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Dirty Dancing por NamiShion

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Notas del fanfic:

Hola a todos~ aquí les traigo mi más reciente creación ;3; <3 este fanfic va a tener varios capítulos. Estoy escribiendo dos historias a la vez así que quizás tarde más de una semana en actualizar cada capítulo pero voy a dar lo mejor de mí por satisfacer su hambre (?)

Aclaro desde ya para que no se pierdan con las descripciones que la historia está físicamente basada en la era Overdose pero transcurre a fin de año, es decir, allá sería otoño/invierno.

Última cosa para decir antes de dejarlos con la historia~

Este fanfic va dedicado a dos fandancers realmente admirables que conozco~ una es mi amiga, a la otra no la conozco mucho, más que nada tenemos amigos en común, pero sé que a ella le encanta el SeKai como a mí y, bueno, me gustaría que algún día llegáramos a ser amigas~ así que, como se imaginarán si están leyendo esto, Dani y Saffi, esta historia es para ustedes~ espero que la disfruten <3

Notas del capitulo:

Yay~ bueno, nuevo fic de EXO <3 no puedo estar mucho tiempo sin escribir acerca de estos niños ;_; algún día escribiré un ChanDara <3 -poco a poco se va sacando las ganas de escribir acerca de sus couples favoritas-.

No tengo mucho que decir, solo les dejo a continuación el link de la canción que baila SeHun por si no la conocen <3

https://www.youtube.com/watch?v=SfUcJ_0Nydk

-Mueve más la cadera… la cadera es la clave, Kai…-la sedosa voz de Taemin resonó en la oscura habitación, un gemido fue todo lo que obtuvo por respuesta. ¿Cómo habían terminado así, en aquella situación, el maestro y el alumno? JongIn jamás se habría imaginado que algo tan natural como el perseguir un sueño terminaría en algo como eso. Sin embargo, le gustaba, y, perdido bajo las estrictas órdenes de mayor, buscó complacerlo, entregándose al placer sin pudor que en ese momento sentía. Allí, en su propio dormitorio, sin más testigos que ellos mismos, comenzó a mover la cadera como el morocho le pedía. La sonrisa en los labios de aquel chico de hermosa piel blanca se enmarcó aún más, satisfecho por la buena disciplina de JongIn. Como recompensa, cerró su mano un poco más de lo debido. La espalda del moreno se encorvó y sus gemidos se incrementaron, iba a volverse loco-. Eso es… entrégate al placer… búscalo, disfrútalo… te pertenece… pero no dejes de mover la cadera, Kai… recuerda, esa es la clave.

 

Una tarde aburrida como cualquiera. El traqueteo del lápiz que él mismo provocaba comenzaba a hacérsele insoportable. Su mirada estaba perdida en las lejanías del cielo, visible a través de la ventana. Faltaban tan solo unos cuantos minutos para que la campara sonara y se viera desligado de aquel asiento en el que tantas horas pasaba. Para una persona como Kim JongIn no había nada peor que la obligación de permanecer quieto en aquel pupitre escuchando lecturas que no le interesaban y que, probablemente, jamás le servirían. Para él había cosas más importantes, él tenía otras prioridades en la vida… o las tendría, pues, estando en su último año de instituto, listo para graduarse, Kai no tenía ni una remota idea de lo que quería hacer.

De pronto, un repentino codazo interrumpió sus pensamientos, haciéndolo sobresaltar. Volteó la mirada a su mejor amigo desde que tenía memoria, Do KyungSoo. ¿Cuánto tiempo llevaban juntos? No lo recordaba exactamente, sin embargo, aquella era una de las amistades de toda la vida, de esas en las cuales, sin importar la cantidad de años que llevan existiendo, sabes que serán para toda la vida. Al notar la incomprensión del moreno, el contrario se apresuró a susurrarle.

-Párrafo cinco, línea tres…-pero ya era demasiado tarde. Cuando JongIn bajó la mirada hacia su libro de texto, se encontró completamente perdido, habiendo dejado de seguir la lectura hace rato ya. Mientras buscaba el punto de referencia señalado por su amigo, una gran mano golpeó estrepitosamente su mesa. De la boca del profesor no tardaron en comenzar a escucharse regaños.
-Vaya, vaya, que extraño Kim JongIn en las nubes. Dime chico, ¿acaso mis clases son demasiado aburridas para ti? Porque déjame decirte algo, son las personas como tú quienes nunca logran nada en la vida-Kai, sabiendo que no tenía sentido alguno discutir, simplemente permaneció en silencio, con la mirada clavada en el frente, mientras dejaba que el hombre dijera lo que tenía que decir-. Personas como tú, fracasados que no logran diferenciar lo que es verdaderamente importante de lo que no. Personas que, cuando creen que nadie más los ve, se dedican a escuchar música clásica y a ver ballet-aquella afirmación fue la que hizo que JongIn volviera nuevamente en sí. Sus ojos se abrieron, demostrando claramente su sorpresa, y elevó la mirada, clavándola en la de su profesor. De un momento a otro, la clase había enmudecido, todos miraban al profesor y a su nueva víctima. Aquel silencio dio lugar a unos suaves cuchicheos. El profesor, sabiendo que había logrado lo que buscaba, sonrió triunfante, más al ver como las mejillas de su alumno adquirían un avergonzado color rojizo.

¿Ha dicho que escucha música clásica?

¿Ballet? ¿Es enserio? ¿Qué clase de chico de nuestra edad ve eso?

Y yo que pensaba que Kai era perfecto. Bueno, aún le queda lo guapo, ¿verdad?

Y entonces, el comentario que todos esperaban se hizo oír.

-¡Hey, tú, homosexual!-alguien gritó. Las risas no tardaron en estallar a su alrededor. JongIn nunca había sido objeto de burlas, siempre permanecía al margen de ese tipo de cosas, aunque sabía que los pandilleros siempre estaban a la caza de nuevos compañeros a los que molestar. Aquel tipo de cosas nunca duraban mucho, sin embargo, en aquel momento, el rubio no pudo hacer más que enterrar su cabeza entre los brazos y soportar que todos se rieran de él, o, bueno, no todos, su fiel amigo KyungSoo permanecía a su lado con la mirada gacha como si fuera a él de quien se burlaban en su lugar.

Si Kai hubiese levantado la mirada en aquel momento, se habría percatado de que había alguien más, un chico que, sin dejarse llevar por la crueldad de sus compañeros, permanecía en silencio también, con la mirada clavada en su persona.

 

La vergüenza aún hacía palpitar sus venas cuando, minutos después, entre comentarios y burlas, salió del aula junto a D.O. Era sábado por la tarde y no tenían mucho que hacer, por lo que caminaron relajadamente hacia sus casilleros. El fin de semana se palpaba en el aire: alumnos corrían por los pasillos, buscando abandonar lo más pronto posible el edificio; pequeños grupos que se reunían para planear qué hacer por la noche; gente que, lejos de buscar la libertad que se hallaba tras las puertas de entrada, se dirigía a los distintos clubes que tenían actividades aquel día.

El KaiSoo, como les gustaba referirse a sí mismos, no pertenecía a ninguna de aquellas categorías, ellos simplemente hacían lo que les apetecía y buscaban pasarla bien, aunque, desde luego, el mayor de los dos se encargaba de que las responsabilidades fueran correctamente repartidas. Él no era como JongIn, tenía muy en claro sus prioridades y, consciente de que el examen de ingreso a la universidad estaba cercano, no podía pasar todo su tiempo holgazaneando. Sinceramente, estaba preocupado por su amigo. No eran muchas las ocasiones en las que sacaban el tema a colación puesto que al moreno no le gustaba hablar de ello, pero, con las pocas veces en las que lo habían tratado, KyungSoo se daba cuenta de lo perdido que estaba Kai en su vida. Muchos de sus compañeros se encontraban en la misma situación que él, aquello era algo que sabía perfectamente puesto que era algo sumamente normal a aquella edad. Muchos estudiantes se veían obligados a realizar pruebas psicológicas para descubrir aquello que realmente les gustaría estudiar o, por lo menos, tener una leve idea acerca de ello. JongIn era un tema aparte. Más de una vez se había ofrecido a acompañarlo a que realizara alguna de aquellas pruebas pero el chico simplemente se negaba. Andaba a sus anchas, poco dispuesto a responsabilizarse de sus acciones. Con cada día que pasaba, KyungSoo estaba más y más preocupado por él, pero sabía que no lograría nada mencionando sus inquietudes, por lo cual decidió que lo mejor que podía hacer de momento era guardar silencio.

Llegaron a sus casilleros sin problemas. Al parecer, para aquellos que habían estado molestando al moreno momentos antes, sus propios planes eran una prioridad al hecho de molestar a Kai tras descubrir que le gustaba el ballet. Aun así, se notaba que el chico sentía molesto. Sus movimientos eran bruscos y, tras abrir su casilla, prácticamente lanzó el libro dentro, como si éste tuviese la culpa de sus problemas. Intercambiaron unas pocas frases acerca de las cosas que tenían que llevar para hacer la tarea de la semana entrante, prefiriendo sacarse de encima aquello cuanto antes, y luego se dispusieron a marcharse.

Fue entonces cuando la primera cosa anormal de aquella tarde sucedió.

Cuando Kai cerró la puerta de su casillero, descubrió el serio rostro de un chico observándolo detrás de ésta. Sus rostros estaban a tan solo unos centímetros de distancia, podía incluso sentir su aliento. Un escalofrío recorrió su cuerpo; aquella mirada no le transmitía ningún sentimiento en absoluto, solo estaba allí, escrutándolo, haciendo trizas cada partícula de su persona, haciéndolo estremecer. Durante unos instantes, JongIn se olvidó de respirar, perdiéndose en aquellos oscuros orbes. Finalmente, un papel fue forzado en el interior de su mano, rompiendo el hechizo. Sin más que hacer allí, el contrario se fue por donde había venido, sin decir palabra alguna. El rubio permaneció en su lugar, siguiendo en silencio la figura del más alto, el cual cada vez se alejaba más. Reconocía a aquel chico de su clase, indudablemente era Oh SeHun. Nunca había hablado con él ni le había prestado mucha atención, era bien parecido y había muchas chicas que se volvían locas por él, aunque aquello era algo que cualquiera sabía. Por demás, prefería mantener un perfil bajo y no hablaba al menos que la situación realmente lo ameritara.

-Aquel era SeHun, ¿cierto?-nuevamente, fue la voz de su acompañante quien interrumpió el hilo de sus pensamientos. JongIn tan solo atinó a asentir antes de bajar la mirada hasta el papel que el extraño chico había depositado en su mano. Tenía escrita una dirección, nada más. Extrañado, dio vuelta el papel, mas no había nada en su reverso. Frunció el ceño, ¿qué se suponía que era aquello?-. ¿Tienes todo?-inquirió KyungSoo, cargándose la mochila del hombro. El menor se apresuró a guardar el papel en su bolsillo y asintió, imitando a su amigo.
-Vamos-fue todo lo que dijo, antes de echarse a caminar, ansiando alcanzar finalmente aquella libertad que tanto había estado deseando durante las últimas horas.

 

Aquel misterioso encuentro aún seguía dando vueltas en su cabeza. Por más que SeHun nunca hablaba, era bien respetado entre sus compañeros ya que sacaba buenas notas, nunca le había hecho nada malo a nadie y, en caso de meterte con él, te arriesgabas a que un séquito de sus seguidoras fuera a por ti, cosa que nadie quería. Por su parte, él jamás había hablado con el chico, simplemente sabía que estaba en su clase y que era un poco menor que él, pero nada más. SeHun tampoco había hecho mucho por acercarse, por ello le había sorprendido mucho su actitud, aunque no tenía mucho que decir al respecto.

Tras mirar nuevamente el papel, había encontrado un horario escrito en una de las esquinas, por ello, con tiempo de sobra después de haberle inventado una vaga excusa a KyungSoo, se había presentado en el lugar indicado a las siete de la noche. Era un teatro. Aparentemente, en él se estaba llevando a cabo una exposición de baile o algo así, eso era lo que indicaba un cartel posicionado en la entrada. Con pasos un tanto indecisos, ingresó al lugar. Un hombre de lentes oscuros y apariencia bastante salvaje lo detuvo, aparentemente, tenía que pagar para poder disfrutar del espectáculo. El valor no era tan elevado por lo que, tras sacar un par de billetes de su bolsillo, se los entregó al sujeto, quien a cambio le devolvió un ticket. Retomando su camino, tan solo había avanzado unos cuantos pasos cuando la música comenzó a escucharse. Sonaba atenuada, como si estuviese resonando en una habitación correctamente preparada para que el sonido no se escapara de ésta. JongIn no se percató de ello, pero una leve sonrisa había aparecido en sus labios.

Al entrar en la habitación, una expresión un tanto embobada se dibujó en su rostro. Jamás se habría imaginado que un lugar como aquel contuviese un teatro en su interior. La música que resonaba no era más que un sonido de fondo; el espectáculo aún no comenzaba, pero la ansiedad en el ambiente era palpable. Había mucha gente. La emoción de Kai, contagiada por el ambiente, creció, y, una vez que fue llevado hacia el asiento que el ticket marcaba como suyo, se percató de que no podía estarse quieto. A diferencia de las personas a su alrededor, él no había ido acompañado, por lo que, sin mucho con lo que distraerse, cerró los ojos concentrándose en la música que resonaba por los enormes parlantes. En el interior de su cabeza, el volumen se incrementó y sus pies no tardaron en comenzar a moverse al ritmo de la canción, la cual reconoció como la versión instrumental de la canción Footloose, un clásico.

No pasó mucho tiempo antes de que las luces se apagaran. JongIn abrió los ojos solo para descubrir que los cuchicheos comenzaban ya a cesar y que cada persona  estaba ubicada en su lugar; algunos permanecían parados en los pasillos para ver mejor o para que nadie los tapara al grabar. Entonces, la versión original de la canción que anteriormente había estado sonando, a un volumen muchísimo más alto que antes, inundó la habitación. El escenario se llenó de gente que con ropas coloridas y movimientos increíbles hizo rugir a la multitud, incluso lanzaron a una persona al aire.

El corazón de Kai latía acelerado, cada paso, cada salto, cada movimiento lo hacían vibrar de emoción. Sus manos estaban fuertemente cerradas en torno a los apoyabrazos, nunca antes se había sentido así. Aquella era la primera vez que iba a un espectáculo como aquel y, sin embargo, se sentía como si eso que contemplaba ahora fuera su fuerza vital. Le costó muchísimo estarse quieto durante las canciones que siguieron a la primera, sus pies no dejaban de moverse de maneras en las que ni él sabía que los podía mover. Pero eso no fue lo único que sintió aquella noche. Más allá del gozo, más allá de la alegría, más allá de la emoción, una gran pena lo invadió, una pena marcada por el hecho de no ser nada más que un mero espectador, una pena que logró hacer sangrar sus carnosos labios de tan fuerte que se los mordió. Quería subir al escenario y bailar.

Desde luego, decir que allí acababa toda la sorpresa sería aburrido. Lejos de eso, las cosas recién estaban comenzando. La mayor sorpresa de aquella noche llegó cuando había transcurrido poco más de una hora desde el inicio del espectáculo. Una canción que él conocía comenzó sus primeros compases, Dance With The Devil, de Breaking Benjamin. Con ella, una única pareja comenzó su camino hacia el centro del escenario. Ella llevaba un corto vestido negro con arreglos de un oscuro pero brillante color rojo, medias que cubrían toda sus piernas de color negro y tacos del mismo color. Llevaba su lacio cabello azabache suelto, contrastando con un maquillaje que la hacía parecer una muñeca de porcelana, coronada con unos intensos labios carmesí. Él llevaba puesta una camisa negra, color predominante en su vestimenta, la cual también incluía unos pantalones largos un tanto elásticos, los cuales se amoldaban a la forma de sus largas piernas. Llevaba su cabello peinado de costado y, en ésta ocasión, su maquillaje era más exagerado, artístico, era un demonio. Y, a pesar de todo, logró reconocerlo a la distancia. El chico era SeHun.

La presentación fue increíble, ni todas las palabras contenidas en un diccionario habrían podido explicar el profundo sentimiento que surgió de Kai al ver aquella presentación. En tan solo unos pocos minutos, habían contado una historia. Una pobre chica, engatusada por la belleza y las finas artes del demonio, había caído en su trampa mortal, convirtiéndose en su esclava por el resto de la eternidad. Era una historia sencilla, sí, pero la manera en la que la habían contado quedaría registrada en el corazón de JongIn para siempre. Todo había pasado en un instante, la presentación había sido tan impecable y maravillosa que había captado todos sus sentidos, deteniendo su mente por completo. Él mismo había sido atrapado por las garras del diablo.

 

Aquella canción aún seguía resonando en su mente cuando todo hubo acabado. Esperó a que la mayoría de la gente saliera antes de levantarse y dirigirse hacia la salida, dejándose llevar por el flujo de la multitud. Su expresión lucía un tanto apagada, se notaba que el chico estaba perdido en sus pensamientos. Una vez afuera, el frío aire invernal lo golpeó con fuerza, regresándolo de vuelta a la realidad. Parpadeó, sorprendido, como si acabara de despertar de un trance. Fue entonces que sintió una mano sobre su hombro. Un tanto perdido aún, se volteó, encontrándose, entre toda aquella gente, con la sonrisa de SeHun. El maquillaje había desaparecido casi por completo.

-Viniste-fue todo lo que dijo. Su voz sonaba aliviada, agradecida. El moreno no supo qué decir, por lo que acabó asintiendo. Aún se sentía como en un sueño del cual no acababa de despertar. La gente empujaba a ambos lados, buscando a sus conocidos y felicitando a sus amigos. Al parecer, nadie allí buscaba a SeHun-. Es imposible que podamos hablar cómodamente aquí, vamos-sin darle tiempo a responder, el menor cerró su mano en torno a la muñeca del rubio y lo jaló consigo a través de la multitud. No se detuvo hasta haber dejado atrás aquella cuadra, momento en el que soltó a su acompañante y le dedicó una nueva sonrisa-. Viniste…-repitió. Esta vez, JongIn sí fue capaz de responder.
-¡Fue increíble!-exclamó, sintiendo como, de un momento a otro, toda aquella adrenalina que había estado conteniendo resurgía desde su interior-. No ha habido ni una sola canción que me haya disgustado, pero la tuya…-su mente regresó al momento en el que dos grandes telas rojas habían caído sobre el escenario. SeHun y su pareja habían tenido que trepar por ellas, simulando una persecución, y, finalmente, la chica se había dejado caer, siendo atrapada por la tela por la que el chico había estado subiendo-. Un movimiento tras otro… ha sido increíble…-continuó diciendo.
-Vaya… me imaginé que te gustaría-concluyó, satisfecho, el bailarín. Cruzándose de brazos, asintió, disfrutando de los halagos de su compañero-. En ese caso, creo que sería una gran idea que me llevaras a comer. Puesto que tenía el espectáculo esta noche, no he podido almorzar nada muy pesado y, a decir verdad, muero de hambre-recién entonces, el mayor cayó en cuenta de la hora que era. Sobresaltado, encendió su celular y tan solo alcanzó a ver la hora antes de que una gran cantidad de avisos de llamada perdida cubriera la pantalla. Suspiró.
-E-espera un momento… olvidé decirle a mi madre que llegaría tarde a casa-de manera un tanto tímida, se apartó del chico, marcando el número de su casa. Tal y como esperaba, la regañina duró varios minutos; la preocupación de la mujer había sido grande, más aún tras haber llamado a KyungSoo y descubrir que no estaba con él. Ante la divertida mirada de aquel que lo acompañaba, Kai pasó varios segundos disculpándose, para finalmente obtener el permiso de llegar aún más tarde. Cuando regresó junto a SeHun, el chico apenas podía contener su risa.
-¿Un nene de mamá?-inquirió, con un tono ligeramente burlón. Una de sus cejas se levantaba en lo alto.
-Algo así-dijo el chico, encogiéndose de hombros, sin darle mucha importancia al tema-. En fin, ¿decías algo de comer? Porque yo también muero de hambre y conozco una parrillada cercana que no es muy cara y que tiene una carne muy buena.
-Corre por tu cuenta-advirtió el contrario, su sonrisa se amplió aún más. Sin mucho que decir, el moreno soltó un exasperado bufido, comenzando luego a caminar, al tiempo que asentía. El bailarín, sorprendido, se apresuró a retomar el paso siguiendo a Kim. Sus manos estaban refugiadas en su bolsillo y caminaba en silencio, tan callado que el rubio tuvo que voltearse unas cuantas veces para ver si lo seguía. Contraria a la mente de Kai, la mente de SeHun estaba en calma, perdida en el tiempo, más precisamente en el incidente de aquella tarde y en las risas de sus compañeros. A pesar de que se habían reído de él, su actual acompañante no había hecho nada para negar las palabras del profesor. Aún estaban lejos de llegar a su destino cuando tomó una decisión y detuvo su andar. JongIn tardó unos instantes en darse cuenta de que lo había dejado atrás y, cuando se detuvo, sintió como la mirada del menor se clavaba intensamente en la propia. La sonrisa había desaparecido de su rostro, el cual se había tornado completamente serio. Abrió la boca. Habló. Kai no esperaba aquellas palabras-. ¿Te gustaría convertirte en bailarín?

Notas finales:

Yehet~ done! Como digo siempre~ espero sus reviews~ las críticas y comentarios son siempre bienvenidos ;w; (no es necesario que estén registrados para dejar un comentario).

Y, también, les dejo mi Twitter~ si tienen alguna idea o les parece que algo quedaría copado en la historia, no duden en decírmelo (obviamente, si lo llego a usar, les daría el crédito xD) y es divertido charlar con lectores <3

Dani, Saffi, espero que les haya gustado ;3; prometo esforzarme mucho <3

Sin más que decir, me retiro~

Hasta la próxima,

Nami,,


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