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Besos de mariposas por Carito_d

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Notas del fanfic:

Canu y Carito (seamanforever) xD

Notas del capitulo:

Hola! si, ya se, no paramos de hacer fanfic, pero nuestra imaginacion nos juega una mala pasada todos los dias :C. Un mpreg, si no le gusta, no lea, ya estan avisados ♥ Aprovecho de contar que tenemos demasiados fics por hacer, espero que les guste este tambien al igual con los otros (aunque parece que a nadie le gusto concepto erroneo de ti xD)

Minho se quita la camiseta por la cabeza, mientras Taemin le recorría el cuerpo con las manos, tocándolo y besándolo hasta llegar a su cuello. El alto estaba sentado sobre él, dejándose querer, mientras él ya se encontraba solo en ropa interior bajo su cuerpo, mucho más excitado de lo que le hubiese gustado.

Eran las cinco de la tarde y esto ya casi se había convertido en rutina dentro de la semana, aprovechando la ausencia de su madre y de su hermano.

Minho lo desnuda en cosa de segundos, mientras él seguía abrazándose a su cuerpo como si no hubiera mañana, tocándolo sobre su ropa interior y masajeando su trasero con la otra mano, tanto fuera como por dentro.

A Taemin le gustaba la situación y vivirla junto a él. Besarlo a escondidas y que su especie de relación fuera completamente desconocida dentro del colegio. Minho un año más grande que él y con ese exceso de hombría que parecía expeler cuando caminaba. Jugador de fútbol, el mejor deportista de su generación, mientras él solo se encargaba de existir y de mirarlo hasta que se diera cuenta. Cosa que no le costó demasiado.

Aún recuerda cuando Minho lo pilló observándolo mientras él estaba a punto de cambiarse para meterse en las duchas. No fueron demasiadas las palabras antes de besarse por primera vez. Toqueteos por sobre la ropa y el comienzo de una relación clandestina de la que no querían que nadie se enterara.

Tres meses así y ninguno de los dos tenía problemas. Solo sabían sus nombres y dónde quedaban sus casas cuando necesitaban un lugar para hacerlo.

No necesitaban más.

Minho pasa la lengua desde bajo su ombligo hasta llegar a su cuello, provocando que soltara un gemido desgarrador, mientras su espalda se arqueaba de forma inmediata, apenas soportando el placer.

Siempre era lo mismo. Se juntaban a hacerlo en su casa o en la de Minho y luego se separaban y al otro día se veían en el colegio y se ignoraban como si nunca hubiesen tenido algún tipo de relación. No habían sospechas ni menos rumores, solo miradas y cortos mensajes en los pasillos para programar un próximo encuentro.

Minho juega con el lóbulo de su oreja, mordiéndolo y succionándolo, mientras él se afirmaba de su espalda, rasguñándolo y marcando su perfecta y pálida piel que se enrojecía a causa de la presión que ejercía con sus dedos.

-       Necesito un condón.

Su voz suena como ronroneo, mientras él se separaba un poco, jalando su labio para hacerlo sufrir.

-       No tengo más.

-       ¿Ni uno solo?

Taemin niega rápido y Minho pierde la concentración cuando se trata de besarlo. Les cuesta separarse y dejar de frotar sus cuerpos desnudos, tentándose.

-       Da igual- le cuesta responderle cuando el alto chocaba sus caderas contra las suyas de esa forma tan salvaje-. No pasará nada.

Le hubiese gustado tener la seguridad suficiente para decir eso, pero Minho ya había comenzado a acomodarse sobre su trasero, embistiéndolo despacio y con precaución, casi preparándolo hasta adoptar un ritmo. Ahoga un gemido en su boca, sintiendo esa descarga eléctrica por su cuerpo, mientras Minho se retiraba con cuidado para volver a repetir el mismo paso, pero con algo más de rapidez.

Siempre lo mismo. Las mismas huellas de sus dedos en la espalda, los mismos gemidos ahogados y ese mismo ritmo que lo hacía perder la cabeza y la noción del tiempo. Minho solo era placer y sudor y desesperación. Chocan sus huesos, y los brazos del alto parecen más musculosos mientras se afirman desde su cuello cuando lo besa. Y ahora era distinto. Se sentía distinto y mucho más cuando sabe que Minho estaba a punto de terminar, apretándolo desde todos lados y soltando un leve escalofrío cuando llegaba a su fin, aún dentro de él.

Se siente lleno de Minho tanto interna como externamente.

Un escalofrío más repentino y fuerte por su parte, le hace soltar un gemido desolador, mientras Minho caía rendido sobre él. Respiraciones agitadas, fluídos internos y besos robados son lo que comparten antes de que el chico se vaya y le deje ahí, como si apenas se conocieran.

Minho se acuesta a su lado, de espaldas y mira al techo, desnudo, al igual que él.

-       ¿Estás bien?

Le cuesta respirar y responder al mismo tiempo así que solo asiente, enérgico, sin poder creer lo distinto que se sentía hacerlo sin un preservativo de por medio.

-       ¿Tú?

-       También.

Un par de besos en silencio y Minho se levanta de la cama, limpiándose y vistiéndose con una lentitud que Taemin aprovechaba para observarlo por última vez. Los músculos de su espalda rasguñada y sus piernas fibrosas a causa del fútbol.

Tan varonil. Tan homosexual.

-       ¿Te veo mañana?

Asiente de nuevo y Minho se termina de colocar la mochila en su espalda, mirándolo aún desnudo, sin ninguna intención de moverse. Y no se avergüenza, ya están acostumbrados de verse así.

-       Adiós Taemin.

-       Adiós Minho.

El mismo ritual. La misma sonrisa cómplice y las mismas ganas de verse al otro día.

¿Desde cuándo el hecho de tener sexo con un compañero de un curso más arriba se había vuelto tan exquisita?

**

Taemin cierra la puerta del director, tomándose unos segundos para volver a respirar normal y volver a centrarse en que todo estaba bien, que era un acto que se le había vuelto  bastante recurrente entre estos días. Se convence a si mismo de que todo estaba bien y de que todo podría resolverse de la mejor manera sin ayuda de nadie, sin decir nada y seguir en silencio como si no hubiese pasado nada. Su madre no había insistido en el tema y él le había agradecido de sobremanera su apoyo incondicional.

Suelta un suspiro, aún apoyado en la puerta y dejando caer inconscientemente todos los papeles que tenía atrapado entre sus dedos. El viento se había aprovechado de su desconcentración, mientras unos pasos ágiles se acercaban a recogerlos.

No era necesario mirarlo para saber de quién se trataba, ese mismo perfume que se había encargado de revolverle el estómago hace un par de semanas, volvía a hacerlo, casi con mayor intensidad. Siente náuseas a flor de piel, pero cuando Minho lo mira sonriente, cree que su cuerpo se descompone, que no sabe reaccionar ante él.

-       Devuélvemelos, son míos.

Sostiene los papeles médicos en su mano, sin dejar de sonreírle, pero sin mirarlos. Minho quiere violar su espacio privado, pero no se atreve porque al parecer nunca lo había visto en su vida tan serio.

Y no es que lo odiara, sino que tenía miedo. Tenía miedo de que lo descubriera y que se quisiera meter en su vida solo para herirlo. Y eso, no se lo podía permitir.

-       Sí, pero primero sáludame. Hace dos semanas que no te veía.

Dos semanas que se había pasado de doctor en doctor haciéndose los exámenes correspondientes. Taemin se rasca el cabello, frustrado de tenerlo ahí en frente y que todos sus planes del día se hubiesen roto solo con su presencia.

Solo pedía no tener que verlo más, sin exigirle nada, lo prefería así.

-       Hola Minho- susurra débil, acatando su pedido.

Y el alto le sonríe y le acaricia la mejilla con cuidado, para luego dejar caer su brazo. Le quema su tacto y le produce cosas extrañas en su cuerpo.

¿Era normal sentirse así?

-       ¿Pasó algo? No andas con uniforme y no te había visto por acá. Incluso te busqué.

Sonríe, sin poder contenerse.

-       Es que estoy haciendo unos trámites.

El alto le devuelve los papeles sin mirarlos, mientras él se apresura en recibirlos y guardarlos rápido dentro de su mochila.

-       ¿Tienes problemas?

-       Sí- es sincero.

-       ¿Qué clase de problemas?

-       Da igual, no tiene importancia.

Sabe que si le diera un más mínimo detalle sobre algo, Minho haría lo imposible por averiguar. Eso era lo que le gustaba de él, que era insistente, aunque muchos lo odiaran por eso.

Pero ahora solo quería paz, y estar tranquilo, alejado de todos.

Alejado de Minho.

-       Taemin, pero… ¿nos tenemos confianza o no? Quiero que hablemos.

-       Pero yo no- tiene que ser cortante para no caer en sus redes. Minho le mira entristecido y él se siente algo mal por dejarlo así-. No quiero hablar, prefiero no hacerlo.

Pero Minho se vuelve a acercar y le acaricia de nuevo la mejilla, quedándose ahí, sin importarle si alguien los veía. Su espacio ya se encontraba invadido de su olor y él ya casi estaba mareado. No necesitaba sentirse mal justo en ese momento.

Por favor ahora no.

-       Me gustas mucho, Taemin, te prometo que puedes confiar en mi.

Parece tan sincero que siente como su cuerpo se electrifica, revolviéndole el estómago y casi llevándolo a tener una arcada. Él está frío y el calor de Minho pareciera hacerlo sentir mejor.

(Si dijera queno le había gustado su declaración, mentía. Porque se estaba comiendo las ganas de besarlo y mandar todo su plan a la mierda.)

-       No, Minho, no puedo, lo siento. Me tengo que ir.

-       ¿Estás bien?- asiente débil, mientras camina hacia un lado, soltándose de su agarre-. ¿Cuándo te podré ver?

-       Pronto.

Se aleja más y ve como el moreno se queda de pie, mirándolo y sintiendo que algo no estaba bien. Las naúseas se hacen peor y ingresa al baño antes de que Minho vuelva a mirarlo por donde se había ido.

Pronto era una palabra demasiado cercana, que quizás, para ambos, nunca más iba a volver a existir.

**

Maldito fútbol.

Malditos idiotas que no saben jugar de otra forma que no sea medio matándolo.

Malditos todos por apenas dejarle caminar.

Arrastra la pierna aguantándose las ganas de gritar de dolor, mientras intentaba calmarse el dolor, frotándose con una mano sobre esta. Camina por un largo pasillo, rodeado de habitaciones por un lado y encontrándose con una que otra escena desgarradora o que le daba simplemente, miedo de mirar. Observa como la enfermera caminaba sin esperarlo hacia donde se dirigían ambos, quedando claramente atrás debido a su dificultad para caminar.

Y necesitaba parar ahora, mierda que sí. Apoya una mano sobre la pared, intentando recuperar el aliento y aguantándose esa patada en la pierna que de seguro le había roto un hueso.

Espera el próximo partido porque llorarás sangre.

Despotrica contra el cielo, contra sus compañeros porque no lo defendieron y contra los jugadores del otro equipo que casi parecían vikingos y especialmente cuando se dieron cuenta que el partido ya no tenía vuelta atrás, y que le habían ganado por paliza.

Un quejido de su parte, mientras el llanto de un bebé lo perturba desde que se había detenido a descansar. Y no es que le molestara, sino que le ponía la piel de gallina porque siempre se imaginaba en esa situación de tener un bebé llorando y no saber que hacer con él. Arrastra el pie un poco más hasta poder ver la situación del menor, pero encontrándose con algo que no esperaba ver realmente.

La cortina del box de urgencia estaba algo abierta, permitiéndole ver el rostro de Taemin que parecía demasiado preocupado mientras paseaba a un pequeño bebé en sus brazos que no paraba de llorar. Incluso sintió que su corazón se le apretó de solo oírlo.

¿Pero qué hacía Taemin ahí?

Le era demasiado extraño verlo después de tanto tiempo. Más de un año, estaba seguro de eso. Aún recuerda cuando desapareció de forma extraña y sin dar aviso, dejándolo a la deriva y sin saber a quién recurrir para saber porqué no aparecía.

Lo extrañó inconscientemente. Y mucho.

Una voz en su interior le alerta, viendo la espalda de un médico que se acercaba con un termómetro en sus manos, y a Taemin desesperado porque el bebé no se calmaba.

-       ¿Joven Choi?

Mierda. Casi se muere del susto.

El doctor que le atendió hace un rato le sonreía a su espalda, seguramente por haberlo pillado en una situación indecorosa de su parte. Si no tuviera años practicando de sin vergüenzura, sus mejillas ya estarían rojas.

Se apoya en el médico mientras camina a la habitación siguiente, y se sienta en la camilla, aún sintiendo el llanto del bebé. De verdad que estaba desesperado. Probablemente si seguía en esa situación, entraría a la habitación e intentaría hacer algo para que se calmara aunque no tuviese nada que ver con ellos.

-       No hay ningún hueso roto como esperabas- se quita el pantalón ante un mohín, acatando cada orden a pesar del dolor-. Un par de días de descanso y un par de ungüentos te dejarán como nuevo.

Siente un masaje agradable alrededor de su rodilla, mientras le vendaban con cuidado por sobre la pierna. Pero el llanto ya no le dejaba concentrarse en el dolor o en el odio hacia sus compañeros, solo se estaba muriendo de desesperación.

-       ¿El bebé que está aquí al lado está bien?

Ignora el hecho de que se trate de Taemin y que hace mucho no lo había visto. La preocupación por el infante ahora parecía demasiado mayor para ser un ser completamente desconocido para él.

-       Sí, es un resfrío común.

-       Pero llora mucho.

-       Ya se le pasará.

Le da rabia su despreocupación mientras termina de vendarlo y dejarlo casi inmovilizado. El dolor había desaparecido mágicamente, pero la desesperación por saber si ese bebé estaba bien o por saber que estaba haciendo Taemin ahí, le estaba comiendo vivo.

Ni siquiera sabía que tenía un hermano tan pequeño.

A lo mejor sus padres eran jóvenes y habían tenido otro día.

Y tampoco sabía eso.

Mucho menos porqué había desaparecido tan repentinamente de su vida.

Recoge el papel que indicaba los medicamentos y el reposo que tendría que aguantarse, mientras vuelve a arrastrar la pierna de una forma menos penosa, quedándose unos segundos fuera la cortina por la que hace un rato había espiado. El llanto parecía haber disminuido, no de forma total, pero de una forma que ya no le angustiaba tanto.

Pero el hecho de tener a Taemin tan cerca le hacía sentir la necesidad aunque fuera de saludarlo. Era algo tonto, pero si hacía eso se sentiría mucho mejor.

¿Se suponía que no había resentimiento o sí?

Mueve un poco la cortina y mete su cabeza, viendo como el castaño vestía con demasiado amor y rapidez al mismo tiempo, a una pequeña bebé que le miraba con lágrimas en sus mejillas, sufriendo.

(Mierda, los bebés siempre habían sido su debilidad. El fútbol solo era una pantalla de rudeza.)

Y lo peor es que era niña. Una maldita y hermosa niña.

Aclara su garganta para hacerse notar, viendo como Taemin quedaba impactado ante su presencia, sosteniendo un brazo de la menor que ya casi comenzaba a llorar nuevamente.

-       Hola Taemin.

Tenía el mismo rostro perfecto e inocente, solo que ahora unas oscuras ojeras lo acompañaban.

-       ¿Te acuerdas de mi? Soy Minho.

-       No, no me acuerdo.

Es tan seco y tan cortante que sabía que mentía. De hecho le hizo sentir mal que lo tratara de esa forma apenas habiéndolo saludado.

¿Qué había hecho? ¿Se había alejado por su culpa?

Una punzada en su pierna al moverla, haciéndolo soltar un quejido mientras se internaba más en la sala, no muy dispuesto a irse. Le ve abrigar a la menor con mayor rapidez, casi de una forma que era demasiado obvia solo para poder largarse de ahí; pero cuando fija su vista en unos papeles cerca de la menor, las dudas comienzan a surgir inevitablemente y más cuando Taemin nota esto y los quita rápido de su alcance, guardándolos en una mochila.

Padre: Lee Taemin.

Dios. Era su hija, no su hermana. Su-hi-ja.

-       ¿De verdad no te acuerdas de mi?

Dice lo primero que se le pasa por el cerebro para no dejar en evidencia su impresión.

¿Se habría alejado por eso? Ya estaba un 99% seguro de que era así.

Pero Taemin lo ignora como si no estuviera ahí, sin detener sus manos que abrigaban más y más a la menor que ya no lloraba, sino que le miraba hipnotizada como si se tratara del mejor juguete jamás visto.

-       ¿Fuiste papá?

La curiosidad mató al gato y probablemente también a Choi Minho. Pero las palabras ya se le escapaban de los labios y solo necesitaba decirlo de una sola vez.

-       Qué te importa.

El mismo odio y una peor cara fue todo lo que consiguió. Y una pequeña sonrisa de la menor que aún lo miraba embobada. Y quizás eso era lo que enfurecía a Taemin, porque ya había notado esa situación de coqueteo de su hija con él.

-       ¿No crees que la abrigaste mucho?

-       ¿Y qué sabes tú de bebés?

Casi nada. Solo que prefiere omitir su respuesta porque no conseguía entender porqué Taemin lo odiaba tanto si él solo quería decirle hola. Ve como toma a la menor en brazos de una forma hábil, mientras cargaba una mochila en su espalda.

Y de verdad que la pequeña era hermosa. Tenía el cabello de un color negro perfecto y unos ojos lo suficientemente grandes como para llamar la atención. Solo que Taemin prefiere seguir su juego de ignorarlo y camina frente a él, hasta la puerta en donde se detiene de golpe y le mira casi con un dejo de desdén.

-       ¿Qué te pasó en la pierna?

Oh. Apenas la había recordado.

-       Me pegaron una patada en un partido.

Antes Taemin lo iba a ver a sus partidos cuando tenía tiempo, ahora solo le mira con odio y suelta un bufido, alejándose.

De que se acordara de él, se acordaba, pero de que quisiera hacerlo, eran cosas muy distintas.

**

Una pequeña carita que ya había visto que le hace babear desde lejos. Se acerca a pasos torpes, mientras Key le mira con un dejo de desdén en su mirada.

Él y el rubio eran amigos desde hace años, incluso desde antes de entrar al colegio. Era una amistad algo extraña, pero nunca habían dejado de ser amigos, solo que ahora no le calzaba mucho el hecho de que tuviera en sus brazos el bebé que estaba seguro que era de Taemin.

La pequeña suelta un gritito cuando le ve, sonriendo de inmediato como si se tratara de la persona más divertida del planeta.

-       ¿Quién es esta preciosura?

Ve como el rubio le toma la pequeña mano y la agita en el aire como si lo saludara, lo que sin mucha dificultad, consigue sacar una sonrisa en él.

-       Es la hija de Taemin.

Bingo.

Intenta buscarlo por entre la multitud que había en la tienda, pero fue en vano porque notó como Key lo miraba suspicaz y prediciendo sus intenciones.

-       ¿Y cómo se llama esta preciosura?

Era imposible no derretirse literalmente ante ella. Sus ojos más grandes de lo normal lo cautivaban sin poder dejar de mirarla mientras solo se encargaba de sonreír como un verdadero estúpido. Y baboso, por cierto.

-       Se llama Yoon la más linda del mundo- presume como si se tratara de su propia hija-. Y tiene tres pequeños meses.

-       Hola hermosa.

Un acto de acariciarle sus mejillas con ternura hace que Key se ponga celoso y retroceda para que sus torpes y grandes manos no la tocaran. Un suave gruñido hace que el rubio se arrepienta, pero no ceda de todas formas.

De verdad que parecía que fuera más hija de él que de Taemin por la forma que la cuidaba.

-       No la toques con tus manos sucias.

-       ¿Acaso la mamá me puede pegar si me ve haciendo esto?

-       Su padre podría hacerlo.

Un tema que seguía impactándolo, especialmente porque él había tenido una relación bastante clandestina con Taemin. O eso creía, o eso esperaba.

Ni siquiera estaba del todo seguro de si Key sabía sobre eso.

-       No sabía que Taemin había sido papá… me impresionó.

-       Es madre y padre al mismo tiempo.

Eso si que no se lo esperaba.

No supo porqué, pero en su mente siempre estuvo la idea de que Taemin llegaba a su casa y lo esperaba una hermosa mujer que le hacía galletas ricas y le decía lo mucho que lo amaba.

Cosa que claramente, no era así.

-       Al menos los genes que compartieron valieron la pena porque esta mujercita es perfecta.

Más de lo que cualquiera pudiera imaginar.

Incluso se siente un poco celoso por no saber quién era la madre que los había abandonado a ambos.

¿Habrá sido una perra? ¿Cómo podía dejar abandonado a dos personas tan… perfectas?

Ve como Key se mueve incómodo con el peso de la menor que se abrazaba a su cuello, pero que no dejaba de mirarlo a él. De hipnotizarse en su rostro y en su altura por sobre los demás.

-       Los genes que lleva Yoon en su sangre son de dos hombres, no hay mujer de por medio.

¿Qué pretendía el rubio? ¿Dejarlo en shock cada treinta segundos? Porque sinceramente, eso era lo único que estaba consiguiendo apenas le daba un poco de nueva información.

-       ¿Estás hablando en serio?

Estaba claro que sí, pero tuvo la necesidad de decir eso porque no sabía con qué llevar ese vacío incómodo que solo se adornaba con las risitas de Yoon.

Y no es que le perturbara el hecho de que Taemin hubiese tenido algo dentro de su estómago, porque eso era algo ya más que normal en los tiempos que vivían, sino que hubiese tenido que pasar por todo eso solo sin un maldito hijo de puta que no había sido capaz de apoyarlo.

Eso no era justo. En este mundo no.

-       ¿Lo conozco?

-       Más de lo que crees.

Es tajante porque Key ya no sabía ser de otra forma.

Nota como se balancea y hace pequeños movimientos, acomodando mejor a la pequeña que ya casi comenzaba a caer rendida a causa del sueño. Le dan ganas de quitársela y sostenerla un momento, pero siente que es mejor que la sostuviera él porque comenzaba a sentirse demasiado extraño consigo mismo.

No supo porqué, pero inexplicablemente su estómago comenzó a revolverse.

-       ¿Y el maldito no quiso hacerse cargo de ella?

-       Él no sabe nada.

Su estómago comenzó a revolverse más, casi pidiéndole que se fuera de ahí y buscara aire fresco y sacara de su mente todo tipo de cosas que incluían bebés. De pronto la sonrisa de Yoon desapareció, notando como esta dormía plácidamente en el regazo del rubio que le miraba casi atónito porque no decía nada.

Las cuentas de los meses comenzaron a ser rápidamente calculadas en su cabeza, llevándose una respuesta no tan positiva como esperaba.

-       No quiero ser directo, pero ¿acaso no te acuerdas?- la voz de Key le saca de sus pensamientos, casi asustándolo-. Mira sus ojos extremadamente grandes, su nariz y sus labios, ¿no sabes a quién se parece? Abre los ojos y ve a mirarte al espejo, pero antes, saca cuentas hace cuánto tiempo no has estado con Taemin.

Hace casi un año. Estaba seguro de eso.

De pronto el oxígeno comienza a faltarle y la ropa empieza a picarle. Se desespera, se angustia y le dan ganas de correr y creer que eso no estaba pasando y que su vida seguía como siempre. Que quizás las cuentas estaban mal o era una simple coincidencia.

Porque realmente eso, no podía ser.

Nunca estuvo en sus planes y tampoco estaba seguro de que lo hubiese pensado en un futuro cercano.

Ni siquiera recuerda alguna vez que no se hubiese cuidado. Siempre usaban protección y nunca habían tenido problemas.

Mierda. Una vez no tuvieron.

-       Me tengo que ir- le interrumpe ante una pequeña alerta de un nuevo mensaje-. Taemin nos busca.

Asiente y ve como el rubio comienza a caminar, deteniéndose rápido y volviendo a la distancia en la que estaba antes.

Y parece que su rostro ya no parecía tan impacible como antes, porque Key incluso hace una mueca como de dolor.

-       No le digas a Taemin, me va a matar si sabe, pero era necesario que supieras.

Era necesario que supieras.

¿Acaso necesitaba que se lo confirmaran más?

De pronto, el ser padre, ya no le pareció una idea tan bonita como antes.

**

Cuando supo que estaba embarazado no lo creyó. Incluso se rió del médico y se levantó porque creyó que era demasiado poco profesional como para jugar con algo así.

Con el segundo casi hizo lo mismo, pero soltando una risita nerviosa que ya le comía los nervios.

 

Con el tercero… con el tercero se echó a llorar.

Recuerda que se dio muchas vueltas por la ciudad, solo gastando tiempo para que sus padres no le vieran el rostro y no le preguntaran porqué sus ojos estaban así de hinchados, que por qué había llorado tanto. Se paseó por cada tienda estúpida y comió golosinas hasta vomitar –cosa que se había vuelto demasiado común a causa de las náuseas- y asumir que eso ya no tenía vuelta atrás. Que había llegado la hora de madurar y tomar una decisión seria y no como un adolescente que se encamaba con un jugador de fútbol de su colegio.

Minho Minho Minho Minho Minho Minho Minho Minho Minho Minho.

Que palabra tan insoportable que no paraba de rondar en su cabeza.

Para colmo, le había llamado al menos diez veces, preguntando en donde estaba. Y ninguna fue capaz de contestar porque no se creía capaz de poder escuchar su voz y no llorar al instante. Odiaba estar sensible. Odiaba tener ganas de vomitar cada vez que comía algo o ni siquiera eso, cada vez que respiraba.

Odiaba estar así. Odiaba su vida.

Se odiaba a si mismo.

De hecho ni siquiera se sintió capaz después de todas esas vueltas por la ciudad en llegar a su casa, sino que terminó donde Key, como siempre. El que lo comprendió de inmediato y le permitió llorar porque simplemente tenía ganas de llorar y ni siquiera sabía que hacer consigo mismo.

Recuerda que terminaron comiendo manjar porque él tenía ganas y Key le permitía cualquier antojo que se le pasara por la mente.

Y nunca hablaron de Minho. Nunca creyeron que sería un tema o que fuera necesario decirle, o eso creyó él al menos.

Abre la puerta del lugar que visitaba a diario, saludando a un par de mujeres que ya lo conocían y entrando por un largo pasillo que le llevaba a la salacuna. Y es verdad, muchas veces se arrepintió y pensó en ideas suicidas porque creía que su vida como padre no tendría sentido, pero cuando ve a Yoon frente a él, mirándolo y estirando sus pequeñas manitos apenas lo ve, su corazón parece derretirse y esparcirse por todo el piso.

Luego de un día agotador y explosivo en la universidad, el único cable a tierra era ese pequeño ser que le hacía volver al planeta, dándose cuenta de cuan feliz era con simplemente verla. De olerla o ver como a través de cada día aprendía algo.

Su padre se negó completamente a esto desde los inicios, negándose a tener un hijo que no podía controlar sus hormonas y que “andaba acostándose con cualquiera”. Y más aún si esto se trataba de un hombre. Agradeció eternamente que su madre no hubiese sido igual, y que hubiese preferido separarse antes que dejar a su hijo a la deriva.

La culpabilidad le atacó más de una vez, pero la sonrisa de su madre al ver a Yoon al llegar a la casa, valía más que la pena.

Lamentablemente era la que se encargaba de malcriarla junto a Key y de robársela apenas le quitaba la vista de encima.

Arrastra su mochila, mientras Yoon se aferraba a su cuello, apretándolo de una forma casi dolorosa y rascándose los ojos con una manito porque el sueño ya la empezaba a atacar.

Y era la misma rutina de todos los días la que le hacía caer de golpe noche tras noche. Despertar tempranísimo porque Yoon se le antojaba dormir poco, alimentarla, dormirla, bañarse, ir a dejarla a la sala cuna, ir a la universidad, ir a buscarla a la sala cuna, ir a su casa, alimentar a Yoon, dormir a Yoon, dormir.

Key se quejaba de que tenía la rutina más horrible que alguien podía tener en el mundo, pero él creía que no tenía nada de malo.

Si contaras con el apoyo de su padre… esto no sería así.

No lo sabrá nunca.

Porque eres idiota.

Porque no quiero que sepa.

La misma discusión que habían tenido al menos cien veces. Si no era con su madre, que ya había dado su brazo a torcer, sabiendo que ya no resultaría, era Key que insistía en que era injusto e inhumano que él se hiciera cargo de todo.

Que fuera padre… y padre, al mismo tiempo.

Le saca con cuidado un brazo de la chaqueta rosa que usaba la menor, mientras le miraba hipnotizada y tranquila –cosa que era poco usual- hasta dejarla desvestida y poder cambiarle el pañal, que ya había dejado de ser un reto y se había convertido en algo normal dentro de su rutina. La limpia con cuidado para ponerle su pijama rosa –uno de los miles de regalos de Key- y acostarla a su lado, mientras se cambiaba en cosa de segundos para no perderla de vista.

No supo como pero sus sentidos se habían agudizado en un mil quinientos por ciento.

Y cuando se acuesta a su lado, tapándose a ambos, le acaricia con cuidado su pequeña pancita y susurra una suave canción, esperando que no se demorase mucho en dormir. Tres canciones inventadas, la mayor parte, son necesarias para que la pequeña caiga rendida, mientras succiona un chupete que se había convertido en su mejor amigo.

Y en el de Taemin, porque era el único que le permitía dormir en pocos segundos.

Pero esa noche le cuesta dormir. Le cuesta dejar de acariciarla y mirarla mientras sus labios no paraban de moverse por culpa del chupete. Se maravilla porque no puede creer que exista y que sea algo tan pequeñito que logre hacerlo tan feliz.

Y porque especialmente, la repentina presencia de Minho le asustaba. No era que creyera que el alto sospechara algo, sino que simplemente no lo quería cerca. Ni de él ni de Yoon. Lo quería lo más lejos posible. Ojalá a miles de kilómetros.

Ve como la menor suelta un pequeño quejido, casi despertándose, pero siendo más rápido y acariciándola con mayor cuidado.

-       ¿Por qué te tenías que parecer tanto a tu papá?

Los mismos ojos y el mismo color de cabello. Y los labios también.

Una caricia que no se termina y que queda en el medio de su pancita, mientras Taemin también caía rendido ante el sueño y las preocupaciones.

Preocupaciones que de pronto Minho, se había encargado de protagonizar.


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