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Americano por Miss Eun

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Notas del fanfic:

No es mi primera vez escribiendo, pero sí lo primero que escribo desde hace aproximadamente tres años. Una que otra grosería, no hace daño >.< Mi corazón me estaba pidiendo algo muy meloso al momento de escribir esto.

Notas del capitulo:

Espero que lo disfruten y espero me dejen reviews si gustan, para poder mejorar ^^!

Los suaves rayos del sol matutino cruzaban por entre los enormes ventanales de la cafetería que en ese preciso momento, se encontraba saturada de clientes. Personas charlando mientras tomaban un café o té, algunas también disfrutaban de una que otra porción de repostería que eran vendidos en dicho establecimiento.

Era realmente un lugar muy popular, muchas personas paraban ahí para disfrutar una bebida en compañía, también estaban quienes disfrutaban de manera solitaria de un buen café. Había algunos que se sumergían en sus ordenadores, concentrados en lo que sea que estuvieran trabajando o simplemente pasando un buen momento de ocio.

Fue cuando el chico alto con cabello color azabache cruzó por la puerta de vidrio de la popular cafetería. Era costumbre ya que cierto gigante pasara por un café americano a diario siempre en punto de las ocho, sin embargo, ese día se había retrasado quince minutos.

— ¡Buen día, Chanyeol! –dijo una empleada mientras esbozaba una cálida sonrisa —¿Americano, grande? – El alto asintió ante la pregunta mientras sonreía de lado. – Llegas quince minutos tarde, pensé que habías cambiado de cafetería –dijo en son de broma quien le atendía a diario.

—Tuve un pequeño problema por la mañana, pero todo está solucionado – comentó el chico de cabello color azabache mientras pagaba por su café.

— ¡Que tengas un buen día! –dijo la cálida chica mientras le entregaba su bebida recién preparada.

—Gracias. –sostuvo por último para luego marcharse, no sin antes darle una sonrisa a quien todos los días le atendía tan amablemente.

Chanyeol se dirigió hasta la barra para tomar tres bolsas de azúcar, un removedor de café y un par de servilletas mientras que, con su mirada buscaba el lugar adecuado para poder sentarse a disfrutar de su café y leer un poco de aquel libro que había estado leyendo tan ansiosamente los últimos dos días. Observó, paseando su vista por cada una de las mesas en el amplio local, joder, sí que estaba lleno.

Posó su mirada en la mesa en la que siempre se sentaba, admirado de que ésta estuviera aún sin alguien haciendo uso de ella. Tomó su café, el cual ya había endulzado y emprendió su corto viaje hasta su mesa. Era como si todos en ese lugar supieran que esa mesa era propiedad de Park Chanyeol, o eso es lo que llegó a pensar por un breve lapso de tiempo aquel alto chico hasta que observó cómo alguien, mucho más veloz que él se sentaba en su mesa favorita.

Perplejo, se quedó de pie observando a quien quiera que fuera que estaba usurpando su mesa. Estaba furioso, furioso de no tener dónde sentarse y haber sido lo suficientemente lento como para no lograr llegar a la mesa veinte segundos antes. No era quien para ir a reclamar y lo sabía perfectamente, la mesa no tenía su nombre ni le pertenecía.

Algo en el interior del gigante parecía haberse revuelto en el momento exacto en el que vio el rostro del pequeño usurpador. Tenía un rostro que a los ojos de Chanyeol, era la imagen viva de un ángel. Tenía el cabello castaño claro y un flequillo que cubría parte de su frente. Utilizaba grandes gafas de marco circular, sin embargo, era capaz de ver detalladamente sus pequeños ojos color ámbar mientras éste abría el cierre de su mochila sacando de ella, su portátil e instalándose en tan confortable lugar.

Anonadado ante la hermosa imagen de aquel joven usurpador e incapaz de poder siquiera decirle una palabra, Chanyeol logro encontrar un lugar en la barra sin despegar los ojos del castaño. Observando firmemente cómo el pequeño tecleaba en su computador mientras daba sorbidos a su bebida cada cierto tiempo, el gigante seguía pendiente de cada uno de sus movimientos.

***

—Su nombre es Byun Baekhyun —dijo la empleada de la cafetería con una sonrisa cómplice despertando a Chanyeol de su ardua tarea de observar al pequeño Baekhyun que se encontraba, como todos los días desde hace un mes, en la mesa que antiguamente era utilizada por el alto.

Chanyeol siempre llegaba a las ocho en punto todas las mañana, pedía su café americano y lo endulzaba con tres bolsas de azúcar y se sentaba en la barra que le proporcionaba una agradable vista hacia la mesa que era utilizada por Baekhyun. El castaño llegaba entre diez y quince minutos después, siempre pedía un latte y posteriormente se iba a su asiento a hacer quien sabe qué en su portátil por aproximadamente dos horas.

El alto había sido incapaz de poder leer aquel libro que lo traía enredado y tenía planeado terminar aquel día en el que vio por primera vez al pequeño Byun Baekhyun. Se dedicaba a observar atentamente como tecleaba en su computador día a día provocándole una serie de preguntas sobre el chico de ojos color ámbar.

—Empezó a frecuentar ésta cafetería un poco antes que tú lo hicieras —dijo mientras recogía los vasos vacíos de café que había sido dejado por otros clientes que ya habían abandonado el lugar. — ¿Nunca lo habías visto? —preguntó mientras enarcaba una ceja.

Chanyeol negó con su cabeza mientras tomaba un sorbo a su café para ocultar el sonrojo evidente que sus mejías habían tomado ante aquella pregunta. ¿Era realmente Chanyeol tan distraído como para nunca notar la existencia de aquel pequeño intruso de cabello castaño hasta que éste le “robara” su mesa? Si bien era cierto, Chanyeol se dedicaba a tomar su café mientras se hundía en alguno de sus libros manteniendo su vista pegada a cada una de las mágicas palabras que lo hacían viajar página tras página.

Leer era una de las cosas que Chanyeol más apreciaba, creía que no cualquiera tenía el talento de producir emoción, ansiedad y sin fines de sentimientos con cada palabra. Esa era otra de las grandes interrogantes que el gigante se hacía a sí mismo, ¿Cómo era posible que un hombre como Byun Baekhyun era capaz de causarle un sinfín de emociones simplemente con su presencia?

Baekhyun había sido capaz de hacer algo que nada ni nadie había logrado en Chanyeol durante los últimos dieciséis años desde que aprendió leer y eso era, desprenderlo de su libro.

***

El no tan nuevo libro que se titulaba “Prensa francesa”, se mecía de un lado a otro, de arriba hacia abajo dentro de la vieja mochila de Chanyeol ante el inaudible son provocado por sus pasos al caminar hacia la cafetería de siempre. Habían pasado ya cuatro meses y para Chanyeol había sido imposible lograr terminar aquel libro del cual ya no recordaba ni siquiera la trama.  Baekhyun se encontraba en la mesa de siempre disfrutando de su café mientras que el gigante le observaba patéticamente desde la barra de siempre. Más de alguna vez, Chanyeol había decidido que ese sería el día, el día en que por fin le hablara al hombrecito de cabello castaño y cara angelical, siendo siempre el caso, un simple impulso que nunca lograba concretar.

Chanyeol ordenaba su café americano, lo endulzaba con tres bolsas de azúcar y se sentaba a beberlo. Esa mañana al nuevamente no conseguir el valor suficiente para acercarse al hombre que era capaz de causarle tantas emociones, decidió que era suficiente. Sacó el libro que tanto había ansiado leer hace un poco más de cinco meses, leyéndolo desde la primera página debido a su incapacidad de recordar de qué trataba.

B.H. Byun, era sin duda era la clase de autor al que Chanyeol calificaba como “genio total”; Observó el nombre de su escritor favorito mientras acariciaba la pasta del libro como si se tratara de una vieja y apreciada reliquia. Sonrió pasa sí mismo recordando la larga fila que hizo para conseguir ese libro el mismo día de su lanzamiento mientras sus ansias iban en aumento con solo imaginar la cantidad de sentimientos plasmados página tras página que esperaban por ser leídas.

“Y ahí se encontraba él, con esa sonrisa que era capaz de derretir cada una de las fibras de su ser. Aquel desconocido al que se dedicaba simplemente a observar por detrás de su ordenador cada mañana, hacia su triunfal aparición. Él solía pedir su café americano y lo endulzaba con tres bolsas de azúcar para proceder a tomar su asiento en la mesa de siempre, dónde solía sumergirse tras las páginas de sus libros día a día.

Le gustaba la manera en la que sus grandes y oscuros ojos se movían de izquierda a derecha mientras navegaban por cada oración, cada frase, cada palabra. Él provocaba sentimientos que nadie nunca le había hecho sentir, y eso era estúpido y patético porque él ni siquiera sabía de su miserable existencia.

Lo miraba siempre a las 8:15 a.m., sentado en la mesa de siempre tomando el mismo café americano de todos los días pero siempre, con un libro diferente. Despertaba su curiosidad, tenía ese aire de misterio que le parecía sumamente atractivo.

“¿Puedo sentarme?”, siempre había querido acercársele de esa manera sin embargo algo dentro de su ser le impedía dar aquel pequeño gran paso.

Después de pasar tantos meses observando por detrás de su ordenador, se dijo a sí mismo que la vida era una cabrona de mierda y que realmente no valía la pena seguir humillándose de tal manera…”

“La misma mesa de siempre…” se repitió a sí mismo mientras levantaba la mirada de su libro para dirigirla hacia la mesa donde se encontraba Baekhyun, encontrándose con un par de ojos color ámbar que lo observaban detenidamente. Cuando el castaño se percató que el alto había parado su lectura, ya era demasiado tarde.

Chanyeol logró notar el sonrojo en las mejías del de menor estatura mientras pegaba nuevamente su mirada a la pantalla de su ordenador, como si su vida dependiera de eso. “Eso es nuevo…” se dijo un tanto confundido, y, ¿Cómo no? Durante meses, se había dedicado a observarle sin siquiera pestañear y éste, nunca le había devuelto una mirada, le era indiferente o eso creía era lo que él creía.

“Me estaba viendo, ¿a mí?” se preguntaba Chanyeol mientras pegaba su rostro sobre aquel libro, hundido en sus pensamientos y dudas. Escondido detrás de su improvisado escudo observaba a Baekhyun mientras simulaba seguir con su interesante –y realmente lo era- lectura matutina.

Pasaron alrededor de veinte minutos, que para el más alto se habían sentido como horas sin despegar su rostro de aquel libro. Estaba muy ocupado observando las acciones de Baekhyun por el rabillo de su ojo pensando que simplemente había sido su imaginación y que el castaño seguramente estaba observando otra cosa mucho más interesante que al patético Park Chanyeol.

***

“Humillante. Con esa palabra definiría él a su deplorable situación, aparte de patética, claro está. Cada día se sentía más y más idiota luego de pasar no menos de siete meses observando al tipo alto de cabello color azabache, grandes ojos oscuros que desprendían cierto brillo que combinaban perfectamente con su enorme y deslumbrante sonrisa. Tenía entendido que siempre llegaba en punto de las ocho, tomaba su café americano y lo endulzaba con tres bolsas de azúcar.

Era común encontrar al alto devorando algún libro mientras tomaba su dichoso café americano. Esa mañana la pequeña cafetería se encontraba particularmente saturada de personas, asumió que se debían a las grandes gotas de agua que caían insistentemente desde muy temprano. El cielo se había teñido con una diversa escala de grises que anunciaban que el clima no cambiaría durante todo el día.

Pidió su latte, como todos los días mientras buscaba un lugar donde poder trabajar. Al no encontrar ninguna mesa disponible, aceptó lo inevitable y eso era, sentarse con alguien más con quien se dedicaría a ignorar la existencia del otro.

Sintió sus piernas temblar y su corazón encogerse al darse cuenta que el único lugar disponible era donde se encontraba el pelinegro que lo traía despistado durante los últimos meses. Vaya que el destino era un completo hijo de puta que le gustaba tocarle las pelotas o simplemente disfrutaba burlarse de él. Caminó lentamente hacia el chico mientras se decía a sí mismo que no pasaría nada, solo se dedicarían a ignorarse mutuamente.

—Ehm… Di-Disculpa… —dijo en un suave tono de voz que más bien se podría confundir con un murmullo, sin embargo el alto logro escucharlo pues levantó sus rostro hacia el castaño.

—¿Mhm? ¿Perdona? —dijo observándole con ese par de grandes ojos que lo único que hacían era ponerle nervioso.

—M-me preguntaba… —tragó saliva antes de proseguir —Sabes, n-no hay ninguna mesa disponible… ¿P-puedo sentarme aquí?

—Claro —respondió mientras le sonreía de lado, y esa sonrisa solo hacía que las piernas del castaño temblaran más.

—Gracias —dijo en un murmullo mientras acomodaba sus gafas y tomaba asiento.

El pequeño sacó su ordenador mientras que el otro seguía concentrado en su lectura. Suspiró para sus adentros y se dedicó a hacer lo que hacía todas las mañanas tratando de restarle importancia al hecho que se encontraba ahí, en la mesa que observaba de lejos con el hombre que observaba diariamente. No podía.”

Chanyeol no pudo evitar sentirse identificado con su embriagante lectura. Vaya idiota que era ese tal pelinegro que solamente se dedicaba a leer libros ignorando al posible amor de su vida. Rió irónicamente. Ahí se encontraba él nuevamente, incapaz de poder hablarle al tipo de cabello castaño y ojos color ámbar.

Las teclas hacían un hermoso sonido por entre los suaves y delicados dedos del pequeño cada vez que presionaba alguna de estas. Ahí se encontraba nuevamente, observándolo, admirándole. Chanyeol se había convencido de no seguir con ese pequeño acto de masoquismo que llevaba interpretando durante tantos meses, sin embargo, se preguntó en qué haría B.H. Byun, y seguramente no sería tan cobarde y patético como lo era él.

Necesitaba hablarle, no podía quedarse así.

***

El frío otoño anunciaba su llegada con el caer de las hojas que bailaban alegremente al compás del viento. El alto sacudió sus zapatos sobre el tapete que se encontraba en la entrada de la popular cafetería. Llevaba ambas manos dentro de los bolsillos de su abrigo y se dirigió al mostrador.

—Quince minutos tarde —dijo la empleada que sonreía mientras hacia el cargo en la caja registradora por un café americano grande. —Es la segunda vez que te retrasas desde que vienes aquí —rió amigablemente.

—Otra vez tuve un inconveniente —sonrió. —Claro que hoy yace en el hecho que mi cama parecía querer mantenerme como rehén toda la mañana —explicó en tono cómico. Después de tanto tiempo, Chanyeol había consolidado una clase de amistad con la empleada de la cafetería.

—Es normal —contestó riendo e hizo una pausa luego de dejar de reír. —Yeol… —dijo dudosa — ¿Has pensado en hablarle ya? —La joven había sido espectadora desde un inicio de aquella lamentable situación en la que ninguno de los dos parecía ceder. Chanyeol puso una sonrisa un tanto forzada y amarga ante su pregunta.

—Soy demasiado patético como para si quiera pensar en acercarme —su sonrisa se tornó un tanto irónica —Él luce demasiado ocupado, mucho más últimamente. Esperaré el momento adecuado. —respondió mientras le entregaba el respectivo pago por su café.

—Apresúrate. —concluyó dándole una mirada confidente para luego pasar atender a otro cliente.

El lugar rebalsaba de comensales, tal como aquella primera vez que observó a Byun Baekhyun sentarse en su “amada” mesa. Chanyeol endulzaba su café americano con tres bolsas de azúcar, se dirigía hacia la barra como lo había estado haciendo sin embargo, se percató que no había ningún asiento disponible.

Tragó saliva mientras buscaba con su mirada a alguien que tuviera un asiento disponible y poder compartir la mesa. Pero el destino era un hijo de puta y no pudo evitar recordar las palabras plasmadas en el libro de B.H. Byun, “la vida era una cabrona de mierda…” que seguramente, solo quería tocarle la moral mientras se reía de manera burlona de él.

Y ahí estaba, frente a lo inevitable, mirando fijamente el asiento vacío que se encontraba delante del castaño que tecleaba sin parar en su ordenador. Caminó lentamente hacia aquella mesa mientras deseaba desesperadamente que alguien más fuese y se sentara con Baekhyun para darle la excusa necesaria y largarse de ese lugar. Pero no pasó.

—D-Di-Disculpa... —su boca se encontraba seca y sus manos temblaban. El castaño lo miro extrañado —Sa-Sabes, está muy lleno y… —tragó saliva, podía sentir lo helada que sus manos se encontraban en ese momento.

—Cl-Claro. —Interrumpió Baekhyun mientras esbozaba una pequeña y tímida sonrisa —Puedes sentarte.

Chanyeol agradeció a sus adentros que éste lo interrumpiera, pues estaba a punto de salir corriendo y tal vez no volverse a asomar al lugar por vergüenza.

—Gracias. —Se limitó a decir mientras contestaba la sonrisa del castaño con otra sonrisa.

El alto decidió sacar su copia de “Prensa Francesa” para encontrarse lo menos incómodo al estar sentado con el angelical Byun Baekhyun que, por su parte, seguía tecleando quien-sabe-qué en su ordenador con mucho afán. Chanyeol puso el libro, que estaba a unas pocas páginas de ser terminado, frente a sus ojos.

Antes de comenzar a navegar entre las palabras que yacían en las páginas, pudo observar de manera disimulada a un sonrojado Baekhyun que de manera misteriosa, tecleaba más lento que hace unos pocos segundos. El castaño aclaró su garganta, dio un sorbo a su café, acomodó sus gafas con un dedo y siguió tecleando.

Con ese libro en específico, Chanyeol se había permitido leerlo lentamente, disfrutando cada frase. Había tardado dos semanas en llegar hasta dónde se encontraba en ese momento, lo cual para él era una eternidad por un libro el cual sería capaz de terminar en dos o tres días.

“Para aquel que siempre endulza su café americano con tres bolsas de azúcar y se sienta en la mesa de siempre.”

Chanyeol no pudo evitar sentir un revoloteo molesto en su estómago al momento de terminar de leer su tan preciado libro. Dirigió su mirada al frente teniendo a un Baekhyun aún más sonrojado de lo que había estado antes de empezar su lectura.

Y como un balde de agua fría mientras observaba fijamente su vaso de café, todo comenzó a tomar cierta clase de sentido en la cabeza del alto. Tomó entre sus dedos el americano endulzado con tres bolsas de azúcar y se sonrió. Byun Baekhyun, repetía su nombre tratando de que aquello que estaba pensando fuese solamente una estúpida hipótesis mal concluida en su cabeza.

—Park Chanyeol. —dijo mientras posaba su mirada al castaño.

—¿Disculpa? Creo que te has… —respondió confuso

—Mi nombre, es Park Chanyeol. —esbozó una enorme sonrisa, por alguna razón todos aquellos nervios había desaparecido de su ser.

—Baekhyun, mi nombres es Byun Baekhyun. —dijo respondiendo a su sonrisa con otra más tímida.

Y Chanyeol se sentía estúpido al no haberse percatado de eso antes, en cada página del libro que leía con emoción, podía sentir que hablaba de ellos dos. Baekhyun en su ordenador escribiendo sin parar y él leyendo miles de libro en la misma mesa.

No se sentía del todo seguro sobre su hipótesis pero realmente, tenía sentido. Para confirmarlo, posó su mirada en las llaves que se encontraban reposando junto al ordenador y el vaso de café que el castaño había ordenado.

“B.H. Byun”

Era lo que recitaba uno de sus llaveros. Una punzada en el pecho se apresuró en hacerse presente haciendo que Chanyeol se sintiese como el ser más idiota del planeta.

—Me gusta el café americano endulzado con tres bolsas de azúcar. —dijo captando la atención del más bajo haciendo que dejara de teclear y fijara toda su atención a él con una mirada confusa. — A ti, ¿Te gusta el latte? —pudo sentir el calor que se asomaba sobre sus mejillas y pensó que seguramente estaba sonrojado de la misma manera que el chico de enfrente.

Baekhyun asintió sin decir una palabra.

No sabía realmente si eso le costaría una patada en su entrepierna y la despedida de toda su descendencia o una demanda por acoso, sin embargo no pudo evitarlo. Inclinó la pantalla del ordenador del más bajo sin cerrarla completamente y antes de que el castaño pudiera siquiera poner objeción o decir algo al respecto, Chanyeol había tomado el rostro del pequeño con ambas manos para acercar su rostro y clavar sus labios con los del otro.

Y era increíble, porque, Baekhyun era capaz de despertar sentimientos que nadie nunca había provocado en Chanyeol, incluso intentándolo. Había cierta chispa en ese beso, electricidad recorriendo el cuerpo de ambos que iba en aumento cuando el más bajo empezó a corresponder ese beso haciendo que sus labios se movieran al mismo compás como si se tratara de una hermosa composición melódica. Se separaron segundos después debido a la falta de aire que había causado ese beso que a pesar de ser muy intenso, tenía su toque de ternura.

Aún con el rostro de Baekhyun entre sus manos y a pocos centímetros de él, sonrió y el castaño lo hizo de la misma manera.

***

—¡Que tengas un buen día, Baekhyun! —dijo la empleada con una enorme sonrisa al entregarle los vasos de café.

—Igualmente. —dijo el mayor con una sonrisa aún más amplia.

Se dirigió a la barra para saborizar su latte con un poco de vainilla en polvo y endulzó el café americano con tres bolsas de azúcar y se dirigió a la mesa de siempre tomando ambos vasos.

Dejó ambas bebidas sobre la mesa y sacó su móvil para empezar a escribir en la aplicación de notas que, más de una vez, lo había salvado de no olvidar ideas para futuros escritos y libros.

—Llegas tarde, Yeol. —dijo al notar la presencia de alguien sumamente alto frente a su mesa sin despegar su mirada del móvil ni dejar de escribir.

—Sabes… —respondió el gigante mientras tomaba asiento frente a Baekhyun. —Siempre me pregunté cómo es que haces eso. —dijo mientras se dibujaba una pequeña sonrisa en su rostro y alzaba su mano para despeinar el cabello del castaño de manera fraternal.

—Eso, seguirá siendo un misterio. —contestó mientras guardaba su móvil en el bolsillo de su chaqueta y enarcaba una ceja sonriéndole a su acompañante.

—Un misterio totalmente injusto —dijo mientras hacía un mohín —yo te observaba a diario y tu parecías ignorarme, luego me doy cuenta que siempre me estuviste observando, eres cruel.

—Súperalo ya, Channie. —rió ante las palabras del menor. —Ya pasó un año de eso.

—Nunca lo voy a superar, Baekkie. —confesó y posó una de sus manos sobre la mejilla del castaño para proceder a acariciarla. —Te traje un regalo. —sonrió ampliamente cambiando de tema.

—¿Regalo? Pero nuestro aniversario no…

—Es por tu nuevo libro —interrumpió Chanyeol divertido ante la incertidumbre del mayor.

El alto puso una caja sobre la mesa, la cual había mantenido sobre sus piernas todo el tiempo que habían estado charlando, al parecer éste no se había percatado de ella cuando Chanyeol había llegado.

El pelinegro le dijo con un gesto que lo abriera, acto que realizó. Abrió la caja color crema que era adornada con un hermoso listón marrón. Baekhyun sonrió al ver el contenido de la caja para proceder a sacarlo. Sacó una hermosa prensa francesa de vidrio y una bolsa con granos de café de alta calidad, como recitaba el empaque. El mayor rió tiernamente para luego sacar de la misma caja, una copia de su libro “Prensa Francesa”.

—Ábrelo —dijo Chanyeol emocionado al ver la reacción de su pareja.

Baekhyun posó sus dedos sobre la pasta del libro, era una copia en pasta dura. Abrió el libro y en la primera página encontró una hermosa caligrafía que solo podía ser de Chanyeol.

“Baekhyunnie, sé que parece un poco estúpido regalarte un libro que tú escribiste pero, en éste libro están plasmado sentimientos mutuos. Sentimientos que solamente tú eres capaz de provocar en alguien como yo, sentimientos que me hacen volar cada vez leo algo escrito por ti, sentimientos que me hacen soñar cuando veo tu rostro y te escucho reír. Nunca creí que te fijarías en alguien como yo pero, luego fui capaz de entender. Entendí que la vida es una cabrona de mierda y que el destino es un hijo de puta que solo quiere tocarnos las pelotas. Pero, no podría estar más agradecido con la vida y el destino al ponerte frente a mí.

[Siempre quise comprar una prensa francesa pero me parecía sumamente idiota pues no tenía a nadie con quien compartir una buena taza de café y sostener una interesante conversación. No hasta que el tipo que endulza su café americano con tres bolsas de azúcar apareció en mi vida.]

Siempre estaré dispuesto a compartir una buena taza de café y sostener una interesante conversación solo si es contigo. Te amo.

Chanyeol.”

—Yo también te amo. —dijo el castaño con lágrimas que habían brotado al momento de leer la dedicatoria que Chanyeol había escrito en su libro, sin embargo, sonreía con una felicidad pura.

El alto le sonrió y posó un suave beso sobre los labios de Baekhyun, ambos estaban conscientes que el destino los había hecho encontrarse y, aunque ambos habían sido tercos, éste se encargó de juntarlos sí o sí. Park Chanyeol estaba destinado a Baekhyun y Byun Baekhyun estaba destinado a Chanyeol y así sería siempre.

A Chanyeol le gusta su café americano endulzado con tres bolsas de azúcar y para Baekhyun, eso está perfecto.

Notas finales:

Creo que quedó claro que Chanyeol endulza su café americano con tres bolsas de azúcar, jajaja ^^U

Si llegaron hasta aquí, muchas gracias por leer, agradeceria mucho sus review para poder mejorar un poco, estoy algo oxidada, jiji. 


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