quedo pensativa unos minutos y me doy cuenta que, de cierta manera esta chica tiene razón, yo no quiero estar con él y mucho menos en el estado en el que se encuentra ahora mismo. Alexander suele ser demasiado violento e idiota la mayor parte del tiempo pero bajo efectos del alcohol, es inclusive peor. Creo que estaría bien evitarlo al menos por esta noche. Miro la hora en la pantalla de mi móvil una vez más y hablo. 

— Está bien ¿qué más da? — El rostro de la chica se ilumina e inmediatamente entrelaza nuestras manos para así arrastrarme hasta el centro de la pista.

— ¡Baila conmigo! — grita enérgica entre la multitud.

Comenzamos a movernos y la chica no me quita los ojos de encima. Varios hombres comienzan a invitarnos algunos tragos y sin dudarlo, ambas empezamos a beber nuevamente ¡Ella baila tan sensual! Me dice cosas al oído que no logro descifrar, se ríe, me abraza, acorta mucho la distancia y en instantes se aleja demasiado. Desde mi punto de vista, es extrañamente seductora. El calor se ha vuelto agobiante y mientras más tiempo pasa, más cerca bailamos la una de la otra mientras carcajadas y risas nos rodean por completo ¡Libertad! si, así es como me siento justo ahora y gran parte de eso tal vez se deba a que el alcohol ha empezado a surtir efecto sobre mi cuerpo por segunda ocasión esta noche. 

Cuando me doy cuenta, son  las 4:36 a.m. y estoy totalmente agotada. Siento que las piernas me tiemblan, por lo que decido sentarme sobre la plataforma que está en medio de la pista de baile. La chica playboy se acerca a mí, ofreciéndome otra bebida y yo la acepto gustosa.

— ¿Cuándo se fueron todos? — pregunto al darme cuenta de que aparte de nosotros, solo las chicas playboy, algunos borrachos y parejas quedan en el lugar. Esta casi vacío.

— Desde hace algunas horas — responde ella luego de tomar un trago bastante largo de su vaso.

— No me di cuenta — dejo la bebida de lado y me recuesto sobre la plataforma. Realmente estoy exhausta. Creo que nunca había bailado tanto.

— ¿Te divertiste? 

— Bastante, tanto que perdí la noción del tiempo. Gracias.

— No hay nada que agradecer. También me divertí — ella esboza una sonrisa mostrando su dentadura perfecta y yo correspondo al gesto de igual manera, es entonces cuando pasa algo que nunca imagine. En un movimiento veloz ¡me besa! 

Su pecho esta sobre el mío y sus manos han tomado mis dos muñecas con fuerza, pero sin lastimar. La sorpresa me hace querer levantarme, pero ella se coloca aún más sobre mi cuerpo, mientras sus labios rozan los míos imparables veces, una y otra vez. El contacto me hace temblar y por alguna extraña razón me dejo llevar, correspondiendo a sus inesperados besos y logro sentir como ella sonríe mientras nos besamos, victoriosa.

Su boca tiene sabor a ron y yo disfruto cuando su lengua roza mis labios, abriéndose paso para explorar con mayor intensidad. Ella muerde mi labio inferior y mi cuerpo tiembla una vez más. Nuestros besos son infinitos, nuestras bocas se acoplan perfectamente. Es la primera vez que me siento tan cómoda besando a alguien. Sus labios comienzan a separarse poco a poco, pero yo elevo la cabeza, siguiendo su recorrido y atrapándolos de nuevo ¿qué es esta sensación? ¿es por el alcohol? Una segunda sonrisa se dibuja en su rostro, distrayéndome. No se porque, pero por alguna extraña razón tengo el presentimiento de que esta no es la primera vez que nos besamos. 

Una luz cegadora hace que ambas nos detengamos. Me incorporo con rapidez y ella no lo impide esta vez. Se hace a un lado y juntas, miramos frente a nosotras al objeto que ha ocasionado el destello segundos antes. Es una cámara instantánea. La rubia se sienta cómodamente sobre la plataforma mirando a su compañera y frunciendo el ceño con evidente molestia.

— Vaya, ¿qué manera es esa de interrumpir Karime? — la chica sonríe sin siquiera decir palabra alguna. Veo que saca la fotografía de la cámara y comienza a sacudir el trozo de papel con fuerza. 

Me quedo perpleja sin creer lo que ha pasado, lo que he hecho. Tengo la boca seca. No sé si por la repentina interrupción o por los besos. Sin pensarlo mucho, tomo el vaso a mi costado y de un trago termino con el resto de la fría bebida. Suspiro tratando de tranquilizarme y de reojo miro a las playboy, quienes en silencio me observan cuidadosamente.

— Me tengo que ir — me pongo de pie y casi de inmediato me tambaleo ¿tan ebria estoy?

— ¿Quieres que te lleve? — pregunta la rubia y la castaña sonríe cuando escucha su propuesta.

— No, gracias. Pediré un taxi — respondo buscando mi celular dentro del bolso. 

— ¿Estas segura? — esta chica es demasiado insistente cuando quiere.

— Si, no hay problema.

— De acuerdo, pero antes de que te vayas — ella se acerca una vez más a mí, tomándome con astucia por la cintura, sobresaltándome — Karime, tómanos otra foto — ordena y su compañera gustosa, apunta nuevamente el lente de la cámara hacia nosotras.

Suspiro quedándome quieta a su lado e intentando sonreír para el retrato, pero cuando el flash me ciega nuevamente, ella gira mi rostro, besándome por segunda ocasión ¿que demonios? 

— ¡Listo! — anuncia alegre su compañera mientras observa la fotografía aparecer poco a poco en el papel. 

Me quedo desconcertada y esa extraña sensación se apodera de mí una vez más ¿nos conocemos? ¿quien es? ¿porque me siento tan familiarizada? Sin ser capaz de preguntarle algo, la miro de reojo. Ella abre ese par de carnosos labios para decir: 

— Dime, ¿qué harías si te robara un beso?

Mi corazón se acelera.

Regreso a casa por eso de las 5:00 de la madrugada. Gracias al cielo el taxi no demoró mas que diez minutos en llegar y para suerte mía, mis padres siguen dormidos, por lo que no tuve que escuchar una larga reprimenda de ellos ¿porque acepte ir a una fiesta en domingo? Mañana o mejor dicho hoy, tengo que madrugar para la universidad. Suspiro mirando la hora en el reloj de manecillas que está sobre mi mesita de noche. Sobran exactamente dos horas para dormir. Sigo un poco ebria pero lo que me mata, es el dolor en las plantas de los pies. Caigo rendida sin siquiera quitarme los zapatos.

Dos horas más tarde mi alarma matutina suena y con mucho esfuerzo logro levantarme. Tomo un baño de agua fría para despertar completamente y desayuno ligero. Con las pocas energías que me quedan, camino rumbo a la universidad. Aunque el día transcurrió con normalidad, debo decir que realmente luché por mantenerme despierta en todas y cada una de las clases. Karina, mi mejor amiga ha faltado hoy a la escuela, así que he deambulado sola por todo el campus desde que terminó la ultima materia. Justo ahora estoy en el descanso de media hora. Camino mas lento que una tortuga hasta llegar a una de las mesas más alejadas de la cafetería y me recuesto completamente sobre ella, estoy exhausta. Por alguna extraña razón, mi mente divaga recordando a la chica de anoche ¿quién era? ni siquiera le pregunté su nombre. Mi corazón se siente cálido, acelerado, feliz ¿porqué? Suspiro, tal vez nunca vuelva a verla pero…

Casi al instante un alboroto me despierta. Miro alrededor y para sorpresa mía, ahí esta ella. Sus enormes ojos miel se encuentran en una reñida búsqueda dentro de la habitación y parece que la multitud no le facilita mucho la tarea ¿seré yo a quien busca? Me quedo inmóvil tratando de camuflagearme con el resto mientras observo la escena. Está parada justo en la entrada del lugar ¿qué hace aquí? Repentinamente nuestras miradas se encuentran y ella corre hasta mi sin dejar de sonreír siquiera un instante.

— ¡Te encontré! — grita enérgica plantándose a un costado. No logro articular palabra alguna. Solo me limito a mirarla interrogante — Anoche fui un poco descortés. Lo lamento — me guiña un ojo y en automático siento que ya he visto ese gesto antes — Tampoco me dijiste tu nombre, ¿cómo te llamas? — pregunta tomando asiento confianzudamente. 

— Selene — respondo aun perpleja — ¿Y tú eres?

— Dagna.

— ¿Dag…na? — repito y la chica asiente sonriente a mi pronunciación — ¿Y qué haces aquí? ¿Estudias en esta escuela? — me intimida estar rodeada de gente, sin embargo es imposible pasar desapercibida mientras alguien como ella este cerca. 

— No. Solo vine a buscarte — aunque sus palabras me toman por sorpresa, logro disimularlo bien — Para decirte que me gustas — abro los ojos de par en par.

— Pero nos conocimos ayer.

— Eso no importa ¿quieres salir conmigo? — siento mi boca secarse en cuestión de segundos ¿que clase de broma es esta?

 

CONTINUARA... 

 

Notas finales:

Espero sinceramente que no les haya aburrido jajaja apenas viene lo bueno :) espero sus bellos comentarios y gracias x leer :)


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