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The Person Who Once Loved Me por JiWook970207

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Notas del fanfic:

hace mucho que quería publicarlo, pero ashjdghasj tengo la costumbre de escribir TODO en libretas, entonces me daba flojera tremenda pasarlos a la compu, pero me he propuesto pasarlos todos y publicarlos n.n

si tienen recomendaciones o peticiones, por favor háganmelas saber.

Notas del capitulo:

veamos, antes que nada, en mi historia Se Hun y Jong In tienen 16 años. 
Kyung Soo, Tao, Min Ho y Tae Min 17 años.
Joon Myeon, Baek Hyun, Chen, Key, Yi Xing y Chan Yeol 18 años.
Lu Han, Min Seok y Kris 19 años.

será un Three Shot mas un Epílogo. el primer capítulo tal vez no sea emocionante, pero bueno, es como una introducción XDD y es muy largo .-. me emociono escribiendo, pero bueno, necesito explicar varias cosas, y quería que fuera un three shot. espero que no les canse leer XD

sin más, les dejo con el primer capítulo n.n

Echó un vistazo por última vez a la habitación, ahora vacía. Amplia, muy grande, pintada por completo de blanco. Ese color le gustaba,  le traía paz, además de que no se podía aburrir con sus paredes pintadas de blanco. En el lugar en el que se suponía debían  estar su cama y demás muebles ahora sólo quedaba una capa de polvo. El gran ropero en la pared que se encontraba a lado izquierdo de la puerta estaba completamente vacío, y las cortinas que antes adornaban ese gran ventanal enfrente de la puerta ya no lo hacía más. El agradable balcón quedaba por completo al descubierto, dejando a sus vecinos admirar el vacío interior de su antiguo refugio.  En las paredes aún quedaban las pequeñas manchas en donde antes estaban sus pósters, cuadros, diplomas y demás. Se adentró más al cuarto. Ahí, en una pequeña esquina, la gran regla hecha por su madre indicaba qué tanto había crecido durante su infancia. La diferencia era enorme, obviamente. Se acercó y pasó sus dedos con cariño sobre ella. Julio 29, 1997. 83 cm/10 kg. Era una pulga, menos de un metro. Los comparó con sus ahora 1.82 cm de altura y 64 Kg. Inevitablemente sonrió con melancolía y ternura.

Todos decían que la mejor etapa era la adolescencia, pero él no pensaba así. Para él, la mejor etapa había sido sin duda la infancia. No tenía preocupaciones, lo más difícil que encargaban en el kínder era escribir hileras de su nombre entero, su único temor era que lo acusaran con su madre, no tenía qué lidiar con las preocupaciones habituales de la apariencia, del qué dirán, ni se preocupaba por qué ropa utilizaba, esperaba ansioso a que fuera navidad, y juraba que jamás se enamoraría, cosa que hasta el momento había cumplido al pie de la letra. Era una vida perfecta, claro, pero nada es eterno, y ahora estaba ahí, parado en lo que antes era su habitación, recordando todos los buenos momentos pasados en ese lugar, con 16 años, dentro de poco 17, añorando más que nunca que todo fuera como antes, y que dentro de poco llegara su padre y le diera la gran noticia de que no, que todo era una broma, y que seguirían viviendo en Busan por más tiempo, y volvería a la misma escuela, con sus mismos amigos, y nada cambiaría.
Unos suaves golpes en la puerta interrumpieron sus pensamientos.        

—Cariño, es hora de irnos —le llamó esa mujer a la que de ahora en adelante tendría que llamar madre. Cerró los ojos, molesto, y volteó a verla con indiferencia. Ella le miraba con cariño, comprensiva con los complicados sentimientos del joven, sin molestarse siquiera cuando él pasó por su lado sin dirigirle palabra alguna.
Bajó los escasos escalones en dirección al auto, y sin volver la vista atrás, tratando de ignorar todo lo que sentía en ese momento, se subió en la parte trasera, justo detrás del copiloto. Tenía ganas de llorar. Los ojos le escocían y un nudo comenzaba a formarse en su garganta. Ni siquiera se había despedido de sus amigos, al menos no en forma. Ellos sabían lo mucho que él odiaba todo eso, por lo que el último día del semestre, durante la clase de tutoría, sus compañeros se habían puesto de acuerdo para hacerle una pequeña fiesta. Nadie lloraba, todos estaban muy contentos, cosa que agradeció. Al finalizar las clases, todos le dieron un abrazo grupal, y otro abrazo individual, pero nadie dijo nunca “vamos a extrañarte”, “te acordarás de nosotros, ¿Verdad?”, “¿Vendrás a visitarnos?”, “No te vayas, por favor” ni nada por el estilo. Lo único que dijeron fue, “¡Hasta pronto!” y “¡Nos vemos luego!”. Estaba muy conmovido. No fue capaz de decir una sola palabra, o de mirarlos directamente a los ojos, pues las lágrimas se agolpaban y él no quería que sus compañeros se dieran cuenta. Sólo dio una seca cabezada como respuesta, y se fue sin más.                                                                                                                                 

Estaba triste, claro, así como sabía que también lo estaba su hermano. Lo volteó a ver. Miraba hacia la nada, deprimido, y lloraba silenciosamente. Para él era peor, pensó. Tuvo que cortar con su novia de toda la vida,  cuando tenían planes de casarse dentro de dos años. En el fondo agradeció no tener a alguien a quien amara de esa manera en Busan, porque si no, todo sería aún más insoportable.
Su padre y su nueva madre subieron al auto, se pusieron los cinturones, listos para partir a Seúl.

— ¿Seguros que no olvidan nada chicos? —preguntó su padre, mirándolos a los dos. Ninguno dijo nada, sólo miraron al suelo, ignorando la pregunta de su padre. —De acuerdo, tomaré eso como un no —se giró indiferente y encendió el auto. —Siendo así, creo que no tenemos nada más que hacer aquí.

El auto comenzó a andar, seguido de cerca del camión de mudanza. Conforme más metros avanzaban, más doloroso  sentía el nudo en su garganta. Sacó los cascos y los conectó a su celular, cerró los ojos, recargó la cabeza en la ventana y subió todo el volumen, y al igual que su hermano, comenzó a llorar en silencio.                                                                                                                               

° ° ° ° °

Trató de tranquilizarse. Conforme más pasos daban, peor se sentía, y las ganas de vomitar sólo aumentaban.  El hombre que caminaba a su lado hablaba y hablaba sin parar sobre lo maravillosa que era esa escuela, y de lo amigable que eran sus estudiantes. Después de eso, dejó de escucharlo.

Nueva vida. Nuevo semestre, y por lo tanto, nueva escuela. Estaba aterrado. Seúl era muy diferente a Busan, y las personas de Seúl también eran diferentes a las personas de Busan. Nunca había sido muy sociable. En realidad era muy tímido al primer instante, y su aspecto ayudaba en poco, pues a pesar de favorecer su imagen en unos casos, en otros sólo la empeoraba, ya que las personas que no eran cercanas a él lo describían como frívolo, indiferente y arrogante. Él no era así en lo absoluto, sólo que las personas no se daban el tiempo de conocerlo realmente, y él tampoco se esforzaba demasiado por agradarle a los demás. 
Finalmente el hombre aquel se detuvo frente a una puerta. Le dijo unas cuantas palabras de “aliento” y luego la abrió.

—Profesor Kim, buenos días —saludó el hombre a otro de aspecto severo y lentes dentro del salón. La clase ya había comenzado, y a juzgar por lo escrito en el pizarrón se trataba de Matemáticas. Genial. 
—Oh, buen día Coordinador Lee, ¿Ya llegó el nuevo? —al instante, la clase anteriormente silenciosa, se llenó de murmullos curiosos y voces emocionadas.  Las náuseas volvieron aún más fuertes.
—Sí. Lo dejo, y que no se lo coman —bromeó el Coordinador Lee —Buena suerte —le susurró antes de irse.
—Yo me encargo —dijo el profesor, mirándolo. Sintió ganas de desaparecer en ese instante —Adelante, pasa y preséntate.

Inhaló y exhaló fuerte, y cambiando su expresión a una de completo pasotismo, caminó directo a los excitados alumnos.


° ° ° ° °

Pasó lo peor, sobrevivió a casi todo el día. Por la excitación inicial de sus ahora compañeros, se había hecho a la idea de que su relación con ellos sería buena, pero se equivocó. En cuanto entró, las chicas chillaron cual cerdos en el matadero, y los chicos lo fulminaron con la mirada, celosos de la atención de las chicas. Durante el primer descanso, ningún chico se arrimó, en cambio, las chicas no paraban de preguntarle cosas. Las ignoró a todas. No estaba de humor como para tratar ni con ellas ni con nadie. Después, durante su hora libre,  las chicas, intimidadas, ya no se acercaron, por lo que pudo salir tranquilo a conocer la escuela. Fue mala idea ir solo, pues se perdió, y no pudo llegar a tiempo a la siguiente clase. La profesora no se llevó una buena primera impresión de él, y le llamó la atención por llegar tan tarde.  Algunos se burlaron de él, pero no le dio mucha importancia. Estaba acostumbrado a ignorar a las personas.
Ahora tocaban las horas de clubs, hasta ese momento, lo único que le gustaba de esa escuela. Había muchos clubs, de Futbol, de Basquetbol, de artes marciales, de cocina, de teatro, coro, belleza, atletismo, composición, lectura, arte, música y de baile. Le gustaba el Futbol, y amaba dibujar, pero el baile era su pasión. Podía elegir todos los que quisiera, contaban como clases extra,  pero decidió elegir sólo baile por el momento. Más tarde se inscribiría en Futbol y arte. El problema, era que no tenía ni la menor idea de dónde estaba el club. Le habían dado una especie de mapa de la escuela, y por más que lo analizaba, no lograba entenderlo.

—Estúpido mapa… —refunfuñó con la nariz rozando el papel, como si de esa manera fuera a entenderlo mejor. No prestaba atención al camino.
— ¡Cuidado! —gritó alguien cerca de él. Cuando levantó la cabeza para ver de quién se trataba, fue demasiado tarde. Chocó de lleno con otro cuerpo. El chico desconocido  traía un balón de futbol en manos. En el impacto, ambos salieron disparados hacia atrás, cayendo de sentón al suelo. El balón del chico salió disparado. Los papeles que traía él en las manos volaron también.  Adolorido, se llevó ambas manos a la frente, gimiendo.
—Ouch… —se quejaba el otro chico, sobándose la nariz y el trasero. No pudo verle el rostro, sólo su rubia cabellera. Se levantó apenado, dispuesto a ayudarlo.
—Y-yo, ¡lo siento!... n-no prestaba atención y… —comenzó.
—N-no te preocupes… —dijo el rubio,  haciendo ademán de levantarse. Le extendió una mano rápidamente —Gracias — él aceptó su mano, pudiéndose levantar. Fue a por el balón mientras el chico se sacudía, con la cabeza gacha —… yo iba muy deprisa, de todos modos —se excusó con voz alegre. El rubio levantó el rostro, dejándolo sorprendido.
           

Era realmente precioso, como una muñeca. Un poco más bajo que él. Su rostro era pequeño, su nariz respingona, su piel era pálida y de aspecto saludable y sus labios pequeños y delgados. Sus ojos eran grandes y muy brillantes, y su cabello caía despreocupadamente en su frente, dándole un aspecto realmente adorable, como de un bebé. Se quedó sin habla.
El rubio se agachó y comenzó a recoger sus papeles. Reaccionó rápido y ayudó al bajo.

—Toma —le extendió los papeles con una gran sonrisa adornando su rostro. Pudo apreciar unas pequeñas arruguitas que se formaban en sus ojos. Eso sólo asentaba su lindo aspecto.
—G-gracias —intentó tomarlos, pero el muchacho se puso a hojearlos con interés.
—Oh… —dijo sorprendido — ¿Eres nuevo? —preguntó mirándolo directamente.
—S-sí… —susurró apenado. El chico compuso una mueca de emoción.
— ¡Mucho gusto! —se levantaron, y le estrechó la mano —mi nombre es Lu Han, un placer.
—O-Oh Se Hun… el gusto es mío —dijo haciendo una leve reverencia.
— ¿A dónde te dirigías? —preguntó Lu Han.
—Yo… se supone que tendría que estar en el club de baile, pero… —frunció el ceño molesto, recordando que las clases comenzarían pronto, y no quería volver a llegar tarde.
— ¿No sabes dónde queda? —atinó. Se Hun asintió, frustrado. —No te preocupes Se Hun, yo te llevo —se ofreció. Sorprendido, hizo un gesto con sus manos.
— ¡No te preocupes! Puedo llegar sólo…
—Qué va, te acompaño. También estoy en el club de baile, iba a ir a futbol ahora, pero puedo ir primero a danza, no pasa nada —dijo muy emocionado Luhan. Se Hun se contagió del entusiasmo del primero. Ese rubio alegre estaría con él. — ¡Vamos Se Hun! —exclamó sin esperar respuesta. Se apresuró a seguirle.

 

— ¡Hola! —saludó alegre Lu Han en cuanto abrió la puerta del club de baile. Se Hun entró cautelosamente tras él, y emocionado, echó un vistazo. La sala de prácticas era realmente enorme. Estaba rodeada de espejos, y había unas puertas en las esquinas del fondo, que supuso serían los vestidores. Dentro había no mucha gente, aproximadamente quince personas, por lo que el lugar de práctica para cada uno sería aún más. Sonrió.
— ¿Tú aquí de nuevo? ¿Qué acaso no te cansas de molestar? —un chico, más o menos de la misma altura que Lu Han se acercó a ellos. Se Hun pensó que era muy guapo. Su piel era muy pálida, el cabello castaño y ligeramente ondulado le caía naturalmente. Su sonrisa era realmente encantadora, sobre todo con esos hoyuelos en cada mejilla. De alguna manera, le pareció una persona con mucha presencia, con un aura tranquila y brillante. La sonrisa de Lu Han se ensanchó aún más al verlo.

— ¿Y qué te hace pensar que vengo por ti, ah? —dijo, haciendo un pequeño puchero. El chico castaño soltó una suave risa.
—Creía que irías primero a Futbol…
—Lo que pasa es que Lulu quiere estar contigo todo el rato, por eso tomará futbol los miércoles y los viernes durante la primera hora, para estar pegado a tu lado el tiempo que pueda. —dijo otro chico, más bajo que los otros dos. Su rostro era tan adorable como el de Lu Han, con mejillas regordetas y ojos grandes. Lu Han se sonrojó.
— ¡C-claro que no! ¿Quién quiere estar pegado todo el día a este atolondrado? —se quejó, causando la risa del otro par —Vine para estar con mi nuevo amigo, Se Hun —replicó. Se Hun se sintió nervioso de nuevo, cuando las miradas de los tres se posaron sobre él, Lu Han contento, y los otros sorprendidos, como si apenas repararan en su presencia.

—H-hola… —saludó haciendo una reverencia.

—Se Hunnie es nuevo, así que decidí tomar las clases hoy para que no se sienta sólo, ¿Verdad Se Hunnie? —el “Se Hunnie” y la actitud tan cálida de Lu Han con él le hicieron sentir un poco chiflado. Ese chico era extraño. ¿Cómo podía sentirse tan cercano a alguien en menos de una hora?

—Ohh, mucho gusto Se Hun, soy Min Seok —saludó el chico de mejillas prominentes, con una gran sonrisa —y este de aquí es Yi Xing —dijo señalando al chico de los hoyuelos, quien le saludó con una cabezada.

—Un placer —saludó Yi Xing, serio.

— ¿Cuántos años tienes, Se Hun? —preguntó Min Seok.  A Se Hun le extrañó un poco que lo preguntara eso, pues consideraba una falta de educación que un dongsaeng le preguntara su edad.

—dieciséis —respondió. Lu Han y Min Seok canturrearon un “Ohh” mientras Yi Xing sólo sonreía de lado.

— ¡Eres tan pequeño! —exclamó Lu Han —Min y yo tenemos diecinueve, y Xing dieciocho —Se Hun abrió desmesuradamente los ojos.

— ¡C-creí que eras menor que yo! —balbuceó sorprendido. Esta vez, Yi Xing sonrió de forma más sincera.

—No es tu culpa, este par no sólo tienen el rostro de un preescolar,  también la edad mental —rió junto  a Yi Xing por el comentario, ante los reclamos de los mayores.

— ¡Ya ya, Lu Han hyung, deja de hacer escándalo, vamos a empezar con la clase! —gritó otro joven, de la misma altura que Lu Han, con rostro bonito, como el de una chica, cabello largo y de un color entre rojizo y caoba, con pómulos prominentes. El muchacho lo miró. Se Hun se apresuró a hacer una reverencia.

— ¡Fue Xing quien empezó! —se quejó Lu Han señalando acusadoramente al castaño. El chico le ignoró, y siguió mirándolo.

—Ya, ya —dijo Yi Xing. Le tomó de la mano y lo llevó hasta el chico —Tae Minnie, él es Se Hun, es nuevo en el club. Se Hun, él es Lee Tae Min, el líder del club —Se Hun volvió a hacer una reverencia. Tae Min tampoco se veía tan grande, de hecho parecía de su edad, no tenía pinta de líder. Tae Min le sonrió amablemente.

—Un placer Se Hun. Puedes ponerte detrás de Yi Xing y copiar sus movimientos en lo que te adaptas a la clase.

—Gracias —agradeció Se Hun.

—Ven —Yi Xing le hizo una seña para que le siguiera. La clase comenzó.

 


° ° ° ° °

 

No se equivocó al pensar que las horas de club serían sus preferidas. Durante las primeras horas de baile, la pasó muy bien. Tae Min le alabó, dijo que su técnica era realmente buena, y que él podría ocupar el espacio que hasta entonces había quedado vacío como bailarín principal, junto a Tae Min y Yixing. Yi Xing también era buenísimo, al igual que Tae Min. Tae Min tenía diecisiete, pero el puesto de líder se lo había ganado a pulso, era un monstruo en el baile. Lu Han y Min Seok también lo hacían muy bien, claro. Los cuatro resultaron ser personas muy agradables. Lu Han parecía un mosquito, yendo de aquí para allá molestando a todos, y Min Seok le hacía fiesta a su escándalo. Yi Xing los miraba a ambos con ternura, y Tae Min divertido junto a otro chico, Ki Bum, quien también era muy agradable. Al acabar Baile, tenían otro descanso, y después seguían las clases extra. La escuela acababa oficialmente después de esa hora, pero muchos alumnos se quedaban a cursar otros talleres. Lu Han, Min Seok y Yi Xing irían juntos a futbol, le invitaron a ir con ellos, y aceptó. En realidad Lu Han había elegido por él, pero tampoco le desagradaba la idea. Después de todo, esos chicos le habían caído muy bien.

En el descanso, Lu Han se lo llevó prácticamente a rastras ante la seria mirada de Yi Xing, y le “obligó” a sentarse con ellos. Al rato se unió otro chico llamado Min Ho, de atletismo. Le recibió igual de bien que los otros, y se alegró cuando Lu Han le dijo que Se Hun también estaría en futbol.

Fue cuestión de minutos para que la mesa se llenara de gente. El grupito de Lu Han era el más popular de la escuela, según parecía. Llegaban y llegaban alumnos, todos tan guapos y sorprendentes como el anterior. Parecían de algún grupo Idol.

Min Ho resultó ser el líder del club de atletismo, y Lu Han, aunque no lo pareciera, era el capitán del equipo de futbol de la escuela. Luego llegaron cuatro chicos del club de coro. Byun Baek Hyun, Do Kyung Soo, Líder del club, Kim Jong Dae, el chico más listo de la escuela, y Kim Joon Myeon, presidente de la sociedad de alumnos. Todos eran muy amables. Baek Hyun resultó ser igual de bromista que Lu Han, y Kyung Soo, tímido, se sentó a su lado y le hizo plática. Kyung Soo parecía asustado y deprimido todo el tiempo, tenía unos ojos enormes que incrementaban esa sensación, por lo que le pareció muy lindo. Todos obedecían a Joon Myeon, a pesar de no ser el mayor. Justo cuando comenzaba a recordar qué nombre iba con qué cara, llegaron otros dos. Park Chan Yeol y Huang Zi Tao, del club de basquetbol. El primero era la persona más alegre, escandalosa y optimista que había conocido en toda su vida. Si Lu Han le había parecido apresurado al mostrarse tan cercano a él en cuestión de minutos, Chan Yeol iba mucho más allá de lo apresurado. En cuanto los presentaron, se puso a hablar con Se Hun como si lo conociera de toda la vida. Lo abrazó, le llamó hermano, bromeó con él y le regaló su bebida. El segundo le intimidó un poco. Su mirada era muy penetrante, y parecía estar molesto con el mundo, eso sumado a que era el presidente del club de artes marciales, a lo que se debían sus prominentes músculos. Le costó mucho creer que él, Kyung Soo y Tae Min tuviesen la misma edad. Parecían unos críos a lado del moreno.  Sin embargo, cuando se unió el último chico, Wu Yi Fan, líder del club de baloncesto  y el chico más alto que había conocido jamás, su expresión cambió por completo. Huang Zi Tao resultó ser un chico tímido y realmente mono.

Todos se encargaron de hacerle sentir cómodo. Sobre todo Chan Yeol. Se Hun logró entenderse muy bien con Kyung Soo, Yi Xing, a pesar de que seguía mirándolo extraño, Joon Myeon y para su sorpresa, Tao.

Ellos ya se conocían de tiempo, a eso se debían sus actitudes tan… cercanas. Se Hun era muy observador cuando se lo proponía, e inmediatamente se dio cuenta de los lazos más fuertes. Lu Han y Yi Xing parecían uña y mugre. El segundo abrazaba posesivamente al rubio, y éste no parecía molestarse. Wu Fan se llevaba realmente bien con Yi Xing, Baek Hyun y Tao. Tao abrazaba y hacía aegyo a Baek Hyun y Joon Myeon. Kyung Soo hablaba cómodamente con Joon Myeon y Baek Hyun. Min Seok y Lu Han bromeaban mucho y se miraban tiernamente. Jong Dae y Min Seok susurraban cosas muy cerca a menudo, Min Ho, Ki Bum y Tae Min parecían tener un gran lazo entre ellos, y Chan Yeol era cercano a todos. Si no estuviese sentado con ellos en ese momento, juraría que eran homosexuales.

Claro, todos y cada uno de ellos se llevaban muy bien, pero cada quien parecía tener preferencia por otro. Se decepcionó un poco cuando se enteró de que Kyung Soo y Tao no iban a futbol. Baek Hyun asistía tambien.

 

—Entonces entraste a baile —le comentó Jong Dae.

—Sí, también tengo planeado entrar a futbol y arte.

—Deberías de entrar a básquetbol, ¡es genial! —gritó Chan Yeol.

—Sí, eres alto, serías bueno para el equipo —lo apoyó Tao.

—Yo… lo tendré en mente —prometió, completamente seguro de no entrar a ese club. La altura de Chan Yeol y Wu Fan lo intimidaban un poco.

—Pero debe de ser muy difícil para ti estar en baile, con Tae Min como líder —dijo Min Ho dándole un golpe en el hombro a Tae Min cariñosamente.

— ¡Para nada, Se Hun es buenísimo! —le alabó Ki Bum, haciendo que se sonrojara —Tanto que el puesto que estaba vacante desde hace un año por fin pudo ser cubierto.

 

Después del comentario de Ki Bum, un aura extraña rodeó a la mesa. La expresión de susto permanente de Kyung Soo se acrecentó.  Baek Hyun, quien hace unos instantes se encontraba charlando alegremente con Chan Yeol, se quedó pasmado un momento, y luego su expresión se volvió sombría. Chan Yeol miró preocupado a Baek Hyun, Lu Han, Yi Xing, Joon Myeon y Wu Fan se tensaron en sus lugares, Tae Min pareció deprimirse, Min Ho y Min Seok fruncieron el ceño y Tao y Jong Dae se quedaron sin entender nada, al igual que Se Hun.

Después de un silencio realmente incómodo, Wu Fan carraspeó y habló.

 

—el puesto de bailarín principal, ¿eh? Entonces realmente eres bueno —comentó.

—S-sí, tal vez Se Hunnie no baile como él, pero está a la altura —balbuceó Tae Min. Se Hun seguía mirándolos, sin enterarse qué había de malo en eso.

— ¿Él? ¿Le quité el lugar a alguien? —replicó confuso. Todos se revolvieron incómodos en sus lugares. No dijeron nada — ¿Qué tiene de malo que tenga ese puesto? —insistió.

Al final, fue Min Seok quien se decidió a hablar.

 

—N-no es por nada importante, son…

—Hyung… —suplicó con voz cortada Baek Hyun. Se Hun se impacientó. Quería saber qué era eso que le afectaba tanto.

— ¿Qué tiene de malo? —repitió.

— ¿Es por el tal Kai? —preguntó de pronto sin nada de tacto Jong Dae, con un efecto inmediato de silencio sepulcral entre los chicos de la mesa. La tensión prácticamente podría cortarse.

— ¿Kai, quién es Kai? —seguía Se Hun.

—Verás —comenzó Min Seok —Es tan sólo que… ese lugar, el de bailarín principal, solía ocuparlo un amigo nuestro, Kai. Él era realmente bueno en baile, y era muy popular en la escuela. Todos querían a Kai —dijo vagamente.

— ¿Era, por qué era?

—Lo que pasa —siguió Chan Yeol, con su voz de ultratumba, dando un toque tétrico al relato —es que el año pasado, hubo un problema entre unos estudiantes. Había un chico, llamado Seung Woon, que le tenía cierto coraje a Kai. Su rivalidad venía desde la secundaria. La novia de Seung Woon, Eun Ri, lo encontró con otra chica, besándose. Eun Ri terminó con Seun Woon. Los tres eran compañeros de clase de Tae Min, Min Ho y Kyung  Soo, así que Kai encontró a Eun Ri llorando, y la consoló. Le dijo  muchas cosas que Eun Ri malinterpretó, y con el tiempo, se enamoró de él. Eso no era extraño, pues Kai tenía a la mayoría de las chicas locas, pero a nadie le hacía caso —Yi Xing soltó una leve risa, casi un susurro melancólico, al recordar todo aquello —Así que él no le tomó mucha importancia. Pasado un tiempo, Seung Woon quiso volver con Eun Ri, pero ella le dijo que se había enamorado de Kai. Él se molestó bastante, y le rogó mucho a Eun Ri, pero ella lo ignoraba.

—Kai tenía un mal genio, se enojaba con facilidad, y era arrogante algunas veces —continuó Minseok —Y un día, se burló de Seung Woon delante de todo el grupo, diciéndole que hasta las chicas lo preferían a él. Seung Woon se sintió tan humillado, que durante la salida amenazó a Eun Ri con una navaja y la obligó a seguirle hasta la biblioteca del edificio oeste…  —mientras más avanzaba el relato, más inquieto se sentía Se Hun. ¿Cómo rayos nadie se había dado cuenta que un alumno llevaba un arma blanca, que clase de seguridad era esa? Tragó saliva. Min Seok y Chan Yeol eran realmente buenos contando historias de terror. Los demás se notaban en las mismas condiciones que él —… Una vez solos, la obligó a volver con él. Eun Ri se negó, asustada, entonces Seung Woon, furioso, decidió aprovecharse de ella, violarla para que recapacitara —Se Hun dejó escapar un sonido de asombro. No podía creer que cosas como esas sucedieran en su escuela. En Busan, nunca escuchó hablar de algo semejante  —Esa biblioteca es muy grande, y antes de ser biblioteca, fue un salón de práctica. A Kai, que era un as en baile, le gustaba pasar su tiempo ahí, bailando y leyendo. Él estaba cuando Seung Woon trataba de abusar de Eun Ri. Escuchó el alboroto y fue a ver qué pasaba. Escondido entre una gran estantería, lo encontró encima de ella, mientras intentaba desnudarla. Tal vez Kai tuviese mal genio, pero él era una buena persona, por lo que no dudó ni un instante en ayudar a Eun Ri. Golpeó a Seung Woon, ambos pelearon, pero Kai le venció rápidamente…

—… Kai le dijo a Seung Woon que si no quería meterse en problemas, sería mejor que se fuera de ese lugar, antes de que cambiara de opinión —interrumpió Chan Yeol. Se Hun se sentía muy preocupado a esas alturas, presentía que nada bueno le pasaría a Kai. —Seung Woon, humillado, enojado y harto de Kai, decidió dar media vuelta, y en un impulso, enterró la navaja en el costado izquierdo de Kai —escuchó un sollozo, pero ni siquiera se molestó en apartar la vista de Chan Yeol. La historia lo tenía envuelto —Kai calló lastimado, sangraba demasiado. EunRi se puso a gritar como loca, y cuando Seung Woon se dio cuenta de lo que había hecho, y para que Eun Ri se callara,  empujó una de las enormes estanterías de la biblioteca hacia donde estaban ellos. Como pudo, Kai alejó a Eun Ri para que no saliera lastimada, pero la herida sangraba mucho.  Él no pudo apartarse. La estantería le cayó encima…

Se Hun se quedó en silencio. No necesitaba escuchar el resto. Era obvio que Kai había muerto debido al enorme peso del estante y a la herida en su costado. Sintió náuseas. No debió de haber preguntado nada. Él era sensible con esos temas, (y al parecer Lu Han también, porque se convulsionaba asustado, y Yi Xing le acariciaba la espalda para tranquilizarlo). Tardó mucho tiempo en tranquilizarse, y no fue hasta entonces que se tomó la molestia de mirar a su alrededor. El sollozo había venido de Baek Hyun. Lloraba con fuerza. Kyung Soo y Ki Bum también lloraban, pero  lo hacían de manera silenciosa. Tae Min,  acongojado, no despegaba la vista del salero, y Tao y Jong Dae, adivinó, tenían la misma expresión que él. Al parecer, a diferencia de los demás, ellos no habían conocido a Kai.

No quería pensar en cómo se sentían ellos,  al tener que hablar y escuchar de la muerte de su amigo de esa manera. De acuerdo a las reacciones, dedujo que los más allegados a Kai eran Kyung Soo y Baek Hyun. Ellos lucían peor que el resto.

—Qué muerte tan cruel… —repuso Tao lo que todos pensaban. Nadie dijo nada. Los chicos se tomaron muy en serio el relato. Min Seok  pareció sentirse culpables de arruinar la maravillosa atmósfera que se había formado, porque  volvió a hablar, esta vez con un tono más juguetón.

 

—Así que ya lo sabes. Ni se te ocurra ir a la biblioteca del edificio oeste. Alumno que va a ese lugar, nunca más vuelve a ser el mismo, porque se topan con… — comenzaba a sentir cada vez miedo.  Todos en la mesa estaban muy serios y atentos a sus palabras.

— ¿C-con quién? — balbuceó asustado. A pesar de saber la respuesta, no quería aceptarlo. La sonrisa de Minseok se ensanchó. Chan Yeol siguió su juego, diciendo con una voz aún más terrible que antes:

—…Con él… Ese solía ser su lugar, y desde que murió, su espíritu ronda en esa biblioteca. Te lo dije, Kai tenía un mal carácter… Cosas malas les pasan a todo aquel que se atreve a molestarlo, así que más te vale ser prudente y no hacer enojar a…

 

—¡¡Basta!! —chilló Baek Hyun, azotando las manos en la mesa,  levantándose de golpe, ocasionando que las bebidas se tiraran. Pero eso no le importó al castaño. Estaba muy afectado por el relato, y le resultaba insoportable seguir escuchando cómo se burlaban de la situación —¡¡No puedo creer que hablen de esto como si de un cuento cualquiera se tratara!! ¡¡Él era nuestro amigo, MI AMIGO, y nunca hubiera actuado así si nosotros hubiésemos estado en la misma situación!! —sollozó dolido. Lo miraron asombrado, no se esperaban una reacción tan fuerte.

—Baek… —trató de calmarlo Chan Yeol, preocupado y arrepentido. Quiso poner una mano en los pequeños hombros de Baek Hyun, pero éste la apartó de un manotazo.

—¡¡Baek nada, ustedes son unos amigos horribles, insensibles!! —bramó antes de desaparecer entre el mar de gente en la cafetería, que ahora les prestaban demasiada atención. Tardaron en reaccionar. El primero en hablar fue Min Seok, de nuevo.

—… V-valla,  creo que a Baek Hyunnie no le gustó…

—Claro que no —susurró Kyung Soo, llorando más fuerte. Se Hun quiso consolarlo, pero no supo qué hacer —hyung, tu no lo conociste como lo hicimos Baek Hyun o yo… sabes perfectamente  que él era mi mejor amigo... lo que significa para mí,  y también lo que sentía Baek Hyun por él… así que no vuelvan a hablar de eso tan a la ligera…  —sin más, Kyung Soo se levantó, y al igual que el castaño, desapareció entre los demás.

De alguna manera, Se Hun sintió que todo eso había comenzado por su culpa.

—Yo… lo siento, fue mi culpa. No debí de preguntar —se disculpó apenado. Joon Myeon le lanzó una sonrisa paternal para tranquilizarlo.

—No fue tu culpa Se Hun ah,  nosotros debimos de ser más precavidos. A Baek Hyun y a Kyung Soo les afecta mucho el tema, lo siento.

—… B-bueno, va siendo hora de que nos vayamos a futbol —interrumpió Yi Xing, para dar fin de una vez a todo eso. Los demás lo agradecieron, levantándose aliviados. —será mejor que nos vallamos. Vamos Lulu —susurró a Lu Han, llevándoselo de la mano, con Wu Fan mirándolos con el ceño fruncido.

—Nosotros también, Min Ho, Se Hun —lo llamó Min Seok. Se Hun se levantó con cuidado, pues las náuseas seguían ahí.

—Sí. Nos vemos luego —se despidió de los demás, y siguió a Min Seok y a Min Ho hacia la cancha de futbol.

 


° ° ° ° °

 

—El día de hoy fue bien —mencionó Lu Han. Él, Yi Xing, Se Hun, Min Seok, Baek Hyun y Min Ho volvían del entrenamiento. Lu Han era realmente exigente cuando se trataba de futbol. Se Hun no dijo nada, siguió con el ceño fruncido ignorando al rubio. Min Ho se dio cuenta y se echó a reir.

—ya, no te amargues —comentó divertido. Palmeó fuertemente la espalda de Se Hun, pero él se quitó con desagrado.

—A mí no me pareció muy divertido. Si tú hubieras estado en mi lugar vendrías igual—se quejó. Min Ho rió de nuevo. En realidad, no fue nada divertido. Chan Yeol había decidido ir a ver qué tal eran los entrenamientos, y Lu Han lo dejó jugar un rato. Tal vez Chan Yeol fuera bueno en basquetbol, pero de futbol no tenía ni idea. La pelota se le iba desviada, o para atrás, y cada vez que le daba un pase a Se Hun, o le daba un balonazo, o le pegaba con la pierna, o no podía controlar sus extremidades y aventaba a Se Hun al lodo. A eso se debía que no hubiera disfrutado en absoluto el entrenamiento de ese día. Acabó despeinado, con moretones, raspaduras, dolores y el rostro y el uniforme lleno de lodo.

—Ya, no te enojes con Chan Yeol, él es así —lo excusó Baek Hyun. Esa vez no respondió. No quería descargar su mal humor con sus amigos. Mejor esperaría a estar frente a su caballete y descargarse con lápiz y papel, y sacar algo productivo de ello. Su mal humor desvaneció mágicamente, y una vaga sonrisa se plasmó en su rostro.

Amaba dibujar. Y era realmente bueno en ello. Había dibujado ya a Yi Xing y a Lu Han juntos. A Lu Han le encantó, Yi Xing se apenó. Baek Hyun quedó maravillado, y le pidió que lo dibujara a él también. Tenía un retrato de cada uno de sus amigos, aunque no todos lo supieran.

Se encontraba tan entusiasmado, que sintió que tenía que dibujar ya, si no perdería la inspiración.

—Chicos, me voy, nos vemos mañana —anunció. Los otros cinco se callaron y lo miraron con atención.
— ¿Así? Pero si estas horrible. Vamos a las duchas primero —replicó Lu Han. Se Hun negó.
— ¿Tan enojado estás por lo de Chan Yeol? —preguntó atónito Yi Xing.
—Los más jóvenes siempre son los más testarudos —resoplo Min Seok. Rodó los ojos molesto.
—No es eso. Si no me voy ahora se irá el sentimiento, y el dibujo saldrá mal —se defendió. Los demás comprendieron al instante y le dejaron irse.

Sólo dos semanas llevaba en esa escuela, pero para él era como si hubiera pasado mucho tiempo. En esas dos semanas su relación con todos era muy cercana, y no les costó casi nada conocerse a la perfección. Pasaba la mayor parte del tiempo con Lu Han, Chan Yeol, Kyung Soo o Joon Myeon. Tao siempre estaba ocupado, pero también eran amigos.

Se suponía que en esos catorce días ya debía de conocer toda la escuela, pero aún necesitaba cargar con el mapa a todos lados, y se perdía con mucha facilidad. Se Hun era distraído, por lo que memorizar esa enorme escuela era algo casi imposible para su cerebro.

No tenía ni idea de cuál era aquella biblioteca, porque si de por sí la parte de la escuela en la que él se mantenía era muy grande, la otra parte que no conocía lo era igual. Ni siquiera se había molestado por conocerla entera.

 

Desde su primer día, cuando le contaron  la historia de Kai, cada vez que estaba sólo, se sentía intranquilo. Según Min Seok y Chan Yeol, el espíritu de Kai sólo rondaba por la biblioteca del edificio oeste, pero cuando estaba sólo, desconfiaba de todos, y el miedo lo invadía. Comenzaba a reconocer los rostros de varios alumnos, y cada vez que veía uno desconocido, se alertaba, y pensaba que se trataba de Kai, por lo que salía corriendo.

Según palabras de Min Ho y Wu Fan, Kai era guapo, muy guapo y tentador. Era capaz de hacer que tu cuerpo se estremeciera con sólo una mirada, y con un simple roce hacerte llegar al cielo. Le parecía absurdo. ¿Cómo un chico cualquiera podía lograr eso?

Todos los pensamientos sobre Kai se desvanecieron tan sólo llegar a su lugar en el salón de arte.

Sonrió como niño en navidad y se sentó, dispuesto a dibujar.

 ...

—… ¿Y ahora qué? —preguntó para sí. Se quedó quieto unos segundos. El sentimiento no desaparecía aún, pero no tenía ni la menor idea de qué dibujar…

Tentador. Guapo,  alto, esbelto, porte, actitud, frío. Esas eran las palabras que siempre salían de las bocas de sus amigos al momento de describir a Kai. “Kai…” ¿Por qué nadie le mostraba una foto de él? pensó en buscar en los anuarios escolares de años anteriores, pero no sabía su nombre real.  “Guapo…”  trató de concentrarse y de visualizar su concepto de guapo. Si no podía conocer a Kai, entonces lo idealizaría en su cabeza.

Sin prestar plena atención a sus movimientos, sus dedos comenzaron a moverse solos sobre el papel, mientras él se ocupaba únicamente de crear la imagen de Kai en su mente.

 


° ° ° °

 

— ¿Dónde? —preguntó de mala gana.

—Tú sólo dirígete hacia la sala de coro. ¿La conoces? Justo cruzando el vivero número tres, doblas hacia la derecha y ahí verás un edificio ligeramente más pequeño que los demás.  Sube hasta el tercer piso. El último pasillo del lado derecho, cruzando la puerta, encontrarás las oficinas. Dile a la señora Jung que me faltaron las evaluaciones de la semana pasada, que se las entregaré mañana.

 

Y así era como había acabado vagando por lugares desconocidos de la escuela. Sólo cruzar la puerta del laboratorio, olvidó la mayor parte de lo que le había dicho la profesora…

… Y por andar vagando sin idea alguna, terminó en un edificio desconocido, en el tercer y último piso, algo descuidado y de aspecto tétrico. En el fondo dudaba que ese descuidado edificio fuera en el que se encontraban las oficinas, pero no perdía nada con intentar.

Según lo poco que recordaba de las indicaciones, tenía que llegar al fondo de algún pasillo. Probó primero por el lado izquierdo.

 

Caminaba inseguro. En ese lugar no había ni un solo rastro de algún alumno  o maestro, y todo estaba oscuro. Pensó que lo mejor sería entregar los mentados papeles de una vez por todas y salir de ese lugar para no volver nunca. Con suerte, su cerebro no recordaría el camino hacia ese edificio.

Al llegar al fondo del pasillo, lo único que encontró fue un viejo almacén para la utilería de teatro, y unos baños que se notaba, tenían mucho tiempo en desuso.

Más que aliviado, dio media vuelta y probó después con el lado derecho.

Ese lado del edificio se encontraba en un estado aún peor que el anterior. Tragó saliva e inhaló y exhaló fuerte. “Es absurdo Se Hun, no seas cobarde, sólo tienes que entregar esto y ya” trataba de convencerse a sí mismo. Rodó los ojos por lo estúpido que estaba siendo y por tomarse tan enserio las bromas de Min Seok y Chan Yeol cuando al final del pasillo encontró una gran y raída puerta cerrada.

“¿Será aquí?” se cuestionó.  En fin, que todo tenía mal aspecto en ese edificio. No perdía nada con intentar abrir la puerta y ver si ese era el lugar al que tenía que ir, además, estaba perdiendo clases, no tenía por qué quejarse.

Una vez frente a ella, la miró dudando que de verdad pudiera abrirse. No obstante, giró la perilla. La puerta se abrió, chirriando con fuerza.

Cerró los ojos, disgustado por el sonido recientemente producido. Cuando se hubo calmado, los abrió poco a poco, y lo que vio hizo que literalmente se le fuera el alma a los pies, y momentáneamente dejara de respirar.

 

Una biblioteca.

Completamente vacía, obscura, con largas cortinas negras impidiendo el paso de la luz por las ventanas, con una capa de polvo cubriéndolo todo. Enormes estantes rebosantes de libros. Largas mesas desgastadas con sillas desiguales, unos ordenadores viejos, y al lado derecho, hasta el fondo, como un lugar anexo a la biblioteca, bajando unos escalones, una vieja y amplia pista de baile con suelo de madera.

Tragó saliva, paralizado en su lugar debido  al pánico. “Kai…” Se había perdido en esa estúpida e inmensa escuela, y ahora estaba ahí, en suterritorio. De la nada, unos ruidos extraños comenzaron a escucharse. Fue como si un cuerpo se levantara torpemente del suelo, y tirara unos libros de un estante, seguramente alerta por el chirrido de la puerta. “Por favor, que se trate de un profesor o un alumno, que no sea…

— ¿Quién anda ahí? —preguntaron de pronto. Era una voz masculina, carente de emociones. Le congeló los sentidos y le erizó los vellos de la nuca. “Al diablo los papeles, ¡Corre!” le gritaba su mente. Pero estaba tan asustado que sus extremidades no le respondían, y su garganta estaba muy seca como para gritar. Unos pasos resonaron por la desierta biblioteca. Una sombra comenzó a salir de entre los estantes. Se Hun sentía que se desmayaría en cualquier instante, presa del pánico. Cada vez se acercaba más a él… Y entonces, cuando la figura quedó por completo expuesta a su vista, vestido con el mismo uniforme escolar que él, lo vio...

Abrió los ojos desmesuradamente, y su corazón latió como loco. ¿De verdad… acaso, esa persona era…? Imposible.

“E-es… Hermoso…”

Se quedó mudo de la impresión, con la boca entreabierta como estúpido. Los papeles resbalaron de su mano, y cayeron al piso levantando polvo.

Aquello que tenía de frente, era todo menos lo que esperaba encontrar.

Un chico guapísimo, el más guapo que había visto en toda su vida. Alto, esbelto, moreno pero pálido, nariz pequeña, labios gruesos, facciones definidas, mirada penetrante y agresiva y cabellos oscuros. Era un completo adonis.
Siguió paralizado en su sitio, mientras el atractivo joven se acercaba más. No podía despegar la mirada de él. Sus pupilas lo tenían hipnotizado. Sólo se dio cuenta de lo cerca que estaban cuando sintió la fría respiración de esa persona en su rostro. Enrojeció furiosamente.
Tenía la intención de hablar, pero no podía emitir ningún sonido. Le echó la culpa al joven que en ese momento invadía su espacio vital. Estaban tan cerca, que Se Hun no podía ver otra cosa que no fuese su perfecto rostro. Porque así lo era. No tenía ni una sola imperfección.

El chico lo miraba atento, con un atisbo de burla en su mirada, como si disfrutara el miedo y nerviosismo que provocaba en Se Hun.
El moreno se agachó lentamente, y tomó los papeles del suelo. Se Hun observaba cada uno de sus movimientos con avidez. Era tal el silencio, que de pronto se sintió avergonzado, por si el otro escuchaba los fuertes latidos de su corazón.

—Esto es tuyo —habló de nuevo, tendiéndole los papeles. “Dios, su voz…”  Era tan sensual, le ponía de los nervios. Tímidamente alzó una mano, ante la sorprendida mirada del moreno. Accidentalmente rozó la mano del otro, un roce mínimo que ocasionó que su pulso se desbocara de nuevo.                                                                                                                                   — ¿Qué haces aquí? —exigió saber. Se relamió los labios antes de hablar. Seguían muy cerca.
—… ¿Q-quién eres? —preguntó, causando que el contrario le mirara con el ceño fruncido, incrédulo, como si le pareciera extraño que no lo conociera, durante un buen rato. Se tomó su tiempo para responder, y cuando lo hizo, su tono denotaba ironía.
— ¿Eres nuevo? —quiso saber, ladeando la cabeza con curiosidad. Algo dentro de Se Hun se contrajo.
—S-sí… M-me llamo Oh Se Hun. Estaba b-buscando las oficinas d-donde trabaja la señora Jung, p-pero me perdí… —balbuceó torpemente. El otro sólo lo miraba detenidamente.
—mmm… ya. Entonces, Oh Se Hun, déjame decirte que te desviaste demasiado. El edificio que buscas no es este —respondió burlesco, y sonrió de medio lado. De nuevo sintió cómo su respiración se cortaba. Era tan guapo, joder. Pareció darse cuenta de lo que su cercanía provocaba en él, porque se separó unos cuantos pasos. Se Hun no supo si sentirse aliviado o molesto —Cuando salgas de éste edificio, ve hacia el estacionamiento. Ahí te encontrarás con un camino que sube y sube. Sigue por ahí, y llegarás directo al edificio. La mujer que buscas trabaja en el tercer piso —le indicó.

—G-gracias… —susurró. El desconocido le observó un poco más, para posteriormente alejarse lenta y silenciosamente, caminando en sentido contrario a él. Se alarmó. ¿Se iría, así como así? ¿Y si ese chico era Kai? En medio de un impulso caminó hacia él, haciendo mucho más ruido que el otro, que parecía arrastrarse.
— ¡E-espera! —le gritó casi desesperado. El moreno se dio la vuelta con parsimonia, y con una sonrisa ladina dibujada en el rostro, como si esperara esa reacción.
— ¿Sí? —dudó un momento, pero las palabras salieron solas de su boca.
— ... ¿Eres un fantasma? — “¡Idiota!” ¡¿Qué clase de pregunta estúpida era esa?! Se puso rojo de vergüenza. Qué bochorno. El moreno lo miró serio un segundo, pero luego soltó una sonora carcajada que no hizo más que incrementar su sonrojo —N-no… l-lo siento yo no…
— ¿Tienes miedo de estar aquí? —inquirió divertido. Se Hun no dijo nada. Todavía se sentía estúpido.
—… ¿Cómo te llamas? —quiso saber al fin. El moreno se acercó de nuevo a él, tanto o más que antes, se inclinó, de modo que sus labios rozaban su lóbulo, y le susurró seductoramente al oído:

—Mucho gusto Se Hun. Mi nombre es Kim Jong In.


° ° ° ° °

 

“Kim Jong In…”  repitió el nombre por enésima vez. En todo el día, no puso  atención absolutamente a nada de lo que decían los profesores. Si lo habían regañado, Se Hun ni enterado. Era viernes. O al menos eso creía él. Dos días antes se encontró con el moreno. Desde entonces, su estado era de completo ensimismamiento. Kim Jong In lo traía en las nubes.

Mordió con impaciencia el lápiz que traía en la mano. Sentía la necesidad de volver a verlo, pero no podía salirse a mitad de la clase para ir a buscar un lugar al cual ya no recordaba cómo llegar a un alumno que era prácticamente desconocido para él. Tamborileó con impaciencia sobre la mesa. Cuando más ansias tenía de que la clase terminara, el tiempo parecía hacerle una mala jugada, yendo más lento que nunca. “Estúpido maestro. ¿De verdad cree que nos importa lo que sucedió hace años?”  Refunfuñaba para sí mismo. Cogió el lápiz que traía en la boca y comenzó a garabatear en una de las hojas de su cuaderno. Y como si una fuerza divina lo hubiera iluminado, se le ocurrió algo. “Tal vez no pueda ir a ver a Jong In por ahora, pero puedo dibujarlo, ¿no?”  Sonrió encantado con su idea, y se puso a dibujar al moreno con entusiasmo, ajeno a lo que ocurría a su alrededor.

 

—Se Hun… yah, Se Hun… —un golpe en su nuca lo hizo volver a la realidad. Tenía el rostro casi pegado al bloc de dibujo mientras sus manos se movían solas sobre el papel. La voz era de Lu Han. Volteó rápidamente, con cuidado de no mostrar el dibujo a los ojos curiosos del mayor.
—Lu Han —el rubio lo miraba molesto — ¿Qué pasa? —preguntó sin enterarse de nada. Eso sólo hizo que el ceñito de Lu Han se frunciera aún más.
— ¿Que qué pasa? ¡Que faltaste al entrenamiento, eso es lo que pasa! —chilló histérico. Lu Han se tomaba muy en serio el futbol. Lo miró, frunciendo el ceño también.

— ¿De qué hablas? Ni siquiera son las diez de la mañana —repuso. Lu Han le miró escéptico.
—Si claro, y yo soy tonto, ¿no? —dijo con desdén.
— ¿Qué te…?
— ¡Mira a tu alrededor, estás solo, las clases acabaron hace una hora, faltaste al entrenamiento y se supone que deberías de estar en el club de arte en este momento! —le gritó tratando de abarcar con sus brazos toda la estancia. Se Hun tardó un rato en reaccionar. Cuando sus neuronas por fin conectaron, se levantó precipitadamente.
— ¿¡Enserio!?
— ¡Sí, qué rayos pasa contigo Se Hun, desde ayer estás flipando!
—Lo siento, yo… he estado distraído.
— ¿Enserio? —fingió sorpresa. Él sólo puso los ojos en blanco — ¿Qué hacías? —preguntó sintiéndose curioso de repente por su dibujo. Así era Lu Han, bipolar. Cuando se dio cuenta de que pretendía tomarlo, se abalanzó sobre el pupitre, cubriendo con su estómago el dibujo.
           

— ¡No! —gritó. Tomó el bloc lo más rápido que pudo y lo alzó torpemente en su mochila. Cuando se reincorporó, fingiendo que no había pasado nada, Lu Han le miraba curioso con una sonrisa traviesa y los ojos entrecerrados.
— ¿Qué dibujabas, eh?—inquirió acercándose a él con intenciones. Trató de ignorarlo de nuevo.
—Nada.
— ¿Será acaso que te enamoraste de alguien y andas de acosador dibujándola? —se sonrojó levemente, cosa que no pasó desapercibida por Lu Han. El rubio abrió los ojos y la boca con sorpresa, sólo como él sabía hacerlo — ¡Es eso! ¡Pervertido!
— ¡c-claro que no! —se defendió — ¡No seas entrometido!
—Déjame ver —Lu Han se abalanzó sobre él.
— ¡No, hyung, aléjate, pareces un niño! —forcejeó con un Lu Han muy pegado a su cuerpo, rostros a escasos centímetros, colgado sobre su cuello intentando arrebatarle la mochila. Se Hun puso una mano en su pecho y con otra lo tomó de las caderas para intentar alejarlo.
— ¡Quién es, dime!
— ¡Yah, Lu Han!

—Lu Han —interrumpió una tercera voz en el salón. Ambos voltearon rápidamente, aún en sus comprometedoras posiciones. Era Yi Xing. Estaba serio, con el ceño fruncido. Parecía enojado, mucho. Por acto reflejo, aventó lejos a Lu Han, aprovechando que éste se encontraba distraído.
—H-hola —saludó, intimidado por la actitud del castaño. Yi Xing no le devolvió el saludo, siguió fulminándolo. Volteó a ver a Lu Han en busca de ayuda. El mayor ni en cuenta de la actitud del chino.
— ¡Xing, que bueno que vienes! —corrió hacia Yi Xing y entrelazaron sus manos. Yi Xing ablandó su expresión un poco.  Como siempre, cedía ante Lu Han.
— ¿Se puede saber qué estaba pasando aquí? —preguntó con un atisbo de celos que no pasó desapercibido para Se Hun.
—Nada importante hyung, no tienes qué preocuparte —aclaró Se Hun —Sólo que Lu Han andaba de infantil, metiéndose en lo que no le concierne —refunfuñó.
—Xing, ¡Se Hun dibujó a la persona que le gusta y no quiere enseñármelo! —le acusó, haciendo un adorable puchero que hizo que el enojo de Yi Xing desapareciera. De nuevo se sonrojó.
—Ya te dije que no se trata de eso. Si no quiero enseñártelo, es porque no quiero, y punto —se molestó, cruzándose de brazos.
—No te creo —Lu Han entrecerró sus ojos.
—Pero yo sí —dijo Yi Xing, de nuevo con esa aura amable y brillante que tanto le caracterizaba. Lu Han le miró con sorpresa.
— ¡P-pero…! 
—Lulu —lo interrumpió Yi Xing, acercándose a él. Ambos se miraron intensamente. Se Hun miró sus pies con incomodidad, sintiendo que sobraba ahí —Es que a veces eres un crío— Lu Han iba a replicar pero Se Hun intervino. Estaba perdiendo mucho tiempo, y quería ir a la biblioteca antes de que se hiciera más tarde para ver si podía alcanzar a Jong In.
           

—Hyung —llamó a Yi Xing. No quería interrumpir pero Se Hun se desesperaba rápido — ¿Podrías decirme cómo llegar a la biblioteca en la que murió Kai? —preguntó de repente. Lu Han y Yi Xing le miraron atónitos, con la sorpresa en su cara. Parecía que les acababa de pedir que hicieran un trío o algo así — ¿Qué? —inquirió con inocencia.
— ¿Y tú por qué quieres ir ahí? —susurró Lu Han con aprehensión.
—Ese es mi problema.
— ¿No te habrás tomado enserio lo que te contaron, verdad? —Yi Xing se notaba preocupado.
— ¿Van a decirme cómo llegar o no? No tengo tiempo, necesito ir rápido, antes de que se haga más tarde —los chinos se miraron preocupados, pero decidieron no cuestionar más la terquedad del menor. — ¿Y bien?
—… De acuerdo. Pero nosotros no nos acercaremos a ese lugar, sólo te indicaremos el edificio.
           

Se Hun les lanzó una sonrisa encantadora como respuesta.


° ° ° ° °

 

De nuevo, frente a esa puerta. La miraba sobrecogido. Ese chico, JongIn, ¿De verdad era un estudiante cualquiera? ¿Qué tal si se trataba de Kai? “No luce como un fantasma” pensó. Le restó importancia. Trató de ser silencioso al momento de abrir la puerta, pero no lo logró. Chirrió como condenada. Entrecerró un ojo como la última vez, molesto.
           

Tal como en su visita anterior, la biblioteca se encontraba desierta. No había absolutamente nadie. O al menos eso pensaba él. Entró sigilosamente y comenzó a pasearse entre los estantes, buscando a JongIn. El lugar era más grande de lo que aparentaba.
           

Después de estar paseando un buen rato y no encontrar a nadie, se dio por vencido, yendo a sentarse en la pista de baile. Abrazó sus piernas con los brazos y escondió su cabeza.
           

—Mierda —maldijo por lo bajo —Se ha ido.
— ¿Quién? —preguntó alguien detrás de él, justo debajo de su oreja.
           

Dio un gritito ahogado y se levantó de golpe. Delante de él estaba Jong In, sonriendo de manera arrogante.
— ¡J-Jong In! —exclamó sorprendido, tratando de controlar los latidos de su corazón. 
— ¿Me buscabas a mí? —atinó encantado. 
—N-no —Se Hun se ruborizó —S-sólo buscaba un lugar p-para dibujar tranquilamente… y aquí no viene nadie, p-por el rumor de Kai… —respondió volviendo a sentarse. Jong In se sentó a su lado.
—Rumor… —repitió pensativo — ¿Entonces no crees en los fantasmas?
—Sólo creo que exageran un poco con lo de Kai —Jong In no dijo nada. 
           

Le había sorprendido que el moreno se apareciera a su lado sin hacer nada de ruido. Lo miró. “Claro que no puede ser Kai… es tan humano como yo…” Se había quedado quieto, con la mirada perdida. Sus labios estaban sellados, sus manos posadas sobre las rodillas, con las piernas entrecruzadas y una postura recta. La camiseta del uniforme levemente desordenada, con los primeros tres botones desabrochados y la corbata mal amarrada. Tragó saliva. Guapísimo. Nunca una persona lo había sorprendido tanto, mucho menos un hombre. Además, que ese era sólo su segundo encuentro y ya se sentía nervioso y se sonrojaba sin ningún sentido por su culpa. Eso no era normal, era una fascinación que rallaba en el acoso. Sería estúpido decir que estaba enamorado. Tal vez… ¿Atracción? Después de todo Jong In era muy guapo. No sabía nada de él más que su nombre, ¿Pero qué no las personas sienten atracción por otras aún en un primer encuentro si ésta les llama mucho la atención?
           

— ¿Qué tanto me ves? —la voz de Jong In le sacó de sus pensamientos. Cuando volvió a la realidad, se encontró con unos ojos inexpresivos sobre los suyos que lograron hacer que sintiera la cara hervir de vergüenza. Siempre parecía molesto pero alegre al mismo tiempo. Era tan extraño...
—N-nada —se cohibió. Apartó la mirada rápidamente y sacó su bloc de dibujo. Jong In no le prestaba nada de atención, así que se sintió libre de admirar el retrato de quien él consideraba era Kai. Mientras dibujaba, le parecía que el retrato era realmente certero, porque no podía imaginar a alguien más atractivo, pero ahora que lo observaba mejor, y observaba a Jong In también, su dibujo le pareció de lo más horrible. Amorfo. Se asqueó. Se Hun era perfeccionista, y testarudo. Podía tardar horas y horas dibujando un rostro, pero nunca se levantaba hasta quedar por completo satisfecho con su dibujo. Ahora su versión de Kai no le gustaba nada. Quería romperla. Arrancó la hoja y la tomó por cada extremo, cuando unas frías manos se posaron sobre las suyas y le arrebataron la obra.
           

—E-espe…
— ¿Quién es? —preguntó curioso Jong In, estudiando con detenimiento cada trazo. Se Hun sólo quería que se lo tragara la tierra de una buena vez.
—Nadie…
—No se me hace conocido, ¿Es otro alumno nuevo?
—No.
— ¿Entonces? —interrogó con el ceño fruncido.
—No importa —sintió una fuerte mirada sobre la suya, y se encogió. No lo miraría a los ojos, no. Eso sólo empeoraría las cosas.
—Dime —ordenó con voz de ultratumba. Sintió un escalofrío recorrer toda su espina dorsal. “Es mejor que Lu Han convenciendo…”
—Es que… me da pena —admitió cabizbajo.
—No seas borde… —respiró profundo, y sin nada que hacer, le dijo la verdad.
—Trataba de imaginar cómo sería Kai.
           

Jong In se quedó callado, pero podía imaginarlo con esa sonrisa burlona de lado en su ridículamente atractivo rostro.

—Anda, búrlate —lo alentó.
—Creo que eres estúpido —se mofó el moreno. 
—Dame eso —le arrebató el dibujo de un manotazo y lo rompió, esparciendo los restos por el lugar. Jong In se echó a reír con ganas. —Cállate.
—Imbécil, dije que eras estúpido, no que dibujaras mal —repuso burlón.
— ¿Crees que lo hice por ti? Iba  a tirarlo de todas formas. Ahora no me distraigas, necesito concentrarme —respondió malhumorado. Jong In dejó de reírse y lo miró serio. Al parecer le molestó el comentario.
—Imbécil —repitió.

 

Jong In de verdad que no había vuelto a hablar. Lo había ofendido. Le hacía gracia, verlo inflar las mejillas infantilmente, cruzarse de brazos y darle la espalda. Tenía una espalda amplia. 
Recordó el dibujo que había hecho del moreno durante las clases, y aprovechando que éste no estaba mirando, le echó un vistazo.

El retrato no le hacía ninguna justicia al verdadero. Su memoria había guardado bien los detalles, pero ahora que lo tenía enfrente, aún si era de espaldas, veía todas las imperfecciones que tenía. Sintió el impulso de romperlo, pero algo dentro de él le impidió que lo hiciera. Era tonto, y tal vez típico de una adolescente enamorada, pero quería guardarlo como recuerdo.          

Quería también, saber más de Jong In. No podía haber mucha edad de diferencia, pero no quería anticiparse. Lu Han y Min Seok parecían mucho más jóvenes que él, y sin embargo, eran los mayores.
Esperando que el moreno ya no estuviera enojado, habló, rompiendo el prolongado silencio.
           

— ¿Jong In?… —no hubo respuesta. Esperó un poco más para volver — ¿Jong In? —de nuevo, nada. — ¡Jong In!
— ¡¿Qué?! —refunfuñó el moreno, sin darse la vuelta.
— ¿Cuántos años tienes?
—No te importa —hizo un mohín.
—No seas así, estoy tratando de ser amable.
—Guárdate tu amabilidad para otro, no la quiero.
—Tal vez te acabo de conocer, pero puedo decir que eres un crío —trató de calarlo. Funcionó. Jong In se dio la vuelta enojado.
—Me importa un rábano lo que pienses de mí.
—Tan sólo responde.
— ¿Por qué no te callas?
— ¿Y por qué no quieres que hable? —se acobardó un poco ante la vena palpitante que aparecía en la sien del moreno.
—Porque si hablas no te concentras, ¿Por qué no te vas para que puedas concentrarte y me dejas aquí? —soltó. Se Hun aguantó la risa. Eso era todo el escándalo “Qué infantil”.
—Ya, sólo trataba de ser amable —se dio casi por vencido —pero no te voltees, ¿sí? —pidió con su mejor cara.
— ¿Y quién te crees tú que eres para darme órdenes? —se ofendió el otro. Rodó los ojos.
—Sólo quiero dibujarte —admitió. Jong In abrió los ojos de la sorpresa. Fue sólo un instante. Luego volvió a su característica pose de arrogancia.
           

— ¿Por qué? —preguntó. Se Hun se apresuró en inventar algo. Dijo lo primero que se le vino a la cabeza:
—En el club de arte me pidieron que plasmara mi percepción de Belleza —se arrepintió instantáneamente al notar lo que había dicho. “¡Tonto! ¿No se te pudo ocurrir algo mejor?” Se golpeó internamente esperando que Jong In no notara su sonrojo. Le miró. Él no estaba sonrojado, pero si parecía nervioso, con la boca entreabierta y los ojos agrandados. Su corazón dio un salto de alegría.
           

—E-está bien —Tartamudeó, acomodándose mejor en el piso, para estar más cómodo. Se Hun sonrió complacido. ¡Podría dibujarlo! Se esforzaría para que ese fuera el mejor dibujo que hubiese hecho nunca. Brincó con entusiasmo en su lugar.
—Ok, no te muevas mucho. Tal vez tarde un poco, pero ya verás cómo quedará —prometió emocionado. Jong In lo volteó a ver con una ligera sonrisa. Vale, que apenas y lo conocía, pero esa era la sonrisa más sincera que le había visto hasta ahora. No involucraba sólo a sus labios, sino también a sus ojos.
           

—Por cierto... —comentó mirando en dirección a la biblioteca de manera melancólica—Tengo dieciséis. 

 

 

 

Notas finales:

kahjsghdjgashdjgasj 

les gustó? si? no? O.O
estoy en exámenes, ya tengo todo el fanfic, pero para darle emoción (?) trataré de subir uno cada semana n.n

Saludos!! Bye Bye n.n


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