-PRÓLOGO-
Sé que hay mucha gente, pero yo en realidad no miro a nadie, solo a él. Sé que todos estuvieron hace poco, pendientes de todo lo que hacía, decía, cómo me movía e incluso se anticipaban a cualquier cosa antes de que yo mismo pensara en hacerla. Sé que no daré un paso si él no está a mi lado para sostenerme. Sé que no lloraré si es que él no está a mi lado secando cada una de mis lágrimas. Sé que él será el motivo de mis sonrisas y la razón por la que yo quiera despertar cada mañana sintiéndome de la misma manera en que no pude sentirme por tanto tiempo.
Sé que sin él, nada de esto sería posible, nada de esto tendría sentido, nada de esto tendría una lógica más perfecta que ésta misma: en donde yo le pertenecí tiempo atrás, en dónde me perdí en la oscuridad, en dónde él fue a mi rescate y en dónde ahora lo tengo a mi lado por el resto de mi vida.
La música retumba breves segundos antes de perderse en la brisa primaveral de la noche de abril. Las risas de los amigos, familia y compañeros de trabajo se mezclan con el cotorreo de la tía solterona y la señora aquella que no recordaba haber invitado.
Quizás es alguna vecina… pensó dejando de observarlas cuando pareció ser que ellas se habían dado cuenta de que las estaba mirando pensando cosas poco agradable de ambas.
Su vista viaja un poco más allá, pasando de largo la banda que tocaba alguna canción bailable y las parejas que se contoneaban al ritmo de la música; algunas con éxito, otras no tanto. Sus ojos viajan veloces por las mesas en donde algunos de los invitados comen el postre, otros beben un trago y otros pocos solo se han sentado porque para gusto de ellos no hay nada más divertido qué hacer.
Se distrae brevemente con las risas de los hijos de uno que otro invitado y de esa niña que conoce tan bien pero hace tan poco, que corren alrededor de las mesas, agitando serpentina de colores en el viento mientras se persiguen mutuamente. Él ríe justo antes de beber otro sorbo de ese café que necesitó porque era muy temprano como para irse a dormir, a pesar de estar ya muy cansado, y vuelve a inspeccionarlo todo.
Siento, siento como si hubiera alcanzado la estrella más lejana del universo. Esto, estar de este modo en donde tú sostienes mis manos y me miras del modo en que lo haces, me hace sentir que puedo hacerlo todo, superarlo todo y enfrentarlo todo. Y es que no tengo temor alguno, porque sé que tú estarás conmigo y eso, eso es suficiente para mí.
- ¿Cansado?
Se voltea hacia el puesto que yacía vacío a su lado, al igual que el resto de las sillas de la mesa en donde decidió descansar y huir de todo el ajetreo. Sus ojos se encuentran con la mirada dulce de la mujer que a pesar de todo, no pudo olvidar.
- Algo… - reconoce avergonzado – Esto… es, agotador…
- Lo sé… - ella mira todo en una inspección breve y vuelve a centrarse en el chico sentado a su lado - ¿Era esto lo que esperabas?
Sus labios parecen esbozar automáticamente una sonrisa en cuando piensa en la respuesta que planea darle, pero enmudece porque no quiere ser muy evidente. Ahora que las cosas parecen tomar el camino abandonado hace tanto tiempo atrás, no quiere equivocarse en dar los pasos que debe dar para trazar esa ruta perdida y a la que le costó tanto regresar.
- No… - se sincera mirándola – Esto, esto es mucho más…
- ¿No, recuerdas… algo de la otra vez? – le pregunta gana un movimiento negativo de parte de él – Claro… ¿cómo crees que debió de haber sido?
- No lo sé… yo solo he visto fotografías, pero es como si no hubiera estado nunca ahí, como si la persona en las fotos no fuese yo – añade – Es… extraño
- ¿Y ahora? ¿Se siente extraño también…?
La pregunta queda en el aire, pues sin ella saberlo, los ojos de su acompañante dieron de lleno con la persona a la que había tratado de ubicar por tanto rato desde su mesa. Fue como si todas las parejas en la pista de baile se sincronizaran en un solo movimiento para hacer una especie de túnel entre ellas y así dejarle libre el campo visual.
A lo lejos, iluminado por los faroles colgantes y con brillo por todo su rostro a causa de los destellos de la vajilla de cristal, lo vio. Estaba de pie junto a la barra, moviendo acompasadamente un vaso con un acaramelado contenido.
Es whisky, debe estar nervioso… a su mente ese pensamiento pasa, pues sabe que es lo que él bebe en situaciones estresantes como la que viven esa noche.
Lo mira nuevamente, confiado en que él está demasiado distraído como para notar a un insistente observador a lo lejos. Todo el peso de su cuerpo está sobre el codo que tiene apoyado sobre la barra, sus piernas largas se cruzan elegantemente dejando relucir la tela del pantalón y los zapatos negros. La chaqueta abierta deja ver la pulcra y blanca camisa debajo, desabotonada cerca del cuello y con la otrora humita negra deshecha colgando en cada costado.
Por su garganta desciende un incómodo nudo al instante en que piensa en lo guapo que es incluso cuando está nervioso y a su vez despreocupado, con el cabello menos peinado que horas atrás.
- Bueno, será mejor que me vaya… - le oye decir, capturando su atención hacia ella.
- ¿Por… por qué te vas?
- ¿Por qué? – sonríe enarcando una ceja – Porque cierta persona viene hacia acá y dudo que me quiera a tu lado bonito… te veo luego
- Cla-ro, te veo luego… - añade sin haberse dado cuenta de la proximidad de aquel hombre hacia la mesa en donde había estado sentado. Lo ve avanzar con su vaso en la mano, dando pasos como un felino hacia él: sigiloso, constante y a punto de atacar. Ve como sonríe a una que otra persona que lo saluda y, justo cuando su amiga ha desaparecido por completo, lo ve de pie junto a su mesa.
- ¿Aún me odia…? – le pregunta en un tono de voz grave y despreocupado, dando un sutil sorbo de su trago.
- ¿Quién…?
- Na Eun…
- Oh… - su boca hace un gesto y su mirada baja hasta la mantelería blanca – No… ella, ella no quería importunar, eso es todo…
- Ya veo…
El chico alza nuevamente la mirada hacia él, mientras entre sus manos agita la servilleta de tela queriendo depositar en ella ese mismo nerviosismo que siente cada vez que lo tiene cerca. Se pierde infinitos segundos en esa mirada penetrante y su corazón late incluso más rápido que antes.
- Estás nervioso… - le dice en una media sonrisa, aprovechándose cruelmente de esa sutil ventaja de colocarlo de esa manera – Estás sudando…
Se seca las manos con la misma servilleta de tela con la que estaba jugando y desliza sus dedos por su cuello, notando cómo un par de perladas gotas de sudor descienden por su piel. Sí, estaba nervioso, y mucho.
- Hace, hace mucho calor aquí – miente sin mirarlo.
- ¿Quieres, ir a dar una vuelta?
- ¡No! – exclama arrepintiéndose al instante en que se percata de que el tono de su voz ha subido un par de notas – Digo, no creo que sea apropiado con los invitados aquí, ¿no crees?
- Claro… - aquella sola respuesta le da a entender que se ha equivocado con lo que le ha dicho, lo nota molesto y lo pone más nervioso el hecho de sentir cómo se sienta a su lado en una actitud severa que lo incomoda – Quiero que todos se vayan…
- ¡¿Por qué?! Acaso, ¿Acaso no lo estás pasando bien…? – le pregunta con algo de pena.
Taemin siente cómo Minho se inclina sobre su cuerpo, al mismo tiempo que una de sus manos se deslizan por sobre su pierna recorriendo peligrosamente la extensión de su muslo. Su aliento golpea la piel de su cuello y todas sus células epiteliales se estremecen cuando el moreno deja ahí el calor de un sutil susurro.
El castaño se voltea rápidamente a enfrentarlo con la mirada, pero solo obtiene el perfil sonriente del hombre a su lado, mientras termina de beber de su whisky y se incorpora de la mesa, no sin antes, deslizar su mano por la línea de su hombro, estremeciéndolo de pies a cabeza.
Ve cómo se aleja caminando con las manos en los bolsillos de su pantalón y no puede evitar sonrojarse al ver cómo la tela de su traje se estira sobre esa parte de su cuerpo que comienza bajo su espalda y genera una sensual curva antes del inicio de sus piernas largas. Minho desaparece en el interior de la casa, con una calma aparente que solo lo hace sentir más nervioso de lo que estará por suceder.
Es algo que no puede evitar. Algo que viene como un añadido a ese día y a lo que ha sido confirmado horas atrás frente a toda su familia y amigos. Esa misma familia y cercanos, que no tienen ni la mínima idea del vulgar susurro que aún da vueltas en su cabeza. Taemin se siente algo incómodo al verlos cómo le sonríen y no puede evitar sonrojarse aún más cuando ese pequeño secreto compartido por parte de Minho le eriza los vellos de su cuerpo.
Solo quiero que toda esta chusma se vaya para poder raptarte y tenerte solo para mí…
Se muerde el labio aún más fuerte y no puede creer que el mismo hombre galante que lo recibió en frente de toda su familia, sea la misma persona que le susurra palabras de connotado nivel sexual tan despreocupadamente. Ese, es el mismo hombre que juró nuevamente amarlo y protegerlo bajo cualquier circunstancia. El mismo hombre a quién él mismo juró amar de la misma manera. El mismo hombre que le besó tiernamente una mejilla y que le acarició el rostro cuando fueron intercambiados los votos. El mismo hombre que deslizó por su mano la argolla que él también puso en los dedos de Minho.
Antes, al cerrar mis ojos eran tres cosas, tres imágenes que rondaban mi mente. Al principio, no las pude entender, no estaba preparado ni tenía la capacidad de poder hacerlo. Con temor, dejé que el paso del tiempo fuera despejando las dudas que aparecían cada día. Fue difícil, claro que lo fue, pero ahora en que veo el punto hasta el cual he llegado, en donde al fin puedo sentir que soy yo sin olvidar a quien he dejado atrás, con toda esta gente que me ha ayudado a recuperar el tiempo perdido, sé que estoy en el lugar correcto y viviendo lo que olvidé que había vivido.
Si estuve con él, puedo volver a hacerlo…
Si antes lo amé, puedo volver a amarlo…
Y si antes me hizo falta, sé que de ahora en adelante lo necesitaré cada día de mi vida…
Y es que Minho es el mismo hombre que fue a su encuentro. El mismo que insistió en que no debía darse por vencido. El mismo hombre que lo esperó hasta casi desistir, el mismo que a pesar de haberlo olvidado, no se olvidó de Taemin.
Y es que es Minho el mismo hombre que ahora lo hace sentir desnudo y con unas ganas enormes de que se funda en él.
- Sí, acepto…