Era cumpleaños del pelivioleta, Kuroko, Kise y Momoi querían darle un regalo, pensando que con ello, además de alegrar al joven, podrían alentarlo lo suficiente para los próximos partidos.
- ¿Qué creen que sea mejor regalarle: golosinas dulces o saladas? –inquirió el rubio.
- Creo que mientras sea algo dulce le gustara- dijo la pelirosa con una sonrisa- podríamos comprarle un pastel, claro con la cooperación de los demás.
- Se me ocurre algo que seguro lo dejará más que feliz –dijo el de cabellos celestes con su usual tono monótono, mientras el par frente a él se acercaban para escuchar su plan.
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El día del cumpleaños del gigante de la generación de los milagros, le convocaron a un aula vacía, no muy convencido fue, pues le habían comentado que había sido Akashi quien le había mandado a llamar, así que no podía negarse.
Al llegar, cuando estaba por girar la perilla escuchó un estruendo venir del interior del aula, escuchó un grito, posiblemente de Kise que aterrorizado decía "CORRÁAAAN! y luego pudo observar como salían corriendo varias coloridas cabelleras, vio a Kise, Momoi y Midorima corriendo a toda velocidad por el pasillo y a Aomine que se escurría a la salida, se preguntaba que había pasado como para que todos hubiesen tenido semejante reacción, de pronto, sintió como alguien le empujaba por la espalda obligándolo a ingresar al aula, tan pronto volteo a ver, notó que Kuroko y Aomine cerraban la puerta. Ya cerrada se percató de que estaba escrito en ella "Feliz cumpleaños, date vuelta y disfruta tu regalo"
Cuando lo hizo, pudo ver a un muy molesto Akashi cubierto de pies a cabeza de pastel y betún. Observó como hacía un esfuerzo para quitarse de encima la plasta de dulce que le cubría completamente, entonces sonrió para sí y murmuró "gracias chicos". El pelirrojo se dirigió a la puerta molesto y sin prestarle atención a la persona que estaba con él en la habitación, sabía que los culpables habían huido, así que decidió que era mejor ignorar a quien quiera que fuera y dirigirse a las duchas, giró la perilla y al jalar de la puerta, pudo ver como una enorme mano que la cerraba nuevamente. Al volverse pudo ver a Murasakibara.
- Feliz cumpleaños- dijo por educación, pues su molestia era evidente, aun no notando la situación, ni lo que por accidente acababa de hacer.
- ¡Provecho!- exclamó el gigante y se abalanzó como lobo sobre su dulce, dulce presa.
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Era cumpleaños del pelivioleta, Kuroko, Kise y Momoi querían darle un regalo, pensando que con ello, además de alegrar al joven, podrían alentarlo lo suficiente para los próximos partidos.
- ¿Qué creen que sea mejor regalarle: golosinas dulces o saladas? –inquirió el rubio.
- Creo que mientras sea algo dulce le gustara- dijo la pelirosa con una sonrisa- podríamos comprarle un pastel, claro con la cooperación de los demás.
- Se me ocurre algo que seguro lo dejará más que feliz –dijo el de cabellos celestes con su usual tono monótono, mientras el par frente a él se acercaban para escuchar su plan.
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El día del cumpleaños del gigante de la generación de los milagros, le convocaron a un aula vacía, no muy convencido fue, pues le habían comentado que había sido Akashi quien le había mandado a llamar, así que no podía negarse.
Al llegar, cuando estaba por girar la perilla escuchó un estruendo venir del interior del aula, escuchó un grito, posiblemente de Kise que aterrorizado decía "CORRÁAAAN! y luego pudo observar como salían corriendo varias coloridas cabelleras, vio a Kise, Momoi y Midorima corriendo a toda velocidad por el pasillo y a Aomine que se escurría a la salida, se preguntaba que había pasado como para que todos hubiesen tenido semejante reacción, de pronto, sintió como alguien le empujaba por la espalda obligándolo a ingresar al aula, tan pronto volteo a ver, notó que Kuroko y Aomine cerraban la puerta. Ya cerrada se percató de que estaba escrito en ella "Feliz cumpleaños, date vuelta y disfruta tu regalo"
Cuando lo hizo, pudo ver a un muy molesto Akashi cubierto de pies a cabeza de pastel y betún. Observó como hacía un esfuerzo para quitarse de encima la plasta de dulce que le cubría completamente, entonces sonrió para sí y murmuró "gracias chicos". El pelirrojo se dirigió a la puerta molesto y sin prestarle atención a la persona que estaba con él en la habitación, sabía que los culpables habían huido, así que decidió que era mejor ignorar a quien quiera que fuera y dirigirse a las duchas, giró la perilla y al jalar de la puerta, pudo ver como una enorme mano que la cerraba nuevamente. Al volverse pudo ver a Murasakibara.
- Feliz cumpleaños- dijo por educación, pues su molestia era evidente, aun no notando la situación, ni lo que por accidente acababa de hacer.
- ¡Provecho!- exclamo el gigante y se abalanzó como lobo sobre su dulce, dulce presa.