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Casualidad por Carito_d

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Notas del fanfic:

No se que nos pasa pero amamos hacer fics 2min uwydjashdfashfd disfrutenlo u.u

Notas del capitulo:

Holi, me encanta poner nota en los capitulo jijijii nada que decir, solo lean y disfruten. No olviden dejar su review diciendo que les parecio bueno? bueno? las amo a todas ♥

El brillo y las luces lo encandilan apenas entra al lugar. La música suena tan fuerte que apenas es capaz de oír sus propios pensamientos. Todo era extraño para él. El lugar, la gente que asistía y también la que deambulaba por ahí. Al parecer no era la misma imagen que había visto por internet.

 

Eso parecía mucho…mejor.

 

-          ¿Una cerveza, cariño?

 

Siente la voz de una mujer a su lado, mirándola asustado y notado su exceso de maquillaje. Apenas susurra un está bien cuando la ve desaparecer entre la multitud, mientras él seguía de pie apenas atinando a moverse  hacia una mesa solitaria casi cerca de un escenario. Tampoco recordaba que en la página nombraran algún tipo de baile. Mucho menos que sería un lugar tan lujoso, en el que más que ver a jovencitos calientes –casi como él- solo conseguía ver viejos oficinistas necesitados de algo que sus esposas no podían darle.

 

Recibe la cerveza justo en el momento en que la luz se apaga y una nueva música, más lenta y pegajosa comenzaba a sonar. Toma un largo trago de alcohol justo cuando ve a un delgado joven de aspecto casi esquelético que comenzaba a menear sus caderas con sensualidad en torno a algo que parecía ser un caño. Minho acababa de beber y ya sentía que la garganta se le había secado.

 

Minho acababa de cumplir dieciocho años. Por tradición su padre le había dado dinero para que se hiciera hombre de una vez y fuera a una casa de putas –como le gustaba decirle- y tuviera sexo toda la noche. Minho acató completamente, sólo que las cosas tomaron un rumbo distinto y no fue exactamente a una casa de prostitutas. Digamos que sus gustos no eran tan heterosexuales como su padre creía.

 

Ve como el bailarín comienza a hacer movimientos más bruscos, sacudiendo su cabello hasta botar la coleta y dejar caer una larga melena sobre sus hombros. Se sube con agilidad al caño, balanceándose y cerrando los ojos mientras agitaba sus caderas de forma calma, pero demasiado intensa como para que Minho hubiese comenzado a morder su labio sin siquiera notarlo. El bailarín se deja caer hasta el final, levantándose en un solo movimiento, abriendo su camisa y comenzando a pasar lentamente una de sus manos por su abdomen. Minho termina la cerveza rápido, pidiendo tora con un movimiento brusco de su mano y sintiendo como un par de viejos se levantaban y se acercaban al escenario a dejarle un par de billetes al bailarín que los miraba casi con asco, pero permitiendo que se los enganchara en su ropa interior que ya se comenzaba a asomar.

 

¿Que si Minho no se sentía caliente?

 

Se sentía hirviendo.

 

Lo peor fue cuando dejó la botella tan fuerte en la mesa que capturó de inmediato la atención del bailarín, que había comenzado a caminar hacia el otro lado del escenario, quedando frente a él. La música de pronto comenzó a volverse más lenta y Minho sintió que su boca volvía a secarse, mientras la camisa que llevaba comenzaba a pegarse a su espalda a causa del sudor. Ve como el cabello del bailarín comienza a sacudirse de nuevo, mientras sus caderas subían y bajaban desde el piso, sin dejar de mirarlo. Se siente observado, casi violado y con un calor de mierda que comenzaba a sofocarlo.

 

¿Hacerse hombre? No había duda de eso.

 

-          ¿Otra cerveza, cariño?

 

Minho se voltea casi con odio a mirar a la mujer que se había atrevido a desconcentrarlo.

 

-          No, estoy bien, gracias- le cuesta enfocarse en ella, pero lo logra a duras penas-. ¿Usted sabe con quién debo hablar para estar esta noche con… con… con alguien?

 

Mierda, nunca pensó que le sería tan difícil y tan vergonzoso tener que pagar y pedir por servicios sexuales.

 

 Ve como la mujer sonríe y le guiña un ojo, mientas le mueve una mano para que lo siga. Pero le cuesta hacerlo y no seguir mirando de reojo al bailarín que ya había comenzado a desvestirse aún más.

 

-          ¿Tienes tu identificación, querido?

 

Minho se apoya en la pared de un lugar bastante escondido en el que estaban. El oxígeno faltaba y el perfume a hombre sobraba. Al igual que el olor a alcohol.

 

-          Sí, claro- apenas se la entrega nota la sonrisa de la mujer.

-          Dieciocho años recién cumplidos, ¿no dejaste pasar ni un solo día, eh?

 

Agradece que la luz hubiese estado baja para que no notara como sus mejillas habían comenzado a enrojecer.

 

-          A ver veamos, ¿preferencia de algo?

 

Ni siquiera él se había preguntado eso. No tenía idea que podía elegir tanto.

 

-          Eh no, creo que no.

-          Viniste una noche bastante ocupada, lamento decir- ve a la mujer buscar entre las hojas y bufar-. Todos ocupados.

 

Solo a él podía pasarle eso.

 

Minho suelta un bufido, pensando en seriamente en sí eso era una señal para volverse heterosexual, cuando siente un par de pasos rápidos, acercándose. Ve al bailarín de hace un rato, amarrarse el cabello nuevamente en una coleta mientras se acercaba a la mujer, casi con una mirada de aburrimiento. Ni siquiera se fija en su presencia, solo despeja su frente en un movimiento mucho más varonil de lo que pensó que podía ser.

 

Si antes había logrado cautivarlo, ahora pensó que lo de afuera no había sido nada.

 

-          ¿Tengo a alguien?

 

Ve a la señora refunfuñar y susurrar un par de palabrotas antes de responderle.

 

-          Aún nadie viene a pedirte.

-          ¿Nadie?- Minho nota la impresión en su voz, sin atreverse a interrumpirlo.

-          Este muchacho necesita a alguien, pero no sabe qué quiere.

 

A Minho le hubiese gustado seguir pasando desapercibido porque cuando siente la mirada del bailarín sobre él, se siente desnudo y avergonzado de encontrarse en esa situación.

 

-          Está bien- le escucha decir de pronto-. Iré a cambiarme, tú solo llévalo.

 

Y lo deja ahí, de pie, sin saber exactamente que ocurría. La mujer vuelve a carraspear llamando su atención y mirándole casi divertida.

 

-          Es tu día de suerte. Nunca está dispuesto a recibir a cualquiera cuando tiene tiempo.

-          ¿Cuánto me saldrá?

-          500.000 wons.

 

Suelta un bufido antes de que hubiese terminado de responderle.

 

-          Me dijeron que solo eran 250.000.

-          Cuando no se trata de él.

 

Mierda. Suponía que valdría la pena. Busca entre sus bolsillos y saca la billetera, soltando muchos más billetes de los que estaba dispuesto a dar en un principio.

 

Adiós mesada. Adiós almuerzos de un mes.

 

Comienzan a caminar por un largo pasillo oscuro y con ruidos que prefería no imaginar de donde venían, hasta que llegan a una puerta más lejos de las demás y mucho más pulcra. Ve a la mujer dejarlo ahí y comenzar a caminar por el camino que lo llevó hasta desaparecer.

 

¿Y ahora que se suponía que haría?

 

Empuja la puerta con miedo, viendo una cama completamente blanca y un techo hecho de espejos, cosa que le perturbó de sobremanera. Observa a su alrededor, estudiándolo y notando cada mínimo detalle que le llamaba la atención. Todo era demasiado blanco, casi como si alguien se obligara a decorar ese lugar.

 

Cuando siente la puerta abrirse, Minho estaba sentado en el borde de la cama, admirando el techo que lo reflejaba a si mismo.

 

¿De verdad había ese tipo de personas que pedía cosas cliché como esas?

 

-          Nunca creí que alguien podía entusiasmarse tanto con un simple espejo.

 

El chico de hace un rato ya había entrado a la habitación, observándolo desde la puerta quién sabe hace cuanto.

 

-          ¿Yo?- se asusta al oír su voz. No se la imaginaba tan masculina-. No, en absoluto. Lo encuentro ridículo de hecho.

 

Le ve sonreír de medio lado y acercarse de golpe hasta quedar frente a él. ya no había sudor de por medio ni ropa demasiado ajustada, solo un jeans y una camiseta blanca que aún así conseguía entusiasmarlo.

 

-          ¿Cómo te llamas?

 

Un acercamiento más y el chico ya había comenzado a besarle el cuello. Le hace perder un poco el equilibrio y desesperarse porque no sabía como actuar ante eso. Era la primera vez que se encontraba en ese tipo de situación y todo resultaba ser demasiado nuevo.

 

Demasiado rápido y demasiado nuevo.

 

-          Minho- le cuesta responder con el sonido de sus labios al despegarse de su cuello, balanceándolo-. ¿Y tú?

-          ¿Cómo quieres que me llame?

 

La boca del chico resultaba ser demasiado invasiva como para seguir dentro de sus cabales.

 

-          Puedo ser lo que tu quieras- susurra, cerca de su boca, pero sin besarlo.

 

Eso no estaba bien. Minho se deja caer sobre la cama con el chico encima que no dejaba de besarle el cuerpo en ningún segundo. Siente sus manos que comienzan a abrirle la camisa, mientras él se desvestía junto a él.

 

-          ¿Pagaste por el baile?

-          ¿Qué baile?

 

Le ve sonreír y levantarse desde sus caderas, dejándolo acostado y mirándolo desde un poco más allá. Se quita la camiseta blanca y deja caer su cabello que se disuelve sobre sus hombros desnudos, ágil y sumiso.

 

-          Esto cuesta el doble más de lo normal, pero agradezco que no seas un viejo verde y que… seas agradable de vista. Será un regalo.

 

¿Lo estaba halagando?

 

Cuando le ve que comienza a moverse con la misma e incluso mejor agilidad de la que había demostrado afuera, ante una música inexistente, Minho entiende porqué era tan costoso. Ve como cierra los ojos, dejándose llevar por el baile, mientras se le comenzaba a subir encima, moviendo su trasero por sobre sus caderas.

 

Si dijera que eso no le gustaba, probablemente estaba mintiendo.

 

Sinceramente creía que estaba cumpliendo todas sus fantasías adolescentes en un segundo. Lástima que se avergüenza cuando su aparato comenzó a hacerse notar con esos movimientos, sacando una sonrisa en el bailarín, que a pesar de eso, no detenía sus movimientos sobre su pelvis.

 

-          ¿Arriba o abajo mío?

 

Su voz le interrumpe su burbuja creada por él, haciéndole preguntarse lo mismo. Pero simplemente, prefiero ser sincero.

 

-          No sé, ¿qué es mejor?

 

Nuevamente esa sonrisa que no sabía si era de burla o de simpatía.

 

-          ¿Eres virgen?

 

Antes no le hubiese dado vergüenza responder, pero ante una persona que parecía saber tanto, Minho se enrojece apenas lo oye.

 

-          Sí.

-          Da igual- le resta importancia sin mirarlo y deteniendo sus movimientos para empujarlo y dejarlo acostado-. No eres el primero.

 

Su camiseta no se demoró en desaparecer con ayuda de sus hábiles manos, mientras él solo se dejaba estar porque no sabía exactamente que debía hacer. Con él se sentía un estúpido en todo lo que podía intentar.

 

-          ¿Cómo sabes que cosas me pueden gustar?

 

El chico se separa rápido y mirándolo extrañado.

 

-          ¿No te está gustado lo que hago?

-          No no, es solo que pareces adivinar todo.

 

Ahora le ve sonreír dichoso y volver a hacer lo que estaba haciendo. Besarle el pecho desnudo que conseguía sacarle un gemido tras otro de puro placer. Pero Minho tenía demasiadas dudas y él apenas parecía tener su edad o un poco más.

 

-          ¿Desde hace cuánto trabajas en esto?

 

Ahora no se separa rápido ni con una sonrisa. Lo hace lento y dejando descansar sus manos sobre su cuerpo, mirándolo aburrido.

 

-          No sé, lo olvidé.

-          ¿Y tu edad también?

-          ¿Vamos a hablar de mi vida? ¿pagaste por eso?

 

Nota como se molesta con sus preguntas y como sus mejillas toman color no necesariamente por el calor. Minho niega lento, pero lo hace de todas formas, mirándolo casi con arrepentimiento.

 

Un beso en el cuello le hace notar que la rabia ya había pasado y que la temperatura ya comenzaba a subir. Solo que nuevas preguntas se le cruzaban, como por ejemplo porqué no lo besaba en los labios.

 

Quizás por algo de gusto o no sé, problema de él.

 

El bailarín ya había comenzado un recorrido de lametones en su estómago, haciéndolo encogerse y levantar un poco sus caderas para que no se detuviera. Minho le sostiene la cabeza desde el cabello, mientras el otro comenzaba a bajarle rápidamente los pantalones y la ropa interior al mismo tiempo. Le besa por el lado de su aparato, sacando gemidos más fuertes de parte de Minho que solo apretaba sus labios al sentirlo tan cerca. Pero el placer parece nunca acabar porque comienza a sentir pequeñas mordidas por el interior de sus piernas, dándole una descarga eléctrica por toda su columna. El bailarín se movía ágil, se agachaba y se levantaba, abriéndole las piernas y besando sin pudor los puntos débiles del chico, que por lo visto, ya los había descubierto todos. Minho se siente lleno de saliva por todos lados, mientras el bailarín parecía no querer terminar nunca. Sonreía cuando sacaba gemidos nuevos y cuando Minho quería tocarse, pero él se lo impedía rápido. Pero cuando el alto se levanta e intenta besarlo, retrocede como por arte de magia, ofendido.

 

-          ¿Qué hice?

-          No beso- Minho se sienta desnudo en la cama y le mira con el cabello más desordenado de lo que quisiera.

-          Lo siento.

-          Levántate- lo hace lento y con algo de vergüenza porque lo excitado que estaba ya no pasaba desapercibido, mientras le ve desnudarse y lanzar los pantalones lo suficientemente para que no molestaran-. Ven aquí.

 

A Minho le cuesta acercársele y no querer mirarlo de pies a cabeza. Si con ropa era algo sorprendente, sin ropa era algo casi inhumano. Ese chico era demasiado perfecto para ser de verdad. Sus costillas sobresalían y su estómago era lo suficientemente plano como para perder horas tocándolo. Pero de repente siente un tacto brusco en su entrepierna, colocándole algo que parecía ser un preservativo. El chico sonríe ante su impresión, acostándose de repente en la cama y mirándolo desde ahí. Tenía las piernas encogidas y le observaba sin dejar de burlarse de él.

 

¿De verdad se estaba viendo tan estúpido?

 

-          Ven, la idea es que estés acá, no que te quedes embobado mirándome.

-          Eres hermoso.

-          Lo sé.

 

Se lo dice serio. Está seguro que se lo deben gritar y chillar más de cien veces por noche.

 

Minho se acerca dudoso y quedándose de pie antes de arrodillarse en la cama y quedar frente a él. El chico tiene el cabello desparramado en el colchón, dándole un aspecto algo perturbador, entre tierno y salvaje. Pero cuando se dispone a tomar la hombría de Minho, ve como éste se adelanta y comienza a besarle entre las piernas, de la misma forma que había hecho anteriormente con él. Le escucha ahogar un gemido ante el primer roce y agarrándole del cabello cuando ya comenzaba a soltar un gemido tras otro.

 

Primera vez que alguien le hacia disfrutar a él.

 

Y cuando se nota a si mismo lo suficientemente excitado, jala a Minho hacia delante, dándole por entendido que no podía haber un momento más perfecto que ese para que lo embistiera de una sola vez. Y el alto lo hace, solo que se arrepiente cuando le ve apretar los ojos de tal forma como si estuviera viviendo el infierno de su vida.

 

-          ¿Te duele mucho?

-          No pares.

-          Si quieres me detengo.

-          Ya pasará, no pares por la mierda.

 

Minho embiste de nuevo y una vez más y nota como el chico comenzaba a relajarse y a dejar de apretar los ojos. Incluso era capaz de mirarlo y de afirmarlo de su espalda, sin permitirle mucho que dejara de embestirlo.

 

Si Minho tuviese que narrar su primera vez no podría decir otra palabra que no fuera perfecta. Que había tenido un profesor bastante experto del cuál no tenía nada de que quejarse.

 

Le ve comenzar a sudar cuando la intensidad comenzaba a aumentar y los huesos de sus caderas chocaban más fuerte con los de su trasero. Nota como se aferra a las sábanas apretándolas, mientras él se afirmaba de su hombro, casi estrangulándolo.

 

Cuando Minho llega al clímax suelta un gemido lo suficientemente fuerte como para que su compañero lo imitara y terminara al mismo tiempo que él. Se deja caer sobre su cuerpo, uniendo ambos líquidos entre sus abdómenes, ante una respiración lo suficientemente agitada como para que le costara absorber el oxígeno en sus pulmones.

 

Minho levanta un poco la cabeza cuando siente una mano posarse en su cuello, casi acariciándolo. Se miran por largos segundos hasta que el bailarín levanta un poco la cabeza y le besa con un cuidado que nunca creyó tener. Saborea los labios del moreno y se da cuenta del deleite que era hacer eso con él.

 

Según él, Minho era un lindo nombre.

 

-          Creí que no besabas.

 

(Creía lo mismo.)

 

-          Me llamo Taemin- le suspira contra los labios, aún sosteniéndolo de su cuello. No quería dejarlo ir tan fácil.

 

El alto sonríe sin aumentar ni disminuir la distancia. Su respiración se combina con la de él al igual que sus cuerpos que continuaban pegados.

 

Parecía que estaban estáticos.

 

-          Mucho gusto, Taemin.

 

Taemin era el nombre de un chico que aún no cumplía la mayoría de edad y que se había tenido que ver obligado a trabajar si aún quería seguir viviendo. Nunca había tenido novio y nunca alguien se había preocupado si le dolía cuando estaban en el medio del coito.

 

Taemin era el nombre que muchos querían saber, pero que nadie había logrado hasta ahora.

 

Minho fue el primero.


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