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patyunam [Contactar]

Usuario: patyunam [Contactar]
Nombre: Laura Paty
Miembro desde: 07/01/14
Tipo de usuario : Miembro
Bio:

Mi nombre es Laura Paty, tengo treinta y dos años.


Terminé la licenciatura en filosofía. Como podrán ver, creo que me he vuelto un poco adicta a escribir fanfic de Koi suru boukun. Me fascina imaginar y crear, pues soy una persona fantasiosa llena de ideas locas que antes solían vagar en mi cabeza y hace poco comencé a darles vida a cada una de ellas.


Creo en el amor que no muere y que perdura por la eternidad, siempre y cuando ambos se esfuercen por sacarlo adelante como una construcción.


Me gusta escribir con mucho romance meloso y además con escenas de pasión bastante gráficas.


Finalmente puedo decir que las mejores cosas de la vida vienen de nosotros hacia los demás en nuestras acciones, por lo que adoro ayudar a otros dentro de mis posibilidades.


Por último agradezco a mi amiga Gabriela Ibarra que es la que me apoya con sus ilustraciones para cada historia que sale de mi imaginación, además de siempre darme el visto bueno como mi beta.

Sexo: Mujer


Fanfics [40]
Reviews [15]


Fanfics por patyunam

Competencia de amor (fanfic koi suru bokun) por patyunam

No menores de 16 años; Reviews2
Resumen: El intercambio de mentes de un Souichi con su reencarnación futura, ocasionará un radical cambio en las vidas de los cuatro personajes. Todo con la finalidad de poder volver a conocerse.
¿Un Morinaga sexoso al lado de un Souichi rebelde sin prejuicios?
Un sempai que debe conquistar conquistar su corazón para darse cuenta que el suyo ya está enamorado.

Cómeme a besos (fanfic koi suru boukun) por patyunam

No menores de 18 años; Reviews1
Resumen:

Una historia de hombres lobo en la cual veremos a un tierno Souichi de 18 años escapando de su mundo y encontrándose con un Morinaga de más maduro que lo protegerá de la manera más tierna.



Jamás sueltes mi mano por patyunam

No menores de 18 años; Reviews0
Resumen:

Iván se topa inesperadamente con un misterioso caballero al que conquista sin saber su más grande secreto, que no será un problema, sino las cosas más ordinarias los pondrán a prueba. Los lazos atados deberán resistir los embates de la realidad que los rodea, con tal de continuar compartiendo su dulce amor.



Domina mi corazón por patyunam

No menores de 18 años; Reviews2
Resumen:

Un hombre lobo, Ren Khoeli, poderoso, orgulloso y fiero, se topa con Erick un hombre mitad demonio que se encargará de hacerle ver lo frágil que es. El problema es que su pasión será refrenada por la pequeña y celosa hermana de Ren, la pequeña Valen.



El mejor regalo de mi para ti por patyunam

Todos los publicos; Reviews1
Resumen:

Las reflexiones de Souichi sobre su cumpleaños y la forma en la que sabotea la celebración nos llevan a ...? ¿Qué hará Morinaga para calmar aquella soledad?



Ángeles blancos de alas negras por patyunam

No menores de 16 años; Reviews1
Resumen:

Los ángeles caídos no pueden amar, pero Tyler irá contra los designios impuestos al lado de su inseparable Castor. ¿Es posible ir contra los designios del creador?



A larga distancia frente a ti por patyunam

No menores de 16 años; Reviews1
Resumen:

Morinaga conoce a Souichi por error pensando que es una chica, mucho antes de que los hechos ocurridos en el manga dieran lugar, además de que tienen que conocerse de forma distinta puesto que Tetsuhiro jamás abandonó Fukuoka.



Morinaga e isogai por patyunam

Todos los publicos; Reviews0
Resumen:

Es un Au donde pongo de pareja a Morinaga con Isogai, si no les gusta esa pareja mejor abstenganse. Lamento si rompo algunos corazones y me disculpo de antemano.



El afecto tirano por patyunam

No menores de 16 años; Reviews1
Resumen:

El acto más inesperado puede volverse la cosa más increíble en la mente de Souichi Tatsumi, descubrir y sacar a flote por completo aquellos sentimientos reprimidos que buscan salir de su corazón por una persona: Tetsuhiro Morinaga. (advertencia cambio de rol seme uke)



La leyenda de Okami y kuma por patyunam

No menores de 16 años; Reviews0
Resumen:

Nuestro corazón se rompió con aquél final, ver partir a Okami y a Kuma. Pero en realidad ese final era sólo el principio...

Para mi querida amiga Alexandra Díaz, te dedico esta historia esperando que te haga sentir todas las emociones que he sentido al escribirla. De todo corazón te agradezco siempre tu apoyo y te mando un abrazo.

.

Los personajes pertenecen a Hinako Takanaga y yo los haré que vuelvan para vivir felices por siempre. 

 

Cuenta la leyenda, que hace mucho, pero mucho tiempo, en un espeso bosque, existían un oso y un lobo que habían ido contra los designios de la naturaleza. Se decía que ambos eran machos y que sin importarles aquello, habían compaginado como una pareja. Como tal, habían gozado de los placeres de la vida y disfrutado la compañía mutua.

El problema con especies distintas, tenía repercusiones en el tiempo de vida del lobo que fue totalmente distinto al del oso y sin importar el profundo amor que tuvieran uno al otro, jamás podrían vivir los mismos años. A pesar de eso y a causa de los sentimientos verdaderos, se les dio la oportunidad de que sus espíritus continuaran habitando en aquél lugar, esperando una vez más, el poder volver a encontrarse.

El ser humano había sido azotado por plagas, por la naturaleza que terminó por detener el avance del progreso y por supuesto que aquellos supervivientes tuvieron que adaptarse una vez más al mundo salvaje que aguardaba por ellos, sin los artefactos que los hacían nocivos para el medio ambiente. De esa forma, que las personas que habían sobrevivido a tales catástrofes, encontraron la guía de ambos espíritus que protegieron su estadía, aguardando por la profecía que solían narrar los espíritus durante los sueños de los humanos.

Cierto día, los espíritus se habían esfumado, el clan de los Okami que tenía un líder, el señor Osamu, que siempre había sentido la presencia del espíritu protector, desapareció de pronto, al igual que el líder del clan de los Kuma llamado Toru, dejó de sentir al suyo.

Pero los humanos no habían aprendido nada y por diecinueve años que los espíritus del bosque habían dejado de guiarlos, las guerras comenzaron. El hambre de poder, la envidia, la necesidad de arrebatar lo que tiene el prójimo, pudo más con el amor a los semejantes, con el cuidado de la naturaleza y por supuesto con respetar la libertad de los demás. Sin los espíritus, la humanidad volvió a corromperse, la guerra se suscitó, había muerte, había temor y el estado de terror hizo que las personas más humildes sufrieran hambre en aquellas rústicas aldeas con chozas de madera y paja, ya que la gente se había alejado de los problemas que acabaron con los demás, en las enormes ciudades.

Dos aldeas se alzaron sobre los escombros de las antiguas ciudades de ese nuevo mundo. Estas aldeas llevaban el nombre del espíritu protector que literalmente había podido salvarles la vida, la aldea del norte Okami y la aldea del sur Kuma. Cada una con una estatua enorme de la bestia protectora y sabia, pero el respeto a estos espíritus junto con sus enseñanzas, se habían perdido con las batallas en las que los nuevos pobladores lucharon por obtener el control de todo lo que quedaba. Muy pocos conocían ya la profecía, de que cierto día, los espíritus cobrarían forma, con tal de guiar a los humanos a una época de paz y amor.

Tetsuhiro Morinaga había nacido en un humilde hogar en la aldea de los Okami, su padre había muerto en la batalla y ahora que había crecido lo suficiente, el jefe de la aldea pedía a su madre que le permitiera convertirse en un guerrero para otra de las invasiones que estaba comenzando a planear. La señora se había rehusado y debido a que las aldeas tenían pocos recursos y poca gente por tantas peleas, se vio forzada a acceder a enviarlo a la milicia.

Una tregua temporal luego de una cruel matanza que no dudarían los líderes de cada grupo en romper cuando se sintieran nuevamente fuertes, les había dado tiempo de obtener nueva sangre fresca. Los jóvenes que crecían a pasos agigantados, se veían obligados a estudiar combate en compañía de aquellos guerreros que habían sobrevivido, con tal de llevar recursos a su hogar, pues recibían la compensación económica que provenía de impuestos o tributos, aquellos trabajadores directos del líder de la aldea.

Fue así que el joven Tetsuhiro que acababa de cumplir sus dieciocho años se dedicaba todos los días a cazar por el bosque y traer para su pobre madre el sustento de cada día, además del tributo para el jefe de la aldea, que correspondía con la protección necesaria contra bandidos o contra las batallas. Así que el trabajo era duro, caminar por días con tal de encontrar lo suficiente y muchas veces regresar con cosas insuficientes. Las contribuciones altas con tal de pagar las planeaciones de invasiones, aunque de todas formas era mejor aquello que vérselas solos en el bosque a ser robados, ultrajados y perder todo. Pero Tetsuhiro era hábil para ocultar su rastro y sabía cuidarse a pesar de que no peleaba, podía esconderse de tantas formas. Desde muy pequeño pudo trepar a los árboles y dormir en las ramas más gruesas. Le agradaba mucho estar en la naturaleza a solas y buscar los recursos para su subsistencia junto con la de su progenitora.

Cierto día, mientras se encontraba nadando de un río, un par de tipos lo habían sujetado, el pobre chico indefenso intentó resistirse, pero desnudo, frágil y sin algo para defenderse, lo volcaron al suelo poniendo una mordaza en su boca:

— Mira esta preciosidad, tiene mucho que no veo una doncella y esta tierna piel seguro podrá ayudarme.

— ¿Dejarás algo para mí? La última vez yo compartí contigo. — Respondió el otro tipo.

El joven se sacudió con fuerza, no podía moverse un poco con el tipo que intentaba descubrirse con tal de ultrajarlo. En ese momento, un fiero joven de cabellos rubios saltó tumbando a uno de los tipos, y con agilidad golpeó al otro. Intentaron pelear por la presa que iban a profanar, hasta que con algunas patadas los devolvió al suelo. No tuvieron más remedio que escapar. El joven de cabellera larga y rubia desató Tetsuhiro que se sintió totalmente avergonzado, pues sus ropas estaban por ahí e intentó cubrirse pero tenía lodo en su cuerpo por la forma en la que había sido sometido.

— … gracias… lamento la molestia, y si lo que busca son mis víveres no he podido conseguir nada. Intentaba pescar esta mañana cuando esos tipos han intentado ultrajarme. Yo…

— Chico tonto, no te quitaré nada, sólo pensé que nadie debería tener ese destino, algunas chicas han sido raptadas por tipos como esos, no podía permitir que lastimaran a alguien.

— Por favor, aguarde un poco, si bien, no he conseguido nada todavía, soy bueno pescando y mamá me ha dado un poco de pan. Me agradaría compartirlo con usted. Subí mis provisiones en uno de esos árboles.

— No necesito nada, mi misión es sobrevivir un mes usando mis habilidades, con ayuda de un cuchillo y mi propio valor.

— Si lo ve de esa forma creo que sus habilidades lo han guiado a mí para que yo comparta, porque se lo debo como pago. Por cierto, me llamo Tetsuhiro Morinaga.

— Yo soy un viajero que seguirá su camino.

— ¡Por favor aguarda un poco! — gritó Tetsuhiro antes de verlo marcharse así como había aparecido. Tenía terror de que los tipos que habían corrido despavoridos, pudieran volver a terminar lo que habían comenzado.

— ¿Ahora qué quieres? ¿No te basta que salvara tu pellejo?

— Sólo un poco, le suplico su ayuda. Tengo miedo y me es indispensable pescar. Mamá morirá de hambre si no vuelvo pronto o será echada de casa.

Miró aquellos ojos verdes que reflejaron algo inesperado, una profunda necesidad. Ante sus ruegos, suspiró con enfado e intentó negarse, a pesar de que algo dentro suyo le impidió hacerlo y su propia cabeza le atemorizó completamente el tener esa extraña sensación como de conocerlo de alguna forma.

— Yo… me voy…

El chico de cabellos rubios que tenía por nombre Souichi Tatsumi escapó, o al menos eso le hizo pensar a Morinaga que un poco triste se metió a enjuagar su cuerpo enlodado, suspiró un par de veces y se apresuró a buscar peces en el río, antes de que algo malo pudiera ocurrirle. Aunque el río era largo y llegaba hasta su pueblo, los peces más grandes estaban lejos.

En cuanto Tatsumi estuvo un poco lejos, volvió escondiéndose entre unos matorrales, observando al joven que había rescatado. Lo miró pescar y se sorprendió de sus habilidades.

El fiero Souichi pertenecía a la aldea de los Kuma, nació en una familia acomodada y con influencias en el lugar, así que creció para ser un guerrero, lo cual sus padres no pretendieron que ocurriera. Pero el joven decidió aquello con tal de librarse de su compromiso matrimonial al que lo tenían sujeto, con la hija del jefe de la aldea Toru. Por esa misma razón, se impuso luego de su exhaustivo entrenamiento una prueba de valor, ya que lo pondrían a dirigir las tropas y volverse el líder del ejército. Este chico a pesar de que tenía la misión de tomar el control de la aldea Okami, dentro de sí mismo entendía que había algo malo en realizar ese cometido. De manera que además de sobrevivir por su cuenta, también quería conocer lo que la otra aldea tenía de salvaje y si de verdad era indispensable subyugarlos, claro que mirando a hurtadillas.   

Toparse con ese chico lo tenía extrañamente atraído y nervioso de verlo en el río desnudo, algo dentro suyo quería lanzarse a morder su piel. Aunque su cabeza le jugara trucos también se horrorizaba de imaginar esas cosas que le resultaron  desagradables  y a la vez extrañamente atrayentes. Lo observó un rato en la distancia cuando pescó, cuando guardó sus peces en un costalito. Caminó con ellos hasta un lugar del que bajó sus cosas, retiró escamas y las entrañas de los peces para salarlos y evitar su descomposición. Los colgó en una cuerda y entonces prendió fuego preparando su comida. El estómago gruñó de Souichi y Tetsuhiro que tenía un rato notando que alguien lo seguía expresó:

— ¿Por qué no me acompañas a cenar? Sé que estás ahí desde hace un rato y no me molesta compartir.

Avergonzado salió de su escondite:

— Yo no… es que no quería que te ocurriera nada.

— Toma uno por favor, será un gusto compartir contigo.

Souichi que solía estar bastante mimado en cuestiones de alimentación, no tenía otra opción más que tomar la comida que le era ofrecida. Al salir de su hogar, se rehusó a llevarse provisiones, supuso que podría conseguir del bosque frutas o que cazar animales podría ser simple como los combates, pero gran había sido su sorpresa que al adentrarse en el bosque y caminar horas y más horas, no había visto un solo fruto, sin olvidar que todos los animales que persiguió, no le fue posible atraparlos.

Se sentó en el suelo donde probó aquella comida que parecía ser una delicia.

— ¿Te gusta? — Preguntó curioso Tetsuhiro.

— No está mal…

— Sigo preguntándome una cosa, ¿De verdad has venido al bosque sin provisiones?

— ¡Qué no me has visto! Mis posesiones son lo que puedes ver.

— ¿De dónde vienes?  De alguna forma me pareces conocido.

— De una aldea que está saliendo de este bosque en el sur.

— Entonces tú eres un Kuma. Primero pensé que eras uno de los parias que andan en el bosque, sin embargo me alegra saber que no, ahora sí puedo hablarles a todos y contarles que los de la aldea Kuma son personas buenas como nosotros.

— ¿Tu eres un Okami? Creo que no pareces un salvaje bruto, aunque no puedo juzgar un pueblo completo por recibir ayuda de uno de sus individuos.

— De donde yo vengo nos dicen que ustedes son los salvajes pero veo que han sido cuentos, por eso me he negado a servir para la guerra. Creo que todo podría solucionarse con hablar.

— Las cosas no son tan simples chico. Si ustedes están planeando guerra, es porque son peligrosos para nosotros. Justo por eso debemos estar preparados.

— Yo creo que no debería. Le suplico conocer mi pueblo, hay tantas personas buenas ahí. Quisiera que se pudiera evitar que la gente muera, simplemente me gustaría que todos pudiéramos vivir en paz… papá murió durante la guerra.

Morinaga suspiró mirando a la distancia, conmovió al chico Tatsumi con esa mirada melancólica, por alguna razón su corazón se comprimió en angustia, ya antes había visto ese mismo gesto en él a pesar de que acababa de conocerlo. Las sensaciones de rechazo por los Okami se extinguieron y con tal de quitar ese nudo de su garganta expresó: 

— Tampoco creo que la guerra sea buena, pero hay que proteger a los seres amados. Y si tú me llevas a tu pueblo podría corroborar que todo estará bien y terminaremos con este problema.

— El camino es largo y seguro llegaremos mañana. Hoy tenemos que llegar un poco más lejos, con tal de que pueda llegar con mamá pues se nos terminan las provisiones.

— ¿Queda tan lejos?

— Así es, pero si es verdad que quieres detener la guerra, deberías venir.

— Qué más da….

Luego de comer caminaron un largo rato, con él sol a su favor, lentamente metiéndose en el horizonte y perdiéndose entre las ramas de los árboles que se extendían a lo largo del panorama. Cuando la tarde se hacía noche, Tetsuhiro se detuvo en un paraje extraño, con arbustos de follaje espeso pero pequeños.

— ¡Matsuda! ¡Señora Matsuda! — gritó un par de veces hasta que de en medio de dos arbustos apareció una anciana mujer con una sonrisa tranquila. Le entregó algunos de los pescados en un costalito y recibió también algunos bálsamos que ella preparaba.

— Veo que vienes como siempre con tu amabilidad jovenzuelo. — Se detuvo un segundo observando a Souichi que se quedó mirando a todas partes con fastidio. Se aproximó a él y le dijo extendiendo su mano para saludarlo: — Lo has encontrado finalmente.

— Buenas tardes señora. — Respondió fríamente Tatsumi, al tiempo que se incomodó de los ojos inquisitivos que no dejaron de acecharlo, por lo cual extendió la mano para devolver el saludo.

La mujer no soltó su mano, cerró los ojos abriéndolos con una sonrisa un tanto extraña. Tetsuhiro la interrumpió entonces:

— Y como siempre le suplico que se nos una a vivir en la aldea Okami.

— Ya sabes que la respuesta es no, mi pequeño amigo Kuma.

— Soy Tetsuhiro de la aldea Okami, señora Matsuda, siempre olvida que soy de ese lugar.

— No pequeño, pronto sabrás a que me refiero, porque lo has encontrado y ahora los espíritus podrán volver a encontrarse. Sabes, será una noche especial esta, así que busquen un refugio lejos de peligros y de la lluvia. La luna estará a su favor y hoy estará oculta para que puedan mirar el interior.

— Gracias por sus consejos señora Matsuda, aunque no entendí mucho, únicamente lo que dijo sobre la lluvia.

— Descuida, ahora que están juntos, pronto las cosas cambiarán. Gracias por tus atenciones,  y te aseguro que podré devolverte el favor.

— Muchas gracias, espero que un día pueda venir conmigo, porque será bienvenida en mi casa.

— Vayan chicos que las nubes de la tormenta vienen.

Un viento gélido comenzó a azotar el bosque, las ramas vapulearon por todas partes, golpearon a los chicos que corrieron con tal de buscar algún refugio. Finalmente hallaron una cueva que se alzaba y con precaución ingresaron temerosos de encontrar algún oso durmiendo la siesta. Morinaga que sabía prender fuego, creó una antorcha con los pocos aditamentos que traía entre sus provisiones. Lentamente caminaron buscando el fondo del lugar y había algunas ratas, arañas y moscos que escaparon al percibir la luz con el calor de la antorcha. Prendieron en la entrada una fogata para espantar a toda creatura, cuando la tormenta comenzó a caer con fuerza. Incluso los leños que ardían poderosamente parecían mojarse y disminuir su influjo.

— Menos mal que llegamos aquí, mojarse es malo cuando no puedes cambiar tu ropa. — Expresó Morinaga suspirando.

— Es cierto...

Se sentaron un rato a mirar la lluvia caer, hasta que el sueño los venció uno al lado del otro en una suave piel que Tetsuhiro colocó en el suelo para que descansaran. Las horas volaron y no lejos de ahí, la hechicera Matsuda, aquella viejecita sabia que poseía un extraño don con las creaturas del bosque, había descubierto al par de espíritus que habitaban en esos nuevos cuerpos. Conocía la leyenda que decía que un día no muy lejano, los espíritus guardianes volverían para proteger y guiar a los humanos. Con el afán de ayuda, convocó al par de poderosos espíritus, sobre el fuego y en la oscuridad de la luna nueva que buscaba renovación. Aquella luna permitía a los espíritus salir sin perturbar con su mágica luz, la paz de un panorama casi silencioso.

Los grillos, cigarras y otros animales que llenaban el ambiente con sus ruidos, esa noche había callado al llamado de Matsuda. Su voz sonó alto y fuerte cuando suplicó a la madre naturaleza el permitir la guía y el surgimiento de ese poder que podría sacar de su miseria a los hombres.

Un cabello largo y rubio que tenía en su mano al lado de uno negro azulado fueron arrojados al fuego que se apagó con un viento misterioso que llevó las plegarias, junto con ese extraño ritual hasta la cueva. Los cuerpos durmientes se sacudieron al instante, cuando ese viento que ardía los tocó.

Unas garras surgieron en las manos y pies de los chicos. Los colmillos les crecieron, con un par de orejas y cola que habían aparecido en sus cuerpos. Los ojos de Tetsuhiro se abrieron de golpe con una respiración profunda al tiempo que los de Souichi. Se miraron un par de minutos silenciosos, las conciencias adolescentes miraron desde el interior que sus propios cuerpos se movían sin su voluntad, pues ahora sus cuerpos eran ocupados por Kuma y Okami.

— ¿De... verdad eres tu Okami? — Expresó Kuma con emoción y Tetsuhiro dentro de él tenía ese pesar que inundaba sus sentidos al obtener los recuerdos de pérdida del oso.

En el interior, Souichi sintió vibrar su cuerpo, los profundos sentimientos de añoranza y esa sensación de no querer marcharse de ese lugar, de estrecharlo.

— ¿Kuma? ¿Cómo es que tú…?

Pero no había otra cosa que los hambrientos cuerpos de afecto quisieran esa noche más que unirse nuevamente. Los besos comenzaron a resonar por el lugar mientras los juveniles cuerpos respondieron ante las caricias. Cada sensación, cada toque y el profundo afecto inundaron las conciencias atrapadas, por lo que Tetsuhiro y Souichi se extasiaron al recibir los besos, con las lenguas que se movían. Mucho más cuando las manos de ellos descendieron sobre sus ropas.

— Tu cuerpo parece distinto, ahora es tan similar al mío. — Sonrió coqueto Kuma.

— Y tú eres mucho más pequeño y menos peludo de lo que recordaba. — Respondió Okami mientras tocó incrédulamente el rostro de esa persona que le pertenecía aun en esa nueva vida.

— ¿Puedes sentirlos? Ellos tienen miedo de estas emociones que surgen en nosotros. — Expresó Kuma tocando su pecho.

— Pero él eres tú también, lo supe cuando me besaste. Él se sintió inquieto.

Los testigos mudos que estaban atrapados en sus cabezas, no pudieron hacer nada contra los designios de quienes habían surgido desde lo más recóndito de sus propias almas. Descubrieron las sensaciones más calientes, cada uno pudo ser testigo de cómo les era arrancada la ropa. Souichi primero vio a Kuma con algo de temor, pero las emociones de Okami que habitaban en la memoria de su vida pasada, confundieron sus pensamientos. Su cuerpo respondió con las lamidas, con las manos presurosas que desgarraron sus ropas y de pronto se encontró desnudo con las tiras de sus ropajes. Pero no fue el único desnudado de esa forma salvaje, se miró a si mismo romper las ropas de Tetsuhiro y al mismo tiempo percibir en su pene una erección como jamás la había tenido y todo por unos besos salvajes.

Las caricias que Tetsuhiro se miró dar al cuerpo del chico que acababa de conocer y que al mismo tiempo podía observar lucir de otra forma, le parecieron asombrosas, un chico que se estremecía a su tacto, con sus besos y por supuesto sus propias respuestas. Aunque la cosa más importante de todo eso, eran los profundos sentimientos que podía percibir, había ahí una tormenta imponente de un deseo frágil de quien ha perdido la cosa más valiosa, estaba su propia pérdida, ver a esa persona amada perecer y que ahora tenerla vibrante deseosa y completamente rendida por él, trajo consigo demasiados sentimientos. El principal, el más grande salió de sus labios una y otra vez:

— Te amo Okami, Okami no te vuelvas a marchar.

Luego de eso, ya estaba deseando una unión que su virginal cuerpo jamás había experimentado, y que mucho menos tenía idea que acontecería. Saboreó el miembro erecto de Souichi, con ese acto tan privado tenía el aroma de ese cuerpo impregnado en su nariz, había notado los sonrojos en el chico y además los gestos de incontrolable goce. Los nuevos sabores, las texturas, hicieron al cuerpo que ocupaba Kuma producir mucho más calor, y su excitación era superior a lo que había sentido. Probó los chorros calientes que Kuma guardó en su boca y que usando su lengua lubricó lentamente esa zona que iba a recibirlo, lo dilató un poco con los fluidos metiendo su lengua suavemente y remojando con la viscosidad.

Souichi sintió esa lengua del chico que acababa de conocer, deslizarse por sus pliegues, por cada borde e intentó pensar en otra cosa sin poder contener el placer cuando su miembro fue engullido. Nunca había prestado atención a las cosas sexuales, pero sentirse de esa manera no le fue más que irresistible. Un par de succiones, lo habían hecho correrse por primera vez con casi un desmayo. Las cosas parecían arder cuando la lengua chupeteó bajo sus testículos y se metía en su interior remojando sus ideas, hasta que de pronto lo tuvo frente a él, con los ojos verdes ansiosos y sus propios labios besando una y otra vez esa boca que comenzó a darle una nueva erección.

— Kuma… date prisa… te necesito…

Pero Kuma no pretendió apresurar las cosas, tenía el fuego por dentro y podía percibir al chico dentro de él, a Tetsuhiro, nervioso pero completamente ansioso por liberar su cuerpo de la pasión que acumulaba dolorosamente entre las piernas.

En el instante en que levantó las piernas de Okami, se preocupó un poco de aquello, aunque sabía que su cuerpo era más pequeño y sin duda no sería un problema para Okami recibirlo, puesto que cuando solían ser una pareja jugueteaban con penetraciones de la punta de su miembro  y nunca le incomodaron cuando aprendió a relajarse para él.

Souichi sintió la fuerte presión en su parte baja, algo duro y caliente intentaba ingresar mientras el deseo desesperado de Okami lo guió a relajarse, al tiempo que los fluidos que había dejado Kuma para lubricar, hacían su trabajo de permitir que todo fluyera lentamente pero casi sin dolor. No le agradó esa sensación poderosa de ser llenado apresuradamente, mucho menos cuando se quedó ahí detenido esperando porque se relajara. Pero de pronto un movimiento del pene de Tetsuhiro lo hizo aplastar su próstata y casi impulsa el orgasmo en Okami que se contuvo ignorando las sensaciones acrecentadas que percibía Souichi dentro de él.

Kuma conocía el cuerpo de su pareja, y entendía sus limitantes, aunque tenerlo sumiso y con las dimensiones correctas para realizar ese acto, lo hicieron darse prisa. Al introducirse lentamente el ansioso muchacho Tetsuhiro, le irradiaba cada segundo la urgencia de correrse, de modo que al igual que Okami, no escuchó al adolescente, sino que controló los impulsos y continuó entregando su amor, ese cálido y entrañable amor que tanto tiempo había esperado por volver a percibir.

— Okami… — Expresó al obtener algunos espasmos presionando su hombría que latía en lo profundo del otro cuerpo.

— Maldición muévete ya que el chico no resistirá, ni yo.

Las embestidas iniciaron lentas.

— ¿Te duele? — Cuestionó con angustia Kuma.

— Cállate ya, si me doliera no crees que lo diría.

Y al responder Okami, Souichi ya estaba más que rendido ante el placer de recibir al potente miembro que rezumaba en su interior trayendo más y más humedad. Eran un par de jóvenes que se veían obligados a entregarse, sin conocerse un poco complementándose y apreciando esa unión que no era un poco la suya, pero que se sentía tan familiar, tan especial e irresistible.

Cuando Kuma besó los labios de su amado, le fue incontrolable a su pareja correrse por el roce a su próstata. Okami enterró sus uñas en la espalda del que lo hacía nublar su visión y con respiraciones totalmente descontroladas que se daban a pesar del beso, se corrió arrastrando al compañero que se extasiaba con el masaje que el orgasmo de su compañero daba a su pene.

Así entre sus piernas, suaves y tersas, las garras desaparecieron, el par de orejas peluditas permanecían pero la magia que los había traído de vuelta se debilitaba lentamente. Kuma continuaba con la erección disminuyendo con lentitud aunque no hizo ni un esfuerzo por bajarse, se quedó así, entre las piernas de Okami, con sus labios en besos, había suspiros y miradas tiernas. De pronto unas lágrimas de Kuma hicieron que Okami lo apretujara más en un abrazo.

— Nunca vuelvas a alejarte de mí Okami.

— No llores que siento que me partes por la mitad.

La erección de Kuma se perdió finalmente y se recostó al lado de esa persona que sentía demasiadas emociones, la confusión del chico, el amor que provenía de él y con nuevas sensaciones encantadoras.

— ¿Es tan distinto así, lo sientes? — Expresó Kuma relajadamente.

— Debe ser por ellos, parece que están rendidos y yo también siento que no puedo más.

— ¿Pero no te irás?

— Yo estaré aquí en su corazón y lo sabes.

Posesivamente entre los brazos de Okami, Kuma se recostó por primera vez, cabía bajo su brazo y lo abrazó dejando que el cansancio lo llenara y durmiera por primera vez desde que lo había perdido, con una profunda paz.

La fogata se perdió lentamente en el transcurso de la noche, hasta que la luz de la mañana iluminó la cueva y con ello, un pesado y preocupante despertar se suscitó en el mismo sitio donde la pasión había ardido horas atrás.

Tetsuhiro se sentía relajado, extraño y cómodo sobre el brazo del tipo que conoció un poco el día anterior, de pronto su espalda baja tronó al intentar estirarse. Abrió los ojos y se topó directamente con las orbes miel que se abrieron también. Un grito desgarrador se escuchó a lo lejos haciendo volar a las aves que buscaban un poco de alimento.

El grito de terror de ellos retumbó por el bosque, se separaron y se arrastraron uno lejos del otro.

Los dos jóvenes con los trozos de la ropa en tiras, parecían llenarse de enfado. Souichi intentó levantarse sin tener un poco de éxito, sus piernas se sentían débiles, y su espalda baja dolía. En el momento que trató de moverse, cayó al suelo de cara al piso. Por su parte, Tetsuhiro tampoco se sentía bien y aunque sí pudo levantarse, los movimientos de la noche anterior le tenían la espalda baja también un poco adolorida, mucho más puesto que no realizaba ejercicio que le tuviera fuerte esa zona.

— ¿Estás bien? — Preguntó Morinaga al ver en el suelo al chico rubio.

— ¿Bien? ¿Todavía te atreves a preguntar luego de lo que hiciste?

— ¿Yo? Fuiste tú, yo no controlaba mis movimientos, algo dentro de mí me obligó. Sin duda tú tuviste algo que ver.

— ¡Claro que no sucio degenerado! ¡Recuerda que tú fuiste quien hizo aquello!

— El que mi cuerpo se moviera solo, no quiere decir que yo disfrutara poner mi pene en ese lugar tuyo.

En ese instante el semen de Tetsuhiro resbaló entre las piernas de Souichi que había logrado ponerse de pie. Un gruñido aterrador como de lobo se escuchó y luego las quejas:

— ¡Malnacido y te atreviste a correrte dentro de mí! — Aun y sus gritos dio algunos pasos recargándose en la entrada de la cueva para no volver a caer.

— ¿Saldrás así? ¿Desnudo? — Preguntó Morinaga levantando la piel del suelo y cubriéndose con ella.

— Más te vale que me des esa piel, me ultrajaste y merezco esa piel para cubrirme más que tú.

— Ultrajarte, mi espalda arde de lo que le hiciste. Debo tener los rasguños que me diste cuando te estabas corriendo y ¡noticias! Te corriste también en mi boca y fue asqueroso.

— ¡Suficiente! ¡Ya no quiero escuchar quién hizo qué! Necesito una ducha y algo para taparme, creo que volveré a casa.

— Pues busca tus propias cosas, debiste traer algo no sólo un cuchillo.

— ¡Maldito egoísta! ¡Tendré que matarte con él y me quedaré con todo!

— ¿Tu y cuántos más? Apenas puedes mantenerte en pie.

— ¡Olvídalo! Me cubriré con ramas.

Souichi salió trabajosamente de la cueva, mientras un aletargado Tetsuhiro recogió sus cosas y se puso como si fuera un hombre de las cavernas la piel de animal amarrándola con una cuerda que traía. Pensó volver a casa y olvidarse de esa experiencia tan intensa que negó le hubiese gustado, de todas formas así había sido. Suspiró al salir, observando al chico rubio intentar cortar con el cuchillo ramas de una hiedra venenosa.

 — ¡No toques eso Souichi!

— No te metas en mis asuntos.

— Como tu gustes, si quieres cubrirte con hiedra venenosa y tener ronchas en lugares incómodos es tu problema.

Morinaga sacó su propio cuchillo y cortó en dos la piel de animal, además de darle un trozo de cuerda, de esa forma ambos tenían cubierta la cintura para abajo. El chico de cabellos azules, no solía ser enfadoso y recordó que ese joven había salvado su virtud que pocas horas después se entregaron uno al otro, así que con afán amistoso, se aproximó hasta él que caminaba trabajosamente sujetándose de los árboles y arbustos.

— Me gustaría ayudarte a llegar al río. También necesito una ducha y lamento lo que ocurrió, créeme que yo no tengo la culpa, yo nunca quise hacer aquello. Además te la debo porque me salvaste ayer.

— De acuerdo. ¿Podrías dejar de mencionar eso que sucedió ayer? Haremos como que jamás pasó. — Lo tomó apoyándose de su cuello mientras le ayudó a caminar al río. Entonces, sonriente respondió Morinaga:

— Me parece buena idea. Debió ser alguna extraña magia que se posesionó de nosotros, tenías orejas de lobo y garras.

— ¡Qué te dije de mencionarlo! Y tú también las tenías, parecías un loco salvaje.

De pronto la mano de Souichi resbaló del hombro de Tetsuhiro hasta su espalda y un quejido sordo se escuchó. Abruptamente lo soltó y observó las marcas rojas con un poco de sangre en ellas.

— Lo siento mucho… no pretendía herirte.

— Descuida, tú tampoco pareces estar muy bien. Y eso es culpa mía. Sólo necesito un poco de ungüento de plantas que la señora Matsuda me entregó el otro día y verás que estaré bien. Pero primero tomaremos una ducha.

El río no estaba lejos, los asentamientos humanos como en la antigüedad, cerca de los ríos con tal de tener agua fresca para ellos y sus cultivos. Aunque algunos se las veían difícil sin herramienta, sin dinero para semillas y sin un terreno para cultivar, tal era el caso de la familia Morinaga que al perder al hombre de familia desde tiempo atrás, la mujer tuvo que tomar su lugar y no pudo con el cultivo, no con solventar los gastos de esa forma, así que decidió recolectar frutos de árboles cercanos y además aprender a pescar mientras sus recursos ahorrados se comenzaron a terminar. A final de cuentas, el pequeño Tetsuhiro, tenía un don para la pesca que su madre aprovechó, vendiendo pescados secos por el pueblo y pagando sus impuestos trabajosamente. Siempre cuidándose de los extraños cada vez que salieron, hasta que su hijo se hizo cargo de todo, pues él era más sigiloso y cuidadoso, al menos eso creía la mujer.

De esa forma que ahí estaba, al lado de Souichi entrando al agua fresca del lago. Tetsuhiro se preguntó, si tal como los rasguños que él tenía en la espalda, a su amigo podría dolerle esa zona que había usado la creatura que se posesionó de su cuerpo.

Souichi lucía incómodo entrando al agua sin el taparrabos improvisado que su nuevo amigo hizo para él, tenían que dejarlo en la orilla puesto que mojarlo no era una opción.

La blanca piel de Tatsumi resplandecía al tiempo que Morinaga intentó no mirarlo, pero luego de esa noche de sexo, no pudo evitar sentirse extraño en su compañía. Una vez entraron, lo soltó y se alejó mirando al lugar opuesto, tenía una extraña sensación de calor, de excitación que evadió.

Souichi se quejó entonces, mientras se lavaba con el jabón que Tetsuhiro le había prestado, podía sentir un poco de dolor en el interior y el exterior, aunque eso no era un problema, ya que Okami se había relajado lo suficiente y el dolor era por lo brusco que había sido Kuma. Su mayor inconveniente era su espalda baja que estaba un tanto lastimada porque lo habían doblado demasiado, de esa forma que le dolía agacharse o jalar sus pies para lavarlos en el río y sólo se limitó a lavar la parte alta de su cuerpo con su larga cabellera.

Una vez terminó de usar el jabón, volteó a donde Tetsuhiro y al mirarlo de espaldas desnudo, sintió también extrañas cosas de verlo así. Las imágenes de los besos y las caricias tiernas que Kuma le había dado lo hicieron enfadarse y arrojar el jabón a su cabeza.

— ¡Qué te pasa! ¡Por qué me has lanzado a la cabeza el jabón! — Gritó Tetsuhiro.

Con molestia respondió justificando sus acciones:

— No seas quejumbroso, no te pegó tan fuerte.

Trabajosamente salió Souichi del río, pues Tetsuhiro no pensó ayudarlo luego del golpe que le dio con el jabón. Suspiró enfadado mientras se recostó en el pasto  luego de cubrirse con su taparrabos.

Morinaga en el río se lavó las heridas de la espalda lo mejor que pudo, a razón de que le resultó casi imposible lavar su espalda y así salió a secar su cuerpo cubriendo su pudor. Observó a su amigo en el suelo extendido boca abajo y con uno de los ungüentos que cargaba en su costalito se aproximó diciendo:

— Con esto me deberás un favor.

De pronto se montó sobre sus piernas para impedirle moverse y frotó la sustancia en la espalda del chico que al sentirlo sobre él, exclamó:

— ¡No te atrevas a…!

Pero la sustancia fresca anestesiaba el malestar y las hábiles manos de Morinaga se deslizaron en las zonas levemente inflamadas de la espalda baja. Tan bueno evolucionaba en el masaje, que se olvidó de los problemas; percibiendo como lo relajaban aquellas manos suavemente y con firmeza. Sin darse cuenta, el masaje llegó hasta sus hombros, con Tetsuhiro excitándose con los leves quejidos del chico bajo sus piernas. Aunque no sabía la razón, se sentía casi poseso moviéndose por toda la espalda del joven que apenas conocía, hasta que lo soltó y se bajó antes de que su propia erección subiera de manera incontrolable.

Souichi no sabía de sí, nunca lo habían tocado tan profundamente, nadie se atrevía a abrazarlo, más que su dulce madre a la cual también solía apartar, se sentía un guerrero poderoso y no debería dejarse llevar ante las emociones. Desde muy joven admiraba al líder de su aldea Toru, un enérgico hombre que no mostraba debilidades, ni sonrisas, siempre serio. Tal era su admiración que comenzó a entrenar a su lado desde que logró convencer a su padre, que su más grande deber tenía que venir de ser el más magnífico héroe habido y por haber. Así que había aprendido a ocultar sus emociones, y mucho más por ser un chico mimado de los que en la escuela molestaban. Una razón más poderosa para que su propio padre que odiaba la guerra, le permitiera aprender esas destrezas. Todo eso lo hizo distante de los chicos de su edad, nadie se atrevía a dirigirle la mirada o responderle de forma grosera, ni siquiera su prometida había tenido la oportunidad de una charla amistosa con él, siempre entrenando, siempre estudiando. La joven le llevaba comida o el almuerzo durante sus horas de labor, pero siempre en un total y completo silencio.

Siendo así, que esas sensuales sensaciones le habían dado algo más que una espalda curada, tenía una dureza que se elevaba pegada al pasto donde estaba recargado. No lo notó hasta que su masajista se bajó abruptamente devolviéndolo a la realidad.

Morinaga respiró un par de veces, con tal de evadir sus instintos que burbujearon desde el alma que compartía con Kuma. Se sentó sobre sus rodillas dando la espalda a su nuevo amigo y el ungüento de raspones intentó colocarlo sin éxito. Frustrado le dijo al chico que tenía ganas de meterse nuevamente al agua fría para calmarse:

— Podrías ayudarme, si no me lo pongo en las heridas no sanarán y tendré cicatrices.

— No quiero. — Respondió tajantemente de esa escena un tanto erótica, la espalda erguida amplia, y los cabellos azules que había tocado la noche anterior pegados un poco a su cuello.

— ¿Tu espalda ya no duele no es así?

— ¿Cómo sabes?

— Porque te puse analgésico con desinflamatorio. Así que me la debes, con ese ungüento seguro podrás volver a tu casa. Y no puedo curarme solo.

Un suspiro pesado se escuchó desde el chico rubio que arrebató la pomada y comenzó a colocarla en las marcas rojas que tenían un poco de sangre. Notó un brinco que contuvo el dolor cuando pasó el ungüento en la parte más lastimada. Sintió vergüenza y preguntó:

— ¿Duele mucho? No quise… pero no era yo…

— Olvídalo, la verdad creo que yo estaría igual si tú me hubieras hecho aquello. Deberíamos dejar de hablar de eso y además cada uno volverá a casa, así que no importará más.

— Creo que iré a tu pueblo, de verdad necesito para esta guerra, papá siempre me dijo que antes de la guerra solíamos ser dos pueblos amigos. Hasta que los espíritus desaparecieron.

— La señora Matsuda solía contarme historias de esos espíritus. Se decía que la pandemia nunca traspasó hasta los poblados que custodiaban, y que todo era paz hasta que se fueron.

— Para ser honesto no creo en espíritus.

— ¿Y lo que ocurrió anoche? Parecíamos poseídos por algo que nos fue invisible.

— Yo qué sé, seguro estábamos medio dormidos, sonambulismo. ¡Eso debe ser!

Morinaga decidió no discutir más, era de vital importancia llegar a casa y entregar los pescados que estaban en sal secándose lentamente; puesto que indispensablemente requería extenderlos nuevamente.

El camino era corto, y un Souichi un poco más restablecido por el ungüento medicinal, caminaba mucho más aprisa que Tetsuhiro que no estaba acostumbrado a entrenar de forma ruda como su compañero, además del costal de pescados y sus objetos personales pesaban en sus hombros. La incomodidad con los rasguños se hicieron notorias cuando se detuvo y bajó los dos costales que traía. De inmediato, Souichi que caminaba pasos adelante, se percató y volvió mirando con vergüenza que sus acciones de la noche anterior, tenían una consecuencia negativa. Levantó el costal más pesado, el que traía los pescados salados y caminó frente a de él sin decirle una palabra. Morinaga sonrió, sintió que su primer amigo podría ser ese chico que acaba de conocer, puesto que no solía tener amigos en el pueblo. La razón para no tener amigos era que no tenía mucho tiempo para asistir a la escuela con el trabajo arduo de traer el sustento, eso unido a que la escuela era un pretexto para prepararlos para la guerra.

Caminar al lado del otro los hizo sentir de formas diversas ¿Era posible que las almas pudieran reconocerse? Pero de todas formas no existía un lazo real, un vínculo que los ligara cómo algo más que unos nuevos amigos que sienten cosas raras; eso sin olvidar que las cosas les habían mostrado que sus cuerpos podían tener una unión especial y poderosa.

Souichi,  aunque no lo quisiera admitir, dentro de su corazón percibía la angustia y el dolor de su compañero, y sus intenciones puras lo llevaron a evadir su egoísmo, llevando consigo más de la mitad de su carga. El camino se hizo corto, llegar a la ciudad Okami, no fue ningún reto para los jóvenes. A pesar de lo tranquilo que fue el trayecto,  arribar a la ciudad se tornó vergonzoso para el joven Tetsuhiro, al cual por poco no dejan ingresar debido a sus ropas, o mejor dicho a la falta de las mismas. Los tiempos difíciles para las personas los hacían desconfiados,  no podían creer en la palabra del joven  respecto a su amigo de cabellos rubios y largos,  eso sin importar que les dijeran que vivían en el bosque.  Los ingresaron hasta el consejo con el líder de la aldea Osamu que miró desafío en los ojos miel, se presentó adecuadamente y el líder respondió dudoso.

— Cómo podemos creer que un joven saludable como usted venga a nuestra aldea para unirse y no como un espía de los Kuma.

 Souichi sabía dirigirse de la mejor forma, siempre con  la mejor educación que sus padres por ser potentados pudieron darle, respondió:

— Mi señor yo he llegado a este lugar en son de paz. Mis intenciones son las de ayudar en su comunidad y he practicado las poderosas artes del combate,  las cuales puedo poner a su servicio.  Póngame a prueba con  su mejor guerrero.

 

— Me parece una excelente apuesta jovencito, aceptaré su reto, sólo si además se



El camino de vuelta a casa por patyunam

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