Un chico guapo, con ojos azul claro, pelo color castaño obscuro y lacio, que por cierto, estaba un poco despeinado; no le gustaba verse tan formal, caminaba rápidamente por los grandes, hermosos e interminables pasillos de aquella mansión. Varios hombres, más altos que aquel chico de ojos azul, pues él medía 1.75, pasaban a su lado viéndolo.
El joven parecía estar muy agitado y preocupado, iba sosteniendo una bandeja de oro con una copa de champaña e intempestivamente dejó de caminar; enfrente de él había una gran puerta de sequoia*, él tomó un gran respiro, alzó su mano lentamente y tocó la puerta 2 veces. Pocos segundos después la puerta se abrió lentamente, el solamente se quedó allí parado.
-¿Acaso piensas que esperaré toda la noche a que pases Ferrand?- Una voz proveniente del cuarto, dijo fríamente y un tanto demandante.
-Lo…lo siento- El chico dijo susurrando y rápidamente entró a la habitación.
A un lado de la puerta había un hombre trajeado, el cual fue el que abrió la puerta. Ferrand le sonrió a él y este le devolvió la sonrisa, este hombre era uno de los guardaespaldas de su jefe.
-Ferrand, yo no sé cuántas veces tenga que decirte para que me entiendas, ¿Acaso eres un estúpido? - Un joven dijo, él estaba de espaldas con un cigarro entre sus dedos. Se encontraba mirando hacia la ventana mientras estaba sentado en un sillón de lujo de un color negro muy penetrante, enfrente de él había un gran escritorio negro de lujo que hacia juego con su sillón y en el suelo había una gran alfombra gris de terciopelo.
-No señor John- El chico de cabello moca Murmuró; trataba de ocultar el dolor que sentía a la hora de escuchar estas palabras.
-Entonces, si no eres un estúpido, actúa como una persona razonante- Él dio la vuelta a su sillón. Tenía cabello negro como la noche, sus ojos eran de color gris claro, los cuales eran tan penetrantes que podían ver a través de tú alma, debajo de su ojo izquierdo tenía un lunar y su belleza física era muy notoria.
Ferrand solamente asintió con la cabeza, caminó hacia su escritorio y puso la bandeja de oro sobre el escritorio de su jefe.
-Déjanos solos- John se levantó de su lugar, dejó su cigarrillo en su cenicero y dirigió su mirada a su guardaespaldas que se encontraba en la puerta.
Su guardaespaldas asintió su cabeza y rápidamente salió de la habitación cerrando la puerta.
-Hoy te ves diferente Ferrand- John mirándolo detenidamente, camino hacia él. Era un poco más alto que él; medía 1.82.
-No señor, tal vez esté equivocado- Nerviosamente dijo mientras miraba al suelo sin hacer contacto con la mirada de su jefe.
-Yo nunca me equivoco- John tomó su copa de champaña y le dió un sorbo de este sin quitarle la mirada a Ferrand. -Tal vez lo que tienes es que cada día estás más idiota- John rió maliciosamente.
El joven de ojos azules brillantes sin decir nada solamente veía al suelo.
-TE ESTOY HABLANDO- John gritó e intempestivamente vació la champaña en el cabello de aquel joven.
Ferrand solamente levantó su mirada.
-¡Mírame cuando te esté hablando! No has aprendido nada todos estos años que has estado viviendo conmigo ¿Verdad? Eres un completo bueno para nada y sobre todo un idiota, hiciste que tirara una buena copa de champaña en ti, ¡Qué desperdicio!- John enojado cruzó sus brazos.
-Me disculpo por mi comportamiento, le traeré otra- El chico de mirada triste lo miro directo a sus ojos. Su cabello y parte de su playera estaba mojada.
El hombre de ojos grises penetrantes tomó fuertemente la muñeca del joven que estaba dentro de la habitación.
-Se…señor, lo siento, en seguida le traeré otra- Ferrand dijo con una voz adolorida.
-¡Más te vale! Que para eso te pago ¡Maldito estúpido, bueno para nada!- El hombre trajeado soltó su muñeca.
Rápidamente Ferrand salió del cuarto, cerrando la puerta, el empresario tiró al suelo la copa que tenía en su mano con mucho coraje haciendo que esta se rompiera en mil pedazos haciendo un estruendoso sonido dentro de aquella alcoba.
Mientras tanto en la gran cocina de lujo, el joven de cuerpo fragil estaba sirviendo otra copa de champaña, el odiaba llorar, pero no lo podía evitar. Sus lágrimas llenas de dolor recorrían su rostro. Después de terminar de servir la champaña, seco las lágrimas de su rostro con una servilleta que estaba allí, se sentía cansado de que John lo tratara como un vil estúpido o alguien inservible. Pensaba que por fuera su jefe era una persona con mucha personalidad y belleza, pero por dentro estaba podrido. Sentía que había nacido sin ningún propósito... con una maldición de vivir entre seres apestosos y sin corazón alguno; su madre nunca lo quiso de pequeño; tenía problemas de alcoholismo y drogadicción, por consiguiente, lo vendió a una familia adinerada los cuales se llamaban Richard y Margaret y estos eran los mismísimos padres de John, así que toda su niñez y juventud había vivido con esta familia.
De repente escuchó un sonido detrás de él y rápidamente volteó, John estaba allí, recargado sobre la pared con los brazos cruzados.
-Oh, Señor, disculpe la tardanza, no me esperaba que usted estuviera aquí, en fin... aquí está su copa de champaña, ¡Como nueva! ¿No cree? y de seguro sabe mejor que la anterior- Ferrand le sonrió, camino hacia él y se la dio.
El hombre trajeado tomó la copa y la vio fijamente.
-Espero que le agrade- El chico de mirada inocente lo vio a los ojos.
John dejo la copa sobre la estufa, tomó el cuello del chico de mirada asustadiza y empezó a estrangularlo fuertemente. Ferrand asustado, trató de librarse de él, pero John era mucho más fuerte que él. El pobre e indefenso joven no podía respirar, incluso de su garganta salían horribles sonidos de ahogo. Con todas sus fuerzas restantes, agarró las muñecas de su opresor lo más fuerte posible, pero su jefe con una sonrisa malévola lo estaba observando, era como si disfrutara su sufrimiento.
-Por…favor, deten..gase- Ferrand dijo con una voz entrecortada sin poder respirar. Ni un poco de oxígeno entraba por su boca o fosas nasales.
El empresario de ojos penetrantes rió y lo soltó, el indefenso chico de cabello castaño obscuro se hincó en el suelo y empezó a toser.
-Es un castigo y agradece que no te golpee... Para que aprendas a mirarme cuando te hablo- John tomo su copa otra vez y salió de la cocina.
El joven de mirada destrozada empezó a llorar una vez más, solo quería que todo este sufrimiento acabara. Sus lágrimas no paraban de salir de aquellos ojos azules color cielo.
*Sequoia: Una de las maderas más caras, los valores pueden llegar a los US$2,000/m3.