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Playground [ChanHun] por teemint

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Notas del fanfic:

Oh Dios mío, ¡el resumen es un asco!T_T Pero les prometo que el oneshot es mucho mejor, o al menos a mí me ha gustado bastante.

Espero que les guste este os, es muy fluffc:

¡Dejen sus comentarios y opiniones! Me gustaría saber lo que piensan ^^~

Definitivamente lo mejor del sexo no era el acto en sí, si no lo que pasaba después de éste, cuando la cabeza de Sehun yacía contra su pecho, los ojos cerrados y una sonrisa pacífica dibujada en su rostro. Sí, probablemente lo mejor del sexo eran las mañanas. La luz se filtraría a través de las cortinas, los rayos cálidos rozarían el rostro del más pequeño, cubriéndolo de tonos casi perfectos, dándole un aura que se le ocurría angelical, tranquila, palpando su propia ensoñación.

Lo peor de todo, es que además de que esos momentos que compartían juntos  –cuerpo contra cuerpo, piel contra piel, respiraciones y latidos siguiendo el mismo compás y manos entrelazadas– eran efímeros instantes que iban y venían, eran también dolorosos.
Porque a Chanyeol no sólo le gustaba rozar la piel desnuda de Sehun mientras dormía, también le dolía su tacto, su cercanía, el todo. Era una daga cruzando toda su caja torácica, una y otra vez, retorciéndose, porque sabía que esos momentos no eran suyos, porque sabía que el hecho de que su amante permaneciera recostado a su lado después de la faena podía ser únicamente debido a la pereza, la compasión o misericordia que su compañero le tenía, o simplemente un compromiso incómodo.

Porque probablemente lo único real que había entre ellos dos era el fuego y la pasión de hacer el amor por mutua convicción, ignorando al corazón y a la cabeza, guiándose por la desesperación del cuerpo y el ansia del deseo. Probablemente el que Chanyeol besara sus muslos blanquecinos no era más que una rutina y el sabor de los labios de Sehun contra los suyos era tan insignificante como leer el periódico por las mañanas.
Pero Chanyeol no podía evitar sentir un ardor recorrer su cuerpo cuando Sehun se alejaba, ni podía evitar el anormal latir de su corazón o la breve sensación de quedarse sin aire. Chanyeol no podía hacer oídos sordos a lo que su interior pedía a gritos y tampoco podía permitirse no tomar y hacer suyos los momentos en los que podía ver a Sehun tranquilo, vulnerable, transparente. Como si estuviese dándole una vista pulcra, nueva y desconocida, sólo para él. Como si realmente fuera suyo.

Pero no lo era.

Sehun era un espíritu libre, no le pertenecía a él ni a nadie. Decía todo el tiempo que controlaba su vida, decía todo el tiempo que conducía su propio destino. Era rebelde, vertiginoso, indomable. Era una mezcla de lo deseable y lo profano, de lo placentero y lo nocivo.
Oh Sehun era un terreno peligroso, como un campo minado; Chanyeol lo sabía y aun así, porque su prudencia era casi tan grande como su capacidad de amar sin condición y sin prisa, estaba ahí. Fundido en él; maldiciendo la vez que conoció aquellos ojos castaños que se volvieron al instante su perdición, maldiciéndose a sí mismo por el poco auto-control que sus emociones contenían.

Sexo sin sentimientos. Sexo sin compromiso. Sexo y nada más.

Ese había sido el acuerdo entre Park Chanyeol y Oh Sehun.

Sexo espontáneo, rápido, emocionante, sin normas. O tal vez una: no enamorarse.

Poca era su suerte al haber roto la única y rigurosa regla desde prácticamente el principio. Chanyeol estaba consciente de que Sehun no le amaba, de que no le pertenecía, de que le entregaba el cuerpo pero no el alma y que probablemente entregaba sus muslos blanquecinos a quién sabe cuántas personas más. Estaba consciente, estaba seguro de ello. Pero le gustaba engañarse; a veces, cuando antes de volverse sólo uno, Sehun le abrazaba de una manera tan suave; tan delicada y tan frágil, con los brazos temblando alrededor de su espalda, rodeándole sutilmente mientras sus ojos se mantenían en un punto fijo sobre el hombro del otro y sus labios formaban una mueca de inseguridad; Chanyeol se preguntaba si realmente era posible que los sentimientos de Sehun fueran inamovibles. Mostrándose tan puro era casi imposible creer que su corazón estuviese hecho de piedra.

En momentos como ese, Chanyeol transmitiría lo que con palabras es bana, le llenaría con todo su afecto y consideración, en movimientos lentos, en miradas breves, profundas. Y al día siguiente, acariciaría la exquisitez de sus cabellos negros al contar sus respiraciones, inspeccionaría su rostro y se arrullaría con su propia imaginación. Entonces Sehun se acurrucaría contra su pecho, y a Chanyeol se le antojaría que estaba despierto también.

—Te quiero —Se le ocurrió susurrar una vez, cuando su estúpidamente romántica y patética personalidad había decidido jugarle una mala pasada. Se olvidó por un segundo de respirar, al darse cuenta del gran error que había cometido, pero también se dio cuenta de que era demasiado tarde y de que a aquellas alturas ya le importaba una mierda. No podía pelear más contra ello, no podía soportar que sólo fuera sexo, que sólo fuesen dos cuerpos y hormonas. Se había enamorado loca y estúpidamente de Sehun y no le interesaban las consecuencias de gritarlo a los cuatro vientos. Lo haría; diría que le amaba, dejaría el tiempo pasar y lo haría de nuevo porque era cierto, porque no tenía sentido mentirse a sí mismo.

Una mirada penetrante, afilada y confusa; el calor desapareciendo de su cuerpo y la fricción de tela volviendo a la piel le explicaron de manera sencilla que el chico estaba huyendo. Había abandonado la habitación despavorido, llevándose todo el color y la felicidad consigo, pero Chanyeol lo entendía y lo aceptaba. Tal vez estaba asustado, él lo estaba también, aunque se había cansado de jugar al gato y al ratón. Tal vez, había una remota posibilidad de que le quisiera también, de que le doliera también, de que deseara huir por ello.

Fuese lo que fuese, Chanyeol lo entendía perfectamente. Ya lo había vivido.

 

El corazón de Sehun latía desbocado y podía jurar que iba a darle una jaqueca, de esas que no desaparecen hasta que uno se toma todo un paquete de aspirinas. La frase “te quiero” estaba grabándose en las paredes de su mente y amenazaba con desordenar toda su perfectamente planeada vida como si se tratase de un tifón. Un escalofrío recorrió su espalda mientras subía a aquel taxi de aspecto decrépito y volvía a su hogar casi inmediatamente.

Casi se había olvidado de dónde se encontraban las llaves de la puerta de entrada porque había pasado demasiado tiempo desde la última vez en que no había despertado en los brazos de Chanyeol.

Y se suponía que él mismo controlaba su vida. Qué mierda.

Dos días fueron suficientes para que Sehun se diese cuenta de que el café sabía más amargo cuando no se lo preparaba Chanyeol, aunque se tratase de la misma marca de café instantáneo, la misma línea de cafeteras y la misma cantidad de agua. Dos días fueron suficientes para darse cuenta que la risa del rubio con ojos verdes en aquel bar de mala muerte no se comparaba a la del chico con orejas descomunales, que ninguna sonrisa le contagiaba tantas emociones como la de él y que ninguna otra voz le erizaba la piel como lo hacía la suya. Dos días fueron suficientes para que se detuviese a pensar en por qué rayos había comenzado a verse con él todos los días desde hacía casi un par de meses y porqué sus conversaciones de Facebook con el mayor databan de más de 6,500 mensajes. En 48 horas pudo reflexionar qué clase de efectos causaba Chanyeol en él. En 48 horas pudo saber que tal vez no sólo era sexo.

Tal vez no sólo era sexo, tal vez también le quería y tal vez iría a decírselo en persona porque joder, también se dio cuenta de que le necesitaba más que al propio oxígeno y que su ausencia, además de dejarle un café sabor amargo, le proporcionaba también la agonía, desesperación y necesidad de buscarle de nuevo. Como si estuviesen hechos el uno para el otro, como si estuviesen unidos por un imán. Habían estado viviendo prácticamente juntos por dos meses y apenas se daba cuenta.

Se plantó frente a la puerta de Chanyeol y tocó tres veces de manera estruendosa, como si con eso consiguiera apaciguar el temblar de sus rodillas y el sonido de su pulso yendo a mil por hora. Chanyeol abrió la puerta y no necesitó más explicaciones, pues sabía que Sehun no volvería sólo por otro encuentro sexual con el orgullo que se cargaba, porque sabía que si tenía suerte, por única vez en la vida le estaba correspondiendo también.

—Yo también te quiero, idiota —Logró musitar el menor con un siseo casi inaudible, con una mirada expectante y con los nervios causando estragos en sus manos. La inercia entre sus cuerpos desapareció de manera cómica y de pronto se encontraban tocándose de una manera que nunca antes habían experimentado, porque ahora sus roces se acompañaban de sentimientos también, de lo que habían tratado sin éxito callar y que ahora era imposible detener.

Chanyeol llenó a Sehun de te amos y caricias mientras le recostaba sobre la cama. Besó toda parte de su cuerpo con cariño; sus manos, sus dedos, su cuello y sus clavículas, los párpados sobre sus ojos y sus mejillas, hasta terminar en sus labios. Las prendas cayeron una por una y Sehun se maldijo por no haber conocido antes el placer de amar y ser amado. —Te amo —Susurraba Chanyeol cerca de su oído, estaba aceptando los sentimientos de Sehun, acogiéndolos, moldeándolos a su gusto haciendo al otro chico casi desfallecer.

Sehun supo que tal vez decir “yo a ti” no era suficiente. Se permitió el capricho de abrazar a Chanyeol fuertemente, con una seguridad que nunca había sentido acompañarle y una sensación cálida disolviéndose en su pecho. —Que te quede claro que ahora eres mi novio —Expresó, y el ambiente se inundó de risas y arrumacos.

Sentir nunca había sido una aventura tan agradable.

Notas finales:

¡Nunca creí que iba a escribir algo sobre ChanHun! Nunca había prestado mucha atención a esa pareja, pero estuve viendo unos fanvideos sobre ellos y quedé enganchada, ahora se volverán una ship importante para mí y bueno, básicamente en mi cabeza, su relación se resume a este fanfic(?) Los veo como fuckbodies que terminan desarrollando sentimientos. 

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