Era inevitable, simplemente inevitable, daba muchísima ansiedad; y es que tocarlo era una de las recientes manías que había adquirido Akihiko cada vez que se topaba a Hiroki, y podría decirse que incluso cuando no estaba cerca, y se aburría de escribir novelas en su computadora, simplemente se paraba para despejarse; o de ello quería convencerse, pero incluso ahora, él sabía que ésa era una excusa para ir a tocarlo.
Y para su fortuna el ex profesor de literatura se encontraba distraído leyendo el periódico en el jardín principal de la nueva mansión Usami. Abrió la gran puerta de cristal dándole una vista panorámica del hermoso jardín cuidado por Tanaka y de los rayos del sol de la mañana que daban la vista perfecta, la cual Akihiko obvió pues su mirada se dirigía hacia el foco de su reciente capricho que no había notado su presencia.
Suavizó sus pasos haciéndolos inaudibles para la persona que se encontraba pasiblemente leyendo. Camino más despacio, observando la esbelta figura concentrada; recuerdos de la niñez le venían al instante en que ambos en la base secreta disfrutaban de su silencio compartido, Akihiko escribiendo, Hiroki leyendo los libros que Akihiko escribía. Esa mirada achocolatada, concentrada en las páginas del libro no había cambiado para nada a pesar del tiempo
Y es que era inevitable querer tocarlo, esa aura de paz que en los últimos meses había adquirido, junto con suspiros entrecortados que sacaba de vez en cuando y su actitud tranquila que su embarazo le provocaba, lo hacían mucho más encantador de lo que Hiroki era, y cómo no resistirse a tocar aquel vientre de cuatro meses ya visible.
Se quedó contemplándolo un momento más, algo que creyó imposible había sucedido y no se refería solamente a que, después de tanto intentarlo, Hiroki se había podido embarazar sino haber sido correspondido al fin de los sentimientos que había guardado desde su infancia y creyó Hiroki no correspondía; supuso que si ambos se hubieran confesado desde antes, las cosas hubieran sido distintas; pero ahora no importaba, justamente ahora su vida era perfecta, y a penas Hiroki tocó inconscientemente su propio vientre Akihiko reaccionó y dejó de contemplarlo para acercarse a él.
No lo soportó más y en un rápido movimiento, se arrodilló frente a Hiroki para levantarle el periódico y abrazar esa pequeña pancita que tembló de la sorpresa.
-¡Akihiko!- respondió Hiroki con un pequeño sobresalto del corazón por la calma que acababa de ser interrumpida. En otras circunstancias se hubiera enfadado más y le hubiera reclamado que para una persona embarazada no era recomendable que tuviera sustos de esa índole, pero pronto se arrepintió de haberle levantado la voz al sentir sobre su vientre descubierto unos cálidos labios posándose en él, acto reflejo en vez de enojarse solo atinó a colocar su mano en la mejilla de Akihiko para que éste lo volteara a ver.
-Perdón, no debí gritarte- y así Hiroki demostraba sus grandes cambios de humor que a Akihiko le parecían más que adorables, después de todo era divertido saber que el bebé estaba a su favor para que Usami no fuera regañado.
Porque la nueva manía de Akihiko la repetía cada que podía y mientras Hiroki estuviera en ese estado, estaba seguro que esas muestras de amor no le cansarían en absoluto, aunque Akihiko las repitiera aproximadamente cada veinte minutos…