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El Juego De La Oscura Pasión por MeikoShion

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Notas del capitulo:

Es un placer tenerlos aquí. Muchas gracias por entrar a leer. 

No he escrito nada desde hace años. Así que empecé con este proyecto, para recordar mis días como literata. XD De ese modo, espero no sean muy crueles conmigo, pues hacer esto nuevamente en años, es como empezar de nuevo.

Sin más, bienvenidos.  

I

Hechizo

 

Sigilosamente caminó, no iba a bajar la guardia. Ya no lo haría nunca más. Y aún así, se permitió mirar entre el montón de cadáveres. Había uno que parecía estar consciente, su pecho apenas se movía; pese al increíble esfuerzo que hacía para respirar.

Vacilante se acercó hasta aquel que insultaba sus capacidades de temible asesino. Entrecerró sus ojos, sólo para observar  los detalles de ese rostro perfecto, sí, aquel ser era un chico, pero no por ello dejaba de ser hermoso. ¿Hermoso? Aquel había sido el primer calificativo que encontró para describirlo cuando lo vio. 

—“¿Encontraste algo?”—  la menudita pelirroja se aproximó un poco hasta él; su hermano, quien tenía rasgos muy parecidos a ella, como sus cabellos granates y sus frígidos ojos azules.  Aunque sus personalidades eran bastante distintas.

Al no hallar respuesta alguna en su pregunta, decidió echar un vistazo a la situación. Su hermano miraba a un chico de cabellos purpúreos, bastante hermoso, de piel tersa y nívea cual porcelana, y sus facciones suaves armonizaban  afinadamente con su figura casi sensual. 

Tragó saliva y regresó  la mirada hacia su hermano, el cual había hecho caso omiso a su presencia, sólo por ese muchacho que había encontrado entre todos aquellos muertos, y que al parecer, le había dejado terriblemente embelesado. 

—“¿Tami?”— lo llamó, casi adivinando lo que la desequilibrada cabeza de su hermano estaba maquinando —“Si piensas en llevártelo, sabes que va a ser imposible. Lo van a matar apenas lo descubran”— nuevamente lo divisó, con mucha atención. Otra vez le estaba haciendo caso omiso, pero no le importó.

—“Touko. Si me lo llevo ahora, de seguro puede vivir”— recitó atontado, sin quitarle la vista a ese bello humano.  Apenas dijo esto, empezó a quitarse la camisa y el saco, dejando al descubierto su torso bien marcado.

Su hermana sabía lo que ese idiota iba a hacer, por lo que decidió esperarlo afuera. Le dedicó una última mirada y caminó silentemente hacia la salida. Estaba en contra de su ética mirar a su hermano de esa forma.

Contó hasta cien y volteó al escuchar los pasos de su pelirrojo hermano. Llevaba al lindo humano en brazos, y al parecer había atendido las heridas menores. Aunque aún no estaba fuera de peligro.

Suspiró y caminó rumbo al escondite, no debían ir a La Unión, no con su nuevo acompañante. Y pedirle a Tamiya, su estúpido hermano, que lo dejase, sería lo mismo que pedirle a un elefante saltar; ninguno de los dos lo haría. Bueno, él uno sólo porque no podría, él otro no lo haría porque nació obstinado y tozudo. Pensándolo a fondo, era una muy buena comparación; porque a fin de cuentas ninguno de los dos terminaría acatando la disposición.

Touko explicaba algo así lo que era pedirle o darle una orden a su hermano.

Suspiró y nuevamente se enfocó en el objetivo; llegar a su escondite sin ser detectados.

·

·

·

El reloj de péndulo marcaba las doce. Era hora de ir a entregar el informe a aquella mal nacida, sí, así se refería Touko a Chitoge; la cabeza de La Unión.

Iría ella. Lo que menos quería es que su hermano se encontrase con aquella maldita irritante. Y si lo haría, pues que fuese con ella a su lado. Primera muerta que dejar a ese par a solas.

—“¡Tami!”— gritó  con su encantadora vocecita retozona —“Iré a dejarle el informe a Chitoge. Espérame aquí, ¿sí?”— su pedio era un orden. Y a pesar de no haber escuchado respuesta alguna, sabía muy en el fondo que Tamiya iba a obedecer.  Tenía qué obedecer.

Con cuidado cerró la puerta, evitando hacer algún exiguo ruido, y salió.

La casa quedó en silencio y casi deshabitada, casi; porque  Tamiya seguía arriba con el lindo humano que había hallado.

Jamás en su vida había presenciado semejante belleza. El chico ya no estaba en peligro, o por lo menos no ahora, y se reafirmó que había sido muy buena idea curar las heridas con su propia sangre.  Había parado las hemorragias profundas en cuestión de segundos.

El humano tenía un aroma bastante agradable y tentador, se lo había repetido a cada instante; cuando estaba curándolo en medio de los cadáveres, mientras lo llevaba en brazos hasta su guarida y en este preciso momento, que incluso lo había bañado  para curarlo.

Y ese aroma aún seguía presente.

Con cuidado se sentó al lado del adormilado cuerpo, y se inclinó hasta quedar frente a aquel chico. Respiraba pausadamente,  su rostro era bastante hermoso, sus cabellos suaves y sus labios… sus labios carnosos y hasta provocativos entre abiertos, no le ayudaban mucho a mantener su control.

Tragó saliva, y acercó su nariz hasta el tibio cuello del chico. Cerró los ojos y olfateó el aroma otra vez. No se trataba de algún perfume o loción, era la suave fragancia de la piel del humano. Tentado una vez más, retornó a la posición en la cual estaba frente al rostro de su hallazgo, y sin pensarlo dos veces, posó sus labios en los del susodicho.

Se habría quedado así, de no ser por un fuerte golpe que hasta el rostro logró voltearle. Regresó su atención al humano, el cual estaba sonrojado y se tapaba la boca, a la vez que respiraba agitado.   

—“L–lo siento”— tartamudeó el peli púrpura, mirando asombrado a su asaltante —“Fue un reflejo”— se excusó, notando unos segundos después que aquel ser que le estaba besando, era ese cazador de La Unión Sagrada que había asesinado a todos en cuestión de milisegundos. Era confuso. La Unión se encargaba de aniquilar a los seres oscuros y ese chico era… era un… ¿Vampiro?

Asustado, trató de retroceder, chocando contra la cabecera de la cama.  Al verse atrapado  en tal situación, no hizo más que temblar, sin poder apartar la vista de aquel turbador pelirrojo, que a pesar de ser extrañamente atractivo, también transmitía pavor.

Tamiya parpadeó un par de veces,  a la vez que rozaba con sus dedos el golpe en su mejilla. Mirar a aquel humano, temblando como un animalito asustado hacía a su corazón palpitar a mayor velocidad.  Nunca había latido de esa forma tan violenta, y aquello sólo conseguía excitarlo de una forma increíble.

—“¿Cómo te llamas?”— le cuestionó el vampiro, acercándose para mirar más de cerca ese par de hermosos orbes verdes. Ahora no solo era su cabello, piel y labios.  Se sumaba el hecho de que tenía una voz angelical y unos ojos terriblemente hechizantes.   

El chico de orbes verdes rehuyó la mirada. Se sentía bastante intimidado y aún más con esos álgidos ojos azules estudiándolo minuciosamente.

—“Mitoki”— respondió, contendiendo la respiración. Todo estaba perdido. Seguro lo habían traído con la intención de torturarlo y sacarle información.  Sí, eso debía ser.

—“¿Mitoki?”— repitió en tono interrogativo el cazador de ojos azules, invadiendo aún más el espacio personal del lindo humano —“Qué nombre tan extraño. Me gusta”— confesó, sin apartar su minuciosa expedición.

—“¿Eres un vampiro?”— preguntó el muchacho, obligado a apretar su cuerpo más contra la cabecera, debido a que cada vez el pelirrojo acortaba distancia entre los dos.

Tamiya rió ante la pregunta. Si el chico estaba asustado, era porque ya lo había notado, pero aún así se obligó a responder. Le agradaba escuchar la voz de su lindo descubrimiento.   

—“Sí”— contestó lo obvio, sonriendo sarcásticamente; con el único objetivo de mostrar sus afilados colmillos —“Y tú… ¿Eres un humano?”— preguntó en broma, disfrutando ver enojado el perfecto rostro de Mitoki —“Te voy a morder”— y con la anticipada advertencia, se aproximó hasta el esbelto cuello del humano, inhalando otra vez la adictiva esencia. Se sorprendió ante el ahogado gemido que soltó su presa, aunque ese asombro no lo mostró.

Mitoki sólo posó sus manos temblorosas en el pecho del vampiro, intentando apartarlo un poco por lo menos.

—“Si vas a beber, hazlo rápido”— se quejó, agitado por la cercanía. Ya entendía todo. Lo había traído como su reserva alimenticia. 

Tamiya no escuchó el reclamó del humano, y si lo escuchó; significaba que lo ignoró, como usualmente lo hacía con todo.  No estaba muy consciente, más bien parecía que al estar cerca de esa piel tibia, su sed comenzaba a despertar.  Lentamente comenzó a lamer su cuello, decidiendo que aquella zona era la que quería morder. Dio un último lametazo e introdujo lentamente los colmillos cerca de la clavícula.

El sabor de la cálida sangre era simplemente placentero, tanto, que lograba darle ligeros espasmos con cada sorbida.  Jamás había probado semejante ambrosía. Consciente de que  quería que el humano viviese, se obligó a sí mismo a apartarse, pero era bastante difícil.

Ya con el último fragmento de dominio propio se logró alejar, en un movimiento algo brusco, pues había conseguido hacer que pequeñas gotas de sangre salpicaran. Jadeó un poco, decidiendo definitivamente que la sangre de aquel humano era su favorita.

Más sangre comenzaba a emanar de la herida, así como ese olor dulzón y metálico a su vez, logrando nublarle la mirada. Sacudió la cabeza, ahuyentando a la tentación. Ya no le haría más daño al humano. Lo quería vivo y bien, pues ese había sido el objetivo al traerlo.

—“¿Estás bien?”— se obligó a preguntar, sin apartar la mirada de la notoria marca en el cuello del joven. Mitoki asintió lentamente con la cabeza, tratando de acallar los sollozos que desde hace rato insistían en salir. Aún tiritaba al sentir ese gran cuerpo acorralándole.

—“¿No me vas a matar?”— y apenas musitó esto, se encogió lentamente, esperando un golpe o agresión quizás,  pero lo que hizo el vampiro lo petrificó por completo, pues no esperaba ser rodeado cuidadosamente por aquellos fuertes brazos. Respiró pausadamente por la boca, sintiendo las suaves inhalaciones y exhalaciones del pelirrojo en su oído.

—“No”— respondió en un suspiro entrecortado —“En mi vida había visto belleza tan exquisita. Matarte sería un desperdicio”—

Al escuchar esto, su corazón se detuvo por unos segundos. Desvió apenas la mirada,  chocando con los frígidos ojos azules de su opresor.

Tamiya colocó con cuidado la palma de su mano en el mentón del humano. Con el pulgar repasó los labios del muchacho, y con mucha delicadeza rozó luego una de las delicadas mejillas, casi con miedo, miedo de herirlo, o quizá con pavor de trisarlo; pues la presencia del chico de cabellos púrpuras parecía tan quimérica, tan irreal, tan terriblemente utópica; que amenazaba con desvanecerse. 

—“Eres hermoso”— recitó anonadado, perdiéndose en el brillo de esos irises esmeralda. Más a pesar de querer apartarse, no lo consiguió y al final cedió a la incontenible libídine que lo devoraba voraz.

Atrajo al  bello humano hacia sí y enseguida lo recostó en la cama, cubriéndolo con su gran cuerpo.  El chico ya no estaba aterrado,  más bien estaba sonrojado y ahora respiraba agitado, pues había adivinado las intenciones del pelirrojo. Quería lanzarle otro golpe para apartarlo, pero lo único que consiguió fue aferrarse a él. No entendía porque, pero no le daba asco, más bien tenía una sensación de adrenalina, que hacía a su corazón latir rápidamente. Enredó sus dedos en los cabellos granates, como si ahora hubiese sucedido lo contrario al inicio, ahora era él quién estaba atrapado en esos irises azules, sin atreverse a romper la conexión de sus ojos.

—“Sé mío”— le susurró al cautivante humano, antes de nuevamente unir sus labios.

No supo que responder, tan sólo correspondió al suave beso y se dejó llevar por la latente  pasión del momento. Sus pensamientos se nublaron y similar al efecto de estar hechizado, asintió con la cabeza, tiñendo más sus mejillas de un suave rubor.

Iluminados con la tenue luz de la luna, apenas podía divisar al hermoso humano, pero eso no le importaba, no cuando tenía la aprobación de esa bella criatura. Asegurándose de no estar frente a un espejismo, acarició con sutileza una de las delicadas mejillas de porcelana, perdiéndose nuevamente, apartándose sólo los dos, cayendo lentamente en una profunda fantasía.

Sin darse cuenta, se había convertido en esclavo de esos fantásticos ojos verdes, y si se había dado cuenta; probablemente lo había ignorado…

Cómo muchas veces solía hacerlo con todo…     

Notas finales:

Muchas gracias por leer. 

Espero que alguno se haya dado cuenta, pero estos personajes pertenecen a Mi Mejor Venganza: Amor, historia original. Quiere decir que los personajes (por más que yo quiera) no me pertenecen. TT^TT

Si no han leído la historia antes recomendada, les invito a pinchar el link. ¡De verdad que es muy buena!

Agradezco a Nickyu, la creadora de la historia antes mencionada, ya que ella me prestó a sus personajes. 

Les dejo las imágenes de:

Tamiya

Mitoki

Touko

Espero estar actualizando pronto. Haganme saber su opinión por medio de un review, que no quita mucho tiempo n.n

 

Sin más cuidense, y espero estarlos leyendo pronto.

Meiko Shion  


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