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Mil Mundos por Rising Sloth

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Notas del fanfic:

Disclaimer: One piece no me pertenece, asi como sus personajes, su autoría corresponde a Eichiro Oda.

 

Empecé a escribir este fanfic hacía mucho tiempo, y lo terminé hace relativamente poco (puede que ya pase de los cuatro años). Fue una historia que disfruté y sufrí por igual. De hecho, la dejé varias veces en hiatus. Y ahora planeo volver a disfrutarla con un remastericeo xD

La razón por la que la paré tantas veces era porque no veía los problemas que tenía con ella, y al no verlos creía que estaba haciendo una mala historia. Por ejemplo, el personaje de Law aún no estaba definido en el manga original, pero yo me di mis libertades y la lie parda, tuve que hacer un hiatus hasta que me di cuenta de que la historia no podia avanzar si no reescribía todo lo que era Law. Y así con muchas otras cosas.

Ahora, en esta segunda tirada, planeo respetar lo que son las personalidades de los personajes de One piece, hacerlos más ellos y menos lo que era la pelicula del Planeta del Tesoro. Y quitar muchos dialogos tontos, muchisimos xD

Creo que nada más. Solo, tal vez, avisaros, que los primeros capitulos son los que más se parecen a la pelicula, pero no tardo en irme por mi propia variante.

Si os animaís, espero que os guste ;)

PD: Es fic fue, es y será, dedicado a Kuromi

Notas del capitulo:

 

 

Capitulo 1

Hace mucho tiempo y no tanto, cuando los bucaneros surcaban libres el infinito espacio, existió un pirata cuyo nombre fue escuchado hasta el último rincón del universo. Un pirata que hizo temblar las estrellas y que cruzó la historia cual gran cometa de brillante estela. Un pirata cuyo nombre era Gold Roger.

Sus mitos aún siguen siendo historias que contar en las posadas. Dicen que su barco aparecía de la misma nada, sembrando al instante el miedo, la muerte y la destrucción. Después, desaparecía sin dejar rastro.

Cuenta la leyenda que, al final de su vida, Roger escondió sus botines en un planeta del que solo él sabía su situación. La gran la ambición de muchos. Imaginad por un momento, las mayores riquezas que una mente sería incapaz de soñar cubriendo la corteza de un cuerpo celeste, ese es... el Planeta del Tesoro...

 

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Sus gritos eran solo la anunciación que de había llegado a la euforia máxima. Adoraba cruzar el cielo en su tabla solar, dar piruetas hasta el punto de quedarse mareado, que el cielo y la tierra intercambiaran sus papeles, perder de vista el suelo con todo lo que había en él y sentir como alcanzaba el sol.

–¡Nunca me cansaré de esto!

Bajó en picado y antes de llegar al suelo derrapó con soltura creando tras de si una nube de polvo. Esquivaba las rocas una y otra vez, incluso una estuvo apunto de tragársela, pero hubiera pensado que era poco precio por su gran diversión.

Divisó a pocos metros una construcción de hierro, y al acercarse más descubrió que era un central con el paso restringido. Perfecto. Aceleró aún más el paso, no había nada mas excitante que un sitio lleno de obstáculos para pasar con su tabla solar, sobre todo si estaba prohibido.

Traspasó la valla que cortaba el paso haciéndola añicos y atravesó la central con la misma destreza que un gato, y lo que era más sorprendente, a una velocidad increíble.

Dejó atrás la central con gesto victorioso, aclamando a los cuatro vientos que era el mejor. Cinco segundos después deseo no haberlo proclamado.

 

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La acogedora posada llevaba un ritmo medianamente agitado, pero era normal, después de todo era hora de comer. Un muchacho joven, de pelo moreno y con pecas tomaba nota entre las mesas con su don de gentes antes de entrar en la cocina

–Sabo, aquí te van más comandas – le dijo a su hermano que se encargaba de los fogones.

–Vale, Ace. La de antes ya están para servir.

El pecoso salió con varios platos en manos y brazos, cuyos algunos ingredientes mejor no saber, y los fue sirviendo entre la pintoresca diversidad racial de la clientela. A pesar de que el local se mantenía cierta distancia de la civilización de ese planeta y de que tenían un éxito mediocre, lo suficiente para llegar a fin de mes, no había semana que Ace no encontrara por lo menos un par de personas "no humanas" que hubiese visto antes. El espacio era grande, suponía.

–Aquí tiene profesor Usopp – dijo pasándole el último plato a un hombre narigudo con el pelo negro rizado recogido en una coleta.

–Muchas gracias Ace.– dijo colocándose las gafas que le daban un aire mas intelectual del que ya tenia gracias a su ropa. Se puso la servilleta en el cuello mientras aspiraba con devoción el aroma que desprendía su plato.– mmm... que bien huele ¿Que tal tu hermano pequeño?

La gran pregunta.

–¿Ah? ¿Luffy? Bien, bien. Esta bien –respondió incómodo y debatió un poco más su respuesta–. Tiene vitalidad que es lo importante ¿no?

La puerta de la posada se abrió bruscamente, eran dos guardas de policía, robots, que escoltaban a un chico moreno con cara aniñada, en la mejilla izquierda tenía una cicatriz. La posada se quedó muda.

–Sí –dijo el profesor con cara de circunstacia –, sí que tiene vitalidad.

–¡Ah! Muchas gracias por la vueltecita señores agentes –carcajeó el joven alegre pero a la vez sudando y silbando con disimulo. No tardó mucho en llevarse un capón de su hermano mayor.

–¿¡Se puede saber que has hecho ahora, mendrugo!?

–Le hemos pillado volando en una zona de acceso restringido –contestaron los policías.

–¿¡Otra vez!? –su voz alzada se hizo más aguda.

–Me temo que sí– asintió el agente–. el chico va sumando puntos para que lo lleven al correccional.

–Espere señor agente– se levantó el narigudo para ir hasta ellos–. si me disculpa el niño...

–¿Es usted el padre de estos chicos?– le cortó.

–¿Yo? ¡Que va! Solo soy un amigo de la familia y...

–¡PUES MANTENGASE AL MARGEN!– le gritaron los dos agentes haciendo que el profesor retrocediera unos paso sobresaltado.

–Bueno, eso es todo –dijo uno de ellos–. Ya les llegará la multa–. y se fueron los dos dejando la posada completamente en silencio y con todas las miradas puesta en los hermanos y el narigudo. Cuando se dieron cuenta de que eran observados por los clientes, estos volvieron a tomar atención a la comida que tenían por delante.

Luffy se puso a recoger los platos y vasos sucios de una mesa ya vacía con un nuevo silbido de disimulo.

–¿¡Es que no tienes otra manera de tocar las narices!? –le dio otro capón, claramente no había disimulado muy bien–. ¿En que demonios estás pensando? Lo que esos agentes han dicho no era por joder, si sigues así vas a acabar en un reformatorio.

–¡Pero Ace, no había nadie! –se excusaba–. ¡Esa central estaba abandonada y era perfecta para hacer piruetas! –se emocionó al decirlo, incluso sonrió–. ¡Sabo y tú deberíais venir! ¡Seguro que os encan...!

–¿Es que no lo entiendes? Sabo y yo trabajamos todos los días como mulas para llevar el negocio adelante, para que tengamos con que sobrevivir. Ya no somos niños, Luffy, las aventuras se acabaron.

Su hermano pequeño se mordió el labio y bajó la cabeza, derrotado. Salió corriendo por la puerta. El portazo retumbó en toda la posada. Ace se llevó una mano a la frente, cerró los ojos y suspiró con pesadez.

–¿Que puedo hacer con él?

 

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El chico de la cicatriz permanecía sentado al borde de un acantilado cerca de la posada. Con la espalda apoyada en una roca tiraba piedrecitas al vacío. Se sentía abatido. No tenia ninguna motivación en la vida, era como un fantasma condenado a vagar.

Miró hacia el cielo, en el resplandecía el Puerto Espacial que desde su posición parecía un cuarto de luna. A veces soñaba con llegar hasta él y hacerse con el primer barco que le entrase por los ojos, reunir una tripulación y surcar así el espacio, vivir aventuras... ese era su deseo. Alzó la mano, queriéndolo atrapar el puerto entre sus dedos, pero eso era imposible, estaba demasiado lejos. Ya no era un niño.

Un ruido atronador le hizo levantarse de un golpe. Miró tras la roca, descubriendo que una nave se había estrellado contra el suelo.

–¿¡Pero que ha pasado!?– la sorpresa casi lo deja en punto muerto. Se dio dos contundentes tortas en la cara para espabilarse y corrió hacia la nave lo mas rápido que pudo –¡Eh! ¡Los de la nave! ¿¡Estáis bien!?

Tenía toda la pinta de que iba a explotar en cualquier momento. Fue directamente a compuerta para abrirla a tirones. No cedía. Hizo aún más fuerzas, todas las que tenía. Se cayó de espalda y con voltereta cuando la dicha compuerta se abrió de golpe. Al incorporarse empezó a oír unas toses desde dentro la nave y una figura que salía al exterior. Ésta se desplomo en el suelo, a los pies del muchacho.

Luffy no supo exactamente que raza era puesto que tenia forma humana a pesar se su piel azulada y sus brazos que a partir del codos se asemejaban más a unas garras escamosas de ocho dedos, pero estaba claro de que era un anciano.

–Chico..– dijo con su voz asfixiada, volvió a toser– corre, ayúdame... están a punto de venir...

–¿Venir? –se acercó a socorrerele–. ¿Quien?

–Rápido... ayúdame...– recogió un cofre del interior de la nave con una mano y se agarró con su otro brazo a los hombros del joven que con su buena voluntad le ayudó a levantarse. Hubo otra tos– Buen chico... ¿como te llamas?

–Luffy D. Monkey –el hombre rió entre dientes.

–Yo Silver Rayleigh.

 

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Desde la ventana de la posada, el profesor narigudo miraba como la lluvia empapaba los alrededores hasta que el chico pecoso puso las cortinas que daban un paisaje virtual de un valle.

–No te culpes Ace. Criar a un niño como Luffy no es tarea fácil. Más si tienes que hacerlo sin vuestros padres.

–Pero la culpa si mía. Yo... yo me sentí como una autentica víctima en este asunto cuando Dragón se fue y nuestra madre murió –el narigudo aún se sorprendía de que no quisiera tomar a Dragón como su propio padre–. Me encerré en mis mismo y no fui una buena influencia para él. Cuando ya me di cuenta de todo y quise rectificar Luffy se lo tomó como un traición... si lo hubiera echo bien desde el principio...–se dejó caer en la silla abatido.

–Tampoco eches todo sobre tus hombros – le dijo su otro hermano–. en esto vamos a partes iguales y yo tampoco es que lo hiciera precisamente bien.

–Errar es humano –dijo Usopp sorbiendo el té–, pero en cuanto al dinero... podríais pedirle a tu abuelo.

–Ese viejo nos chantajea –le informó enfadado el pecoso–. Para que nos ayude económicamente tenemos que alistarnos en la marina espacial.

–Tal y como están las cosas... –dejó la frase sin acabar.

–Meter a Luffy allí sería como meterle en una jaula –afirmó Sabo–. y si uno de nosotros va solo acrecentaría los problemas.

–Entiendo.

Ace resopló cansado. A veces echaba de menos el tiempo en que eran críos y todas esas responsabilidades no le bombardeaban constantemente. Cierto era que por aquella época se sentía mucho más lleno de odio, pero también mucho más libre.

La puerta se abrió de manera brusca por segunda vez ese día, en esta ocasión acompañada por el sonido de un trueno. Luffy apareció tras ella con una especie de cosa viva cargando a sus espaldas.

El profesor soltó un grito de doncella en apuros.

–¡Luffy!–fueron sus dos hermanos hacia él.

–Está herido– el chico llevó al anciano dentro de la posada, a la luz los otros dos ya pudieron ver que no era un cosa. Raylight estaba medio ido y tosía mucho.– su nave se estrelló.

–Ya lo escucho..– balbuceaba el anciano.– ese cretino viene a por...–cayó al suelo junto con el cofre.

–Rápido Sabo. –le dijo Ace.– ayúdame a llevarlo a una habitación.

–¡No! Él ya viene– el anciano sabía que no le quedaba mucho tiempo. Tosió y miró al muchacho–. Chico... mi cofre... –el más joven de los hermanos se lo acercó sin pensar– él ya viene... que no encuentre esto –dijo tecleando la contraseña en el cerrojo del cofre para que este se abriera. Sacó de él algo envuelto–. No debe... encontrar esto. Por nada del... universo.

–¿Quien?–preguntó Luffy.

Rayleigh le cogió de la camisa con su zarpa y le dijo al oído ya que apenas le quedaba voz.

–El cyborg... –le dio aquel objeto envuelto.– guárdalo... guárdalo con tu propia vi...– Tosió una ultima vez. De su boca salió sangre. Los ojos del hombre se pusieron en blanco. Cayó inerte sobre el suelo.

La habitación quedó en silencio, los cuatro tenían el corazón encogido. Entonces, entre la lluvia que caía y y los truenos, sonó algo, era el ruido de un barco espacial.

Con rapidez, Sabo fue hasta la ventana y abriendo un poco la cortina virtual lo vio. Una bandera pitara coronando un mástil. Serés que de un salto dejaban la nave y pisaba tierra. Se dirigían a la posada.

–¡Corred!– jaló los de brazo a sus hermano y el narigudo profesor no tardó mucho en seguirlos. Tras ellos ya se oían disparos, destrozos y risas de satisfacción.

Fueron hasta el segundo piso, bajo una de las ventanas se encontraba la pequeña nave del profesor.

Los dos hermanos mayores y el narigudo se prepararon para saltar, pero Luffy los tiró de un empujón. Cayeron derechos y en nada la nave ya estaba arrancada con ellos huyendo.

Ace miró atrás, la posada se consumía en un mar de llamas, lo habían perdido todo. Resignado y triste bajó la cabeza y cerró los ojos, Sabo le frotó la espalda a modo de consuelo aunque su cara presentaba aun más amargura que la del pecoso.

Su hermano pequeño los miraba sin saber que hacer, nunca los había visto tan abatidos. Apartó la vista con culpabilidad e impotencia. Mientras el profesor, aterrado, lanzaba maldiciones contra los piratas saqueadores. Se dio cuenta de que aún tenía ese objeto envuelto por el que aquel anciano había perdido la vida. Quitándole la tela que lo cubría descubrió un especie de esfera de bronce llena de marcas.

 

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Los tres hermanos estaban en la biblioteca de la casa del profesor. Sabo miraba taciturno por la ventana con los brazos cruzados y apoyado de lado en el cristal; Ace estaba tumbado en un sillón dejando el cogote y las rodillas sobre los brazos del asiento y mirando directamente al techo, al igual de absorto que su otro hermano; y por último, Luffy, que vagabundeaba de un lado a otro echando una mirada cada dos pasos que daba a sus hermanos mayores. Quiso decir algo pero sus palabras no salieron. Lo sentía tanto...

Llamaron a la puerta y seguidamente entró una mujer rubia portando una bandeja con tres tazas de café.

–Os he traído un poco de café – dijo con una sonrisa–. ¿Queréis azúcar?

–Muchas gracias Kaya – dijo Ace sentándose correctamente–, estamos bien.

–Quiero que sepáis que podéis quedaros aquí el tiempo que queráis o necesitéis – dijo poniendo la bandeja en la mesa.

–No queremos molestar – dijo el rubio.

–Y no lo hacéis –sonrió con dulzura.

–¡Imposible! ¡Esto es imposible!– dijo entrando el profesor Usopp en la habitación claramente ofuscado.– esta esferita me trae de cabeza.– dijo poniéndola en la mesa de un golpe y cogiendo una de las tazas de café que sorbió rápidamente y después suspiró echando su ansiedad hacia afuera.

–¿No consigues averiguar nada, cariño?

–No... –respondió con desanimo.– ni tan siquiera sé lo que es exactamente.

–Está claro que es algo muy valioso para que unos piratas se peleen por él– dijo Sabo.

–A simple vista no lo parece – opinó el pecoso.

–Es un autentico enigma – siguió el profesor tras un nuevo sorbo–. Ademas esas marcas tan raras que tiene... esos círculos y lineas... Es inútil. Ni todos los científicos del mundo podrían averiguar... –¡CLIK!– ¿Que ha sido eso?

–¡Waaaa! ¡La bola esta esta haciendo cosas raras!– gritaba Luffy con la esfera en la mano vibrando.

–¿Se puede saber que has hecho ahora?– le preguntón su pecoso hermano propiciándole un nuevo capón.

–¡Ay! ¡Si no he hecho nada! Solo darle a los botoncitos y girarla...

–¡Eso ya es algo!

Podrían haber seguido regañándole. Sin embargo, la esfera, aún vibrando empezó a emitir partículas verdosas y brillantes que volaron hasta el techo y se extendieron formando una semiesfera que rodeó a todas las personas de la habitación. Tras esto, al rededor de ellos, empezaron a formase planetas y estrellas.

–Es... es...–al narizotas no le salían las palabras.

–¡Es un mapa!– terminó Sabo.

–¡Eso!–exclamó el profesor– ¡Eso es! Mirad, aquí estamos nosotros, el planeta de Goa ¡Aaah!– gritó sobresaltado al ver que todo empezaba a moverse al haber tocado el planeta.

El mapa les enseñó todo el universo guiándoles el camino con una estela, daba tantas vueltas que hasta quedaron un poco mareados, y entonces todo se detuvo en torno a un planeta; uno con los mismos surcos en forma de círculos y lineas de la esfera; al que rodeaban dos anillo como si lo estuvieran marcando con una X.

–¿Y ese planeta?– se colocó el profesor bien las gafas.– Esperad, no será...

–¡Es el planeta del tesoro! –gritó entusiasmado Luffy.

–No, no puede ser –el profesor se llevó las manos a la cabeza– ¡El tesoro de Gold Roger! ¿sabéis que significa eso? ¡Ah!– gritó otra vez cuando de sopetón el mapa volvió a la esfera.

–Que solo se necesita un bote para llegar hasta allí.

–¡Luffy!– le regañó el pecoso.– que ni se te pase por la cabeza lo que se te esta pasando.

–Pero esa el la solución a nuestro problemas, Ace.

–¡Que solución ni que niño muerto!

–¿Has olivado lo que decían las historia?

–¡Eso eran! ¡Historias! ¡No eran realidad!

–¡Pero con ese dinero podríamos reconstruir la posada las veces que queramos!

–¡Sabo! Convéncete tú de que es ridículo.

–Ace tiene razón, Luffy. No puede cruzar el espacio tú solo en un bote de remos.

–¿Lo ves Luffy?

–Por eso iré yo contigo – dos miradas se pusieron encima del rubio: la primera de Luffy con infinita ilusión y la segunda la de Ace con infinita incredulidad.

–¿Tu también te has vuelto loco? ¡Profesor, diga usted algo, diga que están locos!

–Locos de atar, y dejadme deciros que vosotros dos solo en un bote, como mucho, aguantaríais vivos dos días.

–Por fin alguien con sentido común.

–Así que dejadme que yo financie la expedición.

–¿¡Que!?–Ace cada vez creía menos lo que oía.

–¡Claro que si! ¡Yo me encargare de todo!–exclamó ilusionado.– Buscare un barco, una tripulación y por supuesto un capitán que nos lleve hasta allí como Dios manda y...

–Usopp, espera – le llamó su esposa entre asustada y preocupada. Fue hasta él y le tomó de las manos–. ¿Piensas ir a un sitio tan peligroso?

–Kaya... –la miró a los ojos, apenado. Sabía que lo que planeaba significaba separarse de ella y eso era lo que menos deseaba–. Esto... esto es el destino, estoy seguro. He estado esperando mi vida algo como esto y ahora hay algo que me dice "échale ganas" y... siento... que... –hizo una pausa. Y sentía que Kaya se había casado con un hombre que no valía la pena nada más que para ser un chiste. Apartó esa verdad de su cabeza y sonrió convencido–. Ya veras, volveré hecho un héroe de la arqueología y la expedición.

La chica apartó un momento la mirada.

–Esta bien –sonrió también ella, pero con tristeza –, ten mucho cuidado. ¿me lo prometes?

–¡Claro que sí! No te tienes que preocupar Kaya, llegaré al final de esta aventura y me llamaran el... ¡GRAN USOPP!–reía pletórico, aunque sus piernas no dejaban de temblar como si hubiese un terremoto bajo sus pies.

Ace suspiró llevándose la palma de la mano a la cara. Hasta el hombre más cobarde, más hecho al hogar y más aferrado a su amada esposa que había conocido quería embarcarse en algo que lo más probable le mataría. El mundo de había vuelto del revés.

–Ace..– le llamó su hermano pequeño– Déjame intentarlo. Todavía puedo enderezar las cosas.

El pecoso miró preocupado a su hermano pequeño que ponía un gesto de arrepentimiento.

–Luffy, no se trata de...

–Ace ¿podemos hablar un momento?– le cortó Sabo alejándole de Luffy para hablarle en confidencia –Ace, sinceramente creo que debemos ir ¿Has visto lo ilusionado que está? Hasta le brillan los ojos es como cuando eramos pequeños. Hay remedios peores que fortalecer el carácter en el espacio.

–¿Me dices eso porque es lo correcto o porque quieres ir?

–Ambas, pero una cosa no quita la otra. Venga Ace, sé que intentas compensar tu etapa rebelde siendo un aburrido pero en tu interior tu eres el que mas desea de ir de todos nosotros – Ace la miró con el ceño fruncido–. Sabes que es verdad.

Apareció una mueca en la cara del moreno, apartó la mirada de su hermano. Otra vez le vino esa añoranza enviada desde la infancia, cuando no había limites en su imaginación para cruzar el universo con una mugrienta tabla solar. Resopló. Sí, él también quería ir.

–Esta bien –sonrió resignado–, vamos a buscar ese tesoro.

–¡Gracias, gracias!– gritaba Luffy con alegría colgándose a los hombros y cintura de su hermano para abrazarle– ¡muchas gracias, Ace! ¡ya veras que bien nos lo vamos a pasar!

–¿Te has creído que esto son unas vacaciones?

–Ejem, ejem...¡Pues todo estupendo!– exclamó el profesor Usopp.– comenzaremos enseguida con los preparativos. Hermanos D. Monkey, pronto nos encaminaremos hacia el Puerto Espacial!– decía exaltado señalando el cuarto de luna que lucían en el cielo.

Luffy, con las palabras del profesor en mente y los ojos brillantes de felicidad miró en el cielo su punto de salida y el símbolo de sus sueños. Ya no le parecía tan lejano.

Continuara...

Notas finales:

Irónicamente, Usopp es el segundo personaje que más me costó dejar con su personalidad xD el profesor/doctor (porque en la peli lo llaman doctor)  del Planeta es muy parecido a él, pero no tanto, y al final su caracter casi acaba por completo con el narizotas, aún sin seguir el patrón de la peliculas. En esta segunda tirada procuraré tener cuidado, no por nada Usopp es mi segundo Mugiwara favorito (el primero Zoro, como no podía ser de otra manera).


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