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Cómo ser Auror por PukitChan

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Notas del fanfic:

Advertencias: Slash/Lime/EWE
Género: Romance/Humor
Disclaimer: Harry Potter, personajes, mundo, hechizo y cualquier cosa que reconozcan pertenece a J.K. Rowling, y esos multimillonarios que se hicieron más multimillonarios después de adquirir sus derechos. ¿Entonces por qué escribo? Porque soy una pobre loca que disfruta de esto y le gusta el desmadre. Así que… sí, sigo siendo pobre y estoy demente. 
Más advertencias: Si no le entendiste a las abreviaturas, aquí lo dejo más claro; esta historia contiene relaciones homosexuales que podrían causarte o un trauma o un nuevo gusto. También ignoro de manera monumental el epílogo del último libro. Así que, sobre aviso no hay engaño. 
En esta historia: Es una serie de viñetas sobre los tres años que Harry y Draco pasan en la academia de aurores. Es liviana y simplemente otra historia que surgió con el fin de hacer sonreír.

Notas del capitulo:

Ok. Estoy de loquilla iniciando con esta historia que emergió hace unas horas mientras regresaba de la Universidad. Jajajaja xD ¡Serie de viñetas!

Cómo ser Auror
(Y no morir en el intento)


Por:
PukitChan

I
Primer año:
Regreso



No había muchas profesiones que le interesan a Harry Potter. De hecho, de niño sólo pensó en una lo suficientemente interesante para llamar su atención: Auror. Merlín, ¿acaso no le había bastado ser perseguido por el mayor demente de la historia del mundo mágico? No, tenía que escoger esa profesión donde, al parecer, estaba dispuesto a cavar su tumba solo. 

Bueno, no es como si los demás se lo estuvieran impidiendo. 

Pero antes de ser Auror quería vivir y experimentar. Si se iba a arrojar al destino, lo haría a su manera, desde un precipicio. Por eso un día sin más tomó una mochila, dinero, su varita y confío que la suerte le sonriera una vez más. La verdad es que tenía que admitir que era un bastardo con suerte. Mira que no todos los días te arrojan dos Avada Kedavra y vives para contarlo. Pero ése era él: el niño que vive, y vive… y sigue viviendo… y… puta madre, parecía un jodido gato con eso de las nueve vidas.

Je. El gato-que-vivió, orgullo de Gryffindor, la casa de los leones. Apostaría lo que fuera a que Rita Skeeter sacaría el máximo provecho a ese título. ¿Por qué aún no se le habría ocurrido? Eso sí era un misterio. 

El caso era que un día Harry decidió un viaje sin más, sin premeditarlo. Despidiéndose de todo lo que conoció, y ganándose muchos enfados por ello, se marchó. Durante un año no supo qué pasó con Hermione, Ron y Ginny, ignorando de manera total la existencia del mundo mágico. Por 365 días se dedicó a vivir alocadamente, como un joven cualquiera de su edad. Experimentó de todo, sexo, alcohol y de vez en cuando algunas drogas. 

Y después de despertar en la cama de un sujeto cuyo nombre desconocía, en un lugar que ignoraba dónde era, llegó a la muy brillante deducción de que prefería el sexo gay. ¿Y Ginny? Oh, bueno, estaba seguro de que en esos momentos, donde sea que ella estuviera, también estaría disfrutando a su manera. La conocía demasiado bien como para sorprenderse por ello. 

Pero de alguna forma, Harry había regresado. Era sorprendente cómo cambiaban las cosas tras una guerra. Descubrió que poco a poco el mundo mágico se había puesto en pie una vez más, seguido de las personas.

Hermione fue la única que se enteró de su regreso y fue también la única persona a la que las protecciones le dieron el paso cuando atravesó la horrenda Grimmauld Place. Para su sorpresa encontró a un Harry Potter cambiado. Maduro, con la dureza que la guerra había impreso en él, sí, pero también con una expresión más relajada y feliz. Realmente feliz, satisfecho con su vida y la locura que ésta había sido. 

Cuando él giró su rostro para ver a su amiga, sin poder evitarlo, Hermione se sonrojó sutilmente. Quizá era la oscuridad que rodeaba la casa o el año de ausencia que habían tenido, pero esos ojos verdes que la recorrieron, también la avergonzaron. Por primera vez en su vida, se sentía… bueno, mujer frente a su amigo. 

—Hola, Hermione —saludó Harry, como si apenas la hubiera visto una tarde atrás y no un año antes—. Seré Auror. 

Ella ladeó el rostro y carraspeó.

—Eh… ¿bien? Seguro que el Ministro te dará el permiso para acceder a la academia pese a que no tengas los E.X.T.A.S.I.S. 

Harry asintió, con una sincera sonrisa en los labios mientras, finalmente, Hermione se sentaba a su lado. 

—Por supuesto que lo hará. Le mandé hace unas horas una lechuza, sorprendido de que haya aparecido y nadie lo notara. El punto es que en dos semanas empieza el entrenamiento. 
—Aún queda tiempo —afirmó ella, aún asombrada de la natural fluidez con la que emergía su conversación—. Harry… ¿hablarás con Ron y Ginny?

El moreno rió.

—¿Y ellos? ¿Crees que quieran hablarme? Cuando me fui estaban más molestos que tú. No creo que ninguno de los dos haya detenido su vida para esperarme otra vez, ¿o sí? 

Hermione sonrió y negó. Harry tenía razón, pero no parecía molesto. Después de todo, nadie había hecho promesas sobre nada. Su amigo más que nadie tenía el derecho de hacer lo que deseara. 

—Descuida Hermione, después de este año, creo que me animaría a darle más a Charlie que a Ginny. 

Y por la risa que lanzó de su expresión mientras se ponía de pie para preparar té, Hermione supo de inmediato que no bromeaba en ese aspecto. Ella se limitó a encogerse de hombros. En un año, después de todo, pasan muchas cosas. 

Tal vez demasiadas cosas. 


 


—Estamos muy contentos de que decidera aceptar ser Auror, señor Potter. Sabe que generalmente solicitamos ciertos requisitos, pero usted merece siempre una excepción. Por eso no dudamos en aceptar su solicitud al programa, y estoy seguro que estos tres años en la academia serán más que satisfactorios para todos. 

Quien hablaba y guiaba a Harry por aquel laberinto de caminos era el Jefe de Aurores. Contrario a lo que el moreno esperaba, la academia de preparación estaba ubicada en una zona indetectable y lejana a cualquier pueblo muggle, ideal para realizar cualquier práctica de campo. 

—…tendrá libres los fines de semana, puede permanecer en la academia o bien, regresar a ver a sus familiares. Trabajará con otro muchacho de su edad, que también acaba de ser aceptado. Será su compañero de habitación y de entrenamiento. De lo mejor en ese sentido, señor Potter, porque será como su hermano por tres años, que es lo que dura el programa. 

Harry se detuvo, porque el Jefe de Aurores así lo hizo. El hombre le dedicó una mirada de apoyo y le enseñó la puerta, animándole a continuar. Extrañado por el gesto, Harry la abrió… y ciertamente quien estaba ahí, era la última persona que esperaba encontrar.

—Él es Draco Malfoy… y a partir de ahora su compañero de habitación y entrenamiento.

El hombre rubio se puso de pie mientras una sonrisa arrogante, que no ocultaba su desagrado, se dibujó en sus labios.

—¿Qué…?


«…Hermione, si demasiadas cosas cambian en un solo año… ¿te imaginas cuántas más lo harán en tres?»

Notas finales:

¡Hola! ¿Qué tal todos? Muchas gracias a quien se anime a acompañarme en este proyecto. A decir verdad, fue duro animarme a publicarlo, pero llegó un momento en el que lo vi necesario. Es escrito para relajarme debido a la carga emocional que mantengo con otra historia. Jajajaja. 

De cualquier manera, será una serie de viñetas que narren la vida de Harry y Draco siendo Aurores en entrenamiento. Puro desmadre, jajajaja. ¡Muchas gracias a quien se anime a leer y más gracias si me dejan un review a su humilde escritora! Un beso enorme. PukitChan, la escritora perdida.


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