Una mansión esconde muchos secretos y es obligación de sus sirvientes el resguardarlo. 

Cuando un joven escritor es invitado a la mansión Wells va con la esperanza de desvelar el misterio detrás de la inusual invitación.

Un joven, un amo siniestro y un grupo de invitados poco usuales en el evento del siglo.

¿Qué se esconde tras las paredes en la mansión de la Camelia Dorada?

Contempló el vendaje de su mano derecha detenidamente, a la luz de la fogata recordaba con precisión cada uno de los eventos antes y después, lo que mas le marcó de todo ello fue ver la sonrisa y lágrimas del terco pelinegro, marcando ese el inicio del latir desenfrenado de su corazón cada que lo tenía enfrente.
Le amaba desde lo mas profundo de su alma, ya no podía negarlo mas, y aunque desconocía si era correspondido, de una cosa estaba seguro, el lazo que compartían era irrompible.

Sonrieron sin darse cuenta, los ojos no se despegaban el uno del otro, causando la inmersión hasta el centro mismo de sus almas.

Algo que sólo podía describirse como Amor.

En su estado más puro.

Sentía en sus labios aquella calidez nuevamente, inundando sus sentidos, así como aquella escencia con olor a menta y chocolate, tan característica del oji-negro. Se movían sobre los suyos muy suavemente, una caricia tierna, sintió su lengua delineando el borde de sus labios en una petición muda que respondió casi al instante, abriendo la boca para darle paso a su lengua. En cuanto se lo concedió el beso se tornó en uno más pasional, una lucha de lenguas se inició entre ambos, siendo el vencedor el que estaba sobre si. Reaccionó al sentir como su labio inferior era jalado suavemente por los dientes ajenos, logró hacer que se separaran bruscamente sacándole un gemido de dolor y placer al mismo tiempo. Lo observó con los ojos enterrados, tratando de regular su respiración, su pecho subía y bajaba en una cadencia irregular.

One-shot Sasu-Naru