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Ladridos y bolas de pelo. por Un Pan Tostado

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Key era un gatito abisinio de hermoso y suave pelaje jaspeado. Tenía unos ojos almendrados y un aspecto salvaje que lo hacían lucir como un puma pequeño. Cariñoso, sociable y muy juguetón.

Key el gatito abisinio tenía todo lo que un felino doméstico querría: una caja de arena, una acogedora camita que era hasta más suave que la de su dueño, un área de juegos en la que podía trepar y arañar lo que deseara además de incontables juguetitos para entretenerse. Tres comidas diarias que consistían en croquetas — siempre pescado o carne: sus favoritas — o comida casera. Algo más que necesitara bastaba con maullido para que su dueño fuera corriendo a cumplirle el capricho.

Él siempre había sido un gatito muy mimado y feliz, pero últimamente se sentía muy solito. Su dueño estaba siendo consumido por la universidad, siempre con proyectos, tareas y trabajos en equipo que lo alejaban de casa. El poco tiempo libre con el que contaba los fines de semana se lo adueñaba esa humana la cual solía llamar “novia”. Key demandaba atención, acaparando su silla en el escritorio o espacio en la cama, pero su dueño siempre terminaba quitándolo, irritado por la presión y el cansancio. 

Con el tiempo la depresión del abisinio se hizo muy notable. Casi no comía, dejó de trepar árboles y en vez de eso se echaba inmóvil en algún escondite de su área de juegos. Cuando su amigo humano por fin se dio cuenta, salió de inmediato a buscar una solución a la tienda de mascotas, sintiéndose culpable por abandonar a su mascota tanto tiempo.

Al día siguiente, después de la escuela, Taemin cruzó la entrada de la casa arrastrando una jaula muy grande. Key se acercó curioso. 

— Te he traído una sorpresa — sonrió, y el gatito soltó un ronroneo de emoción. 

Entonces Taemin abrió la jaula.

Era un poco más grande que Key, de color negro. Sus orejitas caían por ambos lados de su cara, sus ojitos brillantes, moviendo la cola de un lado a otro.

Y ladraba.

Puede que Lee Taemin fuera el mejor dueño que alguien pueda tener, siempre atento y cariñoso, pero era un completo idiota. Key esperaba como compañía otro gato o tal vez una gatita coqueta y fina…

No un labrador. 

— Jonghyun, él es Key. Key, él es Jonghyun ¿apoco no es lindo? — el jóven le dio un besito de nariz al cachorro y le rascó sus orejitas antes de ponerse de pie de nuevo — Ahora los dejo solos para que se conozcan — y se marchó a su habitación, satisfecho por lo que él creía que era un buen detalle.

Se quedaron mirándose por unos momentos de silencio incómodo, en los cuales lo único que se escuchaba eran los jadeos caninos de un Jonghyun emocionado con la lengua de fuera.

El inocente cachorrito por fin tomó la iniciativa de acercarse a hacerle un gesto amistoso a su nuevo amigo, pero el gato se dio la media vuelta de inmediato para alejarse y treparse en lo más alto del árbol del jardín, decidido a no bajar hasta el anochecer. Nada podía ser peor que eso. ¿Convivir con un canino? Que estupidez. 

Cuando oscureció y regresó a la casa para descansar se dio cuenta de su error: las cosas sí podían ser peores.

El cuarto extra de la casa que Taemin había acondicionado con tanto esmero dos años atrás para que fuera completamente de Key había sufrido una remodelación: la caja de arena, el área de juegos y su cama estaban un poco más apretadas hacia la pared del lado derecho, haciéndole espacio a la cama de Jonghyun, ya ocupada por el mismo.

Sin más opción se fue a dormir con ese asqueroso aroma canino tallándole las fosas nasales. Tuvo terribles pesadillas con perros salvajes tratando de devorarlo y sus cosas destruidas. Él siendo rechazado y remplazado para finalmente terminar en la calle.

~ . ~

Al principio se sintió aliviado y agradecido con aquella húmeda cosa en su cara que lo sacó de esos horrendos sueños, pero cuando abrió los ojos ese alivio se esfumó al ver como aquel perro asqueroso le estaba lamiendo la frente.

Le soltó un arañazo en la cara, muy cerca del ojo. Jonghyun retrocedió de inmediato y empezó a chillar. Key se irguió, orgulloso e imponente. A esa criatura le debía quedar claro quién era el que mandaba ahí.

Volvió a acercarse al perro y este retrocedió, pegándose contra la pared, muerto de miedo. Que gran cambio de papeles en el reino animal. Key siguió andando con una sonrisa de satisfacción por dentro. Atemorizarlo podría llegar a ser un buen pasatiempo.

Levantó sus garras para herirle de nuevo, pero el ruido de su amo en la cocina le distrajo, desviando sus pensamientos a la hora del desayuno. ¡Menos mal, que ya moría de hambre! Decidió dejar pendiente el asunto y empujó la puerta para salir corriendo escaleras abajo hasta su plato de croquetas, a un lado del refrigerador. 

— ¿Dormiste bien? — preguntó Taemin con una sonrisa en la boca llena de panqué de frambuesa. Key lo ignoró molesto, tratando de hacerle entender que había tenido la peor noche de su vida y había sido despertado por la ponzoñosa saliva de ese sarnoso indeseable, pero su dueño estaba más concentrado en terminar su desayuno y correr al baño a terminar de peinarse. 

Jonghyun apareció unos momentos después. Empezó a comer de su nuevo plato, a un lado de Key. Él decidió ignorarlo. Al poco rato el plato del can chocó con el suyo y lo obligó a levantar la mirada con irritación. Jong era quién estaba empujando las croquetas sin quitarle la vista de encima a esos ojos almendrados. ¿Qué demonios pretendía? ¿Ganarse su aprobación compartiéndole un poco de croquetas? Estaba claro que esa criatura infernal no era consciente del asco que le provocaba su aliento canino.

Para dejárselo bien claro, volcó el plato y se marchó sin más, contoneando su traserito con arrogancia.

~ . ~


Era un bonito y soleado domingo por la mañana. Key se levantó con buenos ánimos y salió al jardín a respirar un poco de aire fresco. Después de un mes ya estaba acostumbrado a ese asqueroso hedor perruno, pero aun era asfixiante.

Se echó un rato bajo el sol hasta que el sonido de un ronroneo acarició sus tímpanos. Se paró en cuatro patas y agudizó el oído. Ese adorable sonido provenía del patio de a lado, el cual estaba separado por una simple valla de madera ya necesitada de retoque.

Una gatita de pelaje blanco y brillante le mirada desde el otro lado, observándolo coqueta y seductora con sus enormes ojos azules. Key jamás había visto animal más hermoso, después que él, claro. 

Muy seguro de su buena apariencia dio un paso mientras la nueva inquilina de a lado ya se cruzaba la valla con un par de brincos.

Apenas estaba por ronronearle como gesto de saludo cuando unos ladridos la hicieron huir despavorida hasta el interior de su casa. 

Key se giró furioso. Mostró los dientes, sintiéndose más como un león que como un gatito casero, para encontrarse con su pesadilla Jonghyun, acercándose con una pelota en la boca. Se la puso en frente tomando posición de juego, en uno de sus intentos por tratar de amistar con él. ¿Acaso orinar en su comida no había sido suficiente como para que comprendiera lo mucho que Key lo detestaba? ¡Era más molesto que las pulgas!

Key maulló furioso y le arañó la cara, esta vez haciendo un corte más profundo. El perro ya era más grande que cuando se habían conocido, pero aun así trató de cubrirse en vez de defenderse como un perro normal. ¡Criatura inútil y débil! ¿Dónde estaba su orgullo canino? ¡Idiota! Key le propinó otro rasguño en su lomo y lo hizo sangrar un poco. Jonghyun ladró y chilló con todas sus fuerzas. A los pocos segundos Taemin, despertado por el alboroto, deslizaba la puerta del patio y se acercaba alarmado.

— ¿¡Pero qué demonios has hecho!? — espetó furioso — ¿¡Eres un gato callejero o qué!? 

El abisinio restregó su cara contra la pierna de su amo, haciéndose el inocente, tratando de zafarse de un merecido castigo, pero Taemin le dio un manotazo en el lomo, sacándole un maullido involuntario.

Se quedó ahí, paralizado como una estatua, viendo como su dueño guiaba a la criatura herida dentro de la casa para curarle, no sin antes lanzarle una mirada de decepción. Taemin acababa de llamarle la atención por primera vez después de muchos años, cuando había destrozado los cojines de la sala apenas una cría.

Oscureció. Cuando comenzó a llover y Taemin fue por Key para dejarlo entrar a la casa, el gatito indignado le arañó la mano y se quedó donde estaba con el pecho inflado.

— Si eso es lo que quieres, animal terco, bien — y entró a la casa de nuevo.

Ah, pero como maldecía sus arrebatos de orgullo. De no ser por ellos estaría dentro, calientito en su cama y no debajo de un árbol, tratando de cubrirse con la torrencial lluvia, muerto de frío.

No sabía si estaba por caer dormido de cansancio o morir, pero sus ojos comenzaron a cerrarse contra su voluntad. 

Una patita sobre la suya lo hizo abrirlos de nuevo.

Ah, esa estúpida criatura de nuevo. Él era el culpable de todo. Seguro estaba ahí para burlarse de él, o tal vez por fin actuaría como un labrador normal y le arrancaría la cabeza como venganza…

Pero no. Nada de eso sucedió. Jonghyun se acostó a un lado y le abrazó con sus dos patas delanteras, cubriéndole su costado derecho, tratando de darle algo de calor que Key no fue capaz de rechazar.

Hundió la naricilla en el largo pelaje, sin importarle la probabilidad de pulgas, y Jonghyun le lamió detrás de las orejas hasta que se quedó profundamente dormido.

Despertó dentro de la casa, completamente seco y cubierto con varias mantas. Logró abrir los ojos por completo y distinguió a Taemin del otro lado de la sala, acariciando el lomo de un Jonghyun echado en el suelo. Respiraba con dificultad y no paraba de frotar su nariz contra el suelo o la pata del sofá. Los síntomas de un resfriado canino.

Key se apresuró a ponerse de pie y corrió hasta el perro para echarse sobre él y restregar su cara contra el cuello de él. No sabía ladrar, pero tal vez esas primeras demostraciones de afecto lograran trasmitir el gran “gracias” que quería gritarle.

Jonghyun le lamió el hociquito. Key le devolvió el besito animal con algo de vergüenza antes de acurrucarse a su lado y hacerle más mimos. Le debía bastantes si quería disculparse por todos esos pasados maltratos. 
No se despegaron durante dos días enteros hasta que Jonghyun se recuperó. Taemin no entendía que pasaba con esos dos tan juntitos, pero estaba contento de haber logrado su cometido después de todo.

Siete meses transcurridos y a Key aún le costaba soportar ese asfixiante olor canino. Jonghyun se sentía un poco asqueado al pisar las bolas de pelo que Key escupía tras sus sesiones personales de lengüetazas corporales. 

Pero aún así les era imposible dormir si no estaban acurrucados a un lado del otro.


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