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DESPUÉS DE LA TORMENTA... SIEMPRE SALE EL SOL por Sparkle Nao

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Notas del fanfic:

Bueno, bueno, bueno, ¡Nos volvemos a encontrar! XD

 

Vengo con un fic que ya había escrito anteriormente pero por X razones de la vida no me había atrevido a colgar. Espero que os guste, acepto todo tipos de críticas constructivas, elogios y algún que otro tomate (creo).

 

Ahora sí, a lo que íbamos, ¡Por favor! ¡Sed pacientes conmigo! Soy una personita un tanto peculiar, sobretodo lenta, muy lenta. Intentaré colgar cada capítulo los viernes por la tarde. Gracias por vuetra atención, y ahora sin más restrasos ¡A disfrutar! :D

PD: Los personajes de este fabuloso manga no me pertenencen, son creación de Shungiku Nakamura.

I


Era una tarde nublada, Ritsu estaba sentado en el banco de un parque observando como unas palomas se iban agrupando para luego ser espantadas por un perro callejero. No tenía ganas de ir a casa, porque sabía de sobras que se encontraría con su molesto jefe y vecino Takano Masamune.


Después de haber perdido más de dos horas mirando a la nada y pensar que tipo de relación tiene con su jefe y antiguo amor de su vida, decidió ir finalmente a casa, para acabar de revisar uno de los bocetos que le había enviado la mangaka que tenía bajo tutela. Caminaba despacio, sin prisa alguna, sin preocuparse por si le cogía la lluvia y se mojaba.


Cogió el tren; y al salir de la estación le pilló la lluvia. Caminó, ahora sí, a paso rápido, pero igualmente se acabó mojando. Un viento helado hizo que se le pegaran las ropas mojadas al cuerpo haciendo que a éste le diera un escalofrío. Cuando entró al edificio estaba empapado. Se metió en el ascensor con destino al último piso.


Caminó por el silencioso pasillo hasta llegar a la puerta de su departamento. Sacó las llaves sin hacer mucho ruido y abrió la puerta. Iba a entrar cuando una mano se lo impidió.


 


- ¿¡Qué crees que estás haciendo!?- dijo un Ritsu muy enfadado mientras se giraba para ver mejor la cara que conocía de sobras. - Takano-san, suéltame, tengo cosas que hacer.


- No creas que te vas a librar de mi fácilmente Onodera- dijo el moreno.


- ¡Suéltame te digo! - insistió el castaño- Voy en serio Takano-san, quiero entrar en mi departamento a descansar y acabar lo que me falta por hacer.


- Yo también voy en serio- dijo- no pienso soltarte hasta que me digas con puntos y señales donde has estado, con quién has estado y lo más importante, porque has estado fuera tanto tiempo. ¿Sabes lo preocupado que me has tenido todo el tiempo que has estado afuera con esta lluvia? Y para colmo vienes empapado.


- Ya déjame en paz, ¡¡¡ni que fueras mi amante o mi mamá!!! No tengo porque darte explicaciones sobre mi vida privada. - dijo hastiado, le comenzaba a doler la cabeza y la garganta de tanto gritar, se estaba arrepintiendo de no haber caminado más rápido para no mojarse- ahora con permiso me retiro, por mi parte hemos acabado esta absurda conversación.


- Pero por mi parte no ha acabado- dijo el editor, pero se tuvo que callar porque Ritsu en un descuido suyo se liberó y le cerró rápidamente la puerta en las narices.


-Tsk será posible!!- acabó por decir Masamune.


 


 Takano entró a su departamento de muy mal humor por lo sucedido, encendió un cigarrillo y se adentró a la cocina a prepararse un café. Dispuesto a clamar su humor, se sentó en el sillón de la sala, dejó el café a su lado, cerró los ojos y suspiró cansinamente; ¿Por qué todo salía patas arriba cuando se trataba de Ritsu? No lo entendía, si todo lo que hacía en su vida, todo, todito, todo, estaba calculado milimétricamente para que saliese a la perfección, ¿Por qué con ese chico no? Suspiró de nuevo, negó con la cabeza varias veces y dejando todas sus cavilaciones a un lado, siguió leyendo el libro de Usami Akihiko para distraerse un poco.


Al cabo de tres cuartos de hora de lectura intensiva, el moreno dejó de leer un momento y empezó a recordar esta vez más detalladamente lo que sucedió anteriormente con el encuentro de Ritsu. Se notaba un poco cansado ahora que recordaba mejor, más ese aspecto mojado le era realmente provocativo. Después de pensar todas esas fantasías, Takano se dispuso a reanudar su lectura cuando escuchó un objeto de cristal romperse y a continuación un golpe seco proveniente del departamento contiguo. Eso alteró un poco al editor, y para asegurarse de que todo le iba bien a “su niño”, salió de su departamento y se dirigió al de Ritsu.


Takano tocó el timbre una y otra vez, al no obtener respuesta alguna se preocupó más e intentó abrir la puerta a la fuerza. No pudo. Recordó que cuando era pequeño una amiga del hermano de un primo lejano suyo le enseñó varias formas de abrir de manera fácil y eficaz las puertas trancadas.


Empezó por la primera, corrió a su departamento y cogió un gancho de ropa, lo desdobló e intento meter la punta del gancho por la cerradura, pero como la cerradura era muy estrecha y la punta del gancho muy gruesa no funcionó.


 


La segunda era el mismo método, pero con un clip fino para el cabello, pero como ese método no le presto mucha atención como se debía mover la mano, al final se cargó el clip.


-La tercera va la vencida- pensó desesperado el editor.


Y así fue. Cogió una tarjeta de crédito y la pasó por el pequeño espacio que hay entre la puerta y el marco de esta con mucha cautela. Se escuchó un “clic”. Funcionó. Se guardó la tarjeta con un movimiento rápido en el bolsillo del pantalón mientras abría la puerta del departamento del castaño.


-Onodera!!!- gritó el editor- Ritsu!! ¿Dónde estás?


Empezó a caminar por el silencioso pasillo del recibidor hasta llegar a la puerta del comedor. Caminó unos pasos hacia adentro, y lo primero que vio fue parte del cuerpo de Onodera tendido en el suelo encima de los cristales del vaso roto. Como si se tratase de un auto reflejo corrió hacia donde estaba él, con sumo cuidado lo volteó y lo cogió en brazos. Onodera soltó un pequeño gemido de dolor al ser cogido por la parte herida del brazo. El moreno sacó la mano de allí y pudo ver que su niño tenía un corte no muy profundo en la parte del brazo derecho que había cogido para voltearlo y otros pequeños cortes dispersados por las manos.


Al sentir contacto con él se percató de que aún llevaba la ropa empapada puesta y que estaba frío como un témpano de hielo. Estaba temblando y respiraba agitadamente. Dirigió su mano hacia la mejilla exageradamente sonrojada del menor para luego pasarla hacia la frente que estaba más caliente todavía.


 - Tiene la temperatura muy elevada- pensó en voz alta el moreno con una tez de preocupación.


Ritsu, abre los ojos pesadamente cuando siente que alguien o algo lo elevaba del piso.


- Ta…Takano-san…- dijo con un hilillo de voz, le dolía la garganta- ¿Qué haces tú aquí? ¿Acaso… me confundí de departamento?


- No Ritsu, no- dijo el mayor mientras se dirigía a la puerta de salida- soy yo el que está en tu departamento.


-Entones… ¿Qué haces tú aquí? - pronunció mientras se intentaba liberar de esos brazos que lo llevaban a no sé donde- Suéltame Takano-san. ¿A dónde me llevas?


- Te llevo a mi departamento, a donde más sino- dijo mientras intentaba abrir la puerta principal del departamento del castaño. - Estás mal Onodera, tienes fiebre y te has herido el brazo al desmayarte encima de los cristales. Seguramente has pillado un buen resfriado por no haberte quitado la ropa mojada a tiempo.


Como no quiero que estés así “te rapto” para “curarte estas heridas y cuidarte”, y como es más cómodo cuidarte en mi departamento pues vamos hacia allá.


-No quiero- dijo el menor mientras conseguía poner los pies en el suelo- Estoy perfectamente, no necesito tu ayuda. Además, seguramente tendrás muchas cosas por hacer.


- ¡Onodera Ritsu! - alzó la voz el moreno- me vas hacer caso porque aquí el mayor soy yo. Tienes fiebre y estás temblando, ¡se nota aquí dos pueblos que no estás bien! ¡Voy a llevarte a mi departamento quieras o no! - dijo mientras le cogía de la muñeca dispuesto a llevárselo a la fuerza.


- ¡NO, no voy a ir! - pronunció con las últimas fuerzas que le quedaban- Yo… estoy…estoy…bi-bien.


Ritsu notó como le abandonaban las fuerzas. Tuvo que apoyarse en la pared para no caerse al suelo. Tenía un horrible dolor de cabeza, la garganta y el corte que se hizo le escocían y notaba como mil agujas se le clavaban en el pecho cada vez que intentaba respirar. De repente no aguantó más, todo se volvió oscuro.

Notas finales:

Espero que os haya gustado el primer capítulo. ¡Nos vemos! PD: Os recuerdo que iré subiendo los capítulos cada viernes por la tarde ¿sí?


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