Eran las cinco de la tarde en un día otoñal. Y como todos los días a las cinco de la tarde de un día otoñal, la pequeña tienda de ropa que la familia de Baekhyun poseía estaba solitaria. La gruesas gafas de pasta negra ayudaban a Baekhyun a tapar las gruesas bolsas negras que habían aparecido bajo sus ojos y al ser de mala calidad no ayudaban a Baekhyun a ver mejor, si no todo lo contrario. Estaba detrás del mostrador leyendo un libro que había releído millones de veces pasando las páginas y rememorando las palabras que parecían cobrar vida en la mente de Baekhyun. Sonaron las campanas que anunciaban la llegada de un cliente. Minutos más tarde un joven se acercó al mostrador, carraspeando suavemente para hacerse notar.
-Perdone señor ¿podría decirme cuánto cuesta ésta prenda? – Baekhyun cogió la prenda la miro ligeramente y con voz distraída le dijo el precio.
Siguió oyendo pisadas por toda la tienda hasta que oyó el tintineo de las campanillas para despedir al cliente. Solo en ese instante Baekhyun despegó la vista de su libro para mirar al extraño y mientras veía su alta figura alejarse, enfundada en unos vaqueros gastados y una gorra sobre una capucha, pensó que no sabía para que iba allí a dar vueltas si no iba a comprara nada.
Eran las cinco de la tarde en un día invernal. Y como todos los días a las cinco de la tarde de un día invernal, la pequeña tienda de ropa que la familia de Baekhyun poseía estaba ocupada por un único cliente. El mismo chico alto de siempre, con distintos vaqueros, distintas gorras, distintas capuchas y distintos cortes de pelo pero siempre eran los mismos pasos dando vueltas por la tienda cogiendo una prenda diferente cada día y preguntando por el precio. Y como siempre Baekhyun intentaba no separar la mirada de su libro, releyendo las mismas líneas una y otra vez intentando no perder la concentración por aquel atractivo joven.
Porque Baekhyun no podía evitar pensar en cómo sonreía cuando le preguntaba el precio de una nueva prenda, ni cómo uno de sus ojos se cerraba más que el otro. No podía evitar despegar los ojos de las letras negras parando la imagen de un nuevo mundo en su cerebro y cambiándola por un joven extraño, ya se sabía cada una de las características de aquel chico, como si sólo se tratara de otro personaje más de sus libros, uno que había releído cientos de veces y en el que cada capítulo era exactamente igual al anterior. Y es que a Baekhyun le gustaba ver la vida como un libro, en lo que todo, incluso lo más extraño y aterrador podría pasar y le gustaba ver a la gente como personajes, cada uno con sus rarezas y a veces incluso imaginaba que él era el narrador de la vida entera y que sabía cada uno de los pensamientos de la gente que le rodeaba, pudiendo moldear su destino. Y Baekhyun tampoco puedo evitar pensar que este personaje era uno de sus favoritos. Era el personaje que hace falta en todo libro, aquel que tenía un secreto y tenía que guardarlo en su interior. No pudo evitar pensar en cómo le gustaría poder narrar un poco más sobre él, poder decir su nombre en vez de “el misterioso joven” o “Aquel extraño chico” pero parecía como si la máquina se hubiera quedado sin tinta y como si las palabras que querían salir de su garganta murieran en sus labios. Cada uno de los capítulos que escribía en su mente terminaban igual “Todavía me pregunto por qué viene todas las tardes a la misma hora a esta tienda, para salir como entró, con las manos vacías”.
El misterioso joven ahora sacudía hacia un lado su castaño pelo mientras observaba una prenda de mujer. Otra de las tantas cosas que Baekhyun no podía evitar era preguntarse si estaría mirando esa blusa para su madre, su hermana o su novia. Se dio cuenta de que llevaba rato mirando fijamente cada uno de los movimientos de aquel extraño chico cuando él le miro y sonrió de lado. Los ojos de Baekhyun volvieron a su libro, con las manos temblorosas y el pulso atronándole en los oídos. Tiempo después, tiempo en el que Baekhyun no se permitió despegar la vista de su libro, sonaron las campanillas de la puerta despidiendo al misterioso joven. Y una vez más Baekhyun no puedo evitar mirar cómo se enfundaba en su chaqueta de cuero marrón se subía la cremallera hasta arriba, con el cuello alto tapándole los labios rosados y se alejaba, una vez más, de su tienda y de su vida.
“Todavía me pregunto por qué viene todas las tardes a la misma hora a esta tienda, para salir como entró, con las manos vacías”
Eran las cinco de la tarde en un día primaveral. Y como todos los días a las cinco de la tarde de un día primaveral, la pequeña tienda de ropa que la familia de Baekhyun poseía estaba ocupada por un único cliente. El mismo chico alto de siempre, con distintos vaqueros, distintas gorras, distintas capuchas y distintos cortes de pelo pero siempre eran los mismos pasos dando vueltas por la tienda cogiendo una prenda diferente cada día y preguntando por el precio. . Y como siempre Baekhyun intentaba no separar la mirada de su libro, releyendo las mismas líneas una y otra vez intentando no perder la concentración por aquel atractivo joven. Porque Baekhyun no podía evitar notar cómo él le miraba, y no podía evitar notar cómo él se reía suavemente cuando Baekhyun se sonrojaba cada vez más con cada mirada. Pensó en que quería escribir cómo su risa sonaba, como si de una flauta se tratase. Quería escribir cómo se sentía cada vez que notaba su mirada puesta en él, como si su corazón fuera a explotar. Pero no escribía nada de ello y una vez más, después de las risas y de las miradas robadas las campanillas de la tienda sonaron anunciando que se iba. Baekhyun no pudo evitar fijarse en los tersos músculos que su camiseta de manga corta descubrían. Y no pudo evitar pensar en cuál sería la sensación de tenerlos a su alrededor.
“Todavía me pregunto por qué viene todas las tardes a la misma hora a esta tienda, para salir como entró, con las manos vacías”
Eran las cinco de la tarde en un día veraniego. Y por primera vez a las cinco de la tarde de un día veraniego la pequeña tienda de ropa que la familia de Baekhyun poseía estaba solitaria. Baekhyun no pudo evitar mirar el reloj repetidas veces y mirar las campanillas estáticas sobre la puerta de cristal. No pudo evitar mirar por encima de su libro a través de los escaparates de la pequeña tienda. Y por primera vez en mucho tiempo Baekhyun se preguntó por qué él no vino como todas las tardes a la misma hora, para salir como entró, con las manos vacías.
Eran las nueve de la noche de un día veraniego. Y como todas las noches a las nueve Baekhyun veía las noticias en la tele de su solitaria habitación. Ésta vez Baekhyun no pudo evitar cerrar los ojos llenos de lágrimas y pensó en cómo quería escribir sobre aquel extraño chico, aquel que había sido arrollado por un coche a las 4:55 de la tarde de un día veraniego. En cómo sus largas piernas tropezaban de vez en cuando con el suelo entarimado de la tienda que su familia poseía y como sonreía avergonzado, de la misma forma en que había tropezado en la calle justo antes de cruzar. Quería escribir sobre cómo se sentía al ver la grabación que la cámara de seguridad había hecho. Quería escribir como esas largas piernas corrían sin mirar por la carretera, en el camino que él siempre tomaba para llegar a la tienda y como un coche había impactado contra su alto cuerpo. Quería escribir sobre la manera en que la sangre se acumulaba debajo del cuerpo y quería escribir la manera en que su corazón se estaba rompiendo. También quería escribir como sus llantos despertaron a su madre, cuando la foto de aquel extraño chico salió en las noticias, con un letrero debajo en el que se podía leer Park Chanyeol. Quería escribir sobre como su madre le rodeaba los hombros intentando consolarle por algo que no entendía.
Pero Baekhyun no escribió nada de eso. Tampoco volvió a imaginarse la vida como si él fuera el narrador y pudiera moldear el destino de los demás. Porque pensó que en la vida ya podían suceder cosas lo bastante extrañas y aterradoras para Byun Bakhyun.