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Blanco como la nieve por PruePhantomhive

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Blanco como la nieve


PruePhantomhive



(Disclaimer)


Los personajes y escenarios de X-Men: Days of Future Past pertenecen a Stan Lee, Jack Kirby, Matthew Vaughn, Gregory Goodman, Marvel Comics, 20th Century Fox y  Marvel Entertainment; son usados en ésta historia sin fin de lucro.


(Resumen)


Peter se quita el tinte del cabello y Logan se encuentra con una poblada mata de color blanco.



Peter estaba acostado boca abajo en el amasijo de sábanas blancas que cubría la cama. Sonrió cuando Logan hundió los dedos callosos en su cabello plateado empapado en sudor. Peter se relajó por completo ante su contacto y bostezó.


—¿Por qué te tiñes el cabello? —preguntó el hombre en un arrebato de curiosidad: llevaban meses juntos y sin duda el singular tono de cabello del chico le había generado ciertas dudas, pero no se había sentido con ganas de preguntar hasta el momento.


Peter cerró los ojos e inhaló, lento, llenándose los pulmones de oxígeno poco a poco.


—Porque soy un rebelde, esa es la razón —respondió y Logan tuvo ganas de amenazarlo con sus garras. Peter pareció darse cuenta de eso, porque de inmediato rió y giró sobre su costado para colocarse sobre su espalda y permitir que Logan lo arrebujara entre sus brazos—. Está bien: lo tiño porque su color natural es espantoso —y antes de que Logan preguntara...—. Blanco. Como el pelaje de un armiño. 


Logan enarcó las cejas: la verdad lo había tomado por sorpresa, pero tampoco era algo tan fuera de lo común ya que, en realidad, era normal que algunos mutantes tuvieran características físicas únicas gracias al Gen X.


—Wow —masculló a manera de respuesta, porque no se le ocurrió nada mejor que decir. Siguió acariciando el cabello de Peter y, para asombro suyo, encontró un par de hebras blancas, vivas, a diferencia de canas—. Creo que pronto tendrás que teñirlo de nuevo.


Peter hizo una mueca.


—Lo sé. No es complicado, pero sí muy tedioso.


Logan se inclinó para besar la capa de sudor estancada en su cuello. Peter gimió de placer.


—Me gustaría mucho verte sin el estúpido tinte al menos una vez, mocoso —dijo.


Peter gruñó.


—Primero: tengo veintiún años, no soy un mocoso. Segundo: yo odio verme sin él.


Logan frunció el ceño, pero siguió besando la extensión de piel pálida que tenía bajo su cuerpo.


—¿Por qué? —masculló entre caricias y roces de labios.


—Porque me parezco a Magneto, mi vida, ese es el “por qué” —respondió el muchacho sin titubeos, con la voz muy ronca, y todo en la habitación se congeló, desde el viento frío colándose por las ventanas abiertas y sacudiendo las cortinas de raso blanco hasta los dedos y labios de Logan, que lo vio como si se hubiera vuelto cenizas entre sus manos.


Peter lamentó su expresión.


Logan se aclaró la garganta, nervioso. Odiaba sentirse así.


—Bueno, eso sin duda me ha quitado las ganas de follarte de nuevo —masculló, diciendo cada palabra con singular lentitud.


Peter rió, divertido, pero le dio la espalda de todas formas y, cuando Logan intentó tocarlo, se alejó y tampoco era como que Logan fuera a rogarle por su atención de nuevo, así que también le dio la espalda y esa noche durmió en el filo de una cama helada.



El proceso fue irónicamente lento.


Primero, las raíces plateadas comenzaron a ponerse amarillas y, poco a poco, tan blancas como la nieve. Logan lo notó, pero no dijo nada, sólo fue un detalle que dejó pasar; Peter tampoco lucía mal. Generalmente, cualquier locura que se hiciera en el cabello le sentaba desastrosamente bien y esa no había sido la excepción.


Luego, vinieron trozos de pelo más largos. Blanco, plateado, blanco, plateado. Era una locura, pero cada hebra se sentía genial entre los dedos duros y gruesos de Logan, recordándole la espuma tibia de una bañera o el pelaje de un gato turco.


Pero, a pesar de lo bonito que era, Peter se veía incómodo con él.



—¿Te gusta? —le preguntó la noche que terminó el cambio con un sencillo corte de pelo. Movió la cabeza de un lado a otro para que Logan pudiera contemplarlo todo a la perfección.


Blanco y más blanco. Blanco como la tonalidad que un X-Men y sus batallas nunca podía conseguir del todo. Puro.


—Me fascina —admitió, acercándose a su amante para hundir los dedos en su cabello, como hacía últimamente.


Peter sonrió y apoyó la frente en su pecho.


—Yo lo odio —confesó.


—Pues eres un estúpido, porque no te pareces en nada al imbécil de tu padre. Ugh… tu padre. Me lavaré los dientes con cloro antes de besarte.


Peter se echó a reír, sintiéndose más cómodo ante Logan con su nuevo y verdadero Yo.


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