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Deportes. por lorienficachi

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Notas del fanfic:

Bien, aca esta otro one-shot que tenía por ahi guardado. Espero sea de su agrado.

Notas del capitulo:

Bien, pues espero que les guste.

Un día en la escuela, con una clase normal de deportes. Dos hermanos se encontraban en ese momento en la cancha de basquetbol, solo que uno, el menor de nombre Bill estaba sentado en la banca y el otro, de nombre Tom, jugaba contra otro equipo de la misma institución y era vitoreado por un sin número de chicas desde las gradas. Ambos gemelos de 16 años en tercer semestre del bachillerato.

Bill observaba a su hermano con los brazos cruzados y también les daba miradas asesinas a las chicas, si ellas supieran la verdad… se río un poco de ellas, pobres ilusas. Devolvió la vista al juego, donde Tom corría hacia la canasta contraria, seguro anotaba. Salto, anoto y cayó, pero al caer apoyo mal el pie y fue a dar de bruces contra el suelo. De inmediato Bill se levanto con cara de espanto. Un segundo después se escucho el silbato del entrenador.

- ¡Paren todos! – ordenó y se acercó a Tom corriendo. – Aparta muchacho – le dijo a Bill, que se hallaba a un lado del herido y quien lo ignoro. Frunció en ceño y se agacho – Tom, ¿estas bien?

- El aludido no contestó, se agarraba el tobillo y respiraba ruidosamente.

- Tom, chico…

- Tommi – llamo el menor poniéndole una mano en el hombro – dime que necesitas.

- Mi… mi tobillo – le respondió – Me he torcido el tobillo.

- ¡Kaulitz! – gritó a Bill.

- ¿¡Si!?

- Lleve a su hermano a la enfermería.

- No será necesario entrenador – dijo Tom sentándose – ya no me duele tanto, creo que solo fue el shock del momento.

- Pero es mejor que lo revisen.

- No, en serio, ya no me duele mucho.

Toda la clase y las chicas se habían quedado n silencio y a la expectativa.

- Solo quiero ir a cambiarme ¿puedo?

- Claro, como no. Si tiene tiempo pase a la enfermería y no es necesario que venga a la clase de mañana – finalizo dándose la vuelta.

- Sí, gracias entrenador – miró a Bill y le pidió su mano, este se la tendió y le ayudó a ponerse en pie soportando su peso.

Ambos comenzaron a caminar hacia los vestidores.

- ¡Kaulitz!

- ¡¿Sí!? – respondieron al unísono volviéndose.

- ¡Tu no, Tom! Bill.

- ¿Si?

-  Cuida a tu hermano, tampoco es necesario que vengas mañana.

- Sí, señor.

Reanudaron su camino y escucharon al profesor.

 – No hay nada que ver  señores, sigamos jugando. Señoritas, retírense si van a quedarse ahí paradas en medio de la cancha.

Bill giró la cabeza y vio a las chicas alejarse hablando seguramente de ellos o más concretamente, de Tom.

No hablaron hasta estar dentro del vestidor, un pequeño cuarto con regaderas, bancas y lockers para guardar las cosas.

Bill fue a sentar a su hermano en una de las bancas.

- Déjame ver tu tobillo – el mayor alzo la pierna y la coloco en la misma banca.

El menor le quito el tenis y la calceta con mucho cuidado.

- ¿Te duele? – preguntó.

- No – respondió apoyando las manos tras la espalda – No siento nada.

Bill le miró con la preocupación escrita en los ojos y le tomo del tobillo con cuidado.

- ¿Sientes esto? – aprieta un poco.

- No.

- ¿Y esto? – le aprieta a media pierna.

- Tampoco.

- ¿Qué tal esto? – le toca la rodilla.

- Nop.

- ¿¡No sientes esto!? – pregunta incrédulo mirándolo y presionando más fuerte, luego observo de nuevo su pierna.

- No… tal vez si tocas más arriba – comenta casualmente con una sonrisa.

Bill abre la boca, preocupado, para decir algo, pero se detuvo y le miró con una sonrisa típica de quien ha caído en una broma, entendiendo ya qué era lo que le “dolía” a su hermano, quien le miro sonriente.

- ¿De verdad te torciste el tobillo? – preguntó sonriendo.

- Sí – afirmó con tono inocente, pero luego comenzó a reír.

- Mentiroso – lo acuso negando mientras lo tomaba del mentón y depositaba un beso en sus labios, gesto que fue bien recibido y respondido de inmediato.

Bill y Tom eran pareja desde hacía año y medio, cuando se cansaron de fingir que se querían solo como hermanos y no como amantes. Actualmente se querían de ambas maneras sin ningún problema, excepto que se escondían. Solo sus mejores amigos, Georg, Gustav y Andreas, sabían la verdad.

- ¿Por qué fingiste?

- Quería estar un rato a solas contigo, hace tiempo que no estamos solos.

Eso quería decir “Hace rato que no intimamos”.

Bill sonrió, justamente eso estaba pensando.

- Además… esas chicas ya me tenían harto, lo sabes ¿cierto? – dijo sonriendo.

- Cierto – afirmo con otro beso.

- Bien… ahora hay que “cambiarnos” – coqueteo.

- Sí, a la clase todavía le falta más de cuarenta minutos, nos da tiempo de “cambiarnos” hasta dos veces – sonrió pícaramente mientras se subía a la banca a cuatro patas, dejando a Tom acostado debajo de él con una sonrisa radiante.

- ¿Pues que esperamos entonces? – dijo antes de pasarle los brazos por el cuello.

- Pues a que me dijeras justamente eso – río quedito y luego bajo para besar a su novio enserio.

- Mmhmm, Bill – ronroneó en un momento de separación – Hay que acomodar – beso, beso – las toallas en el – beso – suelo, aquí podemos caernos.

- Hagámoslo aquí en la banca.

- No, podemos caernos – finalizó incorporándose y sentándose.

Bill, con un suspiro de resignación se levanto y fue por toallas, las que tendió en el piso, en un área de 2 x 2.

- ¿Así? – preguntó irónicamente.

- Sí – respondió el otro y se levanto para acostarse de nuevo sobre las toallas, abriendo las piernas y extendiendo los brazos – Ahora sí… ven aquí – susurró con tono seductor y le llamo con su dedo.

Bill puso en blanco los ojos, pero luego sonrió y se agacho para gatear hasta acomodarse entre sus piernas.

- ¿Sabes? – preguntó tranquilo.

- ¿Qué? – cuestionó abrazándole de nueva cuenta el cuello.

- Es excitante hacerlo aquí, en los vestidores, donde si alguien entra, con facilidad puede descubrirnos.

- Es más emocionante cuando nos encerramos en tu habitación estando mamá abajo.

- Oh, me ganaste… eso si es emocionante – sonrió y lo beso de nuevo, esta vez metiendo sus manos bajo su playera y acariciando su pecho, rozando a veces sus pezones con los pulgares. Tom trago y apretó más las piernas, pegando más a su hermano a su cuerpo.

- Estas algo ansioso…

- … Hace mucho tiempo que no estamos solos así…

- ¿Dos semanas? No se me hace tanto.

Ambos hablaban en susurros para no romper la sensación del momento.

- Para mi es mucho – Bill iba a decir algo más, pero el mayor lo calló – Dejemos de hablar y hagamos el amor ya.

El menor sonrió ante la desesperación de su hermano y se puso a devorar su cuello mientras se pegaba aún más a su cuerpo y hacia un movimiento de vaivén muy suave, imitando la penetración.

Tom se puso a pasear las manos por la espalda del menor, atorándolas ahí donde su playera acababa, y tiro fuertemente de ella, hasta sacársela por completo. Bill tampoco perdió el ritmo y bajo un poco la cabeza hasta el borde de aquella prenda y la tomo con los dientes, poco a poco la fue moviendo de su lugar, hasta que finalmente salió por sus brazos. Luego, el menor lamio desde su ombligo lentamente, moviendo no solo la cabeza, sino todo el cuerpo, volviéndose a colocar encima del mayor, hasta que termino chupando el lóbulo de su oreja, Tom tragó.

Bill se levanto un poco y tomó los cordones que sujetaban los shorts deportivos de su hermano, y suavemente fue tirando de ellos hasta que cedieron, entonces miró al mayor, que al mismo tiempo lo veía con los labios entreabiertos y las mejillas sonrosadas, le sonríe tiernamente y lo va desnudando lentamente.

Cuando ya solo lleva los boxers puestos, el menor se quita también los shorts y se inclina sobre el de nuevo.

- ¿Sabes que? – le pregunta.

- ¿Qué?

- Te quiero – dice sonriendo y el otro en respuesta también sonríe para luego ambos unir sus labios, mientras Tom lo abrazaba con brazos y piernas.

- Yo también te quiero.

Bill lo besa y mientras lo hace lleva su mano al muslo del mayor y va acariciándolo por toda su extensión, hasta su cintura y de regreso por su pierna y se enrosco en su pantorrilla. Su otra mano la llevó deslizando por su espalda, tanteando. De pronto se aleja hacia atrás, pero se detiene justo entre las piernas del mayor.

- No te muevas – susurra y su hermano le hace caso.

Se inclina, le besa la pierna y va subiendo, sin dejar de besarlo, hasta sus boxers. Tom hace lo posible por no moverse, pero se retuerce debajo de él, no importa, de eso se trata, de que ambos disfruten.

Bill sigue subiendo y mete la lengua en su ombligo, lo que le produce un escalofrío al mayor y este se aferra a la toalla sobre la que yace. El menor sube más y chupa un pezón para luego morderlo y tirar de él. Tom gime, arquea la espalda y aprieta las piernas. Todo lo que su piel sentía se transmitía inmediatamente a la parte baja de su abdomen.

- Mm… Bill – suplica y el menor  baja una mano hasta su erección, acariciándola por sobre la tela y luego metiendo la mano.  Se entretiene masajeando su erección, con lo que Tom se vuelve figurativamente loco.

De repente, Bill suelta su erección y saca la mano, pero la detiene ahí donde terminaban los bóxers, los sujeta y los va bajando, el mayor dócil, lo ayuda sacudiendo las piernas. Entonces el menor vuelve a situarse encima y se inclina para devorar sus labios mientras va acariciando su pecho (de Tom) hasta llegar a su entrepierna, donde ignora su miembro y baja aún más, y se pone a hacer círculos alrededor de su entrada. Ante esto Tom gruño sonoramente.

Entonces Bill metió un dedo, el mayor gritó mientras volvía a meterlo. Así siguió metiéndolo y sacándolo, cada vez con más fuerza mientras con la otra mano lo masturbaba y Tom se retorcía bajo las caricias de sus manos.  De pronto deja de hacer lo que hacía y se sienta para quitarse los bóxers, el mayor lo espera ansioso.

Vuelve a acomodarse entre sus piernas y se apoya en el suelo con las palmas abiertas a ambos lados de su cabeza, se inclina y besa al amor de su vida en tanto que este le rodea el cuello y la cintura con brazos y piernas de nuevo. Lo mira desde arriba con ojos ardientes y comienza a introducirse en él, Bill cierra los ojos y Tom se tensa por un momento pero luego se relaja y se aferra a la espalda del menor.

Finalmente entra por completo, el menor tiene la boca entreabierta y le cuesta respirar, lo mira con ojos brillantes.

- ¿Puedo moverme?

El mayor asiente aferrándose a sus hombros  sin decir nada, lo siente todo dentro de sí.

Retrocede lentamente  gimiendo y vuelve a hacerse hacia adelante, chocando con una pared interna de su hermano, quien grita.

- Shh, Tom, calla, pueden oírnos.

El mayor tiembla debajo de él.

- Entonces… hazlo rápido y salgamos de aquí para ir… a donde no puedan oírnos.

- … Tu lo pediste… - comenta sonriendo maliciosamente y vuelve a salir de él.

Se apoya en los codos, quedando más cerca del cuerpo del otro, comienza a embestirlo de nuevo, con un ritmo suave y lento, pero al pasar de los segundos, acelera, Tom gime sonoramente y aprieta más las piernas mientras un escalofrío le recorre la espalda.  Bill se levanta un poco, volviéndose a apoyar en las palmas y se lanza por su boca sin dejar de moverse, muerde su labio inferior y lo estira, en tanto, baja una mano y toma entre sus dedos la erección del mayor.

- ¡Aahh! – gime y arquea la espalda.

- Cállate – le recuerde y posa su boca posesivamente sobra la del otro, lamiendo los ruidos de su lengua, entonces Tom le regresa el beso y le araña la espalda, dejando marcas rojas que pronto comienza a arder, pero eso solo lo hace más placentero.

- ¡Ah! Tom…

Los movimientos siguen y también los gritos. Afuera, varios chicos se quedan mirando la puerta de los vestidores con expresión intrigada, ¿Qué rayos había sido aquel grito?

Bill siguió penetrándolo con fuerza, ambos ya estaban bañados en sudor, y las sensaciones cada vez se acumulaban más, en Bill ahí en su miembro y en Tom, dentro de él, donde varias veces su hermano lo golpeaba haciendo que viera las estrellas por un segundo, justo como en ese momento.

- ¡¡Ah!! – le clava las uñas, rasgando la piel de su espalda en donde se divisaron algunas gotitas diminutas de sangre.

- ¡Oh, carajo! – Gimió Bill - ¡Por Dios, Tom… córtate esas uñas!

- ¡Yo no…! ¡ah! ¡Yo no tengo uñas! – replica.

- ¡No! Claro que no… - gruñe placenteramente – Entonces…  ¿con que me estas rasguñando?

Pero ya no consiguió respuesta, Tom puso en blanco los ojos y arqueó la espalda nuevamente, aullando incontrolablemente y clavándole de nuevo las uñas profundamente.

- ¡Ahh! … mejor…. Mejor no te las cortes…

A Tom cada vez más se le tensaban las piernas, pero eso no disminuía las sensaciones que se juntaban dentro de sí y que lo hacían contraer los músculos provocando como consecuencia que presionara más a Bill ahí dentro, en cambio, con las piernas tensas esas sensaciones eran más notorias y por tanto contraía más los músculos interiores.

- ¡Maldición, Tom!  ¡Ah! ¡No hagas eso! – vuelve a gemir. Podía moverse, pero era cada vez más dificultoso hacerlo, aunque también más placentero.

El mayor no respondió, solo temblaba y respiraba entrecortadamente mientras le clava las uñas una y otra vez. Bill lo tocó de nuevo en ese punto y comenzó a ver la luz.

- ¡Bill! …

- ¿¡Qué!? – habló fatigadamente,  también él sentía el placer de Tom, lo sentía en su interior.

- ¡Me corro! … ¡Ah! ... ¡Aahh! … ¡¡Aahhh!! – y se fue. Llegó al clímax y estallo en pedazos bajo el cuerpo del otro, manchando su vientre y el de su hermano.

- ¡¡Oh, Dios!! – también Bill se vino, alcanzando el cielo mientras su mente se nublaba y llenó el interior del mayor con su semilla.

Tom lo abrazó fuertemente por un instante y luego dejo los brazos colgando sobre su cuello, el menor también lo abrazó por debajo de los hombros y pegó la frente con la del otro. Ambos se miraron dulcemente, mientras esperaban a que sus respiraciones se normalizaran, tanto como sus corazones, que latían desbocados. Bill, que sigue dentro de su hermano, se inclina y lo besa suavemente en los labios.

- Te quiero – dice el menor.

- Te quiero… - susurra Tom - Tengo sueño…  - suspira.

- También yo… no quiero ni pensar en hacerlo de nuevo – ríe.

- Tampoco yo… - cierra los ojos pero sonríe – Ahora solo quiero que nos vayamos a casa… quiero dormir.

- Vamos a darnos una ducha y luego nos vamos, faltan quince minutos de clase, hay que apurarnos.

- Sí.

Bill salió con cuidado del cuerpo del mayor, quien gimió al sentir que su hermano dejaba su cuerpo, lo cual era una sensación extraña, imposible de describir. El menor se levanto y le tendió la mano a Tom, quien la tomó y se levanto.

Ambos llegaron a las regaderas y bajo dos continuas, se ducharon. El agua se llevó todo rastro de sudor y de semen de ambos cuerpos, aunque solo superficialmente.

Cuando terminaron se secaron y vistieron rápidamente. Saliendo de los vestidores con apenas cinco minutos de ventaja. Trataron de pasar desapercibidos, pero como no…

- ¡Kaulitz! – gritó el entrenador.

- ¿Sí profesor? – contestaron al unísono y tratando de poner caritas inocentes.

- ¿Tanto tiempo para cambiarse? – inquirió alzando una ceja y con media sonrisa.

- Pues… - balbuceó Tom.

- Estaba curándolo profesor – respondió Bill firmemente.

- ¿Ah sí? – preguntó volviéndose en su dirección.

- Sí – contestó en el mismo tono.

- Hum… no le veo vendajes.

- … No le puse nada, solo… - dudo, pero recobro el tono de antes en un santiamén - solo lo moví un poco, ya no le duele.

- Mm… ¿y el gritó que se escucho?

Todo el mundo los veía y eso los ponía nerviosos. Ellos sabían que el entrenador no era tonto, se imaginaba la verdad, si no es que ya la sabía, eso les preocupaba, pero mientras no lo confirmaran y siguieran  con la historia, nada les pasaría.

- Grite – dijo Tom – Con el movimiento que hizo Bill el pie dejo de dolerme, pero en ese momento sí me dolió.

- Ya veo… después de todo no fue necesario que fuera a la enfermería – sonrió sarcásticamente y se volvió hacia los demás - ¡La clase se acabó! ¡Vayan todos a ducharse!

Parecía que los dejaría tranquilos, por lo que le dieron la espalda, pero en seguida se dieron cuenta de que aún no había acabado.

- Tom, Bill – les llamó con un tono especial, como si los amenazara.

- ¿S-si? – preguntaron dándose la vuelta.

- No quiero meterme en sus asuntos pero… les sugiero que cuiden lo que hacen – les dijo siniestramente, pero se sorprendieron con lo que les dijo después – No hagan cosas buenas que parezcan malas.

- ¿Disculpe? – preguntó con sorpresa Bill

- Yo sé que ustedes no harían nada malo, pero sus compañeros… con ese simple gritó de dolor tuyo cuando Bill te curaba, ellos pudieron imaginarse mil y un cosas, no saben las tonterías absurdas que me dijeron, pero bueno, solo quería decirles eso, cuidado en como se comportan, esos jóvenes pueden malinterpretar el cariño que se tienes de gemelos, por otra cosa – les sonríe – ya pueden irse y sobre lo de que vengan mañana… bueno, no es necesario ¿Quedo claro?

- ¡Claro profesor!

- ¡Seguro entrenador!

- Bueno, y ahora les aconsejo irse, si no sus compañeros en esta clase saldrán y los interrogaran, ¡corran!

Ambos se fueron corriendo, riéndose del pobre maestro. Cuando estuvieron lejos del gimnasio, en un pasillo solitario, donde de un lado estaban los casilleros y del otro un largo ventanal que dejaba ver el jardín verde y allá a varios metros, la calle por donde pasaban los autos.

Jadeando se detuvieron y se apoyaron en los casilleros.

- ¡Sí es un viejo tonto! – se burlaron.

- No puedo creer que nos dio la razón a nosotros y no a ellos, que eran varios oyendo la misma cosa – se burló Bill.

- Sí, pero de todas maneras… no volvamos a hacerlo en los vestidores.

- No… cuando no este solo – añade con voz seductora.

- Cuando no este solo – afirma el mayor riendo.

- Como ahora – susurró el menor perdido de nuevo en el cuerpo de su hermano, quien se volvió a verlo cuando leyó lo que pretendía hacer en su cabeza.

- ¡Bill, no!

Muy tarde, el menor ya lo tenía contra los casilleros y se  había apoderado de su boca. Tom trató de quitárselo de encima, pero al notar que este le metía mano y lo acariciaba, se dejó y le respondió el beso.

- ¿Estas consiente de que tu cuerpo aún esta mojado y que la ropa se te pega al cuerpo? – le dijo antes de lamerle el lóbulo y bajar para morder su cuello. Tom lo llamo y lo abrazó por el cuello.

- ¿Y ustedes están consientes de que no deberían andar fajando por los pasillos de la escuela donde alguien los podría ver? – les preguntó una voz extraña.

Ambos abrieron los ojos, se tensaron y se separaron al instante, volteándose a ver al que les había dicho eso, quién no estaba solo.

- ¡Por Dios, Gustav! – gruño Bill.

- ¡Nos espantaste! – le continuó Tom.

- Y pude no haber sido yo – mira a Georg, que estaba a su lado burlándose de los gemelos y quien iba tomado de su mano – nosotros – corrigió – Tengan más cuidado.

- Lo sentimos – anunciaron ambos bajando la cabeza.

- Vamos, chicos, no es para tanto – les dijo Georg con tono alegre – Agradezcan que hemos sido nosotros quienes los hemos pillado.

- Sí… - dice el menor - ¿Y que hacen ustedes por aquí?

- Ah… bueno… - Gustav dudó y se rascó la cabeza – La verdad es que nosotros….

- Venimos del baño – dice sin pudor Georg.

- ¡Georg!

- ¿¡Qué tiene!? Ya saben que nosotros andamos ¿Qué sentido tiene escondérselos? Además, era justo que lo supieran cuando los hemos descubierto metiéndose mano.

- ¡El burro hablando de orejas! – se burla Tom.

- ¡Al menos nosotros tenemos la decencia de ir a algún lugar cubierto en donde no sea fácil vernos!

- Nosotros acabamos de hacer lo mismo… - mira el suelo - más o menos.

- ¿¡Qué!? – pregunta Gustav.

- Ah… es que… venimos de los vestidores…

- ¡Anda! – Grita Georg – Sobre toallas.

- Pero, Bill, espera… ¿No tienen deportes hoy?

- Pues… sí.

- ¡Son ustedes unos inmorales! – exclama enojado y ambos gemelos empiezan a reírse.

- Gustav, cálmate – le dice Georg tomándolo de su playera negra – Déjalos.

Gustav desvía la mirada y la posa sobre el castaño, sonríe, lo toma del mentó y le da un piquito, que es respondido y se convierte en un beso serio.

- Oh, oh – exclama Tom – Creo que sobramos aquí.

- Sí… Eh, chicos, ya es hora de salida, sobramos aquí, nosotros también queremos ponernos cariñoso, aquí no se puede…  resumidamente ya nos vamos – sus amigos asienten sin despegarse, en cambio se abrazan más, Tom pone cara de asco y se ríe – Vale, los vemos luego. Vámonos.

- ¡Consíganse una habitación! – les grita antes de ser arrastrado por el menor.

- ¿Porqué no nos conseguimos mejor nosotros la habitación? – dice Bill seductoramente  antes de detenerse y darle un beso.

- Deja de manosearme en público entonces y vámonos ya – le devuelve el beso y corre hacia la entrada siendo seguido por el menor, urgentes ambos por llegar a casa.

                                             Fin.

                                    

Notas finales:

Ahi lo tienen. 

Las invito a pasar por otros de mis fics C: 

Lamento si hay alguna falta de ortografía, tuve que escribirlo deprisa.

Chaito.


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