Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Snowflakes (KaiSoo oneshot) por Lesly

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

:D

Notas del capitulo:

 

SNOWFLAKES

 

La fragancia refrescante desprendida de las plastas de nieve sobre el asfalto se sentía confortante en la punta roja de su nariz. El invierno bien podría ser su temporada favorita del año; tenía casi todo lo que le gustaba. Durante esos meses no había necesidad de buscar una sombra por dónde recorrer el camino hasta la escuela, tampoco sudaba, cosa que odiaba. También estaban las ricas comidas familiares y las bebidas calientes frente al calor de la chimenea. Sin embargo existían ciertos aspectos que le impedían disfrutar de aquella estación tanto como le gustaría. Para empezar estaba el hecho de tener una madre con impulsos de sobreprotección, y como hermano menor, la maldición caía por completo sobre él. Pero la razón más importante era que aquellos días le recordaban demasiado a KyungSoo.

JongDae, su hermano mayor tenía un mejor amigo, al cual arrastraba a todo lugar; esa persona era Do KyungSoo, o mejor conocido como su pesadilla con pies. Él, justo igual que el invierno provocaba que sus orejas y mejillas tomaran una coloración roja; además se parecían en que ambos conseguían hacerlo actuar como un bobo, moviéndose torpemente de aquí para allá. De eso también culpaba a su madre, quien le obligaba a usar exorbitantes capas de ropa cada vez que se exponía al frío del exterior.

Salió de casa un lunes; su entrecejo estaba fruncido imaginándose a sí mismo como un robot debido a todas esas prendas en su cuerpo. Atravesando el angosto camino alfombrado de blanda nieve, elevó los brazos al aire para atrapar algunos de los copos que revoloteaban con parsimonia por el viento, pero el dobladillo de su enorme chaqueta los contrajo de vuelta. Comenzaba a sentir que el mal humor lo surcaba. Su salida podría haber estado bien aun después de eso; habría llegado a tiempo a casa de TaeMin para ir después juntos al parte, pero alguna fuerza superior había decidido que era buena idea toparse a su hermano junto a KyungSoo a mitad del camino, se hallaban conversando frente a la puesta de este último, ya que también era su vecino.

KyungSoo esculpió una enorme sonrisa en sus labios al momento de verlo llegar, antes de andar en su dirección. JongDae caminó detrás de él.

—Hola, pequeño muñeco de nieve —dijo KyungSoo, mofándose. Como era costumbre, su hermano rió a causa de sus sobrenombres.

Él no podía permitir que las cosas quedaran así, debía defender su orgullo y dejar que se perdiera, que KyungSoo bailara sobre él.

—No me llames así —respondió—, enano.

Casi como si le hubiera propinado un repentino golpe a la cara, la expresión de KyungSoo se deformó. Sus ojos latieron brillantemente, frunció un poco los labios y, ofendido, emitió un sonido agudo de pura conmoción.

—¿Me has llamado enano?

—Sí, eso dije. Enano, duende, miniatura, lo que sea —le restó importancia. No lo demostraba, pero internamente estaba feliz de la reacción que había provocado en KyungSoo.

—Escúchame bien, niño, soy tu mayor y como tal me debes respeto —dictaminó KyungSoo, cruzándose de brazos con postura altanera.

JongIn no soportaba la manera en la que KyungSoo actuaba como un adulto, incluso si apenas tenía diecisiete, solamente dos años más que él. Junto a su hermano, solían darle órdenes aprovechándose de sus edades, además de las decenas de humillaciones y burlas que infligían en su contra; pero aun así no le disgustaba por completo, encontraba un extraño regocijo ante esas atenciones; a veces sus discusiones con KyungSoo podían ser divertidas.

—¿Qué importa si eres menor o no? Eso no te hace más alto. Debería avergonzarte que un niño, como tú me dices, haya crecido más que tú, y recién cumplí quince.

KyungSoo abrió la boca sin saber con claridad qué respondería a eso, pero antes de que pudiera pensarlo, el llamado de su madre interrumpió.

—¡JongDae, JongIn, vuelvan ya a casa —gritó a la distancia. A través de la neblina blancuzca se notaba su cabeza coronada de cabello rojo asomándose por la puerta—. ¡Oh, KyungSoo, ven también! —exclamó segundos antes del panorama.

—Qué injusto, ¿por qué yo? Acabo de salir —comentó quejumbroso JongIn. JongDae avanzó hacia él y golpeó su hombro un poco fuerte, pero sin hacerle daño.

—¿A dónde ibas? —le preguntó.

—Con TaeMin, quedamos en ir al parque, pero ahora debo regresar —contestó antes de exclamar: —¡Es tu culpa!

—¿Y por qué mía?

—Por salir antes, sabes que mamá quiere que lleguemos juntos a casa.

—En ese caso es tu culpa, debiste salir más temprano.

—No me culpes por algo que sabes que no pasará, mamá me da demasiados deberes.

—¿Ahora llorarás porque no podrás salir con ese chico? —Escuchó a KyungSoo decir. Otra batalla estuvo a punto de comenzar, pero la intervención de JongDae llegó a tiempo. Los arrastró a casa, funcionando de intermediario cada vez que alguien lanzaba algún insulto.

Llegando a casa, JongIn se tiró en el sofá que daba frente a la chimenea, desde donde se podía escuchar el relajante sonido de leña crujir bajo el riguroso toque del fuego. Adosó la cabeza contra el respaldo y cerró los ojos; pensándolo bien no se sentía molesto de haber regresado tan pronto, estaba más cómodo de ese modo. La nieve se había derretido, penetrando en la gruesa tela de sus botas y provocando que pequeños temblores recorrieran su cuerpo. Cuando abrió los ojos dispuesto a subir a su recámara y buscar un par de zapatos secos, lo primero que divisó fue una nubecilla de vapor emergiendo de una taza. KyungSoo era quien la sostenía; la mirada de JongIn escaló por la tela tejida de su suéter rojo, cayendo en su rostro, donde una sonrisa afable resplandecía.

—Te traje esto, toma —La sonrisa carente de burla que KyungSoo mostraba ante él, le provocaba un acervo de sentimientos entre los que se destacaban el desconcierto y la felicidad. Incluso si habían pasado ya más de tres años desde que lo conoció, KyungSoo todavía le causaba sorpresas con sus cambios repentinos—. Tienes frío, ¿verdad?

Finalmente la aceptó, percibiendo el aroma a chocolate y deleitándose con él, aceptando implícitamente también los sentimientos de bondad que Kyungsoo entregaba con ella junto a su disculpa por lo ocurrido recién. Ese era otro de los matices de KyungSoo que lo sacaban de sus casillas; tendía a ser siempre tan repentino e impredecible, alcanzando puntos inquietantes. A veces le hallaba similitud con los pequeños copos de nieve, que con el mínimo soplo del viento alteraban su forma. Así era KyungSoo, cambiando ante cualquier situación, a veces adorable, a veces una bestia.

Las veces que se comportaba tan atento y obsequioso con él sentía que era colmado por una formidable alegría, y odiaba eso. Detestaba sentirse así; endeble, expuesto, diminuto. Le daba la impresión de estar perdiendo alguna guerra que ni siquiera fue declarada.

—Gracias —pronunció en un murmulló contra la porcelana. El líquido caliente se coló por sus labios y llenó después su boca de sabor a chocolate y bienestar. Al poco rato sintió que el colchón sobre el cual estaba sentado se hundía bajo el peso liviano de KyungSoo.

El silencio prevaleció por unos minutos sobre cualquier sonido imperceptible. Matando lentamente la distancia, KyungSoo se aproximó a él en cortos deslices, hasta que sus brazos se rozaron sólo superficialmente.

—Dice mamá que vengan a cenar, ambos —JongDae avisó asomando la mitad superior del cuerpo por el marco que guiaba a la cocina; había interrumpido la escena sin saberlo, o al menos eso pensaba JongIn. De un salto KyungSoo fue el primero en levantarse y seguir a su amigo, dejándolo a él atrás con una taza en las manos y cientos de sensaciones confusas mezclándose en su mente.

* * *

 

La ventana era azotada por una suave ventisca de nieve que formaba pequeños montículos en el alféizar. Dentro, JongIn terminaba de prepararse para un nuevo y divertido día bajo la lluvia de copos. Lo admitía, aún conservaba el alma del niño cuya felicidad consistía en disfrutar de cosas tan simples como danzar sobre días helados y esponjosos.

Escuchó a la puerta principal abrirse, seguido de voces resonando huecamente abajo, atravesando el recibidor. Distinguió la se su hermano al igual que la de KyungSoo, acompañadas de otra voz desconocida. Terminó de cepillarse el cabello y salió con presteza, disminuyendo la velocidad en las escaleras, ya que quería evitar que sus prisas se confundieran con deseo de ver a cierto chico.

KyungSoo se hallaba parado justo donde derramaban los escalones. Parado a su lado se encontraba un muchacho mucho más alto que él, rodeando su cuello con un brazo y actuando muy amigablemente. JongIn se negaba a aceptar que aquella escena le hubiera creado un doloroso nudo en la garganta y una molestia dentro del estómago. KyungSoo elevó la mirada al sentir que estaban siendo observados, y cuando lo vio, lo único que hizo fue sonreír hacia él, sin sospechar que la situación acababa de ser malinterpretada.

—Hola, JongIn, ¿hoy no saldrás?

Él, por su parte, no quiso quedarse y mirar un segundo más. Terminó de bajar los escalones restantes, ignorándolo. Ignoró a su mamá también cuando ella le recordó amorosamente que debía abrigarse antes de salir. Nunca antes había hecho algo así, es decir, salir sin permiso o sin siquiera avisar, y más aun, pasar completamente de su madre cuando le estaba hablando.

Las pesadas botas de goma se hundían bajo el espesor que cubría diez centímetros a partir del pavimento con cada paso que avanzaba. El viento gélido se precipitaba sobre él, haciéndole estremecer. Tuvo la idea de acudir a TaeMin, pero la deshecho cuando entendió que lo que necesitaba era estar solo; entonces decidió que el parque sería perfecto para eso debido a que la tormenta arreciaba con cada segundo transcurrido y era seguro que las personas correrían a resguardarse a sus viviendas.

Tal como había creído, el parque se encontraba desolado en medio de su blancura brillante. Viendo que las bancas estaban espolvoreadas de nieve que se acrecentaba cada vez más, se quedó ahí, solamente estando parado, pensando en los sucesos de minutos atrás. Ya no servía de nada el luchar contra sus propios sentimientos, ya no importaba cuánto se lo negara a sí mismo, era hora de confrontarlo.

Eran celos lo que había sentido. A esa sensación pesarosa que se había adueñado de él se le llamaba celos, y eran provocados estando de por medio alguien por quien tenía sentimientos. No podía continuar negándose eso el mismo, tenía sentimientos por KyungSoo. Le gustaba; incluso más que eso, mucho más.

Plantado ahí, a la deriva sobre olas de sus propios pensamientos y congelándose, comenzaba a llenarse de arrepentimiento por su estúpido acto de rebeldía. No debió haber salido sin abrigarse en primer lugar; estando en esa situación entendía a su madre y todas sus advertencias.

Soltó un profundo suspiro, liberando vaho en el viento invernal. Frotó sus manos una contra otra, deseaba volver pero no sabía si KyungSoo aún estaba ahí con el otro chico, y francamente no deseaba verlo de ser así.

La nieve se arremolinaba entre su cabello, despeinándolo para finalmente asentarse en las finas hebras cafés. De pronto su cabeza fue enfundada por un gorro, JongIn reaccionó con un espasmo, girándose para encontrar a KyungSoo parado a su espalda. Sonreía levemente, él le miró con confusión reflejada en las pupilas.

—Estás congelándote, debiste obedecer a tu madre —aconsejó, mostrando cuán preocupado estaba.

—No importa —repuso él.

—Importa, ¿qué pasa si te enfermas?

—¿Qué pasa si eso quiero? Tal vez debería pescar un resfriado —dijo con obstinación.

—¿Tienes idea de cuánto tiempo perdería cuidando de ti si enfermas? Debes tener más cuidado.

A JongIn esas palabras le causaban ilusión, lo odiaba, y también odiaba el hecho de que terminó con un visible sonrojo.

A continuación, KyungSoo desenredó la bufanda que rodeaba su cuello sin quitársela completamente, luego envolvió a JongIn con una de las largas orillas. Él no podía estar más avergonzado. La distancia que los separaba era bastante escasa, tanto que podía sentir el calor que el mayor emanaba.

KyungSoo se sacó uno de sus guantes y él mismo enfundó la mano izquierda de JongIn, sujetando la derecha entre sus propios dedos para introducirla en el bolso de su chaqueta y así entrar en calor. Permanecieron callados por extensos segundos.

—Estaba preocupado por ti —mencionó KyungSoo—. ¿Qué te hizo salir tan de repente?

—¿Te preocupas por mí?

—No finjas no saberlo, dime por qué huiste así.

—¿Quieres que te cuente la verdad? —cuestionó JongIn, sin alejar la mirada del frente, donde la blancura relucía sobre las copas de los árboles.

—Te estoy preguntando por algo, ¿no?

—Bueno —JongIn titubeó—, estaba celoso.

—¿Celoso? ¿De YiFan?

—No me importa cómo se llame —Murmuró de mal humor. Luego escuchó una risa salir de la boca de KyungSoo.

—YiFan es mi primo, hijo de la hermana de mi papá —dijo tras una carcajada—. No me imaginaba que te pondrías celoso.

—Sí, pues ahora que te lo dije búrlate todo lo que quieras.

—JongIn, ¿puedo decirte algo? —JongIn asintió—. Me gustas.

La confesión fue repentina, llena de sorpresa. No daba crédito a lo que acababa de escuchar. Pero estaba feliz, más aun al ver que KyungSoo se ponía rojo tras decir aquellas palabras.

—Creo que también me gustas —dijo. KyungSoo no mostró alguna reacción—. Bueno, no lo creo, en verdad me gustas, pero es demasiado confuso para mí, ¿comprendes?

—Lo entiendo, debes odiarme, siempre estoy haciendo de tu vida un calvario —murmuró con voz queda y mezclada con decepción.

—No te odio, de hecho sin todas tus bromas mi vida perdería color, sería más aburrida —se atrevió a decir.

—Gracias por aclarar eso.

JongIn comenzó a inclinarse poco a poco con el fin de juntar sus labios. Lo hacía con suma torpeza, pues nunca besó a alguien antes. A medida que se acercaba, por su mente desfilaban imágenes de cómo sería su primer beso con esa persona tan especial. Estaba a unos centímetros de saberlo, faltaba muy poco para cumplir su cometido, pero KyungSoo reaccionó antes, separándose bruscamente y corriendo lejos. Lucía divertido y avergonzado al mismo tiempo. Se agachó para tomar un poco de nieve que manipuló con las manos para formar una perfecta esfera y la lanzó contra él, encestando un golpe en su pecho, donde la bola de nieve se estrelló y se disolvió. JongIn corrió tras él y así se desató una batalla de bolas de nieve. Corriendo de un lado a otro, JongIn se divertía tanto que en algún momento de la feroz guerra bajo la implacable tormenta dejó de sentir frío.

Cuando lo alcanzó al fin, rodeó con los brazos su cuerpo, asegurándose de que no podría escabullirse una vez más, pero KyungSoo no tenía intenciones de hacerlo. Se giró entre de la cárcel de brazos para darle la cara y lo sorprendió con un beso en los labios.

Fue húmedo y tibio en medio del frío, mejor de lo que alguna vez soñó; sin duda jamás podría experimentar un beso más perfecto que ese; su primer beso. Y KyungSoo no dejaba de sorprender con sus cambios repentinos de actitud, pues después de darle ese beso, volvió a zafarse para atacar.

—¿Eso es todo lo que tienes, pequeño? —se burló, actuando otra vez como el mayor. Pero estaba bien, JongIn pensó; no se imaginaba a KyungSoo siendo de otra forma, después de todo, era así como se había enamorado de él.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, me gustaría leer sus comentarios UuU


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).