Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Para: La persona que me gusta. por akirazangetsu

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Espero el nombre no esté ya puesto. Si es así, lo siento mucho. No tenía la menor idea.

Notas del capitulo:

Una nueva historia. 

Espero y sea de su agrado. :)

No creo que sea bueno hacer esto.
¿Sabes cuánto valor necesité sólo para abrir el correo electrónico y poder escribir éste intento de declaración de sentimientos? Creo que no. Eso es lo que más me pone nervioso.

Parece que fue ayer, que te vi mientras yo trabajaba. Atendía como podía a toda la odiosa gente que venía a comprar. Malditos sean, son insoportables. Claro, hay una gran excepción contigo, siempre será así. Siempre.

Me da mucha vergüenza el sólo recordar ese instante, ¿sabes por qué? fácil; Yo estaba ahí, con la ropa toda sudada, sencilla. La camisa azul claro tenía grandes manchas de un azul más fuerte gracias al sudor, mis pantalones estaba sucios, con un pequeño hueco localizado sobre mi pierna derecha y mi cara... ¡Mierda! ¡Me quiero dar un tiro de sólo recordar que estaba todo sudado de la cara! Sin peinarme, mi madre me levantó de golpe tamborileando la puerta de mi cuarto. Yo y mi mala costumbre de dormir en las tardes y así que, sólo tome la ropa ya mencionada, me vestí tan rápidamente como logré buscar el cepillo más cerca que encontré, me peiné pero más que nada parecía una pelea con el objeto de color negro y mi cabello todo revuelto. Mi familia me molesta porque dice que me parezco a los personajes de "Dragon Ball". No sabes lo mucho que me enojo cuando escucho eso, me cabrea.

Maldita sea tanto calor. Detesto vivir en un país donde el clima es tan bochornosamente caluroso; Sudo, mi piel se oscurece más, me pongo de un mal humor que hasta contesto de mala gana a mi madre que obviamente, odio aún más, ella no tiene la culpa. Al igual que tan poco yo.

Habían pasado ya 10 minutos que el reloj del establecimiento nos indicaba que la hora pico de mi trabajo comenzaba. Mierda, es peor todo en esa media hora, la gente no respetaba la línea, todos hablaban al mismo tiempo y yo no podía entender ni una sola palabra que me decían. ¡Carajo! ¿Es que no pueden parecer humanos? No, creo que no.
Mi humor no era tan bueno, mi mente era más fuerte que yo, era cuestión de segundos para que tuviera el absoluto control de todo mi cuerpo y controlara mi lengua junto con mis cuerdas vocales; provocando que empezara a disparar groserías a diestra y siniestra como si de una ametralladora se tratara. Era un bomba de tiempo.

Pero entonces, como una lluvia de verano, llegaste al lugar. Apagaste el fuego que estaba consumiendo todo en mi interior, llenaste los lagos y ríos de agua. Hiciste que las hojas volvieran a crecer y las flores adornaran con sus diversos colores todo a su alrededor. El desierto en llamas que era mi cabeza se había convertido en un paraíso hermoso, lleno de pájaros cantores, cálido viento y noches con la distinguida presencia de una luna tan brillante e inmaculada. Pero aún más importante, en mi mente ya había paz, Adán y Eva pagarían toda una fortuna por poder vivir ahí.

¡Mierda! Mi respiración se había detenido, en un segundo mis ojoso encontraba los tuyos. Unos hermosos ojos cafés claros, podría mirarlos para siempre, sin importar a la demás gente detrás de ti, sin importar que me despidieran o lo que sería más peligroso, que tú te dieras cuenta. ¿A caso es malo que alguien me guste?
Tú me miraste sin preámbulos, tratando de la manera tan dulce y amable con la que tratas a los demás. Sí mierda, te he visto con diversas personas, pero aún en mis estúpidos sueños, quiero creer que me tratas así porque eras una dulce persona. ¿Se vale soñar, no?

Toda mi fantasía de una vida perfecta a tu lado se cortó en el momento en el que me hablaste. Vete a la mierda, no me dejas soñar.
Me dijiste: "Dame la de siempre". Y es así, siempre pides lo mismo de siempre: Un croissant vegetariano, una rebanada de pastel de manzana y un vaso grande de té frío. Sí, después de la tercera vez que viniste desde que yo comencé con este absurdo empleo de medio tiempo. Siempre te sentabas en el mismo lugar de siempre, en la pequeña mesa metálica sentando en las suaves sillas acolchadas de color verde junto a la ventana. ¿Me creerías si te dijera que te he tomado fotos? Comiendo, bebiendo agua, hasta tengo una donde te urgabas la nariz... bueno, sé que eso ya suena una mezcla de acoso nivel 10 y problemas mentales. Pero déjame decirte que tu belleza sigue siendo la misma. Persona fotogénica hasta el tuétano.

¡Ya! Era tiempo de apretar los jodidos botones y que tu orden apareciera en la cocina. Tenía que recuperar la compostura, borrar la pequeña tímida sonrisa de mi rostro y desviar mi mirada de tus ojos, joder, me hipnotizas tanto.
Te di el precio, lo mismo de siempre: 4 dólares con 50 centavos.
Pero buscabas y buscabas dentro de tus jeans de color negro, tu mirada serena cambió por una de preocupación y tus ojos se abrieron un poco más. Estabas asustado.

— Lo siento, tendrás que cancelar mi pedido — Me dijiste todo apenado, tus mejillas blancas como la nieve fueron pintadas con un lienzo rojo. ¿Estabas apenado?
— ¿Por qué señor? — pregunté dirigiendo mi mirada de nuevo a tus ojos disfrutando ese momento aunque tú estés en un pequeño problema. Tengo que aprovechar la oportunidad.
— Al parecer, esta vez no traje el dinero suficiente para pagar. Te pido mil disculpas.
— ¡No se preocupe! —. Me exalté demasiado, me lleva el carajo, me siento peor que una de esas chicas que conocen a su príncipe azul en la película.— Yo, pagaré lo que falte.
— No dejaré que hagas eso.— frunciste el ceño, debí controlarme para no reír, aún así, eras tan bonito.
— Me lo paga después. Además, será un problema si cancelo la orden, mi jefe se enojaría demasiado.— encogí los hombros poniendo una pequeña cara de disculpas. A los pocos segundos no tuviste más remedio que aceptar, un extraño calvo y de bigote al más estilo Pancho Villa empezaba a quejarse de que la fila no avanzaba. Creí que iría hasta donde tú estabas y te empezaría a pegar. Así que aceptaste mi dinero, prometiendo que me lo pagarías en cuanto pudieras. Estoy emocionado, tal vez así pueda mirarte un poco más de tiempo de lo normal. Estoy feliz, tanto es que, hasta le decía a los otros clientes: "Gracias por su compra. Que tenga un buen día."

Tal como en mi mente, la lluvia caía y caía por las calles llena de gente corriendo alarmada por no traer ni paraguas ni mucho menos una chamarra. Es gracioso verlos, atemorizados, gritando palabrotas a los carros que conducían de prisa por la acera provocando pequeñas olas que la sobre-pasaban provocando que se mojaran, unos hasta se caían de golpe, impactando su trasero en el mojado suelo. Me reía, no de su desgracia, si no de su temor a algo tan maravillo al agua. ¿Te gusta la lluvia? A mí me encanta, es tan hermosa, calmante, me relaja aún haber tenido el día más de la mierda posible. Me recuerda mi infancia, abrazado por mi madre mientras ella me cantaba pequeñas canciones para calmarme cuando llegaba de la escuela. Que claro fue, una experiencia terrible para mí. Quiero imaginar que para ti fue normal, te imagino de niño y la ternura entra en mí de una manera fugaz. Te imagino de pequeño, con una sonrisa linda, con tus hermosos ojos brillando de la alegría de la eterna infancia que nunca debería de acabar; brincando, corriendo y que las niñas te dieran asco. Mi estimado, puedes alejarte de mí después de leer todo esto, pero no puedo, muero de las carcajadas de imaginarte en esas situaciones tan normales de los infantes. Perdón.

Son las 8:30 p.m.
¿Por qué se me hace tan miserablemente poco el tiempo que tengo para verte? Sólo infernales treinta minutos, deberías de comer más lento, joder. ¿Sabes que pedía súplicas que pasaran mi horario de comer a la hora que tú vienes? Así de idiota estoy. Pero me gusta verte comer. Lleno de modales, haciendo pausas entre cada bocado que le das a tu croissant, tomando de tu té frío, siempre dejas el pastel de manzana para el final, dejas la punta de la rebana para el final, como si fuera lo mejor. ¿Será así? Mañana mismo comeré un pedazo de ese pastel de cubierta blanca adornado con rebanadas de manzana en cima y lo comeré como tú. Quiero probar si mi hipótesis sobre la punta del pastel es cierta. Como es obvio, aún así te ves tan lindo comiendo, siempre envuelves tu mano en un puño y tapas tu boca con éste cuando vas a eruptar. Eres muy educado. ¿Por qué? No me importa, igual te vería lindo si comieras como un vikingo después de no ver nada de carne durante toda una semana.

 

 

Cuando salía de trabajar, después de despedirme de Ricardo, nuestro cocinero con origen mexicano, el cual es mi único amigo en mi área de trabajo, salí del local.
Adiós al olor a comida friéndose, a las órdenes de gente muerta de hambre y a los regaños de mi jefe, bueno. Sólo por lo que resta de la noche.
Olía a cuando pasa la lluvia. Calma y paz.

Caminaba tranquilo, con mis audífonos puestos escuchando "Hometown Glory" de Adele. Amo Adele. ¿Te gusta Adele?
En eso, sentí una mano agarrando mi hombro izquierdo, sentí una descarga eléctrica que empezaba ahí y recorría a la velocidad de la luz todo mi cuerpo. Me congelé, el miedo me dominó en cuestión de segundos. ¿Un ladrón? ¿Una persona drogada peligrosa que quiere dinero y si no se lo doy me apuñala el estómago? Jesús.
Es ahí donde, después de tantas veces, recordé lo que mi madre siempre me decía gritando cuando salía con ella: ¡Quítate esos aparatejos que algún día te van a dar un susto y no podrás defenderte! Madre mía, perdóname por no hacerte caso.

¿Qué hago? ¿Y si cuando volteo me espera un puñal directamente a clavarse en mi cuello? No, tenía que hacer algo. Rápidamente volteé, tomé la mano de quien sea que fuera y la agarré con mi mano izquierda. Con la derecha le metí un puñetazo en el estómago. Doy gracias al curso de verano que tomé de defensa personal y ver demasiadas películas de acción con mi padre. Me sentía todo un fenomenal Jacki Chan.

Mi adrenalina se había esfumado, mi respiración se calmó considerablemente y miré a bajo a unos pasos de donde estaba mi agresor/ra y... ¡La puta madre! ¡Eras tú! ¡Mierda mierda mierda! Te había dado un fuerte golpe en el estómago, estabas tirado en el piso tratando de recuperar el aliento mientras a mí se me caía la cara de vergüenza. ¡Mierda! Gracias Jacki Chan, me salvaste de la persona que me gusta. Mañana mismo le daré "Ya no me gusta" a tu página de Facebook.

¿Ahora qué carajo hago? Me acerqué a ti despacio, con una mano cubriendo mi boca y la otra temblando en posición neutral, mis ojos estaban como platos, no, esto no puede ser. Esto no me puede estar pasando a mí. ¿Cómo me conocerás ahora? ¿"El chico que me sacó el aire"?

— Yo... ¡Lo siento mucho!—. Me acerqué para darte una mano para que te pudieras parar, por una parte me asombrara de mi fuerza, por otra parte sentí parte de tu cuerpo. Ahora sé que haces ejercicio y tienes un fuerte abdomen. Por otra parte quería que un rayo me matara en esos momentos.
— No, descuida.— Tomaste mi mano, te recuperaste y lentamente te ponías de pie. Podía ver tus ojos y oía tu respiración que luchaba por tranquilizarse.— Igual y es mi culpa por tomarte de sorpresa, tienes fuerza—. Te tallabas la parte donde te pegué mientras me sonreías. Mierda, yo quería tallarte, bueno... ¿Fue mi culpa no?
— En verdad lo lamento. Ver tantas noticias en la tele acerca de robos, asaltas y demás que, reaccioné así.
— Eso es bueno, uno tiene que estar alerta en estos tiempos. Mira—, alzaste tu camiseta de color crema con un inmenso fénix en llamas. ¡Por la santa madre de dios! Vi parte de la zona de tu abdomen, la famosa "V" que todas las chicas desean en un chico. Tu piel en esa zona es aún más blanca que la de tus brazos. Tú la tenías bien marcada, con un pequeño camino de delicado vello que llegaba más abajo. Me ponía rojo de pensar hasta dónde llegaba... Entonces me di cuenta, llevabas una pequeña clase de arma de mano metida en tus jeans. ¿Prevenido no?
— Ya veo, espero nunca tengas que utilizarla.— Reímos un poco, mientras ponías la camisa en su lugar.
— Creo que yo te debo algo.— Sacaste unos cuántos dólares de tu bolsillo izquierdo trasero. Me lo estabas dando. ¿Por qué?
— ¿Y eso? Yo debería llevarte al hospital para ver si estás bien.— Admito que exageré con eso. Estaba demasiado preocupado.
— ¿No te acuerdas de que hoy tú pagaste lo que me faltaba? Es esto, fui a mi casa y vine a entregártelo. Acéptalo.— Tendí mi mano, tomé el dinero y me sorprendiste de una gran forma. ¿Volviste a tu casa a buscar el dinero que me debías? Yo no te lo iba a cobrar jamás, eres una persona de principios.
— No me acordaba de eso, no era necesario. Mira cómo acabaste.— Tomé el dinero a duras penas, lo metí en mi bolsillo delantero del lado derecho. Tu dinero... No lo gastaré.— En verdad, no hacía falta, sólo eran dos dólares. Ni que fuera una gran cantidad.
— Esto me pasa por irresponsable, te di un gran susto y yo recibí un golpe.— Dijiste con un tono suave. ¿No piensas regañarme por el golpe? Yo lo hubiera echo.— Bien Phillip. Creo que me voy. Perdón por las molestias causadas.
¿Te vas ya? ¡NO! ¿Ahora qué hago? ¡Mierda!

— ¡Espera!— Te grité lanzando una mano a tu dirección donde ya estabas caminando, marchándote. Metiéndote entre la oscuridad de la calle.
— ¿Qué sucede?— Giraste, me mirabas sorprendido y caminabas de nuevo a donde estábamos.— ¿Falta dinero? No chequé cuánto te di.
— ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Me conoces?
— No Phillip.— lanzaste una pequeña risa. Arqueando una ceja, negando con la cabeza. ¿Dije una estupidez?— Tu identificación de trabajo lo dice, además, todos los trabajadores del local tienen un foto arriba con su nombre en la pared que está frente a los que van a comprar. Estás a lado de un tal Ricardo.

Ni siquiera yo me había dado cuenta de tan dichosa pared. Oh. Sabes mi nombre, sabes que estoy a lado de mi amigo Ricardo. ¿Será casualidad? No, de seguro te sabes los demás nombre, me doy cuenta que eres un chico observador con el paso del tiempo.
No te pregunté porque no quiero saber la decepcionante verdad. Tenía que cambiar de tema. ¿Qué te podría preguntar en esos momentos?

— ¿Cómo te llamas?— Frunciste el ceño. Espero no te hubieras enojado pero, tengo que saber tu nombre. Tú sabes el mío, era lo justo. ¿No? Tenía que buscar una escusa.— Bueno, es que tú sabes el mío.
— Creo que tiene lógica eso, creo.— Te quedaste pensativo un momento, poniendo los ojos en blanco. Luego reíste un poco, haciéndome reír a mí.— Nathan. Así me llamo.

Oh, hasta el nombre bonito queda con un chico bonito. Me siento como las estúpidas chicas que babean cuando saben el nombre del chico que les gusta. Bueno es lo mismo. O bueno casi lo mismo. Me hago ilusiones de que así sea.

— Es un gusto conocerte Nathan... Nathan...
— Nightmare. Nathan Nightmare.— Me digiste tu apellido por fin. ¿Nightmare? No quiero saber por qué ese apellido, bueno sí. Pero no es el momento ni la ocasión.
— Gracias.— dije sin más preámbulos. Doy gracias que no me congelé en esos momentos.

Sin más que decir o hacer, te fuiste. No sin antes darme las gracias por que pudieras comer el día de hoy. Me sentí un héroe nacional, agradecido y me sonrojaste con eso. Deberías de olvidar tu dinero más ocasiones, así tengo una escusa para hablarte. Bueno, dudo mucho que me vuelvas a hablar después de leer todo esto, capaz ni vuelvas a regresar al local. Bien merecido me lo tendría. Pero, ¡No me culpes! Tu sonrisa, tu forma de ser, tus ojos! ¡Todo tú me... gustas! Nathan... (qué bonito es pronunciar tu nombre) espero y me disculpes por este gran atrevimiento mío, de mandarte un e-mail a tu correo electrónico (lo busqué de tu información de facebook cuando encontré tu cuenta) pero, no soy valiente de decir las cosas en la cara. No tendría los cojones necesarios para decirlo.

Esto pasó el viernes, espero te acuerdes. No tiene caso que te diga cuándo envié esto, fue el mismo día a las 11:36 de la noche. Oh mierda, lo acabo de hacer.


¿Qué más puedo decirte? Ya dije todo. A veces, soy un detective para buscar datos tuyos. A veces, soy un desierto devorado por llamas esperando por tu llegada. Por la lluvia. A veces un jodido acosador que merece un fuerte golpe en el estómago, como el que yo te di por accidente.
Escribí esto de forma que pareciera un historia, tal vez te rías, tal vez te enojes. No lo sé. Pero te juro que todo es contado desde mi punto de vista, de cómo pasó ese viernes que no olvidaré. Cuando llegué a mi casa, recordé todo espantado. ¡Soy un imbécil! Y luego, me oriné de la risa. ¿Y qué crees? Ya no me gusta Jacki Chan en facebook.
Sin más que decir, espero volver a verte, sé que todo cambiará claro está si, lees esta mierda y si no me tienes miedo ya.

Nathan Nightmare. Me gustas.

>Enviar<

 

 

Entonces, el lunes empezó mi jornada de trabajo. Atrapado en ese local del mal por otras diez horas. Había pasado la hora a la cual tú puntualmente siempre llegas. El miedo que no me dejó dormir en paz desde el viernes hasta el día de ayer. Joder, todo se fue al carajo. Estaba triste, de mal humor gracias a los muertos de hambre monos que no se comportan cuando hacen su pedido, peleando con los de adelante por que dejan que sus amigos entren en la fila. No se comportan como humanos. Claro, son monos.

Terminó el día de trabajo. Estaba sentado en la silla en la que tú siempre te sientas. Mi humor bajaba el doble, escuchaba una canción tan deprimente. "Chasing Cars" de Snow Patrol. No quería saber nada. Ojalá que esta vez cuando salga, en verdad me asalten y me claven un cuchillo en la yugular.

— Phillip... Philip... ¡MIERDA PHILLIP!— Ricardo me aventó bestialmente de la silla, no reaccioné. Estaba en mi mundo de quinceañera triste cuando el novio la deja.
— ¡Mierda! ¡Casi me rompo el cuello!— grité, poniéndome de pie lo más rápido posible. Oh Ricardo, a ti no me daría pena agarrate a golpes. O como los mexicanos dicen... "madrazos".
— Eso te pasa por estar con esas mierdas en las orejas. ¿Sabes que así te pueden asaltar?
... ¿Es broma?
— No estoy de humor.— Dije fríamente, en serio. No tenía humor. Triste, enojado, adolorido de la espalda.— Dime ya qué carajos pasa mamá.
— Gracioso el Phillip. Mira.— Me muestra una carta, de color verde, con letras en la parte delantera con color plateado.— Es para ti.
— ¿Para mí?— la tomé. ¿Es una broma? Ricardo tiene fama por hacer bromitas a cada rato. Si no es salpicarme con aceite hirviendo, es trapear casualmente siempre donde yo voy a caminar, haciendo que me resbale.
— No señor, para mí. Sólo te la vengo a presumir.— Dios, un poco más y tu sarcasmo me da un puñetazo en el hocico.— Es para ti, en fin. ¿Quieres que te lleve hoy a tu casa? Mira que ando de buen humor.— Me guiñaste un ojo. Y sí, tienes razón. No siempre el señor Ricardo me lleva en su auto.
— Está bien, espérame en el auto. Ya voy, yo cierro el local.— maldita sea mi jefe flojonazo de mierda que sólo viene a recoger el dinero y se larga con una de sus miles amantes.

¿Una carta? ¿De quién? ¿Quién cavernícola no conoce los e-mail, o los inbox?
Todo cambió, otra descarga eléctrica recorría mi cuerpo.

La carta tenía en la parte de a fuera: 

"Para: El desierto en llamas
De: La lluvia"

Y más abajo tenía las letras:
"N.N."

¿N.N.? ... ¿Nathan Nightmare? ¡Mierda! ¡Sí la leyó!

Notas finales:

¿Les gustó?

Espero y sí.

Juro que ahora que tengo vacaciones lo actualizaré más seguido. (espero y no mentir esta vez)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).