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Cuando Sam baja al infierno por Rushia

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Notas del fanfic:

No tengo muchas pretenciones, de hecho escribo con mucho amor y espero que les agrade.

Esta historia es nueva, la llevo pensando bien poquito y veremos qué pasa en el camino.

Notas del capitulo:

Sam asintió, otra vez le pesó en el fondo de su alma que todo su ser tirase hacia James, que le gustara tanto, después de todo estar con alguien de tu mismo sexo era tan antinatural y asqueroso que merecía ser castigado con el infierno.

Amanecía, el clima estaba tan frío desde hace unas semanas que las sábanas eran incluso más pesadas y acogedoras que cuando el semestre recién comenzaba.

Sam se removió en su cama sintiendo en su cuerpo la flojera acumulada en sus 16 años de existencia… No quería levantarse, pero la alarma estaba sonando como loca, y aunque fuera invierno no podía dejar de asistir a clases.

Sam era el típico abusador de pasillos, homofóbico, racista e intolerante, sin embargo estaba obligado a tener buenas calificaciones, ya que estaba becado, por lo que faltar a clases era un lujo que simplemente no podía darse.

Se levantó con pereza y el frío le mordió los brazos. Empezó a vestirse con rapidez, no era conveniente salir  tarde tampoco, le costaría horrores llegar al jodido liceo si lo hacía.

Con las prisas tragó el desayuno y se despidió de su madre. Salió corriendo, el bus iba a dejarlo… Maldito invierno, no hacía más que helar y todo su día se retrasaba.

Llegó justo al paradero, tal vez su suerte estaba cambiando, pero al girar la cabeza, al interior de ese vehículo repleto, se topó de frente con la persona a la que menos quería ver. Se miraron en silencio, apenas podían moverse por la cantidad de gente que había dentro, y el contacto era insoportable… Definitivamente su suerte estaba cambiando, para peor.

Aquel chico era James, tenía el cabello negro oscuro, la piel blanquísima y los ojos de un verde esmeralda precioso, era delgado, atlético y no muy alto… De hecho era bastante bajito, medía aproximadamente 1.67, pero todo en él era bellísimo. Tenía a todas las chicas locas, pero así como también era un excelente pintor, andaba con el armario abierto por delante, blandiendo su homosexualidad, y ganándose todas las palizas del mundo… Lo peor de todo, es que ese paliducho le quitaba el aliento, estaba perdidamente enamorado de él, de su enemigo público, de la persona a la que más humillaba en todo el planeta. James lo odiaba, y en incontables ocasiones se lo había dejado de manifiesto.

Bajó la cabeza, no soportaba seguir mirándolo, agradeció que el viaje fuera corto, pero a él le pareció una eternidad, desde que había asumido que le gustaba ese chico, hacía lo posible por no topárselo, lo evitaba a toda costa…

- A puesto a que lamentas no poder pegarme en el autobús…

La voz de James le taladró el tímpano, tan firme y desafiante, masculina y sublime (O al menos a él le parecía sublime)

- No me provoques, maricón.

James tensó los labios y se volteó molesto, le habría gustado decirle que aquella no era su intención, que en verdad quería ser su amigo (Provisoriamente), pero su moral, su crianza y su odio profundo hacia esa clase de gente le pesaban más que un repentino impulso…

Se bajó primero, otra vez con las prisas, se estaba asfixiando. No se fijó en lo que hizo James a continuación, él sólo quería quitarse su mirada de encima, era tan intensa que le erizaba los pelos del cuerpo, cosa bastante inconveniente, su universo social colapsaría en un instante si alguien descubriera que ese chico le producía más mariposas en el estómago que cualquiera de sus parejas anteriores, todas porristas guapísimas.

Apretó el tirante de la mochila y tensó el rostro, le latía muy fuerte el corazón, agradecía que James fuese despistado y que no se hubiese percatado, porque en cuanto lo miró sintió un estallido inmenso en el pecho, que retumbaba tan fuerte que pensaba que todos en el bus lo estaban escuchando.

Sus amigos estaban en la entrada jugando con una especie de pelota saltarina, cuando los vio se dio cuenta de que realmente venía tarde, pero aceleró el paso y se les acercó, así podría culpar al trote de su estado excitado y nervioso.

- Pensé que venía tarde – arrojó la mochila aún lado y jadeó, Mike y Zack solamente le sonrieron.

- Ni tanto – le comentó Zack, un tipo grande y robusto, de apariencia grosera y atolondrada -, tuvimos que llegar antes porque nos citó el inspector.

- ¿Y eso? – preguntó por inercia, él sabía la historia, él sabía todo lo que pasaba en referencia a James.

- Señorito pinceles y pluma nos acusó de abuso – Mike era larguirucho y alto, tenía la apariencia de un zorro astuto y malvado – y al parecer, aparte de pedirle disculpas estaremos en detención hasta que termine el semestre…

- Aun no entiendo cómo es que tú quedaste fuera de este embrollo – Zack lo miró con molestia.

- Porque me disculpé – dijo restándole importancia, disculparse era un crimen, pero él deseaba hacerlo pasar como algo circunstancial -, no me creyó, pero lo escuchó el inspector y él sí se lo tragó… Lo hice por la beca.

- Ah – Mike se notaba molesto.

- Yo creo que tendríamos que dejarle el claro quienes mandan… Por su culpa no veré la luz en meses, maldito maricón – Zack apretó la pelotita hasta hacerla tira.

Sam observó su mano y se le heló la sangre, no quería pegarle a James, ya no más, quería decirles que no, pero sonaría demasiado sospechoso… Sino lo hacía probablemente quedaría excluido, y él no quería ser un marginado social como ese mariquita… Él no era un antisocial, él necesitaba de sus amigos y de su grupo.

- No me apetece compartir el castigo con ustedes – les sonrió -, pero les puedo ayudar a acorralarlo.

Zack de echó a reír a carcajadas, Mike en cambio adoptó una actitud de desconfianza y lo miró con recelo a los ojos, se sentía como si intentara penetrar dentro de sus intenciones. No movió ni un músculo, sabía perfectamente que Mike no era ningún tonto como su amigo Zack, seguramente lo había subestimado al decir ese comentario.

- Tendrías que caerte con nosotros – gruñó, Zack dejó de reír -, eres uno de nosotros, hiciste lo mismo que nosotros.

- Perdóname – seguía sin mover ningún músculo del rostro que pudiera a delatarle -, pero si me quitan la beca me despido de mis estudios, y yo no quiero ser ningún fracasado – el corazón volvía a latirle con fuerza -… Y mi madre me forraría una paliza monumental…

- Ya, ya, ya, entiendo, haber empezado por ahí – Mike se relajó un poco, pero seguía atento -, lo que es yo, quiero que ese maricón no pueda ni moverse, que se tenga que quedar encerrado igual que nosotros – su rostro se tornó oscuro y tenebroso, a Sam se le antojaba diabólico.

- Igual yo, que se tenga que arrastrar porque no pueda caminar, maldito asqueroso.

Sam asintió, otra vez le pesó en el fondo de su alma que todo su ser tirase hacia James, que le gustara tanto, después de todo estar con alguien de tu mismo sexo era tan antinatural y asqueroso que merecía ser castigado con el infierno.

Sonó el timbre y los tres se pusieron en marcha al salón, Sam vio a lo lejos la melena oscura y lisa de James, sólo eso bastó para que se pusiera nervioso, el infierno, los golpes, los palos, tenía el sabor en la boca, y aun así se moría por estirar la mano y tomar un bocado de aquello.

A su lado pasaron unas chicas suspirando y comentando lo apuesto que era ese pintor de ojos verdes, Zack y Mike las interceptaron y se burlaron de lo que decían, él se quedó en silencio, no hallaba las palabras para criticarlo, ni tampoco para defenderlo, se limitó a reírse de las bromas de Zack, pero cuando las chicas se apartaron presurosas Mike lo agarró del brazo.

- Andas en las nubes.

- Tengo sueño – le hizo el quite con brusquedad.

Quería estar solo, quería que James se fuera del colegio, quería caminar sin tener el temor de encontrárselo en cada esquina, de ver sus ojos tan verdes, de perderse en ellos y sentirse confundido… Luego estaba Mike, tan suspicaz y molesto como nadie, increpándolo por su comportamiento distraído, ya había decidido que el mal menor era hacerles caso a sus amigos, ¿por qué su mente seguía divagando?

*

Sam al final del día estaba agotadísimo, se había pasado la jornada platicando con sus amigos, finalmente autoconvencido de que lo mejor era ayudarlos y dejar de hacer del tema de James algo tan relevante, por lo tanto fue incluso él mismo quien planeó la forma de encerrarlo y atraparlo… Sus amigos estaba cabreadísimos, le preocupaba el cómo se iría a dar la situación, esperaba que no se propasaran demasiado de los límites… Mejor dicho le preocupaba el bienestar de James.

- Mañana lo haremos lamentar lo que hizo – Zack se veía ansioso.

Él mismo había experimentado esa ansiedad cientos de veces, pero ahora tenía ese sabor amargo, hasta la última fibra de su ser le decía que estaba haciendo lo incorrecto, que se detuviera, que aún había tiempo.

- Bueno, nos vemos, cuídense – Mike se levantó -, y no te acobardes, no serás tú el que lo ataque, ya nos dijiste que te ibas a lavar las manos con éste.

- No me expondré a que me acuse y me expulsen – su discurso le sonaba repetitivo y falso, llevaba semanas repitiéndolo.

- Sí, eso me lo sé de memoria – se dio la media vuelta y se alejó.

Zack empezó a estirarse y se levantó también.

- ¿Nos vamos juntos?

- Hoy no, Zack, debo pasar al centro – mintió, aún le quedaba algo por hacer antes de marcharse.

- Bueno – tomó sus cosas -, hasta mañana, Sam.

- Hasta mañana…

Suspiró aliviado, había sido un día sumamente cansador. Se subió el cuello de la chaqueta y cerró los ojos un momento, a continuación se puso de pie y volvió a entrar en el colegio. El recinto era enorme, varios pisos y muchas salas, también muchos alumnos, pero él se dirigía al tercer piso, a la sala de arte, sabía que James se había ido, antes de sentarse a planear el atraco lo vieron salir a la calle, por eso podía moverse con libertad, se moría de ganas por ver su última pintura.

James era un reconocido artista en su colegio, había ganado numerosos premios por unas pinturas impresionantes y hermosas… Paisajes, retratos e imágenes abstractas eran parte de su variado portafolio, pero lo más impresionante era la técnica, jamás usaba la misma, y en cada pintura parecía dejar un pedazo de su alma plasmada.

Se deslizó dentro de la sala como un suspiro y encendió las luces, llevaba unas cuantas semanas haciendo ese ritual, se culpó a sí mismo y se burló de lo que estaba haciendo. Se acercó a la pintura, era hermosa, una sirena de espaldas sentada en una roca. Las olas parecían moverse y su cabello cobrizo ondear con ellas. La cola brillaba, y la chica estaba en una postura tan perfecta que se podía sentir la ansiedad que tenía por caminar en la tierra firme.

- Va a ganar, eso seguro – susurró.

- ¿De verdad crees eso?

Se volteó rápidamente, asustado, botando una silla y casi desplomando el atril que sostenía la preciosa obra de arte. James se abalanzó a rescatarla, pero él la detuvo antes de que se cayera, el autor lo miró entre molesto y divertido.

- Casi la rompes – se la quitó de las manos y la acomodó en el atril con mucho amor -, no sería gracia que la rompieras, prefiero que me golpees a mí.

- No haré eso – se volteó nervioso, no pensó nunca que se lo encontraría frente a frente, era definitivo que su suerte ese día estaba en otro país -, quería verla, nada más.

- ¿Por qué? ¿Por qué verías lo que hizo un maricón? – lo increpó, estaba a la defensiva.

- Porque pintas como los dioses – salió de la sala, rojo como un tomate, sosteniendo en su mente la expresión de incredulidad y espanto que James le puso cuando le dijo esas vergonzosas palabras.

Notas finales:

Espero sus comentarios, que les agrade y todas esas cosas. Muchos saludos ;D


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