Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Las Alas del Deseo. por Bbo

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Hola!! 

Bueno, soy una escritora.. del JunSeob (??) Y amante de él ;AAA; Espero que os guste ya que apenas hay fics de mis niños por aquí... en fin!...^^

 

Ah!! Y Si hay alguien! ALGUIEN! POr ahí, noble y de buen corazón (?) Que sepa como poner una imagen.. QUE SE MANIFIESTE ;AA; Es que he hecho un collage del fic y me gustaría ponerlo como portada para que qede bonito y tal .. ;______; Por favor si alguien sabe que me ayude ;__; -suplica-

Bueno espero que os guste y sin mas... Nos vemos abajo (=) :3

Prólogo.

Decepción. Ese hueco que crece en tu pecho cuando en la vida hay algo que te causa dolor...

 

Dicen que es un pecador, pero eso nadie lo sabe. Dicen que es un pecador pero no es el único. Lo juzgan sin pararse a pensar en lo que realmente hace y el porqué. Lo señalan con el dedo y esconden la mano… Si tan solo supieran lo que se oculta tras las sombras, le darían las gracias.

Aunque la verdad es que no quiere que el mundo lo conozca. No quiere que sepan de él. Tal vez alguien entre la multitud se de cuenta de que existe. Tal vez alguna mirada de alguien que camina por el andén esperando el tren que hace segundos acaba de pasar note su presencia. Solo tal vez… Aunque él no cree que nadie lo entienda, sabe que nada es para siempre. Y sus motivos tiene para creerlo...

Ni esa chica que observa su reloj impaciente con un poco de carmín gastado en los labios o esa pequeña niña que lo mira del otro lado de la cafetería rogando por su helado favorito a la vez le regala una sonrisa. Si supiera realmente porque está ahí no sonreiría tanto. Ni tan siquiera se acercaría a él.

Baja la mirada removiendo la taza de café que tiene entre las manos, con la esperanza de que no se haya enfriado… Aunque es demasiado tarde; frío y amargo. Hace una mueca de fastidio y entonces le llega ese olor...

Azufre.

Él esta aquí.

Se levanta con una sonrisa algo traviesa y deja un billete de veinte sobre la mesa. Camina directo a la calle dejando atrás miradas de curiosidad por parte de aquella pequeña de ojos color esmeralda y con el sonido de una campanilla retumbar a la vez que cierra la puerta.

Se acomoda la chaqueta de cuero y sacude sus botas corroídas por el tiempo. No le gusta el negro, aunque siempre viste de él, lo hace para camuflarse, o tal vez para dar una apariencia indestructible y fría a quien lo vea. Y la verdad es que sí, tiene aires de duro, pero también una sonrisa preciosa, a pesar de que no sean muchos los que han tenido la suerte de apreciarla. Palpa el bolsillo trasero de su pantalón y comienza a caminar por la hierba siguiendo ese rastro que capta su olfato.

Ha anochecido y la luz de la luna es lo único que alumbra aquella vieja y solitaria carretera.

Alerta. Sus cinco sentidos están despiertos y el sexto que con el tiempo ha acabado por desarrollar está exaltado también.

El sonido de una rama romperse termina por confirmarle que está en el lugar correcto a la hora exacta. Busca con sus ojos marrones alguna señal, algo que le diga que él está en alguna parte escondido. Tan solo espera que no haya capturado alguna víctima ya, porque odia llegar tarde.

Se adentra hasta el bosque con cautela y el sonido de unas alas desplegarse hacen que pestañee. Un cuervo entre los árboles.

Cualquiera en su lugar estaría temblando de miedo… Pero él no era cualquiera. Su trabajo apenas lo inmutaba. Hace tiempo que dejó de temer, de sentir, de tener sentimientos. Describirlo como una roca sería, quedarse corto.

El ruido de una pisada le retumba los oídos y tan rápido como un pestañeo coloca la mano detrás del pantalón en busca de su cuchillo serafín; obsequio de su padre por su dieciocho cumpleaños.

Lo saca y el resplandor de la luna choca contra su afilada hoja haciéndolo brillar. Da unos pasos más hasta que nota esa presencia a sus espaldas.

Se gira y con un veloz movimiento empuña el cuchillo intentado herirlo. El individuo retrocede ágilmente esquivándolo y echando a correr.

Y aquél chico con aires de dureza por culpa del tiempo sigue sus pisadas de cerca. Esta vez no se le escapará. Lleva semanas siguiendo su rastro como para que ahora huya como si nada.

Lo persigue. Está tan encima de él que casi puede oler ese tóxico hedor que desprenden los de su especie, y con un salto se lanza sobre él. Comienza a darle golpes al azar pero provocándole el mayor de los dolores hasta que sus nudillos comienzan a sangrar. La bestia con un empujón lo aparta y lleno de tierra se abalanza sobre él como una si fuera su presa y estuviera hambriento. Le atina un puñetazo en el estómago y saca sus garras arañándole el brazo.

Su chaqueta negra de cuero se desgarra dejando al descubierto uno de sus tatuajes y rápidamente se incorpora con más energías que antes. Suelta un gruñido feroz y le da con el cuchillo directo al corazón.

-¿Un cuchillo? ¿No tienes nada mejor?

La bestia retrocede con una sonrisa burlona, los ojos negros que tanto caracterizan a los de su estirpe y preparado para quitarse ese puñal del pecho, que tan solo le ha causado unas pequeñas cosquillas.

Lo que no sabe es que el arma está bañada con cierto líquido...Borra su sonrisa y un pequeño dolor punzante le desgarra el interior.

-¡Agua bendita! –grita desconcertado a la vez que la piel de alrededor empieza a hacerse ácida. Se saca el puñal y con el mismo está dispuesto a rebanarle el cuello a ese cazador. Gruñe, pero antes de que pueda atacarle de nuevo oye una melodía que le penetra los oídos y escuece su organismo. Intenta escapar de su recipiente; el cuerpo de un hombre cualquiera que había parado para echar gasolina, pero ese maldito ritual hace quemar su ser.

Y es que ese chico de pelo rizado con una sonrisa victoriosa recita ciertas palabras en latín que lee de un pequeño librito desgastado a toda velocidad. Como dijo antes; esta vez no se le escaparía.

Observa como esa bestia pide clemencia a la vez que se retuerce en él mismo pero no se detiene, continúa pronunciando esas palabras que hasta se sabe de memoria de las veces que las ha repetido, aunque realmente no sepa su significado. Lo único que sabía era que con ellas podía destruir demonios. No le hacía falta saber más.

Calla sus labios al ver como aquel ser se desvanece frente sus ojos y se esfuma dejando caer el arma incrustada en su pecho. Se inclina recogiendo su cuchillo y observa el suelo. Como siempre, nunca dejan rastro. Ni siquiera cenizas.

Se levanta pesadamente con aires de triunfo, no quiere reconocer que cada vez que caza algo termina con el cuerpo echo trizas. Vuelve a arreglarse el cuello de la chaqueta y continúa su camino silbando despreocupado.

Lo bueno de su trabajo es que terminas acostumbrándote, terminas asumiendo que tienes que vivir con la muerte rozándote los talones. Y eso a él no le preocupaba. Era de acero, como bien dicen las malas lenguas.

Sube a su moto aparcada en aquel estacionamiento de la cafetería y la pone en marcha. Desea volver a casa aunque nadie lo espere despierto hasta las tantas de la madrugada preocupado por que todavía no haya dado señales. Él es una persona independiente, se dice y repite una y otra vez. No quiere asumir la verdad. Nunca ha querido reconocer que en realidad está solo. Aunque claro, no es fácil llevar una vida normal con esa clase de trabajo. Lo intentó pero enseguida supo que solo terminaría por poner en peligro a cualquiera que estuviera a su lado.

Aceleró más sintiendo como el viento golpeaba contra su cuello robándole un poco de ese perfume que siempre usaba. Él era un chico de costumbres; la misma marca de champú, calcetines de colores para cada día de la semana, trasnochar para cazar demonios, jueves de tortitas con sirope, viernes de películas… Vamos, lo más normal del mundo… Sintió el frio recorrer sus castigadas manos y observó las luces de la ciudad a lo lejos. Esos momentos eran los únicos en los que realmente se sentía libre; con el ruido de las llantas arder contra el asfalto y el aire acariciar su nuca.

Deseaba tanto meterse en la cama y poder dormir aunque fuera tan solo unos minutos. Desde hacía semanas que apenas pegaba ojo. Cada vez habían más monstruos surcando la cuidad. Y él siempre tenía que ir un paso por delante. Aunque le inquietaba no saber porqué las actividades demoniacas habían crecido tanto últimamente.

Frenó en seco y algo recorrió su espina dorsal. Inclinó la moto, apagó el motor y escuchó  deteniendo por completo su respiración.

Un grito femenino al final de un callejón despertó sus instintos y salió corriendo preparado para su próxima caza.

Como supuso, esta noche Junhyung tampoco dormiría. Los héroes no descansan. Y las fieras no duermen.

Aunque él lo desconocía, dentro de poco algo terminaría por quitarle el sueño… 

 

 

Notas finales:

 

Y Bien? Bueno es el primer capitulo, así como introducción (?). Pls. Si alguien sabe lo de la foto. PLEASE ;33; Un besito y espero sus rw! <333 ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).