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Teorías erróneas. por MitcheKiller117

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Notas del fanfic:

Disclaimer: No formo parte de la SM. No soy XiuMin. No soy Chen. No soy ninguno de los personajes aquí mencionados. Yo solo soy una loca soñadora dispuesta a narrar, en su mayoría, locas historias de amor.

Notas del capitulo:

Pese a que se utiliza el lenguage algebraico, es solo una referencia y, les aseguro que es fácil de comprender, así como que no se necesita tener casi nada de conocimiento para leer amenamente.

Este Fanfic está dedicado a @c0ld.moon en Instagram. Escrito atrasado por el cumpleaños de mi bias, Kim Minseok.

Aclaraciones: 

—Diálogos.

"Pensamientos".

Puntos a remarcar, incognitas, etc...

- - -

 

 

Si sujeto b abandona a sujeto a, seguramente es porque sujeto a cometió alguna incongruencia que hirió de forma permanente a sujeto b.

La suma de a más b da como resultado un binomio de números reales perfecto.

a + b = ab

Si sujeto b no está multiplicado por sujeto a, no hay manera determinada para encontrar el valor de sujeto a.

(a).(b)= 2ab.

(a).(c) = ¿?

A sujeto a no puede restársele sujeto b, dado que el valor obtenido es desconocido por la humanidad.

Comprobación:

a - b = Error 404 Not Found.

La derivada de a cuando b tiende a 0, no existe.

 

Hundido en sus pensamientos, el muchacho de cabellos negros empujó el carrito de compras por el pasillo mientras miraba sin ver el contenido que arrastraba consigo.

Se suponía que estaba ahí para llenar la alacena de su recién adquirido departamento en las orillas de la ciudad, pero lo cierto era que estaba muy concentrado en todo menos en pensar en qué era lo indispensable para sobrevivir en la semana, con los miserables centavos que sus padres solían depositarle en la cuenta bancaria destinada a su supervivencia estudiando fuera de su ciudad natal.

Deteniéndose en el famoso pasillo de los cereales, Kim Minseok, como se llamaba según la identificación que llevaba en la cartera, zarandeó la cabeza habiendo ya decidido que debía mantener su mente fría si no quería terminar muriéndose de hambre.

Cereales azucarados, bolitas de chocolate, galletas de maíz, rueditas arcoíris, de miel, de manzana, Corn Flakes…

Teniendo cuidado de que no hubiese nadie observándolo, se miró la barriga.

Había crecido en los últimos días y todavía no estaba seguro de si se debía a su ya casi menstrual depresión, o a los enormes botes de helado de triple chocolate que había estado consumiendo.

Él prefería culpar a la depresión.

Esa misma que no lo dejaba vivir tranquilo, ni levantarse en las tardes o moverse siquiera un poco de su cama, por supuesto, porque no es que él fuese flojo… ¡Qué va!

Asegurándose a sí mismo que su dieta estaba perfectamente balanceada, el de cabellos negros y mejillas regordetas puso dos cajas de bolitas de chocolate en el carrito, justo a un lado del jarabe, la crema de cacahuate y la nutella, un poco al sur del paquete de dulces mixtos, colindando con la enorme bolsa de sus frituras de queso preferidas y sobre una caja doble de galletas oreo.

Todavía debía detenerse por un poco de leche y… pasta. Sí, seguramente la pasta estaba bien.

Empujó el carrito hasta llegar al fondo del pasillo en dirección a las cajas de cobro y se detuvo abruptamente al casi chocar con el de alguien más.

¡Santo Choi Siwon y sus millones! La suya debía ser la peor de las suertes o una de esas tortuosas casualidades.

XiuMin Hyung…

Parado frente a él, con sus más de ciento ochenta centímetros, su precioso pelo rubio y su tersa piel de vainilla, estaba el chico que le había puesto el mismo apodo con el que casi todo el mundo lo identificaba y, también, la última persona con la que quería encontrarse en esos momentos.

—SeHun-ee...

Un atisbo de sonrisa se dibujó sobre los pequeños labios del aludido y el corazón de Minseok dio un vuelco, medio conmovido pero terriblemente dolido.

Él nunca sonreía de ese modo cuando estaban juntos.

—¿Estás de compras?

Si tan solo hubiese sido otra persona, como JongIn o su primo JoonMyun, XiuMin no hubiese dudado ni un poco en rodar los ojos y responder sarcásticamente a la pregunta. Pero no era el caso, quien había irrumpido en su ya de por sí intranquilo día, era nada más y nada menos que su exnovio, con quien había roto no más de dos días atrás.

—Sí…

Esa era la primera de las veces en que realmente sentía que no tenía nada que decirle. Porque continuaba adorándolo con todo el corazón, y estaba seguro de que para que eso dejase de ocurrir iba a necesitar mucho tiempo. Y tal vez, como ya lo había pensado millones de veces, no encontraría a nadie más. Pero eso no le quitaba el coraje. Y sobre todo, no dispersaba el dolor.

Ni las patéticas teorías más recientes anotadas en la parte de atrás de su bitácora de Biología.

—Escuché que te mudaste con Lu, pudiste haberme llamado para que te ayudase con tus cosas.

¡Claro! ¡Porque lo primero que se te ocurre después de haber estado llorando toda la noche anterior ya que tu ex terminó contigo alegando que no sentía lo mismo por ti, es llamarle para que te ayude con la mudanza!

XiuMin bajó la mirada, no resistiéndose a rodar los ojos.

—Estoy bien, SeHun-ee, gracias. — Se forzó a sonreír.

—Hyung…

Demasiado dolido como para continuar en esa situación, Minseok empujó el carrito fuera del alcance del otro. —Puedes venir a visitarnos cuando quieras, estoy un poco apurado ahora.

Necesitaba la jodida pasta… Pero como fuera, mejor se iba y luego volvía, no quería que el Oh se ofreciese a acompañarlo en sus compras o algo por el estilo.

—Oh, claro, está bien, quizá me pase el sábado.

Afortunadamente, el de pelo negro ya estaba dándole la espalda cuando lo escuchó decir eso. Porque la expresión en su rostro debió ser todo un poema, dada la sonrisa burlona que el cajero en la caja de enfrente le estaba dedicando. Podía verlo de reojo.

No encontrando fuerzas para responder, el Kim levantó una mano y la agitó en señal de despedida.

—¡Nos vemos Hyung!

“Ojalá que no pronto”.

Dejando escapar un suspiro de sus labios, el chico comenzó a poner su despensa sobre la barra de la caja, evitando a toda costa la abochornante mirada que el empleado estaba dedicándole.

—¿Mal día?

Oh, no se esperaba eso.

Con las mejillas regordetas rojas, XiuMin se animó a mirar, encontrándose con la sonrisa más curiosa que sus ojos hubiesen podido ver jamás.

Su ceño no tardó demasiado en fruncirse, sin embargo, él no iba a responder a eso.

El cajero se echó a reír, pasando los productos que llevaba por el marcador. — Claro que no tiene que responder a eso si no quiere, pero ¿qué tal esto?, ¿Encontró todo lo que buscaba?

Su voz era una de esas enfermizas melodías que le erizaban todos y cada uno de los vellos del cuerpo. Negándose a ceder ante las burlas del otro, porque seguramente eran eso… Burlas, Minseok le echó un vistazo a sus compras antes de asentir lentamente.

—Creí que los ratones habían dejado de comer lenguas.

Minseok no estaba acostumbrado a ser grosero, pero ese comentario había sido bajo en un momento de sensibilidad como el que estaba viviendo.

—Creí que a los cajeros se les pagaba por cobrar. — Lo miró fijamente al sentenciar cada palabra, pero la sonrisa del chico con el apellido Kim en el gafete sobre el chaleco azul que todos estaban obligados a vestir, no se inmutó ni un poco.

—Por eso y por brindar un servicio, me gusta ser amigable, a diferencia de a otras personas.

Minseok sabía que seguramente el chico no estaba autorizado para ofender a sus clientes, pero sus palabras le hicieron caer en la cuenta de que se estaba comportando como un verdadero idiota, así que se tragó la bola de insultos que tenía en la punta de la lengua, devolviéndola al fondo de su estómago para retenerla por siempre.

Él no era esa clase de persona y el rubor en sus mejillas, seguramente lo delataba.

Era eso o al otro Kim no le importaba nada, porque su sonrisa se amplió y extendió la mano para recibir adecuadamente su forma de pago.

Minseok se sintió afortunado de tener manos rápidas, porque así, el cambio estuvo de vuelta en su bolsillo trasero más rápido de lo que puedes decir metamorfomago.

Y es que XiuMin era un gran fanático de la saga de libros escrita por Jotaká Rowling.

—Gracias por su compra, vuelva pronto.

Minseok huyó tan pronto como tuvo las bolsas empacadas en sus manos. Nunca alguien lo había hecho recapacitar de ese modo, así como tampoco recordaba haberse sentido tan avergonzado en muchísimo tiempo.

El tal Kim, aunque entrometido, no solo lo había puesto en su lugar. Sino que indirectamente, sus palabras habían tocado un punto al que ninguno de los amigos de Minseok había logrado llegar.

Ese punto sensible en su mente que por poco lo hizo correr a casa para tachar todas sus teorías.

Ese que lo hacía querer dejar de comer comida chatarra.

Ese que le decía que deprimirse por sujeto b, era estúpido.

 

- - -

 

—Oh, Min-ee, estoy  ocupado hoy, — el chico con el que estaba compartiendo mesa durante el almuerzo, se atragantó con la comida al pasarla para continuar hablando — ¿te molestaría hacer las compras?

El aludido, que estaba en total contra de ese tipo de mal digestiones, terminó por atragantarse también.

—¿Q-Qué? ¡Creí que era tu t-turno, Lu-Ge!

Los grandes luminosos ojos de Xi LuHan lo miraron con súplica. — Lo sé, Min-ee, pero enserio, enserio, enserio tengo algo que hacer… — puso sus delicadas manos en posición oratoria. — ¿Solo por esta vez? ¿Sí?

Minseok rodó los ojos, porque sabía que haberse mudado con su mejor amigo no había sido más que un error.

LuHan era una increíble persona, pero no parecía tener idea de lo que la palabra responsabilidad significaba, así como hacía un uso innecesariamente excesivo de las palabras solo por esta vez como chantaje, aunque él y los implicados sabían que no era más que una vil mentira a la que él no consideraba más que una mentirilla piadosamente blanca.

No quería dejarlo salirse con la suya, pero cuando hizo un adorable puchero, Minseok supo que no tenía escapatoria.

—Está bien, pero no llegues tarde, porque te toca preparar la cena.

El carita de ciervo asintió y volvió a atragantarse con su asqueroso plato de comida. Y asqueroso porque nada de lo que servían en la cafetería podría nunca ser descrito como del todo comestible.

Lo cierto era que desde su última aparición por el Super Mercado, el Kim había estado evitándolo a toda costa, pero tampoco era como si tuviese que volver al mismo lugar, incluso aunque fuese el único en un radio de kilómetros de su zona departamental.

Bien podía caminar, o tomar el metro…

—¿Qué hay, chicos?

O pedirle a su adinerado primo con carro que le diese un aventón.

—¡JoonMyun-ee, llévame de compras!

El aludido parpadeó en su dirección y ni una milésima de segundo más tuvo que transcurrir antes de que asintiese con una amable sonrisa. Minseok se sentía afortunado de tener parentesco sanguíneo con ese hombre, así como de haber podido convencerlo de que ambos valían más que las terribles carreras que la Universidad de su ciudad natal les ofrecía.

Y justamente de ese modo fue como ambos terminaron en Seúl, buscando sus sueños, el mayor estudiando Música y el menor Comercio Internacional. El primero no dudaba ni tantito que con el gran número de ceros en la cuenta bancaria del segundo, pudiese lograr construir una empresa que los multiplicara dentro de poco, porque además de todo, su primo era responsable, trabajador y aplicado.

—Claro, Yixing vendrá con nosotros, iremos por un helado, ¿quieres venir?

En ocasiones JoonMyun también se excedía con su amabilidad.

Y Minseok era tan propenso a no poder decir no, que la mayoría de las veces terminaba siendo un mal tercio pero pidiendo doble porción del algún postre porque el menor nunca dejaba que pagase la cuenta.

—Tengo un poco de tarea…

—¿Seguro? Siempre puedes hacerla más tarde… — por un segundo, el de pelo negro estuvo seguro de que ninguno de los argumentos que el rubio de su primo estuviese por inventarse lo haría cambiar esta vez —, Yixing tiene este amigo… Kris Wu, creo que es tu tipo.

Y sin embargo, como casi siempre, Minseok se equivocó.

¿Y si había estado mal buscando siempre con b? Tal vez necesitaba a c.

Y un chino llenaba perfectamente el valor de c.

Porque chino empezaba con C, por supuesto.

—Y… — balbuceó tímidamente bajo la divertida mirada de LuHan — ¿A qué hora pasas por mí?

SuHo, como SeHun lo había apodado en el pasado, le dedicó una sonrisa resplandeciente.

—Ponte guapo a eso de las cuatro.

 

- - -

 

Cuando llegó esa tarde a casa después de sus agotadoras clases, sin embargo, Minseok comprobó en su bitácora de biología –que contenía más teorías que apuntes en sí-, el hecho de que ya había salido con un chino antes.

Su nombre era Huang ZiTao y lo había abandonado un año atrás para buscar a su media naranja.

XiuMin nunca se creyó el cuento de la media naranja.

Él no creía que los humanos tuviesen que ser tratados como frutas, sino como lo que eran. Y por supuesto, hablar de exnovios como b y tal vez c, era perfectamente normal.

PERFECTAMENTE.

 

Existen dos tipos de A.

as22; que siempre es capaz de despejar a b fuera de su ecuación.

Y a, que no es nada sin el valor de b.

Kim Minseok= a.

 

Esa había sido su primera teoría y la había escrito en la preparatoria, cuando todavía no conocía a LuHan.

Su primera catástrofe amorosa se había llamado Max ChangMin y el suyo había sido una especie de amor unilateral. Minseok no recordaba ni una sola vez en que el chico en cuestión le hubiese dedicado la suficiente atención a su relación. Y cuando menos se lo esperó, el de mejillas regordetas lo vio coqueteando con Cho KyuHyun, el novio de su antiguo mejor amigo Lee SungMin.

Los dos eran idiotas.

Eran –b y por un lado, Minseok estaba feliz de ya no tener que verlos nunca.

Por otro, sabía que habían marcado su vida entera.

En fin, por ahora Minseok sabía que no era momento de malgastar el tiempo pensando en ellos y se arregló lo suficiente como para disimular su emoción.

SuHo hizo sonar la bocina de su auto faltando diez para las cuatro y Minseok se lanzó escaleras abajo tarareando una canción.

Ya se estaba imaginando a Kris Wu, porque Yixing siempre tenía amigos guapos de los que JoonMyun se ponía muy celoso aunque no le gustase admitirlo. Y de solo pensarlo, su estómago gruñía de la emoción.

Se ubicó en el asiento trasero luego de saludar a su primo y a su novio con la mano a través del cristal siempre cerrado del auto lujoso. Y para nada se esperaba encontrarse con un sujeto enorme ahí dentro…

Casi se le sale el corazón.

Porque su mirada era intensa y no recordaba la última vez que había salido con semejante gigante.

—Minseok, él es Kris, medio canadiense y recién llegado del extranjero. Kris, él es el primo de JoonMyun del que te hablamos, Minseok.

La voz de Lay era un amor.

Pero ahora que lo recordaba, XiuMin jamás le había mencionado a ninguno de los dos cuál era su tipo… Así que seguramente a eso se debía la falla total en sus cálculos.

Kris era como una C cuadrada –porque era chino y canadiense, por supuesto- y, a juzgar por lo fruncido de sus cejas negras bajo el flequillo casi blanco, a las C cuadradas no le gustaban las a.

Una mano enorme se extendió en su dirección y Minseok recordó cuando lo intentó con Park ChanYeol, el actual novio del amigo de LuHan, BaekHyun. No le caía nada bien a Baek…

Sus manos eran como el doble de las suyas y, aunque con el gigante coreano se había sentido siempre irremediablemente protegido como si fuesen hermanos, con Kris no sentía nada parecido.

JoonMyun le sonrió por el retrovisor y Minseok le correspondió con pesar, porque ese iba a ser uno de los Jueves más infernalmente largos en su vida.

 

- - -

 

—SuHo, ¿podrías darme un aventón al supermercado como te pedí?

Lamentablemente, antes de que su primo tuviese oportunidad de responder, el siempre carismático Lay se le adelantó.

—El auto de Kris está en el estacionamiento, lo dejamos aquí porque queríamos que se conociesen primero, seguro que él te acompaña, ¿verdad, Kris?

El implicado se veía tan incómodo como él, pero al parecer, tanto JoonMyun como Yixing eran la pareja perfecta de idiotas, porque aunque incluso los desconocidos detectasen la tensión que había entre ellos, el aura cursi alrededor de esos dos no parecía verse afectada por nada en el mundo.

Seguramente ni un meteorito podría destruirla.

Ni un centenar de integrales desde a hasta c.

Dejando escapar un suspiro que pudo pasar inadvertido para cualquiera menos para XiuMin, Kris se puso de pie y meneó las llaves del que debía ser su auto en sus manos...

—Está bien, ¿nos vamos?

Cuando les dieron la espalda, Minseok se giró para suplicarles a los otros con los ojos que lo acompañaran, pero lo único que obtuvo en respuesta, fueron las porras silenciosas de Yixing y un guiño por parte de JoonMyun, que seguro pensaba haber dado justo en el blanco.

El trayecto hasta un supermercado diez cuadras más arriba de al que había ido la última vez, fue terriblemente tedioso y el más incómodo que recordaba haber hecho en su vida.

Por lo menos el Wu tenía un buen gusto musical, aunque había obligado al de mejillas regordetas a limpiarse con sumo detalle las suelas de sus zapatos antes de dejarlo poner un pie en el interior de su Lamborghini nuevo.

Tan solo con verlo, Minseok podía adivinar que el chico era un fanático de la moda y desde el principio se sintió torpemente fuera de lugar caminando a su lado, pero hacerlo dentro de los pasillos de un pequeño supermercado mientras el otro permanecía con el ceño fruncido y la nariz arrugada, fue mucho peor de lo que se esperó.

Ahora que lo pensaba, tal vez debía presentar a Kris con Tao, seguramente se llevarían muy bien. Ya recordaría mencionárselo a su primo, cuando fuese con un bate a molerlo a palos por darle la peor tarde de su existencia.

Los lujosos zapatos de marca del doble C hacía lucir a sus viejos converse negros gastados como un adefesio y lo único que Minseok puso dentro del carrito esta vez fue pasta, porque el chico estaba en forma, o eso le hacía pensar la descubierta camiseta en V que llevaba puesta, y le avergonzaba revelar su dieta balanceada ante personas como él, que seguramente no dejaban el gimnasio ni aunque fuera sábado.

No cruzaron palabra alguna mientras surtía la despensa, pero ya en la fila, cuando Minseok era el siguiente en la fila y se concentró en poner las cosas sobre la caja, el alto no pareció resistirse a hacer algún comentario al respecto.

—¿No te haría bien comer un poco de verduras?

No solo las mejillas se le coloraron al más bajito esta vez, sino también el resto de su cara.

—L-La he surtido antes… — Mintió, colocando el aceite de oliva extra virgen –como él- y terminando de vaciar finalmente su carrito.

Kris frunció el ceño pero asintió de todos modos, Minseok quería que se lo tragase la tierra, pero solo se giró para irse de ahí lo más rápido que fuese posible.

—Nos encontramos otra vez, ¿encontró todo lo que buscaba?

Jodido demonio.

En verdad el universo debió haberse puesto en su contra, porque frente a él, estaba la misma curiosa sonrisa de gato de días atrás. El gafete con el apellido Kim pendiendo de su chaleco azul.

Abochornado, el de mejillas regordetas tragó saliva y asintió despacio.

—Deberían tener más tipos de pasta, no creí que existieran los fanáticos, pero aquí hay uno.

El comentario sarcástico de Kris casi desploma a XiuMin sobre el suelo. El cajero río a carcajadas, sin embargo, nunca abandonando su labor de cobrar.

—Está anotado, señor, seguramente la próxima vez que nos visite encontrará mucho más surtido ese pasillo.

Para ninguno de los presentes el tono desdeñoso en la voz del cajero pasó desapercibido. El Wu rodó los ojos y pasó tras Minseok, sujetándolo un segundo por los hombros y alejándose casi de inmediato, como si se repeliesen.

—Te espero en el auto.

El de cabello negro asintió temerosamente en su dirección y cuando se volvió para escuchar la cantidad que necesitaba pagar, la sonrisa gatuna del trabajador detuvo por un milisegundo su corazón.

—Debes estar bromeando.

Esta vez, Minseok reparó en lo bonito que era el color de los ojos del chico. Porque había visto muchos color café, pero podía jurar que nunca en ese tono. Además estaba la forma en que su cara estaba trazada… No era común pero tampoco abstracta. Seguramente muchos pensaban que la forma de su barbilla era adictiva, o probablemente solo era él, divagando sin sentido, creando palabras inexistentes en su cabeza para describir la belleza de semejante ser que tenía enfrente.

—¿D-Disculpa?

Su sonrisa se ensanchó. — Veo que sí hablas. Dije que debes estar bromeando…

Era como…

Era como arte.

La clase de arte que desborda tus sentires y te hace sentir algo. De ese que no todos encuentran atractivo porque no observan sino simplemente miran.

—¿A q-qué te refieres?

El Kim señaló la pequeña pantallita de la caja para indicarle la cantidad a pagar sin que su conversación se viese interrumpida. — Ese chico, ¿es una broma, no? No parece tu tipo.

Sabía que toda su cara estaba ardiendo en llamas.

Pero sabía que esta vez sus razones eran otras.

—¿Y tú qué sabes? N-No me conoces. — Se las arregló para decir, pasándole la tarjeta de crédito que casi nunca solía usar.

El cajero se mordió irresistiblemente el labio interior, sin dejar de sonreír, sin dejar de burlarse de él.

—Oh, pero no es necesario que te conozca… Mírate, míralo. Eso es suficiente.

Lejos de sentirse ofendido, a Minseok le dieron ganas de poner a aplaudir, pero en lugar de hacerlo, infló involuntariamente los mofletes en señal de lo que él pensó era molestia.

El Kim le entregó el Boucher a firmar y volvió a morderse el labio.

El contacto entre sus miradas no se rompió ni cuando el de cabello negro tuvo que inclinarse un poco para firmar. Afortunadamente no muchas personas parecían rondar el supermercado a esas horas, porque de no ser así, seguramente el cajero hubiese obtenido una sanción.

¿Era eso considerado coquetear?

Porque Minseok no estaba familiarizado con esa palabra, todo lo que había hecho para tener su larga lista de bs, era sonreír y pararse junto a ellos.

Para salir con ChanYeol ni las palabras habían sido necesarias de por medio.

—Creo que es estúpido que alguien como tú tenga que besar tantos sapos cuando el príncipe rana está enfrente.

Sonrojado y moviéndose como un robot, el de las mejillas robustas recibió temblorosamente la tarjeta que el cajero le entregó de vuelta, poniéndose a sudar apenas sintió el contacto entre sus dedos.

—¿T-Te estás llamando a ti mismo príncipe rana? Eso es algo vanidoso.

Con una sonrisa que advertía problemas y un brillo travieso en sus ojos, el castaño ladeó un poco la cabeza.

—También es vanidoso pensar que estoy coqueteando contigo, podría simplemente haber expuesto una teoría, ¿sabes?

Minseok casi pudo sentir el humo siendo arrojado por sus orejas.

Es más, estaba seguro de que si alguien le volcaba un balde de agua helada encima, ésta se evaporaría de inmediato, porque todo su cuerpo estaba hirviendo en vergüenza y no dudaba que pronto fuese a alcanzar la temperatura máxima y explotar, aunque esperaba que eso sucediese fuera del establecimiento.

Tan veloz como un rayo, metió todo lo que llevaba en la mano en el bolsillo trasero de los ajustados jeans negros que había decidido usar para la ocasión y se apresuró a las bolsas con sus cosas depositadas al final de las cajas.

Una mano sobre su muñeca lo detuvo de huir como la última vez, sin embargo. Y cuando se giró, la profunda mirada chocolate del cajero volvió a volcar su corazón, haciéndolo sentir que le iba a dar un ataque en cualquier momento.

—Pero oye, en ocasiones ser un poco vanidoso nos lleva a las conclusiones correctas, soy JongDae y de verdad espero que vuelvas pronto.

Maldita y perfecta voz.

Todos sus vellos estaban erizados otra vez, exponiéndolo.

JongDae, como ahora sabía que se llamaba, provocaba reacciones en él que difícilmente Max ChangMin había logrado.

—M-Me llamo Minseok.

El chico sonrió.

—Anotado.

El de mejillas regordetas entrecerró los ojos. — Mentiroso.

JongDae se echó a reír melodiosamente, componiendo una balada tranquila con las réplicas de su voz. — No necesito una libreta, lo anoté aquí.

Cuando soló su muñeca y señaló su pecho, Minseok supo que ese era el momento de huir, así que le dedicó una vacilante sonrisa nerviosa y se echó a correr bajo la atenta mirada del cajero.

Kris estaba esperándolo exasperado, pero XiuMin no le prestó atención a la incomodidad que los rondaba durante el camino a casa esta vez.

Su corazón latía desenfrenado.

El nombre de JongDae no dejaba de hacer eco en su mente.

Y su rostro… Sentía que esa preciosa imagen se había quedado guardada por siempre bajo sus parpados.

 

- - -

 

b nunca tiende a a, a siempre tiende a b.

 

Minseok se aseguró de tachar perfectamente bien esa teoría escrita demasiado tiempo atrás en su bitácora cuando de improvisto y un martes cualquiera del caluroso marzo, abrió la puerta y se encontró con la preciosa sonrisa gatuna que había estado surcando sus pensamientos en la última quincena del mes.

—¿Q-Qué estás…

Y comprobó que la textura de los dedos del Kim era áspera y que si se tomaran de las manos, seguramente contrastarían cuando el otro posicionó su índice sobre sus labios para que hiciera silencio.

—Sé que esto es como invadir la privacidad, pero… tú tienes algo que necesito.

Rápidamente las mejillas regordetas del dueño del departamento se tiñeron de un fuerte color rojo. Ya se le estaba haciendo costumbre ponerse de colores frente a ese chico.

¡Pero es que vamos! ¿Quién no lo haría? Sobre todo porque no todos los días el chico de tus sueños toca a tu puerta y dice cosas tan vergonzosas como esa.

A decir verdad, toda esa situación rozaba la fantasía y lo hacía preguntarse si estaba soñando. Así que se pellizco indiscretamente, diciéndose a sí mismo que ya era hora de despertar.

Pero apareció repentinamente sobre su cama, ni sobre el sillón donde en ocasiones se desplomaba y la imagen de un JongDae sonriente no desapareció de la puerta.

—¡Caracoles…

—¿Hervidos?

Oh, por, dios…

—¡Santo San Siwon ricachón, acabas de completar una de las frases de mi película favorita! ¿Estoy soñando o eres el jodido hombre perfecto?

El cajero recargó uno de sus hombros sobre la superficie de la puerta.

—Gracias, me halagas, pero supongo que ninguna de las dos.

Minseok se cubrió el rostro, avergonzado y se mordió la lengua. Debía aprender a callarse.

—Y-ya enserio… ¿Q-Qué estás haciendo aquí?

El de cabello castaño avanzó un paso y aunque había mucho espacio a sus espaldas, el de mejillas regordetas se sintió acorralado.

Podía sentir su respiración alcanzando a restregarse contra su rostro.

Todo en ese hombre era jodidamente adictivo.

—Hablaba enserio cuando dije que tienes algo que necesito… — que hablara ahora o callara para siempre porque Minseok ya no podía soportar el suspenso — ¿recuerdas la última vez? ¿En el supermercado?

“Cómo olvidarlo”, el de pelo negro asintió lentamente negándose a retirarse un solo centímetro del intruso.

JongDae se mordió el labio inferior mientras sonreía traviesamente. — No me entregaste el Boucher…

El tiempo se congeló.

Minseok parpadeó.

¡Jodido demonio!

¡Qué vergüenza!

Se alejó de inmediato, rompiendo el aura mágica que creyó se había formado entre ellos y se lanzó en busca de su cartera mientras escuchaba al otro reír.

Le molestaba eso.

Pero no porque se burlase de él, aunque estaba completamente seguro de que así era, sino porque su sonrisa era una de esas melodías a las que Minseok podría perfectamente hacerles un tributo a piano.

Encontró lo que buscaba rápidamente y se volvió para entregárselo al chico.

JongDae lo recibió con lentitud, asegurándose de que sus dedos se rozaran y todo el cuerpo del de cabello negro se estremeció.

—¿No te das cuenta, no es así?

XiuMin parpadeó, demostrándole al otro que en efecto, no sabía de lo que estaba hablando.

El cajero se acercó rápidamente a su persona en un par de pasos, capturando su mentón con una de sus manos y todo Minseok se quedó estático sobre el suelo.

—Esto es solo una excusa, baby.

¿Una… excusa?

¿B-Baby?

—Sabía que no ibas a volver pronto, tenía que verte.

Tenía…

—Fue un poco difícil, pero sabía que si era carismático y lucía lo suficientemente desesperado, el personal del banco iba a darme tu dirección.

Minseok intentó suprimir una sonrisa. JongDae la ensanchó.

—En verdad, no sé cómo pude sobrevivir estos días sin verte…

Sus dedos subieron y luego descendieron lentamente, recorriendo su mejilla con una suave y paulatina caricia. Todo el cuerpo de Minseok estaba temblando y sus ojos se cerraron automáticamente, porque se sentía completamente dispuesto.

Si JongDae quería besarlo, él jamás podría juntar la suficiente voluntad como para oponerse.

Un segundo tras otro pasó, sin embargo y XiuMin pronto dejó de esperar sentir la textura de otros labios sobre los suyos. Pero todavía podía sentir su respiración lo suficientemente cerca y cuando sus narices se rozaron, se le escapó un suspiro de lo profundo del alma…

—Maldita sea…

Su corazón era una bomba de tiempo.

Escuchar a Kim JongDae maldecir no era nada sano.

—Maldita sea — el otro repitió y estaba cerca, terriblemente cerca. Tan cerca como para sentir su calor, tan cerca como para permitirse imaginar… — quiero tanto besarte justo ahora.

“¿Qué esperas?”

—Una… — lo escuchó tragar —  Una estadística dice que si el primer beso es robado, la relación está destinada a fracasar.

Si hubiese sido otra persona, probablemente hubiese lanzado al chico al piso y lo hubiese golpeado por ser tan idiota. Pero él era Kim Minseok, un chico obsesionado con teorías que involucraban letras. Un chico que estudiaba música y no entendía nada de álgebra pero intentaba hacer sumatorias para obtener patéticos resultados, así que lo único que pudo hacer… fue reír suavemente, desvaneciéndose ante el leve roce de sus labios con los ajenos y abriendo sus ojos para mirar los de chocolate bajo sus espesas pestañas.

—Estás loco…

—Por ti.

Minseok tragó, JongDae miraba fijamente sus ojos y después su boca.

Todo su cuerpo tenía cosquillas.

Necesitaba terriblemente echarle las manos al cuello y olvidarse de todo, pero no lo hizo. Simplemente se alejó lentamente y empujó con timidez su pecho contra el del otro para que se apartara.

JongDae tomó su mano…

Minseok sabía que era teóricamente imposible pero cuando JongDae hacía cosas como esa, podía jurar que el tiempo dejaba de transcurrir.

—La próxima vez voy a besarte, Seokie.

Minseok revolvió sus pestañas coquetamente, aunque mirando el suelo con su característica timidez.

—E-Estaré esperando por ello…

 

- - -

 

Si a no funciona con b ni tampoco con c, quizá a deba tender a un valor diferente.

 

El tercer encuentro con Kim JongDae, porque desde el segundo tenía un nombre completo que anotar en los bordes de las páginas de sus cuadernos del colegio, había revolucionado el mundo de Minseok.

Y sin embargo, se negaba a abandonar su mundo de teorías, porque una parte demasiado necia en su interior le decía que sino una, todas las ahí escritas podían ser certeras.

Realmente quería saber en qué estaba equivocándose y aunque se moría de ganas por volver a ver al chico con sonrisa de gato, Minseok se obligó a no ir a su encuentro hasta que decifrase cuál era el error que había estado cometiendo como para que catorce bs lo hubiesen abandonado en toda su vida.

Porque sí, ya había sacado la cuenta.

Y bueno, durante el siguiente fin de semana de su tercer encuentro, Minseok se pasó horas enteras convenciéndose a sí mismo de que llamando a sus exnovios para preguntarles no era lo que tenía que hacer.

Eso, claro, hasta que volvió de dar un paseo por la tarde y se encontró con una escena inesperada ocurriendo en su sala y justo en sus narices.

LuHan formaba parte de su lista de bs porque hubo un tiempo en que ambos se encontraron irresistibles y ninguno había parado hasta involucrase con el otro. Su relación fue bonita y Minseok no recuerda haber encontrado todavía un motivo contundente por el cual su ahora mejor amigo lo había abandonado.

Aunque si se concentraba en la escena que sus ojos recorrían en ese momento, quizá fuese capaz de encontrar la primera respuesta.

Una que siempre estuvo muy clara pero que probablemente se negó a ver.

Si los dibujaban en un plano, él y Xi LuHan, tiraban para el mismo cuadrante.

Ambos eran x en un mundo de xy.

¡Ambos eran… eran… eran pasivos!

—¡¿Qué demonios está pasando aquí?!

Sus llaves cayeron ruidosamente al suelo y los dos chicos que sus ojos estuvieron observando detalladamente segundos atrás, se separaron a toda velocidad, aunque XiuMin ya no los veía, porque se había cubierto con ambas manos, negándose a creer lo que estaba viendo.

—¡XiuMin Hyung, yo te puedo explicar!

—¡Min-ee!

Las manos del aludido comenzaron a temblar y se sintió hiperventilar por sus fosas nasales. Su sangre comenzó a hervir en el momento exacto en que se le coloraron primero las orejas y luego el resto de la cara, pero nunca apartó las manos de sus ojos.

¡Esos eran SeHun y LuHan, el primero arriba del segundo besuqueándose sobre su sala!

¡No podía creerlo!

¿¡Qué había que explicar ahí!?

Tenía ganas de correr, de gritar, de hacer algo estúpido…

Y lo triste era que lo único que se le venía a la mente no era eso.

Sino correr al supermercado, gritarle a Kim JongDae, besarlo con locura y amanecer en una cama desconocida.

—¡XiuMin-ee, lo siento muchísimo, no encontraba la forma en que debía decírtelo pero...

—¡Detente! — El mayor chilló, interrumpiendo abruptamente a su mejor amigo. — ¡Detente, no quiero oírlo!

¿Él y cuántos más?

Huang ZiTao, Do KyungSoo, Kim RyeoWook, Henry Lau, Park JungSoo, Lee TaeMin, Kim HeeChul, Kim KiBum, … La lista parecía increíblemente clara ante sus ojos ahora que lo pensaba.

¡Había sido tan estúpido! ¡El 90 % de las personas con las que había salido eran pasivas!

—M-Min-ee, yo no…

—¡Eres pasivo! ¡Eres pasivo y no fuiste claro conmigo cuando rompimos! ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Estuve tanto tiempo buscando el por qué!

Cuando lo miró después de bramar, su mejor amigo dejó de moverse y lo miró con los ojos en blanco, dejando caer los hombros como si estuviese realmente sorprendido.

¡Por amor a Choi Siwon!

¡Él era el impactado ahí!

—¿Qué? ¡Min-ee, creí que lo sabías! ¡Creí que estabas de acuerdo en terminar por eso!

XiuMin parpadeó, sintiendo las lágrimas mojar el borde de sus ojos con sus pestañas.

—No lo sabía…

LuHan abrió la boca pero no dijo nada.

SeHun frunció el ceño. — Hyung, pero es que es obvio, ninguno sabíamos por qué ustedes… bueno, lo intentaron siquiera.

¿Era enserio?

Maldita sea, ¿había sido todo así de obvio? ¿Se había encerrado él en su burbuja tal como SuHo y Lay?

Todo su cuerpo estaba temblando y la necesidad de hacer algo estúpido no cesó.

De pronto sintió como si ya no necesitase continuar con su búsqueda, como si todas las teorías fuesen obra de un impulso de inmadurez causado por una terrible primera desilusión amorosa.

“Jodido Max ChangMin”.

—¡Kim Minseok, ¿a dónde crees que vas?!

Los gritos de LuHan lo siguieron los primeros tres pisos escaleras abajo pero el aludido no estaba escuchándolo realmente.

Corría a toda velocidad buscando poder comprobar una nueva teoría.

Una que por primera vez no tenía nada que ver con as, bs, o cs.

Una que solo involucraba un príncipe rana y una princesa bollo.

Una que parecía más bien un cuento de hadas.

Una que lo conducía hacía Kim JongDae y, extrañamente, tenía la impresión de que sería la única correcta en su gran historial de teorías extrañas.

 

- - -

 

Su corazón tenía la intención de salírsele del pecho.

Debía estar sudando horrores, porque había corrido como alma que se lleva el diablo durante incontables calles.

Su presión sanguínea saboteaba sus oídos y no podía enfocar nada con sus ojos en ese momento, aunque sabía que se había ganado las miradas extrañadas de un montón de gente cuando entró corriendo en el supermercado y se puso a recorrer la línea de cajas como si buscase algo de forma desesperada.

Aunque lo cierto era que no buscaba algo, sino a alguien.

Alguien que no estaba.

La decepción le palpó el pecho y cuando por fin se detuvo, sintió la oleada de calor recorrer todo su cuerpo de golpe. Correr en esa época del año había sido una pésima idea.

Qué tonto había sido.

No era como si Kim JongDae fuese a trabajar todos los días a todas horas. El chico también tenía una vida y, tampoco era como si el destino fuese a ponerse de su parte por una vez en la vida, como para encontrárselo en la calle por casualidad, así que abandonó el supermercado con la cara colorada, la respiración agitada y el corazón decepcionado.

Tal vez los impulsos no eran cosa suya.

Tal vez Kim JongDae no estaba tan hecho para él como había llegado a pensar, después de todo.

Pero el mar de pensamientos negativos en que de pronto su mente se convirtió, se esfumó tan pronto como una voz melodiosamente familiar lo llamó por su nombre a sus espaldas.

—¿Seokie?

Se giró tan rápido como pudo permitirse.

JongDae sujetaba con un brazo su chaleco azul oscuro y tenía el cabello mojado.

Estaba parado bajo el umbral de la parada de autobuses y lo miraba con la cabeza ladeada, como la primera vez. El corazón de Minseok siempre estaba propenso a sufrir ataques cuando de ese hombre se trataba…

Apenas sus miradas se conectaron, todo en el mayor se encendió y en un parpadeó estuvo frente al otro chico, lanzándose a sus brazos, colgándose de su cuello con los suyos.

—¿Qué sucede?

Sucede que no necesito más letras.

Sucede que eres el príncipe rana del que me hablaste.

Sucede que no siento la necesidad de desarrollar más teorías.

Sucede que siento que eres el amor de mi vida.

Minseok no se armó de valor para contestar, pero sí para impulsarse sobre las puntas de sus pies y estampar sus labios contra los de JongDae, cerrando definitivamente la distancia entre sus cuerpos, fusionándolos como si se tratase de uno solo.

Los ojos chocolate del de barbilla encantadora se abrieron con sorpresa por un segundo, pero no tardó demasiado en entrecerrarlos placenteramente, dejando que una sonrisa gatuna se esbozase bajo la presión de los otros labios sobre los suyos.

Se sentía extraño.

Había un revoloteo inusual en el estómago de Minseok, uno que no recordaba haber sentido antes con nadie.

Y sus movimientos eran tímidos y torpes como si se tratase de la primera vez.

JongDae le acarició una regordeta mejilla para que guardase la calma, y el solo contacto de su piel con la suya, le robó al mayor un anhelante suspiro que solo logró ensanchar la sonrisa del cajero.

A partir de ese momento, sintiendo los bellos erizados del otro, sus bocas se movieron a juego, encajando como dos piezas de un rompecabezas que hubieron sido separadas mucho tiempo atrás de forma accidental.

Las descargas eléctricas recorrieron en forma de espasmos los cuerpos de ambos y Minseok aferró su agarre al cuello ajeno para profundizar el beso. Porque por más cerca que estuviese, sentía que no era suficiente.

La lengua experta del castaño se deslizó entre sus labios, buscando juguetonamente la manera de entrar sin arruinar el momento y el mayor le cedió rápidamente el paso, dejándose embriagar por la cálida sensación del músculo de JongDae acariciando el suyo.

—Maldita sea…

Escuchar a JongDae maldecir mientras devoraba sus labios era una de las cosas más excitantes del universo, Minseok podía asegurarlo.

Las dos ásperas manos del cajero se cerraron sobre su rostro, yendo más profundo dentro de su boca. Los pulmones del mayor rugían por oxígeno y sin embargo, no cedía, buscando llegar más lejos aunque no pudiese respirar.

No fue ninguno en particular quien se alejó primero, sino los dos, que tomaron una rápida bocanada de aire y se rieron de la expresión en el rostro contrario cuando sus ojos volvieron a estar abiertos.

—Seokie, maldición…

JongDae volvió a morderse el labio inferior y Minseok se apresuró a cubrirlo nuevamente con su boca para que dejase de hacerlo, brindándole un efímero beso y capturando esta vez él su labio inferior con sus dientes, tirando solo un poco de él para no hacerle daño.

—Quise hacer eso desde la primera vez que te vi hacerlo.

El castaño sonrió seductoramente. — Entonces estaba en lo cierto y me deseaste desde entonces.

Minseok lo besó nuevamente para que se callara, porque aunque su voz era preciosa, en ocasiones lucía mejor cuando hacía silencio.

—La primera vez que te vi, con ese chico alto e inexpresivo… Sentí que debía estar contigo pero que no había forma de que tú te dieras cuenta de que definitivamente debías estar conmigo.

Minseok junto sus frentes tímidamente. — Eres un vanidoso.

—No soy alto, pero estoy seguro de que soy tu tipo.

Rogando porque se callara, el de mejillas regordetas rodó los ojos. — No tengo un tipo, JongDae.

El aludido río quedamente. — Oh, ahora lo tienes…

Minseok se río también, porque estaba seguro de que podía leer las ocurrencias del otro. — Bueno, quizá mi tipo seas tú.

JongDae se aproximó nuevamente, importándole un comino que estuviesen en la calle porque se moría de ganas por volver a probar sus labios. — Bien pensado, baby.

¡Baby!

¿El estómago de Minseok se volvería siempre un caos cada vez que lo llamase de ese modo?

No estaba seguro, pero tampoco quería suponer nada.

Algo en lo profundo de los ojos chocolate de JongDae que tanto le encantaban, le decía que estando con él, definitivamente sería sorprendido diariamente y de ese modo, sabía que no tenía nada de qué preocuparse.

Porque JongDae no era un b o una c y si se quedaban juntos, Minseok ya no sería una a.

Porque había descubierto que era terriblemente malo con las matemáticas y que aplicarlas en su vida diaria había resultado desastroso.

Porque su mano entrelazada con la de ese chico se sentía correcto y especial.

Porque Kim JongDae + Kim Minseok estaba lejos de ser una teoría errónea y esa, esa definitivamente era su parte favorita.

 

Notas finales:

Datos curiosos:

  1. Hoy tuve examen de álgebra.
  2. La mayoría de las veces, relleno los huecos de los pasatiempos y cosas favoritas de mis personajes con mis datos.
  3. XiuMin no sabe álgebra, por eso los datos son espontáneos, improvisados e incluso erróneos.
  4. JongDae es todo un cliché.
  5. Me inspiré en la portada y la reseña al reverso del libro “El Teorema Katherine” para escribir esto. En nada más que eso, sin embargo, porque ni le he quitado la envoltura a mi nueva adquisición.
  6. Investigué lo del Boucher.
  7. Shippeo a XiuMin con todo el mundo.

¡Hola a todos!

Llego tarde porque se suponía que si hacía algo como esto, fuese hace dos días y no hoy, pero aquí estoy de todos modos. Empecé bien mis vacaciones supongo y escribir un ChenMin después de tanto me hizo increíblemente feliz c:

Gracias por leer y ya saben que yo adoro leer sus opiniones, así que espero poder hacerlo.

Nos leemos sino mañana, el Domingo para Blank Space c: ¡Bonito fin de semana e inicio de vacaciones para todos!

Besitos, Mitche.


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