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Always with you por PandaGorila

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Notas del capitulo:

Hola, espero que les guste g ___ g

Que viva el Kiwoon. (?)

Los personajes no son míos y así.

Los dedos se Dong Woon recorrían, de manera sigilosa y tímida, los brazos desnudos de Gi Kwang. Jamás se había atrevido a tocarle más allá de abrazos, pero él bien sabía porque había tomado el valor de conocer aunque sea un mínimo de la suave piel contraria. El mayor de ambos yacía dormido en la pequeña cama que poseía. Él seguía sumido en sus sueños. Sueños donde la realidad era distinta a la que estaba acostumbrada. Si tan sólo pudiera quedarse atrapado en aquella fantasía que Morfeo fabricaba en su mente.

Despertó asustado por el calor ajeno a su cuerpo que le hacía compañía. ¿Qué hacia Sonseuko ahí? Mirándole de la manera que solo él sabía mirarle. Ambos sabían que al más alto no le correspondía estar en ese lugar y a esa hora. La época que los aprisionaba estaba en contra de aquel amor ilegal que ambos sentían. Un amor pecador, sucio y visto mal ante los ojos de todos. No había más que miradas entre ellos, no había noches pasionales y de entrega, tan solo castos besos e interminables abrazos donde Dong Woon podía sentir que protegía a Kwang y viceversa. La atracción a primera vista que ambos sintieron fue meramente alimentada con sonrisas, gestos, detalles y un accidental beso que habían anhelado en secreto.

¿Por qué sus manos deben ser tan cálidas? ¿Por qué yo no me atrevo a tocarle? Dong Woon, se solo mío… Aparte de ti, no tengo más nada, no quiero más nada. 

La mirada del menor tan solo tenía una palabra para describirla: Desesperación. Bajo la capa de oscuridad que los cubría gracias a la noche, los destellos de cada par de ojos, se encargaban de exponer los más extensos discursos de amor que solo ellos sabían descifrar. Si había algo más fuerte que su amor, era el deseo de permanecer juntos… Un deseo netamente imposible que habían llevado, hasta el momento, como un secreto… Como si fuese un delito.

Créeme cuando digo que te amo. Créeme cuando digo que eres lo más valioso e importante que tengo. Nunca dudes, ni olvides mis palabras. Gi Kwang, yo dejaría y daría todo por ti.

Los firmes brazos de Woon envolvieron con devoción aquel cuerpo del ser tanto amaba y deseaba. Algo sucedía pero no lo diría, no le importaba ser llamado cobarde. Tal vez realmente lo era, no encontraba las palabras.

Era la primera vez que se besaban de aquella forma. Con libertad, con pasión, dejando al descubierto cada sentimiento que desbordaban de sus cuerpos. ─Nadie nos observará. No hay manera de que ahora me alejen de ti─. El cuerpo del más pequeño tembló de forma notoria en el momento en que quedó atrapado debajo de su amante. Realmente podían estar así de cerca, no era un sueño, fantasía o algo similar; tan sólo era una noche perfecta donde al parecer nadie los descubriría.

Si me dieran a elegir entre morir o estar lejos de ti, elegiría la primera. Mi vida ya no sería vida si no te tengo conmigo.

En aquella diminuta habitación, tan solo el claro de la luna les regalaba un ligero destello que cruzaba la ventana. Podían ver sus rostros y dedicarse sonrisas amplias que eran interrumpidas por cortos besos. Aquella noche, compartieron besos como jamás lo habían hecho y jamás lo volverían a hacer.

Las manos de Kwang se cerraron en la remera del otro al sentir como arrimaba su cuerpo contra el suyo. Como lo aprisionaba en su totalidad. La lengua de Woon se paseaba por la cavidad bucal contraria, explorando cada rincón de la misma, antes de empezar una adictiva danza; la cual solo la falta de aire los obligaba a detenerla. Ambos manifestaban sensaciones internas, que si bien habían sentido antes, ya no era necesario ocultar. Por lo menos, en ese momento no.

Ellos se conocieron dos primaveras atrás. Cuando Dongwoon ya había cumplido los dieciséis y podía ser asignado a un trabajo fuera de lo familiar. El primer día, sus ojos divisaron una repisa vacía, tan solo con materiales en lo más alto de la misma y a un chico bajito tratando de llegar a ellos a base de diminutos saltos. Parecía un niño y aquello le hizo gracia, optó por acercarse y brindarle su ayuda. Así vio por primera vez a Kwang, que había entrado poco menos de año antes de que él, puesto que era mayor. Fue la primera vez que Sonseuko lo vio sonreír y con claridad sintió como algo se sacudía en su interior. Era una sensación agradable y deseaba que suceda nuevamente. Pero necesitaba de su compañero y su sonrisa. Necesitaba no alejarse de él.

Juntos por y para siempre.

Pero ellos no saben que el siempre no existe.

Dong Woon contorneaba el cuerpo del mayor con sus manos, bajando desde sus hombros a su cintura y finalizar en sus muslos; una y otra vez, de manera ansiada pero a la vez cuidadosa. El otro amante, aún mantenía firmes sus manos sobre la ropa ajena y tardó en soltarla, para pasar a acariciar su torso, nuca y cabellos.

Más que poseerte, yo deseo cuidar tu corazón.

El más alto de ambos se alzó, trayendo consigo a Gi Kwang; este último quedó sentado sobre las piernas ajenas, enredando alrededor del menor. Fue en aquella posición que, por primera vez, sus partes inferiores rozaron, despertando agresivamente en cada uno de ellos. Woon fijó sus manos en las caderas del más bajo, incitándole a moverse más, sin miedo, como deseaba, dejando que provoque en el toda clase de deseos. Kwang se dejaba escuchar tímidamente, a base de gemidos que trataba de ocultar con todas sus fuerzas; pero Dong Woon estaba ahí, estaba ahí para él y, en ese momento, lo que más deseaba era sentir el punto cumbre de su amor. El primer amor de ambos.

En la habitación, se oían sus respiraciones agitadas junto con el bombardeo de sus alocadas palpitaciones cardíacas. Kwang se había encargado de despojarle de su prenda superior una vez que sintió como el tacto ajeno por debajo de su musculosa, marcando su abdomen y presionando sus endurecidas tetillas. Un poderoso sonrojo se apoderó de sus mejillas y trato de ocultarlo refugiando su rostro en la curva del cuello contrario; delineando aquella marcada nuez de Adán, que siempre había llamado su atención. Sus gruesos labios y lengua se pasearon por cada centímetro de su piel expuesta y sus dientes hicieron inconsciente presencia en el momento que los largos falanges de Dong Woon tocaron su miembro viril por encima de su bóxer, que era lo único que llevaba puesto en su zona inferior para dormir.

─ Kcj… Ahm, D-dong W-woon.

La dulce voz del mayor hizo eco en los oídos del menor. Podía percibir lo frágil que el otro se volvía al estar entre sus brazos, como vibraba sobre él. Aquella ternura que Kwang siempre había mostrado ahora se convertía en morbo. Cada gesto, cada seña, hasta el mínimo suspiro y el aumento de roces, lo sacaba de su propio autocontrol. La palma de su mano reemplazo el trabajo de sus dígitos, masturbándole con más insistencia, notando con claridad como su sexo tomaba forma y en consecuencia, el propio también. Sus miradas se encontraron una vez más y a través de ellas se confesaron lo mucho que habían deseado aquel momento. Lo mucho que deseaban hacer el amor. Todo va estar bien. Dong Woon pasó a tomar con firmeza las piernas del más bajo, en el instante que estampaba un pasional beso en sus labios, y lo empujó contra la pared donde la parte superior de la cama reposaba. La tibia piel de Kwang se erizó ante el brusco contacto con el sólido, más se mantuvo firme mientras el otro terminaba de sacarse el pantalón. La lengua del menor comenzó a pasearse, hábil, por el cuello y torso de su amante, dejando marcas rojizas por doquier. Gi Kwang era suyo y no debía quedar duda de ello. Las manos de este se encargaban de repartir masajes a la cabellera de alto, su cabeza reposaba sobre la pared y mantenía los parpados cerrados, su mente retrataba aquella escena que estaba viviendo y la que estaba por venir.

Adrenalina era lo que corría por los dos jóvenes cuerpos ya desnudos. Sin mucho que dudar, el más pequeño empujó hacia atrás al Woon, posicionándose sobre el mismo. Su cuerpo comenzó a moverse por sí solo, de forma felina, deseosa, provocándole aún más. Llevó su diestra para acariciar aquel torso desnudo y marcado, que hasta ese entonces había sido un secreto, por toda su extensión; paseando sus dígitos hasta por debajo de su ombligo una y otra vez mientras una sonrisa curvaba su faz. Los besos de Kwang bajaban desde las mejillas hasta la barbilla para terminar nuevamente en el expuesto cuello del menor, realizando movimientos lentos y, para el ‘sometido’ hasta torturadores. Las manos del menor no dejaban de recorrer sus costados, ejerciendo presión por momentos en ciertas zonas con la yema de sus dedos, jadeando entre sus dientes. Sonseuko empezaba a salirse de sus cabales al estar atrapado bajo él, deseaba besarle, marcarlo… Marcar cada parte de su blanquecina piel, volverse uno con el mayor. Demostrarle el cómo sería tocar el cielo juntos aún vivos. Fijó las palmas de sus manos sobre las nalgas y, de forma tosca y repentina, las apretó contra sí y empezó a mover las caderas debajo de él. Sus miembros erectos ejercían una fricción insistente y hasta dolorosa. El placer que sus cuerpos manifestaban era reflejado en los gemidos coreados que envolvían su entorno. La voz ronca y excitada de ambos retumbaba contra las paredes mientras sus cuerpos lo hacían entre ellos.

Dong Woon hizo girar a Kwang, volviendo a posicionarse sobre él. Su vista recorrió de manera feroz el perfecto cuerpo del más bajo. Quería ser el primero en verlo así y el último. Quería tocar y poseer hasta lo más íntimo de él y que nadie más lo haga. Deseaba ser el único con ese placer, con esa dicha, ser el dueño y la posesión del mayor. 

─ Tócate para mí.

Las piernas de Gi Kwang estaban posicionadas a cada lado de él, el alto las sujetaba mientras aún lo contemplaba. Se estremeció ante lo que parecía ser una orden, pero ni siquiera lo pensaría… Su cuerpo ya empezaba a actuar acordes sus deseos. Cerró sus orbes mientras sus manos comenzaban un recorrido que iba desde su cuello, pasaba por todo su abdomen y llegaba a su propia erección, masturbándose de manera lenta, moviendo sus dígitos sobre la glande para luego pasar a masajear por completo todo el cuerpo de su virilidad. Se dejaba llevar por sus instintos, por lo que causaba el menor, por lo que deseaba causar en él… Pero este último ya no podía esperar mucho más. Inclinó su cuerpo e introdujo dos de sus falanges a la semi abierta boca ajena para que los lamiera.

─ D-debes relajarte… ¿Sí, K-kwangie?

Su voz quebrada por el éxtasis se oyó en un susurro mientras terminaba por inclinarse para dejar su rostro cerca al ajeno. Retiró sus dedos y se aseguró de que las piernas aún se mantengan en su lugar. Empezó a besarle de forma feroz, sentía como sus cabellos húmedos por el sudor ya se pegaban a su frente, su mano libre la usó para seguir masturbando a su pareja con e introdujo sus dígitos ensalivados a la entrada de Kwang de un solo movimiento. Se percató claramente cómo se quebraba debajo de sí y ahogaba su grito dentro de su boca. Aminoró el ritmo de aquel pasional ósculo, cuando empezó a mover sus dedos dentro de él, tan sólo dejaba cortos roces sobre sus labios como si aquello pudiese calmarle. Cuando los movimientos del mayor se tornaron más placenteros, el alto se retiró de él; se limitó a sonreírle y con fuerza lo hizo girar sobre su sitio. Nuevamente tomó sus caderas, por detrás e hizo presencia en medio de sus glúteos con su erección pronunciada, que urgía de atención. Los labios de Sonseuko se pasearon desde su espalda baja, por la ruta de su columna, hasta llegar a la nuca y luego al oído, donde suspiró. Su diestra se enroscó en su cintura alzándola para posicionar su glande en la entrada ya dilata del más bajo.

Te amo.

Dong Woon embistió con fuerza, dejando oír un gemido propio a voz roca junto con el rechinar de la cama bajo sus cuerpos. Observó como las manos de Kwang se aferraban a las desordenadas sábanas con fuerza y su rostro no se levantaba de la almohada, donde desfogaba el dolor que sentía en ese momento. Condujo su mano libre hacia una de su amante para entrelazar sus dedos, superficiales roces labiales se paseaban por debajo de sus cortos cabellos. Los sentimientos que embargaban ambos cuerpos iban creciendo de forma desmedida y acelerada, como si hubiese límites en aquel amor que ambos habían creado para ellos. De forma clara de sintió como el mayor retomaba el movimiento de sus caderas y el alto supo que estaba listo.

Así empezaron embestida tras embestida, la espalda de Gi Kwang se quebraba con claridad cada vez que su amante entraba y salía de él, cada vez con más fuerza, con menos tacto, con más erotismo y menos conciencia. Tan sólo dejando al descubierto sus deseos carnales, pasionales y sentimentales.

Somos uno.

El pertenecerse en cuerpo y alma, para ambos era el mayor placer. Dong Woon manifestaba más de alocado descontrol cada vez que era envuelto por la estreches del mayor. Escucharle pedir por más, pedir por él, sus gemidos mezclados con los suyos, ser testigo de que el sentirse loco de amor por él, era recíproco… Era el mejor paraíso. Kwang se sentía más completo que nunca, el placer que llegaba a su cuerpo era demasiado, no cabía en él. Sentía como su corazón era como una bomba de tiempo, que en cualquier momento explotaría y de aquel estallido tan sólo se notaría la sobredosis de dicha y placer que sentía en ese momento.

Gi Kwang era para Dong Woon. Dong Woon era para Gi Kwang. 

Sonseuko dejo una juguetona mordida en la nuca contraria antes de un ligero beso y salió de él con rapidez. Kwang ladeó su, ya adolorido y sudoroso, cuerpo para buscar la mirada contrario, y tan sólo logró que lo termine de girar, quedando una vez más de frente. Se miraron por un extenso segundo. Demasiado extenso para ambos, el cosquilleo que sentían en el vientre era realmente insoportable y tortuoso… Cada uno juntaba sus pocas fuerzas para soportar pero el momento del orgasmo ya estaba casi encima de ellos. Las piernas del más pequeño fueron alzadas unas vez más para que Woon entre con fuerza y exactitud, volviendo a embestir contra él, sin pudor alguno. Ambos se encontraban ya idos en el placer.

Los brazos de Kwang de aferraban al cuello ajeno y sus caderas golpeaban insistentes contras las otras, a un ritmo brusco. Bastó que el alto de un ligero apretón en el sexo de su pareja para que se corra en medio de sus abdómenes. El mayor rechinó sus dientes, unos contra otros antes de dejar oír un grito que desapreció en un hilo de voz, su frente quedó apoyada en el hombro contrario y Woon dejó un beso perdido sobre sus cabellos. Con cuidado lo volvió a acomodar en el colchón y le susurró algo que no llegó a escuchar puesto que se encontraba embistiendo nuevamente contra él. No tardó mucho en llenar a su amante con esencia, para terminar derrumbado sobre su cuerpo. Ambos, perlados por el sudor y jadeantes se mantuvieron unidos aún, extensos segundos. ¿Cuánto tiempo había pasado? Quién sabe. Todo pudo haber desaparecido, podrían ser los únicos habitantes de la Tierra en ese momento, pero si estaban juntos daba igual lo demás.

Con cuidado, Dong Woon salió de él mas no se alejó porque Kwang no se lo permitió; se aferró a su pecho, donde se refugió como si buscara protección y tal vez así era. El más alto lo envolvió entre sus brazos, con todas las fuerzas que le quedaban en su cansado cuerpo. Acarició sus cabellos, su espalda, sus piernas, sus brazos, cada parte de él mientras lo pegaba más y más a su cuerpo. Lo ceñía con obstinación.

No quiero que seas de nadie más. No quiero que ames a nadie más. Quiero que tus sonrisas sean sólo para mí… Soy egoísta, lo sé.

─ Dong Woonie. Te amo. Mucho… Mucho… Para siempre.
─ Y yo a ti, demasiado, para siempre también.

De a poco, pudo observar como los pequeños ojos del mayor se cerraban y una bonita sonrisa se formaba en sus gruesos labios. Sobre ellos, dejó un beso corto.

Ese fue el último beso entre ellos. El último abrazo. La última sonrisa.

Nunca más se volvieron a ver.

Dos noches anteriores a aquella, a Dong Woon se le fue comunicado un compromiso con una adolescente que rondaba su edad, un poco menos, de una ciudad vecina. Era de una familia acomodada y los padres de él se sentían dichosos de que los padres de ella hayan aceptado aquel trato, siento los “Son” una familia de una clase pueblerina. ¿Era el buen aspecto físico de Woon? ¿Su porte? ¿Su carisma? Quién sabe, pero él debía mudarse a aquel lugar a hacerse cargo de su deber.

Se lo confesó a Kwang mientras dormía, él sumido entre sueños, nunca se enteró de nada.

Los materiales siguen estando en la parte más alta de la repisa y sin Dong Woon no hay como los alcance… Sin él, no puedo hacer muchas cosas… Estoy y me siento vacío.

 

Notas finales:

No soy buena con estas cosas pero espero que les haya gustado un poquito. ;;

¡Gracias por leer! > v < )/


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