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El Fénix del Rey por Orseth

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Notas del fanfic:

Esto se desarrolla fuera del mundo de la magia, y usare palabras algo chocantes para algunos, pero lo hice asi porque es el mundo o lugar en el que puse a los personajes, espero que esta nueva historia les guste, tanto como a mi me gusto escribirla; tampoco pongo advertencias xq quiero que sea una sorpresa.

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            La ciudad abrió sus enormes puertas al ver a lo lejos al príncipe Harry y su tropa acercándose a todo galope; la gente se hacía a un lado para dejarlo pasar y cuando llegó al palacio, uno de los guardias tomó las bridas de su caballo cuando él saltó sin que este se hubiese detenido por completo, después corrió dentro lo más rápido que pudo.

            Iba vestido con pantalones bombachos, botas altas de cuero y túnica negra, haciéndolo ver como un cuervo con las alas extendidas al correr veloz, llevaba un turbante en la cabeza y su rostro cubierto con un velo que solo dejaban ver sus ojos verdes, velo que iba quitándose sin detener su marcha.

-¿Qué ha pasado? –Preguntó a su madre cuando llegó a una de las tantas habitaciones- ¿Cómo están?

            -Tranquilo hijo –respondió la reina Lily, tocándole un hombro- ya todo está controlado.

            -¿De verdad, puedo pasar a verla?

            -Aún no –respondió el rey James mientras observaba todo recargado en la pared con los brazos cruzados- Dumbledore aún no sale.

            -¿Entonces como saben que Bellatrix está bien? ¡Mi esposa está a punto de perder a nuestro hijo y nadie sabe decirme nada!

            -Calma majestad –dijo un anciano saliendo de la habitación- La princesa Bellatrix ya está descansando.

            -¿Puedo verla?

            -Lo más conveniente es que por ahora no, ya está dormida.

            -¿Y el bebé, como esta?

            -El bebé está bien.

            -El bebé… -repitió el rey James con cierto dejo de sarcasmo- eso sí es niño.

            -¿Y por qué no habría de serlo?

            -¿Por qué ya tienes tres niñas? –respondió el rey descruzando los brazos- Tú esposa ya tiene una niña y tus dos concubinas tuvieron niñas también, tal parece que no sabemos elegir a la mujer correcta.

            El príncipe disimuló un gesto de exasperación, gesto que no paso desapercibido al viejo médico de la familia real.

            -Esperemos –exclamó con gesto tranquilizador- un par de meses más y le daremos la bienvenida al heredero del reino de Hogwarts.

            -¿De verdad está bien Dumbledore?

            -Claro.

            -¿Y no puedes decirme que sexo es el bebé?

            -Majestad, soy médico, no mago, pero seamos optimistas.

            -Optimistas… -repitió sarcástico- claro.

           

 

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            -Ya no deberías presionar más a Harry –dijo Lily cuando estuvieron a solas- él no tiene la culpa de que sus mujeres no puedan darle un varón.

            -Lo sé –respondió exhalando un suspiro mientras se dejaba caer en un diván- es solo que la situación me preocupa, tiene veintitrés años ya y de casado lleva seis y solo ha tenido hijas… y quiero asegurar la alianza con el reino vecino de Azkaban, el rey Riddle también desea que ya nazca un niño.

            -¿Y qué culpa tenemos nosotros de que su hija Bellatrix no pueda concebir a un varón?

            -Tal vez la solución sea tomar otra concubina –dijo James frotándose las sienes.

            -Esperemos a que nazca el bebé.

            -Sí, tienes razón.

 

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            En su habitación, Harry se despojaba de sus ropajes cubiertos de la arena del desierto quedándose solo con los pantalones y las botas puestas; se dirigió a su balcón y se asomó recargando sus manos en el balcón de piedra, pero lo que menos hacía era disfrutar de la actividad de la ciudad, lo que le preocupaba era que el bebé que estaba esperando su esposa fuera otra niña; necesitaba un hijo varón y tenía el amargo presentimiento de que quien venía en camino, no lo era.

 

 

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            -¿Cómo les fue?

            -Bien capitán, tenía razón, la frontera que colinda con Azkaban es propensa a ataques de gente rebelde, había un grupo en un campamento, intentaron escapar en cuanto nos vieron llegar.

            -¿Los arrestaron?

            -No, comenzaron a pelear, todos terminaron muertos.

            -Bien, vayan a descansar.

            -Gracias capitán Malfoy.

            Una de las tropas de los caballeros del desierto, como era conocido el ejército del reino de Hogwarts, hombres vestidos con amplios ropajes negros, turbantes y velos para protegerse de las arenas del desierto, con cinturones de cuero de los cuales colgaba una vaina con el escudo de león del reino, apreciaban mucho al capitán Malfoy, pues a tan solo la edad de veintitrés años ya era capitán y comandaba una tropa; le respetaban porque era aguerrido y el primero en lanzarse al combate si este se presentaba, los inspiraba a luchar con la misma llama ardiente de proteger al reino de Hogwarts.

El capitán Malfoy, escudriño las tranquilas arenas del desierto mientras sus hombres dejaban sus caballos e iban a descansar un rato y decidió dar una vuelta para asegurar la zona.

-¿No nos acompaña capitán? –dijo un guerrero viéndolo montar su caballo.

-No, quiero dar un paseo antes.

-Basta ya Draco, no te van a ascender a general.

El capitán Malfoy volteó a ver al hombre que le había hablado con tanta familiaridad y solo sonrió; los ojos marrones y bastante vanidosos, le guiñaron mientras decía:

-O será que iras a ver a alguna chica por ahí.

-Cállate Blaise, mejor ve a tirar mierda a otro lado si no quieres que te mande a hacer ronda.

-No, mejor termina rápido y ven para que nos tomemos un trago, nos lo merecemos.

-De acuerdo.

 

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            El rey Tom Riddle tenía una hija, la cual dio en matrimonio al príncipe del reino vecino como estrategia de paz; el reino de Hogwarts era enorme, tan grande que su país fácilmente podría caber tres veces en él y estaba dividido en cuatro distritos llamados Slytherin, Hufflepuff, Ravenclaw y Gryffindor, que era la capital y en donde estaba el palacio, por eso fortalecer esa alianza con el nacimiento de un hijo varón era sumamente importante para él, lo que nadie contaba era que ese ansiado niño se estaba tardando en llegar.

            -Quiero que le envíes una carta a Bella –dijo a su sirviente.

            -¿La escribirá usted o desea que yo sea su escribano?

            -Escribe… -respondió haciendo un gesto despectivo mientras caminaba de un lado a otro.

            Cuando terminó de dictar, el sirviente la envió de inmediato con un mensajero.

           

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            La distancia entre esos dos reinos era de dos meses a paso de camello, pero el mensajero hizo uno cambiando monturas en cada ciudad y deteniéndose solo lo necesario para abastecerse, la carta llegó hasta el reino de Hogwarts en donde Bellatrix la recibió y leyó en compañía de una sierva que se ocupaba de ella y de las demás concubinas.

            -No es posible… -dijo en cuando terminó de leerla.

            Minerva, la vieja esclava, hizo una señal para que el par de doncellas que doblaban la ropa y la acomodaban en el enorme armario de ébano, salieran de ahí.

            -¿Qué sucede, mi señora?

            -Mi padre… ¿puedes creerlo Minerva?  ¡Hace más de un mes casi moría y él insiste en que debo darle un hijo varón a mi esposo!.. Como si yo no lo deseara –concluyó con desaliento.

            Minerva McGonagall, la sierva que incluso fue nana del príncipe Harry y ahora se ocupaba de sus mujeres, miró comprensiva a la mujer morena que descansaba en la cama con un vientre bastante hinchado.

            -Tranquila mi señora, ya falta poco; el bebé nacerá y todos quedarán tranquilos.

            -¿Y si no es varón, Minerva?... ¿si de nuevo es una niña?

            Minerva vio el rostro angustiado de Bellatrix y tomándole una mano dijo:

            -No lo será, será un hermoso niño, ya no se preocupe.

 

 

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            -Hay informes de grupos de bandidos que están asolando las aldeas –dijo Draco al general Black- me llevaré dos tropas e investigaremos.

            -Adelante, tienes mi apoyo.

            El capitán Malfoy tomó dos tropas de veinte hombres cada una y como una parvada de cuervos se adentraron en el desierto siguiendo a su líder; acamparon por un par de días y luego de esconderse en una aldea y hacer pasar los caballos como propiedad de los aldeanos, los bandidos llegaron a atracar, pero nunca esperaron que docenas de caballeros del desierto salieran de las tiendas y defendieran a las personas; mataron casi a todos y a los pocos que se rindieron los llevaron arrestados; lo mismo hicieron con otras aldeas hasta restaurar de nuevo el orden en esa parte del desierto del reino de Hogwarts.

            -Felicidades –dijo el general Black cuando regresaron después de pasar casi un mes en las arenas del desierto- controlaste todo y no han vuelto a atacar las aldeas.

            -Todo lo hicieron mis hombres general –respondió Draco bajando del caballo mientras sus hombres se adentraban en la pequeña provincia de Ravenclaw.

            -Merecen un buen descanso. 

            -Sí, debo aceptar que estamos agotados, pero satisfechos de cumplir con nuestro deber.

            -Anda, ve a descansar.

            -Gracias General.

            Se encaminó al cuartel de la pequeña provincia encontrando a sus soldados emocionados, preparándose para festejar.

            -¿Te enteraste? –dijo Blaise quitándose el turbante y el velo dejando ver su piel morena.

            -¿De qué? –respondió Draco sentándose en un banco quitándose también el velo.

            -Durban se va a casar y toda la tropa está invitada.

            -¿En serio, cuando y donde será?

            -Esta semana y será aquí, encontró a una bella chica que tomará como concubina.

            Draco sonrió forzadamente, ocultado que el tema de las concubinas le molestaba.

            -Su esposa está en la ciudad principal de Gryffindor –dijo Draco- lo único que quiere es que le calienten el lecho.

            -La chica es linda, ya la vi –respondió Blaise quitándose el cinturón con la espada.

            -¿Y cuántos años tiene? –preguntó quitándose la túnica negra.

            -No lo sé, creo que trece.

            -¿¡Trece?!  -exclamó mirándolo sorprendido. ¡Es una niña!

            Blaise lo miró extrañado preguntando:

            -¿Y?... Dios el señor y su profeta Merlín bendicen las uniones; cuando una mujer sangra, Dios nos hace saber que esta lista para el matrimonio.

            Draco iba a responder, pero debido a su prudencia decidió no hacerlo.

            -Sí, tienes razón.

            -A veces dices cada cosa… -exclamó Blaise riendo mientras terminaba de desnudarse y tomaba una toalla que un sirviente había colocado a su lado- apúrate que el baño se está llenando.

            -Sí, ya voy.

            Con una toalla en la cintura, Draco alcanzó a Blaise en el enorme baño comunitario en donde los demás hombres se relajaban y se bañaban.

            -Capitán… -dijo un hombre acercándose a ellos.

            -¿Qué sucede Durban? –preguntó Draco sentándose en un banco de madera listo para enjabonarse.

            -Capitán, voy a tomar a una concubina dentro de unos días y sería un gran honor para mí que asistiera, es solo una concubina, lo sé… -añadió riendo- pero la vi y pague la dote correspondiente a sus padres antes de que alguien me la ganara, me gustaría que me acompañara.

            -Claro, lo haré.

            -Gracias capitán –dijo el soldado satisfecho mientras se retiraba.

            -Ya llegamos ¿listos para salir a relajarnos? –dijo Crabbe.

            -Merecemos unos buenos tragos y unas hermosas chicas –añadió Goyle quitándose la toalla de la cintura y sentándose junto a ellos- pero esta vez no nos haremos tatuajes ¿eh Draco?

            -Eres un maldito llorón de mierda –exclamó Draco riendo mientras se echaba agua con una bandeja.

            Los cuatro soldados tenían una gran amistad y tenían en común haber nacido en el distrito de Slytherin y haber estado los cuatro juntos en la academia, encontrándose después en distintas tropas hasta reunirse de nuevo bajo el mando de Draco Malfoy.

            -Este tatuaje es único –dijo Blaise señalando la serpiente que salía de la boca de un cráneo, tatuado en su antebrazo.

            -Exacto –añadió Draco- solo nosotros cuatro lo tenemos, somos unas orgullosas serpientes nacidas en Slytherin, cuando olvides lo que es la amistad, solo mira tú antebrazo.

            Draco terminó de bañarse y salió de ahí antes que la mayoría de los soldados, pues no acostumbraba a permanecer mucho tiempo con ellos; y siendo el capitán tenía una habitación para él solo, por lo que pudo quitarse por completo la toalla y frotarse la cara con ella manchando la blanca tela de maquillaje.

            Sin dejar de frotarse el rostro, se puso delante del espejo que tenía colgado en la pared y después de varios días pudo ver su rostro completamente limpio; torció la boca y sacó de una bolsa un pequeño tuvo y comenzó a untarlo en su cara.

            Ya cayendo la noche salió para unirse a los demás en la celebración que tenían pendiente, bebió con ellos, bromeó con ellos y fue él quien los llevo uno a uno de regreso al cuartel, pues nunca se embriagaba de tal modo que tuvieran que llevarlo a rastras, siempre era moderado y nunca perdía el control.

 

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            -Ya tardaron mucho –dijo Harry caminando de un lado a otro afuera de la habitación de su esposa.

            -Dumbledore es un buen médico y ha atendido los partos de Bellatrix y las concubinas, todo saldrá bien –respondió Lily intentando calmar a su hijo aunque por dentro ella estaba igual de angustiada.

            Cuando el viejo médico salió, su rostro no dejaba ver nada bueno.

            -¿Qué paso, como esta mi hijo y Bellatrix? –preguntó Harry tomándolo por los hombros con impaciencia.

            Dumbledore suspiro viendo a los reyes alternativamente y luego a Harry.

            -Majestad, su esposa esta estable… aunque está muy débil, fue un parto sumamente difícil y perdió mucha sangre.

            -Qué bien –respondio aliviado soltándolo- ¿y mi hijo?

            -Yo… lamento decirles que la pequeña murió.

            Todos se quedaron en silencio por unos momentos hasta que Harry, sin decir nada entró a la habitación.

            -¿Lo ves? –Dijo James a su esposa- otra niña, esa mujer es una inútil.

            -James por favor… -respondio Lily- nuestro hijo está pasando por un momento muy duro, por favor no lo aflijas mas con comentarios así.

            Torciendo la boca, el rey James se retiró.

            Dentro de la habitación Bellatrix dormía mientras la vieja enfermera Pomfrey terminaba de arroparla y Harry tomaba de brazos de una sierva, un pequeño bulto envuelto en una manta blanca.

            -Lo lamento mi señor, me retiro –dijo ella haciendo una inclinación para después salir de ahí seguido de la otra mujer cerrando tras ellas.

            Harry apretó el bultito contra su pecho mientras lagrimas amargas corrían por sus mejillas… no había sido un varón, pero igual le dolía que hubiese muerto, era su hija quien estaba en esa manta y su corazón estaba roto al haberla perdido.

            Pasó una semana en donde el ambiente en el palacio era muy pesado, tanto así que Harry decidió salir a ocuparse de asuntos del reino para ya no ver la cara larga de su padre.

            -¿No va a comer, mi señora? –pregunto Minerva viendo la mesa intacta.

            -No tengo hambre –respondio Bella acostada, mirando hacia su balcón.

            -Pero debe recuperarse, está muy débil aún.

            Bellatrix no respondio al momento, su mirada estaba fija en las cortinas de encaje que se mecían con el viento.

            -Mi esposo solo ha venido a verme una vez desde mi alumbramiento… solo una vez.

            -Está muy ocupado, estoy segura que los asuntos del reino se lo han impedido –respondio Minerva tomando un platito con dátiles secos y llevándoselo  a la cama.

            -Y mi bebé murió… -continuó sin siquiera verla- al menos no era un varón.

            -No diga eso mi señora, su pequeña…

            -¡Yo quiero un hijo! –Exclamó viéndola con ojos llenos de lagrimas- ¡no me importa una niña muerta! ¿¡Entiendes?!... yo necesito un varón… quiero un hijo varón… -añadió dándose vuelta en la cama y hundiendo su rostro en la almohada.

            Minerva le tocó un hombro siendo rechazada al instante.

            -¡Déjame sola, déjame sola!

            -Sí, mi señora.

            Cuando Minerva salió de la habitación, se dirigió a un jardín enorme, en donde dos chicas de veintidós y veintiún años platicaban en una banca de piedra bajo la sombra de una palmera viendo a dos niñas jugar a unos metros de distancia, vigilando que no se acercaran demasiado a la enorme piscina que había ahí.

            -Niñas ¿no necesitan nada? –preguntó dirigiéndose  a las concubinas.

            Ellas sonrieron al ver a la buena mujer referirse así a ellas, era muy cariñosa y le tenían verdadero aprecio; y es que Minerva aún siendo de una clase baja y deberles más respeto, las veía como sus hijas.

            -No Minerva, gracias –respondio Luna, la primera concubina.

-¿Y cómo está Bellatrix? –preguntó Pansy, la segunda concubina.

            -Muy mal –respondio Minerva sentándose junto a ellas- está deprimida, pero creo que le duele más que no haya sido un varón que el que haya muerto la pequeña.

            -No puedo culparla –dijo Pansy viendo a su hija de tres años metiendo figuras a un cubo- tardo en volver a embarazarse cuatro años y cuando por fin lo hace, es niña y encima muere.

            -¿Creen que el señor tome otra concubina? –Preguntó Luna viéndolas alternativamente- nos tomó a nosotras porque Bella no podía embarazarse de nuevo y nosotras no hemos cumplido tampoco con nuestra obligación, también hemos tenido niñas.

            -No lo sé –respondió Minerva- pero no me extrañaría que eso pasara.

            -Eso sería terrible para Bellatrix.

            -Se lo merece por perra.

            -¡Pansy! –Exclamó Minerva escandalizada- ¡No hables así de ella, alguien puede oírte!

            -Pero es la verdad, fue una bruja con nosotras cuando nos tomaron como concubinas como si nosotras hubiésemos tenido la culpa.

            -Eso es cierto –dijo Luna- es verdad que ella es la primera esposa, pero no le costaría nada ser gentil con nosotras, nunca viene a visitarnos más que para lanzarnos habladas.

            -Bueno, bueno niñas, dejemos este asunto, es hora de la siesta de las niñas.

 

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            -¿Y cómo va todo en la región norte? –preguntó Harry a su mejor amigo y capitán de tropa, Ron; de quien fue compañero en la academia del ejercito  a la cual también asistió aún siendo el príncipe.

            -Va muy bien ¿recuerdas los problemas con los bandidos que estaban asolando a las aldeas?

            -Sí ¿Qué paso con eso? Pensaba ir yo mismo a ver ese asunto, pero con este asunto de Bellatrix…

            -Lo sé amigo, pero tranquilo, todo fue debidamente controlado.

            -Me alegra.

            -Un capitán de los caballeros del desierto se ocupo de eso.

            -Qué bien –respondió exhalando un suspiro.

            -Oye, lamento lo de tu hija.

            -Sí, ya me lo habías dicho, no te preocupes –respondió dejando el mapa que tenía en las manos y comenzando a caminar.

            -De nuevo una niña… ¿tomarás otra concubina o embarazarás a las que tienes? Ya pasó tiempo.

            -Sí, también lo sé.

            -Sí no te gustan las que tienes, toma otra, mi papá tomó cinco más aparte de mi madre, su primera esposa.

            -Sí y tienes un montón de hermanos –dijo Harry sonriendo.

            -Sí, Merlín el profeta nos bendijo con una gran familia… opino que deberías tomar otra, las que tienes solo te han dado niñas.

            -Mi padre me estresa cada vez más, cada día me siento más angustiado.

            -Cálmate hombre, todo saldrá bien.

            -¡No, el padre de Bella también esta fregando, ya quieren un heredero! –Respondió exasperado- no sé que hice que Dios no quiere bendecirme con un hijo varón.

            Ron se quedó callado, la desesperación de su amigo desde la infancia era tan evidente que no supo que decirle.

 

 

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-No puede decirme eso –dijo Bellatrix al viejo doctor Dumbledore- tarde años en volver a embarazarme ¡No puede decirme que hacerlo otra vez sería muy peligroso para mí!

            -Pero así es majestad –respondió Dumbledore viéndola caminar de un lado a otro con una mano en la cintura y la otra en la frente- este embarazo fue muy difícil para usted, casi pierde la vida; otro embarazo sería muy riesgoso.

            -Pues no me importa, tengo que embarazarme otra vez.

            -En todo caso majestad, yo no puedo hacer nada al respecto, la inflamación del tejido de su útero impide la implantación del ovulo fecundado, este ultimo embarazo fue prácticamente un milagro.

            Bella comenzó a sentir como si un puño le oprimiera el corazón y comenzó a llorar haciendo que el médico se sintiera mal por ella.

            -Podemos seguir con el tratamiento con el que estábamos, quien sabe, tal vez funcione aunque no es nada seguro.           

            -Hagámoslo –respondió tomando un pañuelo para limpiar su nariz.

 

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