¿Qué habría pasado si el joven Sinbad hubiera estado solo en su intento por ser libre? ¿Qué habría pasado si Ja'far y Rurumu hubieran fallado en convencer a Maader para firmar el contrato trampa? Un error que Sinbad desconocía fue lo que lo llevó a que sus esfuerzos por provocar una revolución a su favor fueran en vano.

Exacto, la vida del joven conquistador como hombre libre toca su fin, convirtiéndose permanentemente en un simple y sucio esclavo sin honor. Crece de la mano de las cadenas, los grilletes son ahora su día a día.

A sus 18 años se convierte en un adulto, ya no es considerado como un niño y Maader decide prescindir de él, pues ya exprimió de él todas sus habilidades para la formación del resto de los esclavos y se convirtió en uno más del montón. 

Su verdadero infierno comienza con el inicio de su traslado a otra compañía más dura, más cruel, más violenta, sin lástima ni piedad por nada ni nadie. Cerca de sus treinta, alguien con la suficiente riqueza se hace con él, pero no para uso personal, sino para ofrecerlo como obsequio a otra persona. Una persona que no lo tratará especialmente bien, pero de la que no tendrá permitido quejarse.

Judal se presenta como magi del Imperio Kou en Balbadd, interrumpiendo las negociaciones entre Balbadd y Sindria. Pero... algo parece distinto en Sinbad, muy distinto. ¿Quién iba a decirle al joven azabache que el rey de Sindria ya tenía todo planeado para él? Pero era todo tan extraño, ahí algo no estaba bien. ¿Cómo una persona a la que no le caía del todo bien le pedía matrimonio con tanta seguridad? ¡Ni siquiera le dio su primera cita!