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Pity Party por gaemi

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Notas del capitulo:

Recién hoy me he topado con la canción de Pity Party de Melanie Martinez y al escucharla y ver su traduccion me han encantado para escribir un fic.

Pueden escucharla aquí https://www.youtube.com/watch?v=w5vJ_uIJ7fk 

 

Como aclaración, en esta historia BamBam padece de Sindrome de Asperger. Algunos datos sobre este trastorno son: 

El síndrome de Asperger se manifiesta de diferente forma en cada individuo pero todos tienen en común las dificultades para la interacción social, especialmente con personas de su misma edad, alteraciones de los patrones de comunicación no-verbal, intereses restringidos, inflexibilidad cognitiva y comportamental, dificultades para la abstracción de conceptos, coherencia central débil en beneficio del procesamiento de los detalles, interpretación literal del lenguaje, dificultades en las funciones ejecutivas y de planificación, interpretación nula de los sentimientos y emociones ajenos y propios. 

Supone una discapacidad para entender el mundo de lo social, que se manifiesta al nivel de comportamientos sociales inadecuados proporcionándoles a ellos y sus familiares problemas en todos los ámbitos. Los déficits sociales están presentes en los aspectos del lenguaje, las dificultades en el ritmo de la conversacion y es frecuente la alteración de la prosodia (entonación, volumen, timbre de voz, etc) Asimismo suelen estarlo los patrones de contacto ocular, gestual, etc. En la mayoría de los casos dificultades en la coordinación motora. 

 

Sé que puede dar mucha lata leer todo eso, pero a mi se me hace algo super interesante xD Si gustan, pueden investigar más sobre el tema, o simplemente leer el fic.

Espero sea de su agrade y si es así, haganmelo saber en los reviews.

Linda noche a todos.

Un día antes de su cumpleaños, BamBam se encarga personalmente de hacer y enviar las invitaciones a sus mejores amigos para la fiesta. Está vibrando de la emoción cuando las deja caer dentro del buzón, envueltas con lazos de colores pasteles, un detalle muy poco masculino, pero que a él no dejaba de resultarle encantador. De tantas cosas raras que lo caracterizaban, ¿Por qué a sus amigos tendría que molestarle ésta?

 

Cuando regresa su casa, su madre le besa la mejilla y se despide de él apresuradamente, sintiéndose bastante mal por no poder estar presente en el cumpleaños de su hijo, siendo la única familia que tiene. BamBam insiste en que eso no importa, porque no estará solo en lo más mínimo.

 

“Todos mis amigos estarán aquí. Son reales, te lo aseguro.”

 

La mujer fuerza una sonrisa, sintiéndose un poco aliviada. A veces cuesta creer que BamBam tiene una vida como cualquier otro chico de su edad, cuando en realidad no es lo que la sociedad cataloga como normal.

 

 

 

Apenas llega el amanecer, BamBam bota las sabanas y se levanta de la cama de un salto, con una enorme sonrisa de felicidad en su tierno rostro. Observa el reloj ansioso, contando los segundos para que sean las 10 de la mañana y vea a sus amigos entrar por la puerta de su casa. Corre al piso inferior y deja toda la casa reluciente de limpio, divirtiéndose incluso con la tarea. Solo quiere que todo quede perfecto, lo que menos desea es que su cumpleaños se arruine por pequeñeces. Una vez ha dejado todo a su gusto, y sobre la mesa de café de la sala se encuentran acomodados los bocadillos y las bebidas, y los globos de helio flotan rozándose con el techo, él se permite regresar a su habitación para darse una ducha y cambiarse de ropa.

 

Se sonríe por unos segundos frente al espejo. Nunca ha sido demasiado vanidoso, está consciente de sus puntos fuertes y débiles pero ser el centro de atención, al igual que muchas otras cosas, le resultan terriblemente incomodas. Solo que por esta ocasión, le permite a su ego salir a la luz y repetirse lo atractivo que se ve. Quizá para los demás resulte así, y entonces… No, de nuevo le estaban dejando rienda suelta a su imaginación y eso nunca lo beneficiaba.

 

Va a sentarse frente a la mesa llena de comida, con una sonrisa contenida, mientras espera a la llegada de sus amigos, especialmente de uno de ellos. Quiere sentir sus abrazos, su felicidad compartida, sus felicitaciones y su melodiosa voz cantando feliz cumpleaños solo para él.

 

“JaeBum” murmura con voz ilusionada. Sus ojos se cierran para poder visualizar en su mente el angular y perfecto rostro del mayor. Sus cabellos teñidos de rojo, despeinados y reflejando majestuosamente los rayos del sol. Su amplia sonrisa en la que desaparecían sus ojos, aquellos dos curiosos lunares en uno de sus parpados y sus orejas llenas de perforaciones de las que colgaban preciosos aretes.

 

Realmente lo adoraba.

 

Nada puede salir mal hoy.

 

Sin embargo, el anhelo experimentado al comienzo del día pasa a convertirse en desesperación con el pasar de las horas. Afuera el sol cambia de posición sin detenerse por nada, y la casa se mantiene vacía y silenciosa, atrapando a BamBam dentro de sus cuatro paredes. A veces, la calma es violencia. Muerde con fuerza su labio inferior, mientras observa las manecillas del reloj con angustia. ¿Se les habrá hecho tarde a todos?

 

Cuando dan las 12, BamBam se da cuenta de que algo realmente va mal ahí. La comida caliente se está enfriando, y los mosquitos comienzan a sobrevolar los dulces. Los aparta de un manotazo, y al alzar la vista puede notar que el helio está escapando de algunos de los globos. Se pone de pie, su trasero duele después de estar sentado durante tiempo. La espera se hace eterna, y él intenta mostrarse positivo, caminando de un lado a otro de la amplia sala con una enorme y algo tétrica sonrisa. Sabe que van a llegar, porque son sus amigos y no son capaces de defraudarlo.

 

Una, dos horas más pasan, y nadie ha tocado a la puerta. Sus invitaciones se han perdido en el correo, ¡eso debe ser! Pero… sus amigos deberían recordar su cumpleaños, y por lo menos llamar para felicitarlo o invitarlo a salir. Ahora no tiene nadie con quien divertirse y sus ánimos van en picada, arruinando su día especial. Saca un juego de mesa del mueble del televisor y lo extiendo en el suelo. Hace como que hay más personas en la habitación y está jugando con ellos, de todos modos, hacia cosas parecidas durante su infancia. Es como si regresara a cuando tenía cuatro años.

 

Una risa amarga escapa de su boca cuando la hora de partir el pastel llega y la soledad se hace cada vez más latente. ¿Qué podía esperar? Era un raro, un loco. No era lindo, era aburrido, afeminado, infantil, nadie podía querer a alguien así. Le era difícil darse cuenta cuando molestaba a los demás, no podía empatizar con las personas, entraba en pánico fácilmente, era un asco socialmente. Le había costado la vida entera lograr hacer seis amigos que ahora lo abandonaban sin previo aviso, en el día que tanta emoción le había causado.

 

Las lágrimas ruedan por sus mejillas mientras saca el pastel del congelador, y cantando una canción de cumpleaños con voz aguda y quebradiza lo lleva hasta la mesita en el centro de la sala. Aparta de una patada los platos llenos de papas fritas y los vasos de refresco vacíos. Se está riendo como un desquiciado al darse cuenta de que se ha olvidado de las velas en la cocina. Regresa corriendo por ellas, no sin antes avisarle a la habitación vacía que no tardara. Que lo espere. Que está feliz de que lo acompañe.

 

Muestra las velas efusivamente al estar de vuelta, preguntándole a la nada si le gustan. Y entonteces ya no puede soportar el silencio que recibe como respuesta. Su llanto se transforma en berridos, mientras se deja caer al suelo. Sus puños golpean con furia la alfombra en el suelo y termina por botar el resto de la comida, dejando el pastel intacto al centro de la mesa. Coge el cuchillo para cortar el pastel que ha caído a su lado y se precipita sobre los globos, reventándolos con el filo del cubierto. El sonido del látex al tronar es insoportable y ensordecedor, después de haber estado tanto tiempo sin escuchar un sonido que tuviera una fuente diferente a su boca.

 

La ventaja de todo esto, es que hay más pastel para él. A BamBam le encantan los dulces, y este es ahora todo suyo. Sin embargo, no lo quiere. Preferiría compartirlo. Preferiría estar muerto a tener que pasar por toda esta humillación. Ser un aspie nunca había parecido tan malo.

 

El ataque de ansiedad que trae consigo su enfermedad, donde parece carecer de todo sentido común, le hace llevar las manos hasta el pastel y comenzar a arrancarlo a pedazos, botándolo de vuelta sobre la mesa. Los desprende con furia, salpicando por todos lados, mientras las risas y el llanto se entremezclan en su boca haciendo imposible diferenciar uno del otro.

 

Parece un desquiciado.

 

Quizá lo sea, y por eso nadie quiere estar cerca.

 

Pero, ellos lo querían, ¿no es cierto?

 

“¡Feliz cumpleaños, BamBam!” Escucha gritar a coro a sus amigos mientras entran a la casa.

 

BamBam le había dado una copia de las llaves de su casa a YuGyeom, su amigo más cercano, por si se presentaba una emergencia. Todos han llegado con gorros de fiesta y regalos en sus manos. Jackson, JinYoung, Mark, YoungJae, YuGyeom. Mierda, incluso JaeBum. Y todos se quedan boquiabiertos al encontrarse con aquel desastroso escenario.

 

La caja envuelta en papel de regalo que sostiene JinYoung resbala de sus manos, mientras YoungJae retrocede con el temor palpable en su rostro. El resto está igual de conmocionad, pero la mirada indescifrable de JaeBum es lo que más confunde a BamBam. Porque parece… ¿arrepentido?

 

“Ay no, BamBam… No pensé que te lo tomarías de esa manera” dice el pelirrojo con voz afectada.

 

JinYoung pasea su mirada por la habitación llena de comida y pastel, teniéndose en las manos de BamBam enterradas en los restos del postre y su rostro sonrojado y cubierto de lágrimas. Aun hipea levemente, sin poder recuperarse del ataque acababa de sufrir.

 

“Te dije que no era buena idea.” Mark se dirige a JaeBum con tristeza. El pelirrojo baja la mirada.

 

“¿Qué no era buena idea?” Exige saber el cumpleañero.

 

“Era una broma. Queríamos darte una sorpresa.” Comienza Jackson, dando un paso al frente. JinYoung interviene entonces.

 

“Te haríamos creer que habíamos olvidado tu cumpleaños y venir de última hora”, señala por la ventana, la noche ya había caído. “Solo era un juego…”

 

“Y entonces tu madre me llamó para preguntarme cómo iba todo.” Explica YuGyeom, pasándose la lengua por los labios. “Cuando me dijo que estabas completamente solo, venimos de inmediato para acá. Nunca nos imaginamos que…”

 

“¿Qué creería que de verdad se habían olvidado de mí?”

 

“Sí.”

 

“¡Pues lo he creído! ¡Y ahora no van a convencerme de lo contrario cuando ya me han demostrado que les doy igual!” Grita BamBam apretando los puños y cerrando los ojos. Corre sin ver hasta su habitación, tropezando con el marco de la puerta y cayendo de bruces dentro. Se arrastra hasta la puerta para cerrarla de un golpe y pasar el seguro, para continuar llorando una vez estuvo fuera del acceso de sus amigos.

 

“¡BamBam, abre la puerta!” le implora JinYoung golpeando la madera con fuerza. El resto de los chicos lo corean, sin poder creer que lo que parecía una broma inocente acabaría tan mal.

 

JaeBum deja de gritar repentinamente y se da la vuelta para dirigirse a las escaleras, llamando la atención de los chicos.

 

“¿A dónde crees que vas?” inquiere Jackson con el ceño fruncido, sin dejar de patear la puerta de la habitación de BamBam.

 

“A comprar un pastel. Ha sido a mí a quien se le ocurrió hacerle esa broma a BamBam, así que es mi culpa que no tengamos pastel para la fiesta.”

 

Sin esperar respuesta, JaeBum sale de la casa.

 

 

 

Cuando ninguno de sus amigos puede verlo ya, JaeBum deja escapar un grito de frustración en la calle solitaria y estrella sus puños contra el poste de una farola. De inmediato sus dedos escosen, pero no para hasta que toda la ira ha abandonado su cuerpo y el dolor se torna insoportable. Es un imbécil. Acaba de lastimar de la peor manera ña persona más especial que existe en el mundo. Sabe que BamBam es extremadamente difícil, que son polos opuestos, que el chico tiene un síndrome que le impide reaccionar como cualquier otro y que le complica la vida, pero por la misma razón JaeBum debió de ser más cuidadoso y no dejarse llevar por ideas estúpidas.

 

Ha arruinado el cumpleaños de aquel ángel.

 

Limpia sus lágrimas bruscamente y busca dinero en su cartera. Hay suficiente para un pastel pequeño, pero sabe cuál es el favorito de BamBam y espera que la intención sea lo que cuente, aunque el pequeño no debería pensar siquiera en perdonarlo después de haberse comportado de aquella manera tan desconsiderada.

 

Vuelve a la casa de BamBam con el prometido pastel en las manos. Los chicos ya han recogido el desastre de la sala, pero no hay rastro de BamBam.

 

“No ha salido de su habitación” le dice YoungJae apesumbrado.

 

“Ya es muy tarde” Mark le echa un vistazo a la hora. “Es cinco minutos deja de ser su cumpleaños.”

 

“¿Deberíamos de quedarnos toda la noches aquí?” sugiere YuGyeom, pero JinYoung sacude la cabeza en negativa.

 

“Lo hemos lastimado muy fuerte. Necesita un tiempo a solas para enfriar su mente. Vendremos mañana temprano e intentaremos arreglar las cosas.”

 

A gritos, los amigos de BamBam se despiden de él al otro lado de la puerta. El pequeño no ha parado de llorar, aunque si ha disminuido la intensidad de su llanto. Es solo que, como ha dicho JinYoung, está demasiado herido, y conmocionado, y no sabe qué hacer ahora. Es incapaz de sentir el dolor en los demás, por lo que desconoce lo devastados que están sus amigos por las consecuencias de sus actos imprudentes.

 

Sin embargo, no se queda solo en la casa.

 

“Ustedes hagan lo que quieran. Yo me quedaré aquí hasta que salga” JaeBum se deja caer al lado de la puerta, recargándose contra la pared. Deja el pastel frente a él, y se dedica a esperar a que BamBam salga de su habitación. El menor no tiene idea de que no es el único que pasa la noche en medio del llanto.

 

 

 

BamBam no sabe en qué momento se quedó dormido en una mala posición sobre las sabanas de la cama. Le escurre la nariz, la noche fue fría y su cuerpo está entumecido. Al pasar frente al espejo de camino a la puerta, se encuentra con sus ojos hinchados y un hilo de saliva seca escapando de su boca. Se limpia con brusquedad, necesita ir al baño a lavarse la cara, porque se da asco.

 

Necesita de empujar la puerta para poder abrirla, desconociendo que aquel extraño peso que le prohíbe la salida es el del cuerpo de JaeBum. Cuando sus ojos reparan en el otro chico es imposible creer lo que ve, y las ganas de llorar regresan de manera casi incontrolable.

 

“JaeBum-hyung, despierta…” le dice con voz débil, sacudiéndolo por los hombros.

 

JaeBum abre los ojos y mira de un lado a otro confundido, hasta que recuerda donde se encuentra y porque. Cuando su mirada se entrelaza con la de BamBam, sus ojos se entrecierran invadido por el arrepentimiento y la culpa, e inmediatamente sus brazos envuelven al más pequeño y lo estruja contra su pecho.

 

“Lo siento tanto, Kunpimook. Todo ha sido culpa mía; si necesitas odiar a alguien por lo que sucedió anoche, es a mí a quien debes hacerlo”

 

Sn embargo, BamBam no podría odiarlo.

 

BamBam no hace otra cosa más que quererlo con cada fibra de su ser.

 

“No digas eso” responde con voz ahogada, puesto que su boca se encuentra aplastada contra el hombro de JaeBum. Huele a él, a casa, a una cama cómoda y a besos húmedos. BamBam nunca ha besado a nadie, pero se imagina que debe de sentirse así.

 

“Fue un idiota”

 

“Está bien, todos cometemos errores.”

 

“Pero debí de ser más considerado. Eres… asperger” resulta difícil pronunciar aquella palabra. “No reaccionas como cualquiera.”

 

“A cualquiera le hubiera dolido quedarse solo el día de su cumpleaños.”

 

“Lo lamento” repitió e mayor.

 

“Ya pasó.”

 

“Te quiero.”

 

“Yo también te quiero, hyung” contestó el menor sin darle mucha importancia, incapaz de comprender que aquello era más que un sentimiento de amigos.

 

“No, BamBam. Hablo en serio. Te quiero, pero no como amigos. Me gustas.”

 

El pequeño se separa con los ojos como platos, incapaz de ver a los ojos a JaeBum (aunque de todos modos nunca ha podido mantener el contacto visual). Si eso también resulta ser una broma, acabará por destrozarlo. Pero el cuerpo de JaeBum está temblando, y se ve tan nervioso como él, lo que debe significar que es sincero con sus palabras. BamBam no es bueno interpretando a los demás.

 

Las manos de JaeBum acarician temerosas el rostro ajeno, dudando si hacer lo que su corazón dicta o dejar de ser precipitado por una vez en su vida. Sin embargo, no hay oportunidad de elegir, porque cuando se da cuenta sus labios ya están unidos con los de BamBam, y el menor corresponde al suave contacto mientras le pasa un brazo por el cuello aumentando la cercanía entre sus cuerpos. JaeBum se aferra a él por la cintura, y procura demostrar en cada uno de sus movimientos lo mucho que realmente quiere a ese niño.

 

Sonríe dulcemente cuando se separan, tomando con una mano la caja donde está el pastel para mostrársela a BamBam.

 

“Es tarta de queso. Es bastante pequeña, pero quería que no te quedaras sin pastel para la fiesta.” Le dice apenado.

 

Sin embargo, el menor se ha olvidado de cómo hacer cualquier otra cosa que no sea sonreír como un bobo. Acaba de tener el momento más hermoso de su vida, y lo sucedido ayer se ha reducido a algo insignificante.

 

“Feliz cumpleaños, BamBam.”

 

Da igual lo lamentable de su fiesta de cumpleaños. Aquellas tres palabras saliendo de los labios de JaeBum son capaces de cerrar todas las heridas en su corazón.

 

Debe ser eso a lo que llaman amor.


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