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El Eco De Tu Mirada por noveZero

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Notas del fanfic:

XD eeee este es mi primer fic y lo hice con ayuda de un gran amigo c: 

lamento mucho si mi froma de narrar no es muy entendible pero prometo ir mejorando conforme avance la historia. 

tambien poco a poco la historia se ira desenvolviendo y sabremos que pasa por la mente de Santiago.

acepto criticas constructivas y... uno que otro tomatazo XD 

sin mas que decir, espero que lo disfruten tanto como yo escribiendolo.

Notas del capitulo:

en este capitulo se utilizan dos tipos de narraciones, lamento si no es muy entendible. 

  1. -Lo que oculta el silencio

“Te odio, más que nada,

Porque me atraes,

Sin que poseas fuerzas suficientes

Para unirme a ti”.                                      

-Friedrich Nietzsche

 

Evan caminaba por la calle, el sol comenzaba a meterse entre los edificios y sentía cansado el cuerpo. Llevaba consigo una bolsa de medicamentos que llevaría con Santiago…. Hacía ya dos meses que no se veían, es decir, desde que habían terminado su “relación”, si es que así se podía llamar.  Pero por más que Evan intentara olvidarlo le era imposible, a pesar de todo lo que Santiago le había hecho.

Llego hasta un conjunto de departamentos y subió la escalera para llegar al segundo piso. Quedo frente a la puerta y apretó la bolsa de medicamentos dejando escapar un poco sus nerviosos. Le habían llamado del trabajo de Santiago para preguntar sobre el estado de salud de este, no había asistido durante dos días, pero claro, ¿cómo es que Evan iba a saber eso si no lo había visto?

Para todos en el trabajo de Santiago, ellos dos eran simples amigos. Y no es que le molestara mucho, sin embargo, si Santiago había roto toda relación con el, ¿porque aun tenia a Evan como numero de emergencia?

Evan suspiro y toco a la puerta sin recibir señales de vida. Suspiro y paso la mano por la manija, le dio vuelta y exactamente como pensó, estaba abierta.

Constantemente se molestaba con el por eso. Siempre tan descuidado, dejando esta por aquí y olvidando esto por allá. Pero de entre todas las cosas, tan descuidado como para dejar siempre su puerta abierta sin temor a que algún desconocido invadiera su morada.

Se dispuso a abrir la puerta y como siempre todo era un completo desastre…

Había ropa por doquier, comida y platos sucios, basura y papeles tirados, el piso sucio, la tv encendida con un video porno rodando…. 

Debajo de la mesa había una pizza que parecía tener unos 4 días. Evan camino hacia el refrigerador para darse cuenta que este solo contenía cervezas.

Camino hacia el comedor donde dejo la bolsa de medicamento, observo lo que había en ella detenidamente para después pasar la vista por toda la casa mientras ataba cavos sueltos.

Había ropa interior de chica sobre la mesa y alguna que otra prenda regada por la casa….. No estaba enfermo, todo lo contrario. Se dirigió a su habitación, ya sabiendo con qué clase de situación se toparía, esa clase de escenas las había vivido durante los meses que estuvieron juntos y fue por ello que habían terminado. La puerta estaba abierta dejándole ver esa horrible situación que aun ahora le repugnaba y hería hasta los huesos. Trago saliva y la boca se le supo amarga.  Sintió la bilis emerger por su cuerpo y suspiro para calmarse y ahogarse en ella. Si antes de terminar nunca fue capaz de reclamarle algo, mucho menos ahora que ya no eran nada…. porque así lo veía Evan, el era nada para Santiago. Pero Santiago era todo para Evan….

Santiago estaba en su cama profundamente dormido y junto a él 2 chicas, que al igual que el dormían plácidamente mientras lo abrazaban. Se quedo observando la escena, no podía molestarse, pero aun así dolía. ¿Cuántas veces no se encontró con esa escena a pesar de que estaban saliendo? Ya había perdido la cuenta. Salió de la habitación, no tenia caso seguir viendo, camino por el pasillo hasta llegar a la sala, donde de nuevo contemplo el desorden. Se mordió el labio y recordó cada vez que el recogía ese desorden, pero esta vez no sería tan estúpido, no de nuevo. Suspiro y camino con la cabeza en alto, tomo la bolsa de medicamentos pues no planeaba dejársela a alguien que no la necesitaba.

-¿ya te vas?...- una voz a sus espaldas lo hizo estremecer y su corazón comenzó a latir como loco. Se giro algo temeroso pero intento mantener la calma. – si, es bueno que hayas despertado, me llamaron de tu trabajo….. ¿Podrías cambiar el número? Es molesto que me llamen.-  Evan se sorprendió a sí mismo al decir eso, y aun mas con ese tono. Tal vez, ya comenzaba a olvidarlo…. Pensó tontamente.

Santiago frunció el ceño y después sonrió un poco. – Has cambiado…. – dijo mientras caminaba hacia Evan con un paso lento y sensual, único de él. Este llevaba únicamente unos bóxers negros que se ajustaban perfectamente a sus muslos. No cavia duda de que Santiago era todo un semental, con su actitud positiva y juguetona se había hecho de muchos amigos a lo largo de su vida, sin contar que el hombre era bastante inteligente y bueno en su trabajo…..de otra forma ya lo hubieran despedido por faltar tantas veces.

Santiago detuvo su paso cuando estuvo frente a Evan, sus cuerpos era divididos por un molesto espacio de aire que hacia las cosas más tensas. Se agacho un poco y dejo su rostro a un lado del de Evan, tomo un mechón de su cabello y lo acaricio un poco para susurrar algo en su oído. – Esa actitud te hace lucir más atractivo.- su voz sonó profunda y seductora, hasta el punto de erizarle la piel.

Evan retrocedió unos cuantos pasos al tiempo que empujaba con su mano a Santiago. – Las cosa ya no son como antes, esas frases ya no funcionaran conmigo….- la cara de Santiago se lleno de sorpresa y su boca se abrió un poco debido a esto, después de unos segundos en su rostro apareció una sonrisa. –Eso comprueba lo que digo.- se retiro a paso lento hacia la mesa y tomo una de las sillas sentándose.

Evan frunció el ceño y apretó sus puños. – si, como no…- se dio la vuelta dispuesto a marcharse pero la voz de Santiago lo detuvo. – Deja de actuar tan a la defensiva, estás conmigo y recuerda que siempre has actuado como un lindo gatito cuando es así.-  Evan sintió su estomago retorcerse y unas inmensas ganas de golpearlo. – Eres un imbécil. – escupió estas palabras y salió del departamento azotando la puerta. Santiago sonrió mientras observaba la puerta por la que sea había marchado Evan. – Ha cambiado mucho en estos tres meses…- dijo Santiago para si mismo con una mirada melancólica. 

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“Nunca debí haber venido” pesaba Evan, quien caminaba hecho una furia debido a los comentarios de su ex…. “amigo”. Se detuvo unas cuantas calles después de haberse alejado de aquel departamento y suspiro como queriendo soltar aquel sentimiento que lo embargaba. Relajo un poco su cuerpo y se froto el cuello, el cual le dolía, producto del trabajo y estrés. Miro hacia el cielo con el único pensamiento en su cabeza de que esperaba que no le volvieran a llamar de su trabajo y así poder cortar totalmente los lazos con aquel hombre.

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*Narración de Evan*

Suspiré y me frote las sienes, me encontraba con el teléfono entre la oreja y el hombro – ¿Que te hace pensar que me interesa saber qué pasa con ese idiota?- dejé el gato que tenia entra los brazos y me levante - ¡¿ahhh?! Sabes que ese hombre nunca ha pasado más de un mes sin ti….no puedes dejarlo así- me dijo Emilio, uno de los tantos amigos de Santiago, sin embargo, el más cercano.  –el ya no es mi problema, tengo mi propia vida y el la suya….-

Hubo un pequeño silencio detrás de la línea y después escuche el suspiro de Emilio e imagine que había hecho aquel típico gesto de él. Fruncía ligeramente el ceño y pasaba su mano por el cabello. – Mira, no sé qué es lo que haya pasado, pero está bastante extraño…..- reí un poco y recordé la escena que había visto hace apenas un par de días. – ¡Pues yo lo veo perfectamente!- dije volviéndome a sentar en el sillón.  – es precisamente lo que me preocupa…… han pasado años desde que él y tu son amigos, dudo que ahora pueda hacer algo por si mismo.-  guardo silencio y soltó un bufido. – De alguna manera él y tú se volvieron inseparables…..- reí un poco. – Eso suena como si estuvieras celoso Emilio- lo dije en tono de broma para romper la tensión pero de nuevo obtuve silencio. – si…. Lo admito, pero no de la forma en la que crees, siempre me dio curiosidad el saber que era lo que veía en ti.- suspiro  pesadamente y se aclaro la garganta. – pero sigo sin saber. Escucha, solo arregla las cosas. ¿Quieres?- tras de esto colgó sin dejarme replicar.

Escuche el sonido de la línea tras el teléfono y colgué para dejarlo a mi lado en el sillón.  Me quede en el limbo de mis pensamientos, perdido, tratando de acomodar las cosas para resolverlas. Sentía una opresión en mi pecho y sabía que era por Santiago.

“¿se sentirá solo sin mí, como yo sin él?” ese pensamiento inundaba mi mente asiéndome sentir aun peor. Sentía que me volvía loco e intentaba retener mis ganas de ir corriendo a su departamento. ¿Pero qué fin tenía eso?  Me estaba rompiendo lentamente, me sentía estancado y no podía pensar bien.

Habíamos sido amigos durante toda la universidad y cuando menos me lo había esperado ya teníamos sexo de vez en cuando. ¿A caso no significaba nada?

Santiago se había metido en mi sistema de una forma inexplicable. Me consumía por dentro y era feliz así……  pero no podía compartirlo, no quería seguir viendo mujeres entre sus brazos. Así que el volver a ser amigos, a pesar de haber tenido relaciones, no estaba incluido en la lista…. Al menos no hasta a verlo olvidado. Hasta poder verlo sin sentir que se me destrozaba el alma.

Me dirigí hacia la cocina en donde vacié un poco de comida para gatos en el plato y lo baje para que este comiera...

 A la mañana siguiente, como todos los días de trabajo, me prepare para salir de casa. Actualmente era dueño de una librería, el trabajo era a mi ritmo y no podía quejarme de las ganancias.

Mientras caminaba sentí mi celular vibrar. Lo saque de mi bolsillo y vi el numero. Rodé los ojos al notar que era de otro de los amigos de Santiago, Bryan. Colgué el teléfono y lo guarde de nuevo. No estaba de humor para oír más reclamos. Camine tranquilamente, sin mucho ánimo de trabajar.

Al llegar saque la llave y abrí la puerta para cambiar el letrero a “abierto”. Al poco tiempo llego Clariss, una chica universitaria que trabajaba conmigo. A pesar de ser rubia naturalmente, esta teñía su cabello de negro haciendo lucir aun más pálida su blanca piel.  Lo tenía recogido en una cola alta con solo su fleco y algunos cabellos sueltos. Llevaba unos pantalones negros ajustados con algunos cintos que poco lucían con la playera larga, al igual que todo negra, y sin mangas. Unas botas nada femeninas y toscas que contrastaban con su delicada figura, y como adornando sus delgadas muñecas algunas pulseras.

Paso la puerta y dejo su abrigo detrás del escritorio del recibidor y paso su vista por la tienda hasta detenerse sobre mí. Sus ojos se abrieron un poco y camino apresuradamente hacia mí. – ¡¿pero qué mierda te pasa, hombre?!- fruncí el ceño y después sonreí. – más respeto Clariss…. Soy mayor que tú y tu jefe….- esta se sonrojo un poco y me sonrió. –pareciera que no hubieses dormido en toda una semana…… y te vi ayer!- me dijo con su rostro algo preocupado. Me senté en la silla que estaba junto a uno de los escaparates de libros y  me pase la mano por el cabello para después posar mi mirada en ella. –Clariss…. Solo enfócate en tu trabajo si no es que quieres que te reduzca el sueldo.- Clariss hizo un pequeño puchero y se fue refunfuñando hacia uno de los libreros para acomodar algunos de los libros nuevos.

El día avanzo con normalidad, los clientes entraban y salían con uno o más libros y Clariss soltaba uno que otro comentario indiscreto muy típico de ella. Continúe acomodando la caja de libros nuevos que tenía y checaba el inventario. De vez en cuando mi mente divagaba con los recuerdos de Santiago pero procuraba no pensar en ello.

 Y es que los mejores momentos de mi vida habían sido a su lado,  el mismo me había animado a abrir la librería.  Éramos inseparables a pesar de ser totalmente distintos, lo cual también trajo diversos problemas a nuestra relación.   A decir verdad, yo mismo estaba bastante confundido con lo que estaba pasando. Llevábamos mucho tiempo siendo solo amigos y cuando menos lo esperaba me hallaba enamorado de Santiago. Por supuesto que no es nada fácil aceptar eso. Además, agreguémosle el hecho de tener sexo casual cuando estamos ebrios. 

Yo amaba a Santiago, pero no podía decir lo mismo de él. Cuando creí que comenzábamos a tener una relación encontré que se revolcaba con cuanta chica se le ponía enfrente hasta que llegue al punto de no poder soportarlo más. Pero de cierta manera era mi culpa por asumir algo que no era, y por lógica no podía seguir siendo su inseparable amigo.  A este punto ya no podía seguir cuidando de Santiago, ya no éramos dos universitarios. No, el era un importante empresario que había heredado su compañía por su padre, y yo era el dueño de una librería, solo eso.

Mi celular comenzó a sonar haciéndome estremecer por la sorpresa y sacándome de mis pensamientos. Tome el celular y confirme que era de Bryan que no había parado de llamarme en toda la mañana. Clariss soltó un bufido haciendo llamar mi atención.- ¿quieres contestar o apagar esa maldita porquería por el amor de di…..?!- no termino de formular su exclamación cuando la fulmine con la mirada. – sabes, creo que debería poner ese letrero de vacantes de nuevo….- dije con el ceño fruncido y Clariss se encogió de hombros, se mordió el labio sonrojándose un poco. – Lo lamento, sabes que me es imposible controlar mi boca.- dijo soltando una pequeña risilla.

Mi celular continúo sonando y suspire pesadamente, oprimí el botón de contestar y lo puse junto a mi oreja. –¡Bryan, sea lo que sea no puedo atenderte!- me pare del lugar en el que me encontraba sentado y me dirigí al otro extremo de la tienda para tratar de amortiguar mi voz. Bryan soltó una pequeña risa. – ¿no me digas que estas muy ocupado, ee? Apuesto a que estabas sentado y sin nada que hacer-. Me sonroje inmediatamente y cerré mis ojos como tratando de relajarme para no decir alguna estupidez y aclare mi garganta volviendo a recuperar mi compostura. –mira, se a que viene todo esto pero mi respuesta es un NO contundente ¿escuchas?-. Bryan suspiro y casi pude imaginar que hacia un puchero. – ¿Acaso no puedo llamar a un viejo amigo?- dijo con cinismo. –No recuerdo que tener amigos tan idiotas y confabuladores…- dije seriamente y Bryan soltó una exclamación. –haaa!!! Que cruel… solo estaba preocupado. Y lo admito, quería saber que pasa entre tú y Santiago.- dijo riendo y provoco que yo hiciera lo mismo. – ¿vez? Así luces mucho más lindo, sonriendo.- enarque una ceja. – ¿y cómo tu sabes eso? hombre, que no estás ocupado? Es mejor que cuelgues y vuelvas a tu trabajo…- Bryan soltó una carcajada. – Eso no se va a poder….- fruncí el ceño y rodé los ojos. - ¿y por qué no?-. –Pues porque estoy afuera de tu tienda….- dijo e inmediatamente me gire para ver que atreves de los cristales de la puerta, efectivamente estaba Bryan con una sonrisa y saludando descaradamente. Mi boca se abrió un poco por la sorpresa y después de unos segundos sonreí, Bryan entro a la tienda y se acerco a mi ignorando el “buenos días ¿en qué puedo servirle?” de Clariss, a lo cual, esta frunció el ceño y se volvió a su lugar refunfuñando.

Bryan camino despacio hasta quedar frente a mí.  - En verdad has logrado mucho…. Sabía que te gustaban los libros pero no a esta magnitud.- sonreí un poco e hice un ademan con mi mano invitándolo a sentarse en unos sillón que teníamos en la librería. –A decir verdad, yo tampoco me imagine en esto, pero me llena más de lo que crees. Por otro lado… ¿Cómo te está yendo a ti? Supe que ahora trabajabas en una empresa como ingeniero en sistemas.- se remango las mangas de su camisa de vestir dejando lucir un hermoso reloj, prueba de lo bien que le estaba yendo. A continuación paso su vista sobre este y suspiro. – sí, se podría decir que me va muy bien, a excepción de el inmenso montón de trabajo que me agobia. Ni si quiera tengo tiempo tener citas, hombre……. – sonreí un poco ante su rostro de desesperación. -y aun así estas aquí…..- Bryan dejo a relucir una amplia y, a decir verdad, hermosa sonrisa que hubiera flechado a cualquiera…. A cualquiera que no estuviese enamorado ya de, probablemente, uno de los hombres más guapos que se pudiesen ver, Santiago…. 

-Exacto, ¿no soy muy buen amigo?- dijo tontamente Bryan. Este paso su vista por el libro que tenia entre mis manos y después sonrió. –viejo, ¡ese libro es grandioso! – baje la mirada hacía el libro y sonreí un poco. –lo es….-

-y su final es épico, en verdad…- dijo como con la mirada perdida entre los buenos momentos que el libro le había hecho pasar el libro. –lo sé, es la segunda vez que lo leo…. Ya sabes cómo soy.- dije restándole importancia y encogiendo los hombros.

-Santiago estaba fascinado con él y me dio curiosidad, así que termine leyéndolo….  Aunque es extraño que el supiera de libros.- dijo frunciendo el seño y con una mano en la barbilla.

-lo es…- dije suspirando. –Fui yo quien se lo recomendó en primer lugar.- Bryan se tenso un poco y se aclaro su garganta. –¿y…. como esta... Él?- dijo como tanteando el terreno y rodé los ojos molesto. – ¡sabia que todo terminaría en el!- me levante de mi lugar y lo observe con mi ceño fruncido. –Si no hay más que decir creo que deberías volver a tu trabajo, ¿no crees?- el suspiro y dejo caer los brazos en señal de protesta. –ohh vamos, solo quiero ayudar.- clave mi mirada en el y camine hacia la puerta. – Pues no necesito ayuda de nadie…- Bryan me sonrió levemente y salió por la puerta.

Me dispuse a ir hacia el almacén cuando la puerta se abrió de nuevo dejando ver a Bryan. –eee…. Solo quería decirte que sería bueno que comenzáramos a frecuentarnos más, ¿no crees?- le mande una mirada inquisitoria y este soltó una risa. –ok ok, entiendo… nos vemos luego!- cerró la puerta y camino alejándose de la puerta.

Por mi parte camine hacia llegar al almacén donde apenes si llevaba un momento de aparente tranquilidad cuando escuche la voz de Clariss llamándome. – ¡¿qué pasa?!- dije gritando escandalosamente desde el almacén importándome poco lo que los clientes dirían.

-lo siento, pero te busca un hombre que dice ser tu amigo….- rodé los ojos imaginando que seguramente era otro de los tantos amigos de Santiago. Me levante de mi silla a regañadientes y camine con pereza hacia la entrada de la tiendo. Pase mí vista sobre Clariss que tenía las mejillas sonrojadas y después hacia el hombre que ella veía con cara de enamorada. Abrí los ojos por la sorpresa y pude jurar que me había puesto pálido ante la sorpresa.

De pronto sentí el corazón en la cabeza y que las piernas me temblaban. Santiago me miro con su profunda mirada y después me sonrió melancólicamente... A decir verdad desde la vez que había ido a su casa se veía diferente… como si hubiese perdido un brillo en sus ojos muy característico en el.

Fruncí mi ceño y Santiago hablo. –necesitamos hablar….-

 

 

 

 

 

Notas finales:

muchas gracias por leer c; 

comenten que les parecio, me ayuda mucho a mejorar. 


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