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Labyrinthus por MissCooper

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Notas del capitulo:

Os dejo con el prólogo de la que es mi segunda historia publicada en esta web ^^

Espero que os guste!

 

Prólogo

 

 

 

La señorita Jessica Parker no estaba acostumbrada al trabajo de campo. Normalmente la mandaban tareas de secretaria y con suerte administrativas. Papeleo aburrido e interminable encerrada en el maloliente cuartucho de los archivos.

Jessica estaba más que aburrida de tanta letra. Ella había estudiado periodismo por otras razones.

 

De pequeña solía leer miles de libros, novelas de aventuras, históricas, sobrenaturales, e incluso poemas. Solía sumergirse en cada una de aquellas historias, hasta el punto de sentirlas como propias.

 

No, no estudió la carrera para archivar papeleo ni servir cafés. Quería calle, conocer más sucesos y tener el privilegio de plasmarlos en un papel para que todo el mundo pudiese saber de ellos.

 

Estaba muy quemada con su trabajo, empezaba a odiarlo. Tanto que se estaba planteando dejarlo. Pero entonces le dieron ese trabajo, ese pequeño trabajo que nadie quería cubrir, pero que Jessica estaba pidiendo a gritos.

La mandaron al centro de salud mental Annette Halmilton para entrevistar al señor Marcus Ricks.

 

Había sido recientemente internado por asesinar a su mujer y dos hijas.

¿Por qué estaba en un psiquiátrico y no en prisión?. El insistía en su inocencia, es más, sabía quien había sido el culpable. <<¡El hombre sin cara!>> Gritaba por los pasillos del centro mientras forcejeaba con los celadores.

Las investigaciones de la policía únicamente le situaban a él en la escena del crimen. Le declararon culpable y mentalmente inestable. Fue recluido en el Annette Halmilton condenado a pasar su vida como un demente asesino.

La gente se aglomeraba en las puertas del centro portando pancartas. A gritos de manifestantes, pedía cárcel para aquel hombre. Otros más extremistas incluso la pena de muerte. Todo esto se calmó una semana después, cuando el asesinato ya no era noticia.

El periódico donde trabajaba Jessica quería quitarse ese tema de encima. Cuando la marea de personas agitaban el caso, todos se peleaban por un minuto con el famoso psicópata. Pero cuando las televisiones dejan de enfocarlo, lo que antes era primera página, pasa a sucesos sin importancia . Lo que fue un posible premio pulitzer solo es basura.

Jessica miraba con recelo las puertas del centro de salud mental. La mano le temblaba, era su primer trabajo y no estaba acostumbrada a sentarse cara a cara con un asesino. Tendría seguridad con ella en la misma habitación, pero aún así... había mucho que dejar atrás antes de cruzar esas enormes puertas.

Respiró profundamente, colocó su camisa y revisó las preguntas.

-¿Va a pasar?-Un amable abuelete vestido como un gánster de los sesenta, abrió la puerta ofreciéndole pasar a nuestra querida reportera.

-¡Sí!, Muchas gracias. - Entró sonrojada al avergonzarse de su incertidumbre y nervios.

-¿Viene a visitar a un familiar o a ingresarlo?.- La voz del señor era muy amable. Llevaba en sus manos una tarjeta de acceso con su nombre, Robert Red.

Jessica se rió con el comentario de aquel hombre. Era lo que necesitaba, liberar un poco de tensión con alguna broma.

-Ninguna de las dos, vengo a entrevistar a un paciente.

Avanzaban a lo largo del Hall del inmenso edificio. Los suelos eran de madera y las pareces lucían un color blanco sucio, blanco hueso.

-¿Es usted periodista?, ¡vaya!. Una chica guapa y lista.- Acompañaba las frases con una risita corrompida por la tos de sus desgastados pulmones. -¿Puedo preguntar el nombre del periódico?

-Claro, soy reportera del Diario BC.- Reforzó sus palabras sacando la acreditación que le habían dado para cubrir el reportaje.

-Buen periódico, si señorita.- Aquel hombre miraba su reloj cada poco tiempo. Seguramente tenía una cita a la que acudir, un familiar al que visitar. Nunca supe esa parte de la historia.- Debo dejarla, espero que tenga suerte con su trabajo.

-Muchas gracias, señor. Que tenga buen día.-Aquella mera interactuación le había dado fuerzas para continuar con su trabajo.

 

Caminó hasta recepción con la mayor seguridad del mundo.

-Buenos días, soy Jessicar Parker del diario BC, tenía concertada una entrevista con el señor Ricks.

Se dirigía a una mujer rubia de unos cincuenta años. Llevaba el pelo recogido en un moño y un traje color pastel. Muy formal.

-Espere un segundo señorita Parker. - La secretaría marcó las teclas del teléfono para confirmar que todo estaba preparado.

Jessica seguía observando la entrada del edificio. Nunca antes había estado en un sitio como aquel. No tuvo necesidad de hacerlo.

Había sillones con revistas para los familiares de los pacientes. Y algunas máquina expendedoras de bebidas y aperitivos. Nada que no estuviese en un hospital o centro de salud.

Mientras se distraía observando cada rincón de la primera sala, aparecieron dos hombres uniformados con trajes de seguridad.

-Señorita Parker. Ya puede pasar. Estos hombres le acompañaran para evitar posibles altercados.

-Muchas gracias.- Pasaron unas puertas metálicas para infiltrarse dentro del centro. Cada vez que avanzaban por el centro, la cosa iba cambiando. El elegante blanco hueso de las paredes, se volvía gris sucio. El suelo de madera era sustituido por piedra fría, y los sillones de cuero por habitaciones con barrotes.

Uno de los guardias tomó la delantera para abrir una de las celdas.

-Ésta es.

Jessica se adentró con miedo. El ambiente le ponía los pelos de punta, olía a humedad por todas partes y la depresión casi se podía masticar. No entendía muy bien como una entrada tan aparente podía tener unas instalaciones tan descuidadas...¿o acaso solo eran aquellas?.


Armándose de valor consiguió entrar en la habitación. Había un hombre moreno, de unos cuarenta años. Estaba encadenado a una silla, con la mirada ausente y lleno de rasguños.


-Hola señor Ricks. Me llamo Jessica Parker. Quería hacerle unas preguntas para el diario BC.

El declarado asesino congeló a la reportera con una mirada casi fulminante.

-Carroñeros. No tengo nada que decir a su estúpido periódico.-No tuvo más remedio que tragar saliva.

 

Habían dispuesto una silla en el interior de la sala para ella. La agarró con cierto tembleque y tomó asiento.

Repasó de nuevo sus papeles, el guión preparado para la entrevista y todo lo que le habían enseñando en los cuatro años de carrera. Aunque ya sabía que nada de eso iba a servirle en ese momento.

-Señor Ricks...Si me permitiera unas preguntas.

Movió la silla unos centímetros hacia atrás al ver que aquel hombre gritaba forcejeando con sus ataduras.

-Ya he hablado con suficientes de vosotros. ¡Lárguese!- No se lo iba a poner fácil. Pero ella no había sido educada para rendirse con tan poco .

 

El padre de Jessica era bombero, la había educado en la valentía y perseverancia. Y no saldría de allí sin al menos un par de respuestas.

 


-Sé que le han entrevistado muchos compañeros. He leído cada reportaje sobre usted, incluso los que no fueron editados. Pero , si me permite la observación. Todos y cada uno de ellos iban con prejuicios ya estipulados. Hablan del echo pero no de la historia....Si me lo permite, me gustaría oír su historia.

Esas palabras sorprendieron a Marcus. Desde que le apresaron solo había dado con gente que le conocía como culpable. Incluso su abogado le dio por perdido jugando la moneda de la salud mental. Pero...¿Quién iba a creerle?¿ Un hombre sin cara era el asesino? … era mucho más convincente que el padre de familia en un pico de locura asesinara violentamente a toda su familia.

Una lágrima se deslizó por la cara de aquel hombre. Levantó la mirada hacía Jessica y afirmó con la cabeza.

-Le contaré mi historia, pero no va a creerla.

En ese momento no pudo evitar que se le curvasen los labios en forma de sonrisa. Había conseguido amansar al famoso criminal.

-Pruébeme.


Marcus carraspeó la garganta. A juzgar por su rostro podría llegar muchas horas sin beber una gota de agua.

-Era sábado por la noche cuando pasó todo. Yo había salido del trabajo tarde, me dedico a la construcción y a veces nos meten mucha presión con las entregas de los edificios.
Decidí ir a tomarme un par de cervezas antes de ir a casa, únicamente quería relajarme un poco. Y sabía que Mila estaría con los niños.-La historia se paró al pronunciar el nombre de su mujer.

 

Jessica quedó asombrada.¿Cómo un asesino puede quedarse sin habla con tan solo pronunciar un nombre? ¿Estaría arrepentido?.

-Sabía...que estaría con los niños....Esa noche había un partido de béisbol, los Kinstons Indians contra los Airhogs. Lo televisaban en el bar aquella noche.
Terminé mi cerveza y miré la hora. Era tarde y Mila estaba a punto de servir la cena.

Pagué al camarero y volví a mi coche. Recuerdo que sonaban los Beatles, Twist and shout era la canción.
Crucé la puerta de mi casa tarareando lo que había oído en la radio. La luz de la entrada estaba apagada, y eso me pareció raro. Extendí la mano hacia el interruptor para alumbrar la habitación pero la luz no funcionaba, se había ido.

Grité el nombre de mi mujer, pero nadie contestaba. Preocupado caminé a tientas por la casa, gritando el nombre de mis niñas. Grité una y otra vez hasta que las encontré a Mila tumbada en el suelo del salón.

Marcus paró de nuevo. Mantuvo la cabeza agachada durante unos minutos intentando controlar las lágrimas.

Esa escena a Jessica le paralizó el corazón. ¿Cómo era posible? ¿Si era culpable, cómo podía emocionarse así? ¿Y si su historia era cierta? ¿ Por qué no investigaron otros culpables?.

-Estaba en el suelo... yo corrí desesperado hacia ella, pero resbalé con algo antes de llegar al suelo. Toqué aquel líquido que me había echo tropezar, y vi que era sangre. Un camino de sangre que terminaba en el cuerpo de mi esposa.

Corrí hacía ella horrorizado, alguien le había arrancado los ojos...


A Jessica le costó poder tragar saliva. Era una historia espeluznante.

 

-Recordé que mis hijas también estaban en casa. Desesperado subí las escalares hacía sus cuartos gritando sus nombres. Y entonces le vi.

-¿A quien?- Había conseguido toda la atención de la joven periodista, estaba metida en su narrativa, deseando creer cada palabra que saliese por su boca.

-¡Al hombre sin cara!. ¡El las mató! ¡Ese ser demoníaco!... oh dios, era espantoso... mis pobres niñas.- En ese momento volvió a alterarse, gritando y forcejeando de nuevo con esa silla.

Los miembros de seguridad entraron en la sala agarrando al psicópata y administrándole un calmante.

-Creo que debería irse.-Jessica obedeció las ordenes saliendo de la institución mental.

 

Había escuchado aquel cuento, con intriga, drama y asesinados. E incluso seres sobrenaturales.
Por momentos había tenido el corazón encogido en un puño, creyéndose cada palabra. Había tanto dolor en él... Aunque había comprendido porque nadie creyó su historia. ¿Hombre sin cara? ¿ser demoníaco?. Quizás si que estaba loco después de todo.


Caminó hasta su coche, un pequeño toyota rojo aparcado cerca del centro. Rebuscó en su bolso las llaves y abrió las puertas del auto desde unos pocos metros de distancia.

-¡Disculpe!- una mujer con bata se dirigía a toda prisa en busca de la periodista.

-¿Si?- La desconocida consiguió alcanzarla. Tomó un segundo para respirar y poder explicar por qué le había parado.

-¿Es la reportera que habló con el señor Ricks?

 

-Así es.¿ Quién es usted?- Como buena reportera le gustaba hacer ella las preguntas.

-Soy Allyson Mells. Psiquiatra del centro Halmilton.

Jessica se tomó unos instantes para analizar a aquella mujer. Era una chica de unos veinticinco años, pelo negro y ojos azules. Llevaba una de esas gafas de pasta que estaban tan de moda y una bata médica con el logotipo de la institución clínica.

-¿Qué quiere de mí?.

-Preguntarle sobre Ricks...¿Qué le ha contado?.

Miraba a esa extraña mujer con recelo...si era psiquiatra de ese lugar ya sabía más o menos que me podía haber contado.

-Su historia, el hombre sin cara... nada que no hayamos oído... Pero... había algo que me desconcertó

La mujer llamada Allyson frunció el ceño preocupada.

-¿A qué se refiere?

-Me lo creí... Hasta que empezó a hablar de seres de otro mundo creí en su inocencia. Había tanto dolor y verdad en su mirada... no sé. Espero que encuentre la paz por lo que hizo en el Halmilton.

Mells miró a Jessica un breve momento antes de decidir que esa conversación había terminado.

-Claro que se la creyó.

-¿Por qué dice eso?- Aprovechó esa pregunta para darle la espalda a la doctora y guardar las cosas en el asiento del copiloto de su coche.

-Porque todo es verdad. El hombre sin cara existe.

Jessica se aceleró para darse la vuelta y replicar a esa afirmación. Pero cuando lo consiguió la misteriosa mujer ya había desaparecido.


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