Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Voz de mi Silencio por Anako chan

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

La voz de mi silencio

Capítulo I

Sedantes

Aquel atentado había sido un golpe muy duro para él: perdió su dignidad, y además de ello, perdió el don más preciado que tenía: su voz. Los traumatismos ocasionados por los fuertes golpes de los que fue víctima y el shock subsiguiente, le ocasionaron parálisis de las cuerdas vocales, dejándole una voz ronca, apenas audible, y mucha dificultad para comer y respirar. Luego de exámenes exhaustivos, los médicos le dijeron que era imposible que recuperara su timbre de voz natural, ya que el daño era irreversible.

Dos semanas habían pasado desde aquel incidente y recién había salido del hospital, en una silla de ruedas, temporalmente. Su pareja lo había ido a buscar para llevarlo a su casa, donde vivían juntos pero Shuichi prefirió no molestar y decidió irse con su hermana a casa se sus padres cuando le dieron de alta. No quería ni necesitaba sentir la indiferencia de Yuki, quien con el paso del tiempo, justificaba cada vez más su nombre de pila, dedicándole sólo frialdad, distancia y silencio, y haciéndolo sentirse un estorbo.

El novelista le preguntó varias veces qué le habían hecho sus agresores, pero se negaba a contestarle. Estaba seguro de que el causante fue el mismo de hacía dos años atrás. No quería que Yuki se metiera en problemas, ni que se enterara de que nuevamente habían abusado de él hasta desgarrarle las entrañas, de que fue estrangulado y golpeado brutalmente hasta perder la conciencia. Lo peor de ello fue el hecho de que se tuvo que anunciar la separación de Bad Luck por no tener a su vocalista. Su sueño había sido destruido por completo.

Sus ojos se mantenían cerrados, y él, absorto en sus cavilaciones, aunque el sueño estaba comenzando a tentarlo. Hasta que escuchó a lo lejos un golpeteo que cada vez se hacía más intenso y perceptible. Estaban tocando a la puerta de su cuarto.

— ¡Niisan! ¿Estás despierto, niisan? —escuchó la voz de su hermana del otro lado de la puerta.

Entreabrió sus ojos castaños, saliéndose de su semi-sueño y dándose cuenta de que se había quedado dormido, porque era de día ya.

— P-pasa…—intentó decir el pelirrosa. No quería moverse, y tampoco era algo que le interesaba mucho en esos momentos, ya que de todas maneras, hiciese lo que hiciese, se sentiría como un completo inútil. Cerró sus ojos para así evitar la mirada de su hermana.

— ¡Buenos días, niisan! —dijo la joven entrando a la habitación con una bandeja de desayuno —¿Cómo te sientes?

— Estúpido…

— Hermano… no digas eso… —dijo la joven con tristeza, mientras se sentaba junto a su hermano en la cama.

— Es tan injusto… por amar a alguien… ¿debe pasarme esto? —dijo el pelirrosa con un hilillo de voz, hablando con pausa para no ahogarse.

— ¿Pero por qué no me cuentas lo que te hicieron esos tipos? ¿Quiénes eran?

— No es momento, Maiko… no quiero hablar…

— Está bien, Shuichi… te dejaré tu desayuno— Maiko dejó la bandeja en la mesa de noche de su hermano y le dio un beso en la frente— ¡Te quiero, niisan!

Cuando escuchó la perta cerrarse, Shu se abrazó a su almohada y comenzó a llorar. Quería desahogarse, pero no quería que nadie, mucho menos su familia, se enterara de lo que le ocurrió. Ya era suficiente con haber perdido su voz.

— Me duele… todo mi interior… malnacidos… que me ensuciaron… ¡qué asqueroso… me siento…!

Sintió repentinamente cómo una fría mano limpiaba sus lágrimas y acariciaba su rostro. Luego escuchó una voz que le impidió movimiento alguno.

— Shu-chan… ¿al fin vas a decirme quien te hizo esto? ¿Quién profanó el cuerpo que por voluntad me entregaste como posesión?

— Yu-Yuki? —preguntó el chico mirando al joven de ojos ambarinos al que tanto amaba— ¿Qué haces--?

— Vas a contarme que fue lo que te hicieron y quién lo hizo, porque esta vez no pienso dejarlo a medias. ¿Entendido?

— Me… me golpearon… hasta que no… supe nada más de mí —trataba de decir el joven Shindou con un hilo de voz— No puedo… recordar qué más sucedió…

— ¡Sabes que no soy un estúpido! ¡Sé que me ocultas algo y más te vale que me lo digas!

— ¡No voy… a decirte… lo que no… te importa! —comenzó a elevar la voz ronca, agitado, pero lo que salía era un ruido bastante disparejo y afónico, y lo miró, enojado— ¡DEJA DE ACTUAR COMO SI TE IMPORTARA LO QUE ME PASARA, PORQUE NO--!—Shuichi de pronto se quedó paralizado y abrió sus ojos de par en par, preocupando al escritor.

— ¡Shuichi! ¡¿Qué pasa, Shuichi?!

Luego de su momento paralizado, comenzó a toser sangre abundantemente; con ese intento de grito forzó sus cuerdas vocales, provocando seguramente algún desgarre interno.

— ¡¡¡SHUICHI!!!

Nuevamente se encontraba en el hospital. Lo sabía por el olor a medicamentos característico del mismo. Estaba hasta las metras de calmantes, se sentía pesado y atontado. ¿Por qué habrían de doparlo tanto? No recordaba nada en lo absoluto. Abrió los ojos y reconoció una silueta alta y delgada mirando por la ventana. ¿Podría ser…?

— No… él no querrá estar aquí y-- ¡ugh! —su garganta le impidió decir alguna otra palabra.

En ese momento, mientras se agarraba el cuello con dolor, escuchó que algo era lanzado al suelo violentamente, rompiéndose y resonando por todo el lugar.

— ¡BASTA IDIOTA! ¡ME TIENES HARTO! ¿POR QUÉ CONTINUAS REPITIENDO UNA Y OTRA VEZ QUE NO ME IMPORTAS? ¡YA HE TENIDO SUFICIENTE DE ESTO!

— Pero… es cier…to…—dijo en un susurro, pero tosió en el acto, lo que le dolió hasta la madre. No podía para nada hablar.

— No sigas hablando —sugirió Eiri calmándose— Tus cuerdas vocales y laringe están bastante dañadas.

Shuichi lo miró con tristeza, todos esos días solo en el hospital desde su primer ingreso sirvieron para pensar y replantearse el motivo por el cual estaba con el escritor. Nunca supo en qué momento se había vuelto tan masoquista. No lo soportaba, él le daba todo su amor, su atención, todos sus cuidados, y a cambio, recibía insultos, gritos y distancia.

Es cierto Yuki… yo no soy de hierro… necesito amor, cariño, y tu no sabes dármelo… sino todo lo contrario… sólo me usas… y yo quiero ser más que un juguete…

Se volvió, dándole la espalda a Eiri, y las lágrimas comenzaron a fluir. El rubio por su parte, se enojó bastante con esa mirada, y más aun cuando le dieron la espalda. No tenía idea de lo que le sucedía a Shuichi con él, ni por qué no le decía lo que le habían hecho. Sin decir más nada, decidió salir de la habitación, dejando al chico solo. En la sala de espera se encontró con su hermano, idéntico a él, pero con unos años menos, cabellos oscuros y expresión pícara. Le había acompañado cuando ingresaron al cantante a urgencias. Sentada a su lado se encontraba la hermana de Shu, muy preocupada.

— Uesugi-san, ¿Cómo está mi hermano? ¿Despertó?

— Sí, puedes pasar a verlo.

La joven hizo una rápida reverencia y se dirigió al cuarto de su hermano mayor. Tatsuha se puso de pie, acercándose a su hermano para darle una cajetilla de cigarrillos.

— Ha sido un mes fuerte para Shindou, ¿no? ¿Qué fue lo que pasó al llegar, hermanito?

— Desgarre de laringe.

— Ya veo. Maiko-san me dijo que le inyectaron calmantes repetidas veces porque casi enloquece de dolor —dijo el menor de los Uesugi.

— Está murmurando que no lo quiero, que no me interesa, ¿Quién demonios se cree ese mocoso?

— ¿Y quién te crees tú para dar patadas y golpes todos los días y esperar que no duelan nunca? –dijo Tatsuha indignado.

— Tampoco me dijo qué fue lo que le hicieron, ni quiénes fueron… solamente espero que sea lo que estoy pensando… haría todo más fácil.

— ¿Eh? ¿De qué estás hablando?

El novelista no contestó. Simplemente abrió la caja nueva de cigarrillos y salió del hospital.

No pienso tolerar ningún conflicto más en mi vida. Esta vez no me interesará matar a quien sea.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).